Angurria
fujimorista
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Agustín Haya de la
Torre
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Desde la época del
fundador del movimiento, el cleptócrata Alberto Fujimori, no se percibía
tanta desesperación por copar puestos públicos. Lo sucedido con la elección
de gente improvisada o investigada, demuestra que Fuerza Popular se dispone a
capturar cuanto puesto quede al alcance de su correlación parlamentaria.
No entienden que
la democracia no reside solamente en imponer la mayoría, sino en un proceso
donde la mayoría debe, en la medida de lo posible, ganar el consenso. O por
lo menos, no abusar prepotentemente del número para sacar ventaja a como dé
lugar.
Difícil convencer
a nadie que un investigado por adulterar los audios del piloto que denunció
al entonces secretario general de su partido, posea la solvencia moral que
exige un cargo de tan alta responsabilidad.
En el caso de
Rafael Rey, usaron a la facción pro fujimorista del PAP, que se prestó al
juego aun sin que sus votos fuesen necesarios. El ardid resultó insostenible
para el propósito de alcanzar tres nuevos asientos fujimoristas en el Banco.
Así, el país siente lo actuado como una burla, sin que los postulantes
presenten siquiera sus credenciales ante los propios congresistas.
El Banco Central
de Reserva recuperó con la democracia, su prestigio como institución seria y
responsable. Nadie cuestiona que sus directores militen en algún partido, de
ser el caso. Lo que la opinión pública pone por delante es un criterio
elemental, la idoneidad.
En los últimos
tres lustros sus directorios demuestran pluralidad. La designación será
siempre política, allí no reside el problema. Economistas de derecha, centro
o izquierda, ejercieron o desempeñan sus cargos sin que existan
cuestionamientos a su trayectoria.
Como señalan los
estudiantes de economía de varias universidades, a ellos les exigen un alto
nivel de conocimientos para sus carreras. Reciben clases de varios directivos
o exintegrantes de la cúpula del BCR, que siguen modelos económicos
distintos, sin que nadie cuestione su calidad académica.
Por ello que
resulta tan chocante que de pronto personajes sin mayor experiencia o
imputados por el Ministerio Público, aparezcan entrometidos en tan delicada
responsabilidad. Incluso el menos cuestionado genera dudas por sus intereses
empresariales en una entidad que vende datos financieros.
La postura de
algunos parlamentarios del gobierno también llama la atención. Temerosos de
alguna reacción de la aplastante mayoría, justifican la designación. El
Ejecutivo viene nombrando sin mayor necesidad, a varios cuadros del cogollo
de la candidata perdedora, en cargos clave como el de la Sunat. En este
punto, el ministro de Economía sentenció que quiere que la entidad
recaudadora “no se sienta”, incógnita frase en una sociedad repleta de
ilegales y evasores.
La marcha contra
la nueva repartija podría completarse con una sugerencia: ¿qué tal si Rey da
una clase sobre política monetaria en la Pacífico y Chlimper otra de ética en
la Católica?
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http://diariouno.pe/columna/angurria-fujimorista/
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Debilidad moral de
la memoria
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César Lévano
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El congresista
Luis Galarreta parece sufrir una falla en el hipotálamo, el órgano cerebral
que se encarga de almacenar o desechar recuerdos. No se explica de otra
manera que, habiendo sido antes antifujimorista y cambiado varias veces de
camiseta política, defienda ahora a Vladimiro Montesinos.
Su argumento
desmemoriado consiste en que Montesinos apareció a mitad del primer gobierno
de Alberto Fujimori, mientras que Carlos Moreno, el del negociazo en Salud,
que era asesor de Pedro Pablo Kuczynski, se ha revelado al comienzo de la
administración de PPK. Es un sofisma casi cómico. Parte de una mentira para
arribar a un engaño.
El entonces
capitán Montesinos era, después de haber sido expulsado del Ejército por
espiar para los Estados Unidos, abogado de narcos. Cuando Fujimori empezó su
primera campaña presidencial, Montesinos se alistó entre los partidarios del
“japonesito” y lo asesoró para encubrir manejos turbios en propiedades. Dio
así lo que puede llamarse el “play del deshonor”.
Un hecho
comprobado es que desde el arranque del fujimorato fue el asesor principal
del dictador. Entre sus servicios figura el haber urdido, con la complicidad
de jefes militares, el golpe de Estado del 5 de abril de 1992.
Ese cuartelazo
llevó desde el primer momento el sello de Montesinos. No es casual que en los
primeros momentos del golpe fuerzas militares asaltaran oficinas de jueces
antinarcos y decomisaran material que sin duda comprometía a clientes del
abogado Montesinos. Cámaras de televisión captaron y transmitieron la escena
en que se ve cómo, desde un balcón del Palacio de Justicia, se arrojaban
legajos de archivos sobre narcotráfico.
Fujimori en esos
momentos decretaba la eliminación del Congreso y una sospechosa
reorganización del Poder Judicial.
Montesinos no
hubiera podido hacer todo lo que hizo –matanzas, ayuda a los narcos, coimas
en las compras de equipo militar, corrupción del periodismo– sin el apoyo de
Fujimori. Y Fujimori no hubiera hecho lo que hizo –prisiones injustas,
torturas, masacres, robos– sin el concurso temprano y permanente de
Montesinos.
