martes, 16 de mayo de 2017

OPINIONES 16/05/2017


¿Aló, PPK? - Luis Davelouis
Barreras contra la democracia - Nelson Manrique
El BCR y Chlimper “habemus estadista” - Pedro Francke
El peligro de un gran bache - Roberto Abusada Salah
Ese sentimiento autoritario - Rocío Silva Santisteban
¿Jugando a la guerrita, presidente? - Pedro Tenorio
La desaparición de los hechos - César Lévano
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¿Aló, PPK?

Luis Davelouis


Es una gran idea que el presidente de la República tenga un canal de comunicación directa con la ciudadanía. No, no está imitando a Chávez o a Maduro. En todo caso, estaría imitando a Franklin D. Roosevelt y sus “charlas junto a la chimenea”. Es una gran idea que el primer representante del Estado se acerque a la gente de forma que no parezca que va a anunciar otro shock como el que Fujimori dijo que no iba a hacer o que va a disolver el Congreso.

A diferencia de lo que piensan algunos críticos, acercar al presidente a la gente en un espacio que no es tradicionalmente el suyo no lo banaliza, sino que lo humaniza y le da al público la sensación de que le están rindiendo cuentas… aunque PPK entreviste a un maniquí. Y ese es el peligro grande de hacer algo como esto: el riesgo de fallar es enorme.

PPK habla mal. Es rústico, simpático; sí, pero no es rápido y su “chispa” no es vendible en un país que disfruta mucho la chanza veloz, los tortazos en la cara y los “chistes” de maricones. Además, sin importar el tamaño del problema, será imposible que PPK se haga el desentendido y no se refiera a aquel en un espacio regular como este. Y si lo hace, sería nefasto. El otro riesgo es la sobreexposición: le pasó a García. Dos veces. Y él sí habla. Otro: cuando el invitado de PPK sea tan o más aburrido que él pero es alguien que tiene algo importante que decir, necesitan otro invitado que sea el que se encargue de hacer realmente la entrevista. Y que no se note que PPK solo manda a la pausa.

Finalmente: ¿la producción la hace el canal del Estado o se contrata a un privado con plata del Estado? Espero que se den cuenta de la enorme diferencia que eso hará para los críticos. Que no son pocos y algunos tienen razón.


http://peru21.pe/opinion/luis-davelouis-alo-ppk-2281790

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Barreras contra la democracia

Nelson Manrique       

Esta semana debe debatirse en el Parlamento la reforma del sistema electoral. Lo que allí se decida tendrá vastas consecuencias.

La Constitución califica como nulo y punible todo acto que prohíba o limite el ejercicio de sus derechos a los ciudadanos. Reconoce el derecho de estos a ejercerlos individualmente o a través de organizaciones políticas, como partidos, movimientos o alianzas, que “concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular”. Señala que estas deben tener inscripción en el registro correspondiente y encomienda al Estado la tarea de asegurar el funcionamiento democrático de los partidos políticos y la transparencia en cuanto al origen de sus recursos económicos.

Un problema de partida es asegurar que las organizaciones políticas que solicitan la inscripción existen realmente. En el Perú se plantea como prueba que las organizaciones presenten un determinado número de firmas, inicialmente 40,000, que fueron siendo elevadas hasta llegar a 733,716, el 4% de los ciudadanos inscritos en el padrón electoral. En general, las organizaciones que tienen inscripción electoral están por mantener este sistema, que, aseguran, evita la dispersión y la falta de organicidad de los partidos y previene taras como el transfuguismo. El problema es que en 40 años el sistema no ha funcionado y los problemas señalados no se han resuelto.

En realidad poner una barrera de inscripción inalcanzable hoy tiene como objetivo principal bloquear el acceso al sistema electoral a los políticos que mayor respaldo tienen de los ciudadanos: Verónica Mendoza y Julio Guzmán, que alcanzan 29% y 30% de respaldo, según la encuesta publicada por Ipsos el domingo. Vetarlos sería anular el derecho de más de la mitad de la población de elegir al representante de su preferencia.

El sistema vigente perpetúa la existencia de organizaciones fantasmas, que en muchos casos no tienen existencia real pero tienen inscripción, lo cual les permite ofrecerse como “vientre de alquiler” a organizaciones que tienen adherentes pero no tienen la inscripción legal. Se pervierte así cada vez más el sistema de representación.

