lunes, 19 de diciembre de 2016

Pues sí, señor Vargas Llosa, los tiempos están cambiando






Pues sí, señor Vargas Llosa, los tiempos están cambiando

Emilio Rucandio Palomar


The times they ere a-changin´ (Bob Dylan)

A Ana Cameros Zabala, por su juventud rebelde y soñadora

Quiero aclarar desde el principio que este artículo, más que un homenaje a Bob Dylan, es una respuesta a la reacción que tuvo Mario Vargas Llosa al conocer la concesión del Premio Nobel de Literatura 2016 al cantautor norteamericano. Por lo tanto, los comentarios que siguen recogen una serie de pensamientos y reflexiones que fueron surgiendo en mí después de haber leído lo que dijo Mario Vargas Llosa.
En principio, no siento especial predilección por la existencia de los premios literarios y, además, he de confesar que, desde mi punto de vista, proliferan demasiado. Por otra parte, no llevo nada bien que dichos premios estén dotados con una cantidad económica para el/la ganador/a, sobre todo, cuando dicha cantidad es desorbitada, como sucede en los premios más mediáticos. Incluso, si me apuran un poco, desde un punto de vista ético, me parece injusto que no se repare en gastos para celebrar este tipo de eventos y, sin embargo, constantemente se nos esté diciendo que hay que hacer recortes económicos en los derechos sociales fundamentales del ser humano (alimentación, sanidad, educación, vivienda, cultura, etc.). No obstante, puedo “entender”, aunque lo lleve muy mal, este despilfarro económico cuando el dinero procede de personas o instituciones privadas, pero no si sale del Estado, es decir, si pertenece a los ciudadanos. Ahora bien, ya sabemos que lo que más se valora en esta sociedad de consumo en la que todo se mide con criterios propios del capitalismo depredador, es decir, del capitalismo de la globalización es el dinero.

Hecha esta observación inicial, quiero centrarme en el tema principal de este artículo que se articula en torno a la concesión del Premio Nobel de Literatura 2016 a Robert Allen Zimmerman (artísticamente, Bob Dylan), decisión que la Academia Sueca ha hecho pública con estas palabras: “por haber creado una nueva expresión poética dentro de la gran tradición americana de la canción”. Hasta aquí todo normal, pues cada persona tendrá su opinión con respecto a la determinación tomada de otorgar dicho galardón a Bob Dylan. De acuerdo con esta premisa, no hubiese escrito este artículo y me hubiese quedado en mi casa calladito. Pero tenía el presentimiento de que el premiado en el año 2010, Mario Vargas Llosa, para no variar, nos iba a dar una clase magistral sobre lo adecuado o inadecuado de la elección de la persona premiada en esta ocasión. Y no me he equivocado, por desgracia, ya que ha hablado el todopoderoso escritor galardonado en el año 2010. Por lo tanto, voy a hacer algunas consideraciones, que tienen como finalidad mostrar mis discrepancias con la forma que tiene de entender la cultura, y en definitiva los demás aspectos de la vida, este escritor.

¿Cómo se puede admitir que se utilice como argumento, para demostrar que la Academia Sueca se ha equivocado, que el galardonado sea un “músico”? ¿Es que Bob Dylan solo es un músico? ¿Cómo se puede sostener hoy en día que solo es literatura un texto escrito con unas características determinadas, propias del llamado lenguaje literario, que lo diferencian de otros textos escritos? Entonces, ¿qué hacemos con la llamada lírica popular/tradicional (anónima) cantada, que ha ido transmitiéndose de generación en generación y que ha acompañado al ser humano a través de su existencia? ¿Es que las jarchas (canciones mozárabes) o, por ejemplo, la lírica tradicional castellana, con las canciones de la mujer morena, de la bella malmaridada o las que expresan las quejas de las muchachas obligadas a ser monjas o las que se refieren al deseo sexual de los monjes, o las canciones de trabajo, etc., no forman parte de la Literatura? ¿Y qué decir del romancero y de los cantares de la tradición sefardita? ¿Y cómo se puede no tener en cuenta la importancia en la Historia de la Literatura Vasca la de tradición oral (1) y, más concretamente, la del bertsolari, es decir, “un improvisador de versos que canta según unas melodías definidas sobre unos temas determinados” (2) ? ¿Es que solo se considera que algo pertenece a la Literatura si tiene como punto de partida un texto escrito y de autor conocido? ¿Pero es que quienes mantienen esta tesis no han utilizado nunca, para estudiar e informarse sobre las obras literarias, los escritores, etc., ningún manual de Historia de la Literatura? ¿Qué sería de la literatura en euskera, repito, sin los bertsolaris? Así los define el gran representante y experto de la literatura vasca (poeta, novelista, conferenciante…) Bernardo Atxaga:“Aunque prefiero esa definición, la de bertsolari como hablante especial, no puedo dejar de lado otras que lo equiparan al poeta popular o a un autor de la literatura oral; un autor, capaz de una elaboración artística en la que –al ser la estrofa una improvisación- la invención, la disposición de los elementos y la expresión se realiza simultáneamnte” (3) . ¿Cómo se puede pasar por alto, o incluso menospreciar, que la lírica popular, anónima, recitada, cantada y, en ocasiones, acompañada por la música, sea tan estimada por poetas cultos? Voy a poner algunos ejemplos de dicho reconocimiento. El primero sería el del autor de las Rimas, Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870), quien en una recensión de La soledad (4) , libro de Augusto Ferrán, amigo suyo, hace suyas las palabras de este, que reivindican la literatura popular y su carácter oral:

Al principio de esta colección he puesto unos cuantos cantares del pueblo, para estar seguro al menos de que hay algo bueno en este libro.

Por lo tanto, de la Literatura forman parte tanto la modalidad oral como la escrita. En el caso de Bob Dylan, él canta sus propios textos, a la vez que toca la armónica y la guitarra, acompañado o no por una banda de músicos. Es decir, que Bob Dylan forma parte de lo que se entiende por Literatura, aunque haya personas, como Mario Vargas Llosa, que no lo consideren así, ni quieran ver que los tiempos están cambiando, como ya afirmó el escritor norteamericano en 1963 (5)



Venid escritores y críticos

Que profetizáis con vuestra pluma

Y mantened los ojos bien abiertos,

La oportunidad no se repetirá.

Y no habléis demasiado pronto

Porque la rueda está todavía girando

Y nadie puede decir a quién señalará,

Porque el perdedor hoy

Será el ganador mañana



La conclusión que se sigue de lo hasta aquí expuesto es que no tendría que extrañar que Bob Dylan pudiera formar parte de los elegibles para el Premio Nobel de Literatura y, por lo tanto, tuviera la posibilidad de ser el ganador, que es lo que ha sucedido. Pero del reconocimiento de la importancia de la literatura oral, aunque luego haya sido fijada por escrito, o, como en el caso de Bob Dylan, de la literatura escrita y cantada, no solo tenemos la afirmación de Bécquer citada más arriba. Vamos a poner, como ejemplo de la reivindicación de la transmisión oral de la literatura, a otros autores, sin que esto suponga un desprecio de la literatura que se transmite por escrito o no está pensada para ser cantada. Ahora nos apoyaremos en Blas de Otero (1916-1979). Este poeta vasco cree que la poesía no solo ha de ser leída de forma individual, sino que hay que difundirla oralmente y sacarla de la cárcel del libro. O sea, el poeta ha de ser un juglar:

Sabido es que hay dos tipos de escritura, la hablada y la libresca. Si no se debe escribir como se habla, tampoco resulta conveniente escribir como no se habla. El Góngora de las Soledades nos lleva a los dictados de Teresa de Cepeda. Sin ir tan lejos, la palabra necesita respiro, y la imprenta se torna de pronto el alguacil que emprisiona las palabras entre rejas de líneas. Porque el poeta o es un juglar o no es nada. Un artesano de lindas jaulas para jilgueros disecados.

El disco, la cinta magnetofónica, la guitarra o la radio y la televisión pueden –podrían: y más la propia voz directa- rescatar al verso de la galera del libro y hacer que las palabras suenen libres, vivas, con dispuesta espontaneidad. Mientras haya en el mundo una palabra cualquiera, habrá poesía. Que los temas son cada día más ricos y acuciantes (6).

Parece ser que Mario Vargas Llosa considera que hoy en día los poetas no escriben sus textos para ser recitados, cantados o simplemente leídos ante un público, actitud errónea, pues, actualmente, cuando los escritores presentan sus libros no solo hablan de ellos, sino que leen fragmentos o poemas de los mismos. Incluso un poeta tan importante como José Agustín Goytisolo (1928-1999) acompañaba al juglar por antonomasia en lengua castellana, Paco Ibáñez (1934-), en los recitales que este realizó cantando los poemas de su amigo. Es más, el propio José Agustín Goytisolo postulaba la recuperación de la oralidad de la poesía como un espectáculo cultural público de mayorías y recitaba sus propios poemas (7):

Cuando se derrumbaron las civilizaciones griega y romana, en Europa comenzó un largo período de retroceso cultural. Desaparecieron los grandes poetas, desaparecieron los grandes teatros donde se escenificaba para un gran público. La cultura se encerró en algunos conventos y estaba al alcance de sólo unas minorías.

Fue en la Provenza, en el siglo XII en donde aparecieron los primeros trovadores (trovador o halladores) de palabras felices, no escribían en latín, sino en la lengua de OC.

Se llamaban así para distinguirse de los intelectuales que escribían en latín. Los trovadores eran gente culta, alegre y satírica que se expresaba en el idioma del ciudadano común. Componían la letra y la música de sus canciones, y este era su oficio. Sus obras eran interpretadas por los juglares, origen de los canto-autores de hoy, que además de saber cantar sabían también dominar diversos instrumentos musicales. A veces estos juglares, componían también la letra y la música, como lo hacen los canto-autores de hoy.

