-El precio de la resistencia -Chris Hedges
-Chlimper y las altas tasas de interés -Pedro Francke
-Dispararse al pie -Luis Davelouis
-Gustavo -Mirko Lauer
-Reconstrucción o frustración -Nelson Manrique
-La última tarde -Rocío Silva Santisteban
-Fondos de AFP y El Niño costero -Jorge Guillén
-La reforma electoral en debate -Francisco Távara Córdova
-¿Se salvó Francia? -Ian Vásquez
-Siria y el desgajamiento del mundo árabe -Pedro García Hernández
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-El precio de la resistencia
-Chris Hedges
-En los conflictos
que como reportero he tenido que cubrir en Latinoamérica, África, Oriente
Medio y los Balcanes, me he encontrado con personas excepcionales, de
diversos credos, religiones, razas y nacionalidades, que se erguían de forma
majestuosa para desafiar al opresor en nombre de los oprimidos. Algunos de
ellos han muerto. Otros han pasado al olvido. La mayoría nos resultan
desconocidos.
Esas personas, a
pesar de sus inmensas diferencias culturales, tenían rasgos comunes: un
profundo compromiso con la verdad, incorruptibilidad, coraje, desconfianza
hacia el poder, odio por la violencia y una profunda empatía que abarcaba a
la gente que era diferente de ellas, incluso a aquellos que la cultura
dominante definía como enemigos. Son los hombres y mujeres más notables que
he conocido en mis veinte años de corresponsal en el extranjero. Y he
tratado, hasta este mismo día, de ajustar mi vida a los estándares que ellos
establecieron.
Vds. han oído
hablar de algunos de ellos, como Vaclav Havel , con quien otros periodistas
extranjeros y yo nos reuníamos muchas tardes en el Teatro de la Linterna
Mágica de Praga durante la Revolución de Terciopelo , en Checoslovaquia. A
otros, no menos excepcionales, probablemente no les conozcan, como el padre
jesuita Ignacio Ellacuría , asesinado en El Salvador en 1989. Y después está
toda esa gente “ordinaria”, aunque, como bien dijo el escritor V. S.
Pritchett, ninguna persona es ordinaria, que arriesgó su vida en tiempos de
guerra para acoger y proteger a seres de una religión o etnia diferente que
estaban siendo perseguidos y cazados. A algunos de esos seres “ordinarios” le
debo yo mi propia vida.
Resistir frente al
mal radical es soportar una vida que, según los estándares de la sociedad en
general, es un fracaso. Es desafiar la injusticia a costa de tu carrera, tu
reputación, tu solvencia financiera y, en ocasiones, tu vida. Es ser un
hereje de por vida. Y quizá el punto más importante sea el de aceptar que la
cultura dominante, incluso las elites liberales, te expulsarán hacia los
márgenes e intentarán desacreditar no sólo lo que haces sino tu carácter.
Cuando regresé a la redacción de The New York Times tras ser abucheado al
comienzo de una ceremonia de graduación en 2003 por denunciar la invasión de
Iraq y que el periódico me reprendiera públicamente por mi posición contra la
guerra, los periodistas y editores a los que conocía y con los que había
trabajado durante quince años bajaban la cabeza o se apartaban cuando estaba
cerca. No querían contagiarse del mismo virus que había liquidado mi carrera.
Las instituciones
dominantes –el Estado, la prensa, la Iglesia, los tribunales, la academia-
articulan el lenguaje de la moralidad pero sirven a las estructuras del
poder, sin que importe lo venales que sean, porque les proporcionan dinero,
estatus y autoridad. En épocas de angustia nacional –uno sólo tiene que mirar
a la Alemania nazi-, todas esas instituciones, incluida la academia, son
cómplices mediante su silencio o su colaboración activa con el mal radical. Y
nuestras propias instituciones, que se han sometido al poder corporativo y a
la ideología utópica del neoliberalismo , no son diferentes. Los individuos
solitarios que desafían el poder tiránico dentro de esas instituciones, como
vimos cuando miles de académicos fueron despedidos de sus trabajos e
incluidos en la lista negra de la era de McCarthy , fueron purgados y
convertidos en parias.
Todas las
instituciones, incluida la Iglesia, escribió Paul Tillich en una ocasión, son
inherentemente demoníacas. Y una vida dedicada a la resistencia tiene que
aceptar que la relación con alguna institución es a menudo temporal, porque
antes o después esa institución va a exigir actos de silencio u obediencia
que tu conciencia no va a permitir que aceptes. Ser rebelde es rechazar lo
que significa tener éxito en una cultura consumista- capitalista,
especialmente la idea de que nosotros somos siempre lo primero.
El teólogo James
H. Cone escribe en su libro “The Cross and the Lynching Tree” que para los
negros oprimidos la cruz era un “símbolo religioso paradójico porque invierte
el sistema de valores del mundo con la buena nueva de que la esperanza llega
a través de la derrota, que el sufrimiento y la muerte no tienen la última
palabra, que los últimos serán los primeros y los primeros los últimos”.
Cone continúa:
“Que Dios pudiera ‘crear de alguna manera una salida’ en la cruz de Jesús era
realmente absurdo para el intelecto, aunque profundamente real en las almas
de los negros. Los negros esclavizados que primero escucharon el mensaje del
evangelio se aferraron al poder de la cruz. Cristo crucificado manifestaba el
amor y la presencia liberadora de Dios en las contradicciones de la vida de
los negros, esa presencia trascendente en la vida de los cristianos negros
que les daba fuerzas para creer que, finalmente, en el futuro escatológico de
Dios, no serían derrotados por los ‘problemas de este mundo’, sin que
importara lo grande y penoso de su sufrimiento. Creer en esta paradoja, en
esta afirmación absurda de fe, era sólo posible en la humildad y el
arrepentimiento. No había lugar para los orgullosos y los poderosos, para
aquellos que piensan que Dios les ha llamado para dominar a los demás. La
cruz era la crítica de Dios al poder –al poder blanco- con el amor
desamparado, arrebatándole la victoria a la derrota”.
Reinhold Niebuhr
calificó esta capacidad para desafiar a las fuerzas de la represión como “una
locura sublime del alma”. Niebuhr escribió que “nada sino la locura combatirá
con el poder maligno y ‘la maldad espiritual en los altos lugares’”. Esta
sublime locura, según Niebuhr la entendía, es peligrosa pero vital. Sin ella,
“la verdad queda oscurecida”. Y Niebuhr sabía también que el liberalismo
tradicional era una fuerza inútil en momentos extremos. El liberalismo, decía
Niebuhr, “carece del espíritu del entusiasmo, por no decir fanatismo, que tan
necesario es para sacar al mundo de los caminos trillados. Es demasiado
intelectual y demasiado poco emocional como para ser una fuerza eficiente en
la historia”.