Algo más: es harto
probable que Montesinos haya programado las sucesivas reelecciones del
dictador. A él le interesaba continuar con el negocio de la droga, y contar
con la impunidad para los crímenes, cometidos en dúo y con repartija de
robos.
El fujimorista
Galarreta no puede parapetarse en su edad. Cierto, es joven, nació en 1971,
pero ha vivido intensamente la política y de la política. La prueba de que en
su hipotálamo la memoria elige los recuerdos es que su narración de la
historia elude todo criterio de ética y valores.
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http://diariouno.pe/columna/debilidad-moral-de-la-memoria/
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Esperanzas
angustias
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Mirko Lauer
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En algunas
encuestas la reciente intervención del director del FBI en la campaña le ha
dado un cierto respiro de último momento a Donald Trump. No es tanto como
para vaticinar una victoria de Trump, ni siquiera una ajustada. Pero a pocos
días de la elección le permite evitar que su derrota se dé por descontada.
Con tantas
encuestas disponibles, y el leve repunte de Trump a última hora, este es el
momento en el cual los analistas más cautos prefieren opinar que cualquier
cosa es posible. Pero si bien el repunte ha llevado a Trump a un empate en las
cifras generales, la ventaja de fondo de Hillary Clinton sigue fuerte.
Si bien en la
encuesta Post-ABC de The Washington Post hay un empate, el cálculo de Josh
Katz para The New York Times, puesto al día para ayer dos de noviembre,
post-FBI, le da a Clinton un 87% de chances de ganar. Incluso el cálculo
incluye para los demócratas un 59% de chances de recuperar el control del
Senado.
Lo que está
calentando el final de la campaña no es el conteo general de votos, sino la
posibilidad de que Trump gane en estados claves. Lugares donde una pequeña
ventaja puede producir un avance importante en términos de votos del colegio
electoral donde se decidirá la presidencia. Lo que los analistas llaman la
ruta hacia el triunfo.
La ventaja de
Clinton en votos electorales es grande. RealClearPolitics le daba ayer 246
seguros o a favor, versus los 164 de Trump, y 128 aun no decididos. Lo cual
ubica a Clinton a solo 24 votos electorales de la presidencia. Las esperanzas
de Trump están insólitamente puestas en estados donde el voto de minorías no
blancas es decisivo.
El voto adelantado
que comenzó hace unos días confirma la delantera de Clinton, y muestra una
ligera ventaja en los estados indecisos (swing states). El NYT señala que en
los estados que pueden decidir la elección, como Florida, Nevada o Colorado,
casi una cuarta parte de los votos ya han sido emitidos, para ser abiertos la
próxima semana.
Mucho más que
antes, la competencia se ha trasladado a unos cuantos estados claves, donde
se podría alterar el conteo final de los votos en el colegio electoral.
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http://larepublica.pe/impresa/opinion/817866-esperanzadas-angustias
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Marcha
aprista
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Augusto Álvarez
Rodrich
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Tener que
organizar una marcha de protesta por la suspensión de la elección de la dirigencia
del Apra constituye una expresión del descalabro institucional que sufre el
que fuera uno de los partidos políticos más importantes del país.
Esa es la protesta
planteada por Enrique Cornejo, candidato a la secretaría general del Apra,
debido a que ya se han producido cinco postergaciones de las elecciones.
El Apra sigue
siendo un actor relevante en la escena nacional aunque, principalmente, por
el peso político del ex presidente Alan García y de unos pocos congresistas
con una capacidad de influencia desproporcionada para el tamaño de su bancada
en el Congreso y de las autoridades municipales y regionales en el país.
En este sentido, a
pesar de la presencia pública que unos cuantos congresistas apristas puedan
tener –Mauricio Mulder, Jorge del Castillo y Javier Velásquez Quesquén–, es
evidente que la década siguiente luego del segundo gobierno de García –el
lustro 2011/2016, y el en curso 2016/2021–establecen una trayectoria del Apra
marcada por el declive.
Dicho declive
puede ser más profundo, incluso, y prolongarse al lustro siguiente al del
bicentenario, si es que el Apra no realiza una renovación importante que le
asegure una presencia política en el futuro.
Porque eso es lo
que, en el fondo, está en juego en esta pugna entre el intento renovador de
un sector del Apra, y el esfuerzo descarado por evitarlo con el fin de
mantener el statu quo en el que el ex presidente García sigue mangoneando en
el partido.
“Vivo un año
sabático –político y universitario– pues catorce años en el Instituto de
Gobierno y muchos más de política activa, hacen necesario reflexionar sobre
nuevos temas y, además, desde lejos, observar cómo el Partido del Pueblo
adopta las decisiones más convenientes para su futuro”, acaba de escribir
García.
Lo evidente, sin
embargo, es que, desde Madrid, él sigue manejando un partido que día a día se
descalabra, por su pérdida de contacto y de empatía con el ciudadano debido a
sus planteamientos anquilosados; por la percepción popular de ser una
organización mafiosa que busca el asalto al erario; y por las alianzas que
establece, siendo la más clamorosa el acercamiento tan sólido como antiguo
con el fujimorismo.
El
aprofujimorismo, en efecto, existe, y una expresión reciente es haber servido
de biombo para colocar a Rafael Rey en el BCR, un candidato fujimorista
disfrazado de aprista. ¿No tenía el Apra, acaso, ni un economista que
presentar?
