jueves, 2 de marzo de 2017

OPINIONES 02/03/2017

Anticorrupción: Unas de cal, otras de arena - Diego García Sayán
Anticorrupción - Luis Davelouis
Bien intencionado pero insuficiente - Carlos Casas
¡Caiga quien caiga! - Sinesio López
De Barbie a RambO - María Pía Costa
Hay mucho que salvar del incendio - Mirko Lauer
La posverdad en política e Internet - Ramón Zallo
Lumpenburguesía - Agustín Haya de la Torre
Frustrado espectáculo bufo anticubano - Ángel Guerra Cabrera
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Anticorrupción:
Unas de cal, otras de arena

Diego García Sayán


Dar “unas de cal y otras de arena”, en el viejo dicho, es alternar algo bueno con algo malo. Para la mayoría de interpretaciones la cal sería lo “bueno” y la arena lo “malo”. Sea lo que fuere, algo de cal y de arena hay en los pasos contra la corrupción en el Perú y América Latina.

¿La “cal”, o sea, lo bueno? Lo esencial: un sistema de justicia independiente que en países como Brasil o Perú no es digitable ni dependiente de diktats del poder político. Esa independencia del sistema judicial –entendiendo por este no solo a jueces sino a fiscales– permite que estén en marcha investigaciones trascendentes como “Lava Jato” en Brasil y las que avanzan en Perú en relación a Odebrecht y otras empresas.

El gran telón de fondo de la independencia judicial tiene que ver, por cierto, con su independencia frente al poder político. Sin embargo, en los tiempos contemporáneos de modalidades de corrupción ejercida desde estructuras de crimen organizado en las que participan no solo funcionarios sino empresas y empresarios, la independencia de la justicia se mide también en su relación frente al poder económico.

Para ello el fortalecimiento de las capacidades y recursos del sistema judicial es fundamental para blindarlo de las amenazas que pudieran venir del poder económico.

La cooperación internacional contra la corrupción es, por otro lado, algo que se viene demostrando como esencial y de gran relevancia. Ya se beneficio el Perú de ello en el 2000-2001 cuando la tradicional secrecidad del sistema bancario suizo fue drásticamente sustituida por la información que alcanzó la fiscal Cornelia Cova de Zurich sobre los millones en las cuentas de Montesinos en ese país. Ese hilo fue clave para empezar a desenredar la madeja de la grosera corrupción de los noventa.

Hoy la cooperación internacional también está siendo clave. Sea de la justicia brasileña o estadounidense, así como por la jugosa información sobre cuentas bancarias en el Reino Unido y en Suiza (¡otra vez!). Son piezas fundamentales que la fiscalía y los jueces peruanos vienen valorando en toda su dimensión. El reciente acuerdo entre fiscales latinoamericanos celebrado en Brasilia anunciaría otro paso de que tendremos más de esto.

Y en lo de “arena”, ¿qué hay? Hay muchas cosas en el platillo “negativo de la balanza” en lo que destacan dos cosas.

Primero, una sociedad crecientemente “descreída” frente a la autoridad, el poder político y la justicia. Eso les resta fe y fuerza a las instituciones. “Todos son corruptos” es percepción extendida sobre los políticos y la autoridad. Es un drama latinoamericano: de acuerdo con el último índice de Latinobarómetro (2016), el escaso 34% de “satisfacción con la democracia” es el más bajo desde el 2009. Lo es también el bajo grado de confianza en el poder judicial (26%). Es ostensible que aún no han impactado los avances en investigaciones sobre la corrupción por la justicia brasileña o peruana.

Segundo, el limitado impulso desde el Ejecutivo en el Perú, en la actualidad, en la lucha contra la corrupción. En el 2000-2001 se diseñaron las normas claves que hoy siguen operando (colaboración eficaz y medidas de detención provisional para los que podrían fugar). Hoy se siente poco “fuelle” y hasta metidas de pata como la de pedir la deportación de Toledo cuando lo procedente es la extradición.

Lamentablemente, esa percepción extendida de que “todos son corruptos” lejos de gatillar políticas más claras y efectivas desde el Ejecutivo parecería que influye en generar, más bien, un perfil bajo y pocas iniciativas serias. Algo más se podría hacer ahora. Por ejemplo, ¿no sería bueno fortalecer, en serio, a la procuraduría anticorrupción?

