sábado, 5 de noviembre de 2016

OPINIONES 05/11/2016

 


La política y el BCR

Carlos Tapia

 La elección en el Congreso de los tres miembros del directorio del BCR ha tenido sus bemoles:

1).- En esta oportunidad, la aplastante mayoría fujimorista decidió dejar de lado remilgos anteriores que favorecían una imagen concertadora. ¿Qué es lo que han ganado? Ha sido una victoria pírrica. Aunque la votación contó con el quórum legal y la mayoría requerida, su legitimidad está en cuestión. Y cuando esto sucede la polarización crece.

2).- Amplios sectores critican la nula calificación económica de Rafael Rey y el dudoso comportamiento de Chlimper al fin de la campaña. Sin embargo, pocos cuestionan a Elmer Cuba, conocido economista y socio director de Macroconsult, consultora de importantes empresas en el país. Y que su negocio, también, es el de analizar previsibles inversiones ventajosas. Su plus se basa en tener información privilegiada.

3).- ¡Ojo!, el artículo 11 de la Ley Orgánica del BCR señala que los directores “No representan a entidad o INTERÉS PARTICULAR alguno”. Es verdad que Cuba, una vez integrado a la campaña de Keiko, pidió licencia de su importante cargo. De ahí el comunicado de esta empresa consultora: “Macroconsult no ha participado ni participará DIRECTAMENTE en política. La participación de sus socios y profesionales en política o cargos públicos ha sido a título personal” (Gestión 6/5/16). ¿No les suena parecido a los dueños de universidades particulares, miembros de la Comisión de Educación en el Congreso?

4).- Sin embargo, hay que reconocer la validez del acuerdo. Y del error de quienes lo consideran un “caballazo”, pero lo avalaron con su apurada participación y su inútil presencia.

5).- Todavía no está dicho todo. Hay que esperar la marcha estudiantil, porque en nuestro país la democracia también se construye a punche y borbotones de rebeldía.


http://peru21.pe/opinion/carlos-tapia-politica-y-bcr-2261484



LA BURBUJA

Mirko Lauer

 Se supone que pasados los 100 días ya nada es sorprendente. Las fuerzas ya están atrincheradas en los hábitos adquiridos en ese plazo. El siguiente momento de balance será cuando el gobierno cumpla el año, y tengamos la elección de gobiernos locales a la vuelta de la esquina. En el ínterin seguirán reinando las encuestas.
Fuerza Popular dedicó estos meses a una estrategia de tornillo, no de martillo, como dice la vieja frase. Su principal preocupación ha sido mantener al Ejecutivo acotado en unos pocos temas, pero sin interferir realmente en su trabajo y en natural proceso de desgaste. Esto sugiere que evitará el choque con PPK todo lo que pueda.

El Ejecutivo ha estado dedicado a aprender las artes de un gobierno en minoría, administrando con cierta prudencia su parcela de poder. Esto ha significado alternar gestos de fuerza con gestos de retroceso, señalando en todo momento que no hay intención de cuestionar la cómoda hegemonía del fujimorismo.

En estos 100 días la izquierda parlamentaria se ha dedicado a reproducir mecánicamente más o menos la misma estrategia que la puso en el mapa electoral. Es decir esfuerzos para ubicarse en los medios, las redes y las calles, como el gran motor polémico. Transitoria distancia táctica frente a los conflictos sociales.

Por el momento las tres fuerzas parecen cómodas en sus posturas operativas, y dan la impresión de que las sienten provechosas. Adviértase, sin embargo, que las tres tienen un fuerte aroma a mal menor. Pero a la vez, quizás por eso mismo, un cierto aire a compromiso. Exagerando un poco, podría hablarse de una burbuja de los cien días.

¿Qué podría reventarla? La pared más débil de la burbuja quizás está en las necesidades de la izquierda, unida o no, de construir una plataforma de gobiernos regionales y municipales frente a las próximas elecciones, que podría volcarla hacia formas más drásticas de oposición al sistema.

En cambio el mecanismo PPK-FP parece más estable, y en esa medida algo más duradero. Sin embargo para FP es importante acopiar gobiernos locales para el 2021, y evitar que la izquierda lo haga. Lo cual podría llevar a todos a endurecer el estilo opositor. Para el Ejecutivo sería una crisis política a tres bandas.


 http://larepublica.pe/impresa/opinion/818530-la-burbuja




Conectarse para crecer

Augusto Álvarez Rodrich

 Para una columna como esta que se ocupa casi cotidianamente de asuntos políticos que suelen ser tan estridentes como intrascendentes más allá de la quincena, constituye una bendición encontrar espacios que aunque no sean notorios sí sean relevantes para la vida de peruanos de las zonas pobres del país.

