sábado, 17 de diciembre de 2016

OPINIONES 17/12/2016



APRA, ¿Una franquicia? - Mirko Lauer
Censura: Estrategias y control de daños - Carlos Tapia
Cómo has cambiado, pelona - Alfredo Bullard
Donald Trump y su laberinto - Arthur González
El mismo fujimorismo (II) - Carlos Meléndez
Otra guerra sucia - Raúl Tola
Un fracaso más - César Lévano
Un pacto social por la educación - Alejandra Dinegro Martínez





APRA, ¿UNA FRANQUICIA?

Mirko Lauer


El cambio de palabras Jorge del Castillo-Mauricio Mulder sobre la censura a Jaime Saavedra es una suerte de radiografía relámpago del Apra. No tanto el fondo de la cuestión, sino su forma: artistas de la opinión personal, sin nexos visibles con una estructura partidaria. La libertad de Alan García se ha difundido y vuelto costumbre.

Un tweet de Enrique Cornejo, aspirante a secretario general y candidato, cuenta parte de la historia: “La preocupación principal de la militancia aprista (me incluyo) no es censurar un ministro sino iniciar ya la renovación partidaria”. Pero allí nadie con real acceso a los medios parece muy apurado por iniciar esa tarea.

El reino de la opinión personal siempre es más agilito que el de la línea partidaria. Mulder, por ejemplo, se pronunció a favor de Pedro Pablo Kuczynski durante la campaña, y ahora ha votado por la censura. Del Castillo no quiso tomar partido en la segunda vuelta, pero ahora aparecen distancias del fujimorismo en el tema de Saavedra.

García mira las cosas desde lejos, declinando por el momento el liderazgo práctico de una maquinaria disminuida, y en parte detenida. El leninismo en la estructura (no en los objetivos), con su centralismo, ha cedido el paso a un sistema de individualidades parecido a la famosa federación de independientes que solía definir a Acción Popular.

En otras palabras, el partido en cuanto partido no opina, no fija posición. La tarea simplemente parece haber sido fijada para luego. Mientras tanto son los congresistas quienes opinan para aquí y para allá, algo así como condotieros de sí mismos y concesionarios de un membrete. Generalmente en las inmediaciones de Fuerza Popular.

Los congresistas son hábiles, y logran mantener un perfil propio mientras algunos de ellos juegan de lauchas para el fujimorismo. El fujimorismo en minoría daba un apoyo vergonzante al Apra olímpica. En cambio hoy estos congresistas parecen sinceramente orgullosos de su papel, mientras esperan el lejano congreso partidario.

¿A dónde conduce todo esto? No se sabe. En otros tiempos la cosa era simplemente esperar que García relanzara los fierros oxidados. Lo que asoma ahora es más bien la lucha por mantener la inscripción en el 2021. Va a ser difícil que lo logre una franquicia con concesionarios.


http://larepublica.pe/impresa/opinion/831293-apra-una-franquicia


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Censura: Estrategias y control de daños

Carlos Tapia


Fujimorismo: Después de la luna de miel de los 100 días, para recobrar su papel opositor decidieron interpelar al ministro de Educación, Jaime Saavedra. La corrupción de sus funcionarios fue la pepa (los Juegos Panamericanos fueron una simple yapa). Les interesaba deshacerse de la ligazón fujimorismo-corrupción nacida en los años 90 (y también de Joaquín Ramírez) mostrándose como una fuerza inflexible en la lucha contra este flagelo.

Es parte de su estrategia hacia el 2021. Inició temprano porque requerirán bastante tiempo para hacer creíble su viraje. ¿Por qué Educación y no Interior o Salud que tienen mucha corrupción? Porque Saavedra viene del gobierno Ollanta-Nadine, responsable de su derrota, y acusan al sector Educación de ser reducto de consultores caviares, sus relaciones con la prensa y apoyo con recursos a los activistas del antifujimorismo.

