Pues sí,
señor Vargas Llosa, los tiempos están cambiando
Emilio
Rucandio Palomar
The
times they ere a-changin´ (Bob Dylan)
A Ana
Cameros Zabala, por su juventud rebelde y soñadora
Quiero aclarar
desde el principio que este artículo, más que un homenaje a Bob Dylan, es una
respuesta a la reacción que tuvo Mario Vargas Llosa al conocer la concesión
del Premio Nobel de Literatura 2016 al cantautor norteamericano. Por lo
tanto, los comentarios que siguen recogen una serie de pensamientos y
reflexiones que fueron surgiendo en mí después de haber leído lo que dijo
Mario Vargas Llosa.
En principio, no
siento especial predilección por la existencia de los premios literarios y,
además, he de confesar que, desde mi punto de vista, proliferan demasiado.
Por otra parte, no llevo nada bien que dichos premios estén dotados con una
cantidad económica para el/la ganador/a, sobre todo, cuando dicha cantidad es
desorbitada, como sucede en los premios más mediáticos. Incluso, si me apuran
un poco, desde un punto de vista ético, me parece injusto que no se repare en
gastos para celebrar este tipo de eventos y, sin embargo, constantemente se
nos esté diciendo que hay que hacer recortes económicos en los derechos
sociales fundamentales del ser humano (alimentación, sanidad, educación,
vivienda, cultura, etc.). No obstante, puedo “entender”, aunque lo lleve muy
mal, este despilfarro económico cuando el dinero procede de personas o
instituciones privadas, pero no si sale del Estado, es decir, si pertenece a
los ciudadanos. Ahora bien, ya sabemos que lo que más se valora en esta
sociedad de consumo en la que todo se mide con criterios propios del
capitalismo depredador, es decir, del capitalismo de la globalización es el
dinero.
Hecha esta
observación inicial, quiero centrarme en el tema principal de este artículo
que se articula en torno a la concesión del Premio Nobel de Literatura 2016 a
Robert Allen Zimmerman (artísticamente, Bob Dylan), decisión que la Academia
Sueca ha hecho pública con estas palabras: “por haber creado una nueva
expresión poética dentro de la gran tradición americana de la canción”. Hasta
aquí todo normal, pues cada persona tendrá su opinión con respecto a la
determinación tomada de otorgar dicho galardón a Bob Dylan. De acuerdo con
esta premisa, no hubiese escrito este artículo y me hubiese quedado en mi
casa calladito. Pero tenía el presentimiento de que el premiado en el año
2010, Mario Vargas Llosa, para no variar, nos iba a dar una clase magistral
sobre lo adecuado o inadecuado de la elección de la persona premiada en esta
ocasión. Y no me he equivocado, por desgracia, ya que ha hablado el
todopoderoso escritor galardonado en el año 2010. Por lo tanto, voy a hacer
algunas consideraciones, que tienen como finalidad mostrar mis discrepancias
con la forma que tiene de entender la cultura, y en definitiva los demás
aspectos de la vida, este escritor.
¿Cómo se puede
admitir que se utilice como argumento, para demostrar que la Academia Sueca
se ha equivocado, que el galardonado sea un “músico”? ¿Es que Bob Dylan solo
es un músico? ¿Cómo se puede sostener hoy en día que solo es literatura un
texto escrito con unas características determinadas, propias del llamado
lenguaje literario, que lo diferencian de otros textos escritos? Entonces,
¿qué hacemos con la llamada lírica popular/tradicional (anónima) cantada, que
ha ido transmitiéndose de generación en generación y que ha acompañado al ser
humano a través de su existencia? ¿Es que las jarchas (canciones mozárabes)
o, por ejemplo, la lírica tradicional castellana, con las canciones de la
mujer morena, de la bella malmaridada o las que expresan las quejas de las
muchachas obligadas a ser monjas o las que se refieren al deseo sexual de los
monjes, o las canciones de trabajo, etc., no forman parte de la Literatura?
¿Y qué decir del romancero y de los cantares de la tradición sefardita? ¿Y
cómo se puede no tener en cuenta la importancia en la Historia de la
Literatura Vasca la de tradición oral (1) y, más concretamente, la del
bertsolari, es decir, “un improvisador de versos que canta según unas
melodías definidas sobre unos temas determinados” (2) ? ¿Es que solo se
considera que algo pertenece a la Literatura si tiene como punto de partida
un texto escrito y de autor conocido? ¿Pero es que quienes mantienen esta
tesis no han utilizado nunca, para estudiar e informarse sobre las obras
literarias, los escritores, etc., ningún manual de Historia de la Literatura?
¿Qué sería de la literatura en euskera, repito, sin los bertsolaris? Así los
define el gran representante y experto de la literatura vasca (poeta,
novelista, conferenciante…) Bernardo Atxaga:“Aunque prefiero esa definición,
la de bertsolari como hablante especial, no puedo dejar de lado otras que lo
equiparan al poeta popular o a un autor de la literatura oral; un autor,
capaz de una elaboración artística en la que –al ser la estrofa una
improvisación- la invención, la disposición de los elementos y la expresión
se realiza simultáneamnte” (3) . ¿Cómo se puede pasar por alto, o incluso
menospreciar, que la lírica popular, anónima, recitada, cantada y, en
ocasiones, acompañada por la música, sea tan estimada por poetas cultos? Voy
a poner algunos ejemplos de dicho reconocimiento. El primero sería el del
autor de las Rimas, Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870), quien en una
recensión de La soledad (4) , libro de Augusto Ferrán, amigo suyo, hace suyas
las palabras de este, que reivindican la literatura popular y su carácter
oral:
Al principio de
esta colección he puesto unos cuantos cantares del pueblo, para estar seguro
al menos de que hay algo bueno en este libro.
Por lo tanto, de
la Literatura forman parte tanto la modalidad oral como la escrita. En el
caso de Bob Dylan, él canta sus propios textos, a la vez que toca la armónica
y la guitarra, acompañado o no por una banda de músicos. Es decir, que Bob
Dylan forma parte de lo que se entiende por Literatura, aunque haya personas,
como Mario Vargas Llosa, que no lo consideren así, ni quieran ver que los
tiempos están cambiando, como ya afirmó el escritor norteamericano en 1963
(5)
Venid escritores y
críticos
Que profetizáis
con vuestra pluma
Y mantened los
ojos bien abiertos,
La oportunidad no
se repetirá.
Y no habléis
demasiado pronto
Porque la rueda
está todavía girando
Y nadie puede
decir a quién señalará,
Porque el perdedor
hoy
Será el ganador
mañana
La conclusión que
se sigue de lo hasta aquí expuesto es que no tendría que extrañar que Bob
Dylan pudiera formar parte de los elegibles para el Premio Nobel de
Literatura y, por lo tanto, tuviera la posibilidad de ser el ganador, que es
lo que ha sucedido. Pero del reconocimiento de la importancia de la
literatura oral, aunque luego haya sido fijada por escrito, o, como en el caso
de Bob Dylan, de la literatura escrita y cantada, no solo tenemos la
afirmación de Bécquer citada más arriba. Vamos a poner, como ejemplo de la
reivindicación de la transmisión oral de la literatura, a otros autores, sin
que esto suponga un desprecio de la literatura que se transmite por escrito o
no está pensada para ser cantada. Ahora nos apoyaremos en Blas de Otero
(1916-1979). Este poeta vasco cree que la poesía no solo ha de ser leída de
forma individual, sino que hay que difundirla oralmente y sacarla de la
cárcel del libro. O sea, el poeta ha de ser un juglar:
Sabido es que hay
dos tipos de escritura, la hablada y la libresca. Si no se debe escribir como
se habla, tampoco resulta conveniente escribir como no se habla. El Góngora
de las Soledades nos lleva a los dictados de Teresa de Cepeda. Sin ir tan
lejos, la palabra necesita respiro, y la imprenta se torna de pronto el
alguacil que emprisiona las palabras entre rejas de líneas. Porque el poeta o
es un juglar o no es nada. Un artesano de lindas jaulas para jilgueros
disecados.
El disco, la cinta
magnetofónica, la guitarra o la radio y la televisión pueden –podrían: y más
la propia voz directa- rescatar al verso de la galera del libro y hacer que
las palabras suenen libres, vivas, con dispuesta espontaneidad. Mientras haya
en el mundo una palabra cualquiera, habrá poesía. Que los temas son cada día
más ricos y acuciantes (6).
Parece ser que
Mario Vargas Llosa considera que hoy en día los poetas no escriben sus textos
para ser recitados, cantados o simplemente leídos ante un público, actitud
errónea, pues, actualmente, cuando los escritores presentan sus libros no
solo hablan de ellos, sino que leen fragmentos o poemas de los mismos.
Incluso un poeta tan importante como José Agustín Goytisolo (1928-1999)
acompañaba al juglar por antonomasia en lengua castellana, Paco Ibáñez
(1934-), en los recitales que este realizó cantando los poemas de su amigo.
Es más, el propio José Agustín Goytisolo postulaba la recuperación de la
oralidad de la poesía como un espectáculo cultural público de mayorías y
recitaba sus propios poemas (7):
Cuando se
derrumbaron las civilizaciones griega y romana, en Europa comenzó un largo
período de retroceso cultural. Desaparecieron los grandes poetas,
desaparecieron los grandes teatros donde se escenificaba para un gran
público. La cultura se encerró en algunos conventos y estaba al alcance de
sólo unas minorías.
Fue en la
Provenza, en el siglo XII en donde aparecieron los primeros trovadores
(trovador o halladores) de palabras felices, no escribían en latín, sino en
la lengua de OC.
