sábado, 6 de mayo de 2017

OPINIONES 06/05/2017


¿A qué apunta la calumnia? - Nicolás Lynch
Derechos a la mínima expresión - Alejandra Dinegro Martínez
La vida de los otros - Augusto Álvarez Rodrich
Odebrecht en un mes - Raúl Tola
Recaída mototaxi - Mirko Lauer
Regresar al Japón, 2017 - Luis Millones
Son girones de una bandera en derrota (Venezuela) - El Cayapo
Un testigo profesional - Carlos Meléndez
¿Y en qué vamos a trabajar? - Alfredo Bullard
Sigan a su chiflado presidente -  Robert Fisk
________________________



¿A qué apunta la calumnia?
Nicolás Lynch


La noche del domingo 30 de abril, en el programa Cuarto Poder se incluyeron los nombres e imágenes de Alberto Adrianzén y las mías, así como el contenido de una conversación telefónica que no evidenciaba ningún delito, en un reportaje donde se hablaba de terrorismo, narcotráfico, guerra sucia y compra de testigos. No es la primera vez que un medio vinculado al grupo El Comercio me calumnia, lo hizo ya el 2010 y el 2012.

Me ha sorprendido, sin embargo, la hechura del reportaje. Juntan a dos personas de izquierda con un conjunto de implicados en delitos graves, algunos de lesa humanidad, con el objetivo claro de que por simple asociación todos terminemos en el mismo saco. Es decir, el pretendido preludio de nuestra liquidación política.

¿Cuál es la historia detrás del tinglado? Hacernos aparecer en algún esquema de financiamiento ilegal de la política. Pero, ¿qué pasó en realidad? En mi caso, como candidato al Congreso por Lima de Gana Perú, presenté cuentas a la ONPE de mis ingresos y gastos de la campaña personal por el voto preferencial. Además, absolví satisfactoriamente y en el plazo legal una observación que me hizo la misma ONPE por no haber declarado —no sabía que tenía que hacerlo ya que entendí que solo el partido debía consignarlo— un aporte de cinco mil soles que hice a la campaña del nacionalismo. Todo esto es información pública que tiene la autoridad electoral desde abril de 2011 y que el equipo de Cuarto Poder debió consultar.

Lo que sucede es que la derecha está desesperada ante el vendaval de denuncias de corrupción. En pocas semanas, además, se harán públicas, por parte de la fiscalía brasileña, las delaciones premiadas hechas meses atrás por los directivos y funcionarios de Odebrecht. En este escenario se dan cuenta de que se les hunde la clase política y con ella muy probablemente el régimen que administran. Ante esa posibilidad están decidiendo a quién salvar y Alan García quisiera ser el “amigo elegido” de los poderes fácticos. La estrategia entonces sería terminar de enlodar a Ollanta Humala, que nunca tuvo dedos de organista, para salvar al elegido y con él supuestamente a esta democracia.

Pero en este despliegue debe haber un daño colateral, como ha dicho un editorial de El Comercio el mismo domingo 30. Este “colateral” somos los izquierdistas que apoyamos el 2011 el programa de la Gran Transformación. La historia es harto conocida, Humala usó el programa y el apoyo para llegar al gobierno y luego se entregó a los poderes de siempre, siendo tildado por la izquierda como traidor. La derecha y sus medios ocultaron este viraje y han tratado de convertir la venalidad en virtud usando a Humala hasta donde fuera posible, pero denostando siempre de quienes tuvimos el coraje de levantar las justas banderas de la transformación.

En este escenario, sin embargo, vuelve a tener extraordinaria actualidad la propuesta central que hemos planteado todos estos años: una nueva Constitución que nos lleve a un nueva República. Esta es la única manera de extirpar de raíz el cáncer de la corrupción y establecer una comunidad política que tenga como objetivo no el despojo sino el bienestar de los peruanos.


http://larepublica.pe/impresa/opinion/872738-que-apunta-la-calumnia

_______________________

Derechos a la mínima expresión

Alejandra Dinegro Martínez


Entre gallos de medianoche, el aparato numérico del Fujimorismo logró la derogación del Decreto Legislativo 1323, propuesta por el Ejecutivo, el cual agravaba las penas para los crímenes de odio y la violencia de género. Sin duda, esta derogación es un duro golpe a la lucha, que vienen dando diversas organizaciones sociales, contra los tipificados crímenes de odio.

En días anteriores, los trabajadores de todo el país se movilizaron para conmemorar el Día Internacional del Trabajo, en medio de una gran campaña empresarial-mediática por la apresurada reforma laboral que el Ejecutivo y la Confiep, vienen preparando para presentarla el 28 de julio, en mensaje a la nación. La CGTP y las otras centrales sindicales han considerado oportuna la decisión de no asistir al Consejo Nacional del Trabajo, por ser este el espacio que no ha fortalecido ni respetado el diálogo social, sino todo lo contrario, tal es el caso de la presentación del Proyecto Laboral Juvenil del Ejecutivo, que no ha sido discutido previamente en el CNT. ¿De qué fortalecimiento del diálogo puede hablar el Ejecutivo y el Ministerio de Trabajo?

