Escondida: Huelga en una de las mayores minas de cobre del mundo Franck Gaudichaud
Hora de meterse con ellos - Marco Sifuentes
JAVIER VILLA STEIN - Luis Davelouis
La cuestión de confianza de PPK - Augusto Álvarez Rodrich
Modelo económico y corrupción - Germán Alarco Tosoni
No sólo de gasoductos vive el hombre - Iván Alonso
Otro delito interminable - Mirko Lauer
Que se vayan todos en código pasivo - Juan de la Puente
Tres urgencias: inseguridad, corrupción y trabajo - Santiago Pedraglio
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Escondida: Huelga en una de las mayores minas de
cobre del mundo
Franck Gaudichaud
Desde el pasado 9
de febrero 2.500 trabajadores están en huelga en la mina «Escondida», situada
en el norte de Chile.
En manos de dos
gigantes del sector privado, BHP Billiton y Río tinto PLC (capitales
anglo-australianos), Escondida es la mayor productora de «oro rojo» del mundo
con la extracción de 900.000 toneladas anuales, es decir, el 20 % de la
producción chilena (nación que posee la principal reserva mundial de este
mineral).
Frente al anuncio
de una huelga «ilimitada», el grupo empresarial paralizó las actividades de
la mina alarmando a los especuladores de la Bolsa de Londres. A pesar de las
amenazas del presidente de la mina, Marcelo Castillo, y la presión del
Gobierno de Michèle Bachelet (socialista), los mineros mantienen su postura y
han establecido un piquete de huelga por turnos y un campamento en el
exterior de la mina (a 3.100 metros de altitud en pleno desierto de Atacama),
después de haber reunido un importante fondo de apoyo solidario. El ministro
de Economía, Rodrigo Valdés, no ha esperado para denunciar esta lucha y
legitimar a las transnacionales: «esta huelga podría afectar más gravemente
al Producto Interior Bruto que los incendios forestales –los más graves de la
historia de Chile- que asolaron el país a finales de enero».
Fue después de
romper las negociaciones colectivas y frente a la tozudez de la empresa
cuando el principal sindicato de Escondida se lanzó a la huelga con la
reivindicación principal de una revalorización de los salarios, mientras el
precio del cobre ha conocido un aumento del 27 % en 2016 y se prevé que
seguirá subiendo al mismo ritmo hasta 2020, para mayor beneficio de los accionistas
extranjeros. «Lo mínimo que pedimos –reiteró el dirigente del sindicato Jaime
Thenoux– es poder mantener los beneficios del convenio colectivo actual», en
particular para los jóvenes mineros que se acaban de incorporar a la
plantilla de Escondida.
Una posición
estratégica en el neoliberalismo...
La orientación de
las empresas mineras en los últimos años ha sido siempre buscar cada vez más
flexibilización laboral, mientras miles de empleos fueron suprimidos por los
numerosos subcontratistas. Por su parte el sindicato número uno de Escondida
exige un aumento salarial del 7 % y un bono excepcional de alrededor de
38.000 dólares por persona.
Aunque a menudo se
califica a los mineros de «aristocracia obrera» debido a sus altos salarios
en comparación con la inmensa mayoría del pueblo chileno, esos trabajadores
tienen que soportar condiciones de trabajo extremas y peligrosas. Y sobre
todo es la posición estratégica que ocupan en la economía «primo-exportadora»
neoliberal del país la que da un gran peso a sus resistencias y
reivindicaciones.
En un contexto de
fuerte atomización del movimiento sindical y obrero, heredada de la dictadura
y de 25 años de modelo ultraliberal (administrado en gran parte por las
fuerzas social-liberales de los gobiernos de la Concertación), esta huelga
podría señalar el camino de futuros conflictos de clases. Sobre todo cuando
la Central Unitaria de los Trabajadores (CUT) continúa en manos de una
burocracia poco legítima y ampliamente cooptada por los partidos del Gobierno
(entre los cuales se encuentra el Partido Comunista).
