Código electoral y condiciones previas - Juan de la Puente
El dilema del fujimorismo - Santiago Pedraglio
El problema es el indulto - Ignazio De Ferrari
Golpe a golpe - Augusto Álvarez Rodrich
Injustos con Saettone - Luis Davelouis
La guerra contra el progreso - Marco Sifuentes
Los perdedores - Santiago Roncagliolo
No toda censura rinde - Mirko Lauer
Una eminencia incontestable - Iván Alonso
¿Vuelve El Niño este año? - César Lévano
____________________________
El dilema del fujimorismo - Santiago Pedraglio
El problema es el indulto - Ignazio De Ferrari
Golpe a golpe - Augusto Álvarez Rodrich
Injustos con Saettone - Luis Davelouis
La guerra contra el progreso - Marco Sifuentes
Los perdedores - Santiago Roncagliolo
No toda censura rinde - Mirko Lauer
Una eminencia incontestable - Iván Alonso
¿Vuelve El Niño este año? - César Lévano
____________________________
Código electoral y
condiciones previas
Juan de la Puente
Ha concluido el trabajo de la subcomisión presidida por la
congresista Patricia Donayre que elaboró el proyecto de Código Electoral. El
desempeño ha sido auspicioso, de modo que podría decirse que este es el empeño
más responsable de los últimos años para encarar la parte electoral de la
reforma política.
Sabemos cómo empieza este proceso pero nadie puede predecir
con exactitud cómo concluirá, teniendo como antecedente los 13 años de bloqueo
a los cambios (2001-2013) y dos años desastrosos (2014-2016) que culminaron con
la contrarreforma que implicó la nefasta Ley N° 30414. Aun así, el mejor
argumento para empezar el debate nacional es la posibilidad de contar por
primera vez con un Código Electoral.
La codificación de las normas es un desafío complejo para
nuestra precariedad institucional. La última vez que el Congreso aprobó un
código fue hace 13 años, el Código Procesal Constitucional del año 2004, a lo
que habría que añadir que la mayoría de nuestros 15 códigos vigentes fueron
expedidos por el Ejecutivo merced a facultades delegadas por el Congreso, y que
desde hace más de una década el Parlamento no puede producir una reforma
exitosa de los códigos Civil y Penal.
Un Código Electoral tendría la virtud de agrupar normas con
rango de ley dispersas, incorporar decenas de reglamentos de los tres
organismos electorales e integrar al derecho positivo la frondosa y desmedida
jurisprudencia que ha producido el Jurado Nacional de Elecciones en materia de
legalidad de los actos partidarios. Si deberían producirse dos consensos
alrededor de este nuevo código es que debe detenerse firmemente la producción
dispersa e ilimitada de normas electorales que hacen más caótico el sistema
político, y que se elimine el financiamiento ilegal y mafioso de la política.
Asimismo, si hay un desafío estratégico alrededor de esta incipiente reforma es
que necesitamos principios políticos-electorales que rijan los procesos de
elección popular.
Por lo señalado, es conveniente considerar algunas
condiciones del debate que se abre nuevamente. La primera de ellas es la
necesidad de que los cambios garanticen un enfoque de representación y de
derechos, en respuesta a la deformación que ya se advierte en algunas opiniones
en una dirección “partidocentrista”. Por ejemplo, es positivo que los primeros
consensos se refieran a la paridad de género en las listas, la ubicación
alternada de mujeres y varones en ellas, y la sanción al acoso político a las
políticas, candidatas o representantes mujeres. A propósito, no está de más
recordar algo que se olvida en los debates sobre la mejora de la
representación: que la crisis se origina en la formación de la representación,
y que los elegidos que pierden rápidamente legitimidad vienen “marcados” por un
proceso de designación informal y campañas electorales violentas.
La segunda condición es el pacto. Las reformas exitosas en
América Latina recientes han tenido un componente de pluralidad y acuerdo que
los hace más legítimas que aquellas impuestas o cocinadas en cuatro paredes.
Esta perspectiva contrasta con la tendencia de estrechar el debate actual
peruano, criticando las iniciativas que no provengan del Congreso. Extraño
además que en los últimos 15 años se criticara a los gobiernos por no
interesarse en la reforma política y que se le cuestione al actual precisamente
por hacerlo.
