Alcaldes empapados - Mirko Lauer
Cambio climático: Trump pone en riesgo a la humanidad - Oswaldo de Rivero
Cambio climático: ya llegó, ya está aquí - Humberto Campodónico
Empatía - Luis Davelouis
Los derechos laborales en caso de desastres naturales - Arturo Rodríguez
Misterios sin resolver - Carlos Carlín
Reconstruir - José Ugaz
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Alcaldes empapados
Mirko Lauer
¿Qué pasará con los alcaldes de las zonas barridas por las aguas? Se les sindica como laxos, y en algunos casos nu los, en la prevención de cada desastre local. Los que han querido reaccionar en el último momento (casi todos) se han encontrado sin capacidad organizativa, pobre logística y poca disponibilidad de recursos. Todo se les ha ido en pedir.
La ley les impide reelegirse, y aun si ella cambia, es poco probable que les aproveche. Las aguas han destapado situaciones irregulares por todas partes, al grado que un congresista prepara una ley de vacancia, que parece exagerada, y sobre todo innecesaria: su plazo es corto, y el Estado central va a conducir de facto esas localidades por un buen tiempo.
No todas las irregularidades, en particular aquellas relacionadas con asentamientos en zonas reconocidamente peligrosas, son del alcalde en funciones. Existen de muy atrás, y han cruzado varias gestiones, y en muchos casos varios episodios catastróficos. En verdad todo eso estaba a vista y paciencia del país entero, comenzando por los vecindarios.
Entonces el asunto no tiene mucho que ver con los alcaldes de hoy, salvo casos puntuales de tipo penal, sino con los alcaldes de mañana. Un simple cambio de personas no atajará el sistema de ignorancia, corruptela y dejadez sobre el que está montada una parte del sistema edil. No se puede seguir viviendo en la esperanza de elegir a una persona excepcional.
Lo cual nos lleva a pensar en la reorganización del sistema de autoridades locales, que no es un tema de las esporádicas y recurrentes catástrofes, sino del día a día de los vecinos. El mecanismo de la vacancia, que pretende solucionar cuando el daño ya está hecho, ha demostrado ser insuficiente, y peligroso, a menudo con aspirantes a vacadores vacables ellos mismos.
¿Cuánto ha tenido que ver la inopia de la institución edil con la ausencia de partidos sólidos, con una masa crítica de nivel nacional, en la competencia? El mapa político de las alcaldías con barrios enteros ubicados sobre el curso histórico de las aguas y presupuestos de prevención no ejecutados existe, pero parece ser temprano para sacarlo a la luz. Nos dirá cosas.
http://www.larepublica.pe/impresa/opinion/861653-alcaldes-empapados
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Cambio climático: Trump pone en riesgo a la humanidad
Oswaldo de Rivero
La insana política de Trump pro energías fósiles provocará mayores emisiones CO2 y mayor recalentamiento global.
En noviembre pasado, la Organización Meteorológica Mundial informó que los últimos cinco años han sido los más calientes del planeta desde que se midió su temperatura en 1880.
A pesar de esta información que nos dice que estamos en camino de recalentar la Tierra 2 grados más, el controvertido presidente Trump acaba de desmantelar todas las disposiciones ecológicas que puso Obama para regular el uso del carbón, petróleo y gas.
De esta manera, Trump ha puesto los intereses de las corporaciones norteamericanas del carbón, petróleo y gas por encima de los intereses de toda la humanidad, violando así el más importante compromiso del Acuerdo de París de reducir el uso de energías fósiles con el uso de energías renovables.
También Trump con estas medidas incumple con la promesa que hizo los Estados Unidos en París de reducir en 26% sus emisiones CO2 en 2025. Esto además es un mal ejemplo para la China, que es el país con más emisiones CO2 y también para la India, otra gran lanzadora de CO2.
Una de las medidas más dañinas de Trump ha sido cortar los 250 millones de dólares que recibía la National Oceanic and Atmospheric Administration, un entidad que aportaba estudios sobre el recalentamiento de los océanos y que daba recursos para ayudar a los países costeros para prepararse contra una mayor intensidad del fenómeno El Niño, es decir justo la ayuda científica que ahora necesita el Perú y decenas de países.