En los últimos
días ronda el fantasma de la gran huelga de Escondida de 2006, para disgusto
de los medios conservadores y de la patronal. Aquel severo conflicto, que
duró 25 días, hizo temblar al sector minero mundial y contribuyó a la
revitalización sindical en todo el país. En su época Salvador Allende señaló
hasta qué punto el cobre representa el «sueldo de Chile». En la actualidad
estos recursos están de nuevo ampliamente en las manos del capital transnacional:
en estas condiciones los llamamientos a la renacionalización de los recursos
mineros bajo control democrático de la población y de los asalariados
resuenan con fuerza.
(Traduccion: Caty
R.)
http://rebelion.org/noticia.php?id=223604
https://npa2009.org/actualite/international/chili-greve-dans-lune-des-plus-grandes-mines-de-cuivre-du-monde
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Hora de meterse con ellos
Marco Sifuentes
¿De qué le sirvió
a PPK humillarse públicamente delante de Fujimori y Cipriani? ¿Recuerdan? Pasó
hace solo un par de meses. El presidente de la República se puso literalmente
de rodillas con las cabezas visibles de los movimientos político y religioso
que lograron la censura de su ministro más popular, Jaime Saavedra.
¡Estadista! Dijeron varias voces interesadas entonces.
Dos meses después,
la alianza conservadora vuelve a poner a este débil gobierno –que jamás se
recuperó de la batalla por Saavedra– contra las cuerdas. Mañana tendremos una
marcha que enarbola exactamente el mismo discurso por el cual tuvimos la
crisis a fines del año pasado. Lo único que consiguió PPK arrodillándose fue
posponer el enfrentamiento. Pésima estrategia. En ese momento podría haber
aglutinado fuerzas alrededor suyo. Haber planteado cuestión de confianza,
como se le insistió. No lo hizo. Ahora –con Odebrecht y Chinchero encima– a
PPK lo tienen como en aquella célebre fotografía de su primera campaña. Y han
empezado a apretar.
Esta semana, la
nueva ministra de Educación fue llevada al Congreso para ser maltratada por
congresistas fujimoristas evangélicos. Quizás las formas hubieran sido lo de
menos si las preguntas hubieran tenido algún tipo de asidero con la realidad.
Pero no. La congresista Nelly Cuadros (mucho gusto), entre otras cosas,
recriminó a la ministra la existencia de un decreto legislativo que sanciona
“con pena privativa de la libertad a aquellos padres o personas que no estén
de acuerdo con la ideología de género”.
Pero no solo eso.
El especialista sobre el fenómeno evangélico Juan Fonseca alerta de las giras
nacionales de los voceros de #ConMisHijosNoTeMetas. Por ejemplo, “Pregón”, el
diario judicial de Apurímac, reseña acríticamente una conferencia de prensa
sobre la “ideología de género” que dio la vocera fundamentalista Beatriz
Mejía en Abancay.
Según Mejía, el
gobierno pretende implementar “normas para que los niños puedan cambiarse de
sexo a los 11 años” y que, con ese fin, se les repartirán hormonas femeninas
(producidas en un “megalaboratorio” chileno por órdenes de Bachelet). Además,
“para evitar que las niñas de 11 años queden embarazadas serán también
obligadas a consumir píldoras anticonceptivas, preservativos, píldora del día
siguiente” que causan cáncer.
Mañana marchará
mucha gente que genuinamente cree todas estas idioteces. A la cabeza, manipuladores
que tienen intereses esencialmente políticos. Han conseguido distorsionar el
debate. Es imposible desarmar argumentos cuando estos no son tales sino una
sucesión de mentiras y cuentos de terror, machacados una y otra vez por todo
el territorio nacional y con aliados en los medios masivos de más llegada a
los sectores populares. Por eso resultan francamente candorosos los videos
para Facebook que han grabado algunos miembros del Gabinete. No
menospreciemos la marcha de mañana: será la encarnación y el resumen del
espectro ideológico conservador, que no tiene a nadie que les haga frente
articuladamente. Nadie que, en serio, se meta con ellos.
