El país que juega a la ballena azul - Augusto Álvarez Rodrich
"Fujimori cometió crímenes de lesa humanidad" - Carlos Rivera
Letra Ordinaria: Los medios del fascismo - Ángel Daniel González
Los desafíos de las izquierdas - Sinesio López
Malportados - Luis Davelouis
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Comunidades reveladas
Mirko Lauer
Ponciano del Pino
ha escrito un libro sobre política en los Andes que arroja nuevas luces sobre
el caso de Uchuraccay 1983. Su enfoque es histórico, pero a la vez muy
actual, e invita a pensar en lo poco que sabía el país sobre el mundo
campesino convulsionado en aquella época. Una ignorancia que se extiende a
todos los actores de entonces.
Del Pino demuestra
que en los violentos encuentros de la comunidad con las tropas de Sendero
Luminoso y del Estado peruano estuvieron definidos conflictos internos que los
precedieron. Uchuraccay defendió su propio orden ancestral frente a todo lo
que pudiera amenazarlos desde fuera, y vio a los combatientes modernos como
invasores.
Su detallado
trabajo, con categorías de análisis poco conocidas hasta ahora, derriba las
hipótesis al uso sobre lo sucedido en esos años. Comenzando por las rápidas
ideas de la Comisión Vargas Llosa sobre una violencia primitiva nacida del
desconocimiento. Del Pino muestra que Uchuraccay hizo su propia política a
todo lo largo de esos terribles años.
El libro muestra
cómo Uchuraccay en todo momento vio a SL como un “trauma limitado”,
inicialmente abordado con cierta indiferencia, y llegado un momento
enfrentado con total decisión. Así, el asesinato de los ocho periodistas fue
un error, como ellos reconocen. Pero un error enmarcado en una estrategia
propia, con leyes particulares.
En nombre del
gobierno (Lima, La Siniestra-UNJ, 2017) evoca la célebre frase según la cual
“toda política es local”. Es decir que reducir los sucesos de Uchuraccay y
sus alrededores en los años de la violencia a la dinámica de la política
nacional no pasó de ser una manera de fabricar ignorancia e incomprensión.
Aunque no lo
pretende hablar en nombre de la comunidad, este trabajo se aproxima mucho a
ser una mirada de los hechos desde una suerte de largo plazo campesino. Por
ejemplo el dato de que Uchuraccay siempre se vio a sí misma como
representante del Estado peruano, que es una explicación del título del
libro.
Lo que aflora en
estas páginas no es solo una revisión de los sucesos de Uchuraccay, sino
sobre todo elementos permanentes, actuales, para comprender a estos y a otros
protagonistas de la política comunera en los Andes. Por ejemplo el
enfrentamiento de los silencios a los embates de una historia poco generosa
con su gente.
http://larepublica.pe/impresa/opinion/879160-comunidades-reveladas
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El país que juega a la ballena azul
Augusto Álvarez Rodrich
Lo peor de esta
batalla sin relevancia ni final a la vista entre el gobierno de Pedro Pablo
Kuczynski y el congreso de Keiko Fujimori es que se tire por la borda la
oportunidad de que el Perú y sus ciudadanos progresen en el lustro previo al
bicentenario.
Más allá del
espíritu por la sobrevivencia del gobierno, y del afán por la venganza de la
oposición, lo peor de estos cinco años sería que, sin perjuicio de la
comprensible tensión entre ambos, propia de la política, se desperdicie la
gran oportunidad de fortalecer la democracia y de atraer inversión para
producir crecimiento, empleo y mejor calidad de vida.
Más allá de la
podredumbre que expide, en general, la política peruana, especialmente un
congreso que desde hace mucho tiempo no logra corregir su mediocridad y
corrupción –pero que en el primer año de este lustro ya exhibe niveles
francamente desmesurados–, lo más triste es que el país se está paralizando.
A un año de la
elección 2016, cada día se constata que no se ha logrado articular la
convivencia básica entre un gobierno débil y enclenque como el de PPK, y una
oposición robusta y aplastante como la de Keiko.
Cada quien tendrá
su propia interpretación de a quién le toca la responsabilidad principal, si
a un gobierno que gobierna con impericia y poca decisión, o a una oposición
que se opone de manera artera y con sed de venganza, pero, cada día que pasa,
se constata que el Perú no avanza como podría, en beneficio de su gente.
Porque, al final,
para la gente, poco importa quién tiene la culpa, porque la consecuencia es
la misma: la de un país que ve pasar la oportunidad de avanzar, sin darse
cuenta, en medio de todo el jaleo de políticos que paran el país para
camuflar su corrupción y mediocridad, de que cada punto de PBI que se deja de
crecer significa 140 mil empleos que se pierden.