Según los especialistas, para obtener 733,716 firmas válidas es necesario presentar 2 millones. Encima se debe pagar S/ 0.88 por la verificación de cada firma adicional (un pago que hasta las elecciones del 2006 era de S/ 0.10). Así, la inscripción queda reservada a las organizaciones que tienen mucho dinero o que lo obtienen vendiendo sus favores con la promesa de que van a pagar a sus financistas con el acceso a los recursos del erario público, así que lleguen al poder. Este es uno de los caminos más seguros para la penetración de la corrupción. Odebrecht montó su sistema de sobornos principalmente a través del financiamiento de las campañas de políticos que aspiraban al poder.

El 4% de firmas del padrón electoral que se exige en el Perú no tiene parangón en la región. En Colombia y en Ecuador se pide el 1.5% del padrón. En la última elección presidencial en Chile bastaban 18,500 firmas, equivalentes al 0.5% de los electores que votaron en la última elección. En Francia se piden 500 firmas de autoridades, alcaldes, personalidades y funcionarios (los “electores calificados”) para inscribir un partido.

¿Puede el sistema vigente demostrar la existencia de un partido? Fernando Tuesta, nuestro mejor especialista en cuestiones electorales y expresidente de la ONPE, responde rotundamente que no. Las firmas que las organizaciones entregan para inscribirse deberían ser validadas por un perito grafólogo, pero eso supone tiempo y dinero. Con 2 millones de firmas que cada organización debería presentar, no hay cómo hacerlo en un tiempo prudencial y a costos razonables. Hoy, si una firma presentada se parece a la registrada en la Reniec se la declara “válida”, que es una manera de eludir pronunciarse sobre si es verdadera o falsa. El sistema no sirve, pero en cambio ha creado un próspero mercado negro de falsificación de firmas.

¿Qué hacer? Tuesta plantea, y concuerdo con él, que debiera suprimirse el requisito de las firmas porque no sirve. Tuesta propone algunas alternativas perfectamente viables y más efectivas: por ejemplo, establecer una cantidad de militantes identificados biométricamente. O que los partidos convoquen a elecciones internas simultáneas y abiertas, organizadas por los organismos electorales, con una participación de una cantidad razonable de electores para probar que verdaderamente existen. Otra posibilidad es cambiar la “barrera de acceso” por una “barrera de permanencia”: que las organizaciones políticas demuestren su existencia a través del respaldo que les otorguen los electores.

Suprimir el requisito de las firmas es el primer paso imprescindible para “sincerar” nuestro sistema electoral y para permitir que sirva a la democracia, en lugar de burlarla.



http://larepublica.pe/impresa/opinion/876146-barreras-contra-la-democracia

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El BCR y Chlimper “habemus estadista”

Pedro Francke


El Banco Central de Reserva decidió, la semana pasada, rebajar en apenas 0,25% la tasa de interés de referencia. Muy poco y muy tarde.

Como hemos insistido desde esta columna, la economía peruana, en especial la industria, la agricultura y la construcción, atraviesan por un mal momento. Ya estaban sin crecer desde hace más de un año, por lo que desde la izquierda propusimos en la campaña pasada un cambio de política económica que redujera tasas de interés, diera un fuerte impulso a las obras públicas, elevara los salarios y promoviera la diversificación de la economía.

Nada de eso se ha hecho y las consecuencias están ahí: una economía que, si no fuera porque se ha adelantado la pesca este año, tendría crecimiento cero en marzo. Los pronósticos superoptimistas que siempre comparten en la misma línea el BCR, el MEF, y los bancos locales que a fines del año pasado hablaban de 4,8% de crecimiento para este año, ya han sido recortados a la mitad.

La reacción del BCR ha sido muy tardía, débil y con errores. Tardía, porque esa rebaja debió haberse iniciado un año atrás, o al menos ocho meses atrás, cuando fueron nombrados los nuevos directores. Débil porque rebajar apenas 0,25% la tasa de interés cuando la debilidad de la demanda interna es tremenda y tenemos sectores claves paralizados por no tener a quién vender, es insuficiente.

Con errores porque simultáneamente el BCR mantiene un tipo de cambio real bajo, facilitando que entren las importaciones a destrozar nuestra industria, quitando competitividad a nuestras exportaciones no tradicionales y nuestro turismo y frenando la diversificación productiva.

Mientras tanto, tenemos como director fujimorista en el BCR a Rafael Rey, quien no es economista y no tiene la menor idea de la política monetaria, cobrando sus buenas “dietas” sin poder decir nada porque no sabe ni pío del tema.

