domingo, 22 de enero de 2017

OPINIONES 21/01/2017


Trump: discurso sin sorpresas - Germán Alarco Tosoni
“Nadie sabe para quién trabaja” - Carlos Tapia
El Perú en la guerra - Mirko Lauer
Politizar - Eduardo Dargent
Los abogados del diablo - Raúl Tola
Los mudos y la ciudad - Carlos Meléndez
La asombrosa historia de Juan Concha - Alfredo Bullard
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Trump: discurso sin sorpresas

Germán Alarco Tosoni



El discurso de toma de mando del presidente Trump estuvo acorde al clima que lo rodeó: frío y húmedo. Orientado hacia la gente común, sin contenidos, ademanes, ni expresiones espectaculares. En lo económico repitió los temas de la campaña, America First (Estados Unidos primero).

Un nuevo gobierno que se define orientado a favor de la gente común que solo ha visto prosperar a sus líderes políticos, mientras que se deterioraba su situación económica. Estuvo orientado exclusivamente hacia los estadounidense, con una u otra referencia marginal al mundo; olvidándose que esa nación se construyó a lo largo del tiempo en base al esfuerzo de los ciudadanos de muchas latitudes.

MIRANDO SU PROPIO OMBLIGO
Un EE.UU. que solo mira a su propio ombligo, olvidándose de la importancia de crear y compartir la riqueza con el mundo, Trump mantiene su visión simplista de la realidad, donde los culpables son el establishment político y las políticas que han redistribuido las riquezas de las clases medias norteamericanas al resto del globo.

Se propone no más enriquecer a empresas extranjeras, no más subsidiar a ejércitos de otros países, no más defender las fronteras de otras regiones del mundo, no más olvidar invertir en la infraestructura de su propio territorio.

Se trata, según el nuevo Presidente, de recuperar los empleos, rescatar las fronteras, rescatar la prosperidad y los sueños de los trabajadores y las familias norteamericanas. Obviamente el discurso no entró en detalles.

Solo definió dos políticas clave que pueden sonar razonables para cualquier país, pero que llevadas al extremo pueden ser peligrosas para el resto del mundo: comprar (bienes y servicios) norteamericanos y contratar (emplear trabajadores) norteamericanos.

LOS GRANDES OLVIDOS
Trump plantea respuestas simples a grandes problemas. Se olvida que ese deterioro de las condiciones de vida de los trabajadores y las clases medias de los EE.UU. fue resultado precisamente de las políticas neoliberales implantadas a partir de los años ochenta. Omite mencionar el abandono del modelo fordista preocupado por el equilibrio entre proporcionar beneficios tanto para los trabajadores como para los capitalistas que rigió en EE.UU. entre los años 50´s y 70´s y en casi todo el resto del mundo.

Ronald Reagan, su principal referente político, fue el padre de la relocalización internacional de las empresas industriales, de la financiarización, de la economía basada exclusivamente en los servicios, de la desregulación de los mercados que condujo luego a la crisis financiera internacional que despojó de sus viviendas, genero desempleo masivo y empobreció a importantes segmentos de la población. ¿Por qué ahora rasgarse las vestiduras? Ese mundo de beneficios compartidos lo terminaron de destruir ustedes.

Trump se olvida también que ese nuevo orden internacional a partir de los años ochenta fue construido por y para los poderosos del mundo. La elevada desigualdad es hija de las políticas neoliberales pero paradójicamente padres del Brexit, de su propia victoria y de todos los nacionalismos que florecen en Europa y el resto del mundo.

Es cierto que algunos tratados comerciales han abierto espacios para algunas economías emergentes y otras más pobres, pero lo que es claro es que benefician ante todo a las empresas, incluidas las norteamericanas.

La derrama de empleos e ingresos es también una realidad tangible en los lugares donde se han relocalizado las firmas que ahora proveen bienes intermedios, de consumo y de capital, a las economías desarrolladas. Sin embargo, es obvio que con salarios y condiciones laborales por debajo de los estándares de EE.UU.

Si la lógica era a favor del capital, ¿cómo querían que este fenómeno de traslado de empresas no ocurra? Ahora, en nuestra perspectiva ¿eso poco que se había avanzado a favor de nuestras economías, se va a perder?