Así mismo, nuevamente el Fujimorismo y la Bancada oficialista se alinearon para aprobar una nueva ley de reforma constitucional que avanza a convertirse en una herramienta de un Estado represivo y autoritario. Sin duda, hay opiniones diversas en este punto y en el cómo se dieron los debates, pero el tema de fondo es que nuevamente nos quieren vender gato por liebre y no quieren afrontar el tema de fondo: los grandes grupos criminales vinculados al narcotráfico, lavado de activos, entre otros, que se verán beneficiados estratosféricamente mientras ciudadanos de a pie, estudiantes, trabajadores, dirigentes sindicales, sociales y más, alcen su voz de protesta y se vean afectados por la “extensión” que la norma permite. Tal y como está esa norma no es aceptable.

Merece hacer un alto desde las fuerzas progresistas y tener una evaluación del como se viene desarrollando la agenda social y política. El Fujimorismo negocia a su antojo con el Ejecutivo sus leguleyadas, aislando la agenda de la ciudadanía que rechaza la flexibilización laboral, que expone sus vidas por la defensa de sus derechos humanos, y que a través de las calles ha conseguido poner en Agenda Nacional los grandes temas que el país en su conjunto reclama.


http://diariouno.pe/columna/derechos-a-la-minima-expresion/

_______________________



La vida de los otros

Augusto Álvarez Rodrich


El reglaje y el chuponeo son delitos que producen sentimientos encontrados en la víctima: a nadie le gusta que se sepa de su intimidad, pero se alcanza un aroma de importancia misteriosa pues muchos asumen que es alguien cuya intimidad incluye asuntos tan importantes que otros pueden hasta pagar por saberlos.

Quienes tienen pocos secretos por esconder estarán encantados de aparecer en esas listas VIP de chuponeados, mientras que aquellos cuya privacidad sea de algún modo ‘intensa’ sentirán más desagrado al enterarse de que han sido espiados.

El ministro Jorge Nieto ha denunciado que está siendo reglado y, de alguna manera, apuntó al propio gobierno: “Hay remanentes del pasado en todos los ministerios del Perú, y esos restos de las mafias siguen medrando del presupuesto nacional”.

Eso ocurrió en el contexto de la ‘denuncia’ a la secretaria general del Mindef, María Ferruzo, por usar un vehículo del ministerio para ir a una peluquería, un hecho, la verdad irrelevante para alguien que ocupa un puesto de confianza y que debe trabajar mucho más que las horas regulares, pero que suele ser efectista ante la audiencia y ese coliseo romano que es el parlamento peruano.

Lo curioso es que, ante la denuncia de Nieto, el ministro Carlos Basombrío saltó como un resorte para decir que Interior no hace esas cosas, y el premier Fernando Zavala puso la puntería en agencias privadas.

Más curioso aún es que el congresista fujimorista Carlos Tubino haya descartado esa posibilidad preguntándose quién iba a pagar tanto dinero por hacer eses trabajo, olvidando que entre los chuponeadores más recordados está ese grupo de marinos en retiro agrupados en la empresa Business Track que alcanzó triste celebridad con los ‘petroaudios’.

El chuponeo existe y anda –como siempre– viento en popa en el Perú, aunque casi nunca se llegue a conocer al criminal, lo cual no impide especular con quién podría ser este.

La hipótesis de que se chuponeen entre miembros del gabinete por los rumores de pugnas entre ellos es, la verdad, poco creíble.

Siempre en el ámbito de la especulación, la respuesta más probable –cree esta columna– es que sean empresas privadas interesadas en la actividad profesional y personal del chuponeado las que contraten el servicio. No por gusto los ministros de Defensa suelen ser los más chuponeados, pues sus despachos manejan grandes recursos y siempre hay tiburones acechando para ver cómo lucrar con información privilegiada, incluyendo hasta el chantaje.


http://larepublica.pe/impresa/opinion/872739-la-vida-de-los-otros

_______________________



Odebrecht en un mes

Raúl Tola

Esta semana comienzan a jugarse los descuentos de la investigación a Odebrecht, la empresa brasileña que montó una vertiginosa trama de sobornos en la concesión de obras públicas, que ha remecido los cimientos de la clase política y empresarial de América Latina. Protagonista principal del caso Lava Jato, la constructora tenía operaciones en 28 países y ha debido pagar la mayor multa impuesta a una compañía acusada de corrupta: 3.500 millones de dólares.

