¿A qué apunta la calumnia? - Nicolás Lynch
Derechos a la mínima expresión - Alejandra Dinegro Martínez
La vida de los otros - Augusto Álvarez Rodrich
Odebrecht en un mes - Raúl Tola
Recaída mototaxi - Mirko Lauer
Regresar al Japón, 2017 - Luis Millones
Son girones de una bandera en derrota (Venezuela) - El Cayapo
Un testigo profesional - Carlos Meléndez
¿Y en qué vamos a trabajar? - Alfredo Bullard
Sigan a su chiflado presidente - Robert Fisk
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¿A qué apunta la
calumnia?
Nicolás Lynch
La noche del domingo 30 de abril, en el programa Cuarto Poder
se incluyeron los nombres e imágenes de Alberto Adrianzén y las mías, así como
el contenido de una conversación telefónica que no evidenciaba ningún delito,
en un reportaje donde se hablaba de terrorismo, narcotráfico, guerra sucia y
compra de testigos. No es la primera vez que un medio vinculado al grupo El
Comercio me calumnia, lo hizo ya el 2010 y el 2012.
Me ha sorprendido, sin embargo, la hechura del reportaje.
Juntan a dos personas de izquierda con un conjunto de implicados en delitos
graves, algunos de lesa humanidad, con el objetivo claro de que por simple
asociación todos terminemos en el mismo saco. Es decir, el pretendido preludio
de nuestra liquidación política.
¿Cuál es la historia detrás del tinglado? Hacernos aparecer
en algún esquema de financiamiento ilegal de la política. Pero, ¿qué pasó en
realidad? En mi caso, como candidato al Congreso por Lima de Gana Perú,
presenté cuentas a la ONPE de mis ingresos y gastos de la campaña personal por
el voto preferencial. Además, absolví satisfactoriamente y en el plazo legal
una observación que me hizo la misma ONPE por no haber declarado —no sabía que
tenía que hacerlo ya que entendí que solo el partido debía consignarlo— un
aporte de cinco mil soles que hice a la campaña del nacionalismo. Todo esto es
información pública que tiene la autoridad electoral desde abril de 2011 y que
el equipo de Cuarto Poder debió consultar.
Lo que sucede es que la derecha está desesperada ante el
vendaval de denuncias de corrupción. En pocas semanas, además, se harán
públicas, por parte de la fiscalía brasileña, las delaciones premiadas hechas
meses atrás por los directivos y funcionarios de Odebrecht. En este escenario
se dan cuenta de que se les hunde la clase política y con ella muy
probablemente el régimen que administran. Ante esa posibilidad están decidiendo
a quién salvar y Alan García quisiera ser el “amigo elegido” de los poderes
fácticos. La estrategia entonces sería terminar de enlodar a Ollanta Humala,
que nunca tuvo dedos de organista, para salvar al elegido y con él
supuestamente a esta democracia.
Pero en este despliegue debe haber un daño colateral, como ha
dicho un editorial de El Comercio el mismo domingo 30. Este “colateral” somos
los izquierdistas que apoyamos el 2011 el programa de la Gran Transformación.
La historia es harto conocida, Humala usó el programa y el apoyo para llegar al
gobierno y luego se entregó a los poderes de siempre, siendo tildado por la
izquierda como traidor. La derecha y sus medios ocultaron este viraje y han
tratado de convertir la venalidad en virtud usando a Humala hasta donde fuera
posible, pero denostando siempre de quienes tuvimos el coraje de levantar las
justas banderas de la transformación.
En este escenario, sin embargo, vuelve a tener extraordinaria
actualidad la propuesta central que hemos planteado todos estos años: una nueva
Constitución que nos lleve a un nueva República. Esta es la única manera de
extirpar de raíz el cáncer de la corrupción y establecer una comunidad política
que tenga como objetivo no el despojo sino el bienestar de los peruanos.
http://larepublica.pe/impresa/opinion/872738-que-apunta-la-calumnia
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Derechos a la mínima
expresión
Alejandra Dinegro
Martínez
Entre gallos de medianoche, el aparato numérico del
Fujimorismo logró la derogación del Decreto Legislativo 1323, propuesta por el
Ejecutivo, el cual agravaba las penas para los crímenes de odio y la violencia
de género. Sin duda, esta derogación es un duro golpe a la lucha, que vienen
dando diversas organizaciones sociales, contra los tipificados crímenes de
odio.
En días anteriores, los trabajadores de todo el país se
movilizaron para conmemorar el Día Internacional del Trabajo, en medio de una
gran campaña empresarial-mediática por la apresurada reforma laboral que el
Ejecutivo y la Confiep, vienen preparando para presentarla el 28 de julio, en
mensaje a la nación. La CGTP y las otras centrales sindicales han considerado
oportuna la decisión de no asistir al Consejo Nacional del Trabajo, por ser
este el espacio que no ha fortalecido ni respetado el diálogo social, sino todo
lo contrario, tal es el caso de la presentación del Proyecto Laboral Juvenil
del Ejecutivo, que no ha sido discutido previamente en el CNT. ¿De qué
fortalecimiento del diálogo puede hablar el Ejecutivo y el Ministerio de
Trabajo?