El éxito de los trovadores y juglares y su enorme influencia sobre las gentes, asustó muchas veces a los detentadores del poder: el concilio de Letrán prohibió a clérigos y monjas trato con los trovadores y juglares, a los que definió como gente disoluta y libertina. Pero también del mismo poder eclesiástico hubo gente que no pensaba lo mismo. Francisco de Asís y sus discípulos rompieron esta prohibición al llamarse ellos “juglares del Señor”.

Los trovadores, juglares y canto-autores de hoy día han mantenido enriquecido este oficio, pero también, como antes han sido mal vistos en muchos países, han sido prohibidos, marginados y hasta encarcelados.

Pero ahí están, trovadores y juglares de hoy, como antiguos y gastados luchadores en favor de la alegría y la libertad.

Y esto es lo que desde siempre ha hecho Bob Dylan que no solo es un músico, como ya se ha explicado. ¿También usted, señor Mario Vargas Llosa, hombre con tanto predicamento en el ámbito cultural y social, se siente asustado al ver que un cantautor de tanto prestigio como Bob Dylan haya entrado en los círculos selectos e institucionales de la cultura literaria? Le asuste o no, como coloquialmente se dice hoy, “eso es lo que hay”. De hecho, si vemos cómo se presenta a Bob Dylan en WIKIPEDIA La enciclopedia libre, leeremos: “Bob Dylan (Duluth, Minnesota, 24 de mayo de 1941), registrado al nacer como Robert Allen Zimmerman (…) es un músico, cantante y poeta estadounidense, ampliamente considerado como una de las figuras más prolíficas e influyentes de su generación en la música popular del siglo XX y de comienzos del siglo XXI”.

Si alguien ha tenido la paciencia de leer todo lo anterior, tal vez haya olvidado que estas reflexiones son una respuesta a las declaraciones que hizo el Permio Nobel de Literatura 2010 (Mario Vargas Llosa) sobre el galardonado como Premio Nobel de Literatura 2016. Y es que, la prepotencia que se adivina en ellas, inevitablemente, me ha recordado la presentación crítica e irónica que de Ortega y Gasset hace Luis Martín-Santos (en su novela Tiempo de silencio, 1962) cuando el filósofo español daba sus conferencias ante un público totalmente sometido a su Palabra). Escribe el extraordinario novelista (8):

Pero ya el Gran Maestro aparecía y el universo-mundo completaba la perfección de sus esferas. Perseguidos por los siseos de los bien-indignados respetuosos, los últimos petimetres se deslizaron en sus localidades extinguida la salva receptora. Los círculos del purgatorio (que como tal podemos designar a las localidades baratas, sólo en apariencia más altas que el escenario) recibieron su carga de almas rezagadas y solemne, hierático, consciente de sí mismo, dispuesto a abajarse hasta el nivel necesario, envuelto en la suma gracia, con ochenta años de idealismo europeo a sus espaldas, dotado de una metafísica original, dotado de simpatías en el gran mundo, dotado de una gran cabeza, amante de la vida, retórico, inventor de un nuevo estilo de metáfora, catador de la historia, reverenciado en las universidades alemanas de provincia, oráculo, periodista, ensayista, el-que-lo-había-dicho-ya-antes-que Heidegger, comenzó a hablar (…).

También Mario Vargas Llosa habló, como hemos visto, y además de ver en Bob Dylan solo un “músico” y no un escritor, hizo estas manifestaciones, aparecidas en distintos medios informativos, en estos términos:

1. Consideró una “equivocación” que la Academia Sueca otorgase el Premio Nobel de Literatura a un “músico”.

2. El Premio Nobel debe ser para una obra de calidad. Y reconocida para una que tenga calidad y que no sea tan conocida, y así, el premio le ayude a lograr el reconocimiento.

3. Debe ser un premio para escritores y no para cantantes.

4. No es el espectáculo de un cantante el merecedor del Premio Nobel.

5. Bob Dylan es un buen cantante, pero no es un gran escritor, ni muchísimo menos. Hay muchísimos escritores que merecían el Premio Nobel y que han quedado marginados, pero es la civilización del espectáculo que ya ha llegado a la Academia Sueca.

6. Nuestro tiempo está marcado por el espectáculo en todas las actividades, también la cultura y la política.

7. (La cultura) implica selección y una élite por la gran complejidad que entraña.

8. Tratar a la cultura desde la frivolización es contraproducente y lleva que los políticos se fotografíen antes con artistas de cine o futbolistas que escritores.

9. (La Literatura) Nos hace ciudadanos más conscientes de lo que significa para una sociedad la justicia y la injusticia, la verdad y la mentira, la dicha y la felicidad.
Después de leer sus palabras, he de confesar que un humilde profesor de Literatura como yo, actualmente jubilado, pero que ha desarrollado su docencia desde el año 1978 hasta el año 2013, ha experimentado un intenso desencanto por la pobre argumentación que aporta un escritor tan valorado como usted, impropia de alguien que forma parte de esa élite, de esa selección de seres humanos capaz (capaces) de desentrañar la gran complejidad que la cultura posee. No acabo de entender cómo el autor de La ciudad y los perros (1962) y otras significativas novelas puede escribir artículos de opinión que no solo no llegan al nivel que se espera de un escritor como usted, sino que, además, dejan bastante que desear desde un punto de vista intelectual.

Mire usted, señor Mario Vargas Llosa, si bien es cierto que Jesús de Nazaret dijo “Por sus frutos los conoceréis” (Mt 7, 29), al referirse a los profetas, también es verdad que se puede conocer a las personas por lo que dicen, dónde lo dicen y cómo lo dicen. En todo caso, las palabras y los hechos tendrían que complementarse, pues, si no se hace lo que se dice, se cae en la hipocresía y en la incoherencia. Pues bien, el contexto situacional en el que usted expresó su opinión sobre la concesión del Premio Nobel de Literatura 2016 a Bob Dylan fue el de su investidura por la Universidad de Burgos como Doctor Honoris Causa.

Como le decía, señor Premio Nobel de Literatura 2010, no he encontrado en sus comentarios ningún argumento suficientemente consistente que demuestre su tesis: que la Academia Sueca se ha equivocado al premiar al autor de HIGHWAY 61 REVISITED (1965). Ni tan siquiera coincido con usted cuando se refiere a Bob Dylan como “un buen cantante”, pues es un excelente cantautor, que no es lo mismo. Además, le voy a ser sincero, aunque me pueda equivocar en lo que piense: ni me creo su elogio, ni me imagino a usted escuchando a Bob Dylan.

Por otra parte, su crítica tiene un claro sesgo clasista y elitista, característico de alguien que cree que sus gustos y sus juicios de valor son indiscutibles y que, a pesar del liberalismo que continuamente enarbola como bandera de una sociedad democrática, han de ser aceptados como la Verdad revelada por el Maestro, debido a la autoridad que se atribuye usted a sí mismo. Humildad, señor Mario Vargas Llosa, un poco de humildad no le vendría nada mal. Usted contempla el mundo desde su encumbramiento socio-literario y ve todo con tal claridad que se empeña, una y otra vez, en enseñarnos por dónde debemos caminar. ¿Qué sería de nosotros sin las orientaciones ideológicas que usted nos transmite en los artículos del diario EL PAÍS? (Por cierto, que habiendo seguido la trayectoria de este periódico, creo que le viene como anillo al dedo el título de un Auto sacramental de Miguel Hernández (1910-1942), Quien te ha visto y quien te ve y sombra de lo que eras (sic) , 1934, así como el del poemario de Jorge Riechmann titulado El día que dejé de leer EL PAÍS, 1997). Sin embargo, a pesar de su supuesta buena intención por su intento de adoctrinar a tanto ignorante como anda suelto, que todavía no ha descubierto las virtudes del liberalismo que usted defiende, la verdad es que me hastía que se presente continuamente como el abanderado por antonomasia de la libertad, la justicia y la democracia y como enemigo de todo tipo de dictadura (salvo la económica, claro), ya sea, según usted, marxista-comunista, castrista (9), chavista, populista… Usted sí que es un intelectual como debe ser: imparcial, objetivo, equilibrado, reflexivo, neutral, liberal y demócrata. Son palabras que repite tanto y con significados tan discutibles que, cada vez que las leo, noto que han perdido su “sabor inicial” e, irremediablemente, me acuerdo del poema de Mario Benedetti titulado “Las palabras” (10) , cuyos dos primeros versos expresan la voluntad del escritor del exilio y del “desexilio” de que no se manipulen las palabras: “No me gaste las palabras / no me cambie el significado”. Me rebelo cuando usted afirma, como veremos más adelante, que cree que “hay un error gravísimo en creer que el progreso consiste en combatir la riqueza. No, el enemigo con el que hay que acabar es la pobreza, y también por supuesto, la riqueza mal habida”. Pero bueno, ¿nos está tomando el pelo? Mi deber es decirle que su defensa de la justicia, de la libertad y de la democracia no me interesan, pues los hechos, me enseñan que lo único que hay tras esas “lecciones” que nos da es una mera palabrería al servicio de un individualismo elitista exacerbado, que defiende los intereses de quienes detentan el poder (económico, político, cultural, etc.), a costa del incumplimiento los derechos humanos de la comunidad. ¿Pero usted cree que la gente es estúpida y que necesita su maná palabrero? ¿Cómo puede haber libertad en un mundo basado en la injusticia, en el que una gran parte de la humanidad no tiene lo necesario para vivir y la igualdad no existe? Porque claro, no vayamos ahora a creer que la igualdad se refiere al hecho de que tanto los ricos como los pobres se mueren, a ver si ahora tenemos que estar satisfechos con la denominada, por alguna mente privilegiada, la “democracia de la Muerte”. Tampoco nos vamos a poner a bailar porque la muerte sea ineludible y, si alguien no está convencido, que se lo pregunten al “fenómeno” de Jorque Manrique (c.1440-1479), que escribió aquel sermón moral católico, aristocrático y reaccionario sobre la mortalidad humana, de la Coplas a la muerte de su padre, elegía siempre tan elogiada y sin reparo alguno para la inmensa mayoría, salvo, que yo conozca, en un texto muy poco citado de Rafael Sánchez Ferlosio (1927-), en el que este hace una serie de consideraciones críticas, con su peculiar estilo ensayístico, en torno a la elegía manriqueña, afirmando que, en un determinado momento, Jorge Manrique fuera capaz de sorprendernos con unas pocas estrofas que nos desconciertan. Cito un fragmento porque, a pesar de su extensión, me parece muy interesante para expresar, por contraposición, lo previsible que es la doctrina de sus artículos, señor Mario Vargas Llosa sobre determinados temas, a diferencia de la elegía manriqueña que, a pesar de todo, después de insistir en lugares comunes ya consabidos, logra el “milagro” se sorprender al lector-oyente (11):