Esta insana política de Trump pro energías fósiles provocará mayores emisiones CO2 y mayor recalentamiento global, y con ello aumentará la intensidad de los Niños, huracanes, el deshielo de los glaciales, de los incendios forestales, de las lluvias torrenciales y de las sequías. Sin duda, esto afectará al Perú y a los países que ya sufren El Niño; también a todos los países andinos donde los glaciales ya se están derritiendo rápidamente, anunciando con ello una futura gran escasez de agua, de energía hidroeléctrica y alza de los alimentos. También, más CO2 en la atmosfera afectará la existencia de muchos países que son pequeñas islas debido al alza de los océanos como consecuencia de un deshielo más intenso en los Polos.
Nuestra Cancillería debe expresar su malestar por esta actitud contra la Conferencia de Lima y París. También el Perú y otros países en desarrollo, que apoyaron los compromisos de París, deben movilizar a la ONU contra esta insania de Trump que pone en riesgo a toda la humanidad. Nuestros aliados serán sin duda los países que sufren El Niño y el deshielo de sus glaciales y también los países que sufren el alza de los océanos como son los pequeños Estados-islas del Caribe, el Pacífico y el Índico, organizados hoy en un activo Grupo en la ONU.
Pero el mayor aliado nuestro será el pueblo norteamericano, que rechaza esta retrógrada política de su gobierno apoyado por cientos de ONG y la prensa de los Estados Unidos.
La diplomacia peruana, después del tremendo desastre que ha sufrido el país, no debe permanecer pasiva ante una insana política pro incremento de las emisiones de gases CO2, que puede afectar nuestra vialidad nacional.
Nuestra Cancillería debe expresar su malestar por esta actitud contra la Conferencia de Lima y París.
http://diariouno.pe/columna/cambio-climatico-trump-pone-en-riesgo-a-la-humanidad/
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Cambio climático: ya llegó, ya está aquí
Humberto Campodónico
Muchos podrían haber pensado que si bien el cambio climático (CC) era una realidad –por el deshielo de los glaciares, los recurrentes Niño y las grandes inundaciones– estaba, sin embargo, más allá de la vuelta de la esquina. Pero no. El fuerte Niño Costero es parte integrante, a tiempo completo, del CC.
Diferentes estudios ya lo preveían, entre ellos uno pionero de la Comunidad Andina (CAN). Afirmaba que, en el 2025, sus integrantes tendrían en promedio un PBI menor en 4.5% debido al CC. En Bolivia y Ecuador el PBI sería 7.3 y 6.2% menor, mientras que Perú y Colombia perderían 4.4 y 4.5%, respectivamente (1).
Los países en desarrollo pierden más que los industrializados porque, de un lado, la agricultura juega un papel clave en la generación del empleo y el valor de la producción. Y, de otro, porque la vulnerabilidad de la población es mayor, dada la menor disponibilidad de servicios públicos y el menor desarrollo institucional (obvio, ahora lo sabemos). India, África y los países de ingresos bajos y medianos sufren mucho más que los países de la OCDE.
Estamos frente al deterioro de un bien público global, por lo que solo puede ser combatido y controlado si hay, valga la redundancia, un compromiso global. Todos tienen que entrar, sobre todo, los que contaminan más, los países industrializados (que, paradójicamente, sufren menos). Recordemos, que, según la OCDE, los combustibles fósiles (carbón, hidrocarburos) seguirán siendo el 80% del consumo de energía en el 2040. Terrible.
Esa es la tarea de la ONU, en las diferentes Conferencias de las Partes (COP). Y si bien es cierto que en París la COP 21 tuvo un acuerdo unánime (repetimos, unánime), el compromiso de que la temperatura solo aumente en 2 grados centígrados no se logró, pues las metas acordadas prevén un aumento de 2.7 grados. Aún así es un avance, pues las metas antes de la COP 21 preveían un aumento de 3.5 grados. Otra vez terrible.
Lo positivo es que esto tiene arreglo. Dice Nicholas Stern (ex jefe de economistas del Banco Mundial) en un informe preparado para el gobierno del Reino Unido que el costo de reducir las emisiones es 1% anual del PBI global al 2050. Como el PBI mundial asciende a US$ 73 billones (el PBI de EEUU y China es de US$ 18 y 11 billones, respectivamente) ese 1% son US$ 730,000 millones anuales, o sea 3.5 veces el PBI peruano. No es una cifra inalcanzable, sobre todo si el costo de no hacer nada, dice Stern, es 5% del PBI al 2050. Pero lo comprometido en la COP 21 del 2015 apenas llega a US$ 100,000 millones. Y eso recién en el 2020. Así no es.