Es lo que encuentro cada año, desde hace seis años, como miembro del jurado del premio ‘ConectaRSE para crecer’, organizado por Telefónica del Perú, para reconocer y promover el desarrollo rural a través de las telecomunicaciones, poniendo en valor los beneficios de las tecnologías de la información y comunicación para reducir las brechas sociales y económicas del país.

Este es un gran premio porque identifica proyectos en los que las telecomunicaciones se han posicionado como una herramienta de inclusión social a nivel regional que tienen incidencia en el desarrollo rural.

El crecimiento de las telecomunicaciones en el Perú desde que se inició el proceso de privatización del sector, hace dos décadas, en 1994, ha sido exponencial, construyendo una de las actividades más dinámicas.

El desarrollo de las telecomunicaciones constituye, sin duda, uno de los instrumentos más potentes para el progreso de una sociedad.

Su impacto es obvio a través de todos los beneficios asociados a su desarrollo, los cuales se vinculan al efecto en la calidad de vida de la gente y de las familias tanto en el ámbito personal como en el económico.

Su efecto es más visible en el sector urbano, pero es en el ámbito rural en el que se pueden identificar las consecuencias más dramáticas por su mayor resultado relativo en el cambio en la calidad de vida de la gente.

En este sentido, el premio ‘ConectaRSE para crecer’ reconoce, precisamente, a esas iniciativas en el ámbito rural que inciden de un modo decisivo en el bienestar de la población, su calidad de vida o su acceso a las oportunidades; su sostenibilidad con el fin de mantenerse en el tiempo por sí solo; su replicabilidad en otros contextos y situaciones; y su innovación por incorporar un componente diferencial o único.

El gran premio Conectarse para Crecer 2016 fue para el proyecto “Sistema de SMS para la mejora de la gestión del agua de consumo humano en zonas rurales. Anco, Churcampa” (Huancavelica). Esta iniciativa se basa en un sistema de envío de SMS que ha permitido mejorar la calidad de vida de diez localidades rurales, disminuyendo los altos índices de desnutrición infantil y beneficiando a más de seis mil ciudadanos.

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http://larepublica.pe/impresa/opinion/818534-conectarse-para-crecer



Más cínico que mudo

Raúl Tola

 La segunda tanda de revelaciones presentada esta semana por IDL Reporteros cierra el círculo de las negociaciones que Luis Castañeda Lossio habría encargado para frustrar el proyecto Río Verde, impulsado por la gestión de Susana Villarán. Sabíamos que la abogada Giselle Zegarra —gerente de Promoción de la Inversión Privada en las primeras gestiones de Castañeda— había sostenido un fluido intercambio de comunicaciones con Léo Pinheiro —expresidente de la constructora brasileña OAS, hoy condenado a 16 años de prisión por pagar US$ 8,6 millones en coimas para beneficiarse con contratos de Petrobras— que impidió que la obra se concretara. Ahora nos hemos enterado de que estas tratativas, ocurridas en plena campaña municipal de 2014, incluso se preocuparon en bloquear la publicidad del proyecto.

¿Por qué Castañeda habría querido frenar el proyecto Río Verde? Para apuntalar la imagen de ineficiencia y ociosidad que se le construyó a Villarán, quien aparecía como su principal competidora. Esto pese a que, como ha citado Rosa María Palacios, durante su período como alcaldesa se concesionó más obra pública que en el Gobierno Nacional.

Pero tan lamentables como las denuncias han sido las reacciones del alcalde y sus allegados. En un comunicado de prensa lambiscón y mentiroso, Solidaridad Nacional intentó vender una conspiración contra «El mejor Alcalde de Lima de todos los tiempos». Despreciando las mínimas reglas de la transparencia y la decencia, Castañeda no se ha preocupado por comparecer ante los medios, para ofrecer alguna explicación más o menos coherente. En su cuenta de Twitter escribió que su respuesta a las denuncias eran «obras y más obras». Su presentación ante el Congreso fue una pantomima, gracias al blindaje de sus aliados políticos.

Castañeda recién dio la cara este viernes por la mañana, cuando un monumental incendio consumió las viviendas de la comunidad shipiba de Cantagallo. Por coincidencia, su reubicación estaba prevista como parte del proyecto Río Verde, lo que quedó cancelado por su gestión. Con un descaro que lo pinta de cuerpo entero, quiso culpar de esta situación a la gestión de Villarán, diciendo: «A los shipibos de Cantagallo les vendieron ilusiones». Tropezándose y balbuceando quiso contestar a los reporteros, que aprovecharon su aparición para hacerle varias de las preguntas que estaban pendientes. Sobre el bloqueo de la publicidad de 2014 atinó a decir: «Es probable que lo haya hecho».

