lunes, 22 de mayo de 2017

OPINIONES 22/05/2017

Agro para superar la pobreza - Carolina Trivelli
Clínicas privadas dentro de hospitales públicos - Pablo Lavado
Eliminemos la estabilidad laboral absoluta - Arturo Rodríguez
Incorrecto - Luis Davelouis
Keiko y Alan contra la renovación de la política peruana - Carlos Monge
La normalización de lo abyecto - Jorge Bruce
La sexta demanda, por César Azabache - César Azabache
Llamada para el choro - Mirko Lauer
Todos en la baraja de Odebrecht - Alejandro Ramírez Merino
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Agro para superar la pobreza

Carolina Trivelli



La medición de la pobreza para el 2016 muestra que los peruanos en situación de pobreza viven tanto en el área urbana (el 51.5% del total de personas en pobreza) como en el área rural (48.5%). A pesar de que muchos pobres viven en las ciudades, 59% del total de personas en pobreza se dedica a la agricultura, pesca o minería. Sobre todo dependen del agro y de sus servicios complementarios (transformación, transporte, venta de insumos, etc.). El desarrollo de la agricultura puede tener una fuerte relación con la reducción de pobreza (rural, pero también urbana), puede generar empleo, mayores ingresos y nuevas oportunidades para los más pobres.

En el caso de la pobreza extrema, los que pasan hambre sí o sí, siguen estando en el área rural (82%). Más del 80% de quienes viven en situación de pobreza dependen casi (exclusivamente) de la agricultura y la pesca.

Las políticas orientadas a acabar con la pobreza extrema, a las que como país nos hemos comprometido, solo serán efectivas si son más que solo políticas sociales (del Midis, de salud y educación). Exigen un desarrollo rural y del agro que traiga nuevas oportunidades para los productores, pero también nuevas fuentes de empleo en el agro y en el sector servicios –transporte, servicios financieros, comercialización de insumos y productos, asistencia técnica y mucho más– y que fortalezca las relaciones entre lo urbano y lo rural.

¿Cómo le avisamos al ministro de Agricultura y a los gobernadores regionales que es su responsabilidad tomar acciones para que el desarrollo del agro sea parte central de las políticas para la reducción de la pobreza y erradicación de la pobreza extrema?


http://peru21.pe/opinion/carolina-trivelli-agro-superar-pobreza-2282550


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Clínicas privadas dentro de hospitales públicos

Pablo Lavado


A principios de los 90, frente a la escasez de recursos del Estado para resolver los problemas de salud de la población, se creó la modalidad del llamado “Servicio de Salud con Tarifa Diferenciada” (STD) como una forma de autofinanciamiento. El autofinanciamiento consistía básicamente en armar una especie de clínica privada dentro de un hospital público. Y con el dinero del privado, mantener lo público.

Las consecuencias de ese modelo no necesariamente fueron buenas. Dentro de los hospitales públicos se crearon dos estándares de atención: uno para ricos y otro para pobres.

Este formato ha avanzado con los años y naturalmente ha ido deformándose. Listas de espera de más de cuatro meses para los pacientes pobres, frente a la atención inmediata para los pagantes. Pobres en ambientes hacinados y con largas estancias frente a los pagantes con áreas disponibles y con mayor confort.

Ese trato diferente constituye una discriminación por pobreza y una limitación al acceso de salud de los que menos tienen.

Felizmente, la realidad económica de principios de los 90 ha cambiado para bien. El Estado ha robustecido su economía y ha ido asignando progresivamente mayores recursos para la salud.

Se han creado el Seguro Integral de Salud (SIS) y el Fondo Intangible Solidario de Salud (Fissal) para atender a los sectores sociales menos favorecidos. Además el SIS y el Fissal han tenido incrementos de presupuesto progresivos y considerables.

Por ello, es momento de terminar con esta distorsión de la política de Salud Nacional. El Estado debe dar la mejor atención posible al ciudadano, sin discriminar económicamente a ninguno.

Si una persona con altos ingresos necesita atención de salud en un hospital público, deberá recibir las mismas condiciones en que son tratados todos los pacientes. No debe existir ningún tipo de privilegio, porque a fin de cuentas, los pobres también son pagantes a través del SIS y del Fissal.

Imagínese qué ocurriría en un mismo colegio público si los alumnos de familias con más ingresos tuvieran aulas especiales, mejores equipos y profesores mejor remunerados que el resto de los alumnos del mismo colegio. Ese doble estándar dentro de una entidad pública es inadmisible.