La última de las condiciones es la convicción del no retorno
al pasado. Aun se advierten en algunas opiniones la nostalgia por el viejo
sistema de partidos que de modo precario se reorganizó entre 1977 y 1992 y la
pugna por reconstruirlo. Las discusiones sobre comités, firmas de adherentes,
rigidez de las alianzas y el desborde del espíritu sancionador indican que en
un sector de la política –e incluso de la academia– no se ha tomado en cuenta
el carácter irreversible del colapso de los partidos y la necesidad de abrir
paso a otras prácticas institucionales que renueven la democracia en lugar de
recrear el fracaso.
http://juandelapuente.blogspot.pe/
http://larepublica.pe/impresa/opinion/874820-codigo-electoral-y-condiciones-previas
___________________
El dilema del
fujimorismo
Santiago Pedraglio
Fuerza Popular ha entrado en un momento en el que tendrá que
definir aspectos centrales de la vida interna de su organización y, sobre todo,
de su orientación política. Su dilema político central –ya no pensando en si
interpela y censura a los ministros Basombrío o Vizcarra, o si las diferencias
entre los hermanos Fujimori se incrementan o no– es si seguirá intentando
ganarse a los “liberales de derecha”, como en las últimas presidenciales, u
optará por un populismo autoritario de derecha más clásico, claramente
conservador, ya sin los gestos de Harvard.
Un viraje, sin la figura de Alberto Fujimori como cabeza
política, significaría regresar, si bien no al golpe del Estado, al estilo más
rudo, más antipolítico y más confrontacional, ampliando sus vínculos con el
mundo informal y de representación de las varias esferas de los sectores
emergentes.
Esta estrategia tendría como propósito construir una mayoría
electoral sin el apoyo de los medios de comunicación más influyentes, ni de la
mayoría de los empresarios de más peso; menos aún de lo que se podría denominar
“derecha liberal”. Sería, sin duda, una apuesta arriesgada, porque los efectos
electorales de incrementar la polarización política son difíciles de calcular,
y porque podría profundizarse el deterioro del clima político.
No obstante, no puede descartarse que Fuerza Popular se
decida por este viraje, porque sintoniza, además, con la nueva ola del
movimiento populista conservador y proteccionista mundial, que lideran Donald
Trump, en EE.UU., y, a su manera, en un ámbito regional, la experiencia de
Erdogan –el súper primer ministro de Turquía, que acaba de reformar por
referéndum la Constitución de su país para centralizar aún más su poder bajo un
régimen presidencialista– expresa ese mismo movimiento de desconfianza ante
atributos de la democracia representativa como la libertad de expresión o la
independencia de los poderes del Estado.
http://peru21.pe/opinion/santiago-pedraglio-dilema-fujimorismo-2281297
___________________
El problema es el indulto
Ignazio De Ferrari
En la narrativa fujimorista, la condena por homicidio
calificado y secuestro agravado de su líder y los diez años de cárcel son el
costo político que han tenido que pagar por los “errores” de la década de 1990.
En el debate de los últimos días ha quedado claro que para Fuerza Popular una
condena política requiere una solución política; es decir, el indulto. Pero si
para el fujimorismo el indulto es la salida al problema, para el presidente
Kuczynski y para la propia idea de justicia el indulto es, en sí mismo, el
problema.
Indultar o no indultar, he ahí el dilema. En el frente
político, la institución del indulto pone al presidente en una difícil
disyuntiva. Se trata de una decisión en la que hay algo que ganar y mucho que
perder. Ganaría una relación más cordial con el fujimorismo –pero ¿hasta
cuándo?, la próxima crisis siempre está a la vuelta de la esquina– a costa de
romper una promesa de campaña y alienar a buena parte del electorado que le dio
la victoria mínima del año pasado. En cambio, si el indulto no existiera, el
presidente no tendría que estar en esa disyuntiva. Ni el gobierno ni el
fujimorismo tendrían una herramienta perversa para lograr que la otra parte
haga lo que ellos quieren.
Luego está el rol del individuo frente al sistema de justicia
o, dicho de otra manera, el papel que debe jugar la justicia en una democracia.
¿Por qué una persona, por más que sea el presidente de la República, debería
determinar la suerte de condenados que han pasado por un proceso judicial en el
que se analizaron detenidamente los argumentos a favor y en contra de la
condena? Si se permite que el presidente cambie unilateralmente la situación
penal de los presos, ¿no estamos entonces ante una forma legal y un poco más
educada de hacer justicia con las propias manos?
Hay quienes argumentan que la institución del indulto es
necesaria para corregir los errores de la justicia. Se trata, a todas luces, de
un caso en el que el remedio es peor que la enfermedad. La solución a las
deficiencias de nuestro sistema de justicia no puede ser poner las decisiones
en las manos de una persona como el presidente que, al final de cuentas, es un
político. Si como el fujimorismo alega, la condena a su líder fue política, entonces
habría que analizar si existe suficiente evidencia para probar esa afirmación.