CONTRADICCIONES A LA VISTA
Hay que reconocer que en esta ocasión, como debía ser, Trump fue prudente y mantuvo las formas con relación a todos los que no piensan como él. No mencionó explícitamente a los migrantes, incluyendo los ilegales, que fueron y son un elemento importante para el poderío económico de los EE.UU. No son marginales, además que son parte de la sociedad.

China, Europa, el resto de Asia y sus otros socios comerciales y financieros del mundo son perfectamente funcionales al régimen de producción norteamericano. China provee ahora buenos productos más baratos que han permitido mantener el poder de compra de los estadounidenses, a la par que mantuvo empleos y beneficios en el sector comercial. Sus excedentes en forma de capital se han orientado a la compra de Bonos del Tesoro norteamericano, donde es su principal acreedor.

¿Qué ocurriría si se desatan guerras comerciales?, ¿solo se perjudicarían los chinos, europeos y el resto del mundo?, ¿qué ocurriría con los mercados de capitales en los EE.UU. y en el mundo?

La contribución de México al progreso de los EE.UU. es un hecho real y tangible tanto por su aportación de capital humano, de materias primas, insumos intermedios y ahora de productos de alto contenido tecnológico.

¿Qué hubiera ocurrido si EE.UU. no contaba con esos recursos?, ¿qué ocurrirá con todas las cadenas de valor que se han construido en los últimos veinte años?, ¿puede EE.UU. aislarse de su vecino del sur?, ¿a EE.UU. le conviene un vecino con mayores problemas económicos y sociales?, ¿le conviene un mundo con menos comercio, flujos de inversión y libre movimiento de personas?

Del mundo unipolar se transcurrió al bipolar y luego al multipolar. Trump se olvida que en la historia no hay marcha atrás. Ya no existen islas por más muros que se quieran construir. La historia nos recuerda cómo terminaron mal esas experiencias nacionalistas extremas del siglo XX.

Efectivamente el orden internacional sigue siendo injusto, especialmente para las economías más pobres. Había algunos avances positivos y muchos temas en agenda por negociar y concretar.

La ruta de patear el tablero o buscar el exclusivo provecho para una de las partes (más que ahora) es perjudicial para todos. Si no se crea valor compartido los conflictos y la inestabilidad, en muchas esferas, estarán a la vuelta de la esquina. Ojalá se mantenga la prudencia.

http://diariouno.pe/columna/trump-discurso-sin-sorpresas/


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“Nadie sabe para quién trabaja”


Carlos Tapia


1).- La congresista Lourdes Alcorta respondió duramente a Verónika Mendoza por oponerse a que un fujimorista presida la comisión Lava Jato. Las bases izquierdistas apoyaron a esta y Arana perdió al haber coincidido indirectamente con Alcorta. Asimismo, Aldo Mariátegui –en su línea– comparando a la ex candidata de la izquierda con Arana, calificó a este como un político honesto. Este ‘abrazo del oso’ debilitó al ex cura y Verónika se fortaleció.

2).- Enrique Bernales es un respetado constitucionalista y presidente de la comisión encargada de investigar los ascensos militares durante el gobierno de Ollanta Humala. Ante la Comisión de Defensa afirmó que por medio de un asesor, el presidente Humala presionó al alto mando del Ejército para que informara qué generales habían votado por Keiko Fujimori en la segunda vuelta que él ganó. Para así lograr deshacerse de ellos, cosa que sí sucedió.

Esta acusación mostraría a nuestro Ejército como una frágil institución llena de soplones y compinches, de lo que se aprovechó Humala. ¡La principal culpa la tendrían ellos, no Humala!

3).- La sala encargada ya va a dictar sentencia en el caso que se le sigue a el general ® Daniel Urresti por el salvaje asesinato del periodista Hugo Bustíos en 1988. Todos los periodistas lo consideran un mártir. Pero, en un acto ignominioso, de humor negro y falta de respeto a sus deudos, se invitó a Urresti a una parodia en un programa de TV para que imite el rol de ‘periodista’ entrevistador.

4).- Las acusaciones de infiltrados senderistas, del Movadef o Fudep, en la protesta contra el cobro del peaje en Puente Piedra ha sido un boomerang doble. Los detenidos salieron libres y, además, se ganaron con la imagen del éxito de la lucha popular.