Desde el año 2008 hasta el 2012, se han dado ocho resoluciones ministeriales para prorrogar el cierre de estas clínicas privadas dentro de hospitales públicos. Además, informes de la Contraloría han demostrado ingresos ilegales por algunas personas y discriminación.

A la fecha, el funcionamiento de las llamadas clínicas privadas dentro de los hospitales públicos (STD) no tienen marco legal. Nuestra gestión ha notificado a los directores de los hospitales públicos para recordarles que ha caducado la habilitación normativa para brindar el STD. Cada uno de los directores debe entregar un informe documentado y final de su funcionamiento, poniendo especial énfasis sobre el uso de los recursos.

Además, se le ha informado a los directores que el Ministerio de Salud apoyará en todo el proceso para que las atenciones no se vean perjudicadas y, por el contrario, estas se puedan ampliar.

Esta adecuación de la ley debe ser una buena noticia para todos. El acceso a la salud será más igualitario y el Estado cumplirá mejor su función de garantizar salud para todos, sin discriminación. Todos los peruanos, independientemente si se tiene dinero o no, tenemos derecho a gozar de buena salud y a una atención de calidad.


http://larepublica.pe/impresa/opinion/878148-clinicas-privadas-dentro-de-hospitales-publicos






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 Eliminemos la estabilidad laboral absoluta

Arturo Rodríguez

Cada vez que algún gobierno de turno anuncia su intención de promover reformas laborales, uno de los primeros temas que el empresariado pretende poner en agenda es el referente a la estabilidad laboral, exigiendo, obviamente, su eliminación: “inhibe la formalización laboral”, “genera sobrecostos laborales”, “retraerá las inversiones”, entre otros argumentos, propios de una novela de Edgar Allan Poe (terror).

La estabilidad laboral fue restituida (para el sector privado Decreto Legislativo 728) desde el año 2002 en que el TC, interpretando sistémicamente los artículos 1º, 22º y 27º de la Constitución, declaró inconstitucional el despido arbitrario y por ende, cabe la reposición del trabajador.

En el ámbito académico, la estabilidad laboral ha sido diferenciada entre la estabilidad laboral “absoluta” y la “relativa”, así para el empresariado el modelo de restitución en el trabajo en caso el trabajador sea despedido arbitrariamente, es una muestra de “estabilidad absoluta”, calificación compartida por la mayoría de abogados laboralistas.

Discrepo con dicha diferenciación, asumir que existe una estabilidad laboral “absoluta” nos pone a la defensiva, es un término creado para que se acepte que, en otras palabras, cierto tipo de estabilidad laboral (absoluta) es nociva y por ende el propio trabajador debe rechazarla.

El profesor sanmarquino Jorge Rendón Vásquez señala claramente: “En el trabajo dependiente la estabilidad nunca es absoluta. Si la fuera, el trabajador no podría ser retirado del empleo aunque cometiera falta grave o se invalidara para el trabajo, o la empresa tuviera graves motivos que le impidieran continuar la labor encomendada. El único caso de estabilidad absoluta sería el del dueño de la empresa registrado como trabajador de esta, que no podría despedirse a sí mismo, salvo que estuviera loco”.

Es por ello que, considero, se debe rechazar el término “estabilidad laboral absoluta”, la misma que como refiriera el maestro sanmarquino en realidad no existe, por el contrario debemos afirmar la estabilidad laboral a secas, que es concretamente el derecho de toda persona a tener un empleo digno y no ser apartado de él sin que exista una causa justa, conforme la propia Constitución de 1979 disponía en su artículo 48: “El Estado reconoce el derecho de estabilidad en el trabajo. El trabajador solo puede ser despedido por causa justa, señalada en la ley debidamente comprobada”.

Retornando una vez más al maestro Jorge Rendón: “Como todos los derechos sociales, la defensa de la estabilidad es un deber de los trabajadores y, en particular de los trabajadores con conciencia de su condición, de su clase y de su poder si se unieran”, y más en momentos en que el empresariado, de la mano del ministro de Trabajo, pretenden imponer una nueva reforma laboral precarizadora.


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Incorrecto

Luis Davelouis


Lo he escrito aquí varias veces: la verdad siempre ofende a alguien y si no ofende a nadie, entonces no es verdad. Y esto no quiere decir que algo es cierto solo porque es ofensivo.

