¿Aló, PPK? - Luis Davelouis
Barreras contra la democracia - Nelson Manrique
El BCR y Chlimper “habemus estadista” - Pedro Francke
El peligro de un gran bache - Roberto Abusada Salah
Ese sentimiento autoritario - Rocío Silva Santisteban
¿Jugando a la guerrita, presidente? - Pedro Tenorio
La desaparición de los hechos - César Lévano
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¿Aló, PPK?
Luis Davelouis
Es una gran idea que el presidente de la República tenga un
canal de comunicación directa con la ciudadanía. No, no está imitando a Chávez
o a Maduro. En todo caso, estaría imitando a Franklin D. Roosevelt y sus
“charlas junto a la chimenea”. Es una gran idea que el primer representante del
Estado se acerque a la gente de forma que no parezca que va a anunciar otro
shock como el que Fujimori dijo que no iba a hacer o que va a disolver el
Congreso.
A diferencia de lo que piensan algunos críticos, acercar al
presidente a la gente en un espacio que no es tradicionalmente el suyo no lo
banaliza, sino que lo humaniza y le da al público la sensación de que le están
rindiendo cuentas… aunque PPK entreviste a un maniquí. Y ese es el peligro
grande de hacer algo como esto: el riesgo de fallar es enorme.
PPK habla mal. Es rústico, simpático; sí, pero no es rápido y
su “chispa” no es vendible en un país que disfruta mucho la chanza veloz, los
tortazos en la cara y los “chistes” de maricones. Además, sin importar el
tamaño del problema, será imposible que PPK se haga el desentendido y no se
refiera a aquel en un espacio regular como este. Y si lo hace, sería nefasto.
El otro riesgo es la sobreexposición: le pasó a García. Dos veces. Y él sí
habla. Otro: cuando el invitado de PPK sea tan o más aburrido que él pero es
alguien que tiene algo importante que decir, necesitan otro invitado que sea el
que se encargue de hacer realmente la entrevista. Y que no se note que PPK solo
manda a la pausa.
Finalmente: ¿la producción la hace el canal del Estado o se
contrata a un privado con plata del Estado? Espero que se den cuenta de la
enorme diferencia que eso hará para los críticos. Que no son pocos y algunos
tienen razón.
http://peru21.pe/opinion/luis-davelouis-alo-ppk-2281790
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Barreras contra la
democracia
Nelson Manrique
Esta semana debe debatirse en el Parlamento la reforma del
sistema electoral. Lo que allí se decida tendrá vastas consecuencias.
La Constitución califica como nulo y punible todo acto que
prohíba o limite el ejercicio de sus derechos a los ciudadanos. Reconoce el
derecho de estos a ejercerlos individualmente o a través de organizaciones
políticas, como partidos, movimientos o alianzas, que “concurren a la formación
y manifestación de la voluntad popular”. Señala que estas deben tener
inscripción en el registro correspondiente y encomienda al Estado la tarea de
asegurar el funcionamiento democrático de los partidos políticos y la
transparencia en cuanto al origen de sus recursos económicos.
Un problema de partida es asegurar que las organizaciones
políticas que solicitan la inscripción existen realmente. En el Perú se plantea
como prueba que las organizaciones presenten un determinado número de firmas,
inicialmente 40,000, que fueron siendo elevadas hasta llegar a 733,716, el 4%
de los ciudadanos inscritos en el padrón electoral. En general, las
organizaciones que tienen inscripción electoral están por mantener este
sistema, que, aseguran, evita la dispersión y la falta de organicidad de los
partidos y previene taras como el transfuguismo. El problema es que en 40 años
el sistema no ha funcionado y los problemas señalados no se han resuelto.
En realidad poner una barrera de inscripción inalcanzable hoy
tiene como objetivo principal bloquear el acceso al sistema electoral a los
políticos que mayor respaldo tienen de los ciudadanos: Verónica Mendoza y Julio
Guzmán, que alcanzan 29% y 30% de respaldo, según la encuesta publicada por
Ipsos el domingo. Vetarlos sería anular el derecho de más de la mitad de la
población de elegir al representante de su preferencia.