Se llamaban así
para distinguirse de los intelectuales que escribían en latín. Los trovadores
eran gente culta, alegre y satírica que se expresaba en el idioma del
ciudadano común. Componían la letra y la música de sus canciones, y este era
su oficio. Sus obras eran interpretadas por los juglares, origen de los
canto-autores de hoy, que además de saber cantar sabían también dominar
diversos instrumentos musicales. A veces estos juglares, componían también la
letra y la música, como lo hacen los canto-autores de hoy.
El éxito de los
trovadores y juglares y su enorme influencia sobre las gentes, asustó muchas
veces a los detentadores del poder: el concilio de Letrán prohibió a clérigos
y monjas trato con los trovadores y juglares, a los que definió como gente
disoluta y libertina. Pero también del mismo poder eclesiástico hubo gente
que no pensaba lo mismo. Francisco de Asís y sus discípulos rompieron esta
prohibición al llamarse ellos “juglares del Señor”.
Los trovadores,
juglares y canto-autores de hoy día han mantenido enriquecido este oficio,
pero también, como antes han sido mal vistos en muchos países, han sido
prohibidos, marginados y hasta encarcelados.
Pero ahí están,
trovadores y juglares de hoy, como antiguos y gastados luchadores en favor de
la alegría y la libertad.
Y esto es lo que
desde siempre ha hecho Bob Dylan que no solo es un músico, como ya se ha
explicado. ¿También usted, señor Mario Vargas Llosa, hombre con tanto
predicamento en el ámbito cultural y social, se siente asustado al ver que un
cantautor de tanto prestigio como Bob Dylan haya entrado en los círculos
selectos e institucionales de la cultura literaria? Le asuste o no, como coloquialmente
se dice hoy, “eso es lo que hay”. De hecho, si vemos cómo se presenta a Bob
Dylan en WIKIPEDIA La enciclopedia libre, leeremos: “Bob Dylan (Duluth,
Minnesota, 24 de mayo de 1941), registrado al nacer como Robert Allen
Zimmerman (…) es un músico, cantante y poeta estadounidense, ampliamente
considerado como una de las figuras más prolíficas e influyentes de su
generación en la música popular del siglo XX y de comienzos del siglo XXI”.
Si alguien ha
tenido la paciencia de leer todo lo anterior, tal vez haya olvidado que estas
reflexiones son una respuesta a las declaraciones que hizo el Permio Nobel de
Literatura 2010 (Mario Vargas Llosa) sobre el galardonado como Premio Nobel
de Literatura 2016. Y es que, la prepotencia que se adivina en ellas, inevitablemente,
me ha recordado la presentación crítica e irónica que de Ortega y Gasset hace
Luis Martín-Santos (en su novela Tiempo de silencio, 1962) cuando el filósofo
español daba sus conferencias ante un público totalmente sometido a su
Palabra). Escribe el extraordinario novelista (8):
Pero ya el Gran
Maestro aparecía y el universo-mundo completaba la perfección de sus esferas.
Perseguidos por los siseos de los bien-indignados respetuosos, los últimos
petimetres se deslizaron en sus localidades extinguida la salva receptora.
Los círculos del purgatorio (que como tal podemos designar a las localidades
baratas, sólo en apariencia más altas que el escenario) recibieron su carga
de almas rezagadas y solemne, hierático, consciente de sí mismo, dispuesto a
abajarse hasta el nivel necesario, envuelto en la suma gracia, con ochenta
años de idealismo europeo a sus espaldas, dotado de una metafísica original,
dotado de simpatías en el gran mundo, dotado de una gran cabeza, amante de la
vida, retórico, inventor de un nuevo estilo de metáfora, catador de la
historia, reverenciado en las universidades alemanas de provincia, oráculo,
periodista, ensayista, el-que-lo-había-dicho-ya-antes-que Heidegger, comenzó
a hablar (…).
También Mario
Vargas Llosa habló, como hemos visto, y además de ver en Bob Dylan solo un
“músico” y no un escritor, hizo estas manifestaciones, aparecidas en
distintos medios informativos, en estos términos:
1. Consideró una
“equivocación” que la Academia Sueca otorgase el Premio Nobel de Literatura a
un “músico”.
2. El Premio Nobel
debe ser para una obra de calidad. Y reconocida para una que tenga calidad y
que no sea tan conocida, y así, el premio le ayude a lograr el
reconocimiento.
3. Debe ser un
premio para escritores y no para cantantes.
4. No es el
espectáculo de un cantante el merecedor del Premio Nobel.
5. Bob Dylan es un
buen cantante, pero no es un gran escritor, ni muchísimo menos. Hay
muchísimos escritores que merecían el Premio Nobel y que han quedado
marginados, pero es la civilización del espectáculo que ya ha llegado a la
Academia Sueca.
6. Nuestro tiempo
está marcado por el espectáculo en todas las actividades, también la cultura
y la política.
7. (La cultura)
implica selección y una élite por la gran complejidad que entraña.
8. Tratar a la
cultura desde la frivolización es contraproducente y lleva que los políticos
se fotografíen antes con artistas de cine o futbolistas que escritores.
9. (La Literatura)
Nos hace ciudadanos más conscientes de lo que significa para una sociedad la
justicia y la injusticia, la verdad y la mentira, la dicha y la felicidad.
Después de leer
sus palabras, he de confesar que un humilde profesor de Literatura como yo,
actualmente jubilado, pero que ha desarrollado su docencia desde el año 1978
hasta el año 2013, ha experimentado un intenso desencanto por la pobre
argumentación que aporta un escritor tan valorado como usted, impropia de
alguien que forma parte de esa élite, de esa selección de seres humanos capaz
(capaces) de desentrañar la gran complejidad que la cultura posee. No acabo
de entender cómo el autor de La ciudad y los perros (1962) y otras
significativas novelas puede escribir artículos de opinión que no solo no
llegan al nivel que se espera de un escritor como usted, sino que, además,
dejan bastante que desear desde un punto de vista intelectual.
Mire usted, señor
Mario Vargas Llosa, si bien es cierto que Jesús de Nazaret dijo “Por sus
frutos los conoceréis” (Mt 7, 29), al referirse a los profetas, también es
verdad que se puede conocer a las personas por lo que dicen, dónde lo dicen y
cómo lo dicen. En todo caso, las palabras y los hechos tendrían que
complementarse, pues, si no se hace lo que se dice, se cae en la hipocresía y
en la incoherencia. Pues bien, el contexto situacional en el que usted
expresó su opinión sobre la concesión del Premio Nobel de Literatura 2016 a
Bob Dylan fue el de su investidura por la Universidad de Burgos como Doctor
Honoris Causa.
Como le decía,
señor Premio Nobel de Literatura 2010, no he encontrado en sus comentarios
ningún argumento suficientemente consistente que demuestre su tesis: que la
Academia Sueca se ha equivocado al premiar al autor de HIGHWAY 61 REVISITED
(1965). Ni tan siquiera coincido con usted cuando se refiere a Bob Dylan como
“un buen cantante”, pues es un excelente cantautor, que no es lo mismo.
Además, le voy a ser sincero, aunque me pueda equivocar en lo que piense: ni
me creo su elogio, ni me imagino a usted escuchando a Bob Dylan.
Por otra parte, su
crítica tiene un claro sesgo clasista y elitista, característico de alguien
que cree que sus gustos y sus juicios de valor son indiscutibles y que, a
pesar del liberalismo que continuamente enarbola como bandera de una sociedad
democrática, han de ser aceptados como la Verdad revelada por el Maestro,
debido a la autoridad que se atribuye usted a sí mismo. Humildad, señor Mario
Vargas Llosa, un poco de humildad no le vendría nada mal. Usted contempla el
mundo desde su encumbramiento socio-literario y ve todo con tal claridad que
se empeña, una y otra vez, en enseñarnos por dónde debemos caminar. ¿Qué
sería de nosotros sin las orientaciones ideológicas que usted nos transmite
en los artículos del diario EL PAÍS? (Por cierto, que habiendo seguido la
trayectoria de este periódico, creo que le viene como anillo al dedo el
título de un Auto sacramental de Miguel Hernández (1910-1942), Quien te ha
visto y quien te ve y sombra de lo que eras (sic) , 1934, así como el del
poemario de Jorge Riechmann titulado El día que dejé de leer EL PAÍS, 1997).
Sin embargo, a pesar de su supuesta buena intención por su intento de
adoctrinar a tanto ignorante como anda suelto, que todavía no ha descubierto
las virtudes del liberalismo que usted defiende, la verdad es que me hastía
que se presente continuamente como el abanderado por antonomasia de la
libertad, la justicia y la democracia y como enemigo de todo tipo de
dictadura (salvo la económica, claro), ya sea, según usted,
marxista-comunista, castrista (9), chavista, populista… Usted sí que es un
intelectual como debe ser: imparcial, objetivo, equilibrado, reflexivo,
neutral, liberal y demócrata. Son palabras que repite tanto y con
significados tan discutibles que, cada vez que las leo, noto que han perdido
su “sabor inicial” e, irremediablemente, me acuerdo del poema de Mario
Benedetti titulado “Las palabras” (10) , cuyos dos primeros versos expresan
la voluntad del escritor del exilio y del “desexilio” de que no se manipulen
las palabras: “No me gaste las palabras / no me cambie el significado”. Me
rebelo cuando usted afirma, como veremos más adelante, que cree que “hay un
error gravísimo en creer que el progreso consiste en combatir la riqueza. No,
el enemigo con el que hay que acabar es la pobreza, y también por supuesto,
la riqueza mal habida”. Pero bueno, ¿nos está tomando el pelo? Mi deber es
decirle que su defensa de la justicia, de la libertad y de la democracia no
me interesan, pues los hechos, me enseñan que lo único que hay tras esas
“lecciones” que nos da es una mera palabrería al servicio de un
individualismo elitista exacerbado, que defiende los intereses de quienes
detentan el poder (económico, político, cultural, etc.), a costa del
incumplimiento los derechos humanos de la comunidad. ¿Pero usted cree que la
gente es estúpida y que necesita su maná palabrero? ¿Cómo puede haber
libertad en un mundo basado en la injusticia, en el que una gran parte de la
humanidad no tiene lo necesario para vivir y la igualdad no existe? Porque
claro, no vayamos ahora a creer que la igualdad se refiere al hecho de que
tanto los ricos como los pobres se mueren, a ver si ahora tenemos que estar
satisfechos con la denominada, por alguna mente privilegiada, la “democracia
de la Muerte”. Tampoco nos vamos a poner a bailar porque la muerte sea
ineludible y, si alguien no está convencido, que se lo pregunten al
“fenómeno” de Jorque Manrique (c.1440-1479), que escribió aquel sermón moral
católico, aristocrático y reaccionario sobre la mortalidad humana, de la
Coplas a la muerte de su padre, elegía siempre tan elogiada y sin reparo
alguno para la inmensa mayoría, salvo, que yo conozca, en un texto muy poco
citado de Rafael Sánchez Ferlosio (1927-), en el que este hace una serie de
consideraciones críticas, con su peculiar estilo ensayístico, en torno a la
elegía manriqueña, afirmando que, en un determinado momento, Jorge Manrique
fuera capaz de sorprendernos con unas pocas estrofas que nos desconciertan.
