Ciudad de la furia - Patricia del Río
Contra el presente vergonzoso - César Lévano
El legado de Joaquín - Augusto Álvarez Rodrich
La investigación, ¿tiene miga? - Mirko Lauer
La república cleptocrática II - Agustín Haya de la Torre
Poder y corrupción - Alberto Adrianzén
“Tiemblan más ustedes al proferir esta sentencia que yo al recibirla” - Luis Carlos Muñoz Sarmiento
Toda la verdad - Sinesio López
Todo se mueve - Luis Davelouis
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Cásese quien pueda
Diego Macera
Hace casi 100 años
se aprobó el matrimonio civil para todos los peruanos. Antes de que el
senador Guillermo Billinghurst presentase su proyecto de ley en 1896, en el
Perú solo tenían validez legal los matrimonios religiosos católicos. La
iniciativa de Billinghurst fue resistida por sectores conservadores por largo
tiempo –el obispo de Ayacucho, Fidel Olivas, la llamó “torpe concubinato
cubierto de ley” en 1903–, pero eventualmente triunfó.
Hoy el Perú debate
nuevamente la extensión de los beneficios del matrimonio a sectores fuera de
la sociedad tradicional. Esta vez ya no se trata de los no católicos, sino de
los homosexuales. Las parejas gay demandan –con justicia– el acceso a los
derechos exclusivos del club de los casados que da el Estado. Los herederos
del padre Olivas se oponen a su incorporación.
Pero ¿y qué si la
discusión no se plantea tanto en función a quién puede o no puede entrar al
club y, más bien, se plantea en función a las reglas del club y al monopolio
de derechos que este tiene? En esta perspectiva, la raíz del problema está en
que el Estado ha definido arbitrariamente un molde único de matrimonio para
todos.
El matrimonio
civil es, siempre, entre dos personas, de diferente sexo, con derechos y
responsabilidad predeterminados, sin período de expiración, con causales de
divorcio preestablecidas, con una sociedad de gananciales y repartición de
herencia que siguen reglas inmutables.
Aquí es donde vale
la pena preguntarse: ¿y por qué? Entre personas adultas, en realidad, uno
puede perfectamente imaginarse un contrato de matrimonio hecho a la medida,
ad hoc, de cada pareja. Algunos preferirán que su matrimonio sea renovable
cada cinco años siempre que las dos partes estén de acuerdo, otros que las
causales de divorcio sean más rígidas, otros que las responsabilidades del
trabajo dentro del hogar estén fijas, etc. En caso no haya hijos, el único
límite a lo que se puede contratar lo pone la voluntad de los contrayentes.
Si hay hijos menores, el Estado puede fijar garantías especiales en cada contrato-matrimonio
que aseguren su bienestar.
Una ventaja de
romper la versión del matrimonio escrita en piedra, en vez de continuar
ampliando la membresía al mismo, es que devuelve a los ciudadanos el derecho
a elegir sobre aspectos claves de su vida. Dicho de otra manera, devuelve a
la persona decisiones como el tipo de compromiso que quiere tener, el tiempo
que durará, a quién le corresponde el seguro de salud o pensión, quién tomará
decisiones en caso de incapacidad y a quién le tocará herencia. No todas las
parejas encajarán en el mismo molde de preferencias. Y eso está bien.
Forzarlas al mismo molde es lo injusto.
Otra ventaja de
eliminar el monopolio de la ley sobre el matrimonio es que, visto ya como un
contrato hecho a la medida de adultos libres, no hay restricciones sobre con
quiénes se contrata. Una pareja heterosexual, una pareja gay, un trío
bisexual; mientras sean personas en pleno uso de capacidades, no hay motivo
para impedirlo. Expandir a minorías sexuales el derecho al matrimonio –tal y como
este se entiende hoy– es el equivalente a permitir más socios en un club
privado con reglas de etiqueta que restringe al acceso a una playa pública.
Entender el matrimonio como un contrato ad hoc, en cambio, es quitarle al
club el monopolio de la playa.
Por supuesto que
el matrimonio homosexual va más allá del acceso a beneficios como pensión y
seguro para la pareja; la lucha es por la legitimización desde el Estado y la
sociedad de un grupo marginado. Pero le haría bien a esta discusión reconocer
que la raíz del problema está menos en el acceso y más en este molde único en
que se ofrece la institución a la que quieren acceder. Quizá, después de
todo, algo de razón tenían los conservadores cuando advertían que la
discusión sobre el matrimonio homosexual abriría las puertas para el fin del
matrimonio tal y como lo conocemos.
http://elcomercio.pe/opinion/columnistas/casese-quien-pueda-diego-macera-noticia-1970835
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Ciudad de la furia
Patricia del Río
A la mujer
golpeada el primer puñetazo la hace llorar, después de varios meses se
resigna a esperar que el próximo duela menos. A los medios de comunicación,
los primeros accidentes de tránsito que cobran muchas vidas los conmocionan,
cuando estos se vuelven noticias de todos los días pasan de la portada a la
última página.¿Horrible? Sí, pero cierto, porque demuestra que, si bien los
seres humanos tenemos una enorme capacidad adaptativa, esta puede convertirse
en una dañina resignación que no borra el problema, sino que, en la mayoría
de casos, lo agranda. El dolor del puñetazo, la vida que se pierde en el
accidente siguen ahí con todo su dolor, pero ya no nos horrorizan. Se
instalan entre nosotros como esos dolores crónicos que sabemos que no se van
a curar.