http://elcomercio.pe/opinion/rincon-del-autor/hora-meterse-ellos-marco-sifuentes-noticia-1972976
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Javier Villa Stein
Luis Davelouis
Desde 1999
defendía en sus columnas a los delincuentes Calmell del Solar y a Moisés
Wolfenson, quienes vendieron las líneas editoriales de sus medios a
Montesinos. Fue asesor de Blanca Nélida Colán y Víctor Joy Way, condenados
ambos por corrupción durante el fujimorato. En 2009, siendo presidente del
Poder Judicial, Javier viajó a El Salvador representando al Poder Ejecutivo
(Alan García). Ratificó el archivamiento del caso de falsificación de firmas
de Perú 2000 (fallo de un juez montesinista) y anuló los cargos de
malversación de fondos contra varios funcionarios del fujimorato.
Anuló el juicio
contra Dionisio Romero por tráfico de influencias pese a los ‘vladivideos’ en
los que aparece conspirando con Montesinos. Tras firmar varios convenios con
el entonces presidente regional de Áncash –hoy preso por corrupción– para la
construcción del edificio de la Corte Superior y la compra de camionetas para
los jueces, se negó a asistir a la comisión investigadora del Congreso alegando
“independencia de poderes”. También impidió que declararan sus colegas.
Absolvió al ex ministro aprista Aurelio Pastor del delito de tráfico de
influencias por pedirle S/60 mil a la alcaldesa de Tocache para ayudarla con
sus problemas legales usando sus influencias.
Ella grabó la
conversación, pero Villa Stein dijo que Pastor solo estaba trabajando. En
setiembre de 2016, Villa Stein absolvió a Elsa Cjuno, quien había captado a
una niña de 14 años para ponerla a trabajar como dama de compañía en un bar
de mineros ilegales en Madre de Dios. Como Cjuno le sugirió una única vez a
la menor que se acostara con ellos y como ser dama de compañía no cansa
porque solo hay que estar sentado, Villa Stein dejó ir a la tratante de
menores. Mientras estuvo en el PJ, el patrimonio de Javier se incrementó en
S/2 millones.
http://peru21.pe/opinion/luis-davelouis-javier-villa-stein-2272677
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La cuestión de confianza de PPK
Augusto Álvarez Rodrich
El presidente
Pedro Pablo Kuczynski se ha puesto fuerte ahora, ante la inminencia de que el
congreso se tumbe, con Martín Vizcarra, a otro ministro, pero si hubiera
hecho lo mismo cuando censuraron a Jaime Saavedra, otra sería la relación de
respeto frente a un parlamento faltoso.
El problema debe
verse en dos planos. El primero es el del propio proyecto del aeropuerto de
Chinchero, el cual ha sido manoseado de tal modo que ya parece que no
despegará.
El contrato
original –firmado por el gobierno previo– fue impreciso y, por ello, mal
hecho. El de PPK quiso, en medio de las presiones, encontrar la manera de
sacarlo adelante, pero mal y con tantas marchas y contramarchas que ya parece
hundido.
Ahora el gobierno
ha decidido no desembolsar ningún adelanto hasta que la contraloría culmine
un informe –no antes de tres meses– y no descarta anular el contrato de
concesión.
Lo anterior busca
desactivar la censura en progreso al ministro Vizcarra, pero parecería que el
congreso quiere, igual, llegar hasta las últimas consecuencias con el apoyo
del fujimorismo, el Apra y Acción Popular.
La defensa de
Vizcarra es, en este contexto, crucial no solo por ser el segundo ministro
que se tumbarían, sino por ser el primer vicepresidente, uno de los ‘seguros’
de los que PPK habló en la campaña. Su caída debilitaría aún más al
presidente.
Todo esto plantea,
de paso, la inconveniencia de poner en cargos con riesgo político a un
vicepresidente que, como la llanta de repuesto, es mejor no exponer al
desgaste.
Frente a ello, PPK
advirtió ayer que “yo haré cuestión de confianza, eso sí no lo dudo, porque
aquí una cosa es hacer preguntas sobre un proyecto en Chinchero, que es un
buen proyecto, y otra cosa es hacer acusaciones absolutamente falsas”.