Por eso hay tanto papanatas que cree que ser “políticamente incorrecto” es mentarle la madre a alguien que no cree lo mismo que él o llenarlo de ad hominem que van de “maricón” hasta “terruco”. Como siempre, estos ataques dicen más de quienes los rebuznan que de aquellos a quienes van dirigidos.
Las redes sociales (pero no exclusivamente) son un permanente recordatorio de i) la generalizada y deficiente comprensión de lectura que padecemos; ii) la paupérrima capacidad argumentativa de quienes participan en el debate público, incluyendo periodistas y padres de la patria que rebotan mensajes de odio, insultos y ataques difamatorios (o que son presidentes de comisiones y adelantan opinión, señora Bartra, buenos días); iii) la brutal intolerancia que se expresa en lo anterior ante la mínima expresión que no esté alineada con otra o que algún grupo perciba como ofensiva. La incorrección política es, en realidad, una vieja incomprendida. Afirmar todo esto es políticamente incorrecto.

Ser políticamente incorrecto es llamar a las cosas por su nombre aun si esto puede acarrear consecuencias no deseadas pero posibles. Políticamente incorrecto es decirle a tu mejor amigo “no me gusta tu enamorada porque te va a hacer puré”; preguntar por qué en el FA solo Arana es capaz de llamar dictador a Maduro; es tener amigos en la Presidencia del Consejo de Ministros y aún así cuestionar el adefesio del contrato del aeropuerto de Chinchero y la adenda; es preguntar por qué los fiscales que viajaron a Brasil no le pidieron a Marcelo Odebrecht que les diga qué significa AG Olmos.


http://peru21.pe/opinion/luis-davelouis-incorrecto-2282565



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Keiko y Alan contra la renovación de la política peruana

Carlos Monge

El debate sobre la reforma electoral está que arde. Los organismos del Sistema Electoral y el Poder Ejecutivo han presentado iniciativas que apuntan a la renovación de la política, a democratizar la toma de decisiones internas en los partidos y a controlar el uso de dineros sucios en las campañas electorales.

Las propuestas del fujimorismo y el APRA apuntan en la dirección contraria, manteniendo o incrementando la valla del 4% del padrón para registrar nuevos partidos, permitiendo que lavadores de activos o intereses privados financien las campañas y que las direcciones partidarias manejen las elecciones internas.

En el caso de la valla electoral, la experiencia nacional e internacional es que logran registrarse quienes tienen abundantes recursos para montar maquinarias de recojo de firmas, y para también comprarlas a cambio de regalos.

Está demostrado también que lograr el registro no es lo mismo que tener funcionamiento real. Hoy día hay varios “partidos” registrados que en realidad no existen, pues ni tienen militantes organizados ni tienen organismos territoriales o sectoriales.

La alternativa es eliminar el requisito de las firmas o rebajar sustantivamente la valla, y al mismo tiempo ser más exigentes con los requisitos para permanecer como partido legalmente registrado.

Pero, ¿qué hay detrás de estas propuestas opuestas a lo que en verdad hay que hacer? Miedo. Lo que hay es miedo. Miedo a que nuevos partidos como el Movimiento Nuevo Perú y el Partido Morado logren su registro. Miedo a que Verónika Mendoza y Julio Guzmán participen en el 2021.

Si había alguna duda de que esta es la motivación de Keiko y Alan, el congresista aprista Mauricio Mulder la ha disipado al proponer que –además de mantener la valla alta- se exija que los nuevos partidos logren su registro tres años antes de participar en una elección. Es decir, que para participar en el 2021, Mendoza y Guzmán tendrían que registrar al Movimiento Nuevo Perú y al Partido Morado en este año 2017.

Esa es la madre del cordero. Quieren cerrar el sistema político. No quieren competencia. Esto hay que denunciarlo y hay que derrotarlo.





http://diariouno.pe/columna/keiko-y-alan-contra-la-renovacion-de-la-politica-peruana/


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La normalización de lo abyecto

Jorge Bruce


En una suerte de aceleración cuesta abajo o de regresión permanente, la sociedad peruana se levanta cada mañana un poco peor que el día anterior. Y se adapta. La censura, aberrante por donde se la mire, al ministro Saavedra, fue el campanazo que dio inicio a la temporada del absurdo. El Banco Mundial se apresuró a contratarlo para el cargo más importante en educación, pero ese consuelo no nos sirve de nada y a Fuerza Popular le es ancho y ajeno.