PPK y su bancada: Al comienzo, indecisión arriba y desunión abajo, mostró la debilidad del oficialismo. A lo que se sumaron polémicas opiniones en medios, y adjetivos en las redes sociales vaticinando una imparable interpelación de ministros y chantaje-copamiento de instituciones del Estado. Exigían hacer de la censura un caso de “cuestión de confianza” y amenazar con la disolución del Congreso. Aquellos que se oponían eran solapados ‘naranjas’.

Cuando el presidente comunicó al país que no habría “cuestión de confianza” definió la táctica gubernamental, alejada de extremismos. Además, con visión, no pidió la renuncia a Saavedra y mantuvo su apoyo ‘hasta el fin’ (censura).

Decidió que el enfrentamiento era entre adversarios y no enemigos. Además, definió un nuevo terreno para el entendimiento (unidad y lucha) en un diálogo, fuera del Congreso, con todos los partidos, incluida Keiko (Cipriani). La censura quedó atrás y Saavedra quedó bien.


http://peru21.pe/opinion/carlos-tapia-censura-estrategias-y-control-danos-2265181


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Cómo has cambiado, pelona


Alfredo Bullard


Hace más de seis años, Fujimori (el papá) fue condenado a 25 años de prisión por asesinato, secuestro agravado y lesiones graves por las matanzas de Barrios Altos y La Cantuta. A ello se han sumado otras condenas por delitos de corrupción, malversación de fondos y similares.

En los asesinatos nadie lo acusó de haber disparado las armas con las que se mató a las víctimas. Se le condenó por autoría mediata al haber controlado y liderado el aparato estatal que desarrolló acciones clandestinas ilegales.

Los fujimoristas al unísono (siempre lo hacen al unísono) adjetivaron sin piedad en contra de la sentencia que lo condenó. Para ellos, se sancionó a un inocente sin una sola prueba de su autoría y sin demostrar su participación en los hechos.

Hace unos días, esos mismos fujimoristas censuraron al ministro de Educación, Jaime Saavedra, por actos de corrupción que debió, a su criterio, haber evitado. Y, en este caso, lo hacen sin una sola prueba de su autoría y sin demostrar su participación en los hechos.

No quiero que se confunda sobre los alcances de este paralelo. Uno es un proceso de sanción en el que se establece responsabilidad penal por comisión de crímenes. El otro es un proceso en el que se establece responsabilidad política. Sin duda son distintos. Pero ya verán que los fujimoristas dirán (como suelen hacer para distorsionar las cosas) que estoy comparando situaciones diferentes sin citar este párrafo.

Sin embargo, las diferencias no deben impedirnos identificar las similitudes. Cuando los fujimoristas defendieron a Fujimori, fueron muy exigentes en que ninguna responsabilidad (ni política ni penal) podía atribuirse al ex presidente por actos que no realizó. A Saavedra lo censuran (atribuyéndole responsabilidad política) por actos que no realizó. La contradicción es obvia.

Pero también importa destacar algunas diferencias. Fujimori fue condenado por actos realizados por Vladimiro Montesinos, Nicolás de Bari Hermoza, Martín Rivas y compañía. Él no solo los colocó en posición de cometer esos crímenes. Los defendió públicamente. Negó que hubieran estado involucrados en los actos que hoy sabemos que perpetraron. Los exculpó mediáticamente y los protegió legalmente. Y dejó pasar delante de él (por no decir que participó) una estrategia criminal que no se podía ocultar. A veces la ley debe actuar de manera que evite que el vivo pase por imbécil. Fujimori podrá tener muchos defectos, pero sin duda era inteligente. No es creíble que no supo todo lo que se cruzó delante de sus narices. Es claro que sus actos y sus omisiones lo hacen responsable. Por eso merece estar en la cárcel.

