Venezuela
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Crónica desde adentro de la violencia callejera
Marco Teruggi
Los medios dicen
muchas cosas sobre Venezuela en estos días. ¿Qué sucede realmente? ¿Cuáles
son los objetivos de la derecha?
No son más de
cuatrocientos. Se dividen en tres: la vanguardia, que es la parte que busca
la confrontación con la policía; una masa fluctuante que corre hacia los
cordones de seguridad cuando parecen ganar la pulseada y vuelve a las
corridas unos pocos segundos después ante los gases; y la retaguardia, que
observa, come raspado, conversa, comenta el show en desarrollo. Para ellos no
lo es: se trata de una batalla contra la dictadura que los reprime. Están
convencidos, viven su épica.
La distribución
geográfica es la siguiente: la retaguardia se sitúa en los alrededores de la
plaza, sobre la avenida principal; la masa fluctuante se encuentra a partir
de media cuadra más adelante hasta la zona donde no llegan los humos de los
gases; la vanguardia busca acercarse al cordón de policía que impide el paso
hacia la autopista, tiran bombas molotov, piedras, hasta que no aguantan y
repliegan. Ese sector coloca las guayas, el aceite en el piso, arma las
bombas detrás de una pared. Entre ellos -la masa y la vanguardia, todos
encapuchados- se abrazan como héroes.
La escena se
repite incansablemente durante horas. Existen momento de euforia colectiva,
generada por la adrenalina, la sensación de la epopeya. Entonces arrancan
portones, los cruzan sin sentido en las calles, rompen carteles luminosos,
juntan piedras y piedras, las golpean sobre el zinc, se dan ánimo, corren de
a muchos hacia la policía. A los pocos segundos regresan más rápido de lo que
fueron, con las mismas piedras y molotov en las manos. Corren más de lo que
confrontan.
Hay otros
personajes: los motorizados solidarios que sacan a alguien demasiado expuesto
a los gases, los vecinos que recargan las botellas de agua, los curiosos que
se detienen a observar, los vendedores de agua y limones, los mototaxistas a
la espera de pasajeros.
No existe
liderazgo visible. Algunos logran generar una suerte de conducción que
rápidamente se desvanece, sirve para orientaciones en momentos de caos, como
cuando quieren linchar a alguien por pedir que “le bajen dos”. Visto desde
afuera resulta difícil saber quién dirige. ¿Alguien dirige realmente? ¿O la
estructura de células que está al frente funciona de manera autónoma con la
única orden de confrontar y destrozar hasta el cansancio? Porque la batalla
es por cansancio. La policía aguanta en su esquina durante horas. Hasta que
decide avanzar una o dos cuadras hasta concentrar a los centenares. Para eso
aumenta la cantidad de gases y la distancia a la cual los lanza. ¿Qué debería
hacer? El esquema de la derecha consiste en ir a buscar el choque para luego
mostrarse como víctimas que resisten.
***
Volvieron las
guarimbas. ¿Cuál es su objetivo? Es necesario determinarlo para saber si
logran fracasos o victorias. Resulta poco probable pensar que la correlación
de fuerzas planteada en Altamira o los diferentes focos de violencia pueda
permitirles rebalsar a la policía. No tienen esa fuerza. Eso podría hacerlo
una pueblada. Su problema es que son pocos: el momento de auge relativo de la
autopista dura hasta las primeras piedras, luego son a veces cuatrocientos, a
veces cincuenta, a veces menos.
El plan no parece
ser entonces llegar al oeste de la ciudad. Aunque lo enuncien, arenguen a la
gente a ir en búsqueda de las instituciones -para quemarlas, como lo hicieron
el sábado. Necesitan generar el hecho
mediático y para eso, se sabe, no es necesaria la masividad. Basta ver los
videos que circulan: están hechos de primeros planos, rostros, acciones
individuales o de pequeños grupos. Logran convencer a muchos de aquí hay una
represión feroz, y son una multitud en las calles. No hace falta ser miles
para instalar una idea. Basta tener varios focos de violencia, transmitirlos
en simultáneo, crear rumores y buscar las mejores imágenes -una mujer joven
con la bandera de Venezuela que junta un gas, por ejemplo.
Matriz
comunicacional, caos e incertidumbre. Como la que se vivió en la noche del
lunes: llegaron reportes de varios puntos del este de Caracas, Barquisimeto,
Valencia, imágenes de quema de un camión de la Misión Nevado, un edificio de Cval,
un local del Psuv, audios con relatos de postes de luz tumbados en la
autopista, cortes de calles en el este con personas armadas, incendios de
basura, focos de violencia, miedo, desconcierto. Si ese es el objetivo
entonces lo cumplen. Se sumerge a las subjetividades, las redes, los
teléfonos, las conversaciones.
***
¿Cuál es la
diferencia con el 2014? El método hasta ahora es similar: puntos específicos
de destrozos y confrontación en el este de la ciudad. Dan rienda suelta a su
base más radical, a las células entrenadas para eso. Resulta poco probable
pensar que esa metodología logre convocar masividad: ya se sabe que las
movilizaciones desembocan en gases, piedras, guayas, aceite, incertidumbre
creciente, posibles muertos -las guarimbas tuvieron por saldo 43 víctimas.
Por eso su debilidad es la perdida de base y el desgaste. Como en el 2014. Su
esquema así planteado tiene un límite, aunque tal vez logren acumular más
gente para fechas puntuales, como el anunciado 19 de abril.
La principal
condición que parece haber cambiado es la internacional. Las declaraciones
del Comando Sur de los Estados Unidos el pasado viernes son la muestra más
clara. Fueron dadas en simultáneo con el bombardeo unilateral a Siria. Gran
parte de la ofensiva callejera de la derecha está hecha para el frente
exterior, para eso las imágenes, las denuncias de represión, persecución, de
un supuesto e inexistente gas tóxico. Son lo que piden los aliados y
financistas para apretar el acelerador en la Organización de Estados Americanos,
en cada uno de los países donde gobierna la derecha en el continente, en
Estados Unidos y Europa.
Ahí reside una
fuerza que no tenían en el 2014. En aquel entonces faltaba todavía un año
para que Barack Obama declarara a Venezuela como amenaza. Sin embargo tampoco
pareciera suficiente -hoy- para dar vuelta el escenario y lograr el quiebre
buscado. ¿Entonces qué? Sin barriadas para una pueblada ni Fuerza Armada
Nacional Bolivariana que acompañe, ¿cómo piensan romper el límite del 2014?
Nuevamente la pregunta: ¿cuál es su objetivo? ¿Tumbar al gobierno por la
fuerza, profundizar el desgaste general que existe en el país, acelerar los
comicios electorales?
No se debe
subestimar el plan en marcha. Tampoco nombrarlo con palabras que le quedan
grandes. Lo que han iniciado es nuevamente una metodología de violencia
abierta, destrozos, confrontación callejera y política, un cuadro de
desenlaces inciertos. En Altamira no había un pueblo como tanto les gusta
decir. Eran pocos, aunque las imágenes logren dar la impresión de ser muchos.
Organizados y preparados, sí. También con altos niveles de improvisación y de
actos ridículos. Son la base de la derecha golpista, vestida con estética de
rebeldía.
https://hastaelnocau.wordpress.com/2017/04/12/cronica-desde-adentro-de-la-violencia-callejera/
http://www.telesurtv.net/opinion/Cronica-desde-adentro-de-la-violencia-callejera-20170412-0010.html
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miércoles, 12 de abril de 2017
ESPECIALES 12/04/2017
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