miércoles, 8 de febrero de 2017

OPINIONES 08/02/2017

Fujimorismo y régimen político - Antonio Zapata
La idiotez de la ideología de género - Augusto Álvarez Rodrich
Realidad virtual - Enzo Defilippi
Lecciones de Lincoln - César Lévano
Neurosis metálica - Carmen McEvoy
Peligroso desprestigio - Luis Davelouis
PPK, los tecnócratas y el lobby feroz - Fernando Vivas
Tres crisis - Mirko Lauer
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Fujimorismo y régimen político

Antonio Zapata


Aunque recién está formándose la tormenta, el escándalo Odebrecht ya está removiendo nuestra precaria estabilidad institucional. Cuando llegue a su punto culminante, quizá la traiga abajo. Es prematuro para tener certeza, pero una posibilidad es que se hunda el régimen político inaugurado con la transición del año 2000.

Este sistema se basó en un contrasentido: pretendió implantar la democracia con la misma constitución del autoritarismo. Por ello, hubo elecciones, aunque los partidos políticos siguieron siendo cascarones. Con la Constitución de 1993, el país no ha reconstituido ni el sistema de partidos ni tampoco el marco institucional del Estado; por el contrario, ha continuado imparable la perversa tradición corrupta que nos persigue desde hace tantos años.

La semana pasada ha sido terrible y anuncia el crítico período al que estamos entrando. No solo ha caído Toledo, sino que buena parte de la opinión pública desaprueba el contrato de Chinchero y su adenda. Es decir, ante la ciudadanía, el ex alumno de Stanford ha perdido todo crédito y, a la vez, ha crecido la desconfianza en PPK. El bamboleo que precedió a la firma empeoró la percepción, al mostrar que el gobierno no tiene claridad, sino que es tironeado por presiones empresariales y regionales.

Aunque en la historia peruana abundan los escándalos de corrupción, pocas veces uno de ellos ha tumbado un régimen político. Es cierto que Alberto Fujimori fue muy corrupto, pero cayó por razones democráticas, al pretender perpetuarse en el poder, violando las reglas de la misma Constitución de 1993. Si las consecuencias políticas del caso actual parecen superiores a situaciones anteriores, es porque la pesquisa judicial viene de fuera y es imposible que sea administrada políticamente. La información es indetenible. Si Odebrecht ha sobornado a los presidentes, entonces va a salir y en ese caso seguramente estaremos inaugurando un nuevo ciclo.

La caída de un régimen político puede ser por golpe militar o parlamentario. Aparentemente los militares están lejos de un posible golpe, puesto que tienen demasiados problemas internos. Descartada esa hipótesis, al menos por ahora, solo queda la transición parlamentaria. En ese caso, la primera opción la tiene el fujimorismo, en realidad sería la única carta.

Pero, por ahora, Fuerza Popular está sorprendentemente cauta y silenciosa. Sus voceros evitan los medios y si aparecen, como Luz Salgado por ejemplo, es para expresar un mensaje tranquilizador, sugerentemente muy republicano.

A qué puede deberse esta actitud de una bancada que hasta ahora venía caracterizándose por su beligerancia e impetuosidad. Dos razones posibles. La primera, que espera tranquila ver pasar el cadáver de sus enemigos. Ya pasó Toledo, ahora faltan los demás, y cuando esto suceda, recién ha de intervenir con fuerza.

La segunda posibilidad es que Keiko tenga alguna cuenta con Odebrecht. Si los brasileños han financiado la campaña de todos los políticos, ¿habrán hecho lo mismo con las elecciones de Keiko? Como todo indica que es muy probable, entonces ella podría tener los mismos problemas que muchos. Para lo cual, se apresta Kenyi, que anda en tempranera campaña cuasi presidencial a lo largo y ancho del país.

Si cae el régimen político, algunos partidos están condenados y otros tratarán de sobrevivir. El fujimorismo tiene bastantes posibilidades de superar el reto, porque está implantado en numerosos sectores sociales. Pero Fuerza Popular afrontará una prueba y aparentemente sabe que tendrá problemas.