Así mismo, nuevamente el Fujimorismo y la Bancada oficialista
se alinearon para aprobar una nueva ley de reforma constitucional que avanza a
convertirse en una herramienta de un Estado represivo y autoritario. Sin duda,
hay opiniones diversas en este punto y en el cómo se dieron los debates, pero
el tema de fondo es que nuevamente nos quieren vender gato por liebre y no
quieren afrontar el tema de fondo: los grandes grupos criminales vinculados al
narcotráfico, lavado de activos, entre otros, que se verán beneficiados estratosféricamente
mientras ciudadanos de a pie, estudiantes, trabajadores, dirigentes sindicales,
sociales y más, alcen su voz de protesta y se vean afectados por la “extensión”
que la norma permite. Tal y como está esa norma no es aceptable.
Merece hacer un alto desde las fuerzas progresistas y tener
una evaluación del como se viene desarrollando la agenda social y política. El
Fujimorismo negocia a su antojo con el Ejecutivo sus leguleyadas, aislando la
agenda de la ciudadanía que rechaza la flexibilización laboral, que expone sus
vidas por la defensa de sus derechos humanos, y que a través de las calles ha
conseguido poner en Agenda Nacional los grandes temas que el país en su
conjunto reclama.
http://diariouno.pe/columna/derechos-a-la-minima-expresion/
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La vida de los otros
Augusto Álvarez Rodrich
El reglaje y el chuponeo son delitos que producen
sentimientos encontrados en la víctima: a nadie le gusta que se sepa de su
intimidad, pero se alcanza un aroma de importancia misteriosa pues muchos
asumen que es alguien cuya intimidad incluye asuntos tan importantes que otros
pueden hasta pagar por saberlos.
Quienes tienen pocos secretos por esconder estarán encantados
de aparecer en esas listas VIP de chuponeados, mientras que aquellos cuya
privacidad sea de algún modo ‘intensa’ sentirán más desagrado al enterarse de
que han sido espiados.
El ministro Jorge Nieto ha denunciado que está siendo reglado
y, de alguna manera, apuntó al propio gobierno: “Hay remanentes del pasado en todos
los ministerios del Perú, y esos restos de las mafias siguen medrando del
presupuesto nacional”.
Eso ocurrió en el contexto de la ‘denuncia’ a la secretaria
general del Mindef, María Ferruzo, por usar un vehículo del ministerio para ir
a una peluquería, un hecho, la verdad irrelevante para alguien que ocupa un
puesto de confianza y que debe trabajar mucho más que las horas regulares, pero
que suele ser efectista ante la audiencia y ese coliseo romano que es el
parlamento peruano.
Lo curioso es que, ante la denuncia de Nieto, el ministro
Carlos Basombrío saltó como un resorte para decir que Interior no hace esas
cosas, y el premier Fernando Zavala puso la puntería en agencias privadas.
Más curioso aún es que el congresista fujimorista Carlos
Tubino haya descartado esa posibilidad preguntándose quién iba a pagar tanto
dinero por hacer eses trabajo, olvidando que entre los chuponeadores más
recordados está ese grupo de marinos en retiro agrupados en la empresa Business
Track que alcanzó triste celebridad con los ‘petroaudios’.
El chuponeo existe y anda –como siempre– viento en popa en el
Perú, aunque casi nunca se llegue a conocer al criminal, lo cual no impide
especular con quién podría ser este.
La hipótesis de que se chuponeen entre miembros del gabinete
por los rumores de pugnas entre ellos es, la verdad, poco creíble.
Siempre en el ámbito de la especulación, la respuesta más
probable –cree esta columna– es que sean empresas privadas interesadas en la
actividad profesional y personal del chuponeado las que contraten el servicio.
No por gusto los ministros de Defensa suelen ser los más chuponeados, pues sus
despachos manejan grandes recursos y siempre hay tiburones acechando para ver
cómo lucrar con información privilegiada, incluyendo hasta el chantaje.
http://larepublica.pe/impresa/opinion/872739-la-vida-de-los-otros
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Odebrecht en un mes
Raúl Tola
Esta semana comienzan a jugarse los descuentos de la
investigación a Odebrecht, la empresa brasileña que montó una vertiginosa trama
de sobornos en la concesión de obras públicas, que ha remecido los cimientos de
la clase política y empresarial de América Latina. Protagonista principal del
caso Lava Jato, la constructora tenía operaciones en 28 países y ha debido
pagar la mayor multa impuesta a una compañía acusada de corrupta: 3.500
millones de dólares.
La madeja de esta historia comenzó a desenredarse cuando
Marcelo Odebrecht, uno de los empresarios más poderosos del Brasil, fue
arrestado en su mansión de São Paulo. Aunque al comienzo se resistió, terminó
confesando sus delitos, a cambio de una rebaja de diez años de su condena.