Peor aún, pues
parece que no solo no se avanza sino que se retrocede. Tenía razón el
psicoanalista Jorge Bruce cuando escribió el lunes en esta página que “en una
suerte de aceleración cuesta abajo o de regresión permanente, la sociedad
peruana se levanta cada mañana un poco peor que el día anterior. Y se
adapta”.
Una expresión
simple del drama: que algunos crean que Laura Bozzo es una voz digna y
creíble para interpretar el Perú y le pongan amplificador al servicio de
intereses subalternos.
Con frecuencia,
pero más en estos días, el Perú parece un país desmanejado por irresponsables
que juegan a esa ballena azul que circula en las redes y a la que se le
atribuye el suicidio de jóvenes que no llegan a la adultez.
http://larepublica.pe/impresa/opinion/879164-el-pais-que-juega-la-ballena-azul
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"Fujimori cometió crímenes de lesa
humanidad"
Carlos Rivera
Los casos de
Barrios Altos y La Cantuta constituyen crímenes de lesa humanidad, pero
algunos alegan que tal condición fue “mañosamente” incluida por el juez César
San Martín en el momento de emitir la sentencia. Otros dicen que tal
calificación constituye una violación al principio de legalidad, ya que se
habría aplicado una ley promulgada varios años después de los hechos.
El fallo de la
sentencia dictada por la Sala Penal Especial, presidida por el juez San
Martín, en el parágrafo 823 condena a Alberto Fujimori como autor mediato de
los delitos de asesinato, lesiones graves (Barrios Altos y La Cantuta) y
secuestro agravado (Gorriti y Dyer), estableciendo que “los mencionados
delitos de homicidio calificado y lesiones graves constituyen crímenes contra
la humanidad según el Derecho Internacional Penal”.
El asesinato, las
lesiones graves y el secuestro agravado están tipificados en el Código Penal
de 1991 y, consecuentemente, no existe ninguna violación del principio de
legalidad penal. Lo que hizo el tribunal fue calificar los hechos de Barrios
Altos y La Cantuta como crímenes de lesa humanidad. No los retipificó sino
los calificó, utilizando el derecho internacional consuetudinario. Esta es
una calificación complementaria que no tiene efectos incriminatorios ni
punitivos, aunque sí tiene efectos de carácter secundario. En los fundamentos
jurídico-penales, la sentencia presenta el desarrollo histórico de los
delitos de lesa humanidad desde los convenios de La Haya relativos a las
leyes y costumbres de la guerra terrestre de 1899 y 1907, así como de la
noción de crímenes de lesa humanidad que por primera vez fue consagrada de
manera explícita en el artículo 6 del Estatuto del Tribunal Internacional de
Nuremberg (1945). Así, hacia 1991 toda la comunidad internacional no tenía
ninguna duda de que crímenes como Barrios Altos y La Cantuta constituían un
ataque no solo contra las víctimas directas, sino contra el conjunto de la
humanidad.
En el juicio se
logró acreditar que Barrios Altos y La Cantuta fueron dos de una docena de
operaciones ejecutadas por el destacamento Colina entre 1991 y 1992 en las
cuales siempre se ejecutaron personas, acreditando así el ataque sistemático.
Se probó que esos hechos eran parte de una política de Estado, y que los
ejecutores materiales y el autor mediato eran funcionarios y que las víctimas
eran parte de la población civil, demostrándose los cuatro requisitos que el
derecho penal internacional exige para calificar un hecho como crimen de lesa
humanidad.
El Caso Barrios
Altos fue reabierto en abril del 2001, luego de que la Corte Interamericana
de Derechos Humanos declaró sin efectos jurídicos las leyes de amnistía.
Algunos meses después, el 13 de setiembre del 2001, la Vocalía de Instrucción
abrió el proceso penal contra Alberto Fujimori por este caso al haberse
establecido que había desarrollado “[…] mecanismos de violación sistemática
de los derechos humanos con el pretexto de acabar con los últimos rezagos de
los movimientos subversivos que operaban en el país […]”. En el 2002 el fiscal
Richard Saavedra y en el 2003 el fiscal Eduardo Mundaca se pronunciaron
señalando expresamente que –al amparo del derecho internacional
consuetudinario– Barrios Altos constituía un crimen de lesa humanidad.
Durante el juicio
oral el intenso debate probatorio sobre la existencia de un contexto de
violación de los derechos humanos durante los años 90 ayudó a la parte civil,
desde la primera sesión, a desarrollar los fundamentos del crimen de lesa
humanidad. En este debate participó la defensa del condenado. Así, la
calificación no fue una sorpresa, sino una conclusión.