En representación del Estado, la procuraduría tendría que tener más visibilidad y sustancia. Por ejemplo, podría haber estimado ya –y en detalle– las reparaciones que el Estado reclamará a las empresas e individuos incursos en corrupción. Otro: una propuesta seria de afirmación y fortalecimiento desde el Ejecutivo del sistema de justicia. Va mucho más allá de los 10 millones que in extremis se le ha otorgado al Ministerio Público.


http://larepublica.pe/impresa/opinion/852961-anticorrupcion-unas-de-cal-otras-de-arena


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Anticorrupción

Luis Davelouis

Gol del Congreso. De todas las bancadas. Independientemente de quién la presentó –PPK–, la iniciativa para establecer que los delitos de corrupción no prescriban ya es casi una realidad. Casi, porque falta una segunda votación en la que, esperemos, no haya sorpresas ni ninguno de los que votó a favor salga a decir “es que yo entendí otra cosa” y cambie su voto o se abstenga. O, algo peor, como que eso de que no prescriban va contra los derechos fundamentales de las personas, como se le ocurrió decir a una congresista.

Es una buena idea porque es una idea justa. Quien se corrompe les roba a cada uno de los ciudadanos de nuestro país. Un amigo querido decía: “Si quieres robar, cómprate una pistola y anda a asaltar un banco, al menos ten los huevos para hacer eso. Robar desde tu escritorio sentadito en un restaurante de cinco tenedores escribiendo tu cuenta en una servilleta es de cobardes”.

Pero tras la celebración –apresurada, pienso–, vendrán los cálculos. ¿A quién se llevará de encuentro esta norma? ¿A quién afectará principalmente? ¿Cuántos congresistas, ex congresistas, funcionarios públicos, ex funcionarios públicos, autoridades o ex autoridades, o contrapartes del Estado tienen procesos por ser abiertos bajo esta nueva condición? Me atrevo a decir que son muchos, quizá demasiados. Como sea, con esto, con una UIF más poderosa y estableciendo por ley la responsabilidad penal de las personas jurídicas ante hechos de corrupción, el Perú estará mejor armado para enfrentar aparatos de corrupción cada vez más grandes, con más recursos, más poderosos y más sofisticados. Ese es el camino a seguir y renunciar a él sería dejarse avasallar por lo que ya vemos que pasa en otros países. El camino es claro, vamos por ahí.


http://peru21.pe/opinion/luis-davelouis-anticorrupcion-2272575

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Bien intencionado pero insuficiente

Carlos Casas


Los estimados de crecimiento del PBI para este año han sido revisados a la baja por casi todos los analistas económicos, incluido el gobierno. Ello dentro de lo que podría considerarse una tormenta perfecta que se retroalimenta.

Las expectativas que no se recuperaban a fines del año pasado fueron afectadas por los escándalos de corrupción, lo que provocó una caída de estas expectativas que ha sido reforzada por Chinchero. Ante el consenso de que difícilmente podríamos llegar al 3% de crecimiento en el 2017, el MEF ha anunciado un paquete que pretende revertir esta tendencia. La reacción es lógica dadas las responsabilidades de la institución. Sin embargo, la pregunta es si será suficiente para cambiar el panorama.

Se ha anunciado un incremento de la inversión pública de S/2.000 millones y un plan de apoyo a la vivienda de S/5.000 millones que se llevaría a cabo en los siguientes cinco años. A su vez, se anuncia una expansión crediticia y el destrabe de proyectos. Si el plan de apoyo a la vivienda se ejecuta en partes iguales en los próximos 5 años, en el 2017 tendríamos S/1.000 millones de recursos adicionales que, sumados a la expansión de la inversión pública, nos arroja un total de S/3.000 millones.

En términos absolutos, es una cantidad considerable. Pero debemos tomar en cuenta que cuando se analizan este tipo de medidas (llamadas de “impulso fiscal”) hay que ver cuánto representan con respecto al producto. Cuando se miden así vemos que dichas medidas representan 0,45% del PBI. Ahora, un incremento del gasto fiscal tiene un efecto sobre el producto que es medido por el llamado multiplicador fiscal. Considerando cifras razonables, el efecto de estas medidas representaría un 0,5% de crecimiento del PBI para este año.

Esto es insuficiente para llegar a recuperar el 4,8% de crecimiento anunciado por el gobierno a inicios del año. Ahora, el efecto calculado asume que existe la capacidad suficiente para ejecutar todo el gasto. Como sabemos, no obstante, existen muchos indicios que sugieren que esta capacidad es limitada. Estas limitaciones pueden aumentar debido a los escándalos de corrupción observados que implicarán una menor velocidad de ejecución por el temor de muchos funcionarios tanto bien como mal intencionados.

