Grietas
en el sistema
Francisco
Durand
Lava Jato es un
escándalo importado de Brasil con múltiples efectos en el Perú, no solo entre
los políticos implicados sino en el modelo económico mismo y la república que
lo defiende.
Este sistema
tiene dos polos: (a) un Estado ciertamente permisivo, por ratos coimero,
facilitador de proyectos a cualquier costo, y (b) grandes empresas
políticamente conectadas, que logran contratos gracias a que financian las
campañas, hacen lobby y usan la puerta giratoria. Lo confirma el caso de las
obras de Odebrecht y Chinchero.
Los dos polos
están siendo cuestionados y tenemos un clima económicamente y políticamente
incierto.
Es el sistema
Más allá de
políticos corruptos, Lava jato está generando, al menos para el sector del
país que ve más allá de los titulares, un destape mayor. Comenzamos a
discutir los mecanismos legales favoritistas y colusivos que entran en
acción, y que son conducentes en varios grandes casos a la corrupción, los
presupuestos inflados, la falta de supervisión, la debilidad regulatoria que
auspician los neoliberales y el blindaje mediático de grandes empresarios.
En efecto,
observamos la falla sistémica no solo de los políticos comprometidos de los
últimos 25 años (de Fujimori a Humala), sino de los más altos aparatos
tecnocráticos del Estado (MEF, Proinvesión, MTC), grandes estudios de
abogados (Monroy, el emisor de informes delivery), periodistas y gran prensa
(grupo El Comercio) que se benefician y por lo mismo defienden en este
sistema.
El aeropuerto en
Chinchero es otra muestra del sistema que está detrás de los escándalos. Aquí
el tiempo dirá qué mecanismos entraron en acción para firmar tamaño entuerto,
si hubo corrupción o colusión y si participaron lobistas. Todavía no lo
sabemos, pero ciertamente es otro caso donde gana el peor postor. La
responsabilidad la tiene el “gobierno tecnocrático” de PPK, que enfrenta su
primera crisis de gabinete.
La pobre Graña y
Montero
Decimos que es
el sistema porque Lava Jato sacude el usualmente sereno campo de las élites
económicas, la gente que corre menos riesgos en este país y que en realidad
lo maneja desde sus sedes corporativas, estudios de abogados, think tanks y
prensa concentrada.
Odebrecht (un
grupo que no está entre los más grandes grupos de poder económico del
Brasil), resultó siendo el principal constructor de obras públicas del Perú a
partir de los 90 y hasta la actualidad. Su preferencia por el Perú es tema de
investigación incluso en Brasil, y la conclusión es obvia: es el país más
permisivo de la región para los grandes capitales, además, no planifica, de
modo que cualquier obra de infraestructura puede ser aprobada a punta de
influencias o coimas. La hipótesis la sostiene el ex congresista Juan Pari que
presidió la Comisión Lava Jato en el anterior gobierno.
Fue tan regular
y fuerte este sistema de Odebrecht que llegó al colmo de organizar una
División de Operaciones Estructuradas a cargo de Jorge Barata para gerenciar
todo lo irregular. Pero el asunto no queda ahí pues el principal socio de
Odebrecht en seis megaproyectos en el Perú en todo este periodo es la
constructora “peruana” Graña y Montero (grupo G y M). El grupo ha sido
dirigido por José Graña Miró Quesada desde 1986. Desde 1991 hasta el
2014 ha sido parte del directorio de El Comercio.
Graña Miró
Quesada ha tenido de cerca durante décadas a Roberto Abusada, considerado el
economista más influyente del país. Abusada es el fundador y director de la
poderosa consultora Instituto Peruano de Economía (IPE) principal asesor del
ministro constructor Camet en los años 1990. En 1994 fundó el IPE con
financiación del MEF de Camet, el Banco Mundial y la CONFIEP. Este
personaje fue asimismo por un largo tiempo director de G y M. En la
actualidad es accionista de Graña y Montero Digital (5.47%), presidente del
directorio de GMD, director de G y M Petrolera y miembro de la “plana
gerencial” del grupo G y M.
Aunque tanto
Graña como Abusada son personajes importantes, están en una escala menor de
poder pues son solo accionistas minoritarios con roles gerenciales
importantes, de los cuales pueden ser removidos. Aquí estamos frente a otro
episodio de desnacionalización económica. Los verdaderos dueños de G y M son
el JP Morgan Chase con 38.46% de las acciones, Bechtel Enterprises Inc. con
17.8%, y las cuatro AFP peruanas (en su mayoría dependientes de grupos
donde predomina el capital extranjero, incluyendo Credicorp de AFP Prima).