Hace unos días, GfK publicó una encuesta que revelaba un retroceso de la popularidad de Castañeda, luego de que se conocieran sus tratos con OAS, así como el retraso de las obras de los Juegos Panamericanos de 2019. Uno diría que es lógico, tomando en cuenta las denuncias que recaen sobre el alcalde, quien no se molesta en explicarle a sus votantes cómo gobierna y parece vivir tomándoles el pelo. Increíblemente, esa caída de siete puntos lo mantuvo en el 60% de aprobación, algo que cualquier político peruano envidiaría. Pero lo que todavía resulta más insólito es que, una semana después, Datum reveló que el alcalde había recuperado esos puntos, sumaba uno más, y llegaba al ¡68% de aprobación! ¿Tenemos alguna responsabilidad los vecinos de todo lo que está pasando con nuestra ciudad?


 http://larepublica.pe/impresa/opinion/818533-mas-cinico-que-mudo




El juego de fujimori

Jason Day


¿Nos alcanzará la memoria hasta las elecciones del 2018? ¿Recordaremos entonces el triste papel que está jugando hoy Fujimori con su mega bancada (electa por solamente el 30% de los peruanos)? ¿Recordaremos que prometió garantizar “el no copamiento político de las instituciones públicas”, que los miembros del BCR “deben ser personas independientes, con experiencia e intachables” y que, sin embargo, copó la institución que preserva la estabilidad monetaria del país con dos de sus ex candidatos a vicepresidentes: uno con serios cuestionamientos por entregar un audio manipulado a un medio de comunicación con el claro objetivo de manipular a la opinión pública, y el otro con tal nivel de inexperiencia que el decano del Colegio de Economistas del Perú se ha referido a él como un “cachimbo”? ¿Nos alcanzará la memoria?

Porque el juego de Fujimori es claro: mostrarse como la fuerza política más poderosa del país, neutralizar al Ejecutivo y asfixiar la imagen del Presidente –a ver si, con suerte, no llega al quinto año de mandato–; y ganar ampliamente las elecciones regionales y municipales del 2018 como catapulta al 2021.

Lo bueno de todo esto es que el fujimorismo, fuerza torpe, incapaz de hilar fino, tropezará de nuevo y con la misma piedra (que rechazaran la invitación de PPK a discutir sobre la lucha anti corrupción cuando perdieron la elección precisamente por el halo de corrupción que les rodea, lo evidencia). Lo triste es que embarran a su paso la dignidad del país, nos llenan de desconfianza y de ese tan dañino desprecio por la política.


 http://larepublica.pe/impresa/la-contra/818604-el-juego-de-fujimori





La latinoamericanización de EE.UU.

Ian Vásquez

 La esposa de un ex presidente a la que rodean serios cuestionamientos éticos se enfrenta este martes en las reñidas elecciones presidenciales de Estados Unidos a un candidato demagógico que promete volcar el ‘establishment’ podrido de Washington. Es una señal más de la latinoamericanización de la política estadounidense.

Quien más simboliza este fenómeno es el magnate Donald Trump, aspirante a la Casa Blanca por parte del Partido Republicano. Ha creado un culto de personalidad a raíz de sus afirmaciones de que todo está mal en EE.UU. y que solo él puede arreglar los grandes problemas del país, tal como declaró en la convención de su partido. Su estilo es de un populista autoritario. Propone cambios radicales sin ofrecer detalles. Es agresivo, intolerante e insultante hacia quienes difieren con él.

Es un nacionalista que favorece el proteccionismo y aborrece a los inmigrantes. Quiere revertir la política comercial internacional de EE.UU. Para Trump, el extranjero es el enemigo y se colude con la élite estadounidense, de la que la candidata Hillary Clinton es parte.

El hecho de que un 40% de estadounidenses esté apoyando a un ‘outsider’ como Trump dice mucho de la polarizada política estadounidense. Pero no es que Clinton sea muy querida. El nivel de rechazo de los dos candidatos es el más alto desde que se empezaron a hacer tales encuestas décadas atrás. La mayoría de los estadounidenses considera que ambos son deshonestos. Y la verdad es que Clinton ha sido por largo tiempo parte de ese ‘establishment’ que tantos estadounidenses ven con desdén por proteger cada vez más los intereses de grupos poderosos, entre ellos, la clase política.