5).- A veces es mejor no disparar que hacerlo a sus pies.


http://peru21.pe/opinion/carlos-tapia-nadie-sabe-quien-trabaja-2268430


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El Perú en la guerra


Mirko Lauer



De las muchas ofertas dramáticas de Donald Trump en política exterior, la guerra comercial con China parece la más fácil de entregar. Se puede ir avanzando de a pocos y haciendo la contabilidad de las victorias, con el ojo puesto en los peligros de la iniciativa, que incluyen un efecto dominó para todo el comercio mundial.

Uno de los argumentos actuales frente a este posible escenario es que la economía peruana es demasiado chica como para sufrir sus efectos, y que eso nos protegería en todos los casos. Los puestos que se van al Perú por las inversiones de EEUU no son muchos, ni hay perspectivas de que lleguen a serlo.

Vista desde el Perú una guerra así tendría varios aspectos. De un lado debilitaría mercados vitales para las exportaciones peruanas. De otro convertiría a nuestro mercado en una presa para compensar las pérdidas de clientela entre los combatientes comerciales. Pasaríamos a depender aun más del mundo exterior, en medio de una versión del clásico fuego cruzado.

Asumiendo que mantuviéramos el mismo grado de apertura comercial con China y los EEUU, lo que ahora es una fuerte competencia entre productos similares de estos países pasaría a convertirse en una lucha de dumpings. Por ejemplo, el match Chevrolet-Changan podría conocer momentos con precios realmente sorprendentes.

Uno de los problemas para Perú sería pagar el diluvio de importaciones baratas que aparecería ante nuestras puertas. De hecho desde hace años importamos mucho más de lo que exportamos a China y los EEUU. Esta tendencia solo podría cambiar con algunas renegociaciones, pero una guerra comercial no sería el mejor momento para ellas.

Una guerra comercial es una guerra de proteccionismos, y eso significará que muchos de nuestros productos exportables van a empezar a rebotar en cada vez más fronteras, comenzando por las de nuestros dos principales mercados. En ese contexto las importaciones abaratadas simplemente nos pueden ir desangrando.

La reciente declaración de Pedro Pablo Kuczynski contra el proteccionismo sin duda fue un paso en la dirección correcta, un ejemplo de lo que hoy se está llamando neoliberalismo progresista. Pero quizás no habría que esperar que el problema nos caiga encima antes de haber empezado a prepararnos.

En más de un sentido, el problema ya está aquí.



http://larepublica.pe/impresa/opinion/841523-el-peru-en-la-guerra






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Politizar


Eduardo Dargent



Juan Sheput considera que la caída de popularidad del gobierno se explica porque hay ministros “que están encerrados en su labor de escritorio” y “no están cumpliendo un papel comunicador”. El presidente estaría haciendo “bien su labor”, ellos mucho menos. Esos ministros “más parecen consejeros presidenciales que políticos”. Les recuerda que “hacer política significa confrontar, criticar, polemizar y, sobre todo, poner la agenda”.

Estoy de acuerdo con Sheput en que hay un problema en la forma en que los ministros están actuando y comunicando para construir una base de apoyo en la población. Discrepo en que este sea solo un problema de ministros, creo que el Presidente también viene fallando en establecer y transmitir esta agenda e incluiría en el problema a la desordenada bancada oficialista. Pero el llamado de atención parece correcto y apunta a la necesidad de ministros más activos para sostener mejor al gobierno.

No es un problema solo de este gabinete, más bien hay un patrón desde la transición. Los gabinetes de los tres gobiernos previos también tuvieron serios problemas para establecer una agenda y comunicarla. Ver esta pérdida progresiva de popularidad como una mera cuestión de errores o virtudes es perder de vista condiciones más profundas que hacen difícil gobernar.

Entre ellas, la alta desconfianza de la población que lleva a que rápidamente los ciudadanos pierdan su entusiasmo inicial por los presidentes. Grupos políticos débiles, sin expertos ni operadores en el territorio, que conducen a los escándalos de advenedizos corruptos que conocemos bien o a que problemas a nivel local se salgan de control. Es fácil decir que hay que politizar y ser menos tecnocrático, ¿pero con qué políticos?