La madeja de esta historia comenzó a desenredarse cuando Marcelo Odebrecht, uno de los empresarios más poderosos del Brasil, fue arrestado en su mansión de São Paulo. Aunque al comienzo se resistió, terminó confesando sus delitos, a cambio de una rebaja de diez años de su condena. Junto con él, otros 77 altos funcionarios de la empresa intercambiaron información por condenas menos onerosas. Con buen tino, la prensa brasileña las bautizó como la «confesión del fin del mundo».

El contenido de estas declaraciones ha sido la información más apetecida por los muchos periodistas de todos los países que se vieron afectados por los manejos turbios de Odebrecht. Poco se ha sabido hasta ahora, pues se encuentran protegidas por el secreto de sumario, pensado para facilitar el trabajo de los fiscales y jueces latinoamericanos. Pero aquello que ha visto la luz ha tenido el efecto de un cataclismo.

Lo vivido no será nada comparado con lo que se viene. Porque de acuerdo con los cronogramas de la justicia brasileña, la «confesión del fin del mundo» comenzará a hacerse pública dentro de un mes, a partir del primero de junio.

Esto no quiere decir que de un día para otro conoceremos la lista íntegra de los corruptos latinoamericanos asociados a Odebrecht, con el detalle de sus delitos. Como es lógico, se espera que las primeras informaciones tengan que ver exclusivamente con el Brasil, y paulatinamente comience a desclasificarse lo concerniente a los demás países, entre ellos el Perú.

Solo podemos imaginar el alcance que tendrá este desembalse de revelaciones y señalamientos. Odebrecht opera desde hace años en nuestro país y ha tenido negocios con gobiernos centrales, municipales y regionales de todo el espectro político, como lo demuestran la orden de detención contra Alejandro Toledo o las evidencias de millonarios pagos para la campaña presidencial de Ollanta Humala. Dudo que sean una mera coincidencia las revelaciones más recientes, como la aparición de las iniciales «AG» en un informe policial sobre las agendas electrónicas de Marcelo Odebrecht, la confirmación de que tres procesados declararon que la intervención de Alan García resultó clave para sacar adelante sus negocios o que las planillas del Departamento de Operaciones Estructuradas —la oficina que administraba los sobornos de Odebrecht— incluyen anotaciones de dineros entregados a la municipalidad de Lima, cuando Susana Villarán era alcaldesa.

Puede que tarden un poco más de lo previsto, pero conviene que nos vayamos preparando. Como pasó con los vladivideos, la política y el empresariado peruano no serán los mismos luego de la «confesión del fin del mundo». Ojalá sepamos estar a la altura.



http://larepublica.pe/impresa/opinion/872737-odebrecht-en-un-mes


_______________________



Recaída mototaxi

Mirko Lauer


Las lluvias y huaycos en el norte, el repunte de PPK en las encuestas y el súbito crecimiento del fenómeno Kenji aquietaron a parte del mototaxi keikista por unas pocas semanas. Ahora vuelve para reclamar el terreno perdido, con nuevas iniciativas de interpelación, más proyectos de ley perjudiciales, y renovada agresividad de sus voceros periodísticos y antiperiodísticos.

La clave de la desazón en el mototaxi es la pérdida de peso de Keiko Fujimori dentro y fuera de Fuerza Popular. Adentro es el desafío del hermano Kenji, y en eso lo del DL 1323 parece una derogatoria con nombre propio político. Afuera ha aparecido una derecha que no ve a la ex candidata y a su gente como buenas cartas para el 2021.

Pero quizás el primer impulso del mototaxi no se agotó solo por Kenji o por el Niño costero, sino también por la dinámica interna de su bullying al gobierno y a las minorías del Congreso. En los planes de FP el gobierno puede ser debilitado, pero no realmente paralizado o destruido. La fuerza de FP no puede ser llevada a un punto de no retorno.

No han encontrado, o no han querido encontrar, una alternativa al agresivo rostro que inauguraron en el 2016. Una pizca de mayor moderación los llevó a perder buena parte de los debates, y eso fue leído como un cargamontón. Como en la frase de Martín Adán, “disgusto y abuso… cuando nos falta hermosura cierta o fealdad interesante”.

Aunque hay la posibilidad de un Niño estándar para algún momento del año, no está en los pronósticos otra catástrofe. De modo que ningún factor externo debería interrumpir esta vuelta de la peripecia keikista más dura, y sensible a presiones de aun más a la derecha. Es, pues, como si nada hubiera pasado de agosto del 2016 a la fecha.