Tal sentimiento se ve reflejado en el bajo nivel de confianza que los estadounidenses tienen en las instituciones de su país. Según la encuestadora Gallup, está en niveles históricamente bajos o cerca de estos. Solo un 35% de estadounidenses le tiene mucha confianza a la Corte Suprema, un 23% al sistema de justicia penal, alrededor del 20% a los periódicos y noticieros de televisión, un 18% a las grandes empresas, y tan solo 9% confía en el Congreso.

Ese declive es producto de una concentración de poder en Washington que se aceleró durante la presidencia de George W. Bush. Con el respaldo de un Congreso republicano, Bush incrementó el gasto público más que cualquier otro presidente en cuatro décadas.

Las guerras en Medio Oriente y contra el terrorismo llevaron a violaciones de privacidad y derechos civiles, muchos de las cuales siguen siendo vulnerados. La respuesta a la crisis financiera, primero por Bush y luego por Barack Obama, se ha visto como arbitraria, no muy eficaz y algo injusta, pues se ha usado dinero público para beneficiar a Wall Street y otros grupos políticamente conectados. La deuda pública se ha disparado y la gente se ha hartado del capitalismo de compadrazgo. Con razón que los índices internacionales de Estado de derecho muestran un deterioro marcado para Estados Unidos desde principios de siglo.

Cuando se pierde la fe en las instituciones de un país, se alienta la esperanza en un hombre fuerte que pueda poner orden, ya que las reglas del juego no son de confiar. Así es cómo un Trump puede llegar a declarar que si fuera presidente encarcelaría a Clinton, deportaría a millones de inmigrantes, reduciría las libertades de la prensa, prohibiría la entrada de musulmanes al país, impondría impuestos altos a empresas particulares, investigaría a sus opositores –y aun así mantener un alto nivel de apoyo–. Y si no llega a ser elegido, será porque el sistema está amañado, según él. Son cosas propias de un caudillo latinoamericano.

Y tal como muchas campañas electorales en América Latina, la estadounidense hace rato carece del debate de ideas. En vez, los candidatos se acusan de mentirosos y el debate se enfoca en el escándalo del día. En estas elecciones, hasta hay un elemento de injerencia extranjera, pues hay mucha evidencia de que el Kremlin está tratando de influir a favor de Trump y en contra de las instituciones democráticas, especialmente a través de intervenciones cibernéticas que ponen a Clinton en una mala luz. 

Pase lo que pase el martes, será en buena parte resultado del deterioro de las instituciones estadounidenses.


 http://elcomercio.pe/opinion/mirada-de-fondo/latinoamericanizacion-eeuu-ian-vasquez-noticia-1944316





Lima para los limeños

Alfredo Bullard

 La inmigración desata la ira de los limeños. La llegada continua de personas del interior buscando trabajo en la gran ciudad genera que el alcalde dé una ordenanza por la que, para entrar a Lima, tiene que tenerse una autorización previa de la municipalidad metropolitana.

Además, si obtienes el permiso, este solo te autoriza a visitar la ciudad temporalmente y no te permite trabajar salvo que tengas además un permiso de trabajo. “Tenemos que detener la migración que nos lleva a un crecimiento desbordante y desordenado. Además, hay que preservar Lima para los limeños. No podemos dejar que los inmigrantes nos quiten trabajo y que además disfruten de los servicios y beneficios que proveemos con los impuestos que pagan los residentes locales”, dijo el alcalde en una concurrida conferencia de prensa.

Por supuesto que esas declaraciones del alcalde no existen y tampoco existe la ordenanza. Además de inconstitucional, por violar el derecho a la libre movilidad y el derecho al trabajo, la medida es absurda. Como en todo, la competencia (y las oportunidades que ella genera) aumenta el bienestar general. Y hacer ello en Lima, una ciudad cuyo desarrollo proviene principalmente del esfuerzo de los inmigrantes, parece atacar precisamente su propia historia.

Sin embargo, y por ridícula que suene la propuesta, es precisamente lo que plantea profundizar Donald Trump. Y es que las medidas hipotéticas del alcalde limeño ya son realidad en Estados Unidos. Los originarios de varios países (entre los que se encuentra el Perú) requerimos un permiso para movernos hacía ese país (llamado visa), y uno aun más exigente para poder trabajar ahí.

Y como Lima, Estados Unidos ha crecido y se ha desarrollado gracias a la inmigración. El estadounidense típico difícilmente tiene su origen en oriundos de Norteamérica. Estados Unidos se ha volteado contra su propia historia. Y ahora Trump pretende radicalizar aun más la situación, levantar un muro que los separe de México y ser más duro con la inmigración. Y, sorprendentemente, su política contra los inmigrantes parece haberse vuelto uno de los puntos que le ha dado mayor popularidad.