El indulto al dictador encarcelado, Alberto Fujimori, se discute como si fuese lo más normal del mundo. El Gobierno se contradice al respecto día por medio y nosotros nos vamos acostumbrando a la incoherencia. Adaptación, decía. Laura Bozzo regresa y vocifera sus habituales mentiras y despropósitos. Como si todos hubiésemos caído en una súbita amnesia. La fobia ultraconservadora contra los grupos LGTBI es ahora un tópico. Pastores, sí pastores, religiosos los estigmatizan y algunos, como el infame Rodolfo Gonzales Cruz, señalado por Pedro Salinas en La República, piden a gritos que se los mate.

Hay una evidente colusión entre políticos conservadores y pusilánimes, a fin de permitir “excesos” con tal de conservar sus cuotas de poder. Exactamente como funciona un síntoma psicopatológico o una elección peruana: siguiendo la estrategia del mal menor.

Por eso no sería raro que censuren al ministro Basombrío, precisamente porque lo está haciendo bien. Enfrentarse a las mafias, fuera y dentro del sector Interior es una tarea hercúlea. Pero como el ministro es caviar, según los exiguos criterios políticos que hoy regulan el funcionamiento del Congreso, hay que bajárselo. O a Vizcarra. Lo que se requiere es un trofeo, una cabeza que será colgada como la de un jabalí en el hall de los Pasos Perdidos.

El bien común, los intereses de la sociedad, no tienen la menor importancia. Peor aún, son un estorbo para los designios de un grupo político incapaz de hacer el duelo de su derrota presidencial, carente de brújula en cuanto a las acuciantes necesidades del Perú en estos tiempos de estancamiento económico.

Por abajo, en el submundo de las redes sociales, el trabajo de lo negativo, como lo llamó el psicoanalista André Green, entra en ebullición. El odio, los agravios, las calumnias, el lenguaje cada vez más procaz y violento contra el otro, atacan la posibilidad de pensar y argumentar. La enrarecida atmósfera de corrupción que nos llega, como una peste aparentemente nueva –siempre estuvo entre nosotros en realidad– favorecen esta normalización de lo abyecto.

Es entonces urgente advertir que si no resistimos, esa tendencia a sobrevivir a cualquier precio, que en política se conoce como “malmenorismo”, será nuestro hábitat de manera estable. Claro, estable hasta que llegue el próximo huaico y arrase con esa combinación letal de resignación, conformismo y cobardía. Esto significa que si no reaccionamos ahora, lo único seguro es que nos aguarda alguna salida extrema. Ustedes elijan de qué variante estamos hablando.


http://larepublica.pe/impresa/opinion/878147-la-normalizacion-de-lo-abyecto


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La sexta demanda, por César Azabache

César Azabache

La demanda presentada el viernes por Liza Ramos supone el sexto intento por provocar una revisión a la condena impuesta a Alberto Fujimori en abril del 2009. No creo que Ramos ignore que todas las razones por las que pide esta nueva revisión fueron ya desestimadas por el Tribunal Constitucional en la sentencia del 3 de mayo del 2016. Tampoco creo que ignore que también fueron desestimadas por una sala de la Corte Suprema, presidida por el juez Javier Villa Stein, en noviembre del 2014.

Cuestiones legales complejas como la cosa juzgada son ahora parte de nuestro vocabulario cotidiano. Entonces, es simple entender que demandar sobre algo que ya fue resuelto por los tribunales solo funciona cuando tenemos un hecho nuevo que proponer. Ramos no lo tiene y estoy seguro de que lo sabe. Y aunque no sea claramente ilegal, es por lo menos extraño que le pida al Tribunal Constitucional revisar una condena que fue ratificada por la Corte Suprema hace más de siete años.

Debo entender entonces que Liza Ramos supone que puede desvincularse de todos los límites legales que impiden que su caso prospere. Pero, ¿cómo podría escabullirse de tantos obstáculos?
Ramos puede intentar que una sala penal, es decir, un tribunal de segunda instancia, acepte contradecir al Tribunal Constitucional y a la propia Corte Suprema, y anule la condena que cumple ahora Alberto Fujimori. Extraño, ¿verdad? ¿Por qué podría pasar esto? Puede pasar, en teoría, porque nuestro ordenamiento legal tiene una antigua regla que declara que los casos sobre hábeas corpus pueden terminar de forma definitiva si un tribunal de segunda instancia ampara la demanda y da la razón al solicitante.