Cito un fragmento porque, a pesar de su extensión, me parece muy interesante
para expresar, por contraposición, lo previsible que es la doctrina de sus
artículos, señor Mario Vargas Llosa sobre determinados temas, a diferencia de
la elegía manriqueña que, a pesar de todo, después de insistir en lugares
comunes ya consabidos, logra el “milagro” se sorprender al lector-oyente
(11):
Siempre me he
imaginado el ´estreno´´ de las coplas de Manrique como una lectura en voz
alta por parte del actor, ya sea desde el púlpito de una iglesia, ya en la
sala de un palacio, ante la reunión solemne y enlutada de los familiares, los
amigos, los deudos, los criados del difunto. El auditorio escucha, aburrido
como en misa, la rutinaria admonición del sesudo y prosaico doctrinal. La
estrofa 15 es un aviso parentético de carácter metalingüístico: el poeta dice
de qué nos va a hablar y de qué se dispone a hablar: “Dejemos a los troyanos,
/ que sus males non los vimos, / ni sus glorias; / dejemos a los romanos, /
aunque oímos o leimos / sus hestorias; / non curemos de saber / lo d´aquel
siglo pasado / qué fue d´ello; / vengamos a lo d´ayer, / que tan bien es
olvidado / como aquello.” Es decir, que el poeta –mejor diríamos hasta aquí
“el predicador”- desiste de argumentar con objetos históricos (es evidente
que por un momento le ha cruzado por la memoria el “Fuimus Troes, fuit Ilium
et ingens /gloria Teucrorum” del poeta mantuano), demasiado ajenos, demasiado
indirectos, demasiado fríos para dar fuerza de convicción, en el corazón de
los presentes, a la verdad que intenta proponerles, y se resuelve por apelar
a la experiencia personal, remitiendo a un objeto más inmediato, más cercano,
a un objeto todavía sensiblemente vivo en la memoria de los viejos o apenas
mediado por un testimonio en la de los más jóvenes. ¡Fatal error!, pues he
aquí que no bien resuenan en el aire los primeros versos de la estrofa 16, el
auditorio se siente transportado por el más radical y repentino quiebro de
voz que jamás se haya dado en las entrañas de un mismo poema; las murallas de
Jericó de los empedernidos corazones, lejos de ver consolidados sus cimientos
en la convicción de lo perdurable, se derrumban de pronto ante el asalto más
inesperado y más irresistible de lo perecedero:
¿Qué se hizo el
rey don Joan?
Los infantes
d´Aragón
¿qué se hicieron?
¿Qué fue de tanto galán
qué de tanta
invinción
como trujeron?
Es una voz que
parece llegar desde el extremo diametralmente opuesto de la sala; el
predicador ha desaparecido como por encanto y, en un puro milagro, tañe ahora
de veras la música acordada de la lira. (…), decir aquello de “vengamos a lo
d´ayer”; quiso desafiar a la memoria viva, y cometió la más funesta de las
equivocaciones.
Ahí mismo fue
donde, por obra del propio ministerio fiscal, el pleito de los valores contra
los bienes quedó definitivamente sentenciado a favor de los segundos. La
acusación había creído tener su testigo de cargo más irrebatible en el
recuerdo de un ayer cercano, todavía vivo en la memoria del jurado, pero ha
sido justamente en contra, alzando su testimonio como el argumento más
demoledor de la defensa; hasta el tipo de fórmula interrogativa de los tres
últimos versos de la estrofa 16 tiene en principio la fisonomía retórica característica
del estilo forense (“¡Díganlo ustedes mismos, señores del jurado; contéstense
ustedes mismos!”); la forma de pregunta no hace aquí sino presentar a desafío
una afirmación que se da por verdadera:
Las justas e los
torneos,
paramentos,
bordaduras
e çimeras
¿fueron sino
devaneos?
¿qué fueron sino
verduras
de las eras?
Pero -¡increíble
situación!- cuando el fiscal lanza su reto de “¿qué fueron sino verduras de
las eras?” no hace ya más que acabar de arrasar en lágrimas los ojos de un
jurado ya vencido, seducido y arrebatado de añoranza al conjunto de un ayer
inolvidable. (…) Después a nadie importará ya nada lo que se diga o deje de
decir a lo largo de las 16 estrofas que quedarán todavía desde la 25 hasta el
final, puesto que el testigo de cargo que se creía más contundentemente
acusatorio se ha pasado con armas y bagajes y sin paliativo alguno al
acusado, resultando el testigo capital de la defensa, y aun de la querella
entera, de forma irrevocable: a favor de los bienes, de lo perecedero, desde
la propia estrofa 16.
(…)¿Por arte de
quién en la estrofa 16 da el poema esa increíble vuelta de campana, por la
que la que de pedestre sermón de lo perdurable se trastrueca y transfigura en
el más encantado canto de lo perecedero? ¿Es que hay más fantasía, más
riqueza expresiva, más ingenio verbal, más talento literario, en las estrofas
16 a 24? ¿Es que ese zoquete, ese marmolillo de don Jorge ha recibido de
pronto, por gracia del Espíritu Santo, la inteligencia, el genio lírico, que
jamás su vida, ni antes ni después, parece que acertó a demostrar? No; si se
va a mirar, las siete o nueve estrofas en cuestión no están formadas –por
decirlo burdamente- con materiales ni recursos lingüísticos distintos de los
que juegan en las que las preceden o suceden; hay en ellas la misma simpleza
de lenguaje y aun proliferan las puras enumeraciones. Bajo este aspecto,
incluso, si se me apura, entre las 15 estrofas iniciales podemos hallar
alguna que, en lozanía de expresión, supera a la mayoría de las nueve
subsiguientes (…): “Decidme la hermosura /, la gentil frescura y tez / de la
cara, / la color e la blancura, / cuando viene la vejez / ¿cuál se para? //
Las mañas e ligereza / e la fuerça corporal / de juventud, / todo se torna
graveza / cuando llega el arrabal / de senectud.” El milagro procede todo él,
de manera exclusiva, de aquella ocurrencia de la estrofa 15: “vengamos a lo
d´ayer” –ocurrencia de imprevisibles resultados y tan funesta para el
predicador como involuntariamente feliz para el poeta- y se cumple del todo
ya desde el primer verso que la pone por obra: “¿Qué se hizo el rey don Joan?”.
Sin embargo, como
ya he afirmado más arriba, a diferencia de los comentarios anteriores que
sobre algunas pocas coplas ha realizado Rafael Sánchez Ferlosio, sus
artículos publicados desde el púlpito de EL PAÍS, señor Mario Vargas Llosa,
desde hace tiempo me han parecido los de un predicador sin ángel, por
repetitivos, previsibles y aburridos: por eso hace tiempo que no los leo.
¡Cuánto tópico! Siempre con su liberalismo doctrinal con el que intenta
dominar las mentes de los descarriados, adoctrinándolos con su ideología del
liberalismo. Mire usted, el sentido común nos dice que es una simpleza el
afirmar, como usted lo hace, que no hay que atacar a la riqueza…, o el
asegurar, como dice Jorge Manrique, que somos iguales porque todos morimos.
Sin embargo, esto lo digo yo, lo importante no es esto, sino que mientras
vivimos no tenemos ni las mismas oportunidades, ni los mismos derechos: unos
viven muy bien e incluso pueden alargar su vida porque tienen dinero,
mientras que otros, millones de personas, tienen muy pocas expectativas de
vida, debido a una total falta de recursos; unos mueren en sus lujosas
residencias o en hospitales privados para millonarios, otros en la calle, en
un campo de refugiados o ahogados en el mar; unos “mueren” de indigestión, otros
de hambre; unos son los poderosos, otros los “nadies”, por quienes tanto
luchó Eduardo Galeano (1940-2015). Así que déjese de tanta retórica, señor
Mario Vargas Llosa. Necesitamos hechos y no palabras que, de tanto
utilizarse, insisto, han perdido su significado. Usted habla, habla y habla o
escribe, escribe y escribe, pero se encuentra muy cómodo en esta sociedad
radicalmente injusta, que no es otra que la del neoliberalismo financiero, en
la que todo tiene un precio, en la que solo existes si tienes medios
materiales, en la que se fomenta el consumo, que origina en muchas personas
una gran frustración, pues no solo no pueden consumir lo superfluo e imitar
el modelo de vida americano, sino que no pueden comprar lo imprescindible
para poder vivir. Su propuesta del liberalismo como modelo para que el
sistema funcione sólo no puede ser aceptada, porque el capitalismo y el
neoliberalismo solamente han causado un incremento de las desigualdades. Hay
millones de personas que están cansadas de escuchar palabras como
“democracia”, “justicia”, “libertad”…, sencillamente porque no van seguidas
de hechos que cambien las penalidades que, día a día, sufren. ¿Por qué?