Por otro lado, el cambio al nuevo sistema de inversión pública (aunque no se le quiera llamar así) implica un período de transición que está generando incertidumbre en los responsables de la ejecución del gasto. Este nuevo sistema tomará tiempo en ser asimilado y ello también puede afectar la ejecución del gasto.

Lo más probable entonces es que el efecto del conjunto de medidas será limitado. La contribución del sector público al crecimiento, si bien es importante, no es suficiente. Recordemos que 75% de la inversión en el país es privada (y allí radica el problema, dado que lleva tres años de caída). Los datos indican que las expectativas no se recuperan y se han deteriorado en los últimos meses. El efecto de las APP será nulo en los próximos años debido a que se están cuestionando todas las grandes obras que se tenía planeado avanzar por la sombra de la corrupción.

Actualmente el margen de acción es muy reducido por la situación fiscal y los compromisos asumidos a futuro. Probablemente el MEF está haciendo lo mejor que puede considerando las circunstancias, pero no debemos guardar muchas esperanzas al respecto. Avanzar en reformas de largo plazo para mejorar la competitividad en el futuro quizás sea el mejor camino. Esperamos los anuncios en ese sentido. Que la presión política de corto plazo no nos impida ser audaces con respecto al largo plazo.


http://elcomercio.pe/opinion/colaboradores/bien-intencionado-insuficiente-carlos-casas-noticia-1972704


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¡Caiga quien caiga!


Sinesio López


Es un grito de guerra que se usa mucho en tiempos de corrupción. Todos lo repiten como loros, incluidos los corruptos. Entonces el grito de guerra se transforma en un barajo y pierde credibilidad y eficacia. La corrupción y los corruptos prostituyen también al lenguaje.

En realidad, la frase es ambigua y puede tener varios sentidos. Uno, que se hunda todo porque todo está podrido. Desde un punto de vista político, esta idea radical induce en nuestra circunstancia, no a la revolución (cuya posibilidad es muy remota), sino a la anarquía que es una salida posible cuando casi no hay Estado. Otro, que caigan el que y los que tengan que caer. En términos políticos, esta idea más sensata, que supone que no todos los funcionarios, los políticos y los empresarios son corruptos ni todo está podrido, implica una reforma radical del conjunto de instituciones políticas y estatales. Sospecho que el sentimiento mayoritario se inclina aún por este segundo sentido.

¿Quiénes y qué cosas tienen que caer? En primer lugar, tienen que caer los corruptos, sean estos funcionarios públicos o empresarios. Hasta ahora los empresarios están pasando piola con el cuento de que no sabían nada de la corrupción. ¿No se dieron cuenta acaso de que sus utilidades engordaban gracias a las sobreganancias que venían de la corrupción?

En segundo lugar, tienen que caer los funcionarios públicos corruptos de los gobiernos corruptos de los últimos 25 años, esto es, del fujimorismo, del toledismo, del aprismo y del humalismo. Los fujimoristas no pueden escudarse en el silencio de Barata sobre ellos, toda vez que se sabe que Odebrecht y otras empresas corruptas comenzaron a operar desde el 80 en adelante. El fujimorismo se equivoca si cree que la corrupción de los últimos tres gobiernos limpia la podredumbre moral del suyo propio.

En tercer lugar, tienen que caer los peces gordos (presidentes y ministros) de todos los gobiernos. No puede ser que los fiscales pesquen a las pirañitas de un gobierno y dejen escapar a los tiburones. Los funcionarios de menor nivel son operadores de los que, en el más alto nivel, arreglan normas, dispositivos y políticas y aprueban adendas, sobrecostos y subvaloraciones de los bienes públicos para beneficiar a los privados. Ya lo he dicho, los fiscales y los jueces tienen que fijarse no sólo en las coimas sino que tienen que examinar y evaluar también el marco normativo hecho expresamente para permitirlas.

En cuarto lugar, tienen que caer las organizaciones e instituciones políticas y estatales que permiten la corrupción y que, una vez que se produce, no la sancionan. No solo están en cuestión los partidos personalistas, sino también el sistema electoral, el sistema de partidos y la forma de gobierno. No solo están en cuestión los gobernantes corruptos sino también los organismos de control, corruptos o incapaces de controlar la corrupción, esto es, el Congreso, el Poder Judicial, la Contraloría y el CNM. Necesitamos un vigoroso sistema de partidos y un Estado fuerte con grandes capacidades para desempeñar bien las funciones que tiene.