Siempre me he imaginado el ´estreno´´ de las coplas de Manrique como una lectura en voz alta por parte del actor, ya sea desde el púlpito de una iglesia, ya en la sala de un palacio, ante la reunión solemne y enlutada de los familiares, los amigos, los deudos, los criados del difunto. El auditorio escucha, aburrido como en misa, la rutinaria admonición del sesudo y prosaico doctrinal. La estrofa 15 es un aviso parentético de carácter metalingüístico: el poeta dice de qué nos va a hablar y de qué se dispone a hablar: “Dejemos a los troyanos, / que sus males non los vimos, / ni sus glorias; / dejemos a los romanos, / aunque oímos o leimos / sus hestorias; / non curemos de saber / lo d´aquel siglo pasado / qué fue d´ello; / vengamos a lo d´ayer, / que tan bien es olvidado / como aquello.” Es decir, que el poeta –mejor diríamos hasta aquí “el predicador”- desiste de argumentar con objetos históricos (es evidente que por un momento le ha cruzado por la memoria el “Fuimus Troes, fuit Ilium et ingens /gloria Teucrorum” del poeta mantuano), demasiado ajenos, demasiado indirectos, demasiado fríos para dar fuerza de convicción, en el corazón de los presentes, a la verdad que intenta proponerles, y se resuelve por apelar a la experiencia personal, remitiendo a un objeto más inmediato, más cercano, a un objeto todavía sensiblemente vivo en la memoria de los viejos o apenas mediado por un testimonio en la de los más jóvenes. ¡Fatal error!, pues he aquí que no bien resuenan en el aire los primeros versos de la estrofa 16, el auditorio se siente transportado por el más radical y repentino quiebro de voz que jamás se haya dado en las entrañas de un mismo poema; las murallas de Jericó de los empedernidos corazones, lejos de ver consolidados sus cimientos en la convicción de lo perdurable, se derrumban de pronto ante el asalto más inesperado y más irresistible de lo perecedero:

¿Qué se hizo el rey don Joan?

Los infantes d´Aragón

¿qué se hicieron?

 ¿Qué fue de tanto galán
qué de tanta invinción

como trujeron?

Es una voz que parece llegar desde el extremo diametralmente opuesto de la sala; el predicador ha desaparecido como por encanto y, en un puro milagro, tañe ahora de veras la música acordada de la lira. (…), decir aquello de “vengamos a lo d´ayer”; quiso desafiar a la memoria viva, y cometió la más funesta de las equivocaciones.

Ahí mismo fue donde, por obra del propio ministerio fiscal, el pleito de los valores contra los bienes quedó definitivamente sentenciado a favor de los segundos. La acusación había creído tener su testigo de cargo más irrebatible en el recuerdo de un ayer cercano, todavía vivo en la memoria del jurado, pero ha sido justamente en contra, alzando su testimonio como el argumento más demoledor de la defensa; hasta el tipo de fórmula interrogativa de los tres últimos versos de la estrofa 16 tiene en principio la fisonomía retórica característica del estilo forense (“¡Díganlo ustedes mismos, señores del jurado; contéstense ustedes mismos!”); la forma de pregunta no hace aquí sino presentar a desafío una afirmación que se da por verdadera:

Las justas e los torneos,

paramentos, bordaduras

e çimeras

¿fueron sino devaneos?

¿qué fueron sino verduras

de las eras?

Pero -¡increíble situación!- cuando el fiscal lanza su reto de “¿qué fueron sino verduras de las eras?” no hace ya más que acabar de arrasar en lágrimas los ojos de un jurado ya vencido, seducido y arrebatado de añoranza al conjunto de un ayer inolvidable. (…) Después a nadie importará ya nada lo que se diga o deje de decir a lo largo de las 16 estrofas que quedarán todavía desde la 25 hasta el final, puesto que el testigo de cargo que se creía más contundentemente acusatorio se ha pasado con armas y bagajes y sin paliativo alguno al acusado, resultando el testigo capital de la defensa, y aun de la querella entera, de forma irrevocable: a favor de los bienes, de lo perecedero, desde la propia estrofa 16.

(…)¿Por arte de quién en la estrofa 16 da el poema esa increíble vuelta de campana, por la que la que de pedestre sermón de lo perdurable se trastrueca y transfigura en el más encantado canto de lo perecedero? ¿Es que hay más fantasía, más riqueza expresiva, más ingenio verbal, más talento literario, en las estrofas 16 a 24? ¿Es que ese zoquete, ese marmolillo de don Jorge ha recibido de pronto, por gracia del Espíritu Santo, la inteligencia, el genio lírico, que jamás su vida, ni antes ni después, parece que acertó a demostrar? No; si se va a mirar, las siete o nueve estrofas en cuestión no están formadas –por decirlo burdamente- con materiales ni recursos lingüísticos distintos de los que juegan en las que las preceden o suceden; hay en ellas la misma simpleza de lenguaje y aun proliferan las puras enumeraciones. Bajo este aspecto, incluso, si se me apura, entre las 15 estrofas iniciales podemos hallar alguna que, en lozanía de expresión, supera a la mayoría de las nueve subsiguientes (…): “Decidme la hermosura /, la gentil frescura y tez / de la cara, / la color e la blancura, / cuando viene la vejez / ¿cuál se para? // Las mañas e ligereza / e la fuerça corporal / de juventud, / todo se torna graveza / cuando llega el arrabal / de senectud.” El milagro procede todo él, de manera exclusiva, de aquella ocurrencia de la estrofa 15: “vengamos a lo d´ayer” –ocurrencia de imprevisibles resultados y tan funesta para el predicador como involuntariamente feliz para el poeta- y se cumple del todo ya desde el primer verso que la pone por obra: “¿Qué se hizo el rey don Joan?”.
Sin embargo, como ya he afirmado más arriba, a diferencia de los comentarios anteriores que sobre algunas pocas coplas ha realizado Rafael Sánchez Ferlosio, sus artículos publicados desde el púlpito de EL PAÍS, señor Mario Vargas Llosa, desde hace tiempo me han parecido los de un predicador sin ángel, por repetitivos, previsibles y aburridos: por eso hace tiempo que no los leo. ¡Cuánto tópico! Siempre con su liberalismo doctrinal con el que intenta dominar las mentes de los descarriados, adoctrinándolos con su ideología del liberalismo. Mire usted, el sentido común nos dice que es una simpleza el afirmar, como usted lo hace, que no hay que atacar a la riqueza…, o el asegurar, como dice Jorge Manrique, que somos iguales porque todos morimos. Sin embargo, esto lo digo yo, lo importante no es esto, sino que mientras vivimos no tenemos ni las mismas oportunidades, ni los mismos derechos: unos viven muy bien e incluso pueden alargar su vida porque tienen dinero, mientras que otros, millones de personas, tienen muy pocas expectativas de vida, debido a una total falta de recursos; unos mueren en sus lujosas residencias o en hospitales privados para millonarios, otros en la calle, en un campo de refugiados o ahogados en el mar; unos “mueren” de indigestión, otros de hambre; unos son los poderosos, otros los “nadies”, por quienes tanto luchó Eduardo Galeano (1940-2015). Así que déjese de tanta retórica, señor Mario Vargas Llosa. Necesitamos hechos y no palabras que, de tanto utilizarse, insisto, han perdido su significado. Usted habla, habla y habla o escribe, escribe y escribe, pero se encuentra muy cómodo en esta sociedad radicalmente injusta, que no es otra que la del neoliberalismo financiero, en la que todo tiene un precio, en la que solo existes si tienes medios materiales, en la que se fomenta el consumo, que origina en muchas personas una gran frustración, pues no solo no pueden consumir lo superfluo e imitar el modelo de vida americano, sino que no pueden comprar lo imprescindible para poder vivir. Su propuesta del liberalismo como modelo para que el sistema funcione sólo no puede ser aceptada, porque el capitalismo y el neoliberalismo solamente han causado un incremento de las desigualdades. Hay millones de personas que están cansadas de escuchar palabras como “democracia”, “justicia”, “libertad”…, sencillamente porque no van seguidas de hechos que cambien las penalidades que, día a día, sufren. ¿Por qué? Porque, sencillamente, esta democracia liberal que usted propone, es decir, las democracias meramente formales son tan débiles que, en la práctica, no respetan la dignidad humana, lo cual es una injusticia. Y no habrá paz, libertad y democracia verdaderas hasta que la justicia social vertebre el mundo. Federico García Lorca (1898-1936) lo explica poéticamente cuando en el GRITO HACIA ROMA (DESDE LA TORRE DEL CHRYSLER BUILDING, de su libro Poeta en Nueva York, escribe:

Porque ya no hay quien reparta el pan ni el vino,

ni quien cultive hierbas en la boca del muerto,

ni quien abra los linos del reposo,

ni quien llore por las heridas de los elefantes.

No hay más que un millón de herreros

forjando cadenas para los niños que han de venir.

No hay más que un millón de carpinteros

que hacen ataúdes sin cruz.

No hay más que un gentío de lamentos

que se abren las ropas en espera de la bala.