Porque, sencillamente, esta democracia liberal que usted propone, es decir,
las democracias meramente formales son tan débiles que, en la práctica, no
respetan la dignidad humana, lo cual es una injusticia. Y no habrá paz,
libertad y democracia verdaderas hasta que la justicia social vertebre el
mundo. Federico García Lorca (1898-1936) lo explica poéticamente cuando en el
GRITO HACIA ROMA (DESDE LA TORRE DEL CHRYSLER BUILDING, de su libro Poeta en
Nueva York, escribe:
Porque ya no hay
quien reparta el pan ni el vino,
ni quien cultive
hierbas en la boca del muerto,
ni quien abra los
linos del reposo,
ni quien llore por
las heridas de los elefantes.
No hay más que un
millón de herreros
forjando cadenas
para los niños que han de venir.
No hay más que un
millón de carpinteros
que hacen ataúdes
sin cruz.
No hay más que un
gentío de lamentos
que se abren las
ropas en espera de la bala.
El hombre que
desprecia la paloma debía hablar,
debía gritar
desnudo entre las columnas
y ponerse una
inyección para adquirir la lepra
y llorar un llanto
tan terrible
que disolviera sus
anillos y sus teléfonos de diamante.
pero el hombre
vestido de blanco
ignora el misterio
de la espiga,
Ignora el gemido
de la parturienta
ignora que Cristo
puede dar agua todavía,
ignora que la
moneda quema el beso de prodigio
y da la sangre del
cordero al pico idiota del faisán.
Los maestros
enseñan a los niños
una luz
maravillosa que viene del monte;
pero lo que les
llega es una reunión de cloacas
donde gritan las
oscuras ninfas del cólera.
Los maestros
señalan con devoción las enormes cúpulas sahumadas,
pero debajo de las
estatuas no hay amor.
No hay amor bajo
los ojos de cristal definitivo;
El amor está en
las carnes desgarradas por la sed,
en la choza
diminuta que lucha con la inundación;
el amor está en
los fosos donde luchan las sierpes del hambre,
en el triste mar
que mece los cadáveres de las gaviotas
y en el oscurísimo
beso punzante debajo de las almohadas.
Pero el viejo de
las manos traslúcidas
dirá: Amor, amor,
amor,
aclamado por
millones de moribundos.
Dirá: amor, amor,
amor,
con el tisú
estremecido de la ternura,
dirá: paz, paz,
paz,
entre el tinte de
cuchillos y melenas de dinamita.
Dirá: amor, amor,
amor.
hasta que se le
pongan de plata los labios.
Mientras tanto,
mientras tanto, ¡ay! mientras tanto,
los negros que sacan
las escupideras,
los muchachos que
tiemblan bajo el terror pálido de los directores,
las mujeres
ahogadas en aceites minerales,
la muchedumbre de
martillo, de violín o de nube,
ha de gritar
aunque le estrellen los sesos en el muro,
ha de gritar frente
a las cúpulas,
ha de gritar loca
de fuego, ha de gritar loca de nieve,
ha de gritar con
la cabeza llena de excremento,
ha de gritar como
todas las noches juntas,
ha de gritar con
voz tan desgarrada
hasta que las
ciudades tiemblen como niñas
y rompan las
prisiones del aceite y de la música.
Porque queremos el
pan nuestro de cada día,
flor de aliso y
perenne ternura desgranada,
porque queremos
que se cumpla la voluntad de la Tierra
que da sus frutos
para todos (12).
Puesto que es
indiscutible que el Sumo Pontífice, a lo largo de la historia, salvo alguna
excepción en la que se ha acordado de los menesterosos sin dar más pasos
(“ponerse una inyección para adquirir la lepra / y llorar un llanto
terrible”), el papa (“el hombre que desprecia la paloma”) no ha denunciado
las causas de la injusticia y la injusticia misma que generan las
“democracias mediáticas” o no mediáticas (13), sino que la ha fortalecido
apoyando a los poderes políticos opresores y se ha olvidado del mensaje
evangélico, por una parte, y, por otra, como las denominadas democracias
liberales o democracias representativas ni tan siquiera han solucionado el
problema del hambre, hay que seguir gritando y mostrando, señor Mario Vargas
Llosa, el engaño de nuestras muy imperfectas democracias y no solo apuntar a
las que usted considera dictaduras. Menos mal que, por lo menos, hay poetas
que en sus versos no hablan de la belleza de la flor o del mar azulado cuando
el ser humano muere de hambre. Sirva de ejemplo el siguiente poema de Miguel
Hernández (190-1942), que luchó, con las armas y con su palabra poética,
contra los militares traidores a la República durante la Guerra Civil
Española (1936-1939), para defender la justicia y la libertad, es decir, para
hacer posible un mundo en el que se erradicase la pobreza y, en definitiva,
las lacerantes desigualdades sociales de explotadores y explotados.
Transcribo el poema en su totalidad, señor Mario Vargas Llosa, porque no solo
hay que insistir en los derechos individuales, sino que además hay que tener
en cuenta los derechos sociales de la humanidad. No solo hay que salvaguardar
el “yo”, sino también el “nosotros”. Si esto no se logra, ni hay voluntad de
conseguirlo, no habrá paz, puesto que a los pacientes se les acabará la
paciencia (14):
El hambre
1
Tened presente el
hambre: recordad su pasado
turbio de
capataces que pagaban en plomo.
Aquel jornal al
precio de la sangre cobrado,
con yugos en el
alma, con golpes en el lomo.
El hambre paseaba
sus vacas exprimidas,
sus mujeres
resecas, sus devoradas ubres,
sus ávidas
quIjadas, sus miserables vidas
frente a los
comedores y los cuerpos salubres.
Los años de
abundancia, la saciedad, la hartura,
eran sólo de
aquellos que se llamaban amos.
Para que venga el
pan justo a la dentadura
del hambre de los
pobres aquí estoy, aquí estamos.
Nosotros no
podemos ser ellos, los de enfrente,
los que entienden
la vida por un botín sangriento:
como los
tiburones, voracidad y diente,
panteras deseosas
siempre de un mundo siempre hambriento.
Años del hambre
han sido para el pobre sus años.
Sumaban para el
otro su cantidad los panes.
Y el hambre
alobadaba sus rapaces rebaños
de cuervos, de
tenazas, de lobos, de alacranes.
Hambrientamente
lucho yo, con todas mis brechas,
cicatrices y
heridas, señales y recuerdos
del hambre, contra
tantas barrigas satisfechas:
cerdos con un
origen peor que el de los cerdos.
Por haber
engordado tan baja y brutalmente,
más debajo de
donde los cerdos se solazan,
seréis atravesados
por esta gran corriente
de espigas que
llamean, de puños que amenazan.
No habéis querido
oír con orejas abiertas
el llanto de
millones de niños jornaleros.
Ladrábais cuando
el hambre llamaba a vuestras puertas
a pedir con la
boca de los mismos luceros.
En cada casa, un
odio como una higuera fosca,
como un tremante
toro con los cuernos tremante
rompe por los
tejados, os cerca y os embosca,
y os destruye a
cornadas, perros agonizantes.
II
El hambre es el
primero de los conocimientos:
tener hambre es la
cosa primera que se aprende.
Y la ferocidad de
nuestros sentimientos,
allá donde el
estómago se origina, se enciende.
Uno no es tan
humano que no estrangule un día
pájaros sin sentir
herida la conciencia:
que no sea capaz
de ahogar en nieve fría
palomas que no
saben si no es de la inocencia.
El animal influye
sobre mí en extremo,
la fiera late en
todas mis fuerzas, mis pasiones.
A veces, he de
hacer un esfuerzo supremo
para acallar en mí
la voz de los leones.
Me enorgullece el
título de animal en mi vida,
pero en el animal
humano persevero.
Y busco por mi
cuerpo lo más puro que anida,
bajo tanta maleza,
con su valor primero.
Por hambre vuelve
el hombre sobre los laberintos
donde la vida
habita siniestramente sola.
Reaparece la
fiera, recobra sus instintos,
sus patas
erizadas, sus rencores, su cola.
Arroja los
estudios y la sabiduría,
y se quita la
máscara, la piel de la cultura,
los ojos de la
ciencia, la corteza tardía
de los
conocimientos que descubre y procura.
Entonces solo sabe
del mal, del exterminio.
Inventa gases,
lanza motivos destructores,
regresa a la
pezuña, retrocede al dominio
del colmillo, y
avanza sobre los comedores.
Se ejercita en la
bestia, y empuña la cuchara
dispuesto a que
ninguno se le acerque a la mesa.
Entonces sólo veo
sobre el mundo una piara
de tigres, y en
mis ojos la visión duele y pesa.
Yo no tengo en el
alma tanto tigre admitido,
tanto chacal
prohijado, que el vino que me toca,
el pan, el día, el
hambre no tenga compartido
con otras hambres
puestas noblemente en la boca.
Ayudadme a ser
hombre: no me dejéis ser fiera
hambrienta,
encarnizada, sitiada eternamente.
Yo, animal
familiar, con esta sangre obrera
os doy la
humanidad que mi canción presiente.
Por eso, señor
Mario Vargas Llosa, sus palabras no me interesan. Su apología del liberalismo
como sistema político no es ninguna solución para los que siempre pierden.