Los profetas de la
Biblia hebrea tenían esta sublime locura. Las palabras de los profetas
hebreos, como escribió Abraham Heschel , eran “un alarido en la noche.
Mientras el mundo está relajado y dormido, el profeta siente el estallido del
cielo”. El profeta, porque vio y contempló una realidad desagradable, se vio
obligado, como Heschel escribió, “a proclamar todo lo opuesto a lo que su
corazón esperaba”.
Esta sublime
locura es la cualidad esencial para una vida de resistencia. Es la aceptación
de que si te mantienes al lado de los oprimidos, vas a ser tratado como
ellos. Es la aceptación de que, aunque empíricamente todo por lo que luchamos
durante nuestra vida puede llegar a ser peor, nuestra lucha tiene en sí misma
valor.
Daniel Berrigan me
dijo que la fe es la creencia en que el bien atrae al bien. Los budistas lo
llaman karma. Pero él dijo que nosotros, como cristianos, no sabíamos hacia
dónde estábamos yendo. Confiábamos en que fuera hacia alguna parte. Pero no
sabíamos dónde. Estamos llamados a hacer el bien, al menos hasta que podamos
determinarlo y, después, a dejarlo ir.
Como Hannah Arendt
escribió en “Los orígenes del totalitarismo”, las únicas personas moralmente
fiables no son las que dicen “esto está mal” o “esto no debería hacerse”,
sino las que dicen “No puedo hacerlo”. Saben que como escribió Immanuel Kant:
“Si la justicia perece, la vida humana sobre la tierra ha perdido su
significado”. Y esto implica que, al igual que Sócrates, tenemos que llegar a
un lugar donde es mejor sufrir el mal que hacer el mal. Debemos ver y actuar
al mismo tiempo y, teniendo en cuenta lo que significa ver, esto necesitará
la superación de la desesperación, no por la razón, sino por la fe.
En los conflictos
que he cubierto vi el poder de esa fe, que subyace fuera de cualquier credo
religioso o filosófico. Esta fe es lo que Havel llamaba en su gran ensayo “El
poder de los indefensos” vivir en la verdad. Vivir en la verdad expone la
corrupción, las mentiras y engaños del Estado. Es la negativa a formar parte
de la farsa.
“No te conviertes
en ‘disidente’ sólo porque decidas un día emprender esta carrera tan
inusual”, escribió Havel. “Te lanzas a ella por tu sentido personal de la
responsabilidad, combinado con un complejo conjunto de circunstancias
externas. Te ves arrojado fuera de las estructuras existentes, y colocado en
una posición de conflicto con ellas. Empiezas por un intento de hacer bien tu
trabajo y terminas siendo calificado de enemigo de la sociedad… El disidente
no actúa en absoluto en el reino del poder genuino. No está buscando el
poder. No desea ocupar cargos y no busca reunir votos. No intenta encantar al
público. No ofrece nada y no promete nada. En todo caso, sólo puede ofrecer
su propia piel, y la ofrece únicamente porque no tiene otro modo de afirmar
la verdad que defiende. Sus acciones articulan sencillamente su dignidad como
ciudadano, sin que importe el coste”.
El largo, largo
camino de sacrificio y sufrimiento que llevó al colapso de los regímenes
comunistas se remontó a décadas. Quienes hicieron posible el cambio fueron
aquellos que habían descartado todas las nociones de lo práctico. No
intentaron reformar el Partido Comunista. No intentaron trabajar dentro del
sistema. Ni siquiera sabían que, en todo caso, sus pequeñas protestas,
ignoradas por los medios de propiedad estatal, sí lo lograrían. Pero en medio
de todo creían profundamente en los imperativos morales. Actuaron así porque
esos valores eran justos. No esperaban recompensa por su virtud; y, en
efecto, no obtuvieron ninguna. Fueron marginados y perseguidos. Y, sin
embargo, esos poetas, dramaturgos, actores, cantantes y escritores triunfaron
finalmente sobre el Estado y el poder militar. Atrajeron el bien hacia el
bien. Triunfaron porque, por intimidadas y rotas que estuvieran las masas a
su alrededor, su mensaje de desafío no cayó en saco roto. No pasó
inadvertido. El veloz redoble de la rebelión exponía constantemente el peso
muerto de la autoridad y la putrefacción del Estado.
En una fría noche
invernal de 1989, estuve con cientos miles de checoslovacos rebeldes en la
Plaza Wenceslao de Praga cuando la cantante Marta Kubisova se asomó al balcón
del edificio Melantrich. Kubisova había sido desterrada de las ondas en 1968
tras la invasión soviética por su desafiante himno “Plegaria por Marta”. El
Estado había confiscado y destruido todo su catálogo, incluyendo más de 200
singles. Había desaparecido de la escena pública. Pero, de repente, su voz
inundó esa noche la plaza. Concentrados junto a mí había multitud de
estudiantes, la mayoría de los cuales no habían nacido cuando ella
desapareció. Pero empezaron a cantar las palabras del himno. Las lágrimas
corrían por sus rostros. Fue entonces cuando comprendí el poder de la
rebelión. Fue entonces cuando supe que ningún acto de rebelión llega a desperdiciarse,
por inútil que pueda parecer en un determinado momento. Fue entonces cuando
supe que el régimen comunista estaba acabado.
“El pueblo
decidirá de nuevo su propio destino”, cantaba la muchedumbre al unísono con
Kubisova. (Nota del editor: Para ver las fotos de la revolución de 1989 en
YouTube y escuchar a Kubisoba cantar esa canción en una grabación de estudio,
pulse aquí .)
Los muros de Praga
estaban cubiertos aquel frío invierno con los carteles de Jan Palach. Palach
fue un estudiante universitario que se prendió fuego en pleno día en la Plaza
de Wenceslao el 16 de enero de 1969, para protestar por la represión del
movimiento por la democracia en el país. Murió tres días después a causa de
las quemaduras. El Estado intentó borrar rápidamente su acto de la memoria
nacional. No hubo mención alguna en los medios estatales. Una marcha fúnebre
de los estudiantes universitarios fue reprimida por la policía. La tumba de
Palach, que se convirtió en santuario, acabó siendo testigo de cómo las autoridades
comunistas exhumaron su cuerpo, incineraron sus restos y se los entregaron a
su madre a condición de que no colocara sus cenizas en ningún cementerio.