El hombre que desprecia la paloma debía hablar,

debía gritar desnudo entre las columnas

y ponerse una inyección para adquirir la lepra

y llorar un llanto tan terrible

que disolviera sus anillos y sus teléfonos de diamante.

pero el hombre vestido de blanco

ignora el misterio de la espiga,

Ignora el gemido de la parturienta

ignora que Cristo puede dar agua todavía,

ignora que la moneda quema el beso de prodigio

y da la sangre del cordero al pico idiota del faisán.

Los maestros enseñan a los niños

una luz maravillosa que viene del monte;

pero lo que les llega es una reunión de cloacas

donde gritan las oscuras ninfas del cólera.

Los maestros señalan con devoción las enormes cúpulas sahumadas,

pero debajo de las estatuas no hay amor.

No hay amor bajo los ojos de cristal definitivo;

El amor está en las carnes desgarradas por la sed,

en la choza diminuta que lucha con la inundación;

el amor está en los fosos donde luchan las sierpes del hambre,

en el triste mar que mece los cadáveres de las gaviotas

y en el oscurísimo beso punzante debajo de las almohadas.

Pero el viejo de las manos traslúcidas

dirá: Amor, amor, amor,

aclamado por millones de moribundos.

Dirá: amor, amor, amor, 

con el tisú estremecido de la ternura,

dirá: paz, paz, paz,

entre el tinte de cuchillos y melenas de dinamita.

Dirá: amor, amor, amor.

hasta que se le pongan de plata los labios.

Mientras tanto, mientras tanto, ¡ay! mientras tanto,

los negros que sacan las escupideras,

los muchachos que tiemblan bajo el terror pálido de los directores, 

las mujeres ahogadas en aceites minerales,

la muchedumbre de martillo, de violín o de nube,

ha de gritar aunque le estrellen los sesos en el muro,

ha de gritar frente a las cúpulas,

ha de gritar loca de fuego, ha de gritar loca de nieve,

ha de gritar con la cabeza llena de excremento,

ha de gritar como todas las noches juntas,

ha de gritar con voz tan desgarrada

hasta que las ciudades tiemblen como niñas

y rompan las prisiones del aceite y de la música.

Porque queremos el pan nuestro de cada día,

flor de aliso y perenne ternura desgranada,

porque queremos que se cumpla la voluntad de la Tierra

que da sus frutos para todos (12).

Puesto que es indiscutible que el Sumo Pontífice, a lo largo de la historia, salvo alguna excepción en la que se ha acordado de los menesterosos sin dar más pasos (“ponerse una inyección para adquirir la lepra / y llorar un llanto terrible”), el papa (“el hombre que desprecia la paloma”) no ha denunciado las causas de la injusticia y la injusticia misma que generan las “democracias mediáticas” o no mediáticas (13), sino que la ha fortalecido apoyando a los poderes políticos opresores y se ha olvidado del mensaje evangélico, por una parte, y, por otra, como las denominadas democracias liberales o democracias representativas ni tan siquiera han solucionado el problema del hambre, hay que seguir gritando y mostrando, señor Mario Vargas Llosa, el engaño de nuestras muy imperfectas democracias y no solo apuntar a las que usted considera dictaduras. Menos mal que, por lo menos, hay poetas que en sus versos no hablan de la belleza de la flor o del mar azulado cuando el ser humano muere de hambre. Sirva de ejemplo el siguiente poema de Miguel Hernández (190-1942), que luchó, con las armas y con su palabra poética, contra los militares traidores a la República durante la Guerra Civil Española (1936-1939), para defender la justicia y la libertad, es decir, para hacer posible un mundo en el que se erradicase la pobreza y, en definitiva, las lacerantes desigualdades sociales de explotadores y explotados. Transcribo el poema en su totalidad, señor Mario Vargas Llosa, porque no solo hay que insistir en los derechos individuales, sino que además hay que tener en cuenta los derechos sociales de la humanidad. No solo hay que salvaguardar el “yo”, sino también el “nosotros”. Si esto no se logra, ni hay voluntad de conseguirlo, no habrá paz, puesto que a los pacientes se les acabará la paciencia (14):

El hambre  

1

Tened presente el hambre: recordad su pasado

turbio de capataces que pagaban en plomo.

Aquel jornal al precio de la sangre cobrado,

con yugos en el alma, con golpes en el lomo.

El hambre paseaba sus vacas exprimidas, 

sus mujeres resecas, sus devoradas ubres,

sus ávidas quIjadas, sus miserables vidas

frente a los comedores y los cuerpos salubres.

Los años de abundancia, la saciedad, la hartura,

eran sólo de aquellos que se llamaban amos.

Para que venga el pan justo a la dentadura

del hambre de los pobres aquí estoy, aquí estamos.

Nosotros no podemos ser ellos, los de enfrente,

los que entienden la vida por un botín sangriento:

como los tiburones, voracidad y diente,

panteras deseosas siempre de un mundo siempre hambriento.

Años del hambre han sido para el pobre sus años.

Sumaban para el otro su cantidad los panes.

Y el hambre alobadaba sus rapaces rebaños

de cuervos, de tenazas, de lobos, de alacranes.

Hambrientamente lucho yo, con todas mis brechas,

cicatrices y heridas, señales y recuerdos

del hambre, contra tantas barrigas satisfechas:

cerdos con un origen peor que el de los cerdos.

Por haber engordado tan baja y brutalmente,

más debajo de donde los cerdos se solazan, 

seréis atravesados por esta gran corriente

de espigas que llamean, de puños que amenazan.

No habéis querido oír con orejas abiertas

el llanto de millones de niños jornaleros.

Ladrábais cuando el hambre llamaba a vuestras puertas

a pedir con la boca de los mismos luceros.

En cada casa, un odio como una higuera fosca,

como un tremante toro con los cuernos tremante

rompe por los tejados, os cerca y os embosca, 

y os destruye a cornadas, perros agonizantes.  

II

El hambre es el primero de los conocimientos:

tener hambre es la cosa primera que se aprende.

Y la ferocidad de nuestros sentimientos,

allá donde el estómago se origina, se enciende.

Uno no es tan humano que no estrangule un día

pájaros sin sentir herida la conciencia:

que no sea capaz de ahogar en nieve fría

palomas que no saben si no es de la inocencia.

El animal influye sobre mí en extremo,

la fiera late en todas mis fuerzas, mis pasiones.

A veces, he de hacer un esfuerzo supremo
para acallar en mí la voz de los leones.

Me enorgullece el título de animal en mi vida,

pero en el animal humano persevero.

Y busco por mi cuerpo lo más puro que anida,

bajo tanta maleza, con su valor primero.

Por hambre vuelve el hombre sobre los laberintos

donde la vida habita siniestramente sola.

Reaparece la fiera, recobra sus instintos,

sus patas erizadas, sus rencores, su cola.

Arroja los estudios y la sabiduría,

y se quita la máscara, la piel de la cultura,

los ojos de la ciencia, la corteza tardía

de los conocimientos que descubre y procura.

Entonces solo sabe del mal, del exterminio.

Inventa gases, lanza motivos destructores,

regresa a la pezuña, retrocede al dominio

del colmillo, y avanza sobre los comedores.

Se ejercita en la bestia, y empuña la cuchara

dispuesto a que ninguno se le acerque a la mesa.

Entonces sólo veo sobre el mundo una piara 

de tigres, y en mis ojos la visión duele y pesa.

Yo no tengo en el alma tanto tigre admitido,

tanto chacal prohijado, que el vino que me toca,

el pan, el día, el hambre no tenga compartido

con otras hambres puestas noblemente en la boca.

Ayudadme a ser hombre: no me dejéis ser fiera

hambrienta, encarnizada, sitiada eternamente.

Yo, animal familiar, con esta sangre obrera

os doy la humanidad que mi canción presiente.

Por eso, señor Mario Vargas Llosa, sus palabras no me interesan. Su apología del liberalismo como sistema político no es ninguna solución para los que siempre pierden. Ahora bien, cuando la gente se cansa de perder, puede reaccionar como una fiera que se ha olvidado de su humanidad, a la que le cuesta volver a ser humana y pide ayuda para regresar del tigre, y recobrarla, es decir, volver a ser un “animal humano”. Miguel Hernández, por su origen humilde, por las dificultades económicas por las que pasó y porque conocía perfectamente el hambre, no habla del hambre como un tema literario, sino que el poema responde a una experiencia real de la vida, es decir, su poesía es la vida misma expresada con palabras. Y, por favor, señor Vargas Llosa, no haga el ridículo escribiendo artículos impropios de un intelectual que se precie, aunque se los paguen muy bien. Pero, ¿cómo puede poner como paradigma del liberalismo que usted profesa como sistema más conveniente para el ser humano a una política como Esperanza Aguirre? Si con políticos como esta señora el mundo iría estupendamente, el nivel de competencia exigida a nuestros supuestos representantes políticos es mínimo. Y si sus obras, según usted, la hacen acreedora a ser una (santa) “Juana de Arco liberal”, no me extraña que haya tantos santos de la Iglesia Católica Apostólica y Romana, dado el exiguo currículo que se necesita. Señor Mario Vargas Llosa, ¿es consciente usted de lo que dice? ¿A quién pretende convencer de que con esta clase de políticos España no estaría en crisis y hubiera sido una referencia obligada para los países que no han elegido el más genuino y auténtico liberalismo?