El sistema vigente perpetúa la existencia de organizaciones
fantasmas, que en muchos casos no tienen existencia real pero tienen
inscripción, lo cual les permite ofrecerse como “vientre de alquiler” a
organizaciones que tienen adherentes pero no tienen la inscripción legal. Se
pervierte así cada vez más el sistema de representación.
Según los especialistas, para obtener 733,716 firmas válidas
es necesario presentar 2 millones. Encima se debe pagar S/ 0.88 por la
verificación de cada firma adicional (un pago que hasta las elecciones del 2006
era de S/ 0.10). Así, la inscripción queda reservada a las organizaciones que
tienen mucho dinero o que lo obtienen vendiendo sus favores con la promesa de
que van a pagar a sus financistas con el acceso a los recursos del erario
público, así que lleguen al poder. Este es uno de los caminos más seguros para
la penetración de la corrupción. Odebrecht montó su sistema de sobornos principalmente
a través del financiamiento de las campañas de políticos que aspiraban al
poder.
El 4% de firmas del padrón electoral que se exige en el Perú
no tiene parangón en la región. En Colombia y en Ecuador se pide el 1.5% del
padrón. En la última elección presidencial en Chile bastaban 18,500 firmas,
equivalentes al 0.5% de los electores que votaron en la última elección. En
Francia se piden 500 firmas de autoridades, alcaldes, personalidades y
funcionarios (los “electores calificados”) para inscribir un partido.
¿Puede el sistema vigente demostrar la existencia de un
partido? Fernando Tuesta, nuestro mejor especialista en cuestiones electorales
y expresidente de la ONPE, responde rotundamente que no. Las firmas que las
organizaciones entregan para inscribirse deberían ser validadas por un perito
grafólogo, pero eso supone tiempo y dinero. Con 2 millones de firmas que cada
organización debería presentar, no hay cómo hacerlo en un tiempo prudencial y a
costos razonables. Hoy, si una firma presentada se parece a la registrada en la
Reniec se la declara “válida”, que es una manera de eludir pronunciarse sobre
si es verdadera o falsa. El sistema no sirve, pero en cambio ha creado un
próspero mercado negro de falsificación de firmas.
¿Qué hacer? Tuesta plantea, y concuerdo con él, que debiera
suprimirse el requisito de las firmas porque no sirve. Tuesta propone algunas
alternativas perfectamente viables y más efectivas: por ejemplo, establecer una
cantidad de militantes identificados biométricamente. O que los partidos
convoquen a elecciones internas simultáneas y abiertas, organizadas por los
organismos electorales, con una participación de una cantidad razonable de
electores para probar que verdaderamente existen. Otra posibilidad es cambiar
la “barrera de acceso” por una “barrera de permanencia”: que las organizaciones
políticas demuestren su existencia a través del respaldo que les otorguen los
electores.
Suprimir el requisito de las firmas es el primer paso
imprescindible para “sincerar” nuestro sistema electoral y para permitir que
sirva a la democracia, en lugar de burlarla.
http://larepublica.pe/impresa/opinion/876146-barreras-contra-la-democracia
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El BCR y Chlimper
“habemus estadista”
Pedro Francke
El Banco Central de Reserva decidió, la semana pasada,
rebajar en apenas 0,25% la tasa de interés de referencia. Muy poco y muy tarde.
Como hemos insistido desde esta columna, la economía peruana,
en especial la industria, la agricultura y la construcción, atraviesan por un
mal momento. Ya estaban sin crecer desde hace más de un año, por lo que desde
la izquierda propusimos en la campaña pasada un cambio de política económica
que redujera tasas de interés, diera un fuerte impulso a las obras públicas,
elevara los salarios y promoviera la diversificación de la economía.
