Entrevista de Lavaca a Raúl Zibechi
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Trump es
consecuencia de la crisis del 2008 y de dos décadas de globalización. Ambos
hechos crearon un empobrecimiento de los trabajadores y de la mayoría de la
población de los Estados Unidos. La globalización promovió que muchas
fábricas cerraran y fueran a instalarse en China, o en México, o en otros
países de Asia donde hay salarios más baratos. Y todo el cinturón industrial
de Estados Unidos se vino abajo. Y la crisis de 2008 provocó que millones de
personas se quedaran sin casa, sin infraestructura digna, con un fuerte
deterioro de los servicios educativos y de salud; de las carreteras, de las
calles. Y la brecha de ingresos entre los más pobres, las clases medias y los
más ricos, creció. Bajo el gobierno de Obama, la brecha entre ricos y pobres
creció; la brecha entre los latinos y los blancos creció. Y sólo se
enriqueció el 1%. Ese es el fenómeno que representa Trump: la rabia contra el
1%. La nueva derecha machista y racista recoge la rabia de los millones
perjudicados por el sistema.
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¿Cómo mirar la elección en perspectiva de lo que
pasó estos últimos años?
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El telón de fondo
de este proceso es el declive de los Estados Unidos como potencia hegemónica.
En el 45, cuando termina la Segunda Guerra Mundial, el 50% de todo lo que se
producía en el mundo venía de Estados Unidos: coches, heladeras,
electrodomésticos, todo. Hoy es menos del 20%. Y básicamente la potencia
económica de Estados Unidos, que es importante, se mantiene por el sector
financiero y de servicios. Pero ha sido superado en todos los sectores
productivos por otros países, como China. Incluso en las tecnologías de
punta. Desde hace 5 o 6 años las supercomputadoras más veloces del mundo son
chinas. En todos los sectores de vanguardia – trenes de alta velocidad,
energía solar y eólica- Estados Unidos quedó desplazado. Y ese es un tema que
está en el trasfondo del triunfo de Trump.
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Se habla mucho del factor sorpresa.
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El verdadero
factor sorpresa es que las elecciones Estados Unidos no sólo desnudan un
fracking en la sociedad estadounidense, sino que además visualizan el brutal
deterioro de los medios de comunicación que habían apostado –como
representantes del 1%- a Hillary Clinton y se equivocaron. Aseguraron que
iban a ganar, hicieron una guerra sucia contra Trump. Trump es un machista,
racista, violento, grosero, es un tipo horrible: pero lo acusaron de cosas
que no se sabe si son ciertas. Yo no tengo dudas, Trump es posible que haya
hecho todo lo que dicen de él, pero de todos modos es una guerra sucia. El
The New York Times y el Wall Street Journal llegaron a decir que Trump era el
candidato de Putin. Un disparate. Ese es un elemento.
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¿Y el otro?
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El FBI. El FBI
entró en crisis interna porque no le dejaron destapar los miles de mails de
Hillary Clinton, tramposos, mostrando su connivencia con elites financieras
de Arabia Saudita y otros sectores. Los obligaron a tapar el hecho, y hubo
una rebelión dentro del FBI por este manejo sucio que hicieron los Clinton de
todos sus correos. Hillary tenía, cuando fue ministra, un servidor propio que
eludía los servidores oficiales de Estados Unidos y con ellos se conectaba
con las élites de Israel, Arabia Saudita; pergeñaba políticas por fuera de la
institucionalidad estadounidense. Y eso se lo querían cobrar, pero no lo
permitieron. Esos son para mí los factores sorpresa, que no estaban
previstos: el brutal descrédito de las instituciones de Estados Unidos; la
bronca de las mayorías, que no solo se ve en el voto a Trump, sino que se vio
en el apoyo a Bernie Sanders en la interna democrática, que logró casi la
mitad de votos, y estuvo cerca de desplazar a Hillary. Ya se venía venir una
profunda rabia de los estadounidenses contra el 1%, que es el sector
financiero y Wall Street.
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¿Cómo es el votante de Trump?
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Es un votante
nostálgico de los buenos tiempos de Estados Unidos. También hay gente que
rechaza el sistema, quizá desde una posición conservadora, como pasó en
Inglaterra con el Brexit, como va a pasar en Francia con los votantes de Le
Penn: gente que está cansada de que le tomen el pelo. No todos son votantes
como los presentaron los medios hegemónicos: blancos, machistas. Hay de esos,
sin duda, pero hay gente común también que no quiere que Wall Street siga
mandando en Estados Unidos. Que le preocupe más a las élites yanquis derribar
al gobierno de Siria, que hacer mejores servicios de salud y educación. Hoy
Estados Unidos, en el mundo, está en el lugar 38 en cuanto a esperanza de vida. Ha sido superado por
Costa Rica; por supuesto por todos los países del norte europeo. Estados
Unidos es un país que hoy se parece más, desde el punto de vista social, a
los países que están mejor de América Latina –Costa Rica, Chile, Uruguay- que
a lo que fue la superpotencia de los años 50 y 60, en la que todo funcionaba
perfecto. Hoy los aeropuertos y las carreteras están mal. ¿Por qué? Porque se
gasta mucho en sostener las 850 bases militares estadounidenses que hay en el
mundo; los 11 portaaviones; ese ejército brutal que interviene en todo el
planeta. A los votantes no los irritó que fuera machista, misógino, racista:
lo que les interesó es que Trump quiere hacer las paces con Rusia, quiere
dedicar menos dinero a la intervención en el mundo y más dinero a resolver
los problemas internos. Yo no sé si realmente va a hacer eso, o si lo van a
dejar, ya que sin guerra el 1% puede venirse abajo. Pero esa es la razón de
que ganó tantos votos.