Hace unos días el
antropólogo Jaris Mujica reflexionaba en estas páginas sobre por qué nos
sentimos inseguros los peruanos. En su interesante análisis hacía hincapié en
que los ciudadanos no se sienten inseguros solo en virtud de los delitos de
los que son víctimas o testigos. De hecho los índices de criminalidad han
bajado en los últimos años. Los ciudadanos nos sentimos inseguros por una
suerte de factores que hacen nuestra convivencia violenta. Puede que estos no
constituyan conductas delictivas en sí mismas, pero nos hacen pensar que no
estamos a salvo: la violencia contra las mujeres, el desorden y la ausencia
absoluta de instituciones, la falta de empatía, la malacrianza y el insulto
fácil acompañan nuestro día a día en calles, redes sociales o medios de
comunicación.
El viernes 17 de
febrero, Eduardo Romero Naupay, el asesino de Independencia, quitó la vida a
cuatro personas e hirió a otras nueve en su recorrido sanguinario. El hecho,
como debe ser, nos ha dejado espantados. Sin embargo, para que Romero Naupay
actuara con la ferocidad que lo hizo tuvieron que pasar muchas cosas a las
que nos hemos acostumbrado y que configuran una sociedad violenta: la
desconfianza a la autoridad que provocó el disparo contra el gerente de
Fiscalización, la falta de policías que detuvieran su sanguinario recorrido,
el caos en el centro comercial fomentado por la mala reacción del personal de
seguridad, la ausencia de empatía que hizo que algunos ciudadanos se salvaran
usando de escudo a mujeres indefensas, la insensibilidad de quienes se
tomaban ‘selfies’ en lugar de ponerse a buen recaudo, son todos ejemplos de
una sociedad salvaje en la que nos desenvolvemos diariamente. Una sociedad en
la que ya va siendo un milagro que no surjan más sujetos como Romero
dispuestos a exteriorizar toda esa furia contenida con la que tenemos que
convivir todos los días.
http://elcomercio.pe/opinion/rincon-del-autor/ciudad-furia-patricia-rio-noticia-1970827
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Contra el presente vergonzoso
César Lévano
Los sepultureros
del Apra montaron ayer su Día de la Fraternidad con una reinauguración de la
Casa Museo de Víctor Raúl Haya de la Torre, en Villa Mercedes, Chosica.
Ignoro en qué consistió la ceremonia, pero el dato me trajo a la memoria la
entrevista que César Hildebrandt y yo realizamos ahí a Haya en febrero de
1971, hace casi medio siglo.
La larga e intensa
entrevista, histórica, creo, fue publicada en dos ediciones de Caretas, en
marzo de 1971. En otro lugar he recordado cómo la tarea estuvo a punto de
naufragar antes de emprender viaje, porque apenas esgrimimos la grabadora
Haya dijo: “Si hay grabación, no hay entrevista”. Se me ocurrió entonces
apelar a un rincón recóndito de Haya: su afecto por César Vallejo. Ya bajo el
patrocinio de ese personaje, expresé al fundador del Apra:
-¿No le daría pena
que estos recuerdos se pierdan para las futuras generaciones?
Su respuesta fue
enérgica, casi marcial:
-¡Enciendan su
grabadora!
A esa entrevista
apasionante le faltó, opino, un elemento: pintar el contexto espacial,
ambiental de la casa y del trato personal. Vale la pena consignar algunos
pormenores. Por ejemplo, el mobiliario, vetusto y digno. El escritorio de
Haya era antiguo pero de madera linajuda. Lo que más nos llamó la atención
fue el dispositivo Vallejo que había a espaldas de Haya. Un conjunto de
libros de y sobre el poeta, que eran los más a la mano para Haya.
Otro detalle: el
amplio estante situado detrás del jefe aprista era añejo pero digno. Sus
anaqueles estaban curvados por el peso de los libros y los años.
La conversación
duró horas. No hubo convite, salvo unos vasos de naranjada.
Quien lea el
texto, que ha sido incluido en el libro Cambio de Palabras de Hildebrandt y
en Diálogos desde la historia, de mi autoría, y está incorporado a antologías
literarias y políticas dentro y fuera del Perú, coincidirá en que no fue un
diálogo complaciente, que se esclarecieron puntos polémicos como la real
participación de Haya en la batalla final por la jornada de ocho horas.
Sé que años
después de la muerte de Haya, un malfamado mecenas “modernizó” el mobiliario
de esa morada, que era en verdad una casa prestada. Las discrepancias
políticas no me impiden suponer que a Víctor Raúl no le hubieran agradado los
cambios al gusto de los nuevos ricos, es decir, de la cúpula actual del
aprismo.
Al final, ya de
salida, sostuve con Haya un breve diálogo cargado de historia, que algún día
referiré.
http://diariouno.pe/columna/contra-el-presente-vergonzoso/
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El legado de Joaquín
Augusto Álvarez Rodrich
Aunque el
fujimorismo diga que es una cortina de humo para los escándalos de Lava Jato,
parece legítima la decisión del Ministerio Público de incluir a Keiko
Fujimori en la investigación preliminar al ex secretario general de Fuerza
Popular (FP) Joaquín Ramírez.
La investigación
busca dilucidar el origen de la fortuna de Ramírez: más de US$7 millones y 34
vehículos y casas en el Perú y Estados Unidos.
La ex candidata
Fujimori ha sido comprendida por la versión periodística que aludía a un
audio registrado en una operación encubierta, en el que Ramírez le habría
contado al piloto Jesús Vásquez que ella le había entregado US$15 millones
para lavarlos y usarlos en su campaña 2011.