Pero no funcionó. Su desafío siguió siendo una bandera de lucha. Su
sacrificio impulsó a la acción a los estudiantes en el invierno de 1989. La
Plaza del Ejército Rojo de Praga, poco después de marcharme a Bucarest para
cubrir el levantamiento en Rumania, fue llamada a partir de entonces Plaza de
Palach. Diez mil personas acudieron a un acto de homenaje.
Nosotros, al igual
que los que se opusieron a la larga noche del comunismo, ya no tenemos
mecanismos dentro de las estructuras formales del poder que protejan o
promuevan nuestros derechos. Nosotros también hemos sufrido un golpe de
Estado llevado a cabo no por los inexpresivos dirigentes de monolítico
Partido Comunista sino por el Estado corporativo.
Podemos sentir,
frente a la despiadada destrucción corporativa de nuestra nación, de nuestra
cultura y nuestro ecosistema, que somos débiles e indefensos. Pero no lo
somos. Tenemos un poder que aterroriza al Estado corporativo. Cualquier acto
de rebelión, aunque lo emprendan unas pocas personas o sea duramente
censurado, socava ese Estado corporativo. Cualquier acto de rebelión mantiene
vivas las brasas para los movimientos más amplios que nos secunden. Trasmite
otra narrativa que, a la vez que el Estado va consumiéndose, atraerá cada vez
a un mayor número de personas. Quizá esto no se produzca durante nuestra
existencia. Pero si persistimos, mantendremos viva esta posibilidad. Si no lo
hacemos, se extinguirá.
El Dr. Rieux, en
la novela “La Peste” de Albert Camus, no se deja llevar por la ideología sino
por la empatía, por el deber de ocuparse de los que sufren sin que importe el
coste. Empatía, o lo que el novelista ruso Vasily Grossman llamaba “simple
amabilidad humana”, que en cualquier despotismo se convierte en un acto
subversivo. Poner en marcha esta empatía –empatía hacia los seres humanos
encerrados en jaulas a menos de una hora de nosotros [aquí, en Princeton],
empatía con las madres y padres indocumentados arrancados de sus hijos en las
calles de nuestras ciudades, empatía con los musulmanes que huyen de las
guerra que creamos y que son demonizados y expulsados de nuestras costas,
empatía con la gente pobre de color a la que la policía dispara en nuestras
calles, empatía con las niñas y mujeres traficadas para la prostitución,
empatía con todos aquellos que sufren a manos de un Estado que intenta
militarizar e imponer una crueldad bestial sobre los vulnerables, empatía con
el planeta que nos da la vida y que está siendo contaminado y saqueado para
el lucro- se convierte en un acto político e incluso peligroso.
El mal es real.
Pero también lo es el amor. Y en la guerra –especialmente cuando los pesados misiles
impactaban sobre las muchedumbres en Sarajevo , una visión tan horrenda que
hasta este mismo día no he podido tragar ni un pedacito de carne- puede
sentirse cuando los familiares buscan frenéticamente a sus seres queridos
entre los muertos y heridos; son los círculos concéntricos de la muerte y el
amor, de la muerte y del amor, como los anillos de la explosión de un horno
cósmico.
Flannery O’Connor
reconoció que una vida de fe es una vida de confrontación: “San Cirilo de
Jerusalén, para instruir a los catecúmenos, escribió: ‘El dragón se sienta
junto al camino, observando a los que pasan. Cuidad que no os devore. Vamos
hacia el Padre de las Almas, pero es necesario pasar junto al dragón’. No
importa la forma que adopte el dragón; es este misterioso pasar a su lado, o
entre sus mandíbulas, de lo que seguirán tratando los relatos de cierta
profundidad, y al ser así, exige de un considerable valor en cualquier
momento, en cualquier país, para no darle la espalda al relator de
historias.”
Aceptas el dolor
–por quien no puede sentirse profundamente apenado por el estado de nuestra
nación, el mundo y nuestro ecosistema- porque sabes que en la resistencia hay
un bálsamo que conduce a la sabiduría, y si no a la alegría, a una extraña y
trascendente felicidad. Sabes que si resistimos mantenemos viva la esperanza.
“He templado mi fe
en el Infierno”, escribió Vasily Grossman en su obra maestra “Vida y
destino”. “Mi fe ha surgido de las llamas de los crematorios, del hormigón de
la cámara de gas. He visto que no es el hombre el que es impotente en la
lucha contra el mal, sino que es el poder del mal el impotente en la lucha
contra el hombre. En la impotencia de la bondad, de la bondad sin sentido,
está el secreto de su inmortalidad. Nunca podrá ser vencida. Cuanto más
estúpida, más sin sentido, más indefensa pueda parecer, más inmensa es. El
mal es impotente ante ella. Los profetas, líderes religiosos, reformadores,
líderes sociales y políticos son impotentes ante ella. El amor ciego y mudo
es el sentido del hombre. La historia del hombre no es la batalla del bien
luchando para superar al mal. Es la batalla librada por el gran mal luchando
para aplastar la semilla de la bondad humana. Pero si ni siquiera ahora lo
humano ha podido ser aniquilado en el ser humano, entonces el mal nunca
vencerá”.
-http://rebelion.org/noticia.php?id=225748
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-Chlimper y las altas tasas de interés
-Pedro Francke
-En las últimas
semanas, varios países vecinos han bajado sus tasas de interés. Lo ha hecho
Chile, lo ha hecho Colombia y lo ha hecho Brasil. El Perú no. Acá el BCR,
dirigido por Julio Velarde con la notoria participación de los fujimoristas
José Chlimper y Rafael Rey, mantiene alta su tasa de interés.
¿Por qué otros
países sí han bajado sus tasas de interés? Tras la caída de los precios
internacionales de las materias primas, el crecimiento económico se ha
frenado en toda la región. En condiciones de una economía frenada, la
política económica debe responder dando un empuje a nivel macro, y la
reducción de tasas de interés es precisamente la forma de hacerlo más
practicada a nivel mundial. Con menores tasas de interés, es más fácil y rentable
financiar nuevos proyectos de inversión privados, y los consumidores que
tienen deudas en sus tarjetas de crédito o por sus casas y carros también se
ven beneficiados, lo que promueve el consumo.