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http://larepublica.pe/impresa/opinion/817870-marcha-aprista
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Castañeda y la
antipolítica
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Alberto Adrianzén
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Hasta ahora me
pregunto por qué solo algunos partidos y colectivos ciudadanos han asumido la
ciudad como objeto de su acción política. Para algunos políticos, la política
transcurre en una suerte de vacío, situado en ninguna parte, y no en un
espacio concreto (un territorio) que es donde habitan personas.
Como sabemos, la
ciudad ha sido y sigue siendo el espacio privilegiado de la modernidad y
también de la política. Ahí nació la autoridad pública, ahí también se
conquistó la ciudadanía y fue, igualmente, donde surgió la división social
del trabajo y, por lo tanto, las clases sociales.
Sin embargo, con
Lima sucede todo lo contrario. Con ello no me refiero a los trabajos
académicos que hace muchos años pusieron sus ojos sobre la ciudad. Me
refiero, por ejemplo, a los primeros trabajos de José Matos Mar, de Aníbal
Quijano, Carlos Iván Degregori, Julio Calderón, Gustavo Riofrío, entre otros,
que dan cuenta de esta preocupación que fue muy fuerte en los setentas y
ochentas. Pero, inclusive en esos años, no llegamos a tener, ni menos hasta
ahora, un libro equivalente a Lima la Horrible de Sebastián Salazar Bondy que
arremete con furia contra lo que él llamó, en ese momento, la vigencia de la
“arcadia colonial” y que tiene como objeto de análisis Lima y su gente y, en
particular, sus élites. En esta perspectiva cabe destacar los trabajos de
Guillermo Nugent y Danilo Martuccelli.
Digo todo ello
porque hoy Lima vive, acaso, su peor crisis. En esta ciudad la gente no
convive sino más bien coexiste. Las personas se ven de lejos y no se tocan.
Cada uno vive en el “lugar que le corresponde” y el lugar donde uno vive se
asocia con la clase social a la que “pertenece”. Lima es también una de las
ciudades más caóticas de la región. Hoy sabemos que el tráfico en la capital
es uno de los peores en el mundo. Mientras que los servicios públicos brillan
por su ausencia en muchos sectores de la ciudad, lo mismo que la autoridad
pública. La otra cara de todo esto es el crecimiento caótico y el aumento del
crimen organizado y las mafias.
Me parece que todo
ello es consecuencia del abandono de la ciudad por las élites, como también
de la falta de una autoridad pública capaz de sentar las bases de un
crecimiento planificado. Pero también de un punto de vista que cree que en
Lima habitan vecinos con “problemas” y no personas que son al mismo tiempo
ciudadanos. Por eso, mientras las élites vivan más lejos del caos y esté
garantizada su seguridad, el resto, como se dice, vive como puede.
Esta crisis se ha
agudizado con el regreso de Luis Castañeda al municipio de Lima. Si en sus
primeros gobiernos tenía alguna idea de cómo gobernar Lima, hoy sabemos que
no tiene ninguna. Un ejemplo, notable por cierto, es la propuesta de
construir más de una docena de bypass en Lima. De los cuales cinco, como ha
dicho el arquitecto Adolfo Córdova, estarían ubicados en la avenida
Salaverry, lo cual es un real disparate.
En realidad,
Castañeda prefiere a los privados y a los vehículos que a las personas y el
transporte público como lo demuestra su boicot a la reforma del transporte
que inició valientemente la administración municipal de Susana Villarán. Y si
a todo ello le sumamos las denuncias sobre corrupción que hoy van saliendo
cada vez más a la luz, uno llega a la conclusión de que Castañeda no
gobierna.
Esta forma de
gobernar, por decir algo, condena a Lima no solo al caos cotidiano sino
también a una suerte de antipolítica, cuando, justamente, lo que se requiere
es politizar la ciudad y sus problemas. Castañeda es la mejor y mayor
expresión de esta “antipolítica”. Se quiere presentar como un “técnico” que
hace “obras”, pero no como una autoridad que organiza la ciudad en función de
sus habitantes. La mudez, el cemento y el autoritarismo son sus mejores aliados,
como también una población que ve con malos ojos a los políticos. Es el mejor
continuador de Alberto Fujimori.
Por eso no nos
debe extrañar el intento antidemocrático y autoritario de Castañeda de
sancionar al regidor Hernán Núñez que hoy encabeza la campaña “Habla
Castañeda”. Como también la creación de una comisión con mayoría de su
partido y sin presencia de la principal fuerza opositora (Diálogo Vecinal),
para investigar el escándalo de OAS y Línea Amarilla. Todo indica que pedir
transparencia en la Municipalidad de Lima no es otra cosa, por lo visto en
estos días, que seguir la huella del dinero.
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http://larepublica.pe/impresa/opinion/817869-castaneda-y-la-antipolitica
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La
dictadura de la mayoría
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Sinesio López
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La elección de los
representantes del Congreso en el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP)
pone encima del tapete un debate sobre la democracia de regla de mayoría que es
el tipo de democracia que el Perú comparte con la mayoría de países del
mundo. Luz Salgado ha pedido que “se respete el voto popular. Quienes
respetan la democracia deben respetar el voto popular; si no, ya se hubiera
desconocido a este gobierno. ¡Basta de odio!”. Juan Sheput, vocero de PPK, ha
dicho: “A mí no me gusta el resultado de las elecciones de los directores del
BCRP, pero soy un político demócrata, y si vamos a continuar sin aceptar las
decisiones que se toman y actuar como se está haciendo, entonces que el
Congreso cierre y que la turba tome decisiones”. (Perú21, 2/10/2016).