Si ese fuera el caso, entonces habría que revisar el proceso, pero siempre
dentro de los cauces formales del sistema judicial. La solución a una condena
política no puede ser una liberación política.
El problema de fondo de cualquier indulto es que es muy
difícil, por no decir imposible, que este no sea político. Al final del día, un
indulto implica una decisión en la que hay ganadores –los indultados– y
perdedores –los que quedan presos–. Implica una decisión personal –la Comisión
de Gracias Presidenciales no emite informes vinculantes– y ad hoc sobre quién
merece ser puesto en libertad. ¿O es que existe un consenso en la sociedad de
poner en libertad a todos los condenados por homicidio calificado y secuestro
agravado que estén enfermos y sean de edad avanzada? Por ejemplo, ¿estaría el
fujimorismo –un partido tradicionalmente de mano dura– dispuesto a indultar a
otros peruanos que hubieran secuestrado y asesinado a sus víctimas? ¿O es que
ser un ex presidente y tener una bancada de 72 congresistas merece un trato
preferencial? En resumen, todo indulto corre el riesgo de profundizar la idea
extendida en nuestra sociedad de que la ley no es igual para todos.
Existen razones de humanidad e incluso morales para
considerar que un enfermo de edad avanzada pueda pasar lo que le queda de vida
en su casa. Pero esa decisión no debería depender exclusivamente del
presidente. Debería estar contemplada en el marco legal de la justicia y debería
aplicar por igual para todos los presos que estén en esa condición. El indulto
no tiene lugar en una democracia.
http://elcomercio.pe/opinion/columnistas/problema-indulto-ignazio-ferrari-noticia-1991036
___________________
Golpe a golpe
Augusto Álvarez Rodrich
La perspectiva política peruana corre el riesgo creciente de
dirigirse a una gran colisión que, como hace 25 años, quiebre la democracia.
El anuncio de que, junto con la censura en marcha de Carlos
Basombrío, se reabrió un proceso similar contra Martín Vizcarra, son solo dos
expresiones claras de que el fujimorismo va a presionar al gobierno de Pedro
Pablo Kuczynski hasta el chantaje para resolver sus pugnas internas.
Dichas pugnas obedecen al pulseo entre los hermanos Fujimori
sobre cómo sacar al padre de la Diroes e, incluso, si realmente desean
liberarlo de su centro penitenciario particular.
Kenji quería hacerlo con premura usando la ley Vieira para
que pase a un arresto domiciliario, mientras Keiko –que aún controla a la
bancada de FP– desechó esa posibilidad, y plantea conseguirlo mediante el
indulto tras poner a PPK contra las cuerdas.
Según lo expresado por la guardia dorada de Keiko –los
congresistas más keikistas y su creciente número de gonfaloneros mediáticos y
digitales–, se advierte que su contraataque viene con todo e incluye, para
empezar, hacer valer su peso en el parlamento para desestabilizar al gobierno
jugando bowling con los ministros como si fuesen palitroques.
Así, lo más probable es que en las tres semanas siguientes se
produzcan dos censuras –Basombrío y Vizcarra– en ceremonias en las que Alcorta,
Letona, Becerril, Galarreta, Aramayo y Beteta exhibirán, como de costumbre, más
colmillo que intelecto.
El entorno keikista quiere hacerle creer a su lideresa que
está en marcha un complot del gobierno para dividir al fujimorismo y, entonces,
transmiten expresiones que la proyectan como una ‘estadista’ herida que debe
responder hasta con la guillotina para esos ‘instigadores’.
Esos ‘cómplices’ también son ubicados por los keikistas en
los medios que critican a Keiko, por lo que es muy probable que el embate
naranja se cargue ahora a la prensa mediante la aprobación fast track de la ley
Letona-Aramayo para mellar la libertad de expresión en el país.
Y si este espíritu de Rottweiler que hoy impregna a FP no se
ve satisfecho en el corto plazo, lo más probable es que no se contenga hasta
llegar a la vacancia presidencial de PPK.
Para los fujimoristas, la única manera de evitar ese
desenlace es que el gobierno se allane a su plan, reconociendo, en la práctica,
que Keiko manda más qué PPK. Algo que no deja de parecerse a un golpe.