En quinto lugar, tienen que caer las concepciones políticas que transforman los bienes públicos en negocios privados y que ponen al Estado al servicio, no de los ciudadanos, sino de los grandes intereses privados.

http://larepublica.pe/impresa/opinion/852962-caiga-quien-caiga


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De Barbie a RambO

María Pía Costa


En el debate actual sobre la mal llamada ideología de género se están utilizando de manera caprichosa y tendenciosa conceptos psicológicos para justificar algunos puntos de vista que se sustentan más en creencias religiosas –u ocultas intenciones políticas– que en el consenso científico actual sobre la salud mental.

La controversia surge por la utilización del concepto “identidad de género”, introducido por el psicoanalista Robert Stoller en 1968. Sus observaciones lo llevan a sustentar que la identidad de género se desarrolla muy tempranamente, hacia los 18 meses de edad, lo que se confirma en la certeza que muestran niños y niñas sobre su género a partir de la simple aceptación del yo corporal y de la atribución de género que le brindan sus padres. Esto se plasma en la aseveración “yo soy mujer” o “yo soy hombre”, mucho antes de la distinción entre los sexos e independientemente del conocimiento de los órganos genitales. A partir de esta identidad de género se va construyendo una identidad sexual, que es más compleja y que va a completarse pasada la adolescencia.

La identidad de género supone una autodenominación en función de una percepción subjetiva de la propia identidad, independientemente del sexo. El concepto se aleja de lo exclusivamente biológico para contemplar variantes y es por eso valioso; porque justamente reconoce diferencias y singularidades, ya que las identidades pueden ser variables y todas merecen reconocimiento por igual. Desde la Tomboy hasta la más femenina de las niñas Barbie; desde el más afeminado hasta Rambo; desde el metrosexual hasta el transexual. Lo más importante en una sociedad no es el orden y las jerarquías, sino aceptar a los seres humanos en sus diversidades psicológicas particulares. Los “diferentes” tienen derecho a la felicidad, a la aceptación y a un lugar en el mundo. La aceptación de la diversidad se opone –lógicamente– a la discriminación y denuncia el ‘bullying’.

Se pretende patologizar la homosexualidad, cuando en el ámbito de la salud mental es aceptado que la homosexualidad no constituye en sí misma trastorno alguno. Ha sido excluida del DSM-V (Manual de diagnóstico de la asociación psiquiátrica americana) desde 1973. El argumento de fondo de los críticos es que la naturaleza debe primar sobre la cultura. “Dios creó al ser humano como hombre o como mujer”, biológicamente definidos y sin incertidumbre. Siguiendo este principio, tendríamos en el hombre y en la mujer de las cavernas a las criaturas más cercanas a la creación divina. Pero es precisamente la cultura la destinada a mitigar las tendencias originarias, que son básicamente impulsivas –sexuales y agresivas–.

La ciencia no puede someterse a los designios de una moral; tiene que describir lo que observa. Y lo que constatamos cotidianamente es una diversidad de identidades de género. Hay quienes pretenden hacer como si las diversas soluciones sexuales, al ocultarlas, desaparecieran. El objetivo sería el resguardar a nuestros hijos. Pero se trata exactamente de lo opuesto: los protegemos permitiéndoles espacios libres de información y diálogo.

Otro de los argumentos contrarios apunta a que la liberalización de las costumbres fomenta la homosexualidad, que habría aumentado hoy en día. La homosexualidad ha existido siempre, pero actualmente logra –a veces a duras penas y penando mucho– expresarse. Ya no tiene que inhibirse, reprimirse y condenarse en un sufrimiento culposo. Y esto es un logro de la posmodernidad.

Son sorprendentes los vericuetos que adoptan las ideologías: la diversidad de identidades de género parece concitar mucho mayor rechazo que la pedofilia. No hemos visto marchas organizadas en contra de los abusos perpetrados por el Sodalicio. Tampoco hemos oído a la Iglesia pronunciarse claramente al respecto, sino más bien proteger a los culpables. Si se trata de lograr que con nuestros hijos no se metan, esta sería la batalla que habría que dar. Porque es evidente que los hijos de quienes organizan esta revuelta están mucho más expuestos a la perversión eclesiástica que a una eventual influencia nefasta de la aceptación de las diferencias.

http://elcomercio.pe/opinion/colaboradores/barbie-rambo-maria-pia-costa-noticia-1972699



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Hay mucho que salvar del incendio


Mirko Lauer


Las denuncias contra la corrupción en el Perú empiezan a parecer demasiado de una buena cosa. Nadie en el espacio público está a favor de la corrupción o de los corruptos. Pero cuando la moralización empieza a amenazar puestos de trabajo o a tocar fondos de jubilación, la cosa pasa a preocupar, y a levantar algunas cejas.