Entonces, son los inversionistas institucionales quienes decidirán quién
gerencia el grupo.
Grupo El
Comercio y líos de familia
Tanto Graña Miró
Quesada como Abusada tienen importantes influencias en el grupo El Comercio.
El primero acciones (6.17%, contando a sus hijos, siendo el principal entre
243 accionistas) y jefe de la facción dominante compuesta por Alejandro Miró
Quesada y los hermanos Bernardo y Álvaro Roca Rey. Aunque en medio del
escándalo este diario ha intentado presentarlo como un accionista más, ha
sido un poder detrás del trono. En alianza con otras facciones de esta, Graña
Miró Quesada ha influido con sus parientes para colocar a varios directores,
empezando por Fritz Dubois, del IPE, brazo derecho de Abusada, que falleció
siendo director de El Comercio.
Abusada difunde
sus ideas en artículos editoriales y eleva propuestas a través de los
múltiples medios de ese conglomerado mediático del país, incluyendo la
televisión. Es un favorito del programa “La Hora N” de Jaime de Althaus.
Abusada destacó en la reciente campaña contra la “tramitología” que
exige, sintomáticamente, menos trámites y más facilidades para las grandes
empresas, y últimamente defendiendo las propuestas de ampliar hasta donde sea
posible el sistema de Asociaciones Público Privadas (APP). Este sistema
favorece a las grandes constructoras privadas como G y M. Al ser
afectado su grupo por el caso Lava Jato, Abusada destaca por una curiosa
interpretación del caso. Afirma que la principal fuente de la corrupción y el
“descomunal daño” que causa es el “imperialismo brasileño” de Lula y el PT
(El Comercio, marzo 8, 2017). De acuerdo a esta post verdad, el pobre Graña
Miró Quesada sería entonces una víctima ingenua de un socialista
desalmado, el presidente Ignazio “Lula” da Silva, que quiso colonizar el
país, plan imperialista del cual recién se da cuenta.
La protección
mediática a Graña Miró Quesada ha terminado generando una disputa en esta
grande y complicada familia limeña. Escribiendo en Expreso, propiedad de Luis
García Miró Helguero, otro miembro desafectó de esta grande familia limeña,
en un artículo titulado “El gran papelón”, Marta Meier Miró Quesada, ex
columnista de El Comercio, sostuvo: “la agonizante gran prensa se inmunda
tratando de tapar la corrupción de los suyos…indigna que se quiere limpiar a
empresas peruanas consorciadas con la brasilera” (enero 28, 2017).
Nadine, Cosas y
El Comercio
En medio del
escándalo Lava Jato acaba de salir a la luz un hecho poco conocido a raíz de
una entrevista de Cosas, propiedad del grupo, a Nadine Heredia. Cuando la
entrevista salió finalmente publicada el 30 de abril del 2014, se descubrió
que Heredia quiso bloquearla recurriendo a Graña Miró Quesada, pero este
personaje, a pesar de su peso y conexiones, no quiso o no pudo impedir su
publicación. La ofendida primera dama, gracias a sus influencias en el MEF de
Castilla y Segura, bloqueó la participación de G y M en varios proyectos
(destacando la vía expresa La Molina-aeropuerto). Graña, para no enredarse más
en estos líos, se retiró del directorio El Comercio, pero la vinculación
siempre se mantuvo.
Citamos el caso
porque tiene que ver con una interesante secuencia mediática a favor de G y
M. Hace poco en “La Hora N” (canal propiedad del mismo grupo) Jaime De
Althaus entrevisto primero el 14 de febrero a Abusada, quien condenó a Segura
calificándolo de “perrito faldero de Nadine”. Luego, al día siguiente, De
Althaus invitó a Segura, quien criticó las alusiones personales. En la
tercera entrevista llegamos al fondo del asunto. El 16 de febrero,
entrevistan, al ministro Thorne, narrándole la saga de G y M durante la
gestión de Castilla y Segura. De Althaus le informa a Thorne del bloqueo y le
sugiere que desbloquee el proyecto La Molina-aeropuerto. El ministro opinó lo
siguiente: “Hemos tenido conversaciones con G y M… nos parece que el proyecto
de Javier Prado es excelente, puede reactivarse” (video en Youtube). De modo
que en pleno escándalo el MEF sigue en tratativas con una firma cuestionada y
se presta al lobby realizado Abusada y Althaus en el Canal N.