Ante lo cual, y agravándolos, se percibe viento de fronda en su campamento. Como suele suceder en las dinastías, la tienda real está quebrada. Los hermanos encarnan proyectos parcialmente contradictorios y Odebrecht puede agudizar su enfrentamiento.


http://larepublica.pe/impresa/opinion/846517-fujimorismo-y-regimen-politico



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La idiotez de la ideología de género

Augusto Álvarez Rodrich


Hay ideas idiotas que, de tanto machacarlas, pueden ser creídas por algunos, y una de esas tonterías es esa ‘ideología de género’ inventada por la cucufatería nacional, la cual ha lanzado una campaña que genera confusión, apela al miedo y pone en riesgo el aporte de los estudios de género en el desarrollo de los contenidos educativos.

Eso indica un pronunciamiento de un grupo valioso y plural de académicas y académicos a favor de una educación con enfoque de género y el fortalecimiento de la educación sexual integral, sobre la base de la evidencia, con el fin de apoyar al Ministerio de Educación en ese esfuerzo. A continuación, un resumen de este pronunciamiento:

1. El enfoque de género permite evidenciar y transformar las desigualdades entre hombres y mujeres. Este enfoque es resultado de más de 40 años de investigación. A nivel mundial está consensuado para abordar las desigualdades sociales entre hombres y mujeres en el diseño y gestión de políticas. Este enfoque no niega la biología; integra, en cambio, las dimensiones biológicas, sociales, culturales e históricas de los seres humanos.

2. La desigualdad de género es un problema grave en el Perú y debe ser enfrentado por la política pública desde la escuela. El Estado peruano, de acuerdo a la normativa nacional e internacional, está comprometido a garantizar una educación de calidad, con igualdad de género, con un enfoque integral de la sexualidad y basada en evidencia científica. Si bien hay avances, aún existen brechas: 70% de mujeres ha sufrido algún tipo de violencia por parte de sus parejas; el Perú ocupa el tercer lugar en el mundo en violaciones sexuales; y el feminicidio va en incremento (382 casos en 2016). Además, hay tres veces más mujeres analfabetas que varones.

3. El currículo plantea comprender y respetar la diversidad sexual. La campaña contra la educación sexual desinforma y promueve la discriminación cuando plantea que se quiere “homosexualizar” a los niños. Lo que busca el currículo es la aceptación y convivencia pacífica con la diferencia, aspectos necesarios para la construcción de una sociedad democrática. La homosexualidad es una orientación sexual y no una enfermedad.

4. El currículo escolar se basa en evidencia científica, en el marco de los derechos humanos y del Estado laico. El fundamento de los contenidos del currículo y los lineamientos en educación sexual integral son y deben seguir siendo la evidencia científica en un marco de derechos humanos, afirmando la laicidad del Estado.


http://larepublica.pe/impresa/opinion/846519-la-idiotez-de-la-ideologia-de-genero


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Realidad virtual

Enzo Defilippi


El fin de semana pasado me quedé pegado a la televisión viendo una miniserie de Netflix sobre el juicio a O.J. Simpson. Se trata de uno de los más famosos jugadores de fútbol americano de todos los tiempos, que en 1994 fue acusado de asesinar a su esposa y a un amigo en Los Ángeles, y que fuese declarado inocente a pesar de la montaña de evidencia forense presentada por la fiscalía.

La clave para entender por qué fue exculpado es el contexto político del momento. En ese tiempo, Los Ángeles aún no se recuperaba de los terribles disturbios raciales ocurridos tres años antes, en protesta porque un jurado eminentemente blanco exculpó a un grupo de policías, también blancos, de haber golpeado brutalmente a un ciudadano negro.

La tensión racial fue inteligentemente utilizada por el equipo de defensa de Simpson para pintar su caso como uno de racismo: los policías (todos blancos) que acusaron a su patrocinado lo hicieron porque no soportaban que fuese negro y exitoso (hipótesis que se fortaleció cuando se descubrió que uno de ellos era efectivamente racista). Al final, la realidad virtual inventada por los abogados fue asumida como verdad absoluta por la comunidad negra, y resultó más creíble para el jurado que la versión de los hechos respaldada por la evidencia.

Como con toda buena historia, múltiples lecciones se pueden extraer de ella. Para mí, la más importante es cómo la causa de la justicia sufre irremediablemente ante el manoseo político de las investigaciones judiciales.