Nada de eso se ha hecho y las consecuencias están ahí: una
economía que, si no fuera porque se ha adelantado la pesca este año, tendría
crecimiento cero en marzo. Los pronósticos superoptimistas que siempre
comparten en la misma línea el BCR, el MEF, y los bancos locales que a fines
del año pasado hablaban de 4,8% de crecimiento para este año, ya han sido
recortados a la mitad.
La reacción del BCR ha sido muy tardía, débil y con errores.
Tardía, porque esa rebaja debió haberse iniciado un año atrás, o al menos ocho
meses atrás, cuando fueron nombrados los nuevos directores. Débil porque
rebajar apenas 0,25% la tasa de interés cuando la debilidad de la demanda
interna es tremenda y tenemos sectores claves paralizados por no tener a quién
vender, es insuficiente.
Con errores porque simultáneamente el BCR mantiene un tipo de
cambio real bajo, facilitando que entren las importaciones a destrozar nuestra
industria, quitando competitividad a nuestras exportaciones no tradicionales y
nuestro turismo y frenando la diversificación productiva.
Mientras tanto, tenemos como director fujimorista en el BCR a
Rafael Rey, quien no es economista y no tiene la menor idea de la política
monetaria, cobrando sus buenas “dietas” sin poder decir nada porque no sabe ni
pío del tema.
Peor es el caso del secretario general de Fuerza Popular,
José Chlimper, quien se dedica a hacer campaña política por Keiko, como su
reciente tuit nombrándola “estadista” en el colmo de la sobonería. En el BCR el
fujimorismo pone su firme aporte a que sigamos teniendo una economía sin crecer
y unas tasas de interés por los cielos.
http://diariouno.pe/columna/el-bcr-y-chlimper-habemus-estadista/
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El peligro de un gran
bache
Roberto Abusada Salah
El día de ayer se reveló, por segundo mes consecutivo, una
cifra de crecimiento económico menor al 1%, lo que explica la proyección
gubernamental del magro crecimiento que se espera para este año.
Coincidentemente, la semana pasada se hizo público que la
pobreza disminuyó solo 1,1 puntos porcentuales, luego de que el año pasado la
economía creciera 3,9%. Ciertamente con tasas de crecimiento anual promedio de
3% entre el 2014 y el 2017 no se pueden hacer avances significativos en la
disminución de la pobreza. Y de manera similar, tampoco es posible crear empleo
formal ni dotar al Estado de la recaudación que requiere para sus programas
sociales, remediar la crisis del sistema de salud pública, mejorar el nivel
educativo y aliviar la falta de infraestructura física. La solución para
cambiar este desolador panorama es una sola: aumentar fuertemente la inversión
privada y pública.
Hace menos de una década los economistas nos decían que el
crecimiento potencial de la economía peruana era del orden del 6% por año, y,
en efecto, en los 12 años que precedieron al 2014 y la desaceleración, el Perú
creció a una tasa anual promedio de 6,1% por año, lo que hizo que en dicho
período la economía duplicara su tamaño en términos reales. Hoy, sin embargo,
para que el Perú logre ese mismo resultado con las tasas actuales tendría que
transcurrir casi un cuarto de siglo.
Poco podemos hacer hoy para remediar el tremendo bache que ha
significado mantener por cuatro años una tasa menor a la mitad de lo que fue
nuestro potencial de hace diez años. Lo que sí podemos hacer es asegurarnos de
que en adelante todos los esfuerzos se concentren en recuperar un ritmo de
crecimiento como el que un país con la fortaleza macroeconómica del Perú está
en condiciones de obtener. No podemos permitir que el bache en que nos
encontramos se siga prolongando.
En nuestra región existen muchos ejemplos del desastre social
y económico que ocasionan estos largos períodos de crecimiento raquítico.
Conocemos además la causa: una mezcla de populismo y desmanejo económico.