En la percepción del público inevitablemente ha empezado a pesar más la actitud proactiva del Ejecutivo que los bloqueos del Legislativo. Decir que esas piedras por el camino son formas de fiscalización no está convenciendo a nadie, y los gestos positivos de FP, que los ha habido, se terminan de desdibujar, como el agua en el agua. Lo que queda es lo de siempre, una adicción a la amargura.


http://larepublica.pe/impresa/opinion/872735-recaida-mototaxi

_______________________



Regresar al Japón, 2017

Luis Millones


En 1964 fui profesor en la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga, en Ayacucho, y creí que sería la oportunidad para aprender quechua. Hablé entonces con el docente encargado de esa materia, don Edilberto Lara Irala, y separamos las mañanas de los sábados para iniciar clases particulares. Al asistir por primera vez, me sorprendió que se sumara otro alumno, el japonés Hiroyasu Tomoeda, fotógrafo de la misión de investigadores de su país que llevaba a cabo trabajos de arqueología en el Perú.

Tomoeda llegó con un libro de José María Arguedas bajo el brazo. Esto llamó la atención de Lara Irala, quien extrañado por la popularidad del autor, confesó no haberlo leído todavía. Agregó que deseaba hacerlo, porque entendía que él debía conocer tantos relatos como José María. Alentamos su interés y proseguimos con las lecciones.

Lara fue lo suficientemente generoso para que nuestras clases se alargaran por mucho más de lo convenido y las ilustraba con relatos y poemas de su terruño. Esto permitió que entre nosotros, sus dos alumnos, se iniciase una amistad que se mantuvo hasta la fecha en que falleció Hiroyasu.

Tomoeda se mostró mucho mejor dotado para los idiomas que yo, pese a no tener descanso en su tarea como fotógrafo. En realidad, usaba la cámara como herramienta para su aspiración académica: desarrollar su capacidad como etnólogo.

El interés por esta naciente especialidad fue mutuo y finalmente terminé envuelto en estudios antropológicos que continué formalmente fuera del Perú. Sin embargo, nos encontrábamos cada vez que regresaba a Lima, y pronto la coincidencia de temas dirigidos a los estudios de etnicidad y religión popular generó la formación de equipos de investigación que arrastraron a toda la familia (mi esposa e hijos), colegas japoneses y estudiantes peruanos.

En 1982 llegó el momento de publicar nuestros primeros trabajos y de ello se encargó el Museo Etnológico Nacional de Japón, ubicado en Osaka, donde Tomoeda era ya investigador y llegó a ser director del área de América Latina. Fue entonces cuando inicié mis viajes al Japón. Comenzaba la década de 1980 y el país mostraba el éxito de su recuperación económica. Viajaba esa vez para asistir a un congreso, pero la administración del museo decidió que permaneciera unos meses más para cuidar la edición de las actas del evento, lo que me abrió las puertas a la fascinante sociedad que era mi anfitriona.

Es imposible que pueda decir algo significativo sobre el Japón en tan pocas líneas. Apenas mencionaré la voluntad de mis compañeros de trabajo al hacerme sentir parte de un equipo empeñado en una labor importante, que compartían conmigo una absoluta seriedad y dedicación para asumir las tareas bajo su responsabilidad. Las distancias culturales fueron minimizadas, asumiendo mi ignorancia con paciencia. Y sus explicaciones detalladas y afectuosas me abrieron un mundo muy diferente al mío.

No podré olvidar una cena en un lujoso restaurante al que nos invitó el director del museo, el señor Tadao Umesao, quien fue recibido por la gerencia y personal en la puerta del local. Durante la cena, mi esposa y yo fuimos asistidos por damas vestidas con ropas tradicionales, que con señas y gestos nos indicaban el comportamiento correcto, mientras Tomoeda y su esposa (nacida en el Perú) nos traducían lo necesario para seguir el ritmo del agasajo. Supongo que podríamos haber hablado todos en inglés, pero no hacerlo agregó un encanto especial a la reunión.

Los viajes al Japón se convirtieron en una tarea necesaria para nuestras investigaciones, que siempre fueron publicadas. Dejando de lado toda modestia, estoy seguro de que han contribuido a la formación de nuevos investigadores, que hoy siguen estudiando la historia, antropología y arqueología de nuestra patria. Su labor, siempre dedicada y silenciosa, es ajena a los despliegues publicitarios (en contraste con el afán de colegas de otros países, que por sus propias razones buscan un eco inmediato en nuestros diarios o en los diferentes medios de comunicación).

No los he contado con detalle, pero con seguridad hay en mi estante alrededor de diez volúmenes publicados como coautor con Tomoeda, colegas de su generación y discípulos suyos. La mayoría de ellos está en español, aunque no faltan libros en inglés y japonés, cuya presencia es más bien un cariñoso recuerdo.

Como conozco la presencia de intelectuales japoneses trabajando temas peruanos e investigando en nuestro territorio, confío en que nuestra cultura siga vigente en sus planes de desarrollo académico. Por mi parte, haré lo posible para que este nuevo viaje, dentro de unos meses, refuerce el espacio de mutua colaboración, para no reproducir lo sucedido en Europa, donde el interés por América Latina ha disminuido de manera visible.