La pésima noticia es que Trump acaba de tirar al tacho los compromisos de Obama en la COP 21. No solo le está reduciendo el presupuesto al ente ambiental, sino que está autorizando una mayor producción de carbón y relajando los estándares de emisión de CO2 en la industria automotriz. Dice el New York Times (2) que el compromiso de EEUU de reducir sus emisiones en 26% al 2025 ya tenían problemas con las políticas de Obama porque solo llegarían a la mitad de ese 26%. Ahora, con Trump, se van a emitir 650 megatones más de CO2 al 2025. Si se queda Trump, ya fuimos.
Otro punto negativo es que los compromisos de reducción de emisiones de la COP 21 no son vinculantes. Son solo compromisos. Por eso Trump hace lo que ya hizo. Pero debieran serlo. En el caso de Chile, su plan de energía (aprobado por Decreto Supremo) prevé que el 70% de su consumo de electricidad provendrá de energías limpias al 2030 (3).
Perú no tiene plan de energía vinculante, aunque sí tiene un programa de apoyo a las energías renovables –eólica, solar– que todos pagamos en las tarifas eléctricas, el mismo que es atacado por “caro” e “ineficiente” por los actuales dueños del mercado. No, pues. Los compromisos de Perú en la COP 21 deben ser vinculantes. Hasta ahora son solo una declaración de intenciones. Hagamos que se cumplan.
Hay que cambiar la matriz energética y consumir más gas, que es más limpio y menos caro que el petróleo, para lo cual hay que culminar el proyecto integral del gasoducto surperuano. Hay que apoyar la modernización de Talara que reducirá la emisión de azufre a 50 partes por millón en el diésel y las gasolinas (esto último no lo hace La Pampilla) y alejarnos de las actividades extractivas mediante la diversificación productiva.
No somos un gran país emisor de CO2 pero pagamos los platos rotos. Nos tocaba “adaptarnos al CC”, pero eso ya fue rebasado. Es cierto que las ciudades han invadido los ríos, pero también que hay, y habrá, más desastres naturales. Por eso, y por la madre tierra que necesita un cambio de modelo económico, Perú tiene la obligación de ser líder en la lucha contra el CC. Ni más ni menos.
(1) El pronóstico tomó como base el modelo econométrico “US Market Consequences of Global Climate Change”, que proporciona el detalle sectorial adecuado para la extrapolación de los resultados para países en vías de desarrollo. Ver “Impacto del CC en la CAN”, Lima, 2008.
(2) “Trump’s Executive Order Pushes the U.S. Climate Pledge Further Out of Reach, New York Times”, 28 de marzo, www.nytimes.com
(3) Ver “Energía Perú al 2050”, www.cristaldemira.com, 25/07/2016V
http://www.larepublica.pe/impresa/opinion/861656-cambio-climatico-ya-llego-ya-esta-aqui
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Empatía
Luis Davelouis
“No hagas a otro lo que no te gustaría que te hagan a ti”, no es una máxima cristiana. En realidad, la versión cristiana de la regla dorada –mucho más antigua que el cristianismo– dice “ama a tu prójimo como a ti mismo”. Esta es la versión resumida de los mandamientos que van del 2 al 9 que Jesús legó a sus discípulos. Y a veces parece que a nadie más.
Pero hay un malentendido peor. Creemos que empatía es la capacidad de ponerse en los zapatos del otro cuando en realidad significa ponerse la piel del otro. Ponerse en “el lugar del otro” no significa cambiarle de sitio para preguntarse “¿qué haría si estuviera en su lugar?”; significa mirar con los ojos del otro.
Sí, es mirar desde donde está parado el otro, pero desde su circunstancia y su experiencia. Mirar desde sus aprendizajes, no desde los nuestros; mirar con sus miedos y limitaciones, no con los nuestros; acercarnos a las situaciones que atraviesan con sus querencias y carencias, con su forma de entender el mundo y lo que le sucede y por qué, no con nuestras interpretaciones.
Es muy difícil, pero no imposible. Por eso, antes de siquiera pensar en juzgar la situación de otro y su manera de enfrentarla, hay que agotar todas las preguntas, llenar todos los vacíos de información que tenemos, ser conscientes de nuestros sesgos y de todos esos elementos que damos por sentado, con los que otros ni siquiera se atreven a soñar o ni siquiera contemplan la posibilidad de su existencia.
Luego se puede opinar, pero los juicios son definitivos y es muy irresponsable juzgar con tan pocas certezas.