Tenemos en la Argentina el ejemplo más dramático. En efecto, a comienzos del
siglo pasado, aparte de Inglaterra, Argentina tenía un ingreso por habitante
superior a la mayoría de los países de Europa. Desde entonces la distancia con
los países desarrollados se ha ido agrandando debido a las políticas que
inauguró Juan Domingo Perón, santo patrono de todos los populistas del mundo.
Por ello el Nobel Paul Samuelson solía referirse a este fenómeno como “el
milagro del estancamiento argentino”. En el Perú fue también un germen populista
el responsable de que el país se estancara por tres décadas. ¡El país tuvo que
esperar hasta el 2005 para recobrar el mismo ingreso por habitante que tuvo en
1975!
No cabe duda de que las restricciones para que en el Perú se
genere un salto dramático en su crecimiento no son económicas sino
institucionales y políticas. Hoy existen proyectos mineros viables que implican
inversiones por más de 21 mil millones de dólares y cuya puesta en marcha puede
generar, en seis años, un incremento en el PBI de 67 mil millones de dólares;
es decir, un tercio del tamaño actual de toda la economía peruana. Existen
también otros 20 mil millones de dólares en proyectos paralizados o de lenta
ejecución. Se tienen proyectos nuevos viables en carreteras y vías urbanas que
no requieren cofinanciamiento del Estado, además de proyectos de transporte
urbano masivo que pueden emprenderse rápidamente con asociaciones
público-privadas. La puesta en marcha de estos proyectos tiene la potencia
dinamizadora para generar un aumento enorme en la recaudación fiscal futura.
Finalmente, el Perú tiene la ventaja de tener un gran bono
demográfico que se manifiesta en los más de 250 mil jóvenes que se integran
anualmente a la fuerza laboral. Esto implica que la proporción de la población
en edad de trabajar, con relación a la compuesta por niños y adultos mayores,
estará en aumento en los próximos años. Sin embargo, ese bono demográfico se
desperdicia por la falta de creación de empleo formal que originan los baches
en el crecimiento de la economía y las carencias educativas y sanitarias de la
población. Así, al no solucionar el problema de la desaceleración, se
despilfarra el bono demográfico aumentando al mismo tiempo la tensión social
que genera el tener a millones de peruanos trabajando en empleos informales de
bajísima productividad.
En resumen, el Perú enfrenta hoy un gran reto político: salir
de la trampa del lento crecimiento e impulsar al país hacia un círculo virtuoso
de progreso. Ojalá que nuestro Congreso y el Ejecutivo unidos enfrenten con
patriotismo este reto.
http://elcomercio.pe/opinion/columnistas/peligro-gran-bache-422101
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Ese sentimiento
autoritario
Rocío Silva Santisteban
Si Alberto Fujimori sale de la Diroes, digo es un decir, ¿se
va a convertir en un discreto consejero de Fuerza Popular o intentará
recomponer sus antiguas redes para reposicionarse al interior de ese
sentimiento autoritario llamado fujimorismo? Si queda libre, digo es un decir,
¿optará por cohesionar el albertismo y el keikismo a favor de su hija mayor o,
más bien, consolidará las contradicciones para sacar provecho en favor del
engreído y benjamín de la familia? Si sale de la cárcel dorada donde se
encuentra, digo es un decir, ¿permanecerá callado con grillete en pierna y otro
simbólico en la boca o dedicará sendas horas del día a dar declaraciones en
cuanto programa de radio y televisión lo demanden en contra del gobierno, de
PPK, de los caviares y de cuanta fuerza democrática se le opuso en el camino?,
¿qué creen?