En realidad, en agosto del 2010, después de un largo debate, el tribunal limitó los alcances de esta regla, declarando que él mismo puede intervenir siempre que un caso fuera especialmente grave de acuerdo a la Constitución, sin límites. Por no observar este cambio, la defensa de Nadine Heredia fracasó en su intento por anular las investigaciones sobre sus ingresos empleando la decisión de una sala penal. En esa oportunidad, la Fiscalía de la Nación pidió la intervención del Tribunal Constitucional, el TC se declaró competente para intervenir y autorizó, anulando la decisión de la sala penal, que las investigaciones continúen.

Entonces Ramos no solo debe lograr que una sala penal decida contradecir al Tribunal Constitucional y a la propia Corte Suprema. Además debe lograr que el Tribunal Constitucional decida no aplicar al caso la sentencia de mayo del 2016. Pero aunque parezca una cuestión de ciencia ficción, el objetivo no es imposible.

En el telón de fondo de este caso hay otro que interfiere de manera absoluta en el decurso de los hechos. Hace solo unas semanas, cuatro magistrados del Tribunal Constitucional han sido denunciados ante el Congreso por haber modificado una parte de la sentencia del TC en el caso El Frontón. En abril del 2016, atendiendo una serie de recursos propuestos por tres ONG y una procuraduría sobre los alcances de la sentencia, los cuatro magistrados en cuestión decidieron interpretar el sentido del voto escrito del señor Vergara Gotelli, uno de los magistrados que había firmado la sentencia original. El caso es muy serio porque las sentencias de los tribunales deben considerarse intangibles. Además, una revisión minuciosa de los documentos del caso muestra que el TC podría no estar en posición de defender la modificación de esta sentencia ante el Congreso.
Pues bien, estos cuatro magistrados votaron en contra de Fujimori en mayo del 2016. Y mientras el caso El Frontón esté abierto, podría ser mejor que se abstengan de intervenir en el nuevo proceso.

Pero uno de los otros tres magistrados del TC, el señor Óscar Urviola, ha cumplido su período y puede ser reemplazado en cualquier momento. Otro de ellos, el señor Ernesto Blume, votó en contra del caso Fujimori en mayo del 2016. Pero el último, el señor José Luis Sardón, votó a favor. Entonces, si el Congreso reemplaza al señor Urviola, el nuevo designado podría terminar tomando la decisión final del caso en una sala de tres miembros.

Para evitar una situación como esta, el Congreso debería abstenerse de modificar la conformación del Tribunal mientras se está discutiendo este caso. Pero, además, el Tribunal debería dejar sin objeto la denuncia que ahora afecta a cuatro de sus miembros. ¿Cómo lograr esto? Es muy sencillo, hay que anular el procedimiento por el que se modificó la sentencia del caso El Frontón. A fin de cuentas, esa sentencia jamás debió modificarse. Resuelto el caso El Frontón los riesgos de interferencias desaparecen y el TC podrá tomar una decisión definitiva sobre el caso Fujimori libre de interferencias y sospechas.

Claro, si pasa esto, el caso Fujimori será desestimado inevitablemente.

Es que el caso Fujimori merece una solución final. Pero no por este camino.



http://elcomercio.pe/opinion/columnistas/alberto-fujimori-sexta-demanda-cesar-azabache-424963



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Llamada para el choro

Mirko Lauer


Los robos de celulares son una epidemia mundial, con cifras ubicadas en los cientos de miles por año en cada país. Los especialistas informan que el atractivo no está en la información que estos aparatos contienen, sino en su valor de reventa, el cual es alto, pero no tanto como para producir una persecución en serio de los rateros.

Pero a la vez el precio de un teléfono inteligente no es tan bajo como para desanimar la compra de ejemplares robados. Con lo cual muchas de las víctimas se suman al círculo delictivo y salen a buscar un aparato robado. Las cifras sugieren que los aparatos no son cuidados precisamente como oro: el descuido es una buena parte de la historia.

Los equipos pasan su vida sostenidos al extremo de una mano, con la mirada o el oído del propietario concentrados en ellos, lo cual produce una indiferencia al entorno. Son, entonces, objetos extraordinariamente arranchables, es decir fáciles de robar. Que el robo sea fácil no significa que deje de ser violento, incluso fatal.

Los intentos de atajar la epidemia van desde la creación de un registro de la propiedad hasta recursos tecnológicos para neutralizar el botín. Pero a la fecha ni aquí ni en ningún otro país la batalla está dando resultados significativos. Los números se reducen, pero siguen siendo irritantemente altos. Todavía no ha aparecido el invento decisivo.