Como era de esperarse, en ocasiones anteriores he viajado por diversos lugares de las islas japonesas. En una de esas giras, viví la emoción de caminar por la ciudad de Hiroshima, en la isla de Honshu, y saborear el reclamo de paz que constituye la nueva arquitectura y la utilización del paisaje que, sin embargo, deja al descubierto más de un lugar en el que se muestra la ferocidad de la destrucción atómica del 6 de agosto de 1945. Irónicamente, el artefacto lanzado llevaba el nombre de Little Boy, y causó la muerte de 166.000 personas, sin mencionar las consecuencias duraderas de esa atrocidad, cometida al final de la Segunda Guerra Mundial.

El recuerdo de aquella visita no puede dejar de traer a mi mente el creciente temor de un nuevo enfrentamiento entre Asia y Occidente. Tanto más si el filme de 1983 “The day after” (El día después), dirigido por Nicholas Meyer, fue rodado en lugares muy conocidos por mí (Kansas y Misuri). En esa película se hizo una recreación realista de lo que podría suceder luego de una confrontación atómica, aunque los rivales sean distintos a los que ahora se amenazan.

El daño que anticipamos, y que también debería asustar a los probables protagonistas, ya no se puede medir en espacios territoriales, estructuras materiales o vidas inocentes. Peor que todo eso, es una muestra más de que la sociedad humana no aprende de sus errores.


http://elcomercio.pe/opinion/columnistas/regresar-al-japon-2017-luis-millones-noticia-1989566

_______________________




Son girones de una bandera en derrota (Venezuela)

El Cayapo


Ante el llamado del compañero Nicolás Maduro, los terroristas tendrán que declararse en rebelión armada o sumarse al juego democrático, no tienen otra opción, ya no pueden sostener las apariencias, el juego se les acabó.

Supongamos que deciden sumarse al juego democrático, entonces perderían todo el apoyo de las transnacionales que los financian, porque estos, que son los verdaderos dueños, no les conviene que en Venezuela se mantenga el Estado, porque sus planes se verían truncados, el tiempo no les da, porque aunque ganaran las elecciones perderían.

En 1989 los burgueses del mundo se frotaron las manos, porque definitivamente el mundo sería totalmente dominado por ellos y los esclavos seríamos desechos que nos usarían con la más baja inversión, contratándonos sin ninguna seguridad social, reduciendo el uso de la fuerza a edades jóvenes, porque ya ellos no tendrían que pagar pensiones o jubilaciones, porque los obreros tendríamos que pagar la educación y la enfermedad, porque todo sería privatizado y el Estado-nación desaparecería y quienes dictarían las leyes serían los dueños.

Lo que no tomaron en cuenta los dueños fue que en Venezuela los pobres no teníamos ninguna intención de calarnos tamaño descaro, y desde entonces hemos vivido un tiempo histórico que aún no se detiene.

A 18 años de instaurarse el gobierno chavista podemos decir que como pueblo hemos crecido y ganado todas las batallas esenciales.

Hoy en 2017, ante la arremetida de los últimos cuatro años impulsada por las grandes corporaciones del mundo, que utilizan a los Estados títeres, a las ONG, a las instituciones de control mundial sea la ONU o la OEA, a expresidentes, a funcionarios, artistas, deportistas, en fin a todo aquel que por dinero se pueda confabular contra nosotros. Ante eso, nosotros hemos vivido procesos de depuración en el seno de la fuerza que somos.

En 18 años nos hemos desprendido de ideologías que sólo habían servido para remachar la esclavitud, en la que siempre hemos vivido. Los partidos, los sindicatos, las distintas formas organizacionales, o han desaparecido o han tenido que adaptarse a las condiciones de la realidad, ya no pueden hablarnos de lejos. Las definiciones en el campo militar han cohesionado a las fuerzas armadas, colocándolas mayoritariamente en el lado que siempre han pertenecido, al pueblo pobre que somos.

La dirigencia que nos guía se ha depurado hasta lograr una cohesión que, aun cuando tiene como guía al compañero Nicolás Maduro, se comporta como una dirección colectiva, que apunta en una sola dirección, crear lo distinto a la cultura esclavista en que hemos vivido.

Hoy somos un pueblo fortalecido, cohesionado, una fuerza que busca convertirse en conocimiento, en planificación, en territorio, posible de sembrar el país que soñamos.

Desde la Constitución de 1999 hasta hoy se han derrumbado las viejas estructuras que sostienen al capitalismo, y con ellas se han demolido las formas orgánicas políticas de la burguesía, quedando sus pedazos en estado de miedo absoluto que los lleva al odio y al terrorismo. Son girones de una bandera en derrota, que nunca más podrá flamear en estas tierras.

¿Por qué una Constituyente en 2017?