A ello hay que sumar un Estado débil al que le cuesta mucho mostrar cambios significativos en el corto plazo. Y medios de comunicación, especialmente la televisión abierta, que no dan tiempo ni al gobierno ni a la oposición para presentar y debatir sus propuestas. Suena a excusa cuando gobiernos que cometen serios errores hablan de meros “problemas de comunicación”, pero hay algo de cierto en su lamento: hay pocos canales efectivos para informar a la ciudadanía.

Pero dadas estas condiciones, que son con las que hay que jugar, pues resulta mucho más urgente tener una estrategia de acción política y comunicación para intentar enfrentarlas. Mi impresión, como señala Sheput, es que eso pasa por construir una agenda, ser consecuentes e insistentes.

Para mí esa agenda está más al centro de donde se viene gobernando, por supuesto sin pensar que un gobierno de alguien con los antecedentes de PPK puede ser progresista. Pasa por recuperar iniciativa en sectores que deberían estar en el centro de debates sociales y productivos y que hoy están en silencio. Por enfrentar en serio el tema de la corrupción. Y si se va a hacer de la desregulación su principal bandera, pues explicar y demostrar por qué es central para la vida de los ciudadanos.

Pero sea cual sea la posición política que se adopte, tiene que tener orden, consistencia y creatividad. Tener alineados al Presidente, el gabinete y la bancada de gobierno. Y evitar lo que es demoledor cuando los gobiernos van en caída: la percepción de banalidad y fatuidad, sea real o falsa. El rumor de un Presidente que vive en su club en vez de gobernando es el equivalente a las compras de Nadine o las fiestas de Toledo.

¿Tiene el gobierno herramientas para construir una narrativa política y transmitirla? Me parece que todavía hay espacio, requiere apuntalar a sus ministros más carismáticos y con mejor capacidad de comunicar. Deben percibirse como actores comprometidos hacia el futuro, con ambición de continuidad y de construir un proyecto de país, no como aves de paso por la política. Sin esos cambios, probablemente se mantenga la caída tal como les pasó a los anteriores gobiernos. Pero esta vez sin una bancada capaz de defenderlo y con un partido de oposición que sabrá capitalizar sus errores.


http://larepublica.pe/impresa/opinion/841526-politizar


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Los abogados del diablo

Raúl Tola


He leído con creciente asombro el comunicado donde el Ministerio Público anuncia el archivamiento de las denuncias por abusos sexuales, físicos y psicológicos contra varias figuras del Sodalicio de Vida Cristiana. Los argumentos presentados por la fiscal María del Pilar Peralta para desechar las acusaciones que comienzan en Luis Fernando Figari –fundador de esta sociedad de derecho pontificio– y alcanzan a varios de sus heraldos son sorprendentes, por no decir ridículos o abiertamente malintencionados.

Dice el documento en una de sus líneas más estrambóticas: «Por el tiempo transcurrido desde la creación de dicho movimiento –más de 40 años– los delitos ya habían prescrito, de haberse cometido». Entiendo que lo que se investiga es la comisión de los delitos, no la fundación del Sodalicio. De existir, la prescripción debería contarse a partir del día que aquellos fueron cometidos. ¿O acaso la iglesia es inimputable por haber sido fundada hace más de 2.000 años?

Luego añade: «Se pudo corroborar que, como parte de los estatutos del Sodalicio, para ingresar a dicha institución se requería tener mayoría de edad, por lo que no existían menores de edad al interior de la misma». ¿No es una cosa lo que dice el papel impreso, y otra lo que ocurre en la realidad? ¿Importan los códigos y reglamentos si está demostrado que al menos una de las víctimas –José Enrique Escardó– ingresó con 17 años?

«Ninguno de los presuntos agraviados presenta actualmente problemas psicológicos derivados de su permanencia en el Sodalicio. Por el contrario, las pericias demuestran que todos ellos llevaron vidas personales y profesionales exitosas». ¿Tener una vida miserable y llena de fracasos es obligatorio para probar un delito? ¿Qué propone la fiscal Peralta para las víctimas de futuros casos semejantes?

El caso Sodalicio ha vuelto a poner en evidencia los niveles de inhumanidad a los que pueden llegar algunos peruanos, sorprendente, en su mayoría, muy vinculados con las posturas religiosas más conservadoras e inflexibles. ¿Qué tocaría a un verdadero católico frente a estas denuncias tan serias? ¿No debería pelear por el agraviado, el débil, el que sufre? ¿Por defender lo justo, lo virtuoso, lo honesto? ¿Por combatir el mal, la vileza, el pecado?