Voy a transcribir algunas de sus afirmaciones en su artículo “Aguirre, esa Juana de Arco liberal” (15) , porque no se trata de una cuestión menor. Dice usted:

(…) ante la sorpresa general, acaba de anunciar su renuncia a la Presidencia de la Comunidad de Madrid y su retiro de la vida política. No solo ha sido uno de los escasos políticos de convicción de estos años en España: también uno de los más populares, que más elecciones ha ganado y que, en todos los cargos que ha ejercido –concejala, senadora, ministra, presidenta del Senado y presidenta de la Comunidad-, ha conseguido impulsar más medidas y reformas de corte liberal, gracias a las cuales la provinciana capital de España de hace tres decenios es la metrópolis de hoy día y la región más próspera, menos endeudada, una verdadera potencia industrial y la vida cultural más rica y diversificada de todo el país.
La vamos a echar mucho de menos. Todos. Los que, como yo, la admirábamos y nos hubiera gustado verla llegar a la Presidencia del Gobierno, convencidos de que, con ella al frente, jamás se hubiera hundido España en una crisis como la que hoy padece, y también sus adversarios, a los que deja hoy en la orfandad, sin tener alguien a quien odiar y atacar con la saña con que se encarnizaron contra ella (ayudados a veces por los micrófonos indiscretos), que se les enfrentaba sin complejos de inferioridad, respondiendo a los insultos con ideas, sin perder nunca las buenas formas y derrotándolos siempre en la urnas. Esperanza Aguirre libró en estos años un doble combate. Contra una izquierda dura, dogmática y vanidosa que se creía dueña no sólo de la verdad ideológica, sino también de la compasión, de la solidaridad y de la “justicia social” y contra una derecha conservadora y ultra, acobardada frente a la izquierda, desconfiada del mercado y la apertura económica, favorable al rentismo y con más intereses que convicciones y principios. Ninguna de estas dos fuerzas pudieron derrotarla pero le hicieron la vida difícil, muy difícil, y la obligaron muchas veces a hacer verdaderos prodigios de táctica política –simulacros y fintas de concesiones, supuestos pasos atrás a fin de saltar hacia adelante- para no verse acorralada en lo personal, y, sobre todo, hacer avanzar los principios liberales básicos de recortar el intervencionismo estatal en la vida económica y privatizar en todo lo posible tanto la creación de riqueza como las instituciones y la vida ciudadana. (…) dejó la Comunidad mucho –muchísimo- mejor de como la encontró.
Quisiera destacar un aspecto admirable de la política de Esperanza Aguirre en la Comunidad de Madrid: el apoyo a los exiliados y perseguidos políticos de Cuba. Ellos han sido siempre los parientes pobres entre todos los latinoamericanos que han debido dejar sus países por las amenazas y el acoso de que eran víctimas de parte del poder. Como, por una de esas aberraciones ideológicas de las que está repleta la época en que vivimos, la Revolución Cubana, pese al más de medio siglo de ruina económica y dictadura política que ha significado para la isla, sigue gozando de una cierta intangibilidad moral ante la izquierda, el centro e incluso sectores de derecha, los exiliados cubanos han padecido de la indiferencia y a veces de la abierta hostilidad de los gobiernos democráticos españoles. La excepción, en esto, ha sido, gracias a Esperanza Aguirre, la Comunidad madrileña, que ha ayudado a muchos de ellos a encontrar trabajo, a obtener los permisos correspondientes y a sobrellevar las inevitables penalidades del destierro.
Cuando fue ministra de Educación y Cultura del primer Gobierno del Partido Popular, la enemistad hacia Esperanza Aguirre de artistas, escritores, cineastas, periodistas, profesores, fue enorme y el ensañamiento contra lo que hacía y decía no conoció límites (…). A juzgar por las barbaridades que le decían y atribuían, la educación y la cultura en España habían caído en manos de una antropófaga, o poco menos, ¡Vaya injusticia! Pocos políticos he conocido que tengan más respeto por el trabajo creativo –artístico o intelectual- que Esperanza Aguirre y que hayan hecho más esfuerzos que ella, en su vida privada, en los escasos recreos que le deparaba su enloquecedora agenda de trabajo, para leer, asistir a conciertos o exposiciones y estar enterada del ir y venir de la vida cultural. Y, también, que haya llevado ese respeto al extremo de no haber querido nunca instrumentalizar las actividades artísticas en provecho personal.(…)
¿Por qué ha renunciado a la política precisamente en este momento? (…) Saber retirarse a tiempo, no enquistarse en el poder, ceder la posta a la nueva generación, forma parte, también de la filosofía (y la coherencia) liberal.

¡Pobre Esperanza Aguirre! ¡Tan humilde, tan sacrificada, tan dialogante, tan culta tan española! No, si todavía tendremos una deuda con ella por no saber aprovechar sus “ideas”. Señor Vargas Llosa, ¿no le da vergüenza hacer un panegírico de este personaje político? Solo le ha faltado pedir un Premio Nobel para ella. ¡Qué coherencia la de esta política que se fue para…volver. Veamos su trayectoria política: ocupa cargos administrativos en el gobierno de Unión de Centro Democrático, pertenece a los siguientes partidos: Unión Liberal, Partido Liberal, Alianza Popular, Partido Popular. Anuncia su retirada como presidenta de la Comunidad de Madrid, pero mantiene su cargo como presidenta del Partido Popular de Madrid. A los pocos meses de su dimisión como presidenta de la Comunidad de Madrid trabaja para la empresa Seeliger y Conde, como consejera en la selección de ejecutivos prometedores. “Regresa” a la política y se presenta a las elecciones municipales de 2015 para la alcaldía de Madrid. Actualmente, es concejala-portavoz del Grupo Municipal del Partido Popular en el Ayuntamiento de Madrid… Todo un ejemplo de… ascensión al poder de la condesa consorte de Bornos (con grandeza de España). Señor marqués de Vargas Llosa, ¿con panfletos ideológicos como este, ¿dónde queda el intelectual liberal crítico con quienes, según él, no respetan la libertad ni los derechos humanos y que denuncia con su pluma, con sus artículos de opinión, todo aquello que no concuerde con su concepción del liberalismo capitalista. Aunque, claro está, si su “Juana de Arco liberal” coincide con su ideología, es imposible denunciar su forma de actuar en la política. Como ven, siempre la misma cantinela. Otra preguntita, ¿por qué da tanta importancia a que los políticos prefieran retratarse antes con un cantante que con un escritor? ¿Será que tiene celos de que el cantautor Bob Dylan se haya fotografiado con Obama, con motivo de la condecoración de la Medalla Presidencial de la Libertad, que le fue otorgada en el año 2012 por el presidente de los Estados Unidos? ¡Con lo que usted se sacrifica por la libertad…!Pero si usted, Señor Vargas Llosa, se ha fotografiado con políticos, fundamentalmente de la derecha ¿liberal?, que lo adoran. Un ejemplo: José María Aznar, presidente de la FAES (Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales), Fundación vinculada al Partido Popular. ¿Pero quién es Obama al lado de Aznar, presidente de la FAES, que le concedió el Premio FAES de la Libertad? Otra preguntita:¿Quién puede creer en su independencia como conferenciante, como articulista capaz de analizar cualquier tema, si todo lo que escribe o dice se convierte inmediatamente en oro? Eso sí, todo por la libertad (“No me desgaste las palabras / no cambie el significado”). Por eso es el presidente de la FIL (Fundación Internacional para la Libertad), que con la Cátedra Vargas Llosa y la colaboración de la Casa de América organizaron el Seminario “Vargas Llosa: cultura, ideas y libertad”, con motivo del 80 aniversario del Nobel, en el que participaron, según el programa del acto, la flor y nata de los escritores, políticos, críticos, filósofos, diplomáticos, empresarios, es decir, lo mejor de cada casa, y que tuvo como escenario La Casa de América (Madrid) durante los días 29 y 30 de marzo de 2016. La asistencia requería una previa invitación y los conferenciantes fueron los siguientes: Mariano Rajoy Brey, Mario Vargas Llosa, José María Aznar, Sebastián Piñera, Andrés Pastrana, Luis Alberto Lacalle, Álvaro Uribe, Carlos Alberto Montaner, Yoani Sánchez, Plinio Apuleyo Mendoza, Mauricio Rojas, Alex Chafuen, Felipe González, Ricardo Salinas Pliego, Fernando Savater, Javier Cercas, Carmen Riera, Manuel Rodríguez Rivero, Orhan Pamuk y Pilar Reyes. Además, el 28 de marzo, día previo al comienzo del Seminario, celebró su 80 cumpleaños (ABC 28/03/2016), señor Vargas Llosa, marqués de Vargas Llosa, en el Hotel Villa Magna de Madrid. Cito la información del diario madrileño, porque me parece pertinente para poder conocer cómo fue el cumpleaños del sin par defensor de la cultura, las ideas, la libertad… ¡Al fin y al cabo, no siempre se cumplen 80 años!

“Por fin he sabido que la palabra felicidad tiene nombre y apellido: Isabel Preysler”, ha dicho esta noche el escritor Mario Vargas Llosa en el brindis de la cena con la que el premio nobel (sic) ha celebrado su ochenta cumpleaños acompañado por su pareja, familiares, amigos y personalidades del mundo de la política y la sociedad en un hotel de Madrid.

Mario Vargas Llosa ha querido dedicar a Isabel Preysler las últimas palabras del discurso con el que ha agradecido la celebración de su cumpleaños, una intervención en la que no ha faltado la reivindicación de la creación literaria, pero tampoco una dura condena de los regímenes de Cuba y Venezuela y una defensa de la democracia en América Latina. El discurso de Vargas llosa cerró un turno de intervenciones en el que también participaron su hijo Alvar (sic) y el escritor Juancho Armas Marcelo. Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler han estado acompañados esta noche por los expresidentes del Gobierno español Felipe González y José María Aznar, así como algunos homólogos latinoamericanos como Sebastián Piñera, Andrés Pastrana, Álvaro Uribe y Luis Alberto Lacalle.

También han asistido a la celebración otros rostros de la política española, como Rosa Díez, Albert Rivera, Marta Rivera de la Cruz o Esperanza Aguirre, así como los periodistas Juan Cruz, Boris Izaguirre, Federico Jiménez Losantos, Iñaki Gabilondo, Juan Luis Cebrián y el presidente de la agencia EFE, José Antonio Vera. Al acto han asistido además el ministro de Industria y Turismo, José Manuel Soria, el embajador de Estados Unidos Jaime Costos y su marido, el diseñador Michael Smith; y Mitzy Capriles, esposa del dirigente opositor venezolano Antonio Ledesma. (…)

Durante la fiesta, los invitados han recibido como regalo el libro “Ideas en libertad”, una obra que rinde homenaje a Vargas Llosa a través de la pluma de 80 autores y cuya idea original nació de Marcelino Elosua, fundador y presidente de LID, la editorial encargada de editar el libro.