Eso es lo que
Kuczynski debió haber hecho en diciembre ante un congreso infectado por
intereses privados de algunas universidades con bancada, que amenazó al
gobierno con tumbarle a un ministro que estaba haciendo bien las cosas, y todo
lo que recibió como respuesta fueron titubeos y una actitud vacilante.
Si PPK le advierte
al congreso que, si insiste en tumbarse ministros, puede ser disuelto
–siguiendo el rigor constitucional–, habría otra actitud por parte de varios
de los desorientados ganapanes con curul que solo quieren pasar por caja a
fin de mes.
No son todos,
ciertamente, pues ahí hay gente capaz, pero de esos hoy abundan en el
congreso, sobre todo en el fujimorismo, algo comprensible por su alto número
de parlamentarios.
http://larepublica.pe/impresa/opinion/853231-la-cuestion-de-confianza-de-ppk
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Modelo económico y corrupción
Germán Alarco Tosoni
Los poderes
económicos y mediáticos están desesperados en buscar explicaciones a la
corrupción que no comprometan al sistema de las asociaciones público privadas
(APP), al modelo económico y a la tecnocracia. Circulan diversas hipótesis.
Nos llamaron la atención las planteadas por el presidente de la mayor empresa
de encuestas de opinión del país, la del presidente de la primera empresa de
consultoría nacional y del último viceministro de Economía del gobierno
anterior. La lista de mentiras y argumentos falaces es larga.
Según el primero,
la megacorrupción fue impulsada por una alianza infame entre los líderes del
Foro de Sao Paulo y empresas mercantilistas brasileras que se beneficiaron de
la falta de ética de políticos populistas y técnicos de segundo nivel en el
Perú. Para los otros, el problema radica en una institucionalidad débil;
asimismo, de que los problemas de corrupción son mayores en la inversión
pública directa que en las APP y que los problemas en estas últimas son casos
puntuales.
De partida, Farid
Kahhat recordó que los proyectos IIRSA se plantearon durante el gobierno de
Fernando Henrique Cardoso, a los que se unió Fujimori en agosto del 2000, dos
años y medio antes de que Lula llegara al gobierno. En segundo lugar, habría
que preguntarnos de qué gobiernos populistas se habla: ¿García II, Toledo y
Humala? Si esto es cierto habría que buscar una nueva definición del término.
Por último, ¿acaso
los ministros que firmaron los contratos y las adendas de los proyectos
aludidos fueron funcionarios de segundo nivel? Hay diversos argumentos
falaces. Falacia de distracción cuando se cambia el tema a la corrupción de
los años ochenta (que nadie niega). Tampoco hay que olvidar sus mayores
niveles en los noventa.
Tenemos una
falacia por autoridad cuando se repite que el actual sistema de APP incorpora
las mejores prácticas de la OCDE, ¿cuáles en concreto? También falacias
estadísticas cuando se dice que la corrupción por obra pública es mayor a la
de APP. Solo como ejemplo, el tramo 1 del Metro de Lima costó US$ 519
millones y US$ 885 millones el tramo 2, pero las carreteras IIRSA costarían
US$ 4,662 millones sumando pagos realizados y deuda pendiente.
La corrupción es
un fenómeno histórico en el Perú, siendo muy pocos los gobiernos donde esta
no existe o es poco significativa. Efectivamente, la institucionalidad es
débil. No hay que olvidar que durante García II y Humala se debilitó más a
los reguladores sectoriales.
También es
innegable que la cultura del capitalismo neoliberal es un caldo de cultivo más
propicio para la corrupción. No puede exonerarse a los tecnócratas que
participaron por corrupción, sumisión u omisión, ni dejar de reconocer que se
debe hacer una reingeniería del marco regulatorio de las APP.
http://diariouno.pe/columna/modelo-economico-y-corrupcion/
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No sólo de gasoductos vive el hombre
Iván Alonso
Mientras el
gobierno asegura que en nueve meses volverá a licitar el gasoducto del sur
–un plazo, a decir verdad, poco o nada realista–, el presidente del comité de
operación económica del sistema eléctrico (COES) aconseja suspender
indefinidamente la licitación. No se necesita en este momento un gasoducto,
ha dicho; y en el futuro cercano tampoco. Hay un exceso de capacidad en el
sistema eléctrico. ¿Para qué bombear más gas, si su uso principal es
alimentar centrales térmicas que por ahora no se van a encender?