Saavedra no salió a defender la corrupción que ocurrió en el caso de las computadoras. No entregó cuotas de poder diseñadas para actuar sin límites. No salió en los medios a defender a los corruptos como Fujimori salió una y otra vez a defender a Montesinos y sus compinches. Pero los fujimoristas califican la conducta del primero de una manera muy diferente a como califican la conducta del segundo.

Cabe preguntarse qué hubiera pasado si los fujimoristas (los del Congreso durante el gobierno de su líder y los que están hoy en el Congreso bajo las instrucciones y liderazgo de su hija) hubieran participado en la interpelación de algún ministro de Defensa o del Interior del gobierno del presidente reo, por las matanzas de Barrios Altos y La Cantuta. ¿Hubieran actuado bajo los mismos principios? ¿Lo habrían censurado? Todos sabemos que no. Hubieran dicho que un ministro no puede controlar a todos los funcionarios de su sector ni evitar que se le pasen algunas “manzanas podridas”. Sin duda, habrían dicho que el presidente y sus ministros no pueden ser responsables por los actos de unos cuantos descarriados, así alguno de ellos haya sido su mano derecha.

Pero así son estos ‘angry birds’ anaranjados: destructivos e incapaces de reconocer alguna capacidad constructiva en el otro. Son por definición inconsistentes. Y es una inconsistencia rabiosa que los lleva a condenar con la misma euforia el acto ajeno que usan para defender el mismo acto llevado a cabo por ellos mismos.

Quién actúa diferente ante circunstancias iguales asume que estará equivocado en el 50% de los casos y que será deshonesto en el 100%. Y es que sin consistencia no se puede ser honesto.


http://elcomercio.pe/opinion/columnistas/como-has-cambiado-pelona-alfredo-bullard-noticia-1954096


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Donald Trump y su laberinto

Arthur González



No son pocos los que piensan que Donald Trump, por ser un hombre enteramente dedicado a los negocios, pudiera tener un pensamiento más objetivo respecto a lo inoperante que ha resultado para Estados Unidos su política hacia Cuba, pero en la actualidad nadie se atreve a predecir cuáles serán sus pasos una vez asentado en la Casa Blanca.
Durante su campaña por la candidatura presidencial, el tema cubano no fue centro de sus discursos, realmente no sintió la necesidad de obtener el apoyo político y menos financiero, de la mafia terrorista anticubana asentada en la Florida, convencido de que ya no tiene el poder que ostentó durante décadas, se han desgastado en luchas intestinas y la vida demostró que no pudieron ganar una sola batalla contra la Revolución.

Vinculada desde siempre a acciones terroristas como agentes al servicio de la CIA, esa mafia resulta una macha en el expediente que Estados Unidos pretende llevar en su supuesta lucha contra el terrorismo internacional, pues las pruebas de sus actos son elevadas, como fueron las presiones para obtener el refugio en Miami del asesino Luis Posada Carriles y de otros con delitos similares.

Sin embargo, contra todos los pronósticos Trump antes de las elecciones, hizo una breve visita al local de la fracasada brigada mercenaria que invadió Cuba por las arenas de Bahía de Cochinos, y les prometió su apoyo, al parecer desconociendo la vergonzosa historia de esos que se rindieron incondicionalmente ante el pueblo uniformado, a solo 66 horas de iniciar su agresión a la isla, lloraban ante el temor de ser fusilados y muchos justificaron su participación asegurando que “solo eran cocineros”.

Las contradicciones del nuevo Presidente ya se ponen de manifiesto, pues por una parte reitera: “no elijo ministros pobres porque quiero gente que haya hecho fortunas”; le envía mensajes a Viet Nam con sus deseos de fortalecer las relaciones con ese país que los derrotó en la guerra, dándole una lección de resistencia y unidad; y por la otra hace declaraciones agresivas hacia Cuba, amenazando con deshacer las relaciones diplomáticas y los pocos acuerdos que ejecutó la administración de Barack Obama.