En 2005 se trancó la jugada política cuando los dueños decidieron no participar en las elecciones parlamentarias. Dos años después el Comandante Chávez trató de destrancar la situación y propuso una reforma que fue saboteada por la quinta columna infiltrada en la Asamblea Nacional y distribuida por todos los vericuetos del Estado. Pudo más su miedo, su ambición, su sinsentido histórico, aliado a sus verdugos, que la posibilidad de continuar este maravilloso viaje en la historia.

Desde entonces hemos sufrido consecuencias terribles, porque todo lo que se pudo haber hecho fue retrasado y eso nos ha costado vidas, porque lo que ha de morir se aferra, no quiere partir y trata por todos los medios de arrastrarnos a los insondables cajones históricos, donde va a parar la tragedia de siempre.

Después de muchos intentos de impulsar el diálogo por parte de nuestra dirigencia, después de toda la muestra infinita de paciencia con la que hemos soportado todos los embates de la canalla, esta se ha refugiado en el terrorismo absoluto, desde lo verbal hasta lo físico, no quedando otra alternativa que profundizar el proceso constituyente tal y como muchas veces se lo advirtieron nuestros líderes a los dueños nacionales y extranjeros. "Después no se quejen".

Hoy nos convocamos de nuevo a la construcción de la historia, somos la fuerza, ya nadie nos convertirá en carne de cañón. A partir de ahora la vida para nosotros los pobres comienza a tener sentido histórico, por fin comprenderemos la necesidad de crear pensamiento que nos nombre y con el cual nombremos.

La Constituyente es la gran oportunidad para sembrar los pilares de la cultura comunal, donde no existirán ni dueños ni esclavos. Es la opción de eliminar las viejas leyes que traban burocráticamente los procesos de cambio. Es la ocasión de poder pensar y fortalecer otras formas de producción, de experimentar el otro modelo productivo, de crear los mecanismos para transformarnos como cultura, de establecer procesos legales que permitan la creación de espacios donde se le pueda dar cabida a la generación de otro pensamiento.

La Constituyente es un mecanismo que puede definitivamente iniciar el proceso de eliminación de la guerra.


http://misionverdad.com/pais-adentro/son-girones-de-una-bandera-en-derrota


_______________________

Un testigo profesional

Carlos Meléndez


El periodismo de opinión se ha resentido durante la última década. Ha sido invadido, en el mejor de los casos, por intrusos que creemos que los bagajes de nuestras disciplinas –la ciencia política, el derecho, la economía, etc.– son ‘superiores’ al oficio periodístico. (En el peor de los casos, se les ha dado pantalla a espontáneos que suben la voz para disimular su falta de ideas). El periodismo de opinión, cada día más subordinado a intereses mundanos, también sufre los embates de la polarización política. Se escribe para conseguir vitrina y aspirar a una chamba. Por ejemplo, asesor de PCM o ministro ppkausa si es antifujimorista; burócrata parlamentario si es fujimorista. Así, la columna independiente en la prensa nacional ya parece una necesidad básica insatisfecha.

El libro de Juan Paredes Castro “La presidencia ficticia” (Plantea 2017) es el mejor pretexto para organizar una cruzada en favor de la opinión independiente. La selección de sus textos publicados en El Comercio –desde 1990 hasta la actualidad– ilustra el periodismo analítico sin contrabando, escrito a contrarreloj –al borde de la presión diaria del cierre–, capaz de trascender el día a día. Porque es así como se logra la independencia, cuando las opiniones no se leen según la coyuntura, sino en contraste con la historia.

“La presidencia ficticia” no es una sumatoria antojadiza de textos de prensa que quieren zafarse del paso del tiempo. No es un mero periódico de ayer reeditado. Es un diagnóstico de las debilidades de una de las instituciones políticas más importantes de nuestro sistema: la presidencia de la república. En sus páginas palpita la obsesión institucionalista del autor, su preocupación por un poder estatal permanentemente acechado por enemigos infiltrados que socavan su legitimidad: desde siniestros jefes de inteligencia hasta ambiciosas primeras damas. En todos los casos analizados se demuestra la debilidad estructural de nuestro sistema presidencialista, incapaz de estructurar la separación entre la presidencia del Ejecutivo y la jefatura del Estado. Un dilema harto discutido por ingenieros constitucionales y, en este caso, observado desde el real politik.