Por lo tanto, tal
calificación no se sustenta en la Ley 26926 que tipificó los “delitos contra
la humanidad” y los incorporó al Código Penal en febrero de 1998.
Consecuentemente, no hay una aplicación retroactiva de la ley penal.
La calificación no
es declarativa ya que sí tiene efectos de carácter secundario, porque, cuando
un hecho es calificado como un crimen de lesa humanidad automáticamente se
transforma en imprescriptible, habilita la jurisdicción universal y quedan
prohibidos el otorgamiento de amnistías e indultos. Esta prohibición la
encontramos en la jurisprudencia de la Corte Interamericana. Así, en la
sentencia Gutiérrez Soler vs. Colombia, la corte declara “[…] el Estado deberá
abstenerse de recurrir a figuras como la amnistía, el indulto, la
prescripción […]”.
Entonces, no queda
duda de que Alberto Fujimori fue condenado por los delitos de asesinato y
lesiones graves tipificados en nuestra ley penal nacional, los que de acuerdo
con el derecho penal internacional constituyen crímenes de lesa humanidad.
http://elcomercio.pe/opinion/colaboradores/alberto-fujimori-cometio-crimenes-lesa-humanidad-c-rivera-425876
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Letra Ordinaria: Los medios del fascismo
Ángel Daniel González
La élite política
y económica que fue desplazada del poder estatal con la llegada de Hugo
Chávez al poder en 1999 intenta por la vía de la violencia salir de una vez
por todas del gobierno chavista del presidente Nicolás Maduro. Para esto
implementa una segunda ola de violencia callejera (la primera fue en 2014, y
fallaron) combinada con la orquestación de los poderes trasnacionales para
que ejerzan presión sobre el Gobierno y sus fuerzas armadas. El objetivo es
hacerlos dimitir. Su estrategia es operar en dos líneas generales: el caos y
el odio. Las tácticas consisten, por un lado, en el terrorismo: generar
violencia callejera generalizada, confrontación con la guardia y la policía
para provocar “represión”, asesinatos selectivos (van más de 60 muertes a
causa de esta ola), ataques incendiarios a edificaciones gubernamentales e
instalaciones del partido socialista, coacción a los comerciantes para
generar un paro de facto, tranca de vías principales y vandalismo en
urbanizaciones residenciales. Por el otro lado, se ejecutan acciones que no
pueden ser catalogadas sino como fascismo: persecución y ataques físicos a
personas que puedan estar relacionadas de cualquier manera con el Gobierno.
Se difunde de distintas maneras la idea de que todo “chavista” es un
“delincuente” y un “asesino”, y la idea consecuente de que por estas razones
todos “deben pagar”. El objetivo es estimular el suficiente nivel de odio en
una parte de la población para provocar que se sumen y respalden las acciones
terroristas y para asegurar que, de lograr derrocar al Gobierno, todo lo que
sea o parezca chavista quede execrado de la vida pública nacional, así sea
mediante su eliminación física.
Esos son sus
medios, conceptualmente hablando, digamos, para lograr su gran meta política
y económica. Pero también existen otros “medios” que constituyen un factor
fundamental para la ejecución de esta agenda perversa de la oligarquía
venezolana. Los medios de comunicación. Nada de lo anteriormente descrito
pudiera ser eficientemente ejecutado sin la actuación de una maquinaria de
propaganda de guerra, configurada en el caso venezolano por una red de medios
de comunicación que incluye los llamados tradicionales (televisión, radio,
prensa) y un creciente número de medios digitales (sitios web y cuentas en
redes sociales). Se encargan de difundir informaciones parciales sobre los
hechos de violencia, vulgarmente dirigidas en el discurso utilizado a
instalar un escenario que se adecua plenamente a la estrategia de la
oposición declarada terrorista.
Celebran los
destrozos, los ataques a personas y voltean la tortilla, de manera que queden
incriminados los cuerpos de seguridad en la totalidad de las muertes
producidas por la escalada de violencia de la oposición. Repiten de distintas
formas los señalamientos de “asesinos” y las acusaciones que degradan a los
chavistas a una condición “infrahumana”, a seres “detestables”. De esta
manera, reproducen el caos e incitan al odio contra el chavismo.
A la hora de
juzgar y combatir a los creadores de muerte y destrucción, es necesario poner
bajo la lupa a los medios de comunicación.
http://ciudadccs.info/2017/05/24/letra-ordinaria-los-medios-del-fascismo/
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Los desafíos de las izquierdas
Sinesio López
A diferencia de
los electores de las derechas, los de las izquierdas quieren que sus
representantes políticos estén y actúen unidos. Existe en la política peruana
una especie de imperativo político que se ejerce sobre los representantes de
las izquierdas que los de derechas no tienen ni sienten: el deber de la
unidad política. Este imperativo proviene probablemente del sentimiento de
exclusión y de debilidad de los sectores populares, de los que proviene la
mayoría de los votantes de las izquierdas, que los induce a hacer suyo el
dicho popular “la unión hace la fuerza”.