La primera reacción del país ha sido un deseo natural de enfrentar a rajatabla un fenómeno percibido casi exclusivamente como asunto de políticos y funcionarios, públicos y privados, corruptos. Pero luego se ha visto que la corrupción también afecta empresas y proyectos donde se ganan la vida decenas de miles de personas inocentes, y que en algunos casos la medicina puede ser peor que la enfermedad.

Ese primer impulso ha llevado a muchos a exigir soluciones drásticas, en algunos casos equivalentes a botar al bebe junto con el agua sucia. Por ejemplo expulsar a las empresas extranjeras o liquidar a las empresas nacionales. Todo lo cual traería el reemplazo por parte de nuevas empresas locales o no, esas sí adecuadamente virtuosas, se supone.

Pero hay cada vez más voces planteando la conveniencia de sancionar lo que debe ser sancionado, y salvar lo que merece ser salvado. Brasil, la meca de la corrupción corporativa que hoy nos afecta, desde el 2015 ensaya maneras de castigar penal y civilmente a los responsables, evitando que el daño se extienda a los trabajadores, el público, el país.

Gustavo Gorriti lo dice con claridad en El País esta semana: “Y en el proceso de investigar y revelar, tampoco debe destruirse a las empresas brasileñas (ni a las nacionales) que perpetraron acciones corruptas. Debe aplicarse con ellas el método que se usó en los grandes casos de corrupción corporativa, como en los de Siemens y Alstom”.

“No se trata de cerrar a las empresas –añade Gorriti– afectando a muchísimos inocentes como víctimas colaterales, sino obligarlas a reformarse y hacerlas restituir todo lo robado”.

Los ejemplos de Estados que han seguido con éxito este camino, aplicando sanciones y a la vez evitando incendiar la pradera, abundan en el mundo de estos años. Solo exige mantener la cabeza fría en medio de los escándalos, explorando maneras de servir a la justicia y al mismo tiempo a la población.


http://larepublica.pe/impresa/opinion/852959-hay-mucho-que-salvar-del-incendio

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La posverdad en política e Internet

Ramón Zallo


La posverdad como media verdad, emoción adornada o pura mentira es tan vieja como el mundo. Y nos apunta que la verdad o los datos interesan menos que las creencias, los sentimientos, los líderes o los trending topics.

Ciertamente la verdad o la realidad son tan inalcanzables que, a lo más, nos acercamos a ella con construcciones de representación más o menos fidedignas en descripción, coherencia y sentido. Las ciencias nos ayudan a ello.

No debemos asombrarnos por la pregunta sobre la verdad. El tema está en el fundamento mismo de la filosofía. ¿Es posible conocer la realidad?. Platón (con la metáfora de las sombras) chocaba con la sistemática aristotélica; Nietzsche con sus neuras se enfrentó a la Ilustración racionalista; el romanticismo añadió una dimensión vital al pensamiento racionalista moderno. Ya hemos aceptado que la inteligencia emocional es parte constitutiva de nuestra percepción, de nuestra comunicación, de los mensajes y de los relatos pero también de las manipulaciones y mentiras.

Las preguntas son ¿donde empiezan unas y acaban otras?. ¿La posverdad está hoy más presente? Al parecer sí porque vivimos una época de incertidumbres e inseguridades ya instaladas por la crisis de valores, instituciones, formas de vida y pilares sociales. Una época propicia a dos reacciones opuestas: a nuevos discursos racionales de cambio regenerativo o revolucionario y a discursos insolventes de líderes destructivos.

Escenarios post

El concepto de posverdad encaja con los escenarios “post” que vivimos. Lo “post” nos dice lo que ya no es; y no lo que es o hacia dónde vamos. Y, desde luego, no vamos necesariamente a mejor (la idea de progreso está en crisis) ni tampoco descartamos la pesadilla o la barbarie, aunque también dependan de nuestro esfuerzo colectivo por gestionar el presente.