Ahora bien, cuando la gente se cansa de perder, puede reaccionar como una
fiera que se ha olvidado de su humanidad, a la que le cuesta volver a ser
humana y pide ayuda para regresar del tigre, y recobrarla, es decir, volver a
ser un “animal humano”. Miguel Hernández, por su origen humilde, por las
dificultades económicas por las que pasó y porque conocía perfectamente el
hambre, no habla del hambre como un tema literario, sino que el poema
responde a una experiencia real de la vida, es decir, su poesía es la vida
misma expresada con palabras. Y, por favor, señor Vargas Llosa, no haga el
ridículo escribiendo artículos impropios de un intelectual que se precie,
aunque se los paguen muy bien. Pero, ¿cómo puede poner como paradigma del
liberalismo que usted profesa como sistema más conveniente para el ser humano
a una política como Esperanza Aguirre? Si con políticos como esta señora el
mundo iría estupendamente, el nivel de competencia exigida a nuestros
supuestos representantes políticos es mínimo. Y si sus obras, según usted, la
hacen acreedora a ser una (santa) “Juana de Arco liberal”, no me extraña que
haya tantos santos de la Iglesia Católica Apostólica y Romana, dado el exiguo
currículo que se necesita. Señor Mario Vargas Llosa, ¿es consciente usted de
lo que dice? ¿A quién pretende convencer de que con esta clase de políticos
España no estaría en crisis y hubiera sido una referencia obligada para los
países que no han elegido el más genuino y auténtico liberalismo?
Voy a transcribir
algunas de sus afirmaciones en su artículo “Aguirre, esa Juana de Arco
liberal” (15) , porque no se trata de una cuestión menor. Dice usted:
(…) ante la sorpresa general, acaba de anunciar su renuncia a la Presidencia de la Comunidad de Madrid y su retiro de la vida política. No solo ha sido uno de los escasos políticos de convicción de estos años en España: también uno de los más populares, que más elecciones ha ganado y que, en todos los cargos que ha ejercido –concejala, senadora, ministra, presidenta del Senado y presidenta de la Comunidad-, ha conseguido impulsar más medidas y reformas de corte liberal, gracias a las cuales la provinciana capital de España de hace tres decenios es la metrópolis de hoy día y la región más próspera, menos endeudada, una verdadera potencia industrial y la vida cultural más rica y diversificada de todo el país.
¡Pobre Esperanza
Aguirre! ¡Tan humilde, tan sacrificada, tan dialogante, tan culta tan
española! No, si todavía tendremos una deuda con ella por no saber aprovechar
sus “ideas”. Señor Vargas Llosa, ¿no le da vergüenza hacer un panegírico de
este personaje político? Solo le ha faltado pedir un Premio Nobel para ella.
¡Qué coherencia la de esta política que se fue para…volver. Veamos su
trayectoria política: ocupa cargos administrativos en el gobierno de Unión de
Centro Democrático, pertenece a los siguientes partidos: Unión Liberal,
Partido Liberal, Alianza Popular, Partido Popular. Anuncia su retirada como
presidenta de la Comunidad de Madrid, pero mantiene su cargo como presidenta
del Partido Popular de Madrid. A los pocos meses de su dimisión como
presidenta de la Comunidad de Madrid trabaja para la empresa Seeliger y
Conde, como consejera en la selección de ejecutivos prometedores. “Regresa” a
la política y se presenta a las elecciones municipales de 2015 para la
alcaldía de Madrid. Actualmente, es concejala-portavoz del Grupo Municipal
del Partido Popular en el Ayuntamiento de Madrid… Todo un ejemplo de…
ascensión al poder de la condesa consorte de Bornos (con grandeza de España).
Señor marqués de Vargas Llosa, ¿con panfletos ideológicos como este, ¿dónde
queda el intelectual liberal crítico con quienes, según él, no respetan la
libertad ni los derechos humanos y que denuncia con su pluma, con sus
artículos de opinión, todo aquello que no concuerde con su concepción del
liberalismo capitalista. Aunque, claro está, si su “Juana de Arco liberal”
coincide con su ideología, es imposible denunciar su forma de actuar en la
política. Como ven, siempre la misma cantinela. Otra preguntita, ¿por qué da
tanta importancia a que los políticos prefieran retratarse antes con un cantante
que con un escritor? ¿Será que tiene celos de que el cantautor Bob Dylan se
haya fotografiado con Obama, con motivo de la condecoración de la Medalla
Presidencial de la Libertad, que le fue otorgada en el año 2012 por el
presidente de los Estados Unidos? ¡Con lo que usted se sacrifica por la
libertad…!Pero si usted, Señor Vargas Llosa, se ha fotografiado con
políticos, fundamentalmente de la derecha ¿liberal?, que lo adoran. Un
ejemplo: José María Aznar, presidente de la FAES (Fundación para el Análisis y
los Estudios Sociales), Fundación vinculada al Partido Popular. ¿Pero quién
es Obama al lado de Aznar, presidente de la FAES, que le concedió el Premio
FAES de la Libertad? Otra preguntita:¿Quién puede creer en su independencia
como conferenciante, como articulista capaz de analizar cualquier tema, si
todo lo que escribe o dice se convierte inmediatamente en oro? Eso sí, todo
por la libertad (“No me desgaste las palabras / no cambie el significado”).
Por eso es el presidente de la FIL (Fundación Internacional para la
Libertad), que con la Cátedra Vargas Llosa y la colaboración de la Casa de
América organizaron el Seminario “Vargas Llosa: cultura, ideas y libertad”,
con motivo del 80 aniversario del Nobel, en el que participaron, según el
programa del acto, la flor y nata de los escritores, políticos, críticos,
filósofos, diplomáticos, empresarios, es decir, lo mejor de cada casa, y que
tuvo como escenario La Casa de América (Madrid) durante los días 29 y 30 de
marzo de 2016. La asistencia requería una previa invitación y los
conferenciantes fueron los siguientes: Mariano Rajoy Brey, Mario Vargas
Llosa, José María Aznar, Sebastián Piñera, Andrés Pastrana, Luis Alberto
Lacalle, Álvaro Uribe, Carlos Alberto Montaner, Yoani Sánchez, Plinio Apuleyo
Mendoza, Mauricio Rojas, Alex Chafuen, Felipe González, Ricardo Salinas
Pliego, Fernando Savater, Javier Cercas, Carmen Riera, Manuel Rodríguez
Rivero, Orhan Pamuk y Pilar Reyes. Además, el 28 de marzo, día previo al
comienzo del Seminario, celebró su 80 cumpleaños (ABC 28/03/2016), señor
Vargas Llosa, marqués de Vargas Llosa, en el Hotel Villa Magna de Madrid.
Cito la información del diario madrileño, porque me parece pertinente para
poder conocer cómo fue el cumpleaños del sin par defensor de la cultura, las
ideas, la libertad… ¡Al fin y al cabo, no siempre se cumplen 80 años!
“Por fin he sabido
que la palabra felicidad tiene nombre y apellido: Isabel Preysler”, ha dicho
esta noche el escritor Mario Vargas Llosa en el brindis de la cena con la que
el premio nobel (sic) ha celebrado su ochenta cumpleaños acompañado por su
pareja, familiares, amigos y personalidades del mundo de la política y la
sociedad en un hotel de Madrid.
Mario Vargas Llosa
ha querido dedicar a Isabel Preysler las últimas palabras del discurso con el
que ha agradecido la celebración de su cumpleaños, una intervención en la que
no ha faltado la reivindicación de la creación literaria, pero tampoco una
dura condena de los regímenes de Cuba y Venezuela y una defensa de la
democracia en América Latina. El discurso de Vargas llosa cerró un turno de
intervenciones en el que también participaron su hijo Alvar (sic) y el
escritor Juancho Armas Marcelo. Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler han
estado acompañados esta noche por los expresidentes del Gobierno español
Felipe González y José María Aznar, así como algunos homólogos
latinoamericanos como Sebastián Piñera, Andrés Pastrana, Álvaro Uribe y Luis
Alberto Lacalle.
También han
asistido a la celebración otros rostros de la política española, como Rosa
Díez, Albert Rivera, Marta Rivera de la Cruz o Esperanza Aguirre, así como
los periodistas Juan Cruz, Boris Izaguirre, Federico Jiménez Losantos, Iñaki
Gabilondo, Juan Luis Cebrián y el presidente de la agencia EFE, José Antonio
Vera. Al acto han asistido además el ministro de Industria y Turismo, José
Manuel Soria, el embajador de Estados Unidos Jaime Costos y su marido, el
diseñador Michael Smith; y Mitzy Capriles, esposa del dirigente opositor
venezolano Antonio Ledesma. (…)
Durante la fiesta,
los invitados han recibido como regalo el libro “Ideas en libertad”, una obra
que rinde homenaje a Vargas Llosa a través de la pluma de 80 autores y cuya
idea original nació de Marcelino Elosua, fundador y presidente de LID, la
editorial encargada de editar el libro.
Entre los 80
participantes en el libro figuran Luis María Ansón, Juan Luis Cebríán,
Antonio Garrigues Walker, Arcadi Espada, Carlos Espinosa de los Monteros,
Esperanza Aguirre, Álvaro Pombo, Carlos Rodríguez Braun o Mauricio Macrí,
entre otros.