Junto con él, otros 77 altos funcionarios de la empresa intercambiaron
información por condenas menos onerosas. Con buen tino, la prensa brasileña las
bautizó como la «confesión del fin del mundo».
El contenido de estas declaraciones ha sido la información
más apetecida por los muchos periodistas de todos los países que se vieron
afectados por los manejos turbios de Odebrecht. Poco se ha sabido hasta ahora,
pues se encuentran protegidas por el secreto de sumario, pensado para facilitar
el trabajo de los fiscales y jueces latinoamericanos. Pero aquello que ha visto
la luz ha tenido el efecto de un cataclismo.
Lo vivido no será nada comparado con lo que se viene. Porque
de acuerdo con los cronogramas de la justicia brasileña, la «confesión del fin
del mundo» comenzará a hacerse pública dentro de un mes, a partir del primero
de junio.
Esto no quiere decir que de un día para otro conoceremos la
lista íntegra de los corruptos latinoamericanos asociados a Odebrecht, con el
detalle de sus delitos. Como es lógico, se espera que las primeras
informaciones tengan que ver exclusivamente con el Brasil, y paulatinamente
comience a desclasificarse lo concerniente a los demás países, entre ellos el
Perú.
Solo podemos imaginar el alcance que tendrá este desembalse
de revelaciones y señalamientos. Odebrecht opera desde hace años en nuestro
país y ha tenido negocios con gobiernos centrales, municipales y regionales de
todo el espectro político, como lo demuestran la orden de detención contra
Alejandro Toledo o las evidencias de millonarios pagos para la campaña
presidencial de Ollanta Humala. Dudo que sean una mera coincidencia las
revelaciones más recientes, como la aparición de las iniciales «AG» en un
informe policial sobre las agendas electrónicas de Marcelo Odebrecht, la
confirmación de que tres procesados declararon que la intervención de Alan
García resultó clave para sacar adelante sus negocios o que las planillas del
Departamento de Operaciones Estructuradas —la oficina que administraba los
sobornos de Odebrecht— incluyen anotaciones de dineros entregados a la
municipalidad de Lima, cuando Susana Villarán era alcaldesa.
Puede que tarden un poco más de lo previsto, pero conviene
que nos vayamos preparando. Como pasó con los vladivideos, la política y el
empresariado peruano no serán los mismos luego de la «confesión del fin del
mundo». Ojalá sepamos estar a la altura.
http://larepublica.pe/impresa/opinion/872737-odebrecht-en-un-mes
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Recaída mototaxi
Mirko Lauer
Las lluvias y huaycos en el norte, el repunte de PPK en las
encuestas y el súbito crecimiento del fenómeno Kenji aquietaron a parte del
mototaxi keikista por unas pocas semanas. Ahora vuelve para reclamar el terreno
perdido, con nuevas iniciativas de interpelación, más proyectos de ley
perjudiciales, y renovada agresividad de sus voceros periodísticos y
antiperiodísticos.
La clave de la desazón en el mototaxi es la pérdida de peso
de Keiko Fujimori dentro y fuera de Fuerza Popular. Adentro es el desafío del
hermano Kenji, y en eso lo del DL 1323 parece una derogatoria con nombre propio
político. Afuera ha aparecido una derecha que no ve a la ex candidata y a su
gente como buenas cartas para el 2021.
Pero quizás el primer impulso del mototaxi no se agotó solo
por Kenji o por el Niño costero, sino también por la dinámica interna de su
bullying al gobierno y a las minorías del Congreso. En los planes de FP el
gobierno puede ser debilitado, pero no realmente paralizado o destruido. La
fuerza de FP no puede ser llevada a un punto de no retorno.
No han encontrado, o no han querido encontrar, una
alternativa al agresivo rostro que inauguraron en el 2016. Una pizca de mayor
moderación los llevó a perder buena parte de los debates, y eso fue leído como
un cargamontón. Como en la frase de Martín Adán, “disgusto y abuso… cuando nos
falta hermosura cierta o fealdad interesante”.
Aunque hay la posibilidad de un Niño estándar para algún
momento del año, no está en los pronósticos otra catástrofe. De modo que ningún
factor externo debería interrumpir esta vuelta de la peripecia keikista más
dura, y sensible a presiones de aun más a la derecha. Es, pues, como si nada
hubiera pasado de agosto del 2016 a la fecha.
En la percepción del público inevitablemente ha empezado a
pesar más la actitud proactiva del Ejecutivo que los bloqueos del Legislativo.
