Asedio internacional contra la Asamblea
Constituyente: claves de una encrucijada
William
Serafino
Agresiones coordinadas y la incapacidad política de la OEA
"La crisis de
Venezuela es ya la gran prioridad en todas las cancillerías
latinoamericanas", así comienza un artículo publicado por Javier
Lafuente y Carlos Cué en El País de España hoy 6 de agosto.
Lo que en un
diario de amplia audiencia se presenta como un interés ingenuo y total en la
situación del país suramericano, encubre más bien el grado de coordinación
sobre el cual actualmente trabaja EEUU y sus no más de una decena de aliados
en la región contra Venezuela y su ANC.
Las sanciones del
Departamento del Tesoro sobre 13 altos funcionarios del Estado dictadas el
pasado 26 de julio no varían demasiado ni en forma ni fondo de rondas
anteriores (contra magistrados del Tribunal Supremo de Justicia y el
Vicepresidente Tareck El Aissami este mismo año), salvo por la cualidad que
las convirtió en extraordinarias: los gobiernos de Colombia, México y Panamá
fueron los primeros en plegarse a dichas sanciones a pocas horas del anuncio.
El camino que
labra esta primera acción no parece ser otro que el de construir un bloque de
presión regional leal a EEUU que sortee el obstáculo caribeño en la OEA,
factor que junto a otros países hoy impiden que en el Consejo Permanente
puedan emitir una resolución unificada que impulse sanciones colectivas.
La convocatoria a
una reunión de cancilleres el 8 de agosto por parte del gobierno de Perú, un
día antes de que el Departamento del Tesoro sancionara al presidente Nicolás
Maduro, al mismo tiempo que da muestra de esa debilidad también clarifica la
necesidad que tiene EEUU de construir un bloque geopolítico informal que
acompañe sus sanciones, buscando imponerle esa posición a las más de 15
naciones que llaman al diálogo y al respeto de la soberanía venezolana.
Venezuela y la
desastrosa política exterior de la Administración Trump
Como una medida de
fuerza la Casa Blanca prometió sanciones al sector petrolero venezolano si se
instalaba la ANC. Al momento del anuncio un intenso debate se desarrolló
sobre las desventajas tanto políticas como económicas con las que cargaría
EEUU si aplicaba estas medidas.
Pero con respecto
a Venezuela y Latinoamérica, así como al resto de zonas de interés
estratégico para EEUU, no nos referimos a una administración que funciona
bajo un criterio geopolítico unificado y con un aparato diplomático que
coordine sus acciones en el terreno bajo una sola línea de mando.
"La tarea del
secretario de Estado Rex Tillerson de liderar el Departamento de Estado se
acaba de volver mucho más difícil", reseñaba una nota de The Washington
Post sobre la renuncia masiva de funcionarios de carrera del Departamento de
Estado en enero de 2017, sobre todo en el área de misiones consulares.
"Si el
presidente no escucha al Departamento de Estado, la diplomacia de EEUU es
torpe, en el mejor de los casos", afirma la profesora del Bowdoin
College, Rebecca Gibbons, citada por El Confidencial de España en nota de
junio de este año.
Gibbons se refiere
a las tareas diplomáticas sensibles que ha delegado el presidente Donald
Trump en su yerno Jared Kushner, tales como "mejorar" las
relaciones con México y dialogar con China, pasando por encima del
organigrama del Departamento de Estado.
En lo que respecta
a Venezuela, este cuadro de confrontación y encono entre la Administración
Trump y el Departamento de Estado, ha traído como consecuencia que Marco
Rubio haya logrado la atención de la Casa Blanca para definir su política
exterior.
Marco Rubio junto
a otros senadores radicales de Florida, quienes son los principales
patrocinadores de Voluntad Popular, no sólo han sido actores claves en las
últimas sanciones, sino que proponen abiertamente un embargo petrolero a la
par de desconocer al Gobierno venezolano.
El primero de
agosto el Subsecretario adjunto del Departamento de Estado para Sudamérica
Michael Fitzpatrick, declaró a EFE que EEUU no reconocería a un
"gobierno paralelo" en Venezuela y que existe un canal de diálogo
con el Gobierno venezolano.