Es un vocablo que se corresponde bien con el capitalismo posindustrial (tercera fase del capitalismo con predominio financiero y en su versión de sociedad de conocimiento desigual); con la sociedad del posbienestar convertida en sociedad de medioestar o directamente de malestar; y con la posmodernidad, caracterizada por un pensamiento fluido, impresionable, subjetivizado y narcisista que, sin embargo, descubre esferas ocultas.

La posverdad, de todos modos, no era inevitable porque el predominio de la subjetividad en su confección tiene que ver al menos con tres fenómenos que la acompañan: con la decepcionante y tensa realidad social que ha frustrado, indignado o despistado a centenares de millones de personas en el mundo; con el fracaso de la política y de las instituciones para ofrecer resultados reconfortantes mientras recurre a mensajes desacreditados; y con Internet que permite un inmenso ruido en todas direcciones con miles de nuevos agentes (desde blogueros, tuiteros y youtubers a comunidades o anunciantes) en la fabricación de la agenda que antes era casi monopolio de los medios de comunicación.

El campo de la posverdad abarca así múltiples ámbitos pero aquí solo se apuntan dos: la política y la comunicación.

La posverdad en política

Mientras en el campo doctrinal se teoriza el salto de la democracia representativa a la democracia participativa (hay ejercicios puntuales de ello), surgen líderes que explotan prejuicios, creencias y soluciones fáciles a costa de principios y derechos humanos; y ganan elecciones. El superhéroe ungido da una patada al tablero y desde SU verdad, miente en datos, amenaza, tapa y señala al enemigo interior y exterior. No tiene reglas, no rinde cuentas y no dialoga. Trump, hoy, incluso es un ensayo y banco de pruebas de una hipotética post-democracia, o sea de la barbarie (que esperemos la desmonte alguna reacción social).

Es chocante. Teóricamente las funciones de transparencia y rendición de cuentas pueden dar un salto cualitativo con Internet, si hubiera voluntad política, pero no se ve por qué puede haberla para la red si no la hay en el funcionamiento institucional normal.

La red -con una potente información on line, off line y de calidad- puede ayudar cualitativamente a la autoorganización social, a reforzar la legitimidad de la democracia mediante su mejora cualitativa con listas abiertas, consultas, fiscalización de electo, ampliación de espacios codecisionales e iniciativas populares legislativas. Y ello a pesar de que no cabe que la teledemocracia pueda sustituir a la democracia ciudadana y formalmente constituida.

Y sin embargo, ante las amenazas, estamos volviendo a discutir los fundamentos de la democracia misma porque se han puesto en cuestión en hechos y discursos.

La posverdad y la comunicación

Más para bien que para mal, Internet reventó el monopolio del pensamiento distribuido y organizado alrededor de un sistema más o menos plural de medios profesionales de comunicación con sede en propietarios de la elite dominante o en el servicio público. Ese sistema ha sido funcional y previsible, con una relación de simbiosis y/o contrapeso con el sistema político pero, en general, de pleitesía con el sistema económico.

Internet tiene de bueno que -con hashtags y mensajes concentrados que interrogan, apelan, remezclan o convocan- crea lenguajes y narrativas con discursos distintos a los formalizados. Quizás es en el discurso donde se advierten más cambios y donde la frescura, la provocación, la chanza o la sal gruesa tienen efectos destructivos sobre los discursos edulcorados llenos de ocultaciones de intereses e ideologías, fruto de décadas de comunicación institucionalizada y esclerotizada.

Los social media, la comunicación a pares, los commons, la “cultura libre”, el video amateur (Youtube), las redes sociales, las comunidades virtuales y los grandes buscadores disputan a los media el tiempo social de atención y horizontalizan la generación y circulación de información. Emerge la información ciudadana y activista, muy interesante porque no tapa nada pero, al carecer de filtros y contrastes, también coadyuvan a las posverdades.

Paralelamente, surgen medios on line, baratos y eficaces, que ganan terreno y de paso espolean a los grandes media a un periodismo más profesional y comprometido del que estamos huérfanos.

El resultado no es la resolución de los problemas del modelo mediático sino una fragmentación, con globalización hiperconcentrada en pocas plataformas, con acceso a nuestra privacidad con la que comercian y, paradójicamente, con una horizontalización social que también pasa por parámetros de vigilancia.