Decir que esas piedras por el camino son formas de fiscalización no está
convenciendo a nadie, y los gestos positivos de FP, que los ha habido, se
terminan de desdibujar, como el agua en el agua. Lo que queda es lo de siempre,
una adicción a la amargura.
http://larepublica.pe/impresa/opinion/872735-recaida-mototaxi
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Regresar al Japón, 2017
Luis Millones
En 1964 fui profesor en la Universidad Nacional de San
Cristóbal de Huamanga, en Ayacucho, y creí que sería la oportunidad para
aprender quechua. Hablé entonces con el docente encargado de esa materia, don
Edilberto Lara Irala, y separamos las mañanas de los sábados para iniciar
clases particulares. Al asistir por primera vez, me sorprendió que se sumara
otro alumno, el japonés Hiroyasu Tomoeda, fotógrafo de la misión de
investigadores de su país que llevaba a cabo trabajos de arqueología en el
Perú.
Tomoeda llegó con un libro de José María Arguedas bajo el
brazo. Esto llamó la atención de Lara Irala, quien extrañado por la popularidad
del autor, confesó no haberlo leído todavía. Agregó que deseaba hacerlo, porque
entendía que él debía conocer tantos relatos como José María. Alentamos su
interés y proseguimos con las lecciones.
Lara fue lo suficientemente generoso para que nuestras clases
se alargaran por mucho más de lo convenido y las ilustraba con relatos y poemas
de su terruño. Esto permitió que entre nosotros, sus dos alumnos, se iniciase
una amistad que se mantuvo hasta la fecha en que falleció Hiroyasu.
Tomoeda se mostró mucho mejor dotado para los idiomas que yo,
pese a no tener descanso en su tarea como fotógrafo. En realidad, usaba la
cámara como herramienta para su aspiración académica: desarrollar su capacidad
como etnólogo.
El interés por esta naciente especialidad fue mutuo y
finalmente terminé envuelto en estudios antropológicos que continué formalmente
fuera del Perú. Sin embargo, nos encontrábamos cada vez que regresaba a Lima, y
pronto la coincidencia de temas dirigidos a los estudios de etnicidad y
religión popular generó la formación de equipos de investigación que
arrastraron a toda la familia (mi esposa e hijos), colegas japoneses y
estudiantes peruanos.
En 1982 llegó el momento de publicar nuestros primeros
trabajos y de ello se encargó el Museo Etnológico Nacional de Japón, ubicado en
Osaka, donde Tomoeda era ya investigador y llegó a ser director del área de
América Latina. Fue entonces cuando inicié mis viajes al Japón. Comenzaba la
década de 1980 y el país mostraba el éxito de su recuperación económica.
Viajaba esa vez para asistir a un congreso, pero la administración del museo
decidió que permaneciera unos meses más para cuidar la edición de las actas del
evento, lo que me abrió las puertas a la fascinante sociedad que era mi
anfitriona.
Es imposible que pueda decir algo significativo sobre el
Japón en tan pocas líneas. Apenas mencionaré la voluntad de mis compañeros de
trabajo al hacerme sentir parte de un equipo empeñado en una labor importante,
que compartían conmigo una absoluta seriedad y dedicación para asumir las
tareas bajo su responsabilidad. Las distancias culturales fueron minimizadas,
asumiendo mi ignorancia con paciencia. Y sus explicaciones detalladas y
afectuosas me abrieron un mundo muy diferente al mío.
No podré olvidar una cena en un lujoso restaurante al que nos
invitó el director del museo, el señor Tadao Umesao, quien fue recibido por la
gerencia y personal en la puerta del local. Durante la cena, mi esposa y yo
fuimos asistidos por damas vestidas con ropas tradicionales, que con señas y
gestos nos indicaban el comportamiento correcto, mientras Tomoeda y su esposa
(nacida en el Perú) nos traducían lo necesario para seguir el ritmo del
agasajo. Supongo que podríamos haber hablado todos en inglés, pero no hacerlo
agregó un encanto especial a la reunión.
Los viajes al Japón se convirtieron en una tarea necesaria
para nuestras investigaciones, que siempre fueron publicadas. Dejando de lado
toda modestia, estoy seguro de que han contribuido a la formación de nuevos
investigadores, que hoy siguen estudiando la historia, antropología y
arqueología de nuestra patria. Su labor, siempre dedicada y silenciosa, es
ajena a los despliegues publicitarios (en contraste con el afán de colegas de
otros países, que por sus propias razones buscan un eco inmediato en nuestros
diarios o en los diferentes medios de comunicación).
No los he contado con detalle, pero con seguridad hay en mi
estante alrededor de diez volúmenes publicados como coautor con Tomoeda,
colegas de su generación y discípulos suyos. La mayoría de ellos está en
español, aunque no faltan libros en inglés y japonés, cuya presencia es más
bien un cariñoso recuerdo.
Como conozco la presencia de intelectuales japoneses
trabajando temas peruanos e investigando en nuestro territorio, confío en que
nuestra cultura siga vigente en sus planes de desarrollo académico. Por mi
parte, haré lo posible para que este nuevo viaje, dentro de unos meses,
refuerce el espacio de mutua colaboración, para no reproducir lo sucedido en
Europa, donde el interés por América Latina ha disminuido de manera visible.