Para quienes digan que no se puede comparar el ejemplo de Lima con el de Estados Unidos porque la primera es una ciudad y el segundo un país, habría que recordar que los países son circunscripciones territoriales arbitrariamente definidas. Sus fronteras no están definidas por la naturaleza sino por decisiones de personas. Si reconocemos que las personas tenemos derecho a vivir (y trabajar) donde mejor nos parezca, limitar el acceso a Lima es tan arbitrario como limitar la entrada a Estados Unidos o a cualquier otro país.

Las fronteras han sido tradicionalmente usadas para limitar la movilidad de información, mercaderías, capitales y personas. Son formas de reducir la competencia y son usadas por los estados para reforzar su poder. Y los ciudadanos suelen ver con simpatía que se reduzca la competencia en el territorio en el que viven, a pesar de que en el mediano plazo reducen su bienestar al reducir sus opciones y elevar los precios.

Curiosamente, hemos ido al revés. En lugar de liberalizar el movimiento de personas (es decir, proteger el derecho fundamental a la libre movilidad) hemos avanzado más en liberalizar el movimiento de mercaderías, capitales e información. Es más fácil vender nuestros productos en Estados Unidos a que los peruanos sean autorizados a trabajar en dicho país.

Por eso las propuestas de Trump no alcanzan solo a radicalizar políticas migratorias restrictivas, sino a proteger su mercado interno de las importaciones. Finalmente, quiere “América” para los “americanos”, lo que significa menos alternativas y precios más altos para los mismos “americanos”. Y Clinton no nos ofrece nada mejor. El panorama de estas elecciones no es muy alentador.

La xenofobia tiene muchas expresiones. Incluso en el Perú solemos creer que los residentes de una localidad tienen derecho a ser contratados en proyectos que se desarrollan en la zona solo por vivir en ella. Basta ver los ejemplos de las demandas en protestas contra la minería. Finalmente, no nos diferenciamos tanto de Trump. Como él, queremos levantar muros que impidan la llegada de competencia. El mercantilismo proteccionista viene muchas veces no solo de los empresarios, sino de los ciudadanos y de los trabajadores.


 http://elcomercio.pe/opinion/colaboradores/lima-limenos-alfredo-bullard-noticia-1944267







Túpac Amaru II - Revolución y religión

Julio Yovera

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La presencia de la cultura y la civilización hispana, ajena a la cosmovisión de los pueblos ancestrales de nuestro continente, fue percibida de distintas formas. Si las etnias, a los inicios de la llegada de los bárbaros colonialistas eran vistos como amigos y aliados para golpear a los quechuas, que en el proceso de expansión y de configuración de su imperio, habían actuado con violencia, bien pronto se dieron cuenta que los invasores no eran sus liberadores sino sus verdugos.

El extermino fue atroz. Según Bartolomé de las Casas, desde que los colonialistas entraron a los dominios del Tahuantinsuyo, hasta 1542, cuatro millones de nativos habían muerto, bien porque fueron asesinados o por epidemias y enfermedades.

La reacción de los pueblos nativos frente a los agresores no fue uniforme, ni siquiera al interior de las propias etnias. En efecto, mientras unos devinieron en colaboracionistas, otros los enfrentaron. Quizá el caso más didáctico del prototipo de traidor sea el de Felipillo, quien representa la imagen del inescrupuloso (independientemente que haya muerto por apoyar la rebelión de los nativos mapuches del sur). Otro, muy distinto, es el ejemplo de los caciques Marca Huilka o Poechos, que fueron los primeros que se enfrentaron a la invasión hispana y por ese “delito” murieron en la hoguera, asistidos por sacerdotes cómplices.

De hecho, hubo resistencia por ésta no calificada de acción revolucionaria. Hagamos la siguiente reflexión: Desde que se impuso la dominación, tomando como referencia la ejecución de Atahualpa, noviembre de 1532, hasta la primera gran rebelión de Juan Santos Atahualpa, 1742, habían pasado 210 años. ¿Qué explicación podemos dar a esto? ¿Por qué se reaccionó tan tarde?

La respuesta es una sola: la dominación fue no solo física, sino también mental. La religión, el opio de los pueblos que llamaría Marx casi un siglo después, convirtió a la población en rebaño, sino conforme por lo menos soportando su destino y temerosa de un dios supremo.