Tiene también de malo que, a falta de reglas, en la selva hay de todo y no favorece la visibilidad del pensamiento fino –sea radical o moderado- sino del burdo y sin matices, valorativo y prescriptivo frente al descriptivo y analítico. Con el tiempo quizás se generen capas de credibilidad. Ya ocurre con una parte de la prensa digital pero, por el momento, la posverdad campa a sus anchas. La utilizan los poderes y sus gabinetes o los gestores de comunicación, logrando una volátil y cambiante opinión pública conducida desde distintas atalayas, a veces en conflicto, y sobre la base de banalidades repetidas.

La red tiene así sus grandes cruces: la agenda oculta de información; la otra Internet (Internet profundo) y los sistemas privados no abiertos; la hegemonía transnacional de las grandes empresas de las redes; la prioridad estratégica de corporaciones y gobiernos en la gestión de la información; la vigilancia planetaria con la vulnerabilidad social consiguiente; la información no contrastada de la red; las relaciones públicas generalizadas, la publicidad y propaganda en el ámbito social; la gestión de lobbies; la comercialización oculta de listas; el manejo de emociones desde una inmediatez poco reflexiva; las ideas simplistas homogeneizantes. Todo ello hace estragos en la comunicación social objetivable.

Como corolario cabe apuntar que achicar el campo de la posverdad requiere, por un lado, ensanchar el campo del saber, de la educación y de la maduración de la opinión pública; y, por otro, poner el sistema de comunicación y su calidad en el corazón de la gestión de las sociedades posindustriales. ya instaladas , ntexto ¿Loy lizantesas que comercian.



http://rebelion.org/noticia.php?id=223593



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Lumpenburguesía

Agustín Haya de la Torre

El economista alemán André Gunder Frank acuñó en los años setenta del siglo pasado, el concepto de lumpenburguesía, para referirse a la buguesía dependiente de América Latina. La definía con dureza, como una clase social sujeta a la voluntad imperialista, incapaz de construir ningún proceso consistente de desarrollo.

Militante, siempre polémico, animó el debate sobre las características socio-económicas de la región hasta su muerte el 2005. De rigurosa formación académica en la Universidad de Chicago, su tesis doctoral fue dirigida por Milton Friedman. Refutó a Walt W. Rostow con su esquemática idea del desarrollo.Vivió en Brasil, México y Chile, llegando a la convicción de que la lumpenburguesía generaba un lumpendesarrollo, como lo sostuvo en un trabajo de 1972.

El término lo tomó de lumpenproletariado, acuñado por Marx y Engels en La ideología alemana de 1845. En El 18 brumario de Luis Bonaparte, Marx lo aplica a los marginales que son reclutados por el emperador.

Para los fundadores de las ciencias sociales, las clases debían ser conscientes de su papel social. En el desarrollo del capitalismo avanzado, así sucede. En el periférico, su papel difícilmente llega a coincidir con el de una clase dirigente.

La justicia brasileña ha desnudado por completo a uno de los sectores emblemáticos de su gran empresariado, extendido por varios continentes, como una gigantesca organización mafiosa que reclutaba gobiernos y empresas nativas por doquier.

Recién con la delación de Graña y Montero, salta en esta coyuntura la complicidad delictiva del empresariado peruano. Si bien no es ninguna novedad, desde el saqueo fujimorista, el discurso del neoliberalismo criollo se las ingenió para consagrar su papel como puritanos agentes del desarrollo.

Todavía en los medios les tiembla la voz a los entrevistadores para calificarlos como delincuentes. Con los políticos no hay problema, todos los son. En cambio, los que manejan el billete son dignos de consideración.

Sobre todo si montaron en el último cuarto de siglo todo un aparato ideológico que incluye a los grandes medios, universidades de sesgo empresarial, centenares de graduados en “mba”, pero sobre todo, parlamentarios, ministros y presidentes que les permiten copar todas las entidades del Estado que tienen que ver con sus negocios.

Podemos retomar la idea de Gunder Frank sosteniendo que la lumpenburguesía peruana representa una alianza de empresarios asaltantes y políticos corruptos, de todos los partidos.

Una parte del binomio está en la vindicta pública. Falta la otra, la de los herederos de la piratería de los consignatarios del guano o de los que medraron con Fujimori.

En Corea del Sur, el presidente de Samsung va a la cárcel y no se derrumba nada. Igual que los Odebrecht en Brasil o antes la caterva de Lehman Brothers en la crisis del 2008.