Así, no deja de ser curioso que 25 años después, el
fujimorismo se dirija, otra vez, ahora con la hija de Alberto, al quiebre
institucional.
http://larepublica.pe/impresa/opinion/874819-golpe-golpe
___________________
Injustos con Saettone
Luis Davelouis
En agosto del 2012, Edu Saettone, conductor de un programa de
radio y de otro de televisión por cable, atropelló a la Sra. María Elena
Coronado, de 69 años, causándole la muerte luego de una agonía de una semana.
Por ello, Saettone fue condenado a 4 años de prisión
efectiva, al pago de una reparación de S/50 mil y no poder conducir de por
vida; una condena benigna si consideramos el contexto. Manipuló el cuerpo de la
accidentada, mintió con respecto a las circunstancias por las que se subió a la
vereda y respecto a la velocidad que llevaba, no asistió a varias citaciones,
intentó acercarse muchas veces a la familia de la víctima para solucionar el
tema fuera de tribunales y, quizás lo más sospechoso, no se hizo el examen de
alcoholemia en el momento del accidente sino días después (cuando ya no sirve
para determinar nada) y nunca se hizo un análisis toxicológico.
Pero lo más grave fue que estuvo prófugo de la justicia y
estando prófugo un juzgado le rebajó la pena a 4 años de prisión suspendida,
subió la reparación al doble (S/100 mil) y le levanta la prohibición de
conducir de por vida. Pensando mal, la jueza María Elena Contreras hizo lo que
las diversas defensas de Saettone buscaron hacer al acercarse a la familia:
pagar para no ir preso, comprar un privilegio.
De hecho, algunos de sus amigos en las redes dicen
exactamente eso: merece una fuerte sanción económica pero no ir preso. Por
supuesto, ninguno de ellos se atrevería a decir eso si Saettone hubiera
atropellado en esas sospechosas circunstancias a su propia madre, lo que dice
del tremendo doble rasero que se usa aún en nuestro país. Cortesanos por
siempre.
http://peru21.pe/opinion/luis-davelouis-injustos-saettone-2281281
___________________
La guerra contra el
progreso
Marco Sifuentes
Que levanten la mano todos los que crean que el Banco Mundial
es una institución marxista/socialista/feminazi/gay. Todos los que levantaron
su manito pueden regresar a la marcha de #ConMisHijosNoTeMetas, de preferencia
con camisa de fuerza. El resto, siga leyendo.
Cada año, el Banco Mundial publica los Indicadores del
Desarrollo Mundial, más de 1.400 criterios cuantificables que ayudan a definir
el progreso de cada país. Y no, no se fijan solo en el crecimiento económico.
Voy a mencionar algunos: promover la igualdad de géneros (sí, usa la
palabrita), lograr la sostenibilidad del medio ambiente, garantizar una
educación inclusiva, equitativa y de calidad, etcétera.
Todo esto parece muy obvio. Y debería serlo. Nadie, en
teoría, a estas alturas del siglo XXI, quiere incentivar la ignorancia o que
exista la desigualdad o que el planeta se destruya. Parece innecesario explicar
que el desarrollo no solo se logra con dinero.
Pero lo real es que mucha gente ha decidido no creer en la
evidencia. Y, en todo el mundo, esa gente está accediendo a una representación
política importante. Ya saben de qué hablo: Trump, Le Pen, Fujimori. No solo
desprecian estas ideas sino que, abiertamente, las combaten.
Un escenario de combate es el ecológico. La minería ilegal,
por ejemplo, deforesta un promedio de 3.000 hectáreas de selva amazónica al
año. Las fotos satelitales son devastadoras. Sin embargo, la fujimorista
Aramayo presentó un proyecto que los beneficia. No olvidemos que la misma
candidata Fujimori, en la campaña anterior, firmó un compromiso con mineros
ilegales. Otro congresista de su bancada vinculado a ese siniestro sector es
Modesto Figueroa, que, por cierto –como Aramayo–, también ha presentado un
proyecto de ley para ajustar a los medios de comunicación.
La renuncia, esta semana, de Gisella Orjeda del Concytec es
una batalla ganada por ese bando. Retrocedamos un poco: Úrsula Letona –la del
dúo dinámico con Aramayo– presentó el año pasado un proyecto para que sea el
Congreso quien nombre al presidente de Concytec. ¿Y quién tiene mayoría en el
Congreso? La misma mayoría que ha estado –en la Comisión de Fiscalización, por
ejemplo– hostilizando a Orjeda.
Hay muchas razones para lamentar su salida, pero el tema de
fondo es el siguiente: la presidencia de Concytec tiene, por ley, un asiento en
el Consejo Directivo de la Sunedu, la entidad encargada de fiscalizar a todas
esas universidades de medio pelo cuyo lobby consiguió la destitución de Jaime
Saavedra (el cual, no tan casualmente, ahora es jefe de Educación del Banco
Mundial).