Herida en su autoestima, satanizada por haber practicado “la adoración de idolatrías”, la religión católica fue utilizada no como arma auxiliar sino fundamental en la mente de los nativos, que soportaron con estoicismo la explotación esclavista en las minas y la servidumbre feudal en el campo.

La superioridad técnica, el uso de la pólvora, el caballo, la lanza, el arcabuz no son suficientes para explicar la penetración profunda en la conciencia de los indígenas del temor, más que al castigo, a la irremediable condena al infierno. Los ministros de la fe les hacía creer que por el hecho de ser “indios” no eran seres humanos.

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Aflora entones una pregunta: ¿10 mil años –como mínimo- de cosmovisión ancestral, de adoración a las fuerzas de la naturaleza, a los apus, al sol, al dios Wiracocha, pudieron ser erradicadas fácilmente por el sacerdote, la Biblia y la cruz? ¿Y no es éste un argumento para sostener que el religión católica con su dios barbado es una demostración que se estaba frente a la “religión verdadera”?

No perdamos de vista que la evangelización fue un acto de imposición violenta, y traumática. Sobre todo, fue un asunto de vida o muerte para los españoles. Y por eso, torturaban y “evangelizaban” a los indios. Al respecto, el padre Bartolomé de las Casas nos da el siguiente testimonio de lo que fue la cristiana forma de tratar a los nativos:

“… yo afirmo que yo mismo vi antes mis ojos a los españoles cortar manos, narices y orejas a indios e indias, sin propósito, sino porque se les antojaba hacerlo, y en tanto lugares y partes que sería largo de contar. E yo vi que los españoles les echaban perros a los indios para que los hicieran pedazos, y los vi así aperrear a muy muchos. Asimesmo es verdad que tomaban niños de teta por los brazos y los echaban arrojadizos cuanto podían, e otros desafueros y crueldades sin propósito, que me ponían espanto, con otros innumerables que vi que serían largas de contar” (De las Casas: 176)



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Toda revolución es producto de un estallido de contradicciones acumuladas. La teoría científico social señala: cuando los de arriba ya no pueden gobernar como antes y los de abajo ya no están dispuestos a seguir dominados, las confrontaciones empiezan a manifestarse.

Pero, hay un factor más. Las revoluciones no solo requieren de condiciones objetivas, requieren también de condiciones subjetivas.

En los tiempos de la rebelión de Túpac Amaru, noviembre de 1780 (252 años de la muerte de Atahualpa), las condiciones objetivas maduraban a favor de la revolución. La vida de las masas indígenas se pauperizaron. Las minas eran tumbas; el orden colonial era un reino de exterminio y hambruna para las masas nativas; los tributos, verdadera estafas; las reparticiones y obrajes, actos de genocidio. En la costa, los esclavos negros vivían atados a las cadenas de la hacienda. Las condiciones objetivas eran follaje seco.

También se daban las condiciones subjetivas que operan o se manifiestan en el estado de ánimo, en la conciencia, en la voluntad de quienes están dispuestos a liderar las acciones que impulsen a las masas –también identificadas con la urgencia del cambio- a tomar el cielo por asalto. Este fenómeno apareció en toda su expresión con el liderazgo de Túpac Amaru II, descendiente directo del última inca Túpac Amaru, quien consideró que estaban dadas las condiciones para organizar y levantar a las masas para incendiar la pradera.

¿Fue mesiánico Túpac Amaru II? Nosotros preferimos decir que fue consciente de su destino. No era un fanático. Era un hombre preparado. Su formación intelectual era resultado de las dos culturas que estaban en permanente choque pero que a la vez, paulatinamente, se imbricaban en un complejo proceso de sincretismo.

Los jesuitas se habían hecho cargo de su formación occidental, leyó a los pensadores franceses; pero también se educó en la tradición oral de sus ancestros. Leía al cronista Garcilaso Inca de la Vega. No era un hombre más dentro de la sociedad colonial. Tenía cultura, economía y era cacique (jefe) de poblados importantes: Surimana, Pampamarca y Tungasuca. Por eso logró proyectar su liderazgo.

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Hábil y perspicaz. Se propuso unir alrededor de la revolución a las amplias masas. Que no lo haya logrado no descalifica su grandeza. No perdamos de vista su proyección estratégica, que la muestra cuando da su famoso bando antiesclavista de liberación de los negros. Muchos con ingenuidad y algunos con cierta sorna (recordemos que Túpac Amaru todavía sigue dando batallas), se han preguntado pero, ¿por qué la libertad de los negros si en el Cusco no los había en número significativo? La respuesta es la siguiente: con esa bandera programática buscaba que la rebelión prendiera también en los valles de la Costa, donde estaba concentrada una enorme masa de población negra. ¿Eso era o no una muestra de pensamiento estratégico?