Cuando el shock
financiero de 2008 se trajo abajo la economía norteamericana el FED, el banco
central gringo, rebajó las tasas a cero y recién empezó a subirlas seis años
después. También lo hizo el banco central europeo, con una lamentable demora,
como antes lo había hecho el Banco de Japón.
El Perú debiera
haber reducido sus tasas de interés hace rato. Nuestra economía urbana ha
dejado de crecer ya hace un buen tiempo, trayéndose abajo la generación de
empleos, por lo que el desempleo aumenta. La industria está en rojo por más
de dos años, es decir, que en vez de aumentar su producción la va
disminuyendo. Con la construcción sucede algo parecido. Tras los desastres
del primer trimestre, la situación económica se ha agravado. Necesitamos
reactivar la economía y el BCR debiera ayudar. Pero no lo hace.
El fujimorismo es
co-responsable de esta política. La mayoría fujimorista en el Congreso, voto
de Kenji incluido, eligió como directores del BCR a José Chlimper, actual
secretario general de FP, a Rafael Rey, que no sabe nada de economía pero fue
fiel defensor de Alberto Fujimori durante su dictadura, y a Elmer Cuba. Ellos
también son responsables de estas malas decisiones del BCR que frenan nuestra
economía manteniendo altas las tasas de interés.
-http://diariouno.pe/columna/chlimper-y-las-altas-tasas-de-interes/
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-Dispararse al pie
-Luis Davelouis
-La historia del
Perú está marcada por decisiones políticas y estratégicas que tuvieron un
efecto contrario al pretendido. Keiko y los audios; PPK arrodillado en casa
de Cipriani. El costo y riesgo eran tan altos que uno no se explica cómo fue
que nadie lo vio. En el más reciente episodio de “pero ¿qué podría salir
mal?” hay asesores de PPK que piensan que indultar a Fujimori es una buena
idea.
Es una idea
pésima.
Indultar a
Fujimori es traicionar a quienes votaron por PPK para que no gane Keiko y
evitar que, entre otras cosas, indulte a su padre. Es quedarse sin soga ni
cabra; es esperar que alguien te felicite por el gol que acabas de meter en
tu propio arco cuando con seguridad tu equipo te dará la espalda y el
contrario celebrará burlándose de ti. Si el entorno presidencial cree que
indultando a Fujimori su “bankada” los va a dejar trabajar en paz, está
soñando.
Entiendo la
urgencia: el fujimorismo –a través de Galarreta y Bartra– ya se anima a
cuestionar la legitimidad de PPK sin decir “fraude” (aún).
Mejor, ¿por qué no
mandar a su casa a Fujimori en una suerte de arresto domiciliario, aunque
haya que inventar el marco jurídico? Además, el indulto no procede, pues ni
el secuestro ni las violaciones graves a los DD.HH. se pueden indultar. Aun
sin indultarlo, ello desarma la coartada fujimorista de la inquina
presidencial, dejaría sin piso a muchos de los ataques de la mototaxi y
frente a la opinión pública haría más evidente que actúan por piconería.
El arresto
domiciliario es mucho más fácil de fundamentar: no lo perdonamos porque esa
atribución correspondería solo a sus víctimas. No borramos sus delitos. Se le
manda a su casa porque es un ex presidente pero, sobre todo, porque es un ser
humano al final de su vida y la justicia no es venganza.
-http://peru21.pe/opinion/luis-davelouis-dispararse-al-pie-2279067
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-Gustavo
-Mirko Lauer
-Durante un
decenio compartí con Gustavo Mohme Llona una vasta oficina en el segundo piso
de Camaná 320, donde ya entonces empezaba a faltar espacio para una empresa
en expansión. Mi escritorio ocupaba una esquina, donde yo ya escribía esta
columna. Que aceptara compartir ese aposento era un gesto de confianza por
parte del director del diario.
Nunca descifré si
le gustaba más ser periodista, político, o congresista. Entre las tres
actividades se iba su jornada de trabajo, y todas lo apasionaban. Por su oficina
pasaba gente de los tres mundos, en lo que para Gustavo era una conversación
continua sobre proyectos, campañas, alianzas, titulares o preparaciones para
el hemiciclo.
Su percepción de
la tarea izquierdista ciertamente era unitaria. A lo largo de los años lo
pude ver impulsando iniciativas conjuntas de todas las fuerzas, alianzas
electorales, proyectos multipartidarios, actividades para mantener La
República a flote, y ciertamente sus propias campañas para seguir en el
Congreso. Es obvio decir que ahora sería de enorme utilidad.
De la docena de
ingenieros y empresarios, una mayoría de ellos amigos suyos, que fundaron
este periódico a su lado, sin duda Gustavo fue el que más creyó en la
importancia de la prensa para las posiciones progresistas en la política. En
este sentido no solo participó en su fundación, sino que además lo refundó.
Con su paso a la propiedad total de la empresa La República se convirtió en
otro tipo de periódico.
Fue un socialista
moderado, en quien siempre percibí un rastro de su paso por el ala izquierda
de Acción Popular. Pero aun así estaba siempre abierto a entenderse con
posiciones mucho más radicales. Lo suyo era el frentismo popular, y en efecto
pudo participar en su auge desde los años 80. Con ideas amplias, ánimo generoso,
y un diario en la mano, fue un personaje central en ese proceso.
El tiempo que
estuvimos confinados a una misma oficina pasó cómodamente, pues ni él
aprovechó la cercanía geográfica y personal para tratar de influir en lo que
yo escribía, ni yo aproveché mi ubicación estratégica para hacer acopio de
datos confidenciales de sus numerosos emprendimientos. Era el jefe, pero
sobre todo éramos amigos.
-http://larepublica.pe/impresa/opinion/868973-gustavo
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-Reconstrucción o frustración
-Nelson Manrique
-Ha pasado lo peor
de la emergencia nacional y debe comenzarse la reconstrucción. Limitarse a
devolver las cosas a su estado anterior sería una invitación a nuevos
desastres. Las enormes pérdidas humanas y materiales sufridas han desnudado
la imprevisión, ausencia de planificación, irresponsabilidad y la corrupción
en distintos niveles de la administración pública que hicieron posible que la
catástrofe tuviera el impacto que ha tenido. No fue una catástrofe imprevisible.