Peor es el caso del secretario general de Fuerza Popular, José Chlimper, quien se dedica a hacer campaña política por Keiko, como su reciente tuit nombrándola “estadista” en el colmo de la sobonería. En el BCR el fujimorismo pone su firme aporte a que sigamos teniendo una economía sin crecer y unas tasas de interés por los cielos.


http://diariouno.pe/columna/el-bcr-y-chlimper-habemus-estadista/


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El peligro de un gran bache

Roberto Abusada Salah


El día de ayer se reveló, por segundo mes consecutivo, una cifra de crecimiento económico menor al 1%, lo que explica la proyección gubernamental del magro crecimiento que se espera para este año.

Coincidentemente, la semana pasada se hizo público que la pobreza disminuyó solo 1,1 puntos porcentuales, luego de que el año pasado la economía creciera 3,9%. Ciertamente con tasas de crecimiento anual promedio de 3% entre el 2014 y el 2017 no se pueden hacer avances significativos en la disminución de la pobreza. Y de manera similar, tampoco es posible crear empleo formal ni dotar al Estado de la recaudación que requiere para sus programas sociales, remediar la crisis del sistema de salud pública, mejorar el nivel educativo y aliviar la falta de infraestructura física. La solución para cambiar este desolador panorama es una sola: aumentar fuertemente la inversión privada y pública.

Hace menos de una década los economistas nos decían que el crecimiento potencial de la economía peruana era del orden del 6% por año, y, en efecto, en los 12 años que precedieron al 2014 y la desaceleración, el Perú creció a una tasa anual promedio de 6,1% por año, lo que hizo que en dicho período la economía duplicara su tamaño en términos reales. Hoy, sin embargo, para que el Perú logre ese mismo resultado con las tasas actuales tendría que transcurrir casi un cuarto de siglo.

Poco podemos hacer hoy para remediar el tremendo bache que ha significado mantener por cuatro años una tasa menor a la mitad de lo que fue nuestro potencial de hace diez años. Lo que sí podemos hacer es asegurarnos de que en adelante todos los esfuerzos se concentren en recuperar un ritmo de crecimiento como el que un país con la fortaleza macroeconómica del Perú está en condiciones de obtener. No podemos permitir que el bache en que nos encontramos se siga prolongando.

En nuestra región existen muchos ejemplos del desastre social y económico que ocasionan estos largos períodos de crecimiento raquítico. Conocemos además la causa: una mezcla de populismo y desmanejo económico. Tenemos en la Argentina el ejemplo más dramático. En efecto, a comienzos del siglo pasado, aparte de Inglaterra, Argentina tenía un ingreso por habitante superior a la mayoría de los países de Europa. Desde entonces la distancia con los países desarrollados se ha ido agrandando debido a las políticas que inauguró Juan Domingo Perón, santo patrono de todos los populistas del mundo. Por ello el Nobel Paul Samuelson solía referirse a este fenómeno como “el milagro del estancamiento argentino”. En el Perú fue también un germen populista el responsable de que el país se estancara por tres décadas. ¡El país tuvo que esperar hasta el 2005 para recobrar el mismo ingreso por habitante que tuvo en 1975!

No cabe duda de que las restricciones para que en el Perú se genere un salto dramático en su crecimiento no son económicas sino institucionales y políticas. Hoy existen proyectos mineros viables que implican inversiones por más de 21 mil millones de dólares y cuya puesta en marcha puede generar, en seis años, un incremento en el PBI de 67 mil millones de dólares; es decir, un tercio del tamaño actual de toda la economía peruana. Existen también otros 20 mil millones de dólares en proyectos paralizados o de lenta ejecución. Se tienen proyectos nuevos viables en carreteras y vías urbanas que no requieren cofinanciamiento del Estado, además de proyectos de transporte urbano masivo que pueden emprenderse rápidamente con asociaciones público-privadas. La puesta en marcha de estos proyectos tiene la potencia dinamizadora para generar un aumento enorme en la recaudación fiscal futura.

Finalmente, el Perú tiene la ventaja de tener un gran bono demográfico que se manifiesta en los más de 250 mil jóvenes que se integran anualmente a la fuerza laboral. Esto implica que la proporción de la población en edad de trabajar, con relación a la compuesta por niños y adultos mayores, estará en aumento en los próximos años. Sin embargo, ese bono demográfico se desperdicia por la falta de creación de empleo formal que originan los baches en el crecimiento de la economía y las carencias educativas y sanitarias de la población. Así, al no solucionar el problema de la desaceleración, se despilfarra el bono demográfico aumentando al mismo tiempo la tensión social que genera el tener a millones de peruanos trabajando en empleos informales de bajísima productividad.