Cuando se declara inca logró atraer a una masa importante. Era identificable y reconocido como un líder de coraje y buen entendimiento. Su ritualidad católica la siguió practicando. La contraofensiva hispana no solo fue militar, también fue religiosa. En la ciudad del Cusco en los años de revolución tenía 30 mil habitantes. En ella se concentraban “nueve conventos, tres monasterios, ocho beateríos y siete colegios manejados por la Iglesia” (WALKER: 93), que hicieron su “guerra santa” para derrotar a Túpac Amaru.

Al iniciarse la revolución, después de darle muerte al corregidor Arriaga y cuando obtiene su primera victoria en Sangarará, Tupac Amaru se convierte en el jefe de una revolución que es una lucha de clases, la primera que remece los cimientos del orden colonial. España apela a todo su poder, a todas sus malas artes para derrotar el movimiento. Y pese a todo, la revolución se mantuvo, cierto, cada vez en las condiciones más difíciles.

El clero en esta lucha de clases estuvo dividido. El sector privilegiado al lado de los jerarcas coloniales y el bajo clero, los sacerdotes, no todos pero sí un cierto número, al lado de las fuerzas insurrectas. Cuando la autoridad eclesiástica en su afán de romper el cordón que unía al líder con la masa creyente, lo excomulga lo hace porque sabe que esta acción a los ojos de la gente era una maldición que alcanzaba no solo al jefe y su familia sino también a sus seguidores.

La revolución se batió por dos años. Y cierra su primer capítulo con la captura y ejecución de un líder que murió para vivir. Desde la perspectiva de estos tiempos podemos decir que Túpac Amaru encarnó un Proyecto Revolucionario Andino. En efecto, aun cuando con la derrota de Túpac Amaru II se pierde la posibilidad que los sectores nativos lideraran y hegemonizaran el proyecto emancipador y se frustra la posibilidad de reconstruir en las mejores condiciones, la identidad de las culturas ancestrales y la construcción de la nación peruana de “todas las sangres”, como diría el escritor José María Arguedas, este ideal permanece.

El gran encuentro entre las culturas originarias y la cultura occidental está pendiente. Esa será una tarea que tendrá que asumir el pueblo y sus organizaciones políticas, cívicas y culturales.



Notas:

De Las Casas, Bartolomé. Brevíssima relación de la destryción de las indias, Biblioteca EDAF, España, 2005.

Walker, Charles. La Rebelión de Túpac Amaru, Instituto de Estudios Peruanos, Lima, 2015.

 http://rebelion.org/noticia.php?id=218800



Fuera Castañeda

Alejandra Dinegro Martínez

Vamos a ser claros y directos desde un inicio. La anterior gestión de la Municipalidad de Lima (que dirigió la exalcaldesa Susana Villarán), no aceptó tranzar con la mafia y ese fue el punto clave para iniciar la campaña más sucia, orquestada en su contra. Ella les maleó el mercado y los negociazos, cosa que jamás se lo perdonarán.

Luis Castañeda nada cómodamente en la corriente de la informalidad, que lo alimenta con un respaldo incomprensible y tirado de los cabellos. Este sector ve en Castañeda al alcalde permisible a la más mínima señal de corrupción. Es quien personifica el pragmatismo en esencia y anula cualquier traba que pueda limitar un paraíso de gananciales. En pocas palabras, es la versión peruana del “dejar hacer, dejar pasar” la frase francesa que resume la mano invisible del mercado y la mínima intervención del Estado.

Lo sucedido en la Comunidad Shipiba de Cantagallo es un hecho más que se suma a los escándalos políticos y financieros en los cuales está inmersa su gestión y su persona. En tan solo dos semanas, investigaciones de IDL-Reporteros han puesto al descubierto la forma en la que Luis Castañeda intervino -durante la gestión de Villarán-para que la empresa brasileña retire la publicidad del Proyecto Vía Parque Rímac.

Y hay que detenernos aquí un momento para entender lo siguiente: cuando Susana Villarán asumió como alcaldesa de Lima, convirtió lo que Castañeda llamó “Línea Amarilla” en “Vía Parque Rímac” y agregó, a esta obra gigantesca, un fideicomiso que permitía crear el Proyecto Río Verde, que consistía en la recuperación de áreas verdes de la rivera del río Rímac para revalorizar el centro histórico de nuestra ciudad. Río Verde implicaba, a su vez, la reubicación de las familias de la comunidad shipiba de Cantagallo. Estas iban a ser reubicadas, de forma ordenada y gratuita, en un terreno ya disponible en Campoy, en San Juan de Lurigancho.