La presencia del Niño es estacional y, como sabemos, por las características
de nuestro territorio, cada cierto número de años debemos enfrentar huaicos,
lluvias incontrolables, inundaciones y sequías catastróficas. Esta es una
realidad que nos acompaña desde hace milenios, como nos lo enseñan las
investigaciones arqueológicas que testimonian el terrible impacto de los
Meganiños, en las crisis generales de la gran cultura moche.
Al mismo tiempo
que se debe afrontar la atención de las necesidades urgentes de las víctimas
y damnificados del desastre, debe planificarse la reconstrucción con una
visión de mediano y largo plazo, que permita controlar lo controlable,
prevenir lo previsible, reducir el impacto de los desastres y estar mejor
preparados para afrontar las futuras emergencias telúricas que, más allá de
nuestra voluntad, se presentarán inevitablemente.
La calidad del
proceso de reconstrucción que se va a empezar está por definirse: si este va
a cambiar las cosas, o se va a limitar a vistosas obras de ingeniería, o se
va ir más allá, sentando las bases para una nueva relación entre la
Naturaleza, la sociedad y el Estado, o si este va a ser otro desmoralizador
capítulo de dispendio y corrupción. La propuesta de reconstrucción que el
gobierno ha entregado a la opinión pública como un proyecto de ley, que en
este mismo momento debe estarse discutiendo en el Parlamento (escribo este
texto el lunes en la mañana), contiene elementos que deben ser motivo de
preocupación.
Verónika Mendoza
ha enviado una carta al presidente Kuczynski puntualizando algunos serios
problemas contenidos en la propuesta gubernamental (http://bit.ly/2pto5o3).
El presidente anunció que no se iba a nombrar un “Zar” para la
reconstrucción, pero el proyecto de ley que ha presentado crea una Autoridad
con un Director enormemente parecido a un “Zar”, investido de poderes que lo
ponen más allá de la fiscalización imprescindible cuando se va a ejecutar
proyectos que comprometen miles de millones de dólares. Este es un tema
especialmente sensible cuando el país está inmerso en el escándalo Odebrecht,
que involucra a algunas de las más importantes constructoras peruanas en
actos de corrupción multimillonaria, que podrían ser postores en las futuras
licitaciones.
Este Director de
la reconstrucción, escribe Mendoza, “tendrá poder y discrecionalidad casi
absolutos, por encima de los gobiernos descentralizados y demás entidades
públicas”. De por medio está el propósito del gobierno de captar inversiones
para dinamizar la economía: “Con el argumento de facilitar la inversión
privada se anula una serie de procedimientos administrativos y se llega al
extremo de restringir la supervisión y los controles, abriendo las puertas a
la corrupción”.
Es urgente poner
en marcha la reconstrucción. Pero la dinamización de la economía no debiera
hacerse “aligerando” los controles administrativos e invitando a la
corrupción con medidas que eliminan la necesaria fiscalización: “se plantea
que se pueda contratar de manera discrecional bienes, servicios, obras y
consultorías y se le prohíbe a la Contraloría hacer control posterior (sic),
se le prohíbe evaluar las decisiones técnicas (sic), y encima se señala que
los funcionarios responsables de estas decisiones no podrán ser evaluados ni
sancionados”.
Esta es una
propuesta tecnocrática que no contempla la participación de los gobiernos
descentralizados, la sociedad civil y de los afectados y damnificados, ni
siquiera para la identificación de las necesidades. Como subraya Verónika
Mendoza: “Una propuesta enfocada en grandes obras de infraestructura que
serán entregadas a grandes constructoras sin mayor control, ya conocemos esa
historia”.
En conclusión,
esta es una encrucijada en la que el gobierno puede encauzar sus esfuerzos
sentando las bases para realizar cambios profundos, o limitarse a brindarnos
más de lo mismo. “Esta es la oportunidad, Sr. Presidente, de tener un Plan de
reconstrucción con verdaderos cambios, con una estrategia de adaptación al
cambio climático, asignándole un rol central al Ministerio del Ambiente,
impulsando un proceso de ordenamiento territorial, generando mayor calidad de
vida. Esta tarea no puede hacerse de espaldas a la gente sino con ella y sus
autoridades, democráticamente. Es la oportunidad de fortalecer la
institucionalidad, articular los distintos niveles de gobierno pensando en el
largo plazo, en el futuro. No podemos repetir los errores del pasado. Estamos
a tiempo de corregir el rumbo”.
-http://larepublica.pe/impresa/opinion/868977-reconstruccion-o-frustracion
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-La última tarde
-Rocío Silva Santisteban
-“Lo mejor de la
burguesía son su vino y sus mujeres”. Esta frase machista, atribuida a Lenin,
es la justificación que usa Ramón para explicarle a Laura, su ex esposa aún
no divorciados, por qué se enamoró de ella. Se han encontrado en Barranco
ante un juzgado para firmar su divorcio, y se vuelven a ver después de 19
años de ausencia radical.
Ramón es parco,
contenido, con una violencia interna que disimula al principio por su aire
melancólico, pero que finalmente sale como un géiser, incontrolable. Laura es
fina, linda, independiente, ultra-trabajadora, contestando el celular a cada
rato, pero tiene un secreto que pretende borrar cuando, todos lo sabemos, esa
memoria oscura será siempre parte del núcleo duro de nuestra identidad.
Un amor de dos
terrucos. Eso podría decir de manera banal cualquier comentarista
superficial, pero la película “La última tarde” no es solo eso, es la
historia de un diálogo verdaderamente profundo entre dos seres humanos que,
con distancia y miedo, empiezan a entender lo que vivieron juntos, la
responsabilidad del pasado, los reclamos que nunca se hicieron, las culpas
que no se limpian, a través de las palabras.
Como diría
Emmanuel Levinas: el rostro del otro se convierte en aquello que debemos
asumir como propio. En la película de Joel Calero la conversación, poco a
poco, va cobrando una dimensión humana con la textura de los diálogos que él
ha escrito y re-escrito junto a los actores, y que estos actores han podido
encarnar con una fluidez realmente asombrosa.
Lucho Cáceres, el
protagonista principal en una performance verdaderamente para el recuerdo,
dice que su papel era el de una persona enmierdada. Fuerte pero cierto. Y que
la única manera de poder “meterse en el papel” de un personaje que al
principio detestó e imaginó como un diablo con cola, fue leyendo. Leyendo La
cuarta espada de Santiago Roncagliolo y Los rendidos de José Carlos Agüero,
sobre todo, el ensayo-autobiográfico de este último. De esta manera sacó a su
personaje del estereotipo y pudo entender los miedos y el asombro. O como
dice Katerina D’onofrio sobre su personaje: “al final estamos hablando de dos
seres humanos tratando de perdonarse”.