Como era de esperarse, en ocasiones anteriores he viajado por
diversos lugares de las islas japonesas. En una de esas giras, viví la emoción
de caminar por la ciudad de Hiroshima, en la isla de Honshu, y saborear el
reclamo de paz que constituye la nueva arquitectura y la utilización del
paisaje que, sin embargo, deja al descubierto más de un lugar en el que se
muestra la ferocidad de la destrucción atómica del 6 de agosto de 1945.
Irónicamente, el artefacto lanzado llevaba el nombre de Little Boy, y causó la
muerte de 166.000 personas, sin mencionar las consecuencias duraderas de esa
atrocidad, cometida al final de la Segunda Guerra Mundial.
El recuerdo de aquella visita no puede dejar de traer a mi
mente el creciente temor de un nuevo enfrentamiento entre Asia y Occidente.
Tanto más si el filme de 1983 “The day after” (El día después), dirigido por
Nicholas Meyer, fue rodado en lugares muy conocidos por mí (Kansas y Misuri).
En esa película se hizo una recreación realista de lo que podría suceder luego
de una confrontación atómica, aunque los rivales sean distintos a los que ahora
se amenazan.
El daño que anticipamos, y que también debería asustar a los
probables protagonistas, ya no se puede medir en espacios territoriales,
estructuras materiales o vidas inocentes. Peor que todo eso, es una muestra más
de que la sociedad humana no aprende de sus errores.
http://elcomercio.pe/opinion/columnistas/regresar-al-japon-2017-luis-millones-noticia-1989566
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Son girones de una
bandera en derrota (Venezuela)
El Cayapo
Ante el llamado del compañero Nicolás Maduro, los terroristas
tendrán que declararse en rebelión armada o sumarse al juego democrático, no
tienen otra opción, ya no pueden sostener las apariencias, el juego se les
acabó.
Supongamos que deciden sumarse al juego democrático, entonces
perderían todo el apoyo de las transnacionales que los financian, porque estos,
que son los verdaderos dueños, no les conviene que en Venezuela se mantenga el
Estado, porque sus planes se verían truncados, el tiempo no les da, porque
aunque ganaran las elecciones perderían.
En 1989 los burgueses del mundo se frotaron las manos, porque
definitivamente el mundo sería totalmente dominado por ellos y los esclavos
seríamos desechos que nos usarían con la más baja inversión, contratándonos sin
ninguna seguridad social, reduciendo el uso de la fuerza a edades jóvenes,
porque ya ellos no tendrían que pagar pensiones o jubilaciones, porque los
obreros tendríamos que pagar la educación y la enfermedad, porque todo sería
privatizado y el Estado-nación desaparecería y quienes dictarían las leyes
serían los dueños.
Lo que no tomaron en cuenta los dueños fue que en Venezuela
los pobres no teníamos ninguna intención de calarnos tamaño descaro, y desde
entonces hemos vivido un tiempo histórico que aún no se detiene.
A 18 años de instaurarse el gobierno chavista podemos decir
que como pueblo hemos crecido y ganado todas las batallas esenciales.
Hoy en 2017, ante la arremetida de los últimos cuatro años
impulsada por las grandes corporaciones del mundo, que utilizan a los Estados
títeres, a las ONG, a las instituciones de control mundial sea la ONU o la OEA,
a expresidentes, a funcionarios, artistas, deportistas, en fin a todo aquel que
por dinero se pueda confabular contra nosotros. Ante eso, nosotros hemos vivido
procesos de depuración en el seno de la fuerza que somos.
En 18 años nos hemos desprendido de ideologías que sólo
habían servido para remachar la esclavitud, en la que siempre hemos vivido. Los
partidos, los sindicatos, las distintas formas organizacionales, o han
desaparecido o han tenido que adaptarse a las condiciones de la realidad, ya no
pueden hablarnos de lejos. Las definiciones en el campo militar han cohesionado
a las fuerzas armadas, colocándolas mayoritariamente en el lado que siempre han
pertenecido, al pueblo pobre que somos.
La dirigencia que nos guía se ha depurado hasta lograr una
cohesión que, aun cuando tiene como guía al compañero Nicolás Maduro, se
comporta como una dirección colectiva, que apunta en una sola dirección, crear
lo distinto a la cultura esclavista en que hemos vivido.
Hoy somos un pueblo fortalecido, cohesionado, una fuerza que
busca convertirse en conocimiento, en planificación, en territorio, posible de
sembrar el país que soñamos.
Desde la Constitución de 1999 hasta hoy se han derrumbado las
viejas estructuras que sostienen al capitalismo, y con ellas se han demolido
las formas orgánicas políticas de la burguesía, quedando sus pedazos en estado
de miedo absoluto que los lleva al odio y al terrorismo. Son girones de una
bandera en derrota, que nunca más podrá flamear en estas tierras.
¿Por qué una Constituyente en 2017?