Matices más o
matices menos, fujimoristas y ppkausas se ubican del mismo lado. Pero la
mayoría de los medios, los colectivos de jóvenes y el FA cuestionan esa
elección por razones técnicas, éticas y políticas. Mi posición crítica
cuestiona la concepción misma de democracia que tienen los fujimoristas y los
ppkausas (no todos quizás). Para ellos la democracia se reduce al dicho
popular “la mayoría manda” y punto. Doble reduccionismo: reducen la
democracia a la regla de mayoría (desconociendo la democracia de consenso que
se aplica a una docena de países de sociedades plurales o multinacionales) y
reducen la democracia a la mera voluntad (o capricho) de la mayoría.
La democracia de
regla de mayoría no solo se rige por la voluntad de la mayoría, sino también
por el sometimiento de la voluntad mayoritaria a las leyes y a la ley de
leyes que es la Constitución tanto en el acceso al gobierno como en el
ejercicio del mismo (y de la mayoría parlamentaria). La regla de mayoría
tiene límites. Las reglas de acceso al gobierno son de sobra conocidas aunque
poco practicadas: las elecciones tienen que ser generales, libres, limpias,
competitivas y periódicas. Las reglas y leyes de ejercicio del gobierno son
múltiples, dependiendo del caso de que se trate. Lamentablemente en el Perú y
en AL estas leyes son las menos practicadas. Elegimos presidentes y
parlamentos democráticos, pero nos gobiernan dictadores. Ya es hora de acabar
con esta pésima tradición.
En el caso que
estamos discutiendo, la Constitución prescribe que el BCRP es autónomo y el
artículo 11 de su Ley Orgánica traduce esa autonomía en la exigencia de
capacidades técnicas y calidad moral de sus representantes, pero ni el
fujimorismo ni su apéndice aprista han respetado la Constitución ni la Ley
Orgánica. Ergo su decisión no es legítima porque no es legal. Se argumenta
que anteriores representantes no fueron técnicos (economistas) sino abogados
y de otras profesiones. Ha sido un error y el error no puede ser un
fundamento de la jurisprudencia. Manuel Moreyra es quizás una excepción. Era
abogado, pero sabía economía como el que más y manejó bien el BCRP.
El riesgo que el
fujimorismo aplique esta concepción errónea de la democracia de regla de
mayoría sin límites a otros organismos autónomos de control (Poder Judicial,
CNM, Tribunal Constitución) nos encamina hacia una dictadura de mayoría. Las
protestas y movilizaciones contra esa amenaza son legítimas.
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http://larepublica.pe/impresa/opinion/817868-la-dictadura-de-la-mayoria
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Reglas claras
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Luis Davelouis
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Hace algunos días
tuve un incidente con una tienda por departamentos. El sistema había sido
injusto conmigo, sí, y raudo en rectificarse, también. Pero, ¿eran ambos
excepciones o procedimientos de rutina? El “error” parecía un procedimiento
diseñado para desanimar los reclamos y la velocidad de rectificación por
completo atípica.
Según me explicó
Falabella, el procedimiento para devoluciones es como sigue: 1. Se le ofrece
al cliente una nota de crédito. 2. Si no la quiere, se le ofrece un “gift
card”. 3. Si no quiere ninguno se procede a extornar (devolver) el dinero en
su tarjeta de crédito. Si es Visa demora hasta 15 días; si es CMR, 48 horas.
4. Si el cliente pagó en efectivo se le devuelve el dinero en efectivo. 5.
Las notas de crédito no vencen. 6. Los gift card vencen cada año por
seguridad, pero se pueden reactivar por un año y hasta por tres años. 7. El
saldo no utilizado de las gift cards se provisiona contablemente, es decir,
se registra como “deuda”.
Si estas reglas
simples estuvieran escritas en cada oficina de atención al cliente de la
cadena, se evitarían muchos malos entendidos y ahorrarían tiempo y dinero
porque reducirían la discrecionalidad de los que atienden al público. Tres de
ellas me dijeron que: 1. el saldo sin usar de una tarjeta se “pierde”; 2. Que
las renovaciones son únicas y solo duran 15 días y; 3. que en ningún caso
devuelven el dinero. Raro, ¿no? Porque se trata de que esto no le suceda a
ninguno de sus clientes. Hasta como estrategia comercial es buena porque la
gente confía más. A ver si aprenden. Y al Congreso, daño no le haría.
PD: Con relación
al artículo de ayer, debo aclarar que la empresa Drokasa ni ninguna de sus
empresas asociadas ha sido ni es parte del accionariado de Inkarfarma.
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http://peru21.pe/opinion/luis-davelouis-reglas-claras-2261312
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Galarril
y Becerreta
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Franco Giuffra
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No es fácil
entender qué pasó con el congresista don Luis Galarreta. Tiene 45 años y ya
ha dado la cara por tres partidos distintos: Renovación Nacional, el PPC y
ahora Fuerza Popular. Más intrigante es la mutación sufrida desde sus años
como presidente de la Comisión de Economía del Congreso hasta su condición
actual de vocero del fujimorismo. Un tránsito desde la mesura hacia el
desenfreno. Ha sido aliado de PPK hace pocos años y ahora es uno de sus
opositores más rabiosos. La mímesis de otro fujimorista destemplado, don
Héctor Becerril.
También es un
enigma qué pudo estar haciendo cuando a sus 19 años salió elegido Fujimori y
durante toda la década posterior. Tiene que haber sido algo que lo
desconectara de las noticias de la vida nacional. De otro modo no se
comprende cómo puede ignorar su genealogía política y los antecedentes de su
partido.
Ahora todo lo ve
malo, desenfocado, rumbo al fracaso. El gobierno tiene 100 días y ya está
desahuciado, envuelto en un remolino de dislates y contaminado íntegramente
por la corrupción. Si el presidente anuncia algo, le faltó el cómo. Si dice
el cómo, le falta el cuándo y si dice el cuándo, resulta que nada de lo
anterior es una novedad.
No encuentro en el
señor Galarreta ningún afán por construir algo mejor para el Perú. Hay
opositores ideológicos, hay adversarios con entendimientos distintos de cómo
avanzar y hay políticos que saben negociar con sus contrincantes. No veo nada
de eso en Galarreta.
Claro que tiene
derecho, y mucho, para criticar, sobre todo los brotes tempranos de
corrupción del gobierno ppkausa. Ese doctor Moreno negociando con la salud de
los pobres es nauseabundo. Y las personas que lo pusieron en Palacio tuvieron
un pésimo juicio. Pero no es verdad que todo el gobierno esté sumido ya en la
indecencia, irrecuperablemente perdido en manos del malhacer.
Finalmente, hay
roles que a algunas personas u organizaciones no les sientan bien. Poses,
trajes y vestidos que no les permiten lucir su mejor figura. El fujimorismo
exigiendo decencia y honestidad es un ejemplo. No sugiero que se abstengan,
simplemente que busquen otros atributos de su marca porque en esa materia no
van a conectar con el consumidor.
No puede olvidar
el señor Galarreta que el mismo Alberto Fujimori fue rankeado por
Transparencia Internacional como el séptimo presidente más corrupto del
mundo, en su informe del año 2004. Tampoco que el récord galáctico de
putrefacción lo tiene ganado Vladimiro Montesinos para toda la eternidad.
En su memoria
tienen que resonar los nombres de Víctor Joy Way, César Saucedo, Jorge Baca
Campodónico, Nicolás de Bari Hermoza, Antonio Ibárcena Amico, José Villanueva
Ruesta, Blanca Nélida Colán, Alejandro Rodríguez Medrano, Elesván Bello,
Julio Salazar Monroe y otros 200 ciudadanos procesados, condenados o
encarcelados por corrupción durante el fujimorato.
Si no recuerda
esos nombres, puede conectarse a You Tube para ver cómo el fujimorismo llegó
a construir una red mafiosa de operaciones políticas y económicas, en donde
la bancada congresal discutía con Montesinos los planes para copar los poderes
del Estado de una manera que nunca antes conoció el país. Usando dinero
público para comprar todo: periodistas, congresistas, jueces, fiscales,
ministros, futbolistas, empresarios.
Ojalá Luis
Galarreta vuelva a ser el congresista ejemplar de sus años mozos. Tendría que
empezar por repasar la historia de su partido y asumir su vocería con
humildad, porque el fujimorismo tiene mucho por exigir, pero mucho más por lo
cual pedir perdón.
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http://elcomercio.pe/opinion/mirada-de-fondo/galarril-y-becerreta-franco-giuffra-noticia-1943835
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Dale like, no lo
ignores
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Patricia del Río
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Rezo. A veces lo
hago mientras manejo o corro. Otras veces, lo hago sola, antes de dormir, o
acompañada de mi hijo. Puede que recurra a alguna de las oraciones conocidas,
o puede simplemente que converse con Dios. Considero que rezar es una forma
de humildad, de conectarnos de una manera personal y sincera con aquello en
lo que creemos y, sobre todo, es una forma de pensar en los demás. Rezar es
la oportunidad que tenemos diariamente de dedicarle a alguna causa ajena (la
salud de alguien, su bienestar, su seguridad) parte de nuestras energías y
nuestro tiempo.
Gracias a la
tecnología y las redes sociales, podemos enterarnos hoy, con mucha más
rapidez que antes, sobre los bienes y los males de los otros. Celebramos en
el Facebook los nacimientos, los cumpleaños y las recuperaciones; pero
también anunciamos las enfermedades, los malestares y las muertes. Cada vez
que me encuentro con alguna amiga que pide una oración por su nieto que está
grave, o su padre que falleció, rezo por ellos. Me uní, como muchos de
ustedes, a las plegarias por la recuperación de Sonaly Tuesta cuando estuvo
muy enferma, y no sé si fue nuestra oración la que nos la devolvió sana o si
la ciencia hizo su trabajo, de lo que estoy absolutamente segura es que ese
acto de pensar en otro, de ponernos en contacto con nosotros, de pedir perdón
y perdonar, solo puede ser fuente de cosas buenas.
Por eso, hay una
moda que circula por redes sociales que me parece nefasta. Cada vez es más
común encontrar fotos absolutamente amarillistas, de niños con enfermedades
terribles o víctimas de maltrato explícito, a las que acompañan textos como
el siguiente: “Este es Julián, el hijo de mi amiga Cecilia Lesoto, sufre una
terrible enfermedad, necesita de tu oración, no lo ignores, dale like y
escribe amén para su recuperación”. Algunas veces te piden que además reces,
otras te vaticinan miles de plagas si no le haces caso. Por supuesto, si uno
hace un seguimiento descubre que es un fraude. La instrumentalización del
dolor ajeno llega a tales niveles, que los que hacen circular estos absurdos
pedidos no saben quién es el niño de la imagen, ni les importa qué le pasa
realmente.
No soy una persona
de fe inquebrantable y crecí en una religión que no entiendo, pero la
oración, como a muchos otros, me hace sentir segura, útil, acompañada. Por
eso, esto que podría considerarse simplemente una moda ridícula, me parece
que esconde un trasfondo macabro: utilizar el dolor ajeno, el valor de la
oración y la preocupación por el otro como gancho para uno de los fines más
banales y estúpidos que han nacido con la tecnología: el de llamar la
atención a cualquier precio y por las puras. El de cosechar likes y
comentarios para alimentar una popularidad narcisista, vacía y cada vez más
horrenda.
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http://elcomercio.pe/opinion/rincon-del-autor/dale-like-no-lo-ignores-patricia-rio-noticia-1943842
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El exorcismo de la
maldita Sunat
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Diego Macera
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Con pocos días
transcurridos desde el 31 de octubre, los lectores que no se hayan jaraneado
al ritmo de “Jacobo el Leñador” recordarán la película de terror que quizá
eligieron para pasar la Noche de Brujas. El género del horror, tan extendido
en la industria del cine, ofrece miles de opciones nacionales e importadas.
En el mundo de la
administración pública –también escenario privilegiado de algunas historias
que podrían llamarse de horror– la “maldita” Sunat es un personaje
recurrente. Puede crear una atmósfera de tensión y suspenso permanente,
aparecer en los momentos menos esperados, y tener un comportamiento
impredecible y en ocasiones hasta violento. Historias dignas de “Cementerio
general” o “Secreto Matusita”.
Felizmente, la
nueva administración parece haber notado la importancia del asunto y
–crucifijo y resolución en mano– se apresta a corregir algunas de las fallas
del ente recaudador para la tranquilidad de sus atemorizados contribuyentes.
Como se sabe, la semana pasada la Sunat emitió una resolución que realineaba
los incentivos de sus trabajadores para obtener bonos por desempeño. De metas
basadas en la recaudación (que podían dar motivo para multas o procedimientos
de cobranza coactiva innecesarios) a metas en función de la satisfacción del
contribuyente, la simplificación administrativa, entre otros temas de tenor similar.
Pero si quitarle
el sambenito de “maldita” a la Sunat es un exorcismo completo de
administración pública, el realineamiento de sus incentivos operativos es
solo equivalente al primer padrenuestro. Hay todavía mucho por hacer.
Resulta
absolutamente descabellado, sobre todo, tener un sistema en el que el costo
del cumplimiento tributario –entendido como el gasto en servicios legales y
contables, el tiempo invertido en colas, el mantenimiento del registro
contable, entre otras perlas– pueda ser mayor que el impuesto por pagar. Este
es el caso para no pocas empresas pequeñas. A eso, además, debe sumársele los
costos de administración en los que incurre la Sunat por gestionar el
proceso.
En el extremo y
para simplificar, podemos decir que en ocasiones la sociedad –privados y
públicos– puede invertir S/1 para recaudar S/0,90 en impuestos. Un
sinsentido. En este contexto, a menos que el Estado pueda garantizar que la
rentabilidad social de cada sol que usan los ministerios o gobiernos regionales
es enorme, se hace difícil justificar la eficiencia de ese proceso
tributario.
La Sunat debe
enfrentar, pues, un cambio de paradigma fundamental. El organismo debe
entender al contribuyente ya no como un potencial evasor al que hay que
marcar a cada paso del camino, como una presencia fantasmagórica constante y
amenazante sobre negocios y personas naturales. El contribuyente, en
realidad, es la razón de ser de la Sunat. Es su aliado estratégico por
excelencia cuya suerte está ligada a la suya. Si la bodega o el pequeño
negocio de reparaciones eléctricas cierra, no hay impuestos que recaudar.
Todos perdemos.
Por nuestra parte,
los contribuyentes debemos tomar responsabilidad por pagar lo que nos
corresponde. Desde la venta sin boleta hasta la inocente factura que algunos
piden para las compras familiares o el almuerzo de domingo con los amigos,
nuestras permanentes faltas hacen más justificable la sospecha de evasión
fiscal. Si todos somos evasores, no queda otra que tratarnos como tal.
La actual
administración, cual padre Damien Karras en la famosa película, parece
comprometida en exorcizar los demonios que aún poseen a la “maldita” Sunat, y
va por buen camino. Esperamos que, al cabo de unos meses, el esfuerzo no
salga también por la ventana.
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http://elcomercio.pe/opinion/columnistas/exorcismo-maldita-sunat-diego-macera-noticia-1943827
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La nueva reforma
universitaria
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José Dextre Chacón
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Estamos a poco
menos de 100 años de la Reforma Universitaria de Córdoba, cuyo carácter
libertario e innovador marcó por décadas la gestión de la universidad
latinoamericana. Era la reivindicación de la autonomía juvenil y los nuevos
aires de la modernidad. El concepto motor era la libertad: de pensar, de
transformar, de romper cánones y paradigmas tradicionales.
Los fines de la
reforma, sin embargo, eran más intuitivos que ciertos. El cogobierno
estudiantil auguró a los escépticos el caos y, quizás por ello, nunca
funcionó bien. La libertad de cátedra respondió al compromiso del docente con
la tolerancia y la democracia. La autonomía –sustantivo contestatario por su
esencia independiente– reflejó la responsabilidad y madurez de quienes la
ejercieron y demostró resultados tan trascendentes como deficientes.
Tal como el cambio
social democrático produjo la reforma cordobesa, el giro social del siglo XX
obligó a repensar la gestión en general y con ello la misma gestión
universitaria. Una educación secundaria que se universaliza y cuestiona el
elitismo universitario y un Estado cuyos recursos le hacen imposible proveer
este servicio a una población cada vez más grande promueven desde el Banco
Mundial (BM) la incursión de capitales privados en el sector educativo.
Entonces, la
competencia y el mercado aparecen en un sector donde la oferta era
proveída por la Iglesia o el Estado.
Claudio Rama la denomina la segunda reforma universitaria, más silenciosa
pero igualmente trascendente por sus resultados, y que derivará en una
tercera reforma, caracterizada por la presencia de organismos reguladores y
la exigencia de la acreditación.
Nuestro país fue
uno de los primeros en asumir estas recomendaciones del BM. Los resultados
fueron el incremento de la cobertura (lo que evitó serios conflictos sociales
que la necesidad de estudios pudo provocar). Se inició en el Perú un proceso
de acreditación voluntario, impensado por los conservadores, con excepción
del Sineace, que lo impulsó al margen del Ministerio de Educación.
También se inició
la transformación de un subsidio a la oferta a uno a la demanda. Así,
programas como Beca 18 permitieron a jóvenes sin recursos y talentosos
estudiar en la universidad que eligieran. Sin embargo, contra lo que un
conservador pudiera pensar, escogieron preferente y mayoritariamente
universidades privadas, para colmo, societarias.
Que existe mala
calidad en las universidades al lado de otras excelentes es evidente.
Subsisten pésimas universidades públicas, pésimas sin fines de lucro con más
de medio siglo a cuestas y, lamentablemente, pésimas societarias recientes.
Corregir esta situación es indispensable. Pero la ley en dos años ha hecho
poco.
¿Qué hacer?
Perfeccionar la ley desde lo político y lo técnico. La Sunedu requiere un
consejo directivo autónomo del Ejecutivo, representante de la sociedad civil,
plural ideológicamente y meritocrático, elegido al margen del gobierno, y que
nombre al superintendente como una gerencia profesional.
Técnicamente, la
ley debe corregir absurdos como limitar la educación virtual al 50%
presencial, que destruye su valor inclusivo e ignora nuevos formatos de
educación global, o disponer que solo se puedan ofrecer dos ciclos al año y
que una carrera deba durar como mínimo cinco años, olvidando ciclos de verano
o modalidades cuatrimestrales que son estándares internacionales. También se
debe eliminar el licenciamiento temporal por burocrático, y mantener
sensatamente, acorde con la eficacia administrativa, que se pueda cancelar la
licencia definitiva por faltas graves.
Como los
conservadores de inicios del siglo pasado, sus pares del siglo actual no comprenden
ni permiten el cambio. Plantean que solo su modelo es válido y único para
ofrecer calidad, al margen de lo que la realidad demuestra. Considero que
profundizar la reforma universitaria es indispensable y ella pasa por
recuperar la libertad de pensar, innovar la gestión, estimular la competencia
y la inversión privada. Es imprescindible perfeccionar la actual Ley
Universitaria, que no muestra resultados más allá de burocratizar y
entorpecer la gestión académica.
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http://elcomercio.pe/opinion/colaboradores/nueva-reforma-universitaria-jose-dextre-chacon-noticia-1943830
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La belleza de los
números: ¿Qué necesitan Clinton y Trump para ganar?
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Diego Salazar:
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A solo cinco días
de las elecciones, la expectativa de victoria o derrota de uno y otro
candidato dependerá de qué canal, qué estación de radio, qué site noticioso o
qué podcast sintonizas.
Si uno tiene Fox
News en el televisor y el app de la cadena de Rupert Murdoch en el teléfono,
está colgado del Facebook y el Twitter del site ultraconservador Breitbart
(cuyo ex director ejecutivo dirige la campaña de Trump) o escucha el programa
de radio de Alex Jones (el teórico de la conspiración de extrema derecha favorito
de América), estará convencido sin lugar para el más mínimo resquicio de
duda, primero, de que América no es América desde que tiene un presidente
negro, pero, sobre todo y más importante ahora mismo, de que la victoria de
Donald Trump es inminente. Aun cuando todas las balanzas de probabilidad se
inclinen a favor de Clinton por encima del 70%.
Si, por el
contrario, tu dieta mediática se nutre básicamente de lo que los republicanos
adoran llamar con desdén “liberal mainstream media” –léase New York Times,
Washington Post, CNN, etc.–, puede que hayas dejado atrás ya el nivel de
pánico DEFCON 2 previo a los debates presidenciales y estés empezando a
olvidar que ese 13% de probabilidades de victoria que le da el modelo
estadístico del New York Times a Trump o el 28% que le da el site
FiveThirtyEight significan precisamente eso: que tiene 13% o 28% de
probabilidades. No CERO. Y que cosas más raras hemos visto este año,
empezando por Brexit y por ese hombre de cabello rubio cenizo y tez naranja
que se hizo con la nominación del Partido Republicano cuando hasta finales de
enero de este año, habiendo anunciado su candidatura a las primarias en junio
de 2015, nunca había superado el 28% de probabilidades. Y vean dónde estamos
ahora.
Si bien el
concierto de dimes y diretes en la prensa puede resultar divertido, lo más
inteligente para hacerse una idea del estado real de la carrera de caballos
es prestarle más atención a la fría objetividad de los números y aislarnos un
poco del trabajo 24/7 de los spin doctors, esos señores y señoras –muchos de
ellos incluso se hacen llamar periodistas– dispuestos casi a matar para
convencerte de que la Tierra no gira alrededor del Sol y tu nombre no es tu
nombre, a menos de que su interés sea convencerte de lo contrario.
Pero los números
no hablan por sí solos, necesitan de intérpretes, y en ese oficio, a la hora
de procesar y traducir números, nadie tan competente como Nate Silver,
wunderkind de la estadística electoral y editor jefe de FiveThirtyEight, el
site de periodismo de datos más importante de Estados Unidos. Silver hizo su
fama en las elecciones de 2008 y 2012, cuando su sistema estadístico predijo
al ganador en 49 de los 50 estados y en 50 de 50, respectivamente. La
honestidad y seriedad de Silver como analista están tan fuera de duda que en
mayo de 2016, una vez que Trump se hizo con la nominación republicana,
publicó un artículo titulado “De cómo actué como un comentarista partidario y
la cagué respecto a Donald Trump”. Durante meses, Silver desestimó la
posibilidad de que Trump terminara siendo el candidato republicano a tal
punto que en setiembre de 2015 publicó un artículo titulado: “Querida prensa,
por favor dejen de friquear por las encuestas a favor de Trump”. En
apariciones públicas y entrevistas, llegó a pedir calma y asegurar que no
había forma de que Trump ganara las primarias. Y, bueno, Trump ganó.
Silver, lejos de
esconder la cabeza, salió al frente y explicó las razones de su error. Igual
que hacen la mayoría de periodistas, ¿cierto? Ahora, por supuesto, Silver es
mucho más prudente a la hora de hacer vaticinios. De hecho, según sus mismas
palabras, “yo no doy pronósticos, los hace el modelo estadístico. Si mañana
yo muero, el modelo de FiveThirtyEight seguirá funcionando y dando
exactamente la misma data”.
¿Qué dice Silver
sobre lo que queda de carrera electoral? En una frase: la victoria de Trump
es improbable, pero no imposible. Existe un camino que podría llevar a una
derrota de Hillary Clinton. ¿Cuál es ese camino?
En sencillo,
tendrían que concurrir dos eventos:
1.-Que Clinton no
consiga animar a votar a dos sectores del electorado que son hostiles a Trump
pero a los que ella no consigue entusiasmar, es decir, afroamericanos y
millennials.
2.-Que Trump
consiga sacar a votar a los republicanos que tienen enormes dudas sobre él y,
por ende, no forman parte de su electorado hardcore.
Si llegado el 8 de
noviembre el porcentaje de votantes no es muy alto, las chances de Trump
crecen. Pero, dependiendo sobre todo del comportamiento de esos dos grupos
claves para Clinton.
Si llegado el 8 de
noviembre existe un porcentaje alto de votantes en todos los distintos grupos
demográficos, la victoria de Clinton es más probable que la de Trump, ya que
la coalición alrededor de la candidata demócrata es más amplia. Su núcleo
duro son adultos blancos urbanos con educación universitaria, con una
inclinación mayor hacia las mujeres, latinos y americanos de origen asiático.
Los dos sectores mayoritariamente demócratas con que Clinton no termina de
conectar son afroamericanos y millennials (jóvenes adultos nacidos después de
1980). Estos últimos suman unos 75 millones de personas (sobra decir que la
categorización generacional es trasversal a la étnica), según el análisis del
censo de 2015 hecho por el Pew Research Center.
Teniendo en cuenta
que en Estados Unidos existen 218 millones de electores hábiles, de los que
se registran unos 146 millones, y que los millennials que ya votaron –según
data de Next Gen Climate, una ONG que apoya a Clinton pero que ha demostrado
ser muy escrupulosa en el manejo de su data durante la campaña– en estados
aún en disputa –Colorado, Florida, Iowa, Michigan, Nevada, New Hampshire,
Carolina del Norte, Ohio, Pensilvania, Virginia y Wisconsin– lo han hecho
mayoritariamente por la candidata demócrata (60% frente a 21% para Trump), no
es absurdo afirmar que, a cinco días de la fecha clave, los millennials
pueden tener la elección en sus manos con solo decidir si van a votar o no.
Gajes de una democracia donde, si se vota, se vota dos veces en realidad:
primero eligiendo votar y en segundo lugar, un escalón por debajo en
importancia, decidiendo por quién votar.
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http://peru21.pe/opinion/diego-salazar-belleza-numeros-que-necesitan-clinton-y-trump-ganar-2261315
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