Los hombres de negocios ven oportunidades y fortalezas en las relaciones con aquellas partes que pueden reportarles buenas ganancias, entonces, ¿cuáles son las razones que tiene Trump para no tomar en cuenta a un vecino tan cercano y abierto a las inversiones foráneas como Cuba?

Si realmente Trump está nombrando a ministros multimillonarios, entre ellos al menos hay seis personas indudablemente ricas que sumadas sus fortunas superan los 14 mil millones de dólares, no resulta lógico que el magnate inmobiliario no se dé cuenta de las posibilidades que tiene de invertir a solo 90 millas al sur y deje a un lado a los verdaderos fracasados del enfrentamiento con Cuba en los últimos 60 años.

Otra de las incoherencias del nuevo Presidente es la incorporación de varios estadounidenses con ancestros cubanos, algunos de ellos con posiciones reacias al mejoramiento de relaciones con la Isla, quizás marcados por la amargura traslada desde su niñez de padres y abuelos, muchos vinculados con la dictadura de Fulgencio Batista, u otros enviados sin acompañantes a Estados Unidos bajo la cruel y despiadada Operación Peter Pan, diseñada por la CIA con total apoyo de la Iglesia Católica.

Los asesores de Trump tienen el deber de alertarlo de que, en los Estados Unidos más del 50 % de los estadounidenses de origen cubano votaron en su contra, y a favor de la candidata demócrata Hillary Clinton, superando los datos históricos.

En Miami y otras ciudades de la Florida, Trump perdió todos los distritos con alta concentración de electores de origen cubano de extrema derecha, mientras el lobby anticubano en el Congreso tampoco le daba su apoyo.

Un aspecto que los asesores del Presidente no pueden pasar por alto, es la actual composición de los residentes de origen cubano en los Estados Unidos, donde la masa de jóvenes emigrantes por motivos económicos son mayoría y el reducto de testaferros del dictador Batista y los burgueses, son cada vez menos y más viejos.

De ahí que las actuales encuestas indican que el 55 % de los estadounidenses de origen cubano son favorables a las relaciones con Cuba, sumado al 73 % de los norteamericanos que piensan lo mismo.

Si Donald Trump pretende establecer una alianza con la extrema derecha anticubana y su cultura de odio intransigente, transitará por el mismo laberinto obteniendo el mismo resultado de los últimos 58 años, el fracaso, mientras el pueblo cubano seguirá unido y con muchas reservas de resistencia para enfrentar con firmeza algo a lo que están acostumbrados, las agresiones imperialistas.

Por esos motivos, en momentos como estos hay que recordar lo dicho por José Martí: “La patria se levanta sobre los hombres unidos de todos sus hijos”.


http://martianos.ning.com/profiles/blogs/donald-trump-y-su-laberinto-por-arthur-gonz-lez


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El mismo fujimorismo (II)

Carlos Meléndez


La idea de un “nuevo” fujimorismo es una ficción de origen antifujimorista. Fue improvisada al calor de la campaña como intento de domesticación progre ante la inminencia de una victoria naranja, que solo se concretó en el Legislativo. Iluminadas mentes –propensas al ‘wishful thinking’– compartieron la ilusión de una versión caviarizada del fujimorismo. Confundieron los buenos modales de la candidata Keiko Fujimori con una conversión. Una charla en Harvard no hizo el verano.

El fujimorismo –desde Alberto hasta Keiko– ha mantenido su composición molecular: ascendencia personalista del líder (omnipresente y todoterreno), cultura organizacional que valúa la lealtad rabiosa, enfrentamiento tanático al ‘establishment’ político y sus formas (democráticas), búsqueda de la legitimidad política en la relación directa con el electorado (fundamentalmente marginal). La versión keikista del fujimorismo es un ‘upgrade’ de la albertista: ha vertido el apoyo amorfo hacia una organización –Fuerza Popular (FP) es lo más cerca que tenemos a un partido–, ha centralizado la toma de decisiones inhibiendo el faccionalismo (adiós, montesinismo o absalonismo), e imponiendo compartimentos estancos, ha erigido una estructura de poder autónoma (que puede potenciarse con la prebenda estatal). ¿Tiene dudas? Ganó la hegemonía del Congreso con el voto.