Keiko Fujimori debe creer que la trumpinización del
fujimorismo es un método efectivo para acumular caudal electoral. Quizás lo sea
(o quizás no: demasiado polarizante). Pero hay algo que a estas alturas es
innegable: que cada una de sus victorias es una derrota del país desarrollado
que todos –bueno, algunos– queremos.
http://elcomercio.pe/opinion/rincon-del-autor/guerra-contra-progreso-marco-sifuentes-noticia-1991017
___________________
Los perdedores
Santiago Roncagliolo
Una pareja se encuentra para firmar los papeles del divorcio.
Llevan diecinueve años sin verse, desde que ambos formaban parte de un grupo
terrorista. Ahora, ha llegado el momento de resolver su pasado.
Ese es el argumento de “La última tarde”, la estupenda
película de Joel Calero que nos pone a compartir la intimidad de dos ex
subversivos, encarnados con nervio y contención por Luis Cáceres y Katerina
D’Onofrio. Durante su encuentro, los personajes se cuentan por qué se
separaron, cómo escaparon de la policía y qué fue de sus vidas después. La
política se mezcla con el amor en unos diálogos tan reales como dolorosos. En
una escena, Cáceres pregunta:
“No te estoy preguntando por qué dejaste la militancia. Te
estoy preguntando por qué me dejaste a mí”.
Y es imposible contener las lágrimas.
Justo mientras “La última tarde” se mantiene en cartelera, se
reestrena una película más vieja: el grupo Movadef sale a la calle a protestar
en defensa de los líderes senderistas. Y esos mismos líderes desprecian y abandonan
el tribunal que los juzga por el brutal atentado de la calle Tarata en 1992.
Los senderistas y sus amigos reclaman que se les juzga con resentimiento, pero
están llenos de odio. No muestran una pizca de remordimiento por sus víctimas.
Y lo más extraño: creen estar en condiciones de exigir algo. Al verlos, un
recién llegado pensaría que han ganado la guerra.
“La última tarde” retrata la derrota inapelable de quienes
pensaron que este país solo podía cambiarse por las armas. Los personajes de la
película se salvaron de la cárcel y la tortura, pero lo perdieron todo: sus
sueños, sus amores, su identidad. Se plantearon metas tan inalcanzables que se
condenaron a sí mismos a la melancolía. Ahora tienen que reconciliarse uno con
otro para poder vivir consigo mismos.
En cierto sentido, esta película es el reverso de
“Magallanes” de Salvador del Solar. Mientras Calero se concentra en los
rebeldes, Del Solar retrata las cicatrices que dejó la guerra interna en los
militares. Los soldados como Magallanes son víctimas de sus propias
atrocidades. Su memoria no los deja en paz. Su pasado los tortura. Y por
cierto, también van a la cárcel.
Desde la pionera “La boca del lobo” de Francisco Lombardi, el
cine peruano nos ha dado grandes películas sobre la violencia política. Hoy,
las películas ya no hablan de la guerra, sino de su recuerdo. De cómo la muerte
pervive en el corazón de quienes la administraron. Y los combates vuelven a
empezar cada mañana, cuando ellos abren los ojos.
En ese sentido, el cine les lleva la delantera a los profetas
del odio de un lado y otro. Mientras los obstinados llaman al exterminio de sus
rivales, estas películas enseñan que la guerra acabó, la ganamos los peruanos y
la perdieron todos los que lucharon en ella.
Y sin embargo, ambos bandos no son iguales. El Estado peruano
tiene ventaja moral, porque ha pedido perdón. Ha reconocido el dolor que causó,
invertido en que no se olvide y castigado a muchos criminales de su propio
lado. También ha cambiado de estrategia: hoy, a los senderistas del Vraem no se
les combate con un genocidio porque es estúpido, criminal e injusto. La guerra
le enseñó eso al Estado. No está claro, al ver a los senderistas, qué
aprendieron ellos.
Sendero y sus amigos deberían ver “La última tarde”. En el
cine aprenderían que no basta con reprochar el pasado: también hay que
reconocer el dolor ajeno. Quien no es capaz de pedir perdón, no tiene derecho a
reclamar comprensión.
http://elcomercio.pe/opinion/columnistas/perdedores-santiago-roncagliolo-noticia-1991033
___________________
No toda censura rinde
Mirko Lauer
El melancólico papelón de la censura a Jaime