Entre los 80 participantes en el libro figuran Luis María Ansón, Juan Luis Cebríán, Antonio Garrigues Walker, Arcadi Espada, Carlos Espinosa de los Monteros, Esperanza Aguirre, Álvaro Pombo, Carlos Rodríguez Braun o Mauricio Macrí, entre otros.

Como verán los lectores, la celebración fue austera, discreta, familiar y, sobre todo, solidaria con las dificultades para poder salir adelante que tienen millones de personas en todo el mundo. ¡Qué se le va a hacer! Eso sí, el liberalismo es el liberalismo y, por lo tanto, nada más normal que al cumpleaños del escritor asistieran alrededor de 400 invitados, eso sí, en nombre de la cultura, las ideas y la libertad. EL PAÍS (Grupo PRISA), que estuvo muy bien representado, se refiere a este acontecimiento del día 28 de marzo de 2016 con un titular más bien puramente informativo (“80 cumpleaños de Mario Vargas Llosa”), pero en la entradilla, que precede a una fotogalería de algunos invitados, exalta la merecida llegada a la cumbre después de tanto esfuerzo del autoproclamado defensor de la libertad, la cultura y la democracia liberal: “El escritor peruano lleva meses de vértigo, cambio de vida sentimental, nueva novela, su entrada en la colección de La Pléiade, la celebración desde mañana de un seminario en torno a su obra con grandes de la política y la cultura y hoy, día de su 80 cumpleaños, soplará velas ante casi 400 invitados”. Por su parte, el titular del diario EL MUNDO (29 de marzo de 2016) es mucho más explícito: “Fiesta, ´besamanos´ y lujo para el 80 cumpleaños de Mario Vargas Llosa”. En el cuerpo de la noticia, cita a algunos de los que estuvieron presentes “entre fuertes medidas de seguridad”: Felipe González, José María Aznar, Boris Izaguirre, Luis Alberto Lacalle, Federico Jiménez Losantos, los padres del opositor venezolano Leopoldo López, Albert Rivera, Antonio Garrigues, Cayetana Álvarez de Toledo, Plácido Arango, Iñaki Gabilondo, Luis Maria Anson Esperanza Aguirre, Jose Manuel Soria y José Manuel García-Margallo, Ana Botella, Rosa Díez, Andrés Herzog, Sebastián Piñera, Orhan Pamuk, Pablo Casado, Andrés Pastrana, Rosa Montero, Santiago Roncagliolo, Juancho Armas Marcelo, Juan Luis Cebrián, Álvaro Vargas Llosa, Mauricio Rojas, Álvaro Pombo, el embajador de Estados Unidos en España, James Costos, el empresario Alfonso Cortina, además de las esposas o compañeras de la mayoría de ellos. Comenta el citado diario: “Todos acudieron bajo las exigencias de la más absoluta de las etiquetas, ellos de smoking y ellas con traje largo. Pese a la gran convocatoria, de sus tres hijos sólo acudió el mayor, Álvaro, junto a su mujer, Susana Abad. Aunque la cena se celebró a las nueve de la noche, desde las ocho y media los invitados fueron entrando a un cocktail donde saludaban a Vargas Llosa y a su pareja, Isabel Presley (sic) en lo que se cree fue una especie de besamanos”. Y digo yo, ¿qué sería de nuestra libertad sin Mario Vargas Llosa y sus compañeros de viaje liberal?

Como he dicho más arriba, en el Seminario realizado en la Casa de América participó el escritor turco Orhan Pamuk, Premio Nobel de Literatura 2006, quien , junto con el homenajeado, cerró la última sesión “Un diálogo entre Pamuk y Vargas Llosa”, pues, según afirmó este último, la literatura de ambos coincide en que sus obras están vinculadas a la “literatura comprometida” (nuevamente, me parece oír a Mario Benedetti: ´no me gaste las palabras / no cambie el significado´), “preocupada por asuntos sociales y políticos que no renuncian al rigor literario, sin dejar de observar la problemática actual”, leo en el algún diario. No, si usted todavía va a resultar ser todo un ejemplo de escritor comprometido con su sociedad sin que por ello se vea perjudicada la calidad literaria de sus obras, no como otros escritores, fundamentalmente marxistas-comunistas, que no son más que unos demagogos que no escriben textos literarios, sino panfletos, ¿verdad señor escribidor? Sin embargo, ¡qué quiere que le diga!, me parece que su compromiso es muy diferente del de la llamada “literatura social”. Así que le recomiendo que no sea tan pretencioso, porque, quienes han seguido su trayectoria ideológica saben que usted es un cuentista. Así que, por favor, sea un poco más humilde. Ya verá cómo, poquito a poquito, no será tan orgulloso, aunque le va a costar.

Cuando habla de la necesidad de la “literatura comprometida” ya solo le falta decir públicamente que hay que reivindicar los textos comprometidos de Bertolt Brecht (1898-1956), Miguel Hernández, Roque Dalton (1935-1975) o, incluso, consagrar, mediante su aprobación, a la tan denostada “poesía social”…, sobre todo, si se trata de la de Gabriel Celaya (1911-1991), aunque solo se haya leído de él un poema… Igual hasta nos sorprende al considerar como un gran ejemplo de lo que es la literatura comprometida con poemas como estos dos del poeta turco Nâzim Hikmet (1902-1963), militante comunista que, por su compromiso social, inseparable de sus escritos, estuvo muchos años encarcelado (16):

Desde las cuatro cárceles (poema nº2)

Estoy extraordinariamente contento

de haber venido al mundo,

amo su tierra, su luz, su lucha y su pan.

A pesar de conocer hasta el centímetro

la medida de su circunferencia

y que no es más que un juguete al lado del sol

el mundo es increíblemente inmenso para mí.

Hubiese deseado

recorrer el mundo, ver los peces, las frutas,

los astros que no he visto

y, sin embargo,

solamente en los libros y en los mapas viajé por Europa.

No he recibido ni siquiera una carta
con su sello azul matado en Asia.

Lo mismo yo que el tendero de mi barrio

somos totalmente desconocidos en América.

Pero qué importa:

desde la China a España, desde el cabo Buena Esperanza a Alaska,

en cada milla marina, en cada kilómetro tengo amigos y enemigos.

Amigos que no nos hemos saludado ni una sola vez siquiera

sin embargo, podríamos morir por el mismo pan,

la misma libertad, la misma nostalgia.

Y enemigos sedientos de mi sangre

como sediento yo de la suya.

Mi fuerza:

es que no estoy solo en este inmenso mundo.

El mundo y sus hombres no son ningún secreto

para mi corazón,

ningún enigma para mi ciencia

O, quizás, nos proponga este otro texto, el fragmento número 2 del poema “A propósito de unas fotos de periódico, 2, El jefe de policía”:

Abierto como una herida el sol en el cielo se desangra.

Un aeródromo.

Los presos preventivos, las manos sobre el vientre:
porras, jeeps,

muros carcelarios, comisarías

y cuerdas que se balancean sobre el patíbulo

y los paisanos que no aparecen

y un niño que no pudo soportar la tortura

y se tiró desde el tercer piso de la Jefatura.

Y ahí está el señor Jefe de Policía

baja del avión

vuelve de América

de un curso de formación.

Estudiaron métodos para no dejar dormir

y quedaron espantados

de los electrodos aplicados a los testículos

y también dieron una conferencia

sobre nuestras celdas de castigo

ofrecieron satisfactorias explicaciones

de cómo poner huevos recién hervidos en los sobacos

con cerillas encendidas.

El señor Jefe de Policía baja del avión

vuelve de América

porras y jeeps

y las cuerdas se balancean sobre el patíbulo

ha vuelto el jefe dicen encantados.
(De Últimos poemas, 1959-1960-1961)

Sin embargo, mucho me temo que la concepción que tiene usted de la “literatura comprometida” es un tanto peculiar, a no ser que usted haya inventado otra de la primigenia, es decir, de la auténtica con denominación de origen. Por si acaso quiere profundizar en el tema le recomiendo que lea el siguiente ensayo de Jorge Riechmann: Comprometerse y no aceptar compromisos (17).