Cuando Castañeda asumió nuevamente como alcalde, el 1 de enero de 2015, se trajo abajo este proyecto (con las artimañas que hoy en día todos conocemos) y con ese dinero, decidió hacer el inútil bypass de 28 de Julio, en beneficio de los dueños de las universidades e institutos de los alrededores, porque incluso los vecinos de la zona manifestaron su rechazo a una obra sin estudios técnicos completos y sin ser una necesidad demandante.

Y que ahora, con la mayor caradura posible, afirme que no es responsable de nada, simplemente da asco, vergüenza e indignación. Lo mismo genera ese juego complaciente de parte de un sector de la prensa que lo considera intocable. A estas alturas si la misma campaña de odio ejercida contra la gestión de Villarán la aplicaran contra la gestión amarilla, simplemente Castañeda estaría fuera del sillón municipal. Pero estamos pidiendo, creo, demasiado.


http://diariouno.pe/columna/fuera-castaneda/




El ojo ciego de la izquierda

Carlos Meléndez

 Si usted es de izquierda, tiene una deuda pendiente con la historia del país: haber transitado de la “lucha armada” al acatamiento de la democracia sin ofrecer una justificación ideológica o un “mea culpa” colectivo. (Hasta ‘Timochenko’ pidió perdón). La incorporación de ex guerrilleros a la arena política en países latinoamericanos ha sido fruto de complejos procesos en los que, además, las izquierdas más moderadas se han responsabilizado de sus militantes extremistas.

En cambio, la izquierda peruana que se plegó al ‘establishment’ siempre se ha mantenido en la indefinición. Esta indeterminación es el principal obstáculo para su modernización y su éxito electoral.

Uno de los principales problemas de la izquierda peruana es –no por casualidad– su preferencia por cierto tipo de régimen político. Sus versiones extrasistémicas (Sendero Luminoso y el MRTA) se alzaron en armas contra una democracia, a diferencia de otros países donde las guerrillas enfrentaron dictaduras (Brasil) y gobiernos autoritarios represivos (Uruguay). Además, la izquierda del ‘establishment’ peruano mantuvo el discurso de la vía armada hasta el segundo gobierno elegido democráticamente de manera sucesiva, en plena ola democratizadora en América Latina. Fueron incapaces de interpretar el momento histórico que vivían. Cuando sus “compañeros” marxistas fueron vencidos, no negociaron su incorporación a la vida política – ni siquiera aprovecharon la caída del fujimorismo para levantar el tema– ni tampoco pidieron perdón. Se hicieron los suecos.

Hoy que culminan las sentencias de algunos terroristas, la izquierda limeña tartamudea sus culpas. No tiene idea de qué hacer con sus “parientes pobres”, si ponerlos bajo la alfombra o darles tribuna. La misma izquierdista que silencia a Alfredo Crespo (asociado a Sendero) saluda un artículo de Gálvez Olaechea (MRTA). ¿No es lo mismo maoísta de origen provinciano que guevarista “decente” (sic)? Esta vaguedad delata sus complejos de clase y explica la fragmentación, la exacerbación de los ideologismos y la inalcanzable unidad.

Quienes criticamos a la izquierda peruana congratulamos que discutan políticamente si los socialismos han fracasado o no como administradores de la economía, si los mecanismos participativos son “superiores” como instrumento de toma de decisiones, si el “neoextractivismo” es compatible con la inversión minera, etc. Cuestionamos, empero, su falta de argumentos sobre el legado de sus maestros –gurús vigentes–, otrora propulsores de la violencia que atentó contra la democracia y los derechos humanos. El doble rasero de la izquierda peruana omite que comparte con el fujimorismo linajes antidemocráticos. No tenemos problemas con su ojo zurdo, sino con su ojo ciego.

La izquierda del ‘establishment’ no ha producido una narrativa política resignificadora de su pasado violentista –más allá de pronunciamientos individuales– que la articule a su actual respeto por la democracia. Esta tibieza es el punto de ataque de estrategias macartistas de la derecha conservadora, que estigmatizan como “proterruco” a sus opositores ideológicos. Mientras la izquierda no reconozca su más grueso error histórico –justificar “la toma del poder por las armas” en plena ola democrática–, continuará legitimando el ‘leitmotiv’ del fujimorismo.


 http://elcomercio.pe/opinion/rincon-del-autor/ojo-ciego-izquierda-carlos-melendez-noticia-1944271







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