En 2005 se trancó la jugada política cuando los dueños
decidieron no participar en las elecciones parlamentarias. Dos años después el
Comandante Chávez trató de destrancar la situación y propuso una reforma que
fue saboteada por la quinta columna infiltrada en la Asamblea Nacional y
distribuida por todos los vericuetos del Estado. Pudo más su miedo, su
ambición, su sinsentido histórico, aliado a sus verdugos, que la posibilidad de
continuar este maravilloso viaje en la historia.
Desde entonces hemos sufrido consecuencias terribles, porque
todo lo que se pudo haber hecho fue retrasado y eso nos ha costado vidas,
porque lo que ha de morir se aferra, no quiere partir y trata por todos los
medios de arrastrarnos a los insondables cajones históricos, donde va a parar
la tragedia de siempre.
Después de muchos intentos de impulsar el diálogo por parte
de nuestra dirigencia, después de toda la muestra infinita de paciencia con la
que hemos soportado todos los embates de la canalla, esta se ha refugiado en el
terrorismo absoluto, desde lo verbal hasta lo físico, no quedando otra
alternativa que profundizar el proceso constituyente tal y como muchas veces se
lo advirtieron nuestros líderes a los dueños nacionales y extranjeros.
"Después no se quejen".
Hoy nos convocamos de nuevo a la construcción de la historia,
somos la fuerza, ya nadie nos convertirá en carne de cañón. A partir de ahora
la vida para nosotros los pobres comienza a tener sentido histórico, por fin
comprenderemos la necesidad de crear pensamiento que nos nombre y con el cual
nombremos.
La Constituyente es la gran oportunidad para sembrar los
pilares de la cultura comunal, donde no existirán ni dueños ni esclavos. Es la
opción de eliminar las viejas leyes que traban burocráticamente los procesos de
cambio. Es la ocasión de poder pensar y fortalecer otras formas de producción,
de experimentar el otro modelo productivo, de crear los mecanismos para
transformarnos como cultura, de establecer procesos legales que permitan la
creación de espacios donde se le pueda dar cabida a la generación de otro
pensamiento.
La Constituyente es un mecanismo que puede definitivamente
iniciar el proceso de eliminación de la guerra.
http://misionverdad.com/pais-adentro/son-girones-de-una-bandera-en-derrota
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Un testigo profesional
Carlos Meléndez
El periodismo de opinión se ha resentido durante la última
década. Ha sido invadido, en el mejor de los casos, por intrusos que creemos
que los bagajes de nuestras disciplinas –la ciencia política, el derecho, la
economía, etc.– son ‘superiores’ al oficio periodístico. (En el peor de los
casos, se les ha dado pantalla a espontáneos que suben la voz para disimular su
falta de ideas). El periodismo de opinión, cada día más subordinado a intereses
mundanos, también sufre los embates de la polarización política. Se escribe
para conseguir vitrina y aspirar a una chamba. Por ejemplo, asesor de PCM o
ministro ppkausa si es antifujimorista; burócrata parlamentario si es
fujimorista. Así, la columna independiente en la prensa nacional ya parece una
necesidad básica insatisfecha.
El libro de Juan Paredes Castro “La presidencia ficticia”
(Plantea 2017) es el mejor pretexto para organizar una cruzada en favor de la
opinión independiente. La selección de sus textos publicados en El Comercio
–desde 1990 hasta la actualidad– ilustra el periodismo analítico sin
contrabando, escrito a contrarreloj –al borde de la presión diaria del cierre–,
capaz de trascender el día a día. Porque es así como se logra la independencia,
cuando las opiniones no se leen según la coyuntura, sino en contraste con la
historia.
“La presidencia ficticia” no es una sumatoria antojadiza de
textos de prensa que quieren zafarse del paso del tiempo. No es un mero
periódico de ayer reeditado. Es un diagnóstico de las debilidades de una de las
instituciones políticas más importantes de nuestro sistema: la presidencia de
la república. En sus páginas palpita la obsesión institucionalista del autor,
su preocupación por un poder estatal permanentemente acechado por enemigos
infiltrados que socavan su legitimidad: desde siniestros jefes de inteligencia
hasta ambiciosas primeras damas. En todos los casos analizados se demuestra la
debilidad estructural de nuestro sistema presidencialista, incapaz de
estructurar la separación entre la presidencia del Ejecutivo y la jefatura del
Estado. Un dilema harto discutido por ingenieros constitucionales y, en este
caso, observado desde el real politik.