Las derechas
políticas y mediáticas prefieren que las izquierdas estén divididas porque de
esa manera se anulan como actor político, pero critican su división porque
quieren mostrar su inconsecuencia y su sectarismo. Las izquierdas saben que
hay varias maneras de estar y actuar unidos: la organización partidaria, los
frentes de partidos, los programas de gobierno y las plataformas de acción
política.
Parece que es más
difícil convivir en organizaciones que compartir las propuestas programáticas
y la acción política. Lo orgánico traba lo político. Todo esto sugiere que es
necesario invertir la discusión: comenzar por los programas de gobierno y las
plataformas de acción política para llegar a los problemas de organización
que, de ese modo, a lo mejor quedan superados.
Los problemas de
organización de la izquierda existen, hay que reconocerlos y tratar de
superarlos. No se les puede negar a los militantes el derecho de tener su
propia capilla de fieles. Que la tengan si eso los hace felices, pero eso
mismo no les debiera impedir la participación en una unidad mayor: un frente
de partidos como el FA, por ejemplo. El problema surge cuando un sector
izquierdista quiere que el FA sea también una capilla (aunque distorsione la
idea de frente) porque tiene la llave de los cielos: la franquicia electoral.
En ese caso, los sectores que no la poseen tienen el derecho a buscar su
inscripción electoral. Eso es lo que viene haciendo Nuevo Perú dirigido por
Verónika Mendoza para disgusto de los que quieren al FA como capilla.
Sospecho que Nuevo Perú tiene que olvidarse del nombre FA, que, dicho sea de
paso, ha sido usurpado en varias ocasiones.
Si lo orgánico los
divide, la política los puede unificar. La política puede ayudar a las
izquierdas a definir con precisión sus relaciones de enemistad. Pienso que
todas ellas estarían de acuerdo en combatir contra el fujimorismo golpista y
contra la corrupción y el lobbysmo y en levantar algunas banderas en torno a
las cuales movilizarse en esta etapa de la lucha política: la reconstrucción
con reordenamiento del territorio y con planificación urbana, la reactivación
económica con diversificación productiva y con empleo y la democratización y
la renovación de la política.
La lucha contra
sus enemigos reales y el levantamiento de banderas de bienestar y de justicia
pueden hacer que las izquierdas actúen unitariamente en el Congreso y en la
calle, convocando a una vasta movilización ciudadana para conseguir estos
objetivos y para ganar en el 2018 y en el 2021.
http://larepublica.pe/impresa/opinion/879162-los-desafios-de-las-izquierdas
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Malportados
Luis Davelouis
Hay decenas de
estudios que muestran con bastante claridad que, en promedio, las personas
suelen ceder con más facilidad a la tentación de portarse mal cuando no hay
nadie mirándolas, incluso más que cuando su “travesura” puede quedar impune
habiendo testigos. Pero Nadie quiere ser atrapado in fraganti ni ser
considerado deshonesto, ni siquiera a los propios ojos. La manera en la que
este tipo de conductas se racionalizan suelen ser siempre las mismas y están
basadas, casi todas ellas, en una idea que dice más o menos: “esto no le hace
daño a nadie” o “esto (que estoy haciendo) es insignificante”. Es decir, las
personas a veces se permiten ser deshonestas delante de sus propios ojos,
pero jamás delante de los ojos de los demás. Estamos hablando, claramente, de
personas normales, no de delincuentes.
Por eso, siempre
pensé que cuando los grandes corruptos de nuestro país (en el sector público
y privado, de ex presidentes y CEO hasta secretarias y portapliegos) cometían
alguna fechoría, lo hacían tratando de convencerse de que eso que hacían era
“por el bien de país”, “por el bien de los trabajadores”, “por el bien de los
accionistas” porque “no le hace daño a nadie coimear a alguien para que el
papelito salga más rápido” o la Sunat me devuelva lo que me debe porque “¿por
qué voy a pagar tantos impuestos si doy tanto trabajo?”.
Pero estaba
equivocado: algunos se portan mal a sabiendas y sin vergüenza y sin necesidad
alguna de justificación para sí ni para nadie. Eso es la iniciativa para que
el Estado regrese a los nefastos arbitrajes que Orellana (¡hola, Calle!)
convirtió en industria delincuencial o la abortada iniciativa para
despenalizar la minería ilegal, por ejemplo.
PD: ¿se habrá
soltado Zavala?
http://peru21.pe/opinion/luis-davelouis-malportados-2282989
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