El perdón no
aparece de la nada, es un proceso difícil que debemos arrancar al tiempo. A
veces es imposible porque la rabia ahoga cualquier intento de reconciliación.
“La última tarde” debería ser una metáfora de lo que somos el Perú ahora;
pero tampoco lo es: es solo una de tantas historias. Pero una historia tan
bien contada que nos atraviesa y nos conmueve.
Hay que ir este
fin de semana a ver esta película sobre dos peruanos que se aman y odian y se
envuelven en sus pasiones, caen, se rinden, tienen miedo y escapan, pero
siguen andando, a pesar de la muerte a su alrededor. Pavese lo decía: “¿qué
es un cadáver sino un resto de demasiados despertares?”.
-http://larepublica.pe/impresa/opinion/868975-la-ultima-tarde
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-Fondos de AFP y El Niño costero
-Jorge Guillén
-A raíz de las
consecuencias negativas del Niño costero, se han presentado una serie de
disposiciones que podrían afectar la naturaleza y comportamiento a largo
plazo de los fondos privados de pensiones. Entre ellos, el proyecto de ley
que permitiría a los afiliados que residan en zonas afectadas disponer de
hasta el 20% de sus fondos.
En mi opinión,
este tipo de medidas tiene una rentabilidad política más que una económica.
Se trata de iniciativas que tratan de aliviar una situación pero no resuelven
en nada el problema previsional en el país. Una medida facilista de libre
disponibilidad solo permitiría un alivio de liquidez de corto plazo pero con
consecuencias negativas en el largo plazo, ya que se estaría limitando el
ahorro previsional.
En finanzas,
Berger propone una hipótesis llamada ‘skimping’, que es básicamente buscar
retornos cortoplacistas pero con consecuencias negativas en el largo plazo, y
que pueden llevar a la quiebra a entidades financieras. Si vamos a la
analogía, algo similar se estaría aplicando en el sistema privado de
pensiones de capitalización individual. Y es que estas medidas pueden traer
problemas para los futuros pensionistas, como tener una tasa de reemplazo tan
baja como la chilena.
En Chile, el
debate sobre las AFP viene por una baja tasa de reemplazo cercana al 30%.
Ello implica que un jubilado reciba un 30% de sus últimos sueldos, lo que
genera malestar y despierta suspicacias en algunas bancadas políticas que
usan al SPP como caballo de batalla. En el Perú, la tasa de reemplazo es de
alrededor del 50%. No obstante, leyes como las publicadas el año pasado que
permiten retirar el 25% del fondo para financiar un inmueble o el 95,5% al
cumplir los 65 años, la reducen.
Según fuentes de
la Asociación de AFP y la SBS, más de 40.000 afiliados han usado ya el 25% de
sus fondos para vivienda. Asimismo, la morosidad tiene una tendencia al alza,
ya que la disposición despertó también el ‘skimping’ de los bancos al verse
incentivados por más colocaciones hipotecarias.
En el caso del
retiro del 95,5%, la cifra llega a 92.000 afiliados (que representa un 95%
del universo de recientes jubilados que no va a tener pensión). El total
acumulado de retiro por esta modalidad fue de S/5.000 millones. ¿A dónde se
fue este dinero? No a depósitos, ya que según el BCR, los depósitos crecieron
en 2,2%, que representan S/2.000 millones. Entonces, la mayor parte del
retiro de fondos de pensiones puede haberse ido al pago de créditos o al
consumo, lo que desnaturaliza su fin.
En el caso de la
propuesta para que los afectados por desastres naturales puedan retirar un
20% de sus fondos, esta iniciativa perjudicaría principalmente a los
afiliados que retiren sus fondos. Se calcula que unos 107.000 afiliados
podrían estar ubicados en zonas afectadas (los cuales representan a un 2% del
total de afiliados). Sin embargo, la cifra sería aun menor, dado que en estas
zonas lamentablemente prima el empleo informal, con lo cual los trabajadores
no estarían afiliados a ningún sistema de pensiones.
La SBS ha lanzado
un estudio sobre la falta de cultura de ahorro y también podemos deslindar, a
raíz de los comportamientos descritos arriba, que hay una carencia de cultura
previsional que debería ser llevada a cabo en el currículo de las escuelas.
El gobierno debe reunir a los mejores técnicos y con un buen presupuesto para
tratar de realizar los arreglos en el sistema que sean correctamente
comunicados, y que permitan generar valor compartido entre afiliado y AFP.
-http://elcomercio.pe/opinion/colaboradores/fondos-afp-y-nino-costero-jorge-guillen-noticia-1986436
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-La reforma electoral en debate
-Francisco Távara Córdova
-A menos de un año
de que deban convocarse las elecciones regionales y municipales del 2018, aún
está en debate la aprobación de una reforma electoral que corrija los vacíos,
deficiencias y contradicciones todavía presentes en nuestras normas
electorales. Y si alguna lección dejó el complejo proceso electoral del 2016
es que, si bien la reforma electoral es urgente, no deben aprobarse cambios
cuando ya fue convocado un proceso electoral.
Fue con ello en
mente que, durante los cuatro años que tuve el honor de presidir el Jurado
Nacional de Elecciones (JNE), la reforma electoral fue un eje central de la
gestión. Incluso, ya desde el año 2011 el JNE había presentado al Congreso de
la República un proyecto de código electoral y otro de código procesal
electoral.
Recientemente, el
JNE presentó un nuevo anteproyecto de código electoral, esfuerzo que me
parece loable. Por su parte, el Congreso de la República está trabajando con
el mismo objetivo. El grupo de trabajo para la reforma de la legislación
electoral, formado al interior de la Comisión de Constitución y Reglamento,
ha emitido ya un primer documento y ya está a punto de aprobar su informe
final. Lo que se plantea es, en mi opinión, la mejor opción para reformar la
legislación electoral: aprobar un único instrumento normativo, un código
electoral.
Ahora bien, si
analizamos algunas de las propuestas en específico debatidas en el grupo de
trabajo, vemos que una de ellas ha sido que se declare la vacancia
presidencial como posible consecuencia frente al incumplimiento del plan de
gobierno. Sin embargo, si bien todo plan de gobierno debe ser el marco para
el ejercicio de una gestión, el balance que se efectúa de manera externa a la
institución presidencial no puede tener los mismos alcances cuando ya se
ingresó a ejercer el cargo. Muchas veces surgen situaciones inesperadas.