Los comentarios
del ingeniero Butrón son una buena ocasión para insistir en un tema que ya
hemos tratado en diversas oportunidades: la infraestructura no es buena en sí
misma, sino solamente en la medida en que presta servicios útiles a la
sociedad. Una forma de medir la utilidad de sus servicios es lo que la gente
esté dispuesta a pagar por ellos. Si el inversionista puede ganar plata con
la tarifa que cobra a los usuarios, casi con seguridad la infraestructura es
buena. No es, por supuesto, la única forma de medir su utilidad. Pero no
queremos entrar hoy en esa discusión. Lo que nos interesa es aprovechar para
explicar por qué el culto aparentemente tan difundido de “la inversión por la
inversión” es erróneo y nocivo.
La inversión,
ciertamente, crea empleo. Alguien tiene que fabricar los tubos de acero por
donde va a pasar el gas. Alguien tiene que llevarlos a los frentes de
construcción. Alguien tiene que soldarlos, y alguien más, cavar las zanjas.
Alguien, finalmente, tiene que ponerlos ahí. ¿Cuántos empleos se han creado?
Cientos, si no miles. Toda esa gente recibe ingresos durante el tiempo que
dura la construcción. Y eso, supuestamente, aumenta la capacidad de consumo y
le da un impulso a la economía.
Pero ¿qué ha producido
el resto de la economía entretanto para satisfacer sus necesidades de
consumo? Pues lo mismo que ya venía produciendo. La misma cantidad de carnes,
frutas y verduras; la misma cantidad de ropa, de medicinas y de útiles
escolares. Solamente que ahora hay más gente que los demanda y que tiene los
medios para comprarlos. El aumento de la demanda es motivo para que otras
personas se pongan a trabajar, incrementando la producción de todas esas
cosas. Esas personas, a su vez, con los ingresos que reciben, harán
nuevamente aumentar la demanda. Y así sucesivamente.
Repita usted el
proceso cuantas veces quiera, pero al final no se podrá escapar de una
realidad: que todos los trabajadores demandan bienes de consumo, pero no
todos han contribuido a la producción de bienes de consumo. La contribución
de una parte de ellos son unos tubos de acero que yacen bajo tierra a cientos
de kilómetros de distancia. Nadie come ni se viste con tubos de acero; menos
si están tan lejos.
La contribución de
esos trabajadores a la sociedad solamente adquiere valor cuando el gas
comienza a fluir y hay quienes tienen algún uso que darle a la salida del
ducto. Recién entonces podemos decir que, así como hay unos que producen
infraestructura y demandan bienes de consumo, así también hay otros que
producen bienes de consumo y demandan infraestructura. Mientras eso no
ocurra, no hay un intercambio mutuamente beneficioso. Algo se evaporó en el
camino. Si la infraestructura y la inversión, en general, no se transforman
en servicios útiles para el público, no han cumplido su función.
http://elcomercio.pe/opinion/mirada-de-fondo/no-solo-gasoductos-vive-hombre-ivan-alonso-noticia-1972989
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Otro delito interminable
Mirko Lauer
La nueva norma
según la cual los delitos de corrupción no prescriben suena bien, como una
decisión a la altura de los tiempos. Más todavía al haber sido aprobada por
unanimidad en el Congreso. Se supone que en la segunda votación
confirmatoria, la próxima legislatura, esos 111 congresistas que aprobaron mantendrán
su voto.
Pero no todos
están igual de contentos. Incluso algunos congresistas que votaron a favor
hubieran preferido otro camino para endurecer la posición frente al problema.