Obviamente todas las respuestas las sabemos y, por lo tanto,
también sabemos que la opción de salir o permanecer encarcelado no está
vinculada solo a la misericordia que puede provocar un viejo ex presidente
devenido en autócrata (67% de peruanos y peruanas le tienen lástima), y que se
convirtió en un criminal sentenciado debido a su acción u omisión frente a
crímenes como el asesinato de un niño de 8 años, sino también en lo que implica
para la estabilidad o desestabilidad de un gobierno que, desesperadamente,
intenta seducir a esa fuerza autoritaria sin lograrlo. Y es extraño porque en
temas económicos están absolutamente de acuerdo: son extractivistas compulsivos
y ambos le sonríen a las empresas mineras chinas, además apuestan por el mismo
tipo de desarrollo centrado en el crecimiento del PBI y en la recaudación para distribución
populista. La diferencia está en las libertades. Precisamente eso es lo que en
otros países, como Francia, diferencia a Le Pen de Macron.
Por eso mismo, sorprende que analistas avezados y muy
entendidos en la materia, califiquen de “involución” la posición de Keiko
Fujimori desde julio del 2016 a la fecha. ¿Involución? No, simplemente que la
derrota permite ver las enaguas del poder, por eso el apoyo decidido a las
marchas #ConMisHijosNoTeMetas; los gritos destemplados contra todo lo que lleve
el logo de “género”; la negativa a investigar a los pedófilos; el apoyo
decidido a los mineros ilegales; el cierre de filas contra todo lo que implique
“una memoria otra”; así como el sambenito de “terroristas” a todo lo que se
mueva en contra de ellos —Arana y Apaza son el último ejemplo—, junto con las
mil excusas frente a la corrupción y narcotráfico, es lo que caracteriza al
núcleo duro de ese sentimiento autoritario llamado fujimorismo.
El fujimorismo es un caudillismo familiar sin ideología, con
una base compleja de sentimientos e ideas retrógradas, que busca “naturalmente”
la impunidad porque tolera la autocracia y se regodea en el populismo. Nuestro
pasado histórico y nuestro presente mediático nos permiten organizar esa
ansiedad por el caudillo que nos salve como proyecto político, descartando, por
cobardía e indiferencia, una posición ciudadana autónoma que entienda la
política como agonía y acción permanente.
http://larepublica.pe/impresa/opinion/876145-ese-sentimiento-autoritario
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¿Jugando a la guerrita,
presidente?
Pedro Tenorio
Un principio elemental de supervivencia política indica que
no se debe provocar a un adversario cuya fuerza sea superior. La idea es muy
simple (usted no va a desafiar a alguien si lo más seguro es que sea derrotado,
se entiende). Sin embargo, eso es lo que viene sucediendo entre el gobierno y
el fujimorismo. No se trata de una escaramuza más entre ppkausas y la principal
fuerza de oposición, sino de un enfrentamiento que podría llegar a paralizar al
Ejecutivo y, con ello, al país.
Veamos: el tema del indulto a Alberto Fujimori, hoy en agenda
única y exclusivamente por iniciativa de PPK (“Estamos estudiando el caso”,
24/4/2017) y compañía, puso a la defensiva a Keiko Fujimori y a la mayoría que
controla en el Congreso. El fujimorismo exige “respeto”. Siente que el
Ejecutivo se lo ha faltado no una sino varias veces: cuando sobrepasó las
facultades que le fueron delegadas al gabinete Zavala, cuando voceros
oficialistas denuncian su obstruccionismo interesado –lobbies– (y a decir de la
mayoría, “es todo lo contrario”), y con la enorme controversia alrededor de una
prisión domiciliaria para Alberto Fujimori, tema fuera de las prioridades de la
bancada naranja.
“Un día aceptamos lo que nos pide Fernando Zavala, y al
siguiente nos llevan a un terreno que nos afecta al interior de Fuerza
Popular”, esgrime el fujimorismo. Así, al no tener incentivos para actuar
positivamente (desde su perspectiva), ¿por qué marchar al ritmo del gobierno?
Luego lanzan una pregunta que a nadie le convendría haber atizado: “¿Quién es la
mayoría aquí, quién debería tener la sartén por el mango?”.