Como verán los
lectores, la celebración fue austera, discreta, familiar y, sobre todo,
solidaria con las dificultades para poder salir adelante que tienen millones
de personas en todo el mundo. ¡Qué se le va a hacer! Eso sí, el liberalismo
es el liberalismo y, por lo tanto, nada más normal que al cumpleaños del
escritor asistieran alrededor de 400 invitados, eso sí, en nombre de la
cultura, las ideas y la libertad. EL PAÍS (Grupo PRISA), que estuvo muy bien
representado, se refiere a este acontecimiento del día 28 de marzo de 2016
con un titular más bien puramente informativo (“80 cumpleaños de Mario Vargas
Llosa”), pero en la entradilla, que precede a una fotogalería de algunos
invitados, exalta la merecida llegada a la cumbre después de tanto esfuerzo
del autoproclamado defensor de la libertad, la cultura y la democracia
liberal: “El escritor peruano lleva meses de vértigo, cambio de vida
sentimental, nueva novela, su entrada en la colección de La Pléiade, la
celebración desde mañana de un seminario en torno a su obra con grandes de la
política y la cultura y hoy, día de su 80 cumpleaños, soplará velas ante casi
400 invitados”. Por su parte, el titular del diario EL MUNDO (29 de marzo de
2016) es mucho más explícito: “Fiesta, ´besamanos´ y lujo para el 80
cumpleaños de Mario Vargas Llosa”. En el cuerpo de la noticia, cita a algunos
de los que estuvieron presentes “entre fuertes medidas de seguridad”: Felipe
González, José María Aznar, Boris Izaguirre, Luis Alberto Lacalle, Federico
Jiménez Losantos, los padres del opositor venezolano Leopoldo López, Albert
Rivera, Antonio Garrigues, Cayetana Álvarez de Toledo, Plácido Arango, Iñaki
Gabilondo, Luis Maria Anson Esperanza Aguirre, Jose Manuel Soria y José
Manuel García-Margallo, Ana Botella, Rosa Díez, Andrés Herzog, Sebastián
Piñera, Orhan Pamuk, Pablo Casado, Andrés Pastrana, Rosa Montero, Santiago
Roncagliolo, Juancho Armas Marcelo, Juan Luis Cebrián, Álvaro Vargas Llosa,
Mauricio Rojas, Álvaro Pombo, el embajador de Estados Unidos en España, James
Costos, el empresario Alfonso Cortina, además de las esposas o compañeras de
la mayoría de ellos. Comenta el citado diario: “Todos acudieron bajo las
exigencias de la más absoluta de las etiquetas, ellos de smoking y ellas con
traje largo. Pese a la gran convocatoria, de sus tres hijos sólo acudió el
mayor, Álvaro, junto a su mujer, Susana Abad. Aunque la cena se celebró a las
nueve de la noche, desde las ocho y media los invitados fueron entrando a un
cocktail donde saludaban a Vargas Llosa y a su pareja, Isabel Presley (sic) en
lo que se cree fue una especie de besamanos”. Y digo yo, ¿qué sería de
nuestra libertad sin Mario Vargas Llosa y sus compañeros de viaje liberal?
Como he dicho más
arriba, en el Seminario realizado en la Casa de América participó el escritor
turco Orhan Pamuk, Premio Nobel de Literatura 2006, quien , junto con el
homenajeado, cerró la última sesión “Un diálogo entre Pamuk y Vargas Llosa”,
pues, según afirmó este último, la literatura de ambos coincide en que sus
obras están vinculadas a la “literatura comprometida” (nuevamente, me parece
oír a Mario Benedetti: ´no me gaste las palabras / no cambie el
significado´), “preocupada por asuntos sociales y políticos que no renuncian
al rigor literario, sin dejar de observar la problemática actual”, leo en el algún
diario. No, si usted todavía va a resultar ser todo un ejemplo de escritor
comprometido con su sociedad sin que por ello se vea perjudicada la calidad
literaria de sus obras, no como otros escritores, fundamentalmente
marxistas-comunistas, que no son más que unos demagogos que no escriben
textos literarios, sino panfletos, ¿verdad señor escribidor? Sin embargo,
¡qué quiere que le diga!, me parece que su compromiso es muy diferente del de
la llamada “literatura social”. Así que le recomiendo que no sea tan
pretencioso, porque, quienes han seguido su trayectoria ideológica saben que
usted es un cuentista. Así que, por favor, sea un poco más humilde. Ya verá
cómo, poquito a poquito, no será tan orgulloso, aunque le va a costar.
Cuando habla de la
necesidad de la “literatura comprometida” ya solo le falta decir públicamente
que hay que reivindicar los textos comprometidos de Bertolt Brecht
(1898-1956), Miguel Hernández, Roque Dalton (1935-1975) o, incluso,
consagrar, mediante su aprobación, a la tan denostada “poesía social”…, sobre
todo, si se trata de la de Gabriel Celaya (1911-1991), aunque solo se haya
leído de él un poema… Igual hasta nos sorprende al considerar como un gran
ejemplo de lo que es la literatura comprometida con poemas como estos dos del
poeta turco Nâzim Hikmet (1902-1963), militante comunista que, por su
compromiso social, inseparable de sus escritos, estuvo muchos años
encarcelado (16):
Desde las cuatro
cárceles (poema nº2)
Estoy
extraordinariamente contento
de haber venido al
mundo,
amo su tierra, su
luz, su lucha y su pan.
A pesar de conocer
hasta el centímetro
la medida de su
circunferencia
y que no es más
que un juguete al lado del sol
el mundo es
increíblemente inmenso para mí.
Hubiese deseado
recorrer el mundo,
ver los peces, las frutas,
los astros que no
he visto
y, sin embargo,
solamente en los
libros y en los mapas viajé por Europa.
No he recibido ni
siquiera una carta
con su sello azul
matado en Asia.
Lo mismo yo que el
tendero de mi barrio
somos totalmente
desconocidos en América.
Pero qué importa:
desde la China a
España, desde el cabo Buena Esperanza a Alaska,
en cada milla
marina, en cada kilómetro tengo amigos y enemigos.
Amigos que no nos
hemos saludado ni una sola vez siquiera
sin embargo,
podríamos morir por el mismo pan,
la misma libertad,
la misma nostalgia.
Y enemigos
sedientos de mi sangre
como sediento yo
de la suya.
Mi fuerza:
es que no estoy
solo en este inmenso mundo.
El mundo y sus
hombres no son ningún secreto
para mi corazón,
ningún enigma para
mi ciencia
O, quizás, nos
proponga este otro texto, el fragmento número 2 del poema “A propósito de
unas fotos de periódico, 2, El jefe de policía”:
Abierto como una
herida el sol en el cielo se desangra.
Un aeródromo.
Los presos
preventivos, las manos sobre el vientre:
porras, jeeps,
muros carcelarios,
comisarías
y cuerdas que se
balancean sobre el patíbulo
y los paisanos que
no aparecen
y un niño que no
pudo soportar la tortura
y se tiró desde el
tercer piso de la Jefatura.
Y ahí está el
señor Jefe de Policía
baja del avión
vuelve de América
de un curso de
formación.
Estudiaron métodos
para no dejar dormir
y quedaron
espantados
de los electrodos
aplicados a los testículos
y también dieron
una conferencia
sobre nuestras
celdas de castigo
ofrecieron
satisfactorias explicaciones
de cómo poner
huevos recién hervidos en los sobacos
con cerillas
encendidas.
El señor Jefe de
Policía baja del avión
vuelve de América
porras y jeeps
y las cuerdas se
balancean sobre el patíbulo
ha vuelto el jefe
dicen encantados.
(De Últimos
poemas, 1959-1960-1961)
Sin embargo, mucho
me temo que la concepción que tiene usted de la “literatura comprometida” es
un tanto peculiar, a no ser que usted haya inventado otra de la primigenia,
es decir, de la auténtica con denominación de origen. Por si acaso quiere
profundizar en el tema le recomiendo que lea el siguiente ensayo de Jorge
Riechmann: Comprometerse y no aceptar compromisos (17).
Pero retomemos el
tema de su valoración sobre el Premio Nobel de Literatura concedido al autor
de MODERN TIMES (2006). Señor Vargas Llosa, ¿por qué, además de mostrar su
desencanto rabioso por la decisión de la Academia Sueca, hurga más en la
herida y muestra su menosprecio hacia los futbolistas? Siempre generalizando:
músicos, cantantes, políticos, futbolistas… ¿No le gustan ni el fútbol ni los
futbolistas? Considera más bello el espectáculo taurino, ¿verdad? Sea más
positivo, hombre, vaya a ver más partidos de fútbol aficionado, sin dejar de
acudir al fútbol profesional, eso sí, pagando su entrada. Mézclese con los
aficionados, mejor con los de las localidades más económicas, oiga y observe
todo y, tal vez así, el vocablo “futbolista” deje de tener las connotaciones
negativas que usted le atribuye. En realidad, el fútbol es un juego que se ha
convertido en un negocio, que el capitalismo, o el liberalismo que usted
tanto defiende, han sabido explotar muy bien los empresarios y grandes grupos
financieros que han comprado clubes y jugadores para obtener beneficios
económicos. No obstante, no sea tan duro con el mundo del fútbol y contémplelo
desde otro punto de vista. Al fin y al cabo, el deporte no solo puede formar
parte de un poema, sino de una novela, de una obra teatral, de un ensayo y
hasta de una buena película de cine, porque se trata de un espectáculo que
reproduce lo que sucede fuera del terreno de juego, es decir, las grandezas y
miserias de la sociedad. Si se anima a hacer lo que le aconsejo, vaya
preparado, pues puede que se encuentre con situaciones como la de ver que el
jugador peruano del Cienciano, Juan Cominges, que celebró su gol enseñando al
público del estadio una camiseta en la que se podía leer con toda claridad
“HASTA LA VICTORIA SIEMPRE!” (18), porque, según explicó, quería rendir un
“homenaje a Fidel ante tanta hipocresía”. ¿Cómo juzgaría usted este hecho?
¿Tal vez como el acto de un descerebrado pagado por el Gobierno de Cuba o
algo semejante? No olvide que los/las futbolistas, como los escritores y las
escritoras, son, en primer lugar, personas, mejores o peores, como cualquier
otro ser humano. Me extraña que haya señalado precisamente a los futbolistas
como personas inadecuadas para merecer el Premio Nobel de Literatura.