Ese aparente
cambio de coordenadas fue frenado por Rex Tillerson, quien al día siguiente
declaró: "Maduro sale bajo su propia voluntad o regresamos los procesos
del Gobierno a su Constitución", dejando entrever medidas de fuerza
contra el país basadas en métodos de guerra financiera, económica y también
irregular.
Ese mismo día
fuentes del Departamento de Estado confirmaban al Foreing Policy que el
archiconocido por su participación en el golpe de 2002, William Brownfield,
es uno de los principales candidatos de Tillerson para ser el nuevo
Subsecretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, cargo al cual
están subordinados funcionarios como Fitzpatrick.
El reordenamiento
de la política exterior hacia Venezuela bajo una línea agresiva e
intervencionista que anuncia el posible nombramiento de Brownfield, encuentra
su complemento en el nombramiento del general John Kelly, ex jefe del Comando
Sur, como director de gabinete de la Administración Trump.
Quien en 2015
afirmara la necesidad de intervenir a Venezuela desde el Comando Sur bajo un
contexto de "crisis humanitaria", actualmente está trabajando codo
a codo con Marco Rubio para "darle forma a la respuesta que deberá tener
el gobierno del presidente Donald Trump ante la crisis del país
sudamericano", según informa una nota de El Nuevo Herald el 4 de agosto.
Este conjunto de
maniobras filtradas a la prensa no sólo son a modo de reordenar en torno a
una sola política los movimientos de EEUU sobre Venezuela, también posicionar
ante la opinión pública cuáles son los factores radicales de poder que tienen
la voz cantante en su definición para marcar la "agenda única" que
los genuflexos deben asumir sin titubear.
Para sumar un
nuevo elemento de contradicción, el asesor de seguridad nacional de Trump,
general H.R. McMaster, afirmó ayer que "es importante que la responsabilidad
de esta catástrofe recaiga sobre los hombros de Maduro", dejando
entrever su oposición a sanciones energéticas con impactos devastadores,
decantándose por más sanciones individuales.
De la condena de
comunicados a las acciones de fuerza
A medida que la
ANC vaya tomando medidas para estabilizar el país y rescatar la autoridad del
Estado venezolano, EEUU y sus aliados utilizarán el asedio diplomático y
financiero como mecanismo de presión política para debilitar su margen de
maniobra y capacidad de reordenamiento político.
Muestra de ello
fue la primera medida: remover a Luisa Ortega Díaz como Fiscal General de la
República por faltas graves a sus competencias y funciones. Al momento en que
ocurría, países miembros del Mercosur anunciaban la suspensión ilegal de
Venezuela del organismo, sin que eso significara automáticamente sanciones
comerciales.
Sin embargo, la
maniobra marca un precedente y una posible ruta para la escalada: si las
acciones simbólicas (resoluciones, acompañamiento de sanciones individuales,
comunicados, etc.) no inciden en los actos de la ANC, que derivarán en
acuerdos y planes para la recuperación económica, EEUU echará mano de sus
gobiernos satélites para intentar romper relaciones diplomáticas y
comerciales de forma selectiva, como ruta alterna para conseguir mínimamente
los mismos resultados que traería una sanción petrolera: evitar la
recomposición política y económica del país vía aislamiento, promover un
nuevo ciclo de violencia armada en las calles y fabricar las condiciones de
un "Estado fallido" que requiere urgente una intervención
multilateral. Allí la médula de la maniobra: el desgaste político y económico
prolongado para doblegar a un país entero.
Distintos
analistas internacionales no precisamente chavistas, como Andrés Oppenheimer
y Moisés Naím, refiriéndose a las sanciones contra Irán, Cuba o Rusia en
tiempo pasado y reciente, comparten la opinión de que esas acciones son
contraproducentes y no garantizan el éxito de los objetivos políticos de
Estados Unidos. La encrucijada que se marca es la no garantía de doblegar a
quienes reciben fuertes sanciones.