Con estas premisas auscultemos la lógica fujimorista de las últimas semanas. La prioridad de Keiko Fujimori es conseguir la cohesión de una bancada de magnitud inédita. Coordinar 72 voluntades –en un partido personalista– requiere talento y esfuerzo desde la cúpula. La censura a Jaime Saavedra ha resultado funcional para dicho objetivo. Ha sido su primer despliegue de gimnasia política: al tiempo que se prueban las lealtades y se previenen fisuras, los escuderos ensayan una racionalidad ad hoc que incorpora la polémica y –en el extremo– el absurdo. La internalización del liderazgo keikista ha supuesto la búsqueda anticipada de satisfacción de las expectativas de la lideresa por parte de su séquito. 

El fujimorismo nunca le va a correr a la polarización porque el enfrentamiento con el ‘establishment’ (tecnocrático, pituco, liberal) aviva a su electorado (antielitista, mano dura, conservador). Radicalizar la disputa –sobre todo desde la mediocracia– es música para los oídos naranjas. Mientras el antifujimorismo apuesta a la esfera mediática –el desprestigio crónico del Congreso puede socavar la popularidad naranja–, el fujimorismo confía en su maniobra maquinal. FP cuenta con los recursos institucionales para sostener una confrontación permanente.

Cinco años atrás, Keiko Fujimori emprendió su trabajo partidario recorriendo el país. Hoy lo hace cohesionando a su bancada. Si asegura fidelidad, podrá contar con la reproducción del trabajo proselitista de sus parlamentarios llegado el momento. La satanización a la Comisión de Presupuesto no ha permitido evidenciar la habilidad del fujimorismo en el ‘pork-barrel’ informal con los gobiernos subnacionales (más eficiente que la PCM con las regiones). No creo que el fujimorismo quiera precipitar un cambio de gobierno, sino que está consolidando su oportunidad política –consciente de los altos costos–. Estamos ante el inicio de una nueva estrategia del mismo proyecto. El fujimorismo no cambia, se sofistica.

http://elcomercio.pe/opinion/rincon-del-autor/mismo-fujimorismo-ii-carlos-melendez-noticia-1954099


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Otra guerra sucia

Raúl Tola


A mí me tocó comenzar en el periodismo en los años 90, y cubrí en primera línea la crisis de corrupción que ocasionó el derrumbamiento del gobierno de Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos en el 2000. En las últimas semanas, no he podido evitar una fuerte sensación de déjà vu, que me ha devuelto a aquellas épocas, en las que, valiéndose de todas las herramientas imaginables, el gobierno diseñó una estructura para perpetuarse en el poder.

La avanzada contra el ministro de Educación Jaime Saavedra ha sumado las viejas armas aprendidas en esa época. Las sesiones de interpelación y censura han tenido ese mismo aire de prepotencia e impunidad de los plenos de aquella época, donde la mayoría imponía su agenda sin empacho, avasallando la ley y los derechos fundamentales. Solo un ingenuo puede pensar que, habiéndose aproximado tanto a los 80 votos que requiere una vacancia presidencial, vayan a parar ahora, cuando el gobierno de PPK ni siquiera ha cumplido medio año de vida.

Para llevar adelante esta ofensiva, también han vuelto las viejas artes de la guerra sucia. Como han perdido el control de los medios de comunicación, el nuevo campo de batalla parecen ser las redes sociales, donde se repiten las patrañas, las medias verdades y los insultos, con el concurso de un ejército de sicarios anónimos, pero también de algunas connotadas figuras.