Me limito a
citar tres publicaciones más que refrendan el argumento de las inclinaciones
del grupo Miró Quesada a favor de G y M en medio del escándalo Lava
Jato. Uno, en el editorial del 30 de enero del 2017, “Los Socios de
Odebrecht”, se le da el beneficio de la duda a G y M, al afirmar: “También
están las empresas que se asociaron con Odebrecht… Como se sabe, muchas
firmas participaron… Desde luego, el haber participado de una sociedad
con Odebrecht no constituye una prueba de complicidad”. Dos, el grupo
El Comercio salió en defensa de Graña Miroquesada luego de unas declaraciones
de García. El ex presidente había insinuado responsabilidades de G y M
al declarar sobre las adendas a la Interoceánica, sosteniendo que los
datos “los maneja … el que fue ministro (Enrique Cornejo) y también el señor
Graña Miró Quesada”. El editorial calificó el intento del ex presidente
de “vano y bravucón”, afirmando que el empresario constructor era solo
uno entre cientos de accionistas y sosteniendo que su línea era que todos los
socios de Odebrecht “deben ser investigados” pero omitiendo mencionar quién
era el principal (El Comercio, febrero 23, 2017). Tres, una vez que estalla
el escándalo G y M negó conocer los sobornos y El Comercio intentó morigerar
las noticias, llegando incluso a presentar a José Graña de manera favorable.
Ver al respecto el artículo laudatorio de Marcela Mendoza, “¿Quién ese José
Graña más allá de Graña y Montero?” (Marzo 2, 2017).
Estos escándalos,
y las vinculaciones G y M con El Comercio han remecido también a este
importante grupo, que ahora intenta manejarse con más miembros
“independientes” en su directorio y desprenderse de los líos de familia. De
continuar las tensiones pueden elegir a otro director de El Comercio, buque
bandera del grupo. En los últimos 12 años ha tenido cuatro directores,
indicio de fuerte inestabilidad. De acuerdo a un reportaje de Eloy Marchán en
Hildebrandt en sus Trece (10-16 de marzo 2017) los ingresos del grupo “ha
disparado las alertas de la familia… sería la recaudación más baja en los
últimos 15 años”.
Ruidosa caída
Gy M, a través
de Mario Alvarado, Gerente General, alegó el 20 de enero de este año en un
programa de RPP donde se le quebró la voz que su empresa no tuvo ningún
conocimiento alguno de pagos de corrupción. La declaración llamó la atención
porque escondía algo y contradecía a Barata.
Una revisión
cronológica dio la clave y aquí entramos a otro capítulo del drama
empresarial que tocan a otros miembros de la élite limeña. En realidad, ahora
sabemos que G y M volvió a asociarse con Marcelo Odebrecht luego de su
arresto, adquiriendo una participación de 20% en el Gaseoducto Sur Peruano
(GSP), teniendo Odebrecht la titularidad. Pero el intento de desmarcarse cayó
pronto por los suelos y comenzó a complicar las cosas. Cuando Barata declaró
sobre sus socios, afirmó a inicios de marzo del 2017 que Odebrecht pagó el
soborno de $20 millones a Toledo por la Interoceánica (proyecto apoyado por
PPK, el entonces ministro de economía). Sostuvo que sus socios menores, entre
ellos G y M, le dieron luego su parte de la coima a Odebrecht. G y M,
por lo tanto, estaría directamente implicada y el nexo podría comprobarse al
revisar sus pagos a Odebrecht. En eso trabajan los fiscales.
Mientras Graña
Miró Quesada, blindado con gracia y señorío por El Comercio, declaraba que no
sabía nada de los sobornos, el grupo ganó tiempo y comenzó a vender activos.
Destaca entre ellos, más por su valor de mercado que por el simbolismo que
encierra, el Cuartel San Martín. La empresa se hizo del valioso terreno
miraflorino ($50 millones) gracias a que el presidente García, uno de los más
destacados bandidos presidenciales, con el fin de “promover el desarrollo
urbano”, decidió privatizarlo. Otra muestra del sistema: comprar
activos del Estado autorizados por presidentes amigos que pueden ser de uso
público (áreas verdes) para seguir cementando la ciudad, porque
“primero es la inversión”.
Hasta que,
cuando se cayeron las acciones de G y M en Nueva York y Lima, le llegó la
hora a Graña Miró Quesada y Alvarado. En realidad, fueron los accionistas de
G y M que compraron acciones en las dos bolsas quienes precipitaron su
caída. Las declaraciones de Alvarado en RPP no dieron ninguna tranquilidad,
más bien aceleraron la tendencia. Varios grandes estudios de abogados
de los EUA, especializados en class action law suits (juicios de colectivos
afectados) comenzaron a recoger demandas de todos los accionistas
desinformados por G y M que ahora ven perder sus ganancias. El martes 28 de
febrero terminaron de caer las acciones, perdiendo G y M alrededor de 60% de
su valor de mercado, pasando de $1,100 millones a $440 millones.