Pensemos, por ejemplo, en las recientes inundaciones y la subsecuente
emergencia en nuestro país, imprevisible en esta magnitud.
Debe recordarse,
además, que declarar la vacancia de quien ejerce un cargo de tal envergadura
como la Presidencia de la República debe ser siempre una situación
excepcional. Las causales que establece el artículo 113 de la Constitución se
derivan de imposibilidades físicas permanentes para el ejercicio del cargo (muerte
u otras) e incapacidad moral; desaparición de la voluntad para desempeñar la
función (renuncia) o incumplir con exigencias específicas para salir del país
(permiso del Congreso). Otras razones provienen del artículo 117, por faltas
de gravedad (como la traición a la patria o impedir las elecciones). Se
trata, en todos los casos, de una lista cerrada de causales, derivadas de
imposibilidades o de conductas de especial gravedad, y bien delimitadas.
¿Incumplir el plan de gobierno respondería a la misma configuración y
razones?
¿Cualquier
incumplimiento podría generar la vacancia? ¿Hablar de manera general de
“incumplir el plan de gobierno” para vacar es compatible con los principios
de legalidad y tipicidad que deben regir en la imposición de toda sanción?
¿Se podría declarar durante todo el período de gobierno? ¿Quién sería la
autoridad competente para declararla?
Otra propuesta en
debate es que las organizaciones políticas solo puedan recibir aportes de
personas naturales, y no de personas jurídicas. No está claro, no obstante,
cómo una prohibición de este tipo sería prioritaria para mejorar las
condiciones del financiamiento de las organizaciones políticas. Una apuesta
central, en cambio, sí debe ser la transparencia y bancarización de los
aportes, junto a un sistema de infracciones y sanciones efectivas que
obliguen a declarar las finanzas. También debe incidirse en hacer
responsables a las organizaciones políticas con sanciones distintas a las
económicas, planteando la suspensión o posible cancelación de su inscripción
(en caso de reincidencia).
Una tercera
propuesta es que se exija un período mínimo de afiliación para postular a
cargos de elección popular, con lo que se buscaría eliminar la participación
de los llamados “invitados”. Si bien ello coincide con reforzar la relación
entre el partido y el candidato, no está claro si ese vínculo realmente se
generaría con la sola exigencia de un periodo mínimo de afiliación. En
contraste, existen otras medidas mucho más efectivas para dicha finalidad,
como la eliminación del voto preferencial o la verdadera realización de
elecciones internas para que los partidos elijan a sus candidatos, con
participación de los organismos electorales.
Finalmente, si
bien otros temas ya abordados por el grupo de trabajo como la democracia
interna o el financiamiento político deben ser priorizados, deberían
evaluarse también los requisitos e impedimentos para ser candidatos: personas
condenadas por terrorismo, narcotráfico u otros delitos de gravedad deberían
ver limitado –en una restricción razonable constitucionalmente– su derecho de
participación política, como hoy se plantea en la Ley de Carrera Judicial o
de la Ley de Carrera Pública Magisterial, para los jueces y los docentes,
respectivamente.
El actual Congreso
tiene una gran responsabilidad histórica: reformar cualitativamente la
legislación electoral. Esperemos que esta vez se logre generar los consensos
necesarios para ello.
-ttp://elcomercio.pe/opinion/colaboradores/reforma-electoral-debate-francisco-tavara-noticia-1986493
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-¿Se salvó Francia?
-Ian Vásquez
-Tras las
elecciones del domingo, la derechista Marine Le Pen y el centrista Emmanuel
Macron pasaron a segunda vuelta. Todo indica que Macron será el próximo
presidente y que Francia evitará el golpe antisistema nacionalista que
representa la otra candidata. Dado el peso de Francia, la Unión Europea
también parece que se salvará de una presidenta francesa que prometió
rechazarla.
Aunque quizás
muchos no lo vean así, ni los franceses ni los europeos tienen mucho que
festejar. Eso se debe a que, en los últimos años, ha surgido un sentimiento
popular fuerte en contra del ‘establishment’ francés que incluye tendencias
extremistas de izquierda y de derecha que no podemos esperar se moderen bajo
un presidente Macron.
De hecho,
alrededor del 75% de los votantes rechazó a los partidos tradicionales,
convirtiendo la elección final en la primera en que no participará por lo
menos un representante de estos partidos desde que se fundó la Quinta
República en 1958. Un 21% votó por Le Pen y un 20% votó por Jean-Luc Mélenchon,
el candidato abiertamente chavista que prometía aliarse con Venezuela y Cuba.
Es decir, un 41% de los votantes franceses respaldó a candidatos que proponen
alguna combinación de las siguientes ideas: abandonar la UE y optar por el
proteccionismo; cerrar las fronteras a la inmigración; implementar un
impuesto del 100% a la renta máxima; despojar de la nacionalidad francesa a
quienes tienen dos nacionalidades si son sospechosos de extremismo islámico;
rechazar los tratados de libre comercio; un acercamiento a la Rusia de Putin;
un incremento de la gigantesca burocracia francesa; sacrificio de libertades
civiles en la guerra contra el terrorismo; etc.
Algo tiene que
estar bien podrido en Francia para que tantos franceses repudien las
políticas y los valores que hasta ahora supuestamente ha representado. El
sistema ya no está funcionando. Ha producido un desempleo alto y de larga
duración –10% en general, 25% para los jóvenes– y bajo crecimiento –fue de
1,1% el año pasado–.
Para muchos
franceses, la culpa viene del exterior: de la globalización y de la UE. En
realidad, el origen de la mayoría de los problemas es nacional. El Estado es
enorme e insostenible. El gasto público ha llegado al 57% del PBI, el segundo
más alto en la zona euro, y los impuestos a la renta se encuentran entre los
más altos del mundo. Las regulaciones laborales están entre las más rígidas
de Europa. El Estado benefactor se ha convertido en un monstruo que va
consumiendo cada vez más recursos a la vez que desalienta el trabajo. Un estudio
encontró que hace diez años tan solo el sistema público de pensiones había
generado una deuda implícita de más de 350% del PBI, cifra que sin duda ha
crecido.
Ante la falta de
oportunidades y el pobre desempeño económico, la élite gobernante ha sido incapaz
de implementar reformas. Irónicamente, ha sido Francia la que ha intentado
exportar esta enfermedad a otros países de la UE. Ha desalentado reformas en
otros países que quieren reducir su nivel de gastos e impuestos y ha querido
centralizar más decisiones en Bruselas donde tiene mucho poder.
Los franceses
tienen razones para desconfiar de la UE. Luego de que rechazaron la
Constitución europea en el 2005, la élite la renombró el Tratado de Lisboa y
la impuso. Esa actitud oficial está detrás del llamado déficit democrático
que aflige a Europa –y especialmente a Francia– y que tanto ha hecho por
fomentar el extremismo europeo.
Un presidente
Macron, que en sí solo promete algunas reformas moderadas, gobernará sin
mayoría en el Parlamento. Por lo tanto, podemos esperar más de lo mismo. Un
pronóstico desalentador.
-http://elcomercio.pe/opinion/mirada-de-fondo/se-salvo-francia-ian-vasquez-noticia-1986516
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-Siria y el desgajamiento del mundo árabe
-Pedro García Hernández
-A más de seis
años de guerra impuesta, Siria es ahora el dramático ejemplo de un mundo
árabe desgajado en el tiempo donde, salvo pocas excepciones, la solidaridad y
la defensa de las soberanías pasaron a un segundo plano.
A principios del
2012, cuando Estados Unidos tenía listos centenares de misiles Crucero para
bombardear el país,y tan de prisa como la mayoría de los diplomáticos
occidentales, una buena parte de las embajadas árabes fueron cerradas y se
unieron al feroz proyecto de destrozar a Siria.
El veto de Rusia
en el seno del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas detuvo los
intentos de promover la continuación de la llamada Primavera árabe de
nefastas consecuencias en Iraq y Libia, entre otras trágicas situaciones de
índole social y económica.
Aun así, el vasto
proyecto para desmembrar y desarticular a Siria continuó promovido desde
Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Turquía y el tácito respaldo de la
Liga Arabe y las monarquías del denominado Golfo Pérsico.
Salvo excepciones,
ninguna voz se alzó para cuestionar, al menos, la presencia de tropas turcas
en el norte de la provincia siria de Alepo desde 2016 y la de militares
estadounidenses en las de Hasaka y Raqqa.
Tampoco ocurrieron
señalamientos y se guardó un silencio cómplice cuando a principios de abril
del presente año efectivos estadounidenses y jordanos irrumpieron en la de
Sweida, al sur de Damasco, o ante los esporádicos pero continuos ataques de
la aviación sionista al norte de las tierras sirias ocupadas de las Alturas
del Golán.
Sin precedente
alguno en la convulsa historia del Medio Oriente, la guerra impuesta le ha
costado a Siria más de medio millón de muertos, mutilados y heridos, una
cifra superior a los 200 mil millones de dólares en pérdidas económicas y el
desplazamiento dentro y fuera del país, de casi 12 millones de personas.
Desde Arabia
Saudí, Qatar y Turquía llegaron las armas y los hombres que respaldaron la
actuación de más de 100 grupos terroristas y la destrucción de Siria fue el
objetivo principal, soslayando en buena medida, la causa palestina o el
enfrentamiento al régimen sionista de Israel.
Entre 2011 y 2016,
sin otros 'enemigo a la vista', las monarquías saudí y qatarí aumentaron como
promedio en un 200 por ciento el gasto militar y llegaron a más de 13 mil
millones de dólares, cifras significativas y a las que se unieron con
volúmenes superiores a los mil millones de dólares, Omán y Kuwait.
El por ciento del
Producto Interno Bruto (PIB) de Arabia Saudí y Omán, por ejemplo, supera seis
veces la media mundial en ese indicador, dedicados en buena parte los planes
contra Siria, Yemen y Bahrein.
Al mismo tiempo,
esos regímenes alentaron desde 2011 la 'suspensión' de Siria de la Liga
Arabe, cuya jefatura detentaba hasta ese instante el actual mandatario sirio,
Bashar al Assad, convirtiéndose así en 'la caja de resonancia' de los planes
de Washington y las antiguas metrópolis coloniales como el Reino Unido y
Francia y los afanes 'nostálgicos del antiguo Imperio Otomano de Ankara.
A ese barraje de
ostentoso 'poderío bélico' se sumó una campaña mediática sin precedentes
desde el canal qatarí Al Jazeera, con ecos en el llamado Observatorio Sirio
de Derechos Humanos en Coventry, Reino Unido, y los medios de comunicación
más reaccionarios de Europa Occidental.
En estos años de
implantación del pánico y el terror, la gestión de la Liga Arabe, en cumbres
sucesivas en Mauritania y Jordania, no logró suficientes consensos para una
búsqueda real de la paz en Siria y en ningún momento dedicó 'tiempo y
esfuerzos' al diabólico bloqueo comercial contra esta nación o al veto casi
absoluto a sus fuentes comunicacionales vía satélite.
Las 'causas
comunes' minímamente solidarias no ocuparon espacios para quienes, sobre la
base de los petrodólares, incrementaron además, la exacerbación sin límites
de discrepancias de base confesional en una obvia manifestación contra la
mayoría de los pueblos árabes que constituyen con sus más de 350 millones de
habitantes, el cinco por ciento de la población mundial.
Las causas contra
Siria la fueron cercando sobre todo cuando en 2009, el presidente Al Assad
decidió no aceptar el proyecto qatarí-estadounidense para construir un
oleoducto de más de cinco mil kilómetros para conducir el petroleo y el gas
desde Iraq y a través del territorio sirio, hacia el puerto israelí de Haifa.
La dudas sobre el
papel saudí y qatarí, en estrecha alianza con Washington, Londres y París, se
han disipado, tanto en el seno de las Naciones Unidas como en las
negociaciones por poner fin a la crisis en Ginebra, Suiza o en Astaná,
Kazajastán, promovidas estas últimas por la sensatez de Rusia e Irán.
Con estos
elementos y sobre los que faltarían incluso aún más detalles y acciones,
Siria es el más evidente ejemplo del desgajamiento del mundo árabe, desunido,
disperso e históricamente desvanecido por las ansias de poder político basado
en una injusta distribución de las riquezas naturales y bajo la sombra
persistente, tenaz y caótica de las potencias que quieren dirigir el mundo
según sus intereses.
Por tanto, la guerra
impuesta a Siria es una masacre de gente que no se conoce para provecho de
gente que sí se conoce pero no se masacra.
-http://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=81091&SEO=siria-y-el-desgajamiento-del-mundo-
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