Un aspecto notable del problema es el verdadero ejército de rateros que se desplaza cada día para producir los centenares de teléfonos robados, mediante un abanico de modalidades que van de lo sutil a lo violento. El robo en las calles evidentemente se ha concentrado allí, en lo que es un mercado particularmente líquido y lucrativo.

No ha ayudado el que los teléfonos inteligentes se hayan ido sofisticando y subiendo de precio con los años. Incluso entre los sectores populares son una inversión importante, y en ello han reemplazado lo que fueron algunas prendas de vestir como símbolo de status. En conjunto representan, pues, un enorme capital suelto en plaza y poco protegido.

La mejor solución hasta el momento parece ser no sacar al teléfono a pasear a la calle. Aunque no tener un teléfono que entregar al ratero puede ser peligroso.


http://larepublica.pe/impresa/opinion/878144-llamada-para-el-choro



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Todos en la baraja de Odebrecht

Alejandro Ramírez Merino



Pueden llamarlo terremoto, huracán, tsunami, o como quieran. Pero la verdad es que el caso Odebrecht es una caja de Pandora repleta de corrupción y que amenaza arrasar con la mayoría de personajes de la vieja y caduca clase política nacional.

La noticia que ha remecido recientemente el ambiente político, han sido las declaraciones de Marcelo Odebrecht, quien reveló que su constructora apoyó económicamente-en el 2011 las campañas presidenciales de Keiko Fujimori y Mercedes Aráoz. Esta última, hoy PPkausa, era la candidata del Apra. La fuente de esta declaración es IDL Reporteros, que afirma que el ex CEO de la constructora brasileña hizo estas declaraciones durante el interrogatorio al que fue sometido por la fiscalía peruana, el pasado lunes.

De comprobarse esta grave acusación se estaría ratificando que casi todos los referentes políticos del país estarían comprometidos en la baraja de corrupción de Odebrecht. Antes, Marcelo Odebrecht ya había confesó que financió con 3 millones de dólares la campaña presidencial de Ollanta Humala, haciendo la salvedad que dicho depósito había sido una “colaboración ideológica”.

Lo gracioso en torno a estas graves denuncias, es la actuación cínica, propia de un caradura, que adopta el expresidente Alan García cada vez que es aludido como partícipe del sistema corrupto de Odebrecht. Poco le falta decir que él es “San Alan”, un “angelito” que jamás recibió coimas, cuando las sospechas y evidencias de corrupción en este caso, y su pasado, lo delatan.

Suena raro, pues, que funcionarios de mando medio de su segundo gobierno estén presos por corrupción en la construcción del tren eléctrico y que García esté libre diciendo que no “sabía nada”. ¿Tanto poder tenían aquellos funcionarios de bajo nivel para actuar como Pedro en su casa sin que Alan esté enterado? Eso no es creíble bajo ningún punto de vista. García tarde o temprano tendrá que rendir cuentas sobre este caso y sus acciones distractoras de nada le servirán. A otro perro con ese hueso, señor García.

Siguiendo con el caso Odebrecht, es lamentable que este no solo alcance a los principales líderes de los partidos políticos y funcionarios de varios gobiernos, sino también a los caudillos de los movimientos regionales del país. Así tenemos el caso del exgobernador del Callao, Félix Moreno, recientemente encarcelado, y del exgobernador regional del Cusco, Jorge Acurio, quien ha sido detenido hace unos días. Lo malo es que no son los únicos. En los próximos días veremos desfilar muchos más por los calabozos del Ministerio Público.

En junio, por ejemplo, se anuncia una larga lista de delaciones desde Brasil sobre el caso Odebrech, que comprometería a personajes políticos, empresarios y funcionarios públicos. De ser así, a la orden de captura del expresidente Alejandro Toledo, les seguirían Ollanta Humala, Alan García y hasta el propio presidente Kuczynski, lo que pondría en jaque la gobernabilidad del Perú, al mismo estilo de lo que está sucediendo en Brasil con la investigación por corrupción contra el presidente Michel Temer.

Finalmente, diremos que el escándalo Odebrecht no lo para nadie. Y si a esto le agregamos que la Fiscalía de la Nación se encuentra en manos del respetable fiscal Pablo Sánchez y el Poder Judicial a cargo de un notable magistrado como Duberlí Rodríguez, nos hace abrigar esperanzas de que por fin se hará justicia, caiga quien caiga. Por la salud moral del Perú y el desarrollo de nuestra patria, esperamos que así sea.


http://diariouno.pe/columna/todos-en-la-baraja-de-odebrecht/


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