Igualmente podría haberse fijado en un comerciante, un empresario, un
economista… Siendo usted peruano y con nacionalidad española, me asombra que
no nos haya salido “futbolero”. Sea más benévolo con los futbolistas,
exfutbolistas y entrenadores, que forman parte de la Historia del Fútbol. Le
hablo, por ejemplo, de Iríbar, Maldini, Maradona, Alfredo Di Stéfano, Kubala,
Pelé, Lev Yashin, Johan Cruyff, Obdulio Varela, Zarra, Sócrates, Pirri,
Caszely, Beckenbauer, Redondo, Juan Pablo Sorín, Bielsa, Menotti, Valdano,
Camus (Premio Nobel de Literatura, 1957), Vicente del Bosque (primer marqués
de Del Bosque), Pellegrini, Cafú, Buffon, Pier Paolo Pasolini… Tenga en
cuenta que alguno de los citados y otros no mencionados (porque soy un
nostálgico del fútbol del pasado, aunque sigo disfrutando con el actual)
tienen un nivel cultural alto. Y no solo eso, sino que, y no voy a mencionar
ningún nombre, algunos destacaron o destacan no solo por realizar
perfectamente su trabajo profesional, sino por haber sido o ser modelo de
comportamiento ético, dentro y fuera del terreno de juego. Por lo tanto,
señor Vargas Llosa, marqués de Vargas Llosa, ¿por qué no puede aparecer algún
futbolista o algún entrenador que, a la vez, sea un gran escritor merecedor
del Premio Nobel de Literatura o de cualquier otra disciplina? Humildad,
señor, Vargas Llosa, más humildad. Porque, ya que usted es tan excluyente, le
pregunto: ¿habrá alguna vez algún escritor que reúna méritos suficientes para
ganar el Balón de Oro? Bueno, mejor no sigamos por este camino… Mire, me
permito sugerirle una breve selección de libros, cuyo motivo fundamental es
el fútbol. Creo que, si los lee, puede que no utilice tan negativamente el
término “futbolista”, aunque lo dudo, porque usted cree que siempre está en
posesión de la verdad, aunque intente disimularlo, utilizando palabras
sagradas, que, de tanto repetirlas, se convierten en banales. No obstante, le
recomiendo las siguientes lecturas:
1. Vicente Verdú,
El fútbol: mitos, ritos y símbolos.
2. Alfred Wahl,
Historia del fútbol, del juego al deporte.
3. VV. AA.:
Cuentos de fútbol, selección y prólogo de Jorge Valdano, 2 vols.
4. Eduardo
Galeano, El fútbol a sol y sombra.
5. Quique Peinado,
Futbolistas de izquierdas (con prólogo de El Gran Wyoming y epílogo de
Alberto Garzón).
6. Carlos Goñi
Zubieta, Futbosofía: filosofar a través del fútbol.
7. Manuel Vázquez
Montalbán, F
8. Ángel Cappa y
María Cappa, También nos quieren robar el fútbol.
En principio,
pensaba haber terminado el artículo aquí, pero no me ha sido posible. Aunque
hace tiempo que no leo nada de usted, al revisar los periódicos del día vi
que usted había escrito en el diario EL PAÍS (30 de octubre de 2016) un
artículo titulado “El ciudadano rabioso”. Mire, le repito que el liberalismo
que usted profesa y elogia, a pesar de las apariencias, no es otra cosa que
el neoliberalismo de la globalización económica, que lo único que ha
conseguido es que haya en el mundo unos privilegiados, que tienen todo y
deciden todo, y otros, que no tienen nada y no deciden nada (entre ambas
situaciones, en algunos lugares del mundo, hay personas que gozan de cierto
bienestar). Ante este panorama, que en realidad es una consecuencia de un
liberalismo individualista, de flagrante injusticia social y en un contexto
de un total incumplimiento de los Derechos Humanos, determinados ciudadanos
se han hastiado y han salido a las calles no solo para protestar, sino también
para plantear opciones de vida más justas: son los “indignados”, que están
hartos de los “indignos” (¡lea un poco a Galeano, hombre!). Sin embargo, para
usted, tan democrático y liberal, son los “rabiosos”, término provocador y
beligerante, como suele ser habitual en usted, aunque aclara que el término
lo ha tomado de un periodista alemán. Cito algunos fragmentos de su artículo
que, como de costumbre, vuelve sobre sus obsesiones y planteamientos
maniqueístas: los “buenos” (en Brasil, los que han salido a las calles para
protestar contra Dilma Rousseff y Lula, frente a los “malos”, quienes apoyan
a estos políticos: en Venezuela, los “buenos” son los que se han opuesto al
gobierno de Chávez y de Maduro y los “malos” quienes han apoyado a estos
presidentes; en Cuba, los “buenos” son los anticastristas, los “malos” son
quienes apoyan al Gobierno cubano. Siempre igual, liberalismo (positivo)
frente a comunismo o “estatización y colectivización” (negativas). Veamos
algunos párrafos:
El periodista
alemán Dirk Kurbjuweit, de Der Spiegel, inventó hace unos años la palabra
Wutbürger, que quiere decir “ciudadano rabioso”, y en The New York Times (…)
Jochen Bittner publica un interesante ensayo afirmando que la rabia que
moviliza en ciertas circunstancias a amplios sectores de una sociedad es un
fenómeno de dos caras, una positiva y otra negativa. Según él, sin esos
ciudadanos rabiosos no hubiera habido progreso, ni seguridad social, ni
empleos pagados con justicia, y estaríamos todavía en el tiempo de las
satrapías medievales y la esclavitud. Pero, al mismo tiempo, fue la epidemia
de rabia social la que sembró de decapitados la Francia del Terror y la que,
en nuestros días, ha llevado a la regresión brutal que significa el Brexit
para el Reino Unido y a que exista en Alemania un partido xenófobo,
ultranacionalista y antieuropeo -Alternativa por Alemania- que, según las
encuestas, cuenta con nada menos que el apoyo del 18% del electorado. Añade
que el mejor representante en Estados Unidos del Wutbürger es el impresentable
Donald Trump y el sorprendente respaldo con que cuenta.
Me gustaría añadir
algunos ejemplos de una “rabia positiva” en los últimos tiempos (…) lo
ocurrido en España: un movimiento de jóvenes espoleado por los escándalos de
la clase dirigente que a muchos decepcionaron de la democracia y los ha
llevado a elegir un remedio peor que la enfermedad, es decir, resucitar las
viejas y fracasadas recetas del estatismo y el colectivismo.
Otro caso
fascinante de “ciudadanos rabiosos” ha sido el que vive Venezuela. En cinco
oportunidades el pueblo venezolano pudo librarse, mediante elecciones libres,
del comandante Chávez, un demagogo pintoresco, que ofrecía “el socialismo del
siglo XXI” como terapia para todos los males del país. Una mayoría de
venezolanos, a los que la ineficacia y la corrupción de los gobiernos
democráticos había desencantado de la legalidad y de la libertad, le
creyeron. Han pagado carísimo ese error. Por fortuna, lo han comprendido,
rectificado y hoy existe una mayoría aplastante de ciudadanos –como
demuestran las últimas elecciones para el Congreso – que pretenden rectificar
aquella equivocación. Por desgracia, ya no es tan fácil. La camarilla
gobernante, aliada con la nomenclatura militar muy comprometida por el
narcotráfico y la asesoría cubana en cuestiones de seguridad, se ha
enquistado en el poder y está dispuesto a defenderlo, contra viento y marea.
Mientras el país se hunde en la ruina, el hambre y la violencia, todos los
esfuerzos pacíficos de la oposición por, valiéndose de la propia Constitución
instaurada por el régimen, librarse de Maduro y compañía, se ven frustrados
por un Gobierno que desconoce las leyes y comete los peores abusos –incluido
crímenes- para impedirlo. A la larga, esa mayoría de venezolanos se impondrá,
por supuesto, como ha ocurrido con todas las dictaduras, pero el camino
quedará sembrado de víctimas y será muy largo. (…)
Creo que hay un
error gravísimo en creer que el progreso consiste en combatir la riqueza, No,
el enemigo con el que hay que acabar es la pobreza, y también por supuesto,
la riqueza mal habida. La interconexión del mundo gracias a la lenta
disolución de las fronteras es una buena cosa para todos, y en especial para
los pobres. Si ella continúa, y no se aparta de la buena vía, quizá lleguemos
a un mundo en que ya no será necesario que haya ciudadanos rabiosos a fin de
que mejoren las cosas.
¡Qué bonito!, me
recuerda lo que me decían en el colegio los curas: había que seguir el buen
camino (el de la sumisión) para que todo fuera bien, no podía haber educandos
“rabiosos”. Los curas que utilizaban la pedagogía del miedo, ese miedo que
también pasó en el colegio el poeta Blas de Otero y al que hace alusión en el
poema BIOTZ-BEGIETAN: “Aquellos hombres me abrasaron, hablo / del hielo aquel
de luto atormentado, / la derrota del niño y su caligrafía / triste, trémula
flor desfigurada. // Madre, no me mandes más a coger miedo / y frío ante un
pupitre con estampas. / Tú enciendes la verdad como una lágrima, / dame la
mano, guárdame / en tu armario de luna y de manteles”. Desde luego el último
párrafo del artículo de Mario Vargas Llosa es para quitarse el sombrero, por decirlo
de forma coloquial, o para exclamar lo que dice el personaje de Valle-Inclán
(1866-1936) en su esperpento Luces de bohemia (1924): “¡Cráneo privilegiado!”
Señor, Vargas Llosa, ¡qué capacidad de análisis la suya! Solo nos faltaría
decir: “-Palabra de Mario Vargas Llosa”. Y responder: “-Demos gracias al
señor Mario Vargas Llosa”. Pero dejemos ya la ironía y hablemos con claridad:
sus análisis socio-políticos tienen un nivel intelectual muy bajo y sus
palabras ofenden. No nos engañemos, usted es un funambulista de la palabra o,
más claramente, como dice una persona muy poco palabrera, usted tiene
“diarrea mental”. Mire, también a mí se me ha acabado la paciencia de oírle
siempre lo mismo. ¿Cree que la gente es estúpida? Cuando se combata (¿cómo?)