Este columnista
recibió en la pasada campaña, cuando era director periodístico de Latina, esa
versión antes de ser revelada por otro medio, pero decidió postergar su
difusión hasta tener el audio que lo probara, el cual nuestra fuente no pudo
entregar.
Los periodistas
podemos conocer muchas cosas –algunas explosivas, como una denuncia de
corrupción a una candidata presidencial poco antes de la elección–, pero solo
podemos divulgar lo que podamos demostrar con pruebas. Mientras no se cuente
con ellas, solo queda seguir investigando. Así, al menos, trabajo yo.
Pero si no se
podía –de acuerdo con dicho procedimiento– informar que Keiko Fujimori quiso
lavar US$15 millones en su campaña, sí era un escándalo el hecho de que el
secretario general de FP fuera una persona investigada por la sospecha de
enriquecimiento indebido, razón por la cual la DEA –que investiga sobre
narcotráfico– lo venía siguiendo.
Y Joaquín Ramírez
no solo era el secretario general de FP sino un financista clave de la
campaña naranja, aportando, además de dinero, vehículos y viviendas, incluido
el cuartel general de Keiko Fujimori.
Para una
agrupación política como el fujimorismo, manchada profundamente por la
corrupción, era un grave error poner como secretario general a alguien tan
cuestionado.
Y peor aún fue la
manera como quisieron proteger a Ramírez, con una maniobra burda para
tergiversar audios en el programa ‘Las cosas como son’ y que tuvo como
protagonista al hoy secretario general de FP, José Chlimper, cuya
responsabilidad en la derrota de Keiko Fujimori fue crucial.
Razones hay, como
se ve, para investigar a Joaquín Ramírez y a Keiko Fujimori, y eso no parece
boicot o cortina de humo, sino parte de una acción legítima de la fiscalía,
la cual se debe desarrollar con rigurosidad y sin ningún matiz político.
http://larepublica.pe/impresa/opinion/850871-el-legadode-joaquin
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La investigación, ¿tiene miga?
Mirko Lauer
La fiscalía está
mostrando punche por todas partes. Lo de Keiko Fujimori es un ejemplo claro.
Sin embargo lo de la ex candidata es subsidiario de otras investigaciones:
los signos de riqueza de su socio político Joaquín Ramírez, grabado diciendo
haber lavado US$ 15 millones para ella, y la investigación abierta por la DEA
a ese mismo Ramírez.
La pesquisa de la
DEA incluye a parte de la familia del ex secretario general de Fuerza
Popular, millonarios del sector educativo, pero no se ha vuelto a escuchar
sobre el asunto. Ramírez todavía no toma la cosa totalmente en serio, y
declara cosas como que perdió los libros de contabilidad de sus empresas, que
eran transportados en un taxi.
Quizás una
apertura de investigación era necesaria para ir manteniendo la simetría de
Fujimori con otros políticos. Más todavía cuando el hermano Kenji se ha
lanzado al ruedo de los investigados voluntarios, aunque nadie parece tener
muchas ganas de recoger ese guante. La investigación también puede ser una
oportunidad de Fujimori para lanzarles dardos a los demás políticos.
Los 100 kilos de
droga encontrada en el local de Limasa, una empresa donde Kenji era socio, y
las cuestiones sobre la solvencia de los hermanos, en realidad ya son temas
pasados por agua tibia en otros tiempos, y ningún nuevo elemento de juicio ha
aparecido desde entonces. El caso de los tíos prófugos, que sí pertenece a
las grandes ligas de la corrupción, está bloqueado por tener ellos la
nacionalidad japonesa.
No sorprende la
relativa ausencia de reacción airada del fujimorismo, algo que sería natural
en estas circunstancias. Algunos han respondido como se esperaba, cumpliendo
con Keiko y lamentando el hecho, pero en general la cosa está siendo tomada
con soda, como que nada puede pasar allí. Es la oportunidad de aparecer
cumpliendo con la ley.
Además hay
factores circundantes. Las elecciones están lejos. No hay peligro de que
aparezca una comisión investigadora en el Congreso, y aun si apareciera, ese
suelo está parejísimo. Ya hay, y seguirá habiendo, políticos en mucho más
peligro. La atención pública está colgada del caso Odebrecht, del que todavía
se espera emociones cada vez más fuertes. No va a tocar a Keiko. Juventud,
divino tesoro.
http://larepublica.pe/impresa/opinion/850867-la-investigacion-tiene-miga
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La república cleptocrática II
Agustín Haya de la Torre
A la luz del
proceso abierto por la corrupción sistemática montada por las empresas
brasileñas, que atraviesa a todos los gobiernos, puede explicarse también la
negligencia para sancionar el saqueo de los años noventa. No solo se trataba
de sentenciar al dictador y a su mayordomo, sino de persistir en los juicios
y la captura de dos decenas de prófugos.
La red fujimorista
nunca pudo ser penalizada al cien por ciento. Parientes cercanos, generales y
empresarios del entorno, siguen prófugos, sin que nadie mueva un dedo.
Recordemos que muchos notables se libraron porque sus videos no fueron
difundidos. Buena parte del material sigue sin develarse.
Poco a poco, el
aparato político de la corrupta dictadura se recompuso hasta ganar la mayoría
parlamentaria. Usando una fortuna no investigada, volvieron a convertirse en
un factor de poder.