Lo que hemos visto ha sido muy distinto, y confirma una vieja y perversa costumbre. Llegado el momento de la verdad, a algunos les importa mucho la defensa de los privilegios, simpatías y agendas de una casta, y muy poco los principios que los inspiran, y que supuestamente dan sentido a sus vidas. ¿Cómo pueden mirarse al espejo esos defensores de un credo que aspira al bien si desde la aparición de «Mitad monjes, mitad soldados» se dedicaron a defender a Luis Fernando Figari y a sus cómplices, en lugar de solidarizarse con las comprobadas víctimas de sus abusos? ¿Cómo han podido responder con desprecio en vez de solidaridad, burla en vez de comprensión, mentira en vez de sinceridad?

Que vayan a darse golpes de pecho, a cantar sus salmos, a besar sus cirios. Que confíen en el consuelo de la confesión, para pecar alegremente y luego enjuagar sus inmundicias. No han notado que tienen el alma corrompida, y se están pudriendo desde dentro.



http://larepublica.pe/impresa/opinion/841525-los-abogados-del-diablo


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Los mudos y la ciudad


Carlos Meléndez


Es un lugar común para melancólicos referirse a “la Lima que se fue” con la seguridad de que todo tiempo pasado fue mejor. El desastre que es la capital en la actualidad permite corroborar dicha afirmación. Sin embargo, no se puede explicar su situación caótica sin el pasado. No es necesario referirse a un tiempo remoto, sino simplemente a la acumulación sucesiva de funestas gestiones edilicias. La actual –que dirige Castañeda Lossio– no enmienda el camino y afianza decisiones equivocadas que se tomaron en su peor momento. Lima asfixia la esperanza y refleja la medianía de sus autoridades y sus élites pensantes.

El alcalde Castañeda refleja con claridad que “representación” no es sinónimo de “gobernabilidad”. Durante sus gestiones –las anteriores y la actual– ha proyectado una imagen aceptada con estima por el limeño promedio, con mayor calidez entre quienes viven en las zonas marginales. El hecho que este mes –por primera vez– su desaprobación supere a sus cifras de apoyo no deslegitima sus altos y constantes índices de popularidad. En un país donde campea la desconfianza a los políticos, es una de las autoridades con mayor respaldo. Estemos o no de acuerdo con su peculiar estilo populista silente –arbitrario, pragmático y aislado–, Castañeda logró calar en el limeño migrante marginal quizás con mayor éxito que –en sus respectivos momentos– Alfonso Barrantes y Ricardo Belmont.

Castañeda, sin embargo, no capitalizó –hasta ahora– la representación para hacer las reformas sustantivas que Lima necesita con urgencia. A diferencia de lo que sucede en la administración de la economía nacional, no existe una tecnocracia urbanística –mucho menos un “piloto automático”– para gobernar la ciudad. Castañeda es –aún– un alcalde popular que carece de gestores con visión de futuro. Su popularidad tampoco le alcanzó para construir una narrativa de convivencia social, más allá del manido “todas las sangres”. Lima, como comunidad, está fragmentada en circuitos que reproducen la discriminación y el clasismo. Ni siquiera el progresismo local ha escapado de sus prejuicios virreinales: cuando un cholo toma una pileta en Chorrillos está “interviniendo un espacio público”; cuando reclama sus derechos frente a los peajes de Puente Piedra, se trata de “vandalismo”.

El silencio frente a los retos de la ciudad trasciende a sus élites políticas y se inmiscuye en sus brillos intelectuales. No existe reflexión profesional y académica que se conecte con proyectos políticos para la capital. Se confunde el activismo con el “expertise”. Asimismo, la sociología urbana languidece al entender las dinámicas sociales de la capital. (Véase, por ejemplo, el libro de Omar Pereyra sobre la residencial San Felipe, más cerca de un ‘souvenir’ de nostalgia hipster que de un tratado sustantivo sobre las clases medias capitalinas). Los limeños retoman esa sana costumbre de levantar la voz sobre sus demandas vecinales. Lo que antes fue la habilitación urbana, hoy es el desplazamiento seguro por la ciudad. Pero mientras los ríos humanos hablan con más fuerza, las élites políticas e intelectuales enmudecen.


http://elcomercio.pe/opinion/rincon-del-autor/mudos-y-ciudad-carlos-melendez-noticia-1962170



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La asombrosa historia de Juan Concha

Alfredo Bullard



Juan Concha está muy contento. Se acaba de comprar un juego de sala y un juego de comedor. Se ven muy bien en su casa. Pero sus muebles anteriores aún están en buen estado. No los va a botar a la basura. Mejor los guarda para dárselos a su hijo que se casa el próximo año.