Esta lección resulta relevante porque la última semana hemos sido testigos de la presión ejercida por diversos congresistas para que la fiscalía comparta con ellos información reservada sobre las investigaciones del Caso Lava Jato. Hasta se ha deslizado la idea de acusar constitucionalmente al fiscal de la Nación si no lo hace.

¿Cuál es el afán de los congresistas por conocer información cuya filtración puede entorpecer las investigaciones en curso? ¿Acaso pueden ellos averiguar algo que no pueda descubrir la fiscalía? La respuesta es no, y como ya he señalado en una columna anterior, así lo demuestran los nulos resultados de las comisiones parlamentarias que ya han investigado diversos hechos relacionados con este escándalo.

El informe de la anterior Comisión Lava Jato, por ejemplo, no dice ni una palabra sobre la coima que pagó Odebrecht para adjudicarse la línea 1 del metro, ni sobre los US$20 millones que le habrían pagado a Alejandro Toledo por adjudicarse la Interoceánica. Tampoco lo dicen los informes de las dos comisiones anteriores que investigaron este mismo proyecto. ¿Cómo argumentar que estas comisiones sirven para descubrir la verdad?

Si el Congreso quiere investigar los mismos hechos que investiga la fiscalía, bueno, esa es su facultad constitucional. Ya explicarán por qué gastan nuestro dinero en investigaciones que no descubren nada. Pero no podemos permitir que por el afán de algunos políticos de llevar agua para su molino se arme un circo mediático en el que la realidad virtual inventada por quienes temen que se descubra la verdad se confunda con los hechos y la evidencia del caso.

Quién coimeó a quién para que haga qué, y cómo lo hizo, es la única realidad que debe importar. No perdamos la perspectiva.


http://elcomercio.pe/opinion/mirada-de-fondo/realidad-virtual-enzo-defilippi-noticia-1966747



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Lecciones de Lincoln

César Lévano

Hace buenos años comenté en La República el libro “The work of nations” (“El trabajo de las naciones”) de Robert Reich. El volumen acababa de aparecer en los Estados Unidos. En esas páginas encontré y exhibí datos aleccionadores: el crecimiento industrial de la Unión se basó en los altos aranceles, que podía llegar a 50 por ciento o más, en una muestra de extremo proteccionismo. Reich cuenta allí lo que dijo Abraham Lincoln al respecto (cito de memoria):

“Yo soy un hombre sencillo que no sabe mucho de economía. Pero me doy cuenta de que si compramos una máquina en el exterior, la máquina se queda en los Estados Unidos, pero los dólares se van al extranjero. En cambio, si producimos acá la máquina, la máquina y los dólares se quedan en nuestro país”.

El gran estadista, que rechazó el esclavismo de los estados del sur, resulta así un precursor de la lucha contra el neoliberalismo y contra las recetas del Fondo Monetario Internacional, que han traído los resultados de pobreza, hambre, ignorancia y quiebra educacional que padecemos.

Reich fue ministro de Trabajo de John Kennedy. Después del notable libro que hemos mencionado, publicó otro titulado I’ll be short (Seré corto, en alusión humorística a su corta estatura física). La edición es de 1992, pero Reich acierta en señalar, hace muchos años, que su país está amenazado por el egoísmo de la gran empresa y la pérdida de valores morales que otrora impulsaron el desarrollo de su país.

En la presentación del libro, la Beacon Press de Boston, la editora, expresa: “Con su humor, humanidad y candor característicos, uno de los más distinguidos líderes públicos y pensadores de la nación entrega una visión fresca de la política, mediante el retorno a valores básicos estadounidenses: los trabajadores deberían tener participación en el éxito de sus compañías, los que trabajan no deberían vivir en pobreza y todos deberían tener acceso a una educación que mejore sus posibilidades en la vida”.

En las páginas finales de su trabajo, Reich condensa principios:

“Primero, así como a las compañías les va mejor, a sus empleados les debería ir mejor también. Los negocios prósperos deberán hacer todo lo posible para mantener empleadas a las personas, en lugar de despedirlas. Deberían proporcionar a sus empleados beneficios de salud y retiro”.