Hago un mea culpa aquí porque todo “depende”.
http://peru21.pe/opinion/luis-davelouis-empatia-2276403
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Los derechos laborales en caso de desastres naturales
Arturo Rodríguez
Paulatinamente la naturaleza va aplacando su ira e inclemencia en nuestro país, la serie de desastres tales como huaicos, lluvias torrenciales, desborde de ríos, inundaciones, que azotaron principalmente la Región de Piura, Lambayeque y Túmbes, van disminuyendo su fuerza, no sin antes haber dejado a su paso miles de damnificados. El BCR ha calculado que la reconstrucción, solo de puentes y carreteras, bordearía los S/. 12,400 millones.
Durante el transcurso de la tragedia diversas instituciones, empresas, fábricas entre otros, se vieron obligadas o bien a restringir su atención, o en los casos más graves, suspender su funcionamiento dado el inminente peligro de huaico o inundación.
Ante esto cabe preguntarnos qué sucede con los trabajadores cuando su centro de labores restrinja o paralice completamente su funcionamiento. Pues bien, la Ley (D.S. 003-97-TR) establece que en estos casos (hecho fortuito o fuerza mayor) el empleador puede suspender los contratos de trabajo, esto es, el trabajador no tiene la obligación de acudir a laborar y por su parte el empleador tampoco de abonar las remuneraciones, hasta un máximo de 90 días; en caso el hecho suponga la destrucción total o parcial del centro de trabajo el empleador incluso podría dar por concluida la relación laboral.
A fin de evitar decisiones extremas, como las expuestas, la norma autoriza que puedan implementarse otro tipo de medidas, tales como el adelanto de vacaciones, o la compensación posterior de las horas de trabajo dejadas de laborar, entre otras, las mismas que podrían ser de común acuerdo entre las partes.
Por su parte, el Ministerio de Trabajo estableció que las horas o días en que el trabajador no pudiera apersonarse a su centro de trabajo, como consecuencia de los desastres naturales, no podían ser tomados como falta injustificada, debiendo en todo caso ser compensados posteriormente. Cabe anotar que en los casos antes enumerados el MINTRA tiene la potestad de verificar si es que las razones esgrimidas por el empleador para la suspensión o terminación de los contratos de trabajo, tienen fundamento objetivo, de no ser así puede disponer la inmediata reanudación de labores.
Los hechos narrados nos llaman a su vez a la reflexión acerca de la necesaria implementación de mecanismos que aseguren la Salud y Seguridad de los trabajadores, conforme lo dispuesto por la Ley 29783, materia que en nuestro país aún se encuentra en pañales, no olvidemos que de producirse accidentes en el centro de trabajo, producto de los desastres naturales, sin que el empleador haya tomado las previsiones necesarias, podrán considerarse como accidente de trabajo y por ende indemnizar al trabajador afectado.
http://diariouno.pe/columna/los-derechos-laborales-en-caso-de-desastres-naturales/
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Misterios sin resolver
Carlos Carlín
¿Por qué a los niños en la misa los obligan a golpearse el pecho tres veces diciendo “por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa”? ¿Culpa de qué tiene un niño? Si dicen que Dios es amor, ¿entonces, por qué nos asustaban con sus castigos? ¿Por qué todas las imágenes de Jesús nos muestran a un hombre sufriendo, torturado y ensangrentado? ¿Para asustarnos? ¿Por qué un cura pedófilo no va a la cárcel y un pedófilo laico sí? Si el fin supremo del matrimonio es la reproducción, ¿los estériles son pecadores? Si monjas y curas son castos, ¿son anormales? Si existen muchos santos populares alrededor del mundo esperando ser canonizados, ¿por qué Escrivá de Balaguer fue santo solo 27 años después de su muerte? ¿Existe vara en el reino de Dios? Si Dios es todopoderoso y omnipotente, ¿por qué la Iglesia necesita dinero? ¿Qué estilo de vida se parece más al de Jesús? ¿El de los franciscanos o el del Opus Dei? Si nuestro Estado es laico y yo soy agnóstico, ¿por qué mis impuestos sirven para pagar el sueldo de ministro del cardenal? ¿Por qué la Iglesia no paga impuestos? ¿Por qué uno que se dice representante de Dios en la tierra mariconea y mariconea sin sentir la verdadera culpa que obligan a otros a sentir? Si alguien puede responderme solo un par de estas preguntitas, juro por Dios que me vuelvo católico y busco a Cipriani para entrar en su mancha.
http://peru21.pe/opinion/carlos-carlin-misterios-sin-resolver-2214770
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Reconstruir
José Ugaz
La destrucción generada por este falso niño –que resultó más devastador que el original– nos obliga, ahora que está amenguando el fenómeno, a pensar en lo que corresponde hacer una vez que se vaya del todo. Aunque la dimensión de la crisis es enorme, precisamente por su magnitud y la estela de damnificados que deja tras de sí, es importante saber a qué se refieren las autoridades cuando hablan de reconstrucción.