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Tanto en las elecciones de Brasil como en las de
ahora de EEUU se ve una baja participación electoral: menos gente va a votar.
Parece que pocos eligieran por muchos. ¿Cómo fue en este caso?
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En Estados Unidos
históricamente vota la mitad de la población, o de los habilitados para
votar. Aquí votaron poco más de 100 millones. La participación fue baja y
mucho menor que la esperada en el caso de los latinos, que se supone que es
el sector más castigado por Trump. Y previsiblemente, una parte de los que
votaron a Sanders no votaron a Hillary. El otro día la actriz Susan Sarandon
salió a decir: “yo no voto por la vagina, porque sea mujer no la voto a
Hillary”. Hillary, además, hizo un feminismo
para élites. Pero hay mucho de eso en las votaciones. Yo creo que el
porcentaje de abstención fue más o menos igual a las otras elecciones.
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¿Esta elección produce un reordenamiento
geopolítico?
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Ahonda la fractura
existente en las clases dominantes del mundo, que hoy están divididas. Cuando
digo clases dominantes no solo hablo de los conservadores: una parte de esa
clase es progresista. Hoy esas clases dominantes están fracturadas. Y creo
que el triunfo de Trump agudiza esa fractura. En algunas partes del mundo eso
se va a notar mucho, como en Oriente Medio, en relación a Rusia y
probablemente en América Latina. Lo que está surgiendo es una nueva derecha,
más militante que la anterior. Pero la clase dominante no atina a resolver
unificadamente los temas fundamentales. Para quienes son antiimperialistas,
esta fractura que se produce en el imperio y en las clases dominantes es algo
positivo, porque hace que la dominación se haga más inestable. Tenemos más
posibilidades.
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Dentro de esa clase dominante, ¿qué sector
representa Trump?
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No es claro.
Probablemente representa a un sector que no sea ese 1% súper concentrado.
Esas fracturas que hay en la clase dominante, sobre todo en el imperio,
tienen que ver con cómo operar en el futuro. Si negociar con los países
emergentes, con las clases populares, que era un poco lo que representaban
Lula y Cristina: el progresismo. Negociar con Rusia, China, India, o
enfrentarse y aniquilarlos. Entonces, esa fractura nos engatusó durante muchos
años. Y ahora, cómo se dice vulgarmente, la cosa es: al pan, pan y al vino,
vino. Ante ese viraje es importante asumir la realidad que tenemos y
afrontarla: no es otra cosa que lo que hemos venido haciendo los sectores
populares desde siempre. Lo que pasa es que desde los medios se vende un
discurso, que no es más que un discurso. El discurso que plantea que Trump es
horroroso y que Hillary favorece a los de abajo, que es amiga de las buenas
causas. Pero son discursos. La situación, en resumen, es que la dominación
atraviesa un momento de mayor inestabilidad.
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¿Cómo impacta esto en América Latina?
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La primera prueba
para Trump va a ser Venezuela. Porque Venezuela es el lugar más crítico: a
ver qué promueve. Hasta la administración del progresista Obama promovió un
golpe de Estado en Honduras, uno en Paraguay, uno parlamentario en Brasil y
la resurrección de la derecha venezolana. ¿Qué va a proponer Trump? No lo
sabemos. Si me fijo por sus declaraciones, Trump va a hacer una política
horrorosa. Pero, repito: no lo sabemos. No nos olvidemos que tanto Macri como
Temer apostaban a Hillary y ahora veremos cómo se acomodan. Yo creo que hay
que abrir un compás de espera sabiendo que los de abajo vamos a seguir
sufriendo el ajuste, los femicidios, va a haber que seguir saliendo a la
calle a poner el cuerpo. Eso es evidente, esté quien esté. Cómo va a ser la
relación entre gobiernos, aún no lo sabemos. Sí sabemos que va a haber mayor inestabilidad, que va a haber
más palos en la rueda. Ese es el futuro inmediato que tenemos.
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¿Cómo sería esa lectura optimista?
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Evidentemente los
femicidios y la violencia narco no se van a detener, pueden incluso
incrementarse, porque va a haber menos paraguas institucionales de
protección. Una parte de esa violencia puede impulsarla el que esté en el
gobierno; pero otra parte es sistémica, esté quien esté en el gobierno.
Entonces, hay que mirar las cosas en perspectiva: yo no creo que esto sea un
problema ideológico, si es más machista o más racista. ¿Se puede decir que
Hillary era menos machista? ¿O es el barniz progre que se puso para captar
electores? En el fondo, Hillary se puso más armamentista que Trump. Entonces:
bienvenida la fractura de la clase dominante porque nos da la oportunidad de
derrotarlos. Eso quiere decir que en el corto plazo vamos a pasar lo peor los
de abajo. Pero quizá nos demos cuenta así que no se llega a una situación mejor votando cada 4 años o
haciendo zapping frente a la tele. Se llega poniendo el cuerpo. Y lo que nos
dice este mensaje es: vamos a tener que poner el cuerpo. Algo que para muchos
estaba olvidado.
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Entrevista a
Raúl Zibechi
http://www.lavaca.org/notas/gano-trump-y-ahora/
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