“En segundo lugar, los empleos deberían pagar lo suficiente para sacar a una familia de la pobreza. Esto requiere un salario mínimo adecuado indexado con la inflación…”

“En tercer lugar, todos deberíamos tener oportunidad plena para sacar el mayor provecho de los talentos y habilidades otorgados por Dios”.


http://diariouno.pe/columna/lecciones-de-lincoln-2/


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Neurosis metálica

Carmen McEvoy


“Por el bien de los peruanos, ojalá que alguno de los presidentes se salve”, declaró un apesadumbrado Luis Thais ante la noticia del presunto soborno de Odebrecht al ex jefe de Estado Alejandro Toledo. Días antes un ex viceministro del gobierno de Alan García, Jorge Cuba, y otros funcionarios más fueron acusados de cobrar coimas millonarias con la finalidad de favorecer a la empresa brasileña. En una de las escenas más delirantes de una saga que recién empieza, Cuba, quien debe dar cuenta de ocho millones de dólares de los contribuyentes, regresó al Perú con una Biblia bajo el brazo mientras demandaba respeto por su “presión arterial”.

Toledo tenía la obligación de continuar la cruzada democrática iniciada por el gobierno de transición del doctor Valentín Paniagua –luego de la fuga del hoy reo Alberto Fujimori– pero su mesianismo le hizo olvidar que lo urgente, a inicios del siglo XXI, era reformar al Estado. Porque en un sistema republicano los hombres pasan mientras las instituciones perduran. A la luz del nuevo escándalo de corrupción que nos embarga, resulta obvio que el Estado Peruano sigue siendo el botín de los depredadores de siempre. Por ello me permito discrepar con la presidenta del Congreso, quien opina que estamos ante una situación “inédita de corrupción”.

Cabe recordar que hace más de un siglo Manuel González Prada detectó el problema que hoy tanto sorprende a Luz Salgado acuñando la frase “neurosis metálica”. Una enfermedad que, de acuerdo con el autor de “Pájinas libres”, aquejaba a los “mercaderes políticos” que, como fue el caso de Alberto Fujimori y su asesor Vladimiro Montesinos, saquearon los caudales de un Estado debilitado por la guerra y la ineptitud. El libro de Alfonso Quiroz, “Historia de la corrupción en el Perú”, resume lo sistémico de un problema que nos aqueja desde antiguo. Apuntando, asimismo, al daño que la corrupción ha causado al desarrollo y bienestar general. Caer en la tentación de lo “inédito” imposibilita diagnosticar poderosas continuidades que inevitablemente culminan en el robo a mano armada contra la sociedad peruana.

El destino ha querido que cada destape de la saga Odebrecht coincida con un nuevo y devastador huaico. Una situación que no hace más que hacer visible la pobreza, además de la ausencia de infraestructura de la que sufre el Perú. Lo que puede relacionarse no solo con la mala administración de los caudales públicos, sino con la peculiar manera como ha sido organizado el territorio nacional. En el caso de Chiclayo, una de las ciudades más golpeadas por los huaicos, cuyo ex alcalde Roberto Torres Gonzales está preso, la red corrupta fue muy acotada. Torres Gonzales armó una red de corrupción encargada de adjudicar contratos sin licitación pública por servicios que nunca se realizaron. Además de ello, el ex alcalde estafó sistemáticamente a los chiclayanos al no registrar los ingresos de los tributos percibidos por la municipalidad, cercenando incluso pagos laborales que iban directamente a sus bolsillos.

La precariedad que vive Chiclayo tiene un responsable con nombre y apellido, así como el escándalo de Odebrecht un antecedente histórico en la construcción del ferrocarril transandino. Los sobrecostos que pagó el gobierno del presidente Balta a Henry Meiggs, con el dinero proveniente de la venta del guano, sirvieron, entre otras cosas, para comprar conciencias de políticos y empresarios nativos e incluso manipular elecciones. Tal como está ocurriendo ahora con la carretera Interoceánica, el Estado Peruano fue estafado durante un intento temprano por dominar su endemoniada geografía. Nuestro esquema de territorialización –asociado a la expansión de la coima y la corrupción– proviene del viejo esquema de la guerra depredadora de los caudillos del siglo XIX. Ellos integraron políticamente al Perú pagando el alto costo de una degradación –social y económica– sin parangón en la historia sudamericana.