Las páginas encaran la historia contemporánea reciente sin temor a los poderes fácticos. Repasa amenamente las variaciones de las amenazas al poder presidencial durante los últimos treinta años: militares sediciosos en los noventa, aprendices de estadistas, presidentes de consejos de ministros sobrevalorados y subvalorados, ‘chuponeos’ hechos en casa y ‘chuponeos’ a la venta. “La presidencia ficticia” revisa imperdibles momentos de nuestra política contemporánea, algunos ya clásicos, como el editorial de este Diario pidiendo al otrora presidente Toledo dar “un paso al costado” o el análisis de que el ex presidente García descargaba en Jorge del Castillo la gestión de su autoridad en el día a día (hasta que tronaron los ‘petroaudios’). Por el valor de este libro, escrito por un testigo profesional de su tiempo, debe estar al lado de las enciclopedias de historia contemporánea en los estantes de las bibliotecas.


http://elcomercio.pe/opinion/rincon-del-autor/testigo-profesional-carlos-melendez-noticia-1989515



_______________________



¿Y en qué vamos a trabajar?

Alfredo Bullard


Juan sale una mañana a trabajar. Está tarde. No toma el novísimo metro construido hace unos años luego de la demolición del obsoleto Metro de Lima (que tomó 20 años en ponerse en marcha por problemas en la entrega de terrenos). El nuevo está totalmente automatizado. Los viajes se cargan en un aparato parecido a los antiguos smartphones. Los trenes ya no tienen conductores ni las estaciones vigilantes, los que han sido reemplazados por sistemas de cámaras de vigilancia y mecanismos de control y seguridad a distancia.

Toma un taxi que tampoco tiene conductor. Recuerda cómo hace unos años los taxistas combatían a Uber por ser más eficiente y barato. Hoy ya no hay ni conductores de taxis ni de Uber.

No hay policías dirigiendo el tráfico. Los autos sin chofer se comunican entre sí y toman decisiones automatizadas para decidir quién pasa primero en una intersección, y lo hacen sin generar los atracones que caracterizaron a Lima hace ya varios años. Y las infracciones de tránsito ya no existen, pues los autos están programados para no cometerlas.

Juan tiene suerte. Trabaja diseñando robots, aunque en realidad controla el proceso de diseño desarrollado por computadoras que han reemplazado a cientos de personas por un equipo de solo cinco ingenieros. Esos robots desarrollan procesos productivos de todo tipo: desde preparar hamburguesas hasta fabricar automóviles o rascacielos.

En los supermercados los cajeros han sido reemplazados por escáneres por los que pasas tu carrito con compras y te carga el costo en tu cuenta bancaria virtual. Los bancos ya no tienen oficinas.

En los hospitales, complejas computadoras, sucesoras de la antigua supercomputadora Watson, hacen diagnósticos y prescriben tratamientos con mucha más precisión y eficacia que un médico usando sofisticados algoritmos sin cometer errores humanos.

Los jueces han sido reemplazados por sistemas de cómputo que aplican la ley sin las emociones, sesgos y arbitrariedades de los humanos. Y las computadoras son incorruptibles. Dos casos iguales son tratados igual. Y los largos juicios de años han sido reemplazados por decisiones que se toman en minutos. Por supuesto ya no se necesita abogados, al menos no del tipo a los que estábamos acostumbrados a inicios del milenio, pues se trata de alimentar a la computadora con información básica del caso. Ya no hay que alegar e inventar historias.

El mundo futurista en el que vive Juan no es irreal. No necesitamos una película de ciencia ficción. Muchas de las cosas descritas ya existen o están muy cerca de existir y superan con creces la imaginación más retadora. El común denominador es que se necesitan menos personas para hacer todo lo que hacemos hoy. La pregunta es, entonces, ¿en qué vamos a trabajar los humanos?

Un estudio reciente de la Universidad de Oxford predice que, en un período de 10 a 20 años, el 47% de los trabajos existentes en Estados Unidos serán realizados por máquinas (casi la mitad de los trabajos existentes). Es posible que ocurra lo mismo en los países desarrollados. Y en los que no lo somos tomará algo más, pero también ocurrirá.

Acabo de estar hace dos días en Madrid, en una conferencia del premio Nobel de Economía francés Jean Tirole. Varias de las preguntas que le hicieron se relacionaron precisamente con el problema de innovación y el mercado laboral. Hay quienes sugieren regular el desarrollo de la tecnología para retrasar su avance o, de manera similar, crear impuestos que graven los robots y máquinas que sustituyan trabajos.

La respuesta de Tirole fue muy clara: no podemos proteger puestos de trabajo con esas ideas. La innovación igual ocurrirá pero a un costo mayor que pagaremos todos.