Las páginas encaran la historia contemporánea reciente sin
temor a los poderes fácticos. Repasa amenamente las variaciones de las amenazas
al poder presidencial durante los últimos treinta años: militares sediciosos en
los noventa, aprendices de estadistas, presidentes de consejos de ministros
sobrevalorados y subvalorados, ‘chuponeos’ hechos en casa y ‘chuponeos’ a la
venta. “La presidencia ficticia” revisa imperdibles momentos de nuestra
política contemporánea, algunos ya clásicos, como el editorial de este Diario
pidiendo al otrora presidente Toledo dar “un paso al costado” o el análisis de
que el ex presidente García descargaba en Jorge del Castillo la gestión de su
autoridad en el día a día (hasta que tronaron los ‘petroaudios’). Por el valor
de este libro, escrito por un testigo profesional de su tiempo, debe estar al
lado de las enciclopedias de historia contemporánea en los estantes de las
bibliotecas.
http://elcomercio.pe/opinion/rincon-del-autor/testigo-profesional-carlos-melendez-noticia-1989515
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¿Y en qué vamos a
trabajar?
Alfredo Bullard
Juan sale una mañana a trabajar. Está tarde. No toma el
novísimo metro construido hace unos años luego de la demolición del obsoleto
Metro de Lima (que tomó 20 años en ponerse en marcha por problemas en la
entrega de terrenos). El nuevo está totalmente automatizado. Los viajes se
cargan en un aparato parecido a los antiguos smartphones. Los trenes ya no
tienen conductores ni las estaciones vigilantes, los que han sido reemplazados
por sistemas de cámaras de vigilancia y mecanismos de control y seguridad a distancia.
Toma un taxi que tampoco tiene conductor. Recuerda cómo hace
unos años los taxistas combatían a Uber por ser más eficiente y barato. Hoy ya
no hay ni conductores de taxis ni de Uber.
No hay policías dirigiendo el tráfico. Los autos sin chofer se
comunican entre sí y toman decisiones automatizadas para decidir quién pasa
primero en una intersección, y lo hacen sin generar los atracones que
caracterizaron a Lima hace ya varios años. Y las infracciones de tránsito ya no
existen, pues los autos están programados para no cometerlas.
Juan tiene suerte. Trabaja diseñando robots, aunque en
realidad controla el proceso de diseño desarrollado por computadoras que han
reemplazado a cientos de personas por un equipo de solo cinco ingenieros. Esos
robots desarrollan procesos productivos de todo tipo: desde preparar
hamburguesas hasta fabricar automóviles o rascacielos.
En los supermercados los cajeros han sido reemplazados por
escáneres por los que pasas tu carrito con compras y te carga el costo en tu
cuenta bancaria virtual. Los bancos ya no tienen oficinas.
En los hospitales, complejas computadoras, sucesoras de la
antigua supercomputadora Watson, hacen diagnósticos y prescriben tratamientos
con mucha más precisión y eficacia que un médico usando sofisticados algoritmos
sin cometer errores humanos.
Los jueces han sido reemplazados por sistemas de cómputo que
aplican la ley sin las emociones, sesgos y arbitrariedades de los humanos. Y
las computadoras son incorruptibles. Dos casos iguales son tratados igual. Y
los largos juicios de años han sido reemplazados por decisiones que se toman en
minutos. Por supuesto ya no se necesita abogados, al menos no del tipo a los
que estábamos acostumbrados a inicios del milenio, pues se trata de alimentar a
la computadora con información básica del caso. Ya no hay que alegar e inventar
historias.
El mundo futurista en el que vive Juan no es irreal. No
necesitamos una película de ciencia ficción. Muchas de las cosas descritas ya
existen o están muy cerca de existir y superan con creces la imaginación más
retadora. El común denominador es que se necesitan menos personas para hacer
todo lo que hacemos hoy. La pregunta es, entonces, ¿en qué vamos a trabajar los
humanos?
Un estudio reciente de la Universidad de Oxford predice que,
en un período de 10 a 20 años, el 47% de los trabajos existentes en Estados
Unidos serán realizados por máquinas (casi la mitad de los trabajos
existentes). Es posible que ocurra lo mismo en los países desarrollados. Y en
los que no lo somos tomará algo más, pero también ocurrirá.
Acabo de estar hace dos días en Madrid, en una conferencia
del premio Nobel de Economía francés Jean Tirole. Varias de las preguntas que
le hicieron se relacionaron precisamente con el problema de innovación y el
mercado laboral. Hay quienes sugieren regular el desarrollo de la tecnología
para retrasar su avance o, de manera similar, crear impuestos que graven los
robots y máquinas que sustituyan trabajos.
La respuesta de Tirole fue muy clara: no podemos proteger
puestos de trabajo con esas ideas. La innovación igual ocurrirá pero a un costo
mayor que pagaremos todos.