Pero retomemos el tema de su valoración sobre el Premio Nobel de Literatura concedido al autor de MODERN TIMES (2006). Señor Vargas Llosa, ¿por qué, además de mostrar su desencanto rabioso por la decisión de la Academia Sueca, hurga más en la herida y muestra su menosprecio hacia los futbolistas? Siempre generalizando: músicos, cantantes, políticos, futbolistas… ¿No le gustan ni el fútbol ni los futbolistas? Considera más bello el espectáculo taurino, ¿verdad? Sea más positivo, hombre, vaya a ver más partidos de fútbol aficionado, sin dejar de acudir al fútbol profesional, eso sí, pagando su entrada. Mézclese con los aficionados, mejor con los de las localidades más económicas, oiga y observe todo y, tal vez así, el vocablo “futbolista” deje de tener las connotaciones negativas que usted le atribuye. En realidad, el fútbol es un juego que se ha convertido en un negocio, que el capitalismo, o el liberalismo que usted tanto defiende, han sabido explotar muy bien los empresarios y grandes grupos financieros que han comprado clubes y jugadores para obtener beneficios económicos. No obstante, no sea tan duro con el mundo del fútbol y contémplelo desde otro punto de vista. Al fin y al cabo, el deporte no solo puede formar parte de un poema, sino de una novela, de una obra teatral, de un ensayo y hasta de una buena película de cine, porque se trata de un espectáculo que reproduce lo que sucede fuera del terreno de juego, es decir, las grandezas y miserias de la sociedad. Si se anima a hacer lo que le aconsejo, vaya preparado, pues puede que se encuentre con situaciones como la de ver que el jugador peruano del Cienciano, Juan Cominges, que celebró su gol enseñando al público del estadio una camiseta en la que se podía leer con toda claridad “HASTA LA VICTORIA SIEMPRE!” (18), porque, según explicó, quería rendir un “homenaje a Fidel ante tanta hipocresía”. ¿Cómo juzgaría usted este hecho? ¿Tal vez como el acto de un descerebrado pagado por el Gobierno de Cuba o algo semejante? No olvide que los/las futbolistas, como los escritores y las escritoras, son, en primer lugar, personas, mejores o peores, como cualquier otro ser humano. Me extraña que haya señalado precisamente a los futbolistas como personas inadecuadas para merecer el Premio Nobel de Literatura. Igualmente podría haberse fijado en un comerciante, un empresario, un economista… Siendo usted peruano y con nacionalidad española, me asombra que no nos haya salido “futbolero”. Sea más benévolo con los futbolistas, exfutbolistas y entrenadores, que forman parte de la Historia del Fútbol. Le hablo, por ejemplo, de Iríbar, Maldini, Maradona, Alfredo Di Stéfano, Kubala, Pelé, Lev Yashin, Johan Cruyff, Obdulio Varela, Zarra, Sócrates, Pirri, Caszely, Beckenbauer, Redondo, Juan Pablo Sorín, Bielsa, Menotti, Valdano, Camus (Premio Nobel de Literatura, 1957), Vicente del Bosque (primer marqués de Del Bosque), Pellegrini, Cafú, Buffon, Pier Paolo Pasolini… Tenga en cuenta que alguno de los citados y otros no mencionados (porque soy un nostálgico del fútbol del pasado, aunque sigo disfrutando con el actual) tienen un nivel cultural alto. Y no solo eso, sino que, y no voy a mencionar ningún nombre, algunos destacaron o destacan no solo por realizar perfectamente su trabajo profesional, sino por haber sido o ser modelo de comportamiento ético, dentro y fuera del terreno de juego. Por lo tanto, señor Vargas Llosa, marqués de Vargas Llosa, ¿por qué no puede aparecer algún futbolista o algún entrenador que, a la vez, sea un gran escritor merecedor del Premio Nobel de Literatura o de cualquier otra disciplina? Humildad, señor, Vargas Llosa, más humildad. Porque, ya que usted es tan excluyente, le pregunto: ¿habrá alguna vez algún escritor que reúna méritos suficientes para ganar el Balón de Oro? Bueno, mejor no sigamos por este camino… Mire, me permito sugerirle una breve selección de libros, cuyo motivo fundamental es el fútbol. Creo que, si los lee, puede que no utilice tan negativamente el término “futbolista”, aunque lo dudo, porque usted cree que siempre está en posesión de la verdad, aunque intente disimularlo, utilizando palabras sagradas, que, de tanto repetirlas, se convierten en banales. No obstante, le recomiendo las siguientes lecturas:



1. Vicente Verdú, El fútbol: mitos, ritos y símbolos.

2. Alfred Wahl, Historia del fútbol, del juego al deporte.

3. VV. AA.: Cuentos de fútbol, selección y prólogo de Jorge Valdano, 2 vols.

4. Eduardo Galeano, El fútbol a sol y sombra.

5. Quique Peinado, Futbolistas de izquierdas (con prólogo de El Gran Wyoming y epílogo de Alberto Garzón).

6. Carlos Goñi Zubieta, Futbosofía: filosofar a través del fútbol.

7. Manuel Vázquez Montalbán, F

8. Ángel Cappa y María Cappa, También nos quieren robar el fútbol.

En principio, pensaba haber terminado el artículo aquí, pero no me ha sido posible. Aunque hace tiempo que no leo nada de usted, al revisar los periódicos del día vi que usted había escrito en el diario EL PAÍS (30 de octubre de 2016) un artículo titulado “El ciudadano rabioso”. Mire, le repito que el liberalismo que usted profesa y elogia, a pesar de las apariencias, no es otra cosa que el neoliberalismo de la globalización económica, que lo único que ha conseguido es que haya en el mundo unos privilegiados, que tienen todo y deciden todo, y otros, que no tienen nada y no deciden nada (entre ambas situaciones, en algunos lugares del mundo, hay personas que gozan de cierto bienestar). Ante este panorama, que en realidad es una consecuencia de un liberalismo individualista, de flagrante injusticia social y en un contexto de un total incumplimiento de los Derechos Humanos, determinados ciudadanos se han hastiado y han salido a las calles no solo para protestar, sino también para plantear opciones de vida más justas: son los “indignados”, que están hartos de los “indignos” (¡lea un poco a Galeano, hombre!). Sin embargo, para usted, tan democrático y liberal, son los “rabiosos”, término provocador y beligerante, como suele ser habitual en usted, aunque aclara que el término lo ha tomado de un periodista alemán. Cito algunos fragmentos de su artículo que, como de costumbre, vuelve sobre sus obsesiones y planteamientos maniqueístas: los “buenos” (en Brasil, los que han salido a las calles para protestar contra Dilma Rousseff y Lula, frente a los “malos”, quienes apoyan a estos políticos: en Venezuela, los “buenos” son los que se han opuesto al gobierno de Chávez y de Maduro y los “malos” quienes han apoyado a estos presidentes; en Cuba, los “buenos” son los anticastristas, los “malos” son quienes apoyan al Gobierno cubano. Siempre igual, liberalismo (positivo) frente a comunismo o “estatización y colectivización” (negativas). Veamos algunos párrafos:

El periodista alemán Dirk Kurbjuweit, de Der Spiegel, inventó hace unos años la palabra Wutbürger, que quiere decir “ciudadano rabioso”, y en The New York Times (…) Jochen Bittner publica un interesante ensayo afirmando que la rabia que moviliza en ciertas circunstancias a amplios sectores de una sociedad es un fenómeno de dos caras, una positiva y otra negativa. Según él, sin esos ciudadanos rabiosos no hubiera habido progreso, ni seguridad social, ni empleos pagados con justicia, y estaríamos todavía en el tiempo de las satrapías medievales y la esclavitud. Pero, al mismo tiempo, fue la epidemia de rabia social la que sembró de decapitados la Francia del Terror y la que, en nuestros días, ha llevado a la regresión brutal que significa el Brexit para el Reino Unido y a que exista en Alemania un partido xenófobo, ultranacionalista y antieuropeo -Alternativa por Alemania- que, según las encuestas, cuenta con nada menos que el apoyo del 18% del electorado. Añade que el mejor representante en Estados Unidos del Wutbürger es el impresentable Donald Trump y el sorprendente respaldo con que cuenta.

Me gustaría añadir algunos ejemplos de una “rabia positiva” en los últimos tiempos (…) lo ocurrido en España: un movimiento de jóvenes espoleado por los escándalos de la clase dirigente que a muchos decepcionaron de la democracia y los ha llevado a elegir un remedio peor que la enfermedad, es decir, resucitar las viejas y fracasadas recetas del estatismo y el colectivismo.

Otro caso fascinante de “ciudadanos rabiosos” ha sido el que vive Venezuela. En cinco oportunidades el pueblo venezolano pudo librarse, mediante elecciones libres, del comandante Chávez, un demagogo pintoresco, que ofrecía “el socialismo del siglo XXI” como terapia para todos los males del país. Una mayoría de venezolanos, a los que la ineficacia y la corrupción de los gobiernos democráticos había desencantado de la legalidad y de la libertad, le creyeron. Han pagado carísimo ese error. Por fortuna, lo han comprendido, rectificado y hoy existe una mayoría aplastante de ciudadanos –como demuestran las últimas elecciones para el Congreso – que pretenden rectificar aquella equivocación. Por desgracia, ya no es tan fácil. La camarilla gobernante, aliada con la nomenclatura militar muy comprometida por el narcotráfico y la asesoría cubana en cuestiones de seguridad, se ha enquistado en el poder y está dispuesto a defenderlo, contra viento y marea. Mientras el país se hunde en la ruina, el hambre y la violencia, todos los esfuerzos pacíficos de la oposición por, valiéndose de la propia Constitución instaurada por el régimen, librarse de Maduro y compañía, se ven frustrados por un Gobierno que desconoce las leyes y comete los peores abusos –incluido crímenes- para impedirlo. A la larga, esa mayoría de venezolanos se impondrá, por supuesto, como ha ocurrido con todas las dictaduras, pero el camino quedará sembrado de víctimas y será muy largo. (…)

Creo que hay un error gravísimo en creer que el progreso consiste en combatir la riqueza, No, el enemigo con el que hay que acabar es la pobreza, y también por supuesto, la riqueza mal habida. La interconexión del mundo gracias a la lenta disolución de las fronteras es una buena cosa para todos, y en especial para los pobres. Si ella continúa, y no se aparta de la buena vía, quizá lleguemos a un mundo en que ya no será necesario que haya ciudadanos rabiosos a fin de que mejoren las cosas.