Lamentablemente su casa es pequeña. No tiene un depósito adecuado ni hay espacio en el resto de habitaciones. Puede alquilar un espacio en un almacén en otro lado, pero, como es obvio, le van a cobrar. Y a nadie le gusta pagar por algo que puede ser gratis.

Entonces se le ocurre una idea brillante. En la vía pública, frente a su casa, hay un espacio disponible. Va y coloca los muebles en ese espacio.

Por supuesto vienen los vecinos a quejarse. Juan les contesta: “La calle es de todos… yo vi ese espacio disponible y lo agarré, estoy en mi derecho”.

¿Lo está? Es obvio que no. Justamente porque la calle es de todos, no puede ser usada para fines meramente privados. La calle se construye con nuestros impuestos para otros fines: la circulación de personas y vehículos. Es un espacio escaso. Por eso tenemos tanta congestión y tráfico. Los muebles reducen ese espacio para el beneficio de una sola persona: Juan Concha.

Por supuesto que el lector tiene claro qué es lo que debe pasar con los muebles de Juan. Tiene que sacarlos de la calle y llevarlos a un almacén, y pagar por el costo del espacio que va a usar.

La forma de actuar de Juan Concha nos parece asombrosa. ¿A quién se le ocurre tremendo desparpajo? Solo a una persona sin criterio. La calle no es un almacén.

Lo curioso es que usted posiblemente hace lo mismo que Juan, y lo hace todos los días. Si usted tiene un automóvil y no tiene garaje en su casa, es posible que lo estacione en la calle. Y si tiene garaje o alquila un espacio en una playa, puede ser que al ir al trabajo sí deje el auto en la calle.

Muchos automóviles privados pasan largas horas, días o hasta meses estacionados en las calles ocupando el espacio supuestamente dedicado a la circulación. Y es que estacionar gratis en la calle no es realmente gratis. Cuesta, y mucho. Lo pagan conductores atracados en el tráfico o peatones circulando por espacios reducidos y ocupados por vehículos. Se paga en accidentes.

Es una buena política pública evitar que las calles se usen como depósito. Generar incentivos para la construcción de playas de estacionamiento fuera de la vía pública mejora la calidad de vida pues habrá mayor disponibilidad de espacios destinados a la circulación.

Por ello, si un municipio promueve un estacionamiento (como varios de los que, afortunadamente, se están construyendo en los últimos años), lo lógico es que elimine o incremente el costo del uso de la calle para motivar el uso de playas privadas. Y es que tener un bien privado como un automóvil no debe resolverse de manera pública, sino privada. El costo de su uso debe ser asumido por el propietario. Eso significa que la solución al problema le tiene que costar al dueño y no a todos los demás.

Es legítimo reservar algunos pocos espacios para permanencias de corta duración. El señor que se estaciona para comprar 10 minutos en la farmacia o recoger su terno de la lavandería. Pero debe ser más caro que la playa de estacionamiento justamente para fomentar permanencias cortas en dicho espacio.

Por supuesto que quien no pagaba o pagaba poco reaccionará de inmediato, porque a nadie le gusta pagar por lo que antes era gratuito. Hará protestas y buscará regresar las cosas al estado anterior.

Allí surge el argumento que eliminar estacionamientos en las calles incrementa los bolsillos de las playas privadas. El argumento es correcto. Pero así debe ser porque de lo contrario son los dueños de los automóviles los que se enriquecen a costa de todos los demás, no pagando por lo que usan. ¿Y a quién le debe costar el problema que genera guardar su automóvil? Sin duda, como en el caso de los muebles de Juan Concha, a su propietario.

http://elcomercio.pe/opinion/columnistas/asombrosa-historia-juan-concha-alfredo-bullard-noticia-1962196




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