El Departamento de
Estado condenó a través de un comunicado la remoción constitucional de Luisa
Ortega Díaz exigiendo el "restablecimiento de la democracia". El director
de la orquesta marcando el ritmo de la melodía y el tono al que deben sumarse
los que están en el escalón inferior. México fue el primero en secundar el
comunicado de EEUU, junto a otros gobiernos bajo la misma condición colonial.
El modo de operar y la sincronía en sí es la confirmación de la mecánica del
asedio en esta nueva etapa del conflicto, netamente geopolítica.
Sacar la política
de la ecuación
En el horizonte
político inmediato están las elecciones regionales. Varios partidos de la
oposición venezolana han expresado su intención de inscribir candidatos.
Voluntad Popular,
como partido creado y financiado para generar las condiciones de la
intervención (en sus diversas formas de expresión, desde la militar hasta la
político-financiera), expresa a través de su dirigente Freddy Guevara que
"la MUD sostiene diversas reuniones para anunciar nuevas acciones para
enfrentar a Maduro y su proyecto de nueva Constitución", en nota
publicada por el medio El Estímulo.
Pero EEUU no puede
esperar a que Freddy Guevara y demás partidos definan qué van a hacer.
Divididos y sin norte político definido, menguados en la movilización de
calle y en la iniciativa política, son arrastrados (lo que también implica
una decisión) por una maniobra que los supera. Desde siempre.
Y así lo debe
hacer la política como ejercicio de negociación y disputa pacífica, salir de
la ecuación. ¿O acaso la maniobra de Smartmatic no fue promovida por EEUU
para sacar del juego un escenario electoral, presionando a la oposición para
no reconocer al CNE? ¿No viene a suplir, por la vía de los hechos, el
desconocimiento prometido por la MUD al plantear la remoción ilegal de sus
rectores? Se enmarca en la misma lógica de fractura institucional, de
fragmentación y vaciamiento del Estado venezolano, sólo que ejecutada por
otros medios y por otros actores.
¿Acaso la maniobra
mediática global de calificar al Gobierno venezolano como un
"dictadura" (ahora con mayor fuerza) no es también para presionar a
la oposición a quemar las naves para prolongar el conflicto, demonizando a
quienes no opten por esa ruta y glorificando a los que sí? Ahí la lógica que
opera, en cambio, es la del sacrificio.
La cartografía de
esta nueva etapa del asedio contra Venezuela, mucho más peligrosa y agresiva,
es también la configuración de un escenario donde la política busca ser
cancelada y negada, sea en formato de elecciones o mesa de diálogo. La
deslegitimación es contra la política y contra todos aquellos que busquen
ejercerla para evitar mayores niveles de conflictividad en Venezuela.
Hoy el equilibrio
geopolítico del mundo va encontrando su centro de gravedad en el bloque
emergente de Rusia, China e Irán. Las últimas sanciones de EEUU que rayan en
la guerra comercial certifican el desespero de subir las apuestas y exacerbar
el conflicto con tal de retomar el mando que han perdido, a costa de
convertir zonas del planeta en desiertos políticos y económicos.
Venezuela no
escapa de esa confrontación entre dos grandes bloques de poder, y la
encrucijada de EEUU está dada por su ubicación del lado que hoy tiene la
ofensiva. Al fin de cuentas somos el país con las mayores reservas de
petróleo del mundo, además de estar en el top ten global de reservas de oro,
gas, coltán y otros recursos sensibles para las corporaciones
estadounidenses. No de gratis Exxon Mobil tomó control del Departamento de
Estado a través de su mejor cuadro gerencial: Rex Tillerson.
Al parecer se va
acabando el tiempo y es menester gastar los cartuchos guardados (ninguno es
político) para intentar sostener lo que conciben como su patio trasero, ante
la cada vez más poderosa inserción de capitales rusos y chinos.
El presidente
Nicolás Maduro informó hace días que se está preparando una coalición
internacional para intervenir a Venezuela. Guerra avisada no mata soldado. Y
vaya que el chavismo ha sabido anticiparse a escenarios peligrosos, como
ninguna otra fuerza política del planeta bajo asedio.
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domingo, 6 de agosto de 2017
OPINIONES 06/08/2017
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