Hay varios ejemplos. Rosa María Palacios puede generar las simpatías y los odios más intensos, pero queda claro que sigue dándose maña para imponer temas en la agenda, desde la aparente marginalidad de una página web y una cuenta de Twitter, como ocurrió con la moción de confianza presidencial, frente a la censura de Saavedra. Al parecer, los ataques contra ella no han sido suficientes, y a los operadores de la guerra sucia no se les ha ocurrido mejor idea que atacar a una de sus hijas. Como siempre, han cometido esta cobardía con mentiras, asegurando que recibe del gobierno un sueldo de 30 mil soles mensuales como asesora ministerial. Lo cierto es que trabajó durante dos años, basada en las excavaciones del Camino Inca realizadas en Cañete, donde su sueldo era de tres mil soles mensuales, como establece la ley para cualquier bachiller de arqueología. Es una falsedad burda, pero se ha repetido hasta el aburrimiento, para despertar la sensación de sospecha. Igual que lo hicieron la excrementicia prensa chicha de los noventa y los canales comprados a golpe de talonario por Vladimiro Montesinos.

Para vergüenza de todos, esta semana la revista The Economist publicó un artículo muy crítico con la interpelación a Jaime Saavedra, a la que calificó como «un pequeño acto de suicidio nacional». Ahí dijo que la bancada de Fuerza Popular se comportó como «un matón de recreo» y desbarató uno por uno los argumentos para la censura, atribuyendo su impulso a los intereses de las universidades privadas que quieren la derogatoria de la nueva Ley Universitaria. Como por ensalmo, las redes sociales se cargaron de los comentarios más disparatados contra una de las revistas más emblemáticas del pensamiento liberal, a la que acusaron de «caviar», «mermelera» y «sionista».

Son solo dos casos de un vasto universo, que demuestran el nivel y la imaginación de los cerebros y sus esbirros detrás de estos manejos. Con ellos contribuyen numerosos personajes, que se hacen pasar por comentaristas objetivos o periodistas, y atacan al resto de las mismas prácticas que para ellos son habituales. Si faltaban pruebas de que el fujimorismo no ha cambiado, que sus comienzos en campaña fueron un puro espejismo y que le resulta inevitable manejarse con prepotencia en cuanto tiene algún poder, estas semanas han sido absolutamente transparentes. ¿Lo habrá notado el gobierno?

http://larepublica.pe/impresa/opinion/831296-otra-guerra-sucia


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Un fracaso más

César Lévano



Me apena haber acertado respecto a la censura al ministro de Educación, Jaime Saavedra. Escribí ayer en esta columna, en relación con la táctica tembleque del presidente Pedro Pablo Kuczynski: “Este jueves se sabrá con mayor claridad si la táctica del paso atrás y la conciliación sirve para algo”.

No sirve para nada, como lo sabemos por el voto de censura del Congreso. El fujimorismo no tiene rival en el Poder Ejecutivo. Cada día está más claro que la única fuerza que en verdad sostiene la democracia y la institucionalidad republicana está en las calles, en los jóvenes, en las organizaciones populares y los partidos de izquierda.

El presidente, pese a su experiencia familiar, flagelada por el nazismo, olvidó las lecciones de la historia, en particular la del pacto de Munich en el cual las potencias capitalistas, en su treta para hacer que Hitler se enfrentara a la Rusia soviética, conciliaron con él.

Al final solo estimularon los planes de conquista y de guerra del fascismo. Por miedo a la guerra, Occidente fomentó la guerra. Por odio al socialismo, orientaron la agresión nazi a la Unión Soviética. Una maniobra consistió en predicar la no intervención en la guerra civil española, que Alemania e Italia habían preparado y en la que participaban militares y bombardeos fascistas como el de Guernica, que Picasso condenó en un cuadro.