El Perú no es un pueblo de naturaleza corrupta, millones de sus ciudadanos se ganan el pan con el sudor de su frente. El “bien del Perú” no depende, en consecuencia, de la “salvación” de algunos presidentes, sino de que los culpables del robo a la nación sean juzgados por traición a la patria. Estoy convencida de que una pena implacable hará justicia, por ejemplo, a los que perdieron sus casas y pequeños negocios a raíz del huaico. A los miles de hombres y mujeres que siguen barriendo el lodo que los cubre, a ese médico que falleció cumpliendo su deber o a la ciudadana que recibió aliviada el bidón de agua que le llega de un gobierno que no entiende que la lucha contra la corrupción es la única bandera política, en un momento tan trascendental para la república.

Existen millones de peruanos que se levantan de madrugada para ir a trabajar y que, por ello, merecen una representación que los eleve en su moral, su esfuerzo y su dignidad. Hago votos para que esta prueba tan dura y dolorosa nos ayude a reflexionar, castigando ejemplarmente a todos los que nos estafan de manera sistemática. Rapacidad egoísta que no solo destruye nuestro presente, sino que niega el futuro que este país merece.


http://elcomercio.pe/opinion/columnistas/neurosis-metalica-carmen-mcevoy-noticia-1966735


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Peligroso desprestigio

Luis Davelouis


La clase política está desprestigiada. Toda ella. Las últimas encuestas son claras: la aprobación de la gestión del presidente, de sus ministros, del Congreso, de la oposición –y de la lideresa de la oposición–, todas caen. Y seguirán cayendo porque, como reveló otra encuesta, la inmensa mayoría de los peruanos no nos sentimos representados por nuestros… representantes.

Y sí, muy rara vez están a la altura –y cuando lo están, les dura poquito–, pero hay muchos casos en los que, simplemente, esos a los que usted responsabiliza no tienen nada que ver. Esto, por supuesto, no los exime en absoluto de su responsabilidad. Pero esta situación trae cola y es bastante más larga y pesada de lo que estamos dispuestos a admitir.

¿Los votos que no reciban los actores políticos actuales con quién irán? ¿Por quién votará una masa de votantes tan heterogénea y tan desengañada y tan harta de tanto político engreído y/o inoperante y/o corrupto? El “que se vayan todos” siempre trae uno que es todavía peor, lo hemos visto pasar y, por esta ruta, parece que estamos por verlo de nuevo.

Aunque no les guste ni sea justo, aquí y ahora y a los ojos de la ciudadanía, la responsabilidad es compartida y ningún deslinde salvará las pretensiones electorales del que quiera pasar piola y señalar con el dedo a los ex colegas desde el otro lado de la pista. Para la mayoría de ciudadanos todos los políticos son la misma vaina con la que nadie quiere tener nada que ver nunca más.

Conviene que lo recuerden quienes piensan medir sus posibilidades en las regionales 2018 y pretender la presidencia en 2021. Pues puede que el ancla que algunos quieren poner sobre el pecho de su adversario para ahogarlo esté también atada a sus propios pies.



http://peru21.pe/opinion/luis-davelouis-peligroso-desprestigio-2270173



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PPK, los tecnócratas y el lobby feroz

Fernando Vivas


Mi anterior columna “Tu proyecto se pudrió, tecnócrata” me obliga a una secuela con un final de suspenso. En primer lugar, debo responder a quienes con buena fe me inquieren lo siguiente: si has dicho que la casta de tecnócratas que nos vienen gobernando más de 15 años ha degenerado y es mejor que el proyecto nacional vuelva a ser agitado por los políticos, ¿nos condenas a volver a Alan, Toledo, Humala?

No, pues, amigos. No hablo de persistencia de lo malo conocido, sino de cambio y retorno a buenas prácticas. Caras nuevas y reinstitucionalizaciones urgentes. Por ejemplo, que PPK y gabinete dejen de comportarse como un consorcio negociando adendas y que su proyecto nacional –lo tienen, está pergeñado en su plan de gobierno– sea consultado, dialogado y pactado con los otros actores de la política peruana.