Pero parece haber consenso respecto de que la prescripción, como extinción
del poder del Estado para enjuiciar por corrupción, funciona ahora como una
ventana para la impunidad.
Se trata de un
debate para abogados penalistas, mucho más que para periodistas. Sin embargo
a los laicos nos queda hacer algunas preguntas. La mayoría de ellas acerca de
la diferencia entre los delitos imprescriptibles y los que sí pueden
prescribir. Si hemos entendido bien, ahora los primeros son sobre todo contra
el Estado, los segundos contra la sociedad.
Hay argumentos a
favor de la prescripción de los delitos en general. Un texto de las
especialistas argentinas Vanina Pieczanski y Olivia Sohr recoge algunos de
ellos: el derecho a ser juzgado en un plazo razonable, el derecho a no estar
sometido a los tiempos de la Justicia, o al celo con que se persigue los
delitos.
La
imprescriptibilidad, en cambio, existe para salirle al paso a todas las
formas de medida dilatoria que en muchos casos convierten en una burla los
procesos judiciales. Esto sobre todo en los casos donde el acusado no tiene
manera lógica de demostrar su inocencia ante los jueces. Así, el Estado
cuenta con tiempo indefinido para juzgar.
La nueva norma
parte de la difundida convicción de que leyes más duras desaniman a los
potenciales delincuentes. Algo que todavía está por ser demostrado en el
país. Que la justicia cuente con todo el tiempo del mundo para perseguir a
los presuntos corruptos no parece un incentivo para darle celeridad a sus
trámites, ya de por sí conocidos por morosos.
En todo caso la
decisión del gremio político (Ejecutivo y Legislativo) de enfrentarle grandes
remedios a grandes males está allí, y eso merece ser saludado.
http://larepublica.pe/impresa/opinion/853228-otro-delito-interminable
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Que se vayan todos en código pasivo
Juan de la Puente
Las dos encuestas
publicadas recientemente (IPSOS Perú y GfK Perú) revelan que las facturas de
la crisis del Lava Jato peruano han empezado a ser giradas al sistema, con
las cuentas más cargadas a unos que a otros. La tendencia más importante que
dibujan los sondeos es la aparición de un “que se vayan todos”, débil todavía
pero consistente, un fenómeno a la espera de liderazgos y de movimiento.
Fuera de la caída
de la aprobación presidencial de varios puntos en dos meses, los datos
indican la pérdida de la posición personal del presidente en percepciones
cruciales como la confianza y liderazgo, una aguda individualización de su
papel en esta crisis. La aprobación/desaprobación de PPK se ha transformado
en una discusión alrededor de PPK, fortaleciendo los dilemas de la oposición
acerca de la intensidad de la crítica al gobierno en esta hora.
Si se pasa al
detalle de las expectativas, las demandas se refieren a un abanico de
problemas donde la corrupción es solo un dato, un cuadro amplio en el que se
exige con igual o mayor intensidad seguridad, atención a los desastres
naturales y reactivación de la economía. Esta diversidad contrasta con la
percepción de la elite peruana enfocada en abordar la corrupción, de modo que
se produce una politización de la crisis del Lava Jato arriba y una despolitización
abajo. Por ahora no veo a nadie intentando resolver esa brecha.
Esta
despolitización es compleja por donde se le mire; su principal elemento
consiste en que para la mayoría, la corrupción no tiene ni modelo económico
ni ideología. Es cierto que más personas están informadas sobre los
escándalos de la corrupción brasileña, aunque las conclusiones de este
conocimiento son la convicción de que todos son corruptos y que la solución
es un gobierno de “mano dura”, el código social que identifica a un poder que
no se detiene en las formas. Del populismo político hemos pasado al populismo
penal y de allí al populismo anti corrupción que es igualmente político, en
clave recargada.
Es cierto que ante
a los casos denunciados el sistema está funcionando –en un desempeño
relativo, caótico y fragmentado–, lo que es advertido por una opinión pública
que no parece estar sedienta de sangre pero sí de resultados tangibles. El
único desempeño estatal aprobado y de modo ligero es el de la fiscalía, con
un registro inferior al de la prensa, señal inequívoca del predominio del
juicio mediático que a diferencia de Brasil, no ha sido todavía superado por
las indagaciones del Estado.