En resumen, el Perú enfrenta hoy un gran reto político: salir de la trampa del lento crecimiento e impulsar al país hacia un círculo virtuoso de progreso. Ojalá que nuestro Congreso y el Ejecutivo unidos enfrenten con patriotismo este reto.


http://elcomercio.pe/opinion/columnistas/peligro-gran-bache-422101


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Ese sentimiento autoritario

Rocío Silva Santisteban      


Si Alberto Fujimori sale de la Diroes, digo es un decir, ¿se va a convertir en un discreto consejero de Fuerza Popular o intentará recomponer sus antiguas redes para reposicionarse al interior de ese sentimiento autoritario llamado fujimorismo? Si queda libre, digo es un decir, ¿optará por cohesionar el albertismo y el keikismo a favor de su hija mayor o, más bien, consolidará las contradicciones para sacar provecho en favor del engreído y benjamín de la familia? Si sale de la cárcel dorada donde se encuentra, digo es un decir, ¿permanecerá callado con grillete en pierna y otro simbólico en la boca o dedicará sendas horas del día a dar declaraciones en cuanto programa de radio y televisión lo demanden en contra del gobierno, de PPK, de los caviares y de cuanta fuerza democrática se le opuso en el camino?, ¿qué creen?

Obviamente todas las respuestas las sabemos y, por lo tanto, también sabemos que la opción de salir o permanecer encarcelado no está vinculada solo a la misericordia que puede provocar un viejo ex presidente devenido en autócrata (67% de peruanos y peruanas le tienen lástima), y que se convirtió en un criminal sentenciado debido a su acción u omisión frente a crímenes como el asesinato de un niño de 8 años, sino también en lo que implica para la estabilidad o desestabilidad de un gobierno que, desesperadamente, intenta seducir a esa fuerza autoritaria sin lograrlo. Y es extraño porque en temas económicos están absolutamente de acuerdo: son extractivistas compulsivos y ambos le sonríen a las empresas mineras chinas, además apuestan por el mismo tipo de desarrollo centrado en el crecimiento del PBI y en la recaudación para distribución populista. La diferencia está en las libertades. Precisamente eso es lo que en otros países, como Francia, diferencia a Le Pen de Macron.

Por eso mismo, sorprende que analistas avezados y muy entendidos en la materia, califiquen de “involución” la posición de Keiko Fujimori desde julio del 2016 a la fecha. ¿Involución? No, simplemente que la derrota permite ver las enaguas del poder, por eso el apoyo decidido a las marchas #ConMisHijosNoTeMetas; los gritos destemplados contra todo lo que lleve el logo de “género”; la negativa a investigar a los pedófilos; el apoyo decidido a los mineros ilegales; el cierre de filas contra todo lo que implique “una memoria otra”; así como el sambenito de “terroristas” a todo lo que se mueva en contra de ellos —Arana y Apaza son el último ejemplo—, junto con las mil excusas frente a la corrupción y narcotráfico, es lo que caracteriza al núcleo duro de ese sentimiento autoritario llamado fujimorismo.

El fujimorismo es un caudillismo familiar sin ideología, con una base compleja de sentimientos e ideas retrógradas, que busca “naturalmente” la impunidad porque tolera la autocracia y se regodea en el populismo. Nuestro pasado histórico y nuestro presente mediático nos permiten organizar esa ansiedad por el caudillo que nos salve como proyecto político, descartando, por cobardía e indiferencia, una posición ciudadana autónoma que entienda la política como agonía y acción permanente.


http://larepublica.pe/impresa/opinion/876145-ese-sentimiento-autoritario

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¿Jugando a la guerrita, presidente?

Pedro Tenorio


Un principio elemental de supervivencia política indica que no se debe provocar a un adversario cuya fuerza sea superior. La idea es muy simple (usted no va a desafiar a alguien si lo más seguro es que sea derrotado, se entiende). Sin embargo, eso es lo que viene sucediendo entre el gobierno y el fujimorismo. No se trata de una escaramuza más entre ppkausas y la principal fuerza de oposición, sino de un enfrentamiento que podría llegar a paralizar al Ejecutivo y, con ello, al país.

Veamos: el tema del indulto a Alberto Fujimori, hoy en agenda única y exclusivamente por iniciativa de PPK (“Estamos estudiando el caso”, 24/4/2017) y compañía, puso a la defensiva a Keiko Fujimori y a la mayoría que controla en el Congreso. El fujimorismo exige “respeto”. Siente que el Ejecutivo se lo ha faltado no una sino varias veces: cuando sobrepasó las facultades que le fueron delegadas al gabinete Zavala, cuando voceros oficialistas denuncian su obstruccionismo interesado –lobbies– (y a decir de la mayoría, “es todo lo contrario”), y con la enorme controversia alrededor de una prisión domiciliaria para Alberto Fujimori, tema fuera de las prioridades de la bancada naranja.