Y en ese punto tiene razón. La tecnología aumenta la
productividad, reduciendo el costo por unidad producida. Con ello se necesitan
menos horas humanas para hacer lo mismo. Pero esas horas serán mucho mejor
pagadas. El fenómeno descrito no es nuevo. Viene ocurriendo desde hace dos
siglos. La industrialización (con la invención de la máquina de vapor) llevó a
procesos que requieren menos horas (hemos pasado de trabajar 16 horas a 8 horas
diarias), y el ingreso per cápita ha crecido a pesar de ello. No se protege
puestos de trabajo impidiendo que la tecnología nos haga más fácil la vida,
sino haciendo que el producto de ese trabajo valga más.
http://elcomercio.pe/opinion/columnistas/y-que-vamos-trabajar-alfredo-bullard-noticia-1989565
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Sigan a su chiflado
presidente
Robert Fisk
Desde que Ibn Batuta, viajó el Medio Oriente en el siglo 14
nadie partió con tantas ambiciones como
Donald Trump. Batuta, un viajero musulmán marroquí y erudito, tenía algunas
cosas en común con Trump. Llegó a lo que ahora es Arabia Saudita. Fue a
Jerusalén. Incluso tenía un buen ojo para las damas nubiles –había algunas
esposas, por no hablar de una esclava griega que era para enloquecer. Pero ahí
terminan los paralelos. Porque Ibn Batuta estaba cuerdo.
Sin embargo, ahora sabemos que Trump piensa que está tocando
las tres religiones monoteístas porque va a Riad, a Jerusalén y luego al
Vaticano. Hay algunos problemas, por supuesto. No puede ir a la Meca porque los
cristianos están prohibidos y el viejo rey de Arabia Saudita representa
una autocracia wahabí que corta cabezas,
algunos de cuyos ciudadanos han pagado –y lucharon junto– al temido Estado Islámico
(EI), contra quién Trump cree que está luchando.
Luego, cuando vaya a Jerusalén, se reunirá con Benjamín
Netanyahu, que apenas representa al mundo judío y planea mantener a las robadas
tierras árabes en Cisjordania para judíos, y sólo judíos. Luego se presentará
en el Vaticano para enfrentarse a un hombre que –aunque sea un gran tipo– sólo
representa a los católicos romanos y no se parece mucho a Trump de todos modos.
Ibn Batuta estuvo lejos del hogar durante un cuarto de siglo. Gracias a Dios
Trump lo hace por tres días.
Trump dice que luchará por un acuerdo de paz entre Israel y
Palestina.
Por supuesto, él no va a hablar al “Islam” en Arabia Saudita
como no le va a hablar al “Judaísmo” en Jerusalén. Los sunitas saudíes van a
hablar de aplastar a la “serpiente” de los chiítas de Irán –y debemos recordar
que Trump es el chiflado que derramó lágrimas de cocodrilo sobre los bebés
sunitas muertos en Siria el mes pasado, pero ni una por los bebes chiítas
muertos en Siria unos pocos días más tarde– y espera que puedan restablecer
relaciones reales entre su feliz reino que lleva a cabo ejecuciones y el feliz
de Estados Unidos que lleva a cabo ejecuciones. Trump podría intentar leer el
último informe del relator de la ONU,
Ben Emmerson, sobre el encarcelamiento de defensores de derechos humanos y la
tortura de sospechosos de “terrorismo” en Arabia Saudita. No. Olvídenlo.
De todos modos, el rey no es un imán, como Netanyahu no es un
rabino. Pero Jerusalén será un gran concierto porque Trump podrá pedir ayuda a
Netanyahu contra el Estado Islámico (EI) sin darse cuenta de que Israel
bombardea sólo al ejército sirio y al chiíta Hezbollah en Siria pero nunca
–nunca– bombardeó al (EI) en Siria. De hecho, los israelíes dieron ayuda médica
a los combatientes de Jabhat al-Nusra, que es parte de Al Qaida que (quizás
Trump haya oído hablar de esto) atacó a los Estados Unidos el 11 de septiembre.
Así que quizá el Vaticano sea un alivio.
Por supuesto, Trump podría haber caído por el Líbano para
encontrarse con el Patriarca Beshara Rai, un prelado cristiano que por lo menos
vive en Medio Oriente y que podría haber
sido capaz de decirle a Trump algunas verdades sobre Siria. O, dado que Trump
se sentiría “honrado” de reunirse con el Gran Líder de Corea del Norte, incluso
podría haber sorprendido al mundo pasando unas horas con Bashar al-Assad. Al
menos Ibn Batuta llegó a Damasco.
Pero no, Trump está buscando “amigos y socios” para luchar contra el
“terrorismo” –algo que nunca fue
infligido a Yemen por Arabia Saudita o al Líbano y a los palestinos por
Israel–. Tampoco será mencionado por los y chicas de CNN, ABC y todos los
titanes de los medios de comunicación estadounidenses que –con el fin de
promover su importancia fingiendo que su presidente no está loco– servilmente
sigan a su chiflado presidente alrededor de la región con todas las tonterías
de siempre.
Oh, sí, y Trump también quiere traer la “paz” a Tierra Santa.
Y así pasará del rey de los helicópteros al ladrón de las tierras palestinas y
terminará con el pobre y viejo Santo Padre que sabiamente da al presidente unos
minutos antes de su audiencia general semanal.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para
Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhere.
https://www.pagina12.com.ar/35924-sigan-a-su-chiflado-presidente
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