Y en ese punto tiene razón. La tecnología aumenta la productividad, reduciendo el costo por unidad producida. Con ello se necesitan menos horas humanas para hacer lo mismo. Pero esas horas serán mucho mejor pagadas. El fenómeno descrito no es nuevo. Viene ocurriendo desde hace dos siglos. La industrialización (con la invención de la máquina de vapor) llevó a procesos que requieren menos horas (hemos pasado de trabajar 16 horas a 8 horas diarias), y el ingreso per cápita ha crecido a pesar de ello. No se protege puestos de trabajo impidiendo que la tecnología nos haga más fácil la vida, sino haciendo que el producto de ese trabajo valga más.


http://elcomercio.pe/opinion/columnistas/y-que-vamos-trabajar-alfredo-bullard-noticia-1989565


_______________________


Sigan a su chiflado presidente

 Robert Fisk

Desde que Ibn Batuta, viajó el Medio Oriente en el siglo 14 nadie partió   con tantas ambiciones como Donald Trump. Batuta, un viajero musulmán marroquí y erudito, tenía algunas cosas en común con Trump. Llegó a lo que ahora es Arabia Saudita. Fue a Jerusalén. Incluso tenía un buen ojo para las damas nubiles –había algunas esposas, por no hablar de una esclava griega que era para enloquecer. Pero ahí terminan los paralelos. Porque Ibn Batuta estaba cuerdo.

Sin embargo, ahora sabemos que Trump piensa que está tocando las tres religiones monoteístas porque va a Riad, a Jerusalén y luego al Vaticano. Hay algunos problemas, por supuesto. No puede ir a la Meca porque los cristianos están prohibidos y el viejo rey de Arabia Saudita representa una  autocracia wahabí que corta cabezas, algunos de cuyos ciudadanos han pagado –y lucharon junto– al temido Estado Islámico (EI), contra quién Trump cree que está luchando.

Luego, cuando vaya a Jerusalén, se reunirá con Benjamín Netanyahu, que apenas representa al mundo judío y planea mantener a las robadas tierras árabes en Cisjordania para judíos, y sólo judíos. Luego se presentará en el Vaticano para enfrentarse a un hombre que –aunque sea un gran tipo– sólo representa a los católicos romanos y no se parece mucho a Trump de todos modos. Ibn Batuta estuvo lejos del hogar durante un cuarto de siglo. Gracias a Dios Trump lo hace por tres días.

Trump dice que luchará por un acuerdo de paz entre Israel y Palestina.

Por supuesto, él no va a hablar al “Islam” en Arabia Saudita como no le va a hablar al “Judaísmo” en Jerusalén. Los sunitas saudíes van a hablar de aplastar a la “serpiente” de los chiítas de Irán –y debemos recordar que Trump es el chiflado que derramó lágrimas de cocodrilo sobre los bebés sunitas muertos en Siria el mes pasado, pero ni una por los bebes chiítas muertos en Siria unos pocos días más tarde– y espera que puedan restablecer relaciones reales entre su feliz reino que lleva a cabo ejecuciones y el feliz de Estados Unidos que lleva a cabo ejecuciones. Trump podría intentar leer el último informe del relator de  la ONU, Ben Emmerson, sobre el encarcelamiento de defensores de derechos humanos y la tortura de sospechosos de “terrorismo” en Arabia Saudita. No. Olvídenlo.

De todos modos, el rey no es un imán, como Netanyahu no es un rabino. Pero Jerusalén será un gran concierto porque Trump podrá pedir ayuda a Netanyahu contra el Estado Islámico (EI) sin darse cuenta de que Israel bombardea sólo al ejército sirio y al chiíta Hezbollah en Siria pero nunca –nunca– bombardeó al (EI) en Siria. De hecho, los israelíes dieron ayuda médica a los combatientes de Jabhat al-Nusra, que es parte de Al Qaida que (quizás Trump haya oído hablar de esto) atacó a los Estados Unidos el 11 de septiembre. Así que quizá el Vaticano sea un alivio.

Por supuesto, Trump podría haber caído por el Líbano para encontrarse con el Patriarca Beshara Rai, un prelado cristiano que por lo menos vive en  Medio Oriente y que podría haber sido capaz de decirle a Trump algunas verdades sobre Siria. O, dado que Trump se sentiría “honrado” de reunirse con el Gran Líder de Corea del Norte, incluso podría haber sorprendido al mundo pasando unas horas con Bashar al-Assad. Al menos Ibn Batuta llegó a Damasco.

Pero no, Trump está buscando “amigos     y socios” para luchar contra el “terrorismo”  –algo que nunca fue infligido a Yemen por Arabia Saudita o al Líbano y a los palestinos por Israel–. Tampoco será mencionado por los y chicas de CNN, ABC y todos los titanes de los medios de comunicación estadounidenses que –con el fin de promover su importancia fingiendo que su presidente no está loco– servilmente sigan a su chiflado presidente alrededor de la región con todas las tonterías de siempre.

Oh, sí, y Trump también quiere traer la “paz” a Tierra Santa. Y así pasará del rey de los helicópteros al ladrón de las tierras palestinas y terminará con el pobre y viejo Santo Padre que sabiamente da al presidente unos minutos antes de su audiencia general semanal.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhere.


https://www.pagina12.com.ar/35924-sigan-a-su-chiflado-presidente


_____________



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.

Seguidores

Archivo del blog