“Un día aceptamos lo que nos pide Fernando Zavala, y al siguiente nos llevan a un terreno que nos afecta al interior de Fuerza Popular”, esgrime el fujimorismo. Así, al no tener incentivos para actuar positivamente (desde su perspectiva), ¿por qué marchar al ritmo del gobierno? Luego lanzan una pregunta que a nadie le convendría haber atizado: “¿Quién es la mayoría aquí, quién debería tener la sartén por el mango?”.

En Fuerza Popular tampoco son santos y es obvio que un gobierno no puede quedar hipotecado a los caprichos de quienes perdieron la elección, pero cuando la política deja de lado el diálogo y la negociación, impera la improvisación, el caos. Cecilia Chacón, de obvio predicamento keikista, lo acaba de advertir: “No nos temblará la mano para censurar ministros”. Todo indica que le darán “una lección” al Ejecutivo, ahora que se avecinan las interpelaciones a los ministros Vizcarra y Basombrío.

La pregunta de fondo es si el presidente entiende la situación que afronta. En un país duramente castigado por la naturaleza, con una economía que no solo no se recupera sino que no reacciona, y con serios estragos morales como consecuencia de Lava Jato y de la corrupción que comienza a ser desvelada, necesita replantear su relacionamiento con la oposición a la luz de estos factores, estableciendo una agenda de trabajo conjunto –sí, es imprescindible–, sin descuidar las tareas de reconstrucción. Seguir jugando a la guerrita solo augura un suicidio político colectivo.


http://elcomercio.pe/opinion/rincon-del-autor/jugando-guerrita-presidente-420297

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La desaparición de los hechos

César Lévano

A muchos ciudadanos nos asombra la facilidad con que Alan García se pasea por prensa, televisión y radio presentándose como inocente de toda culpa en metálico. El domingo vi cómo García se encrespaba, se indignaba cuando un periodista joven le formulaba preguntas incómodas para él. García me recordó a Alberto Fujimori gritando: “¡Soy inocente!”. Igual impresión causan Ollanta Humala y Nadine Heredia, que hasta ahora no expresan en qué y en cuáles fechas invirtieron los tres millones de dólares que Odebrecht les envió.

El cinismo es una enfermedad profesional de los gobernantes del Perú.

Lo que más preocupa es la actitud cómplice del periodismo frente a esa táctica. Justo cuando reflexionaba sobre esta conducta, que ya Manuel González Prada fustigó para siempre, me ha llegado desde Europa un libro extraordinario sobre la prensa italiana: La scomparsa dei fatti (La desaparición de los hechos).

El irónico subtítulo es: “Se ruega eliminar las noticias para no perturbar las opiniones”. El autor es Marco Travaglio, ese gran periodista y autor de varios libros sobre el tema, que escribe en los diarios Reppublica y L’Unità. La edición es de Il Saggiatore y está fechada en Milán, 2016.

He aquí algunos párrafos de ese libro vasta y hondamente documentado: que nos hacen pensar y comparar:

“Hay quien esconde los hechos porque no los conoce, es ignorante, impreparado, descuidado, y no tiene deseos de estudiar, de informarse, de ponerse al día.

“Hay quien esconde los hechos porque tiene miedo de las querellas, los procesos civiles, de las demandas de indemnización millonaria, que ponen en peligro los sueldos y atraen la ira del editor, perforado por pagos a abogados para algunos ganapanes en la redacción.

“Hay quien esconde los hechos porque de otra manera no lo invitan más a ciertos salones, donde se encuentran siempre líderes de derecha y líderes de izquierda, controladores y controlados, policías y ladrones, putas y cardenales, príncipes y revolucionarios, fascistas y exluchadores, donde todos son amigos de todos y es mejor no descontentar a nadie.

“Hay quien esconde los hechos también a sí mismo porque teme tener que cambiar de opinión.

“Hay quien esconde los hechos porque ha nacido siervo y, como decía Víctor Hugo, ‘hay gente que pagaría por venderse’”.

En los Estados Unidos, el magnate de la prensa Rupert Murdoch recomendó a su equipo: hay que preferir las opiniones a los hechos. Los hechos pueden ser refutados; las opiniones son libres.



http://diariouno.pe/columna/la-desaparicion-de-los-hechos/


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