Lo único que algunos lamentarán, es que pasarán de las páginas sociales a las policiales.


http://diariouno.pe/columna/lumpenburguesia/

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Frustrado espectáculo bufo anticubano

Ángel Guerra Cabrera

Hace unos días el gobierno cubano impidió la entrada al país de un grupo de personajes unidos por la fascinación hacia el desprestigiado dogma neoliberal, la necesidad de apuntalar desinflados proyectos políticos en sus países y otras motivaciones non sanctas. Es el caso de Luis Almagro, secretario general de la OEA, quien se desvive por cumplir el papel que le han asignado el comando sur de las fuerzas armadas de Estados Unidos y las derechas locales en la desestabilización de los gobiernos verdaderamente independientes de nuestra América.

A mediados del año pasado trascendió un documento firmado por el almirante Kurt Tidd, jefe del mencionado comando, que explicaba la Operation Venezuela Freedom-2, segunda fase de un plan subversivo contra Venezuela que describe con asombrosa fidelidad lo que viene intentando hacer la contrarrevolución en ese país. Aquí entra Almagro, inmoral y gris personajillo que desde su cargo de canciller de Uruguay fingió simpatizar con los gobiernos revolucionarios y populares de América Latina y el Caribe para hacerse con la secretaría general de la OEA. Al referirse a la distribución de tareas en el intento de derrocar al presidente Nicolás Maduro, dice el comando sur en el plano internacional hay que insistir en la aplicación de la Carta Democrática, tal como lo hemos convenido con Luis Almagro Lemes, secretario general de la OEA... Si fuera por Almagro, Temer, Macri y otros de su ralea, ya el instrumento que indica el almirante se habría aplicado a Venezuela para excluirla y aislarla, como se hizo con Cuba en 1962. El problema es que no se cuenta con los votos, como explicó el argentino a empresarios españoles que lo acogieron en Madrid encantados con sus acciones y planes entreguistas.

Almagro, el ex presidente de México Felipe Calderón y la dirigente del Partido Demócrata Cristiano de Chile, Mariana Aylwin, supuestamente se disponían a viajar a La Habana para participar en una provocación contra la revolución cubana orquestada por varias siglas que agrupan a Felipe González y José María Aznar, corruptos ex presidentes del gobierno español; al ex mandatario y prófugo de la justicia peruana Alejandro Toledo y otros tantos de igual o menor insignificancia política. Entre ellos, el terrorista y agente de la CIA, Carlos Alberto Montaner.

Los gobiernos de México y Chile fueron informados con antelación por las autoridades cubanas que no se permitiría la burda provocación que se estaba pretendiendo montar ni el viaje de sus connacionales para tomar parte en ella. Los presuntos viajeros ya habían sido informados por sus gobiernos que no serían recibidos en La Habana.

El pretexto para el viaje era la entrega, por mercenarios de Estados Unidos en Cuba, de un premio a Almagro y a Calderón como defensores de la democracia. A la señora Alwin, igual condecoración a su padre, el ex presidente Patricio Alwin, reconocido cómplice de Pinochet en el golpe de Estado de la CIA contra el heroico presidente Salvador Allende.

Muy ofendido al parecer, el gobierno chileno llamó a su embajador a consultas. El mismo gobierno que ha impedido la entrada de varias personalidades solidarias con la lucha del pueblo mapuche y en octubre del año pasado a Piedad Córdova, prestigiosa y reconocida luchadora colombiana por los derechos humanos y la paz. Más de un analista de derecha en Chile ha escrito que el viaje de Aylwin no tiene nada que ver con los derechos humanos en Cuba, sino con el deseo de su partido de un pretexto para abandonar la coalición gobernante Nueva Mayoría, en busca de horizontes políticos más redituables.

De Almagro llama la atención que su frenética actividad contra los gobiernos de Venezuela, Bolivia y Ecuador no esté respaldada por un mandato de la Asamblea General de la OEA y su silencio cómplice ante el golpe mediático-judicial-parlamentario en Brasil contra la presidente Dilma Rousseff, rematado por una cordial visita al usurpador Temer para concertar acciones contra Venezuela.

En México hubo más tino que en Chile. El tema fue despachado con un discreto tuit del secretario Videgaray y no tuvo repercusión parlamentaria alguna, pese a los denodados esfuerzos de la senadora Mariana Gómez del Campo, siempre tan dispuesta a acoger y a apapachar a los mercenarios del imperio en Cuba y a los golpistas venezolanos; en particular a la esposa del fascista Leopoldo López, preso no por razones políticas, sino por provocar la muerte de 43 compatriotas

http://www.jornada.unam.mx/2017/03/02/opinion/026a1mun

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