Estos datos
indican que el juicio público se ha independizado del juicio mediático. No obstante,
¿Por cuánto tiempo más el consumo de imágenes y de datos atajará la exigencia
de resultados? Difícil estimarlo en un país donde casi todos creen que la
mayoría o todos los políticos son corruptos y, al mismo tiempo, que los
peruanos son igualmente corruptos (IPSOS).
En la idea de “tu
corrupción es mi corrupción” puede residir en parte la explicación de un “que
se vayan todos” todavía pasivo y poco callejero; al fin y al cabo, más allá
de la disposición de la gran mayoría de salir a las calles para exigir
castigo a los responsables (GfK), otra mayoría también piensa en que no vale
la pena denunciar un acto de corrupción porque “igual no pasa nada”, o que
denunciar un acto de corrupción es peligroso porque “después se la agarran
contigo” (GFK).
El “que se vayan
todos” peruano no tiene todavía representación política; es un instante
revolucionario sin revolucionarios, una crisis sin liderazgos que fuercen los
cambios, y una tendencia con poco movimiento. Alberto Adrianzén llama a esto
una crisis sin actores, es decir, un extraño momento donde las fuerzas
parecen libradas a su suerte. En algún momento me ha parecido que los
protagonistas de este período y las tendencias que encarnan, a pesar de la
virulencia con la que se expresan en las redes sociales y en los medios, y del
modo en que anatemizan a sus adversarios, vagan en un drama a la espera de un
guion que no aparece.
http://larepublica.pe/impresa/opinion/853230-que-se-vayan-todos-en-codigo-pasivo
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Tres urgencias: inseguridad, corrupción y trabajo
Santiago Pedraglio
En el último
informe de GfK (febrero de 2017), el ítem delincuencia/inseguridad (61%)
sigue a la cabeza de la lista de aquello que los peruanos perciben como
principales problemas del país. Le sigue el porcentaje de los que consideran
que lo principal es la corrupción, con un porcentaje que ha crecido de 41% a
52% en un año. Las denuncias que vinculan a Odebrecht con altos funcionarios,
incluidos ex presidentes de la República, deben de haber catapultado este
ascenso.
No obstante ese
crecimiento, no es conveniente soslayar cuál sigue siendo el “problema
principal” para los peruanos. Vale la pena mencionarlo, ahora que la
popularidad presidencial baja bruscamente, mientras que un ligero aire de
vacancia flota en el ambiente y algunos columnistas estimulan a PPK a asumir
con fuerza la bandera de la anticorrupción –cosa que está bien, pero es
insuficiente–.
La
“delincuencia/inseguridad” tiene tres componentes centrales: la delincuencia
pura y dura; la sensación (y la realidad) de inseguridad que reina, sobre
todo, en las grandes ciudades (en Lima, 74% lo consideran el problema
principal y en el norte, 68%); y, por último, el impacto mediático que
generan los actos de delincuencia y los que crean inseguridad.
Porque es un grave
error reducir la percepción de inseguridad a la delincuencia. El
comportamiento de cierta policía con los ciudadanos, el caos vehicular y los
accidentes de tránsito, el desastre del transporte colectivo, la falta de
consideración por los espacios públicos también generan inseguridad. Dicho de
otra manera, la inseguridad no es una responsabilidad exclusiva del
Ministerio del Interior, sino también de otras esferas de gobierno, como el
Ministerio de Transportes y las municipalidades.
Si hay oídos para
lo que expresa la gente, PPK debería, con urgencia, ponerles atención a los
señalados como los dos más graves problemas del país, la
delincuencia/inseguridad y la corrupción; esto, sin olvidar el tercero: la
falta de trabajo (digno, ciertamente).
http://peru21.pe/opinion/santiago-pedraglio-tres-urgencias-inseguridad-corrupcion-y-trabajo-2272684
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