Siendo un fenómeno recurrente, sería un grave error pensar que la reconstrucción se debe circunscribir a lo que hemos hecho siempre: levantar nuevamente las viviendas, descolmatar los ríos, aumentar las defensas ribereñas y esperar un nuevo desastre diez años más tarde. Mientras tanto, autoridades complacientes, incapaces o corruptas, coludidas muchas veces con traficantes de la necesidad humana, seguirán permitiendo o alentando el asentamiento de poblaciones en lugares críticos y vulnerables. Persistir en el error nos condenará a la repetición. El problema es estructural y no se resolverá con medidas coyunturales o cosméticas.
Paradójicamente, tamaña desgracia abre la posibilidad de reconstruir de verdad implementando soluciones definitivas. Es indispensable la planificación urbana para reubicar las poblaciones vulnerables en zonas no inundables o arrasables por los huaicos. Hay que buscar a los mejores expertos que apliquen la tecnología disponible en el mundo moderno para construir sistemas preventivos de defensa de ríos y riadas para desarrollar alternativas sostenibles aprovechando experiencias como las de Holanda o New Orleans luego del Katrina. Ya es tiempo de poner en práctica la resiliencia del pueblo peruano y demostrar que somos capaces de convertir esta calamidad en una oportunidad para salir de la improvisación, la informalidad y el presentismo.
Algo similar ocurre con el otro desastre, esta vez no natural, que nos ha impactado severamente poco tiempo antes de El Niño costero. Me refiero a la dimensión de la gran corrupción que nos aqueja y que nos fue enrostrada por el Caso Lava Jato.
Cuando se empezó a desnudar esta tremenda trama corrupta, algunos predijimos que una vez terminara de aparecer la información, se producirían los efectos de un terremoto de grado nueve. Nos equivocamos en el lenguaje, debimos decir que cuando fluya la información como quebrada activada, sufriríamos los efectos de un diluvio universal con inundaciones sin control. Metáforas aparte, no hay duda de que la devastación económica, política y moral que genera la corrupción en el Perú es tan o más perjudicial que la de los desastres naturales que hoy sufrimos.
Cuando vemos a presidentes de la República, ministros, viceministros, empresarios de alto nivel, profesionales, líderes políticos y sus partidos, involucrados como actores del carnaval de corrupción, advertimos la extensión del daño. La pérdida de la confianza, el desprecio por el bien común, la inestabilidad política, el impacto en infraestructura vital, la reducción del PBI y el crecimiento económico, han dejado a millones de peruanos damnificados. ¡Cuánta falta nos hace en este momento el dinero que nos robaron para enfrentar los embates de la naturaleza!
Entonces, cabe preguntarse también, ¿cómo vamos a enfrentar la reconstrucción que requiere el país después de la crisis creada por la corrupción de Lava Jato? Al igual que el fenómeno de El Niño, el problema de la corrupción en el Perú no es episódico, es recurrente, estructural y sistémico. Por tanto, la reconstrucción del país en términos de integridad tampoco puede ser coyuntural o cosmética. Hay que convertir esta crisis de corrupción en una oportunidad sostenible que vaya más allá de leyes aisladas o discursos retóricos. Es necesario evaluar las causas, aprovechar experiencias exitosas comparadas y diseñar una estrategia nacional integral que enfrente cada uno de los problemas que han hecho posible la captura del Estado por redes corruptas.
Fallaron el sistema político y los partidos, no funcionaron los mecanismos e instituciones de control, colapsaron los procesos de compras e inversión pública, cedió por activo o por pasivo el sector privado, escaseó la transparencia, fue complaciente la ciudadanía… y hoy, por todo eso, estamos inundados, con el agua hasta el cuello de inmoralidad.
Ambas crisis nos presentan una oportunidad histórica para reconstruir el país sobre bases firmes que impidan que el daño se repita. Manos a la obra. Y como ya han señalado algunos analistas, no podemos darnos el lujo de olvidar, ni a las víctimas, ni a los responsables.
http://elcomercio.pe/opinion/columnistas/reconstruir-jose-ugaz-noticia-1980951
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