En Fuerza Popular tampoco son santos y es obvio que un
gobierno no puede quedar hipotecado a los caprichos de quienes perdieron la
elección, pero cuando la política deja de lado el diálogo y la negociación,
impera la improvisación, el caos. Cecilia Chacón, de obvio predicamento
keikista, lo acaba de advertir: “No nos temblará la mano para censurar
ministros”. Todo indica que le darán “una lección” al Ejecutivo, ahora que se
avecinan las interpelaciones a los ministros Vizcarra y Basombrío.
La pregunta de fondo es si el presidente entiende la
situación que afronta. En un país duramente castigado por la naturaleza, con
una economía que no solo no se recupera sino que no reacciona, y con serios estragos
morales como consecuencia de Lava Jato y de la corrupción que comienza a ser
desvelada, necesita replantear su relacionamiento con la oposición a la luz de
estos factores, estableciendo una agenda de trabajo conjunto –sí, es
imprescindible–, sin descuidar las tareas de reconstrucción. Seguir jugando a
la guerrita solo augura un suicidio político colectivo.
http://elcomercio.pe/opinion/rincon-del-autor/jugando-guerrita-presidente-420297
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La desaparición de los
hechos
César Lévano
A muchos ciudadanos nos asombra la facilidad con que Alan
García se pasea por prensa, televisión y radio presentándose como inocente de
toda culpa en metálico. El domingo vi cómo García se encrespaba, se indignaba
cuando un periodista joven le formulaba preguntas incómodas para él. García me
recordó a Alberto Fujimori gritando: “¡Soy inocente!”. Igual impresión causan
Ollanta Humala y Nadine Heredia, que hasta ahora no expresan en qué y en cuáles
fechas invirtieron los tres millones de dólares que Odebrecht les envió.
El cinismo es una enfermedad profesional de los gobernantes
del Perú.
Lo que más preocupa es la actitud cómplice del periodismo
frente a esa táctica. Justo cuando reflexionaba sobre esta conducta, que ya
Manuel González Prada fustigó para siempre, me ha llegado desde Europa un libro
extraordinario sobre la prensa italiana: La scomparsa dei fatti (La
desaparición de los hechos).
El irónico subtítulo es: “Se ruega eliminar las noticias para
no perturbar las opiniones”. El autor es Marco Travaglio, ese gran periodista y
autor de varios libros sobre el tema, que escribe en los diarios Reppublica y
L’Unità. La edición es de Il Saggiatore y está fechada en Milán, 2016.
He aquí algunos párrafos de ese libro vasta y hondamente
documentado: que nos hacen pensar y comparar:
“Hay quien esconde los hechos porque no los conoce, es ignorante,
impreparado, descuidado, y no tiene deseos de estudiar, de informarse, de
ponerse al día.
“Hay quien esconde los hechos porque tiene miedo de las
querellas, los procesos civiles, de las demandas de indemnización millonaria,
que ponen en peligro los sueldos y atraen la ira del editor, perforado por
pagos a abogados para algunos ganapanes en la redacción.
“Hay quien esconde los hechos porque de otra manera no lo
invitan más a ciertos salones, donde se encuentran siempre líderes de derecha y
líderes de izquierda, controladores y controlados, policías y ladrones, putas y
cardenales, príncipes y revolucionarios, fascistas y exluchadores, donde todos
son amigos de todos y es mejor no descontentar a nadie.
“Hay quien esconde los hechos también a sí mismo porque teme
tener que cambiar de opinión.
“Hay quien esconde los hechos porque ha nacido siervo y, como
decía Víctor Hugo, ‘hay gente que pagaría por venderse’”.
En los Estados Unidos, el magnate de la prensa Rupert Murdoch
recomendó a su equipo: hay que preferir las opiniones a los hechos. Los hechos
pueden ser refutados; las opiniones son libres.
http://diariouno.pe/columna/la-desaparicion-de-los-hechos/
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