¡Qué bonito!, me recuerda lo que me decían en el colegio los curas: había que seguir el buen camino (el de la sumisión) para que todo fuera bien, no podía haber educandos “rabiosos”. Los curas que utilizaban la pedagogía del miedo, ese miedo que también pasó en el colegio el poeta Blas de Otero y al que hace alusión en el poema BIOTZ-BEGIETAN: “Aquellos hombres me abrasaron, hablo / del hielo aquel de luto atormentado, / la derrota del niño y su caligrafía / triste, trémula flor desfigurada. // Madre, no me mandes más a coger miedo / y frío ante un pupitre con estampas. / Tú enciendes la verdad como una lágrima, / dame la mano, guárdame / en tu armario de luna y de manteles”. Desde luego el último párrafo del artículo de Mario Vargas Llosa es para quitarse el sombrero, por decirlo de forma coloquial, o para exclamar lo que dice el personaje de Valle-Inclán (1866-1936) en su esperpento Luces de bohemia (1924): “¡Cráneo privilegiado!” Señor, Vargas Llosa, ¡qué capacidad de análisis la suya! Solo nos faltaría decir: “-Palabra de Mario Vargas Llosa”. Y responder: “-Demos gracias al señor Mario Vargas Llosa”. Pero dejemos ya la ironía y hablemos con claridad: sus análisis socio-políticos tienen un nivel intelectual muy bajo y sus palabras ofenden. No nos engañemos, usted es un funambulista de la palabra o, más claramente, como dice una persona muy poco palabrera, usted tiene “diarrea mental”. Mire, también a mí se me ha acabado la paciencia de oírle siempre lo mismo. ¿Cree que la gente es estúpida? Cuando se combata (¿cómo?) “la riqueza mal habida”, (¿cúal es?), ¿cómo vivirán los que participan de la riqueza bien habida? (¿Cuál es?) ¡Cómo va a ser el enemigo de los pobres la pobreza! Le gustan los juegos de palabras, ¿eh? ¿Y cómo se acaba con la pobreza? Y cuando se acabe con ella, ¿qué diferencia habrá entre los ricos, cuya riqueza es “honrada” y los que ya no son pobres? Bla…, bla…, bla… Como acto de protesta simbólico, voy a ensuciar su palabrería de la misma forma que el personaje de la obra de Juan Goytisolo Reivindicación del Conde don Julián (Madrid, Cátedra, 1985, edición de Linda Gould Levine y Apéndice de José Manuel Martín), cuando entra en una biblioteca y, asegurándose de que nadie lo vea, coge los libros de los grandes “santones” de la Literatura Española y aplasta sobre sus hojas un conjunto de insectos, es decir, desacraliza lo que se ha impuesto como intocable o sagrado. Tampoco lo que dice usted es intocable y sagrado. Veamos algunas líneas de la narración de esta secuencia (19):

: en tanto que el hombrecillo de la gabardina pasa la página de ABC y la prima donna assoluta permanece suspendida en el alcázar-toledana defensa del virgo de la heroína de Corín Tellado: dirigiéndose a los estantes de la sección literaria y practicando en ellos, rápidas, fructuosas calas: a cubierto de cualquier mirada indiscreta: buscando, entre la duda estéril, la afirmación robusta: atormentada España a solas con Dios!: los autores de genio y figura: los viscerales, los castizos, los broncos: fósiles, crustáceos, dermatoesqueléticos: fieles a las constantes inderogables de vuestro espíritu, a las entretelas jugosas de vuestra alma: Parnasos excelsos, florestas sublimes: soneto criatura virginal y perfecta cítara y arpa, dulce violín de musical madera conmovida! : escalando a los niveles superiores gracias a la barra de metal que, paralela al suelo, corre a lo largo de las estanterías y en la que se engancha la escalera de mano: indagando en la necrópolis de los bardos y escogiendo algún recio drama de honor: de Calderón, Tirso o del con razón Vega por lo siempre llano: volviendo de nuevo a tierra y regresando a tu pupitre con el sabroso botín: el guardián bosteza como si se fuera a tragar el mundo: con quijadas de bull-dog: sus ojos miran hacia los verdes penachos de la palmera encuadrados en la ventana y, al cerrar la boca, su rostro se agrieta y desquicia, como una estructura arcillosa que se derrumba : el lector de la enciclopedia médica se ha eclipsado misteriosamente y la señora de luto hojea en silencio sus tratados de jardinería : nada a la derecha, nada a la izquierda libre totalmente en tus movimientos : con los libros apilados en el pupitre, erigiendo una protectora barrera entre ti y el guardián : que bosteza abismáticamente otra vez mientras tú buscas la fúnebre y, recatada bolsita ; tu pequeño capital : cifrando velozmente el modesto, pero salutífero haz de posibilidades : moscas, hormigas, abejas, tábanos: quizás alguna araña opulenta y velluda : vaciando el contenido sobre el hule, en apetitoso montón : insecticida catástrofe no registrada en los anales que tú observas y abarcas con resolución pronta y fría : alcanzando el primer volumen de la pila y depositando entre sus páginas una hormiga y seis moscas : en el quintaesenciado diálogo de Casandra y el duque : esto disponen las leyes del honor, y que no haya publicidad en mi afrenta con que se doble mi infamia : cerrando de golpe, zas!, y aplastándolas : ojo avizor, cuidando que el guardián no te descubra : mientras abres el libro y compruebas morosamente el resultado : con el prurito aperitivo del viejo cazador : espachurradas, la masa abdominal por de fuera! : indelebles manchones que salpican la peripecia dramática y la contaminan con su difluente viscosidad : cabos, ensenadas, bahías : caprichosas formas geográficas : islas, verdaderos archipiélagos : eliges otro volumen, otro dramón: ¡qué sentimientos elevados, qué grandeza de espíritu : el magnífico dúo de Diego Laínez y el conde Lozano batiéndose a estocada limpia : que es dañoso discurrir, pues nunca acierta a matar, quien teme que ha de morir : una abeja, ocho moscas y zas! : sin palpar el fruto esta vez : enfilando la vecina habitación con el rabillo del ojo : precaución inútil : el lector de ABC sorbe con pasmo las delicias de la inimitable prosa y la gorda fondona de la sombrilla emite vagarosos suspiros : dormita el guardián : luz verde pues: camino libre: entre los lentos paisajes del Noventa y Ocho: graves, monacales, adustos (…)

Así que, señor Vargas Llosa, váyase con su liberalismo FIL-FAES a Estados Unidos, por ejemplo, que yo prefiero escuchar, ya que soy un tanto nostálgico, esta hermosa, GIRL OF THERE NORTH COUNTRY (20) , del Premio Nobel de Literatura 2016, Bob Dylan, que traducida al castellano quedaría así (21):

Si vas a la feria del País del Norte,

Donde los vientos azotan con fuerza la línea fronteriza.

Dale recuerdos míos a una chica que vive allí.

Ella fue, una vez, mi verdadero amor.

Si vas cuando las tormentas de nieve,

Cuando los ríos se hielan y el verano termina,

Por favor, fíjate si lleva un cálido abrigo,

Que la proteja de los fuertes vientos.

Por favor, mira si su pelo cuelga largo,

Si cae dando vueltas sobre su pecho.

Por favor, mira si su pelo cuelga largo,

Porque es así como mejor la recuerdo.

Me pregunto si alguna vez se acuerda de mí.

Muchas veces lo he deseado

En la oscuridad de mi noche,

En la claridad de mi día.

Así que, si vas a la feria del País del Norte,

donde los vientos azotan con fuerza la línea fronteriza,

Dele recuerdos míos a una chica que vive allí.

Ella fue, una vez, mi verdadero amor.

¿Le ha gustado? He leído en EL PAÍS INTERNACIONAL (27 de noviembre de 2016), que ha hecho un gran descubrimiento: “La felicidad tiene nombre y apellido: Isabel Preysler”. ¡Qué bien, ya veo que todavía sigue celebrando su cumpleaños en Guadalajara (México)! Tampoco es para celebrarlo tanto, ¿no? Se tiene que sentir como un niño con zapatos nuevos. Cuando mi tía-madre cumplió 100 años solo lo celebramos ese día, en una residencia de ancianos, cuatro personas: ella y sus tres sobrinos (y sin hacer alardes de felicidad). Mire, señor feliz, a pesar de haber descubierto a los 80 años la felicidad con nombre y apellido, lo veo muy obsesionado y amargado con Fidel Castro. Yo creo que se le aparece hasta en los sueños… No hay más que leer lo que dijo sobre él al conocer su fallecimiento (22):

El Premio Nobel Mario Vargas Llosa lo dice en plena sorpresa. Conoció bien a Fidel, tanto cuando creyó en la Revolución como cuando empezó a descreer, y acaba de enterarse por EL PAÍS de la muerte del líder cubano. Son las ocho de la mañana del sábado en Guadalajara (México). El escritor peruano pide tiempo para meditar sobre el artículo que escribirá para este periódico, pero avanza una opinión aún sin reponerse de un hecho que forma la médula de todas las conversaciones entre escritores y editores que acuden a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, la más importante del mundo en español.

Vargas Llosa aún lleva ropa de gimnasia. Ha hecho algo de deporte antes de asistir al homenaje que se le va a rendir por sus 80 años. “Soy el último superviviente del boom de la literatura hispanoamericana”, se ríe el escritor antes de dar un sorbo a su café con muy poca leche y lanzar su primera reflexión. ”Espero que esta muerte abra en Cuba un periodo de apertura, de tolerancia, de democratización. La historia hará un balance de estos 55 años que acaban ahora con la muerte del dictador cubano. Él dijo que la historia le absolverá. Y yo estoy seguro de que a Fidel no lo absolverá la historia”.

Ni una sola palabra de condena contra el bloqueo norteamericano a Cuba, ¡pero usted es feliz! El problema es que el sistema que usted preconiza condena a millones de seres humanos a no ser felices, ¡a ver si se entera! Y sepa que todavía hay mucha gente que comparte el mensaje de Benedetti: “Que el Che Guevara fue un proyecto de cambio y no sólo una camiseta, que el fútbol era un hermoso deporte muchísimo antes de ser un negocio, y que no todos en el mundo son de derechas” (23).

Para terminar, quiero que sepa que no leeré el artículo que usted escriba sobre Fidel Castro, porque no aportará nada nuevo, ya que usted se repite tanto que habría que decirle: “¿Por qué no se calla?” Ya ve, señor Vargas Llosa, que soy uno de esos “rabiosos” que no tienen remedio y que, como el autor de Memoria y esperanza. Un mensaje a los jóvenes,  “Soy un caso perdido” (24) y me encuentro muy feliz de serlo.  



http://rebelion.org/noticia.php?id=220614



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.

Seguidores

Archivo del blog