“la riqueza mal habida”, (¿cúal es?), ¿cómo vivirán los que participan de la
riqueza bien habida? (¿Cuál es?) ¡Cómo va a ser el enemigo de los pobres la
pobreza! Le gustan los juegos de palabras, ¿eh? ¿Y cómo se acaba con la
pobreza? Y cuando se acabe con ella, ¿qué diferencia habrá entre los ricos,
cuya riqueza es “honrada” y los que ya no son pobres? Bla…, bla…, bla… Como
acto de protesta simbólico, voy a ensuciar su palabrería de la misma forma
que el personaje de la obra de Juan Goytisolo Reivindicación del Conde don
Julián (Madrid, Cátedra, 1985, edición de Linda Gould Levine y Apéndice de
José Manuel Martín), cuando entra en una biblioteca y, asegurándose de que
nadie lo vea, coge los libros de los grandes “santones” de la Literatura
Española y aplasta sobre sus hojas un conjunto de insectos, es decir,
desacraliza lo que se ha impuesto como intocable o sagrado. Tampoco lo que
dice usted es intocable y sagrado. Veamos algunas líneas de la narración de
esta secuencia (19):
: en tanto que el
hombrecillo de la gabardina pasa la página de ABC y la prima donna assoluta
permanece suspendida en el alcázar-toledana defensa del virgo de la heroína
de Corín Tellado: dirigiéndose a los estantes de la sección literaria y
practicando en ellos, rápidas, fructuosas calas: a cubierto de cualquier
mirada indiscreta: buscando, entre la duda estéril, la afirmación robusta:
atormentada España a solas con Dios!: los autores de genio y figura: los
viscerales, los castizos, los broncos: fósiles, crustáceos,
dermatoesqueléticos: fieles a las constantes inderogables de vuestro
espíritu, a las entretelas jugosas de vuestra alma: Parnasos excelsos,
florestas sublimes: soneto criatura virginal y perfecta cítara y arpa, dulce
violín de musical madera conmovida! : escalando a los niveles superiores
gracias a la barra de metal que, paralela al suelo, corre a lo largo de las
estanterías y en la que se engancha la escalera de mano: indagando en la
necrópolis de los bardos y escogiendo algún recio drama de honor: de
Calderón, Tirso o del con razón Vega por lo siempre llano: volviendo de nuevo
a tierra y regresando a tu pupitre con el sabroso botín: el guardián bosteza
como si se fuera a tragar el mundo: con quijadas de bull-dog: sus ojos miran
hacia los verdes penachos de la palmera encuadrados en la ventana y, al
cerrar la boca, su rostro se agrieta y desquicia, como una estructura
arcillosa que se derrumba : el lector de la enciclopedia médica se ha
eclipsado misteriosamente y la señora de luto hojea en silencio sus tratados
de jardinería : nada a la derecha, nada a la izquierda libre totalmente en
tus movimientos : con los libros apilados en el pupitre, erigiendo una
protectora barrera entre ti y el guardián : que bosteza abismáticamente otra
vez mientras tú buscas la fúnebre y, recatada bolsita ; tu pequeño capital :
cifrando velozmente el modesto, pero salutífero haz de posibilidades :
moscas, hormigas, abejas, tábanos: quizás alguna araña opulenta y velluda :
vaciando el contenido sobre el hule, en apetitoso montón : insecticida
catástrofe no registrada en los anales que tú observas y abarcas con
resolución pronta y fría : alcanzando el primer volumen de la pila y
depositando entre sus páginas una hormiga y seis moscas : en el
quintaesenciado diálogo de Casandra y el duque : esto disponen las leyes del
honor, y que no haya publicidad en mi afrenta con que se doble mi infamia :
cerrando de golpe, zas!, y aplastándolas : ojo avizor, cuidando que el
guardián no te descubra : mientras abres el libro y compruebas morosamente el
resultado : con el prurito aperitivo del viejo cazador : espachurradas, la
masa abdominal por de fuera! : indelebles manchones que salpican la peripecia
dramática y la contaminan con su difluente viscosidad : cabos, ensenadas,
bahías : caprichosas formas geográficas : islas, verdaderos archipiélagos :
eliges otro volumen, otro dramón: ¡qué sentimientos elevados, qué grandeza de
espíritu : el magnífico dúo de Diego Laínez y el conde Lozano batiéndose a
estocada limpia : que es dañoso discurrir, pues nunca acierta a matar, quien
teme que ha de morir : una abeja, ocho moscas y zas! : sin palpar el fruto
esta vez : enfilando la vecina habitación con el rabillo del ojo : precaución
inútil : el lector de ABC sorbe con pasmo las delicias de la inimitable prosa
y la gorda fondona de la sombrilla emite vagarosos suspiros : dormita el
guardián : luz verde pues: camino libre: entre los lentos paisajes del
Noventa y Ocho: graves, monacales, adustos (…)
Así que, señor
Vargas Llosa, váyase con su liberalismo FIL-FAES a Estados Unidos, por ejemplo,
que yo prefiero escuchar, ya que soy un tanto nostálgico, esta hermosa, GIRL
OF THERE NORTH COUNTRY (20) , del Premio Nobel de Literatura 2016, Bob Dylan,
que traducida al castellano quedaría así (21):
Si vas a la feria
del País del Norte,
Donde los vientos
azotan con fuerza la línea fronteriza.
Dale recuerdos
míos a una chica que vive allí.
Ella fue, una vez,
mi verdadero amor.
Si vas cuando las
tormentas de nieve,
Cuando los ríos se
hielan y el verano termina,
Por favor, fíjate
si lleva un cálido abrigo,
Que la proteja de
los fuertes vientos.
Por favor, mira si
su pelo cuelga largo,
Si cae dando
vueltas sobre su pecho.
Por favor, mira si
su pelo cuelga largo,
Porque es así como
mejor la recuerdo.
Me pregunto si
alguna vez se acuerda de mí.
Muchas veces lo he
deseado
En la oscuridad de
mi noche,
En la claridad de
mi día.
Así que, si vas a
la feria del País del Norte,
donde los vientos
azotan con fuerza la línea fronteriza,
Dele recuerdos
míos a una chica que vive allí.
Ella fue, una vez,
mi verdadero amor.
¿Le ha gustado? He
leído en EL PAÍS INTERNACIONAL (27 de noviembre de 2016), que ha hecho un
gran descubrimiento: “La felicidad tiene nombre y apellido: Isabel Preysler”.
¡Qué bien, ya veo que todavía sigue celebrando su cumpleaños en Guadalajara
(México)! Tampoco es para celebrarlo tanto, ¿no? Se tiene que sentir como un
niño con zapatos nuevos. Cuando mi tía-madre cumplió 100 años solo lo
celebramos ese día, en una residencia de ancianos, cuatro personas: ella y
sus tres sobrinos (y sin hacer alardes de felicidad). Mire, señor feliz, a
pesar de haber descubierto a los 80 años la felicidad con nombre y apellido,
lo veo muy obsesionado y amargado con Fidel Castro. Yo creo que se le aparece
hasta en los sueños… No hay más que leer lo que dijo sobre él al conocer su
fallecimiento (22):
El Premio Nobel
Mario Vargas Llosa lo dice en plena sorpresa. Conoció bien a Fidel, tanto
cuando creyó en la Revolución como cuando empezó a descreer, y acaba de
enterarse por EL PAÍS de la muerte del líder cubano. Son las ocho de la
mañana del sábado en Guadalajara (México). El escritor peruano pide tiempo
para meditar sobre el artículo que escribirá para este periódico, pero avanza
una opinión aún sin reponerse de un hecho que forma la médula de todas las
conversaciones entre escritores y editores que acuden a la Feria
Internacional del Libro de Guadalajara, la más importante del mundo en
español.
Vargas Llosa aún
lleva ropa de gimnasia. Ha hecho algo de deporte antes de asistir al homenaje
que se le va a rendir por sus 80 años. “Soy el último superviviente del boom
de la literatura hispanoamericana”, se ríe el escritor antes de dar un sorbo
a su café con muy poca leche y lanzar su primera reflexión. ”Espero que esta
muerte abra en Cuba un periodo de apertura, de tolerancia, de
democratización. La historia hará un balance de estos 55 años que acaban
ahora con la muerte del dictador cubano. Él dijo que la historia le
absolverá. Y yo estoy seguro de que a Fidel no lo absolverá la historia”.
Ni una sola
palabra de condena contra el bloqueo norteamericano a Cuba, ¡pero usted es
feliz! El problema es que el sistema que usted preconiza condena a millones
de seres humanos a no ser felices, ¡a ver si se entera! Y sepa que todavía
hay mucha gente que comparte el mensaje de Benedetti: “Que el Che Guevara fue
un proyecto de cambio y no sólo una camiseta, que el fútbol era un hermoso
deporte muchísimo antes de ser un negocio, y que no todos en el mundo son de
derechas” (23).
Para terminar,
quiero que sepa que no leeré el artículo que usted escriba sobre Fidel
Castro, porque no aportará nada nuevo, ya que usted se repite tanto que
habría que decirle: “¿Por qué no se calla?” Ya ve, señor Vargas Llosa, que
soy uno de esos “rabiosos” que no tienen remedio y que, como el autor de
Memoria y esperanza. Un mensaje a los jóvenes, “Soy un caso perdido” (24) y me encuentro
muy feliz de serlo.
http://rebelion.org/noticia.php?id=220614
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lunes, 19 de diciembre de 2016
Pues sí, señor Vargas Llosa, los tiempos están cambiando
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