El gran historiador Eric Hobsbawm en su monumental Historia del siglo XX ha escrito respecto al acuerdo conciliador de Munich, de octubre de 1938: “Hubo otro factor que transformó la política nacional en un conflicto internacional: la debilidad cada vez más espectacular de las democracias liberales (que resultaban ser los estados vencedores de la primera guerra mundial), y su incapacidad o su falta de voluntad para actuar, unilateralmente o de forma concertada, para resistir el avance de sus enemigos. Como hemos visto, fue esa crisis del liberalismo la que fortaleció los argumentos y las fuerzas del fascismo y del sistema de gobierno autoritario. El acuerdo de Munich de 1938 ilustraba a la perfección esa combinación de agresión decidida, por un lado, y de temor y concesión por el otro, razón por la que durante generaciones la palabra “Munich” fue sinónimo, en el lenguaje político occidental, de retirada cobarde”.

Si el presidente PPK no se percata de que el fujimorismo quiere todo el poder para instalar un narcoestado, corrupto y represivo, puede terminar en la calle. Por ahí marchan fuerzas nuevas.

http://diariouno.pe/columna/un-fracaso-mas/

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Un pacto social por la educación

Alejandra Dinegro Martínez


A mediados del 2006 se produjo la movilización social más grande conocida hasta entonces, desde finales de la dictadura de Pinochet, en Chile. La “revolución de los pingüinos”, como se les denominó a los estudiantes de secundaria, se declararon en huelga. Ocuparon el 80% de los colegios, marcharon por las calles cuestionando el modelo educativo neoliberal: una educación de mercado, desigual, lucrativa y mediocre.

En el 2011, el Gobierno de Sebastián Piñera mantenía la desigualdad del sistema educativo chileno y el endeudamiento de las familias, lo cual engendró una nueva explosión social. Estudiantes de las principales universidades estatales pasaron a encabezar uno de los movimientos estudiantiles más potentes de América Latina. La “revolución de los pingüinos” vio continuada su lucha. Diversos sectores de la sociedad se sumaron a los universitarios: profesores, padres de familia, escolares, artistas, trabajadores, sindicatos, estudiantes de las universidades particulares, institutos y más.

Todos ellos conformaron el “movimiento por la educación”, pactando socialmente una plataforma de lucha conjunta que iba desde la gratuidad de su educación, hasta las mejoras remunerativas a los trabajadores. Los estudiantes entendieron que su problema venía del modelo heredado desde la dictadura de Pinochet, siendo el corazón del problema el modelo económico que defendía su gobierno.

Se lograron cambios importantes y se logró repolitizar a una sociedad adormecida durante años. Nadie estuvo ausente de una lucha que comprendía y necesitaba de todo su tejido social. Sabían que del Gobierno no vendrían las mejoras por sí solas, sin que ellos tomaran la iniciativa de exigirlas.

Una situación similar vivimos en nuestro país. Heredamos una Constitución que protege el lucro de las universidades particulares y la privatización de la educación, mas no defiende a la educación como un derecho social. Consecutivos gobiernos neoliberales no han realizado ningún cambio sustantivo en esta materia y mucho menos lo harán, por los múltiples intereses que los atan. Con el exministro Saavedra se quiso poner mano dura a la mafia, pero terminó siendo censurado ante la mirada complaciente del propioPPK.

Ante ello, es la misma ciudadanía la que deberá tomar el toro por las astas y demandar cambios estructurales en todo nuestro sistema educativo. Necesitamos un pacto social, para lograr los cambios y para poner en evidencia el gran problema de fondo. No se trata de “corregir” algunos aspectos, se trata de cambiarlos, sustituirlo por una educación gratuita y de calidad.

La solución no dependerá solo de los estudiantes. Necesitaremos a toda la sociedad, a los trabajadores organizados, para que los esfuerzos no puedan ser revertidos por las y los defensores del statu quo.


http://diariouno.pe/columna/un-pacto-social-por-la-educacion/




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