Por otro lado, dije que las ciencias sociales tardan en definir lo que nos pasa. Me refería al megaescándalo de Odebrecht, no al Perú de políticos débiles y tecnócratas empoderados. Este es un buen tema que politólogos como Alberto Vergara estudian desde hace algunos años. Alberto, en un texto en coautoría con Daniel Encinas del 2014, hasta cuantificó el fenómeno y encontró que entre Toledo y Humala aumentó el porcentaje de ministros técnicos sobre los políticos. Meléndez, Tanaka, Dargent, De Althaus y algunos otros también están aportando seriamente a este tema.

Ahora falta explicar cómo y por qué esta tecnocracia devino en cleptocracia de semejante magnitud. ¿Cómo convivieron técnicos de quienes presumo sus mejores intenciones, como Fernando Zavala, con un Jorge Cuba?

Un aparte para el presidente Kuczynski. Es indispensable, para su legimitación como líder de una nación indignada, que explique hasta dónde llega su responsabilidad al haber avalado la decisión de Toledo de ejecutar un proyecto como la IIRSA Sur que resultó lesivo para el país. Ya sabemos que Toledo tuvo motivaciones ruines. Necesitamos saber qué errores de ingenuidad o cálculo llevaron a su primer ministro y hoy presidente a obedecerlo.
De paso, podría explicar por qué en mayo del 2013, con logo partidario, lanzó un video en el que promueve con sumo entusiasmo la central de Chaglla, un proyecto de Odebrecht. Necesitamos saber qué lazos estableció con esa empresa y sus inversiones en el Perú al visitar la obra. Odebrecht hizo en pro de Chaglla un lobby tan ambicioso que hasta invitó a Mario Vargas Llosa. Pero el escritor, que sabe resistir lobbies, no escribió nada al respecto. PPK hizo un video. Sería bueno que nos cuente por qué.



http://elcomercio.pe/opinion/rincon-del-autor/ppk-tecnocratas-y-lobby-feroz-fernando-vivas-noticia-1966757



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Tres crisis


Mirko Lauer



La caída de Alejandro Toledo bajo los reflectores de la anticorrupción marca una inflexión seria en el proceso político, en la cual el ex presidente será central. Ella puede ser definida a partir de tres crisis: la del antifujimorismo, la del liberalismo político, y la del sistema institucional. Aun si sus efectos todavía no son palpables, las tres crisis ya han llegado, y no se van a ir.

En instantes el drama de Toledo ha ecualizado la corrupción de 1990-2000 con todas las que han podido venir después. Ciertamente ello no exculpa a ese fujimorismo marcado por la mayor cuantía, pero sí les roba buena parte del fuego a sus detractores. Toledo fue la figura originalmente ubicada en las antípodas de Alberto Fujimori y sus socios políticos.

Una imagen de cierta sobriedad administrativa ha sido clave para el auge del liberalismo político, identificable como la piedra angular del centrismo. Toledo con sus alianzas hacia el centro-izquierda y la izquierda moderada fue, en su presidencia y después, una encarnación de ese liberalismo, y lo va a arrastrar en su caída.

El sistema institucional está pataleando por demostrar una capacidad de someter la plaga brasileña a la justicia. Pero su ineficacia para impedir el contagio en primer lugar es evidente. Nos referimos a la magnitud de todo aquello que se les pasó por la huacha a los sistemas de control en el país, y a la falta de mecanismos para evitar o mitigar el problema.

Estas tres crisis van a manifestarse con creciente fuerza apenas entren en clara relación la una con la otra, y eso debería suceder una vez que la parte más fragorosa del Lava Jato local haya quedado atrás. Es fácil imaginar una crisis de descreimiento, pero más difícil es imaginar qué es lo que ese descreimiento va a producir.

La crisis del 2000 produjo un deseo de liberalismo, una nueva confianza en la democracia, un cierto apoyo a todo lo que reforzara la institucionalidad. Con eso hemos llegado a este año de gracia del 2017, y la sensación es que va a costar mucho esfuerzo mantenerlo en su lugar. En otras décadas hubiera sido la antesala de la llegada del hombre fuerte.


http://larepublica.pe/impresa/opinion/846515-tres-crisis


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