El peso de una
fuerza que compra votos con dádivas masivas, que escoge sus apoyos en las
economías delictivas, lo lleva a recibir un trato no solo condescendiente,
sino hasta de admiración por parte de quienes le rinden culto a la
prepotencia y al lucro. Ahora mismo, sus abogados y publicistas, retoman la
primera plana criticando la corrupción de los demás.
Ello indica la
pérdida de valores republicanos por parte de clases dominantes sometidas a la
fuerza mal ganada, que la suponen legítima cuando solo resultan fruto de la
fortuna mal habida.
Lo que descubrimos
es que quienes nos gobiernan en el post fujimorismo, en realidad nos engañan,
apostando por lo mismo. Como hemos señalado, esta vez se sumaron sin
cortapisas a las operaciones “estructuradas” de las transnacionales de la
construcción. Aprovechando la bonanza del ciclo de las materias primas,
sobredimensionaron, sobrevaluaron o generaron necesidades artificiales, para
todo tipo de obras de infraestructura.
Contrataron a los
mejores estudios de abogados, se asociaron con las principales empresas
nacionales, penetraron los medios, capturaron en su integridad entidades
claves del Estado, hasta organizar un sistema mafioso que convenció, billete
en mano, que los gobiernos y la economía, dependían de su intervención.
El clima generado
por el neoliberalismo, convertido en “pensamiento único”, llevó a serios
académicos a justificar cualquier pachotada para embolsicarse aunque sea las
migajas. Nadie podía criticar la sacrosanta inversión privada. Los controles
caían ante las órdenes presidenciales. Todo el sistema puesto a su servicio
al extremo que los contratos salían en medio día, fraguados en el mismo
Palacio de Gobierno.
Para las próximas
semanas, quizás en mayo, la Fiscalía del Brasil promete entregar los 77
nombres de los peruanos delatados. Entonces nos daremos cuenta de que la
cleptocracia quedó convertida en el modo de vida de la política peruana. No
hubo gobierno, en cualquier nivel o color, nacional, regional o municipal, en
el que sus máximas autoridades no se confabularan para robar.
http://diariouno.pe/columna/la-republica-cleptocratica-ii/
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Poder y corrupción
Alberto Adrianzén
Desde hace unas
semanas uno de los temas que hoy se debaten es la relación que existiría
entre lo que muchos llaman el modelo o sistema o desarrollo económico y la
corrupción. Dicho con otras palabras, si existe un modelo, a diferencia de
otros, que permite y hasta propicie la corrupción.
Como era de
esperarse, los campos sobre este tema ya se formaron. Para unos, es el
llamado modelo neoliberal el causante de la corrupción, para otros son los
modelos estatistas y centralizados, que limitan el desarrollo del mercado,
los únicos que llevan a prácticas corruptas.
Sin embargo, la
vida, como siempre, es decir lo que hoy sucede en la región, nos muestra otra
realidad: que hay corrupción tanto en gobiernos de derecha como de izquierda.
Por ello, el tema
de la corrupción nos debería llevar en cada caso a preguntarnos lo siguiente:
quién o quiénes detentan el poder político y económico, cómo ese poder es
administrado y a quién representa. En una economía donde existe libertad de
mercado, pero donde el Estado, como diría Francisco Durand, ha sido capturado
por los intereses privados y donde hay un sistema político informal y muchos
de los políticos buscan principalmente enriquecerse, es altamente probable
que la corrupción sea una práctica usual. Igual se puede decir de una
economía que funciona bajo el control de un poder que es estatizado y
centralizado por una burocracia o por un grupo político que no es fiscalizado
ni rinde cuentas.
Y es que en
realidad la corrupción no es solo un problema de pillos o de falta de reglas
o de normas mal hechas o confusas como afirma, por ejemplo, Alfredo Bullard
en un artículo publicado en El Comercio (El antisistema: 18/02/17). Las
normas y las reglas, así como las instituciones, no son otra cosa que
expresión de una determinada correlación de fuerzas. Es el poder político el
que decide, en función de esa correlación, qué reglas y qué instituciones
deben existir, y qué se vigila y se sanciona. Un ejemplo fue el New Deal de
Franklin Roosevelt en EE.UU. luego de la crisis de los años treinta que
impuso una serie de normas y que creó un conjunto de instituciones orientadas
no solo a una mayor participación del Estado en la economía sino también a
una mayor regulación de la economía capitalista a favor de los trabajadores y
de las clases medias. Otro son las recientes medidas de Donald Trump, que
está deshaciendo los tímidos controles que Obama le impuso al sistema
financiero.
Por eso, las
normas, las reglas y las instituciones nos conducen a un tema central que es
la manera en la cual un grupo social ejerce el poder político y económico.
En el caso
peruano, en esta última etapa, la corrupción ha estado asociada, por un lado,
a una economía que se fundamentaba en que el Estado al ser incapaz de hacer
tareas complejas y corrupto debía actuar como subsidiario del sector privado
ya que éste es el motor del desarrollo. Para ello había que promover la
libertad económica, privatizar el Estado, abrir nuestra economía,
flexibilizar el mercado laboral y sumarnos al Consenso de Washington. Las consecuencias
fueron un Estado más pequeño y débil en su capacidad de regulación,
vigilancia, sanción y planificación, capturado por los intereses privados y
una crisis del mundo del trabajo, en particular de los sindicatos, que redujo
su capacidad de respuesta.
Y, por el otro
lado, a un sistema político que perdía poder porque ese poder, finalmente,
estaba en manos de los poderes fácticos, de los grupos económicos y de una
tecnocracia que administra el Estado y que actúa como lobista de esos grupos
privados al pasar del sector privado al público y viceversa. Ejemplo de ello
son las innumerables adendas a los contratos entre el Estado y el sector
privado y que terminan, casi siempre, favoreciendo a los segundos, como
también ministros y asesores que transitan libremente de un lado y del otro.
En ese sentido, se
equivoca Bullard cuando afirma que “nos hemos acostumbrado a vivir sin
sistema”. El sistema existe y tiene como expresiones centrales hoy día la
captura del Estado por los privados, los lobbies, la corrupción y el
crecimiento de economías informales e ilegales; como también la existencia de
partidos y ligados a lobbies, mafias y a sectores ilegales y de políticos que
ejercen su poder como verdaderos “padrinos”.
http://larepublica.pe/impresa/opinion/850869-poder-y-corrupcion
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“Tiemblan más ustedes al proferir esta sentencia que
yo al recibirla”
Luis Carlos Muñoz Sarmiento
El domingo 19 de
febrero vi de nuevo Giordano Bruno (1973), el exquisito, aunque terrible,
filme de Giuliano Montaldo, con guión suyo, Lucio de Caro y Piergiovanni
Anchisi, música del eterno Ennio Morricone, fotografía de Vittorio Storaro y
montaje de Antonio Siciliano, que recoge los últimos ocho años del filósofo,
escritor, humanista, físico, cosmólogo, en fin, polímata, que pensaba que la
Tierra giraba alrededor del sol, que planteó la relatividad del movimiento,
que entendía la magia como la capacidad de percibir o reconocer la madeja de
relaciones vinculatorias que se suscitan dentro del reino de lo fantástico,
lo que de paso alude al pensamiento mágico. Un hombre que, en fin, fue
juzgado por la Chancro-Santa Inquisición al considerar heréticas sus ideas
acerca de la distinción entre las verdades de fe (“Fe es una creencia en la
falta de evidencias”, Carl Sagan) y las de la ciencia. Todo porque,
básicamente, no podía aceptar el cuentico de la Santísima Trinidad y, menos,
que el “espíritu santo” fuera una persona: acaso, ¿se puede?
Durante el día de
ayer me hice una serie de preguntas que hoy trataré de plasmar y compartir
con todos Ustedes, aquí y allá, porque si en alguna ubicuidad creo es en la
de las palabras: que son el comienzo de la acción. Aquí van algunas de esas
pregunticas cuyo contenido se desprende, básicamente, de la brillante e
inteligente trama del propio filme y de la puesta en escena propuesta por
Montaldo en la que destaco la atmósfera: opresiva y a la vez liberadora; la
intimidad: alumbrada por el calor, la humanidad, el humor de Bruno, en claro
choque de oposición con la frialdad, la alienación, la intolerancia de la
Iglesia; y la intensidad: sostenida a lo largo de 114 minutos, gracias a la
consistencia de las ideas del procesado, a sus soberbias tesis
filosófico/político/científicas y, cómo no, a las absurdas e injustas
acusaciones de los jerarcas clericales, siempre tan seguros de sus desmanes,
de sus desafueros, de su poder omnímodo y unilateral, intolerantemente
intolerante e intolerable.
¿Cuántos muertos
ha causado la fe, una atada al pasado y que nada propone al presente ni al
futuro?
¿Hay otra magia
distinta a la de ser ricos y poderosos? Jajaja
¿Al crecer no
pierden los niños la magia natural porque son obligados a destruirla cuando
se les pone a rezar o a ir a la escuela?
¿No se les ha
dicho siempre a los hombres que sean pobres de espíritu y humildes de mente,
que renuncien a la razón y apaguen la luz de la inteligencia que los quema y
consume, porque entre más saben, más sufren... y se les conmina a la
(sin)Razón de Estado?
¿No se les dice
que renuncien a sentir y que sean prisioneros de la fe, que vivan pobremente,
como frailes, cuando eso no es otra cosa que estar muerto, así sea en vida?
¿No hay hombres
que viven en la opulencia, como ciertos nobles y no hay otros a los que no
les queda más salida que trabajar?
¿Y que todos los
hombres son iguales y tienen derecho a levantar la cabeza, para que a la
postre unos pocos terminen hundiéndolos no en el agua o en el lodo sino en la
bosta?
¿Y cuando están en
lo alto, no se espera que brille para ellos el sol de la verdad, lo mismo
para barqueros o guías que para siervos o esclavos?
¿No se sube la
riqueza, acaso, siempre a la cabeza, cansada quizás de estar siempre sentada,
esperando...?
¿No se enfrenta a
una pesadilla todo aquél que se burla sin rodeos del Poder, a una espada
bifronte: la que puede perder el filo frente a la bondad y/o la belleza de
las palabras; o la que corta con fiereza hasta la muerte?
¿No es la peor
desgracia para un hombre que tropezar con un imbécil, así sea poderoso y peor
si lo es, con esa suerte de pleonasmo que es un político imbécil?
¿No desconoce siempre
el Poder las razones del hereje, para condenarlo, y no conoce siempre los
motivos del chantajista para aun así liberarlo?
¿No niega siempre
el poderoso lo que lo compromete y “confiesa” lo que a la larga lo libra de
ser condenado?
¿No se condenó a
la hoguera a Bruno por ser un eximio practicante de la palabra dicha,
actuante, mágica, y del arte de la memoria, ese “único tribunal
incorruptible”?
¿No hubiera
corrido otra suerte si hubiera sido un simulador de la cultura, figura tan
apetecida por los entresijos del poder y en particular por los (iletrados)
poderosos y/o políticos?
¿En medio del
brillante currículo de Bruno, parece decir Montaldo, no resulta más seductor
(por mentiroso) y convincente por qué se fugó Bruno de Toulouse de noche al
saberse que dormía con la mujer del rector de la Universidad?
¿Tiene siempre el
hombre (cual Varito o Chucky) el mismo prurito por no responder lo que se le
pregunta, es decir, hacerse el loco y salir con evasivas (cual mafioso)?
¿No hicieron de la
U. los estúpidos pedantes un comercio de la ignorancia, cuando los hombres
libres querían una filosofía, una investigación científica libres, contra las
voces que imponen su irracional, prepotente y soberbia voluntad: en contra de
quienes se alzan los que siempre han querido autonomía del pensamiento, de la
imaginación y de la ciencia, con respecto a cualquier autoridad civil,
religiosa o académica?
¿No han pretendido
siempre el Poder y la Iglesia o, mejor, los políticos y los clérigos, sofocar
cualquier “brote” de libertad, en tanto manifestación del espíritu,
espontánea y/o pensada?
¿No es más útil
para los poderosos de nunca acabar, frente a los sospechosos de siempre
fundar, decir que la U. es eterna posesión de sus “dueños”, los
dogmáticos/pedantes, y que no está abierta a todos, que no es justa, que la
cátedra es para los sectarios y no para los sabios?
¿Que los pupitres
no están a disposición de cualquiera que tenga amor por las ciencias, la
música o el deporte, a favor de una enseñanza libre, una sociedad en la que
el trabajo manual y el trabajo intelectual fueran honrados con el mismo
rasero pues sólo así podrá nacer el “hombre nuevo”, del que habló Bruno y más
de tres siglos y medio después el Che?
¿Por qué Bruno fue
acusado de apostasía, de blasfemia, de herejía, de enseñanzas blasfemas
contra la religión, por creer en el arte de la memoria, por propender
encontrar la verdad, y a cambio se le acusó, además, de conspirar contra la
Iglesia y el Papa, sin base racional, razonable, argumentativa alguna?
¿Por qué acusar a
un hombre que no necesitaba defensa alguna y que se defendió solo, íngrimo,
con base en la dialéctica, esa tan incontrolable búsqueda de las
contradicciones?
¿Por qué se le
obligó, sin atenuantes, a una doble sentencia si, como él decía, ya en
Venecia había sido sentenciado y ahora en Roma se le endilgaba un nuevo
prontuario y por ello no recibió de la Iglesia otra respuesta que ella era la
que hacía las preguntas, como cualquier policía, como en cualquier régimen
fascista o totalitarista?
¿Por qué juzgarlo,
simplemente, porque nunca entendió la figura de la Santísima Trinidad y no
aceptaba, por nada del mundo, la idea de que el “espíritu santo” fuera una
persona o pudiera entenderse como tal?
¿Por qué diantres,
para no decir por qué mierdas, Bruno debía dudar entre dos “verdades”, la
católica y la filosófica, mientras para la Iglesia sólo había una verdad,
irrefutable, la de Dios y, por ende, la de la misma Iglesia católica, la que
como esa rara y penosa EE.UU/verdad se ha impuesto a los hombres a través de
los siglos, sin derecho a réplica?
¿No fue acaso la
verdadera causa de su condena a la pira, el que Bruno pensara, antes que
cualquier Umberto Eco, Christopher Hitchens o Lucas Musar, jejeje, que
ninguna Iglesia existente era buena, que todas son instrumentos de Poder (y
de joder, y esto no tanto dicho por ‘molestar’ sino por ‘fornicar’) y llevan
a los hombres a luchas fratricidas?
¿No le faltó a
Bruno sólo decir que esas luchas fratricidas, esas guerras sangrientas, son
creadas y patrocinadas desde y por el Poder para obtener dividendos a cambio,
y a través de las cuales seguir manipulando, sometiendo y jodiendo, de ambos
modos...?
¿Por qué
históricamente e histéricamente todos los regímenes sádicos, incluido el de
la Iglesia, no reconocen a la tortura como lo que es sino como el único
“método correcto”, como dirían Torquemada o el jerarca de marras contra
Savonarola, Bruno y compañía?
¿Es posible inferir
de ahí, entonces, que cualquier otro método, por incorrecto que sea, puede
ser más benigno que el que usa la Iglesia para hacer cantar, en el potro de
la tortura, a sus “ruiseñores”?
¿Por qué tiene que
humillarse el hombre ante un dios y ante la Iglesia sólo para que los
poderosos se exciten, en medio de sus privaciones sexuales, con el dolor, con
la carne expuesta o con la sangre a punto de correr o ya en escapada, para
que sus miembros, los de la Iglesia, puedan obtener un virtual orgasmo, uno más
relacionado con el odio que con el amor o, peor dicho, exento de amor alguno
por el prójimo y cuyo contrario, el amor eficaz, no obstante, tanto pregonan?
¿Acusó Bruno sin
razón a la Iglesia de corrupción e ignorancia, no aceptó la obediencia sin
reflexión o renegó de los votos sagrados sin causa justa alguna?
¿No fueron
inventadas todas las “pruebas” que la Iglesia le achacó al negarse Bruno a
seguir hablando con sus apócrifos representantes y decidir que sólo lo haría
con el Papa Clemente VIII, aun a sabiendas de que incluso con él no correría
mejor suerte, no escaparía a la hoguera? (Ah, tragedia terrible la del hombre
que se aferra a la esperanza, en medio de la ceguera del Poder).
¿Por qué se dijo
que Bruno mezcló “mentiras” en sus declaraciones, por miedo a la tortura, a
la prisión o a otras cosas, si fueron, precisamente, los jerarcas de la
Iglesia los que sacaron de contexto libros, frases de ellos, e hicieron citas
al azar, con el único fin de calumniar, degradar y subestimar una obra poderosa,
válida por sí sola, para que en adelante fuera vista como débil, sacrílega o
menor? (Por un lado, ¿quién no tiene miedo ante la inminencia de la tortura;
y, por otro, cuando el poderoso no puede con el oprimido, sencillamente, no
se inventa las pruebas, cual abogado?).
¿No juraron en
falso contra Bruno todos los testigos porque la Iglesia les prometió salvar
sus vidas y luego los traicionó como cualquier Marco Junio Bruto, el verdugo
del César Julio (no al revés)?
¿Puede hacerse
algún reparo a las frases de Bruno según las cuales “La Iglesia usa el poder
y no el amor” o “Mi filosofía busca la libertad y no el dogma” o “Yo erré
cuando creí poder pedirle a la Iglesia que combatiera un sistema de
superstición, de ignorancia, de violencia” o “Yo erré cuando creí poder
reformar la condición de los hombres con la ayuda de éste o aquél príncipe” o
“He visto cómo todas las tentativas que hice han derivado en muertes”? (Es
sencillo inferir aquí que la máquina de la muerte opera con la gasolina de la
mentira y el órgano de la vida funciona con la sangre de la verdad: es por
eso que al Poder le excitan tanto el erotismo, el sexo, la sangre y tras
ellos corre a ocultarlos entre papel periódico).
¿No es una total
ingenuidad que alguien piense en reformar el Poder, por la vía pacífica, si
este no piensa en otra cosa que en conservar, en el conservatismo como
prurito, por la vía violenta?
¿No se decretó el
8/jun/1600 a Bruno, hereje impenitente, pertinaz y obstinado (el juicio de
los adjetivos, o sea, falso, inventado, fabricado para desprestigiar lo
impoluto/sin mácula) y por tanto incurso en todas las censuras eclesiásticas
a las penas impuestas por los sacros cánones... “Y como tal lo degradamos
verbalmente de todas las órdenes mayores y menores, se le expulsa de nuestro
foro eclesiástico y de nuestra Santa Inmaculada Iglesia, de cuya misericordia
se tornó indigno. Dicho esto, condenamos y prohibimos todos sus libros y
escritos como heréticos y erróneos, mandando que sean destruidos y quemados
públicamente en la Plaza de San Pedro, enfrente de la gran escalinata y que,
por tanto, sean incluidos en el índice de libros prohibidos. Lo entregamos al
gobierno de Roma para que dé curso a las penas decididas, pidiéndole cuidar
eficazmente de su persona y que no sufra ninguna mutilación de carne o de
miembro.” (A renglón seguido, el gobierno de Roma hizo lo que “recomendaba”
la Chancro-Santa Iglesia católica, pero al revés, como cualquier político
hace con una promesa: convertirla en su perfecta/putrefacta antítesis).
Y mientras se lee
la sentencia, Giordano Bruno lanza su breve e imperturbable frase, no
obstante demoledora: “Ustedes tienen más miedo”, aunque en realidad lo que
dijo fue una sentencia más contundente hacia la posteridad: “Tiemblan más
ustedes al proferir esta sentencia que yo al recibirla.” Como sólo lo puede
decir un hombre honrado. Y la Iglesia entrega a Bruno al gobernador y, como
siempre, se lava las manos: “A la Iglesia no le gusta el derramamiento de
sangre.” Salvo propiciarlo en todo el mundo, se agrega.
Al terminar de ver
Giordano Bruno, de Giuliano Montaldo, el mismo de La clase obrera va al
paraíso, cuyo subtítulo podría ser Para ella no hay lugar en la Tierra o La
vida está en otra parte, puede afirmarse, aun con mayor razón: “Entre más
elevada sea la condición espiritual del hombre, en peores condiciones
materiales está”, como sostiene Henry Miller en El tiempo de los asesinos,
algo que es intemporal, al hablar acerca de Rimbaud, un pretexto, como en
casi todo ensayo, para volver sobre sí mismo.
Giordano Bruno
constituye uno de los más poderosos alegatos en contra del oscurantismo
regado históricamente por la Iglesia católica. Quien haya visto el filme de
Montaldo puede entender perfectamente por qué Camilo Torres, con distintos
matices, corrió la misma suerte, la del crimen represivo, que el filósofo,
escritor y astrónomo de Nola.
Cuando concluye el
filme, se puede decir, sin duda, así medie la mentira del cine, que el cuerpo
de Bruno arde y que, en ese mismo fuego, brilla la verdad de Prometeo: el
héroe mítico griego que al entregar la tea de la cultura a los hombres, al
mismo tiempo les quitó el velo de sus ojos para que pudieran imaginar una
humanidad libre, mientras sopla el viento de la verdad. La que siempre ha
querido ocultar la Iglesia y, más allá, el Poder, tras la doble máscara de la
mentira y de la moral. Desdoblada aquí en la engañosa figura de la Santísima Trinidad,
en la cual el espíritu santo no es más que un engaño ya que no es ninguna
persona.
http://rebelion.org/noticia.php?id=223288
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Toda la verdad
Sinesio López
Una gran
desconfianza reina en el país. Los peruanos tenemos la impresión de que se
nos ocultan muchas cosas que debiéramos saber sobre la corrupción. Los medios
y las redes quieren embarrar a todos para salvar a los verdaderos culpables o
atenuar sus responsabilidades. Esa confusión se extiende incluso a los que
protestan contra ella. Muchos contestatarios creen erróneamente que todos los
políticos son corruptos. Los peruanos necesitamos saber toda la verdad por
varias razones.
En primer lugar,
necesitamos saber todo lo cantado por Barata, el representante de Odebrecht
en el Perú. Hasta ahora sólo la Fiscalía, gracias a la justicia
norteamericana y brasileña, monopoliza la información sobre las coimas.
Tomadas prontamente las medidas del caso, la Fiscalía debe informar a todos
los ciudadanos y debe hacerlo ya para acabar con la desconfianza
generalizada.
En segundo lugar,
es probable que lo dicho por Barata no sea toda la verdad. En todo caso, todo
lo que ha dicho puede ser contrastado con los hechos. Esa es la tarea de
jueces y fiscales. Pero es probable que Barata no haya dicho todo lo que sabe
sobre la corrupción de su empresa y de los políticos en el Perú.
En tercer lugar,
Barata sólo se refiere a las coimas y a los depósitos de dinero, pero no
alude al conjunto de normas, dispositivos y adendas que es la contraparte
gubernamental de la coima. Esta contraparte no se reduce al visto bueno de
las licitaciones dado por los coimeados sino también y principalmente al
tinglado normativo que deciden los presidentes y los ministros. Los fiscales
y los jueces (también los medios) sólo miran la coima y la ruta del dinero,
pero están dejando de lado todo el arreglo normativo expresamente establecido
para hacer viables las coimas. Están pescando a las pirañas, pero dejan
escapar a los tiburones.
En cuarto lugar,
la corrupción no se reduce a la coima sino que se extiende a las donaciones,
las conferencias sobrepagadas, etc., etc. La ruta del dinero no se dirige
sólo a las pirañas sino que es probable que llegue hasta los tiburones y,
viceversa, cuando llega a los tiburones es probable que chorree a las
pirañas. En quinto lugar, Barata, hasta donde se sabe, se refiere a las
coimas repartidas a los funcionarios corruptos, pero no dice nada de las
sobreganancias repartidas entre Odebrecht y sus socios peruanos. Graña y
Montero está pasando piola y los fiscales están silbando al techo.
En sexto lugar, no
solo Odebrecht ha actuado en el Perú sino también otras empresas brasileñas
que operaban con las mismas prácticas corruptas. Pero de ellas sabemos poco o
nada. En sétimo lugar, la corrupción no se circunscribe a las empresas
brasileñas y a los ministerios que tienen que ver con la infraestructura.
Lamentablemente ella se extiende a casi todos los ministerios sin que los
organismos de control hayan hecho algo para evitarlo. La corrupción los pone
en la picota y los involucra. Hace poco García se vanagloriaba, como si fuera
una condecoración, de haber sido investigado 39 veces y de haber salido ileso
en todos los juicios. En todo caso, debemos un reconocimiento a los
presidentes (Paniagua, Belaúnde, Haya, Bustamante y Rivero) que nunca fueron
citados por los jueces porque actuaron con pulcritud y limpieza.
http://larepublica.pe/impresa/opinion/850870-toda-la-verdad
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Todo se mueve
Luis Davelouis
No es un delito
que la Dra. Julia Príncipe sea amiga del Dr. Tambini. Ni siquiera es poco
ético, aunque él sea un íntimo viejo amigo del ex presidente Alan García.
El problema es que
Príncipe no lo hizo público, como tampoco que fuera nombrada por García en
2009 ni que contratara a la nieta de Gambini para que trabaje en el Estado.
Que haya negado todo en un primer momento solo para reconocerlo un poco más
tarde también es un mal síntoma que se agrava cuando uno la ve desencajada
tratando de legitimar su posición afirmando que en los casos de Alejandro
Toledo o Nadine Heredia “no me tembló la mano”. OK, ¿y con García? El
gobierno no la puede destituir porque el mensaje sería nefasto: no dan pie con
bola, a tal punto que ni cuando contratan a la “heroína” la chuntan. Esto,
independientemente del alud de críticas que sobrevendrían desde la oposición,
particularmente desde el aprismo (qué raro, ¿no?) y del fujimorismo. Julia
Príncipe, además, ha debilitado su posición como defensora del Estado porque
cualquier investigación de su equipo disparará el ataque ad hominem: amiga de
apristas y por eso no investiga a García.
PD. Es temporada
de psicosociales. Se dice que existe una lista del BCP en poder de la UIF y
hay mucha gente asustada. Pienso que esa lista no existe, como otro montón de
“rumores”. En un momento en el que llegan nombres y documentos de otros
países y nadie sabe quién será el próximo en aparecer en esos listados. Todo
el mundo anda asustado (porque tiene la consciencia sucia, lógico). Y esa
incertidumbre es suelo fértil para psicosociales que funcionan de maravilla
como cortinas de humo (justo cuando le abrieron investigación por lavado a
Keiko… curioso, ¿no?). Las personas creen cualquier sonsera cuando esta está
alineada a su miedo.
http://peru21.pe/opinion/luis-davelouis-todo-se-mueve-2271804
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