En ese momento
se decidió finalmente la suerte de Graña Miró Quesada y Alvarado. Las AFP
peruanas salieron a la escena y exigieron una Junta de Accionistas. Un día
antes de realizarse la junta, los dos renunciaron. Alvarado, en una
entrevista amigable de “Cuarto Poder” (Canal 4, otra empresa del grupo), del
domingo 5 de marzo, se reafirmó en su inocencia. Lo que lleva a preguntarnos:
¿si Barata miente, por qué no lo demanda?
Las arriesgadas
AFP
El acta de la
junta anual de accionistas de G y M del 29 de marzo del 2016 informa de la
inversión en GSP y revela algunos detalles. Resulta interesante remarcar que,
a pesar que las AFP que participan en su directorio estuvieron enterados de
“los sucesos judiciales que actualmente ocurren en Brasil”, aprobaron este
proyecto.
La extraña
decisión de los guardianes de nuestras pensiones la intenta explicar José
Larrrabure, de Prima AFP (grupo Romero), quien participa en el directorio de
G y M. Según declara, la inversión en GSP la veían bien, lo que resulta
extraño. “Identificamos el factor de riesgo” afirma sin dar detalles, y
continúa su insólita declaración afirmando (ex post) que creían que lo que
pasaría es que “Odebrecht salga” (La Republica, marzo 2, 2017). De modo que,
en lugar de desmarcarse de un socio comprometido en el escándalo mejor
probado de nuestra historia empresarial, y empezar a exigir explicaciones
directamente a Graña Miró Quesada, para determinar si estaba o no coludido
con Odebrecht en el pago de sobornos, las cuatro AFP peruanas creyeron que
“su riesgo” no existía y profundizaron todavía más su relación con G y M.
Larrabure afirmó además algo sorprendente: “En todo caso, hasta esa
fecha no había nada concreto con respecto a temas reputaciones de Odebrecht
en el Perú”.
Cuando cayeron
las acciones en las bolsas, recién entonces los directores de las AFP en G y
M empezaron a cambiar de tono. Aldo Ferrini (AFP Integra, director de G y M)
dijo entonces en tono alarmado: “Tenemos la obligación y el derecho de exigir
aclaraciones” (El Comercio, febrero 27, 2017). Resulta que con las
inversiones de las cuatro AFP en G y M el valor de fondo de estas empresas ha
caído en S/. 700 millones (Peru21, marzo 3, 2017). Cabe el siguiente
comentario. Los que verdaderamente pierden, no son en realidad ellas, sino
los pensionistas por la irresponsabilidad mostrada por las AFP. Debería dar
lugar a litigios (como en EUA).
Colofón
Mientras tanto
el escándalo sigue y se configura un escenario de crisis, empezando por la
probable caída del gabinete Zavala. A los sobornos se suma el caso Chinchero,
que complica la gestión de PPK, quien además de aprobar el proyecto
Interoceánica también se sabe ahora que tenía relaciones cercanas con Barata
y negocios con Odebrecht a través de una de sus firmas.
Terminamos
comentando que su estrategia de “desbloquear inversiones” y aprobar decretos
legislativos para incentivar las APP va empantanándose al discutirse las
adendas , el rol poco profesional y con escaso sentido nacional y profesional
de ProInversión en Chinchero, y las investigaciones de las procuradoras
independientes, que incluyen al propio presidente.
Todo ello viene
frenando los grandes proyectos de infraestructura en momentos que la
inversión privada pierde fuerza al caer los mercados mundiales y las regiones
reciben menos canon. El sistema se sacude, los remezones y oleaje
continúan, teniendo como mar de fondo la desaceleración económica. Por todos
estos motivos el gobierno está resquebrajado a menos de un año de mandato y
el presidente parece cada vez más desconectado del país y del proceso
político.
Finalmente,
justo ahora ocurren cambios en la presidencia de CONFIEP. Sale un gerente del
grupo Romero (Martín Pérez, que debe regresar a sus bases) y entra el jefe
del poderoso grupo Buenaventura, socio importante de Yanacocha y Cerro Verde,
Roque Benavides. El cambio es significativo en tanto en los últimos
tiempos no veíamos un jefe de peso asumir el mando del sindicato de grandes
corporaciones.
http://otramirada.pe/grietas-en-el-sistema
.....
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martes, 14 de marzo de 2017
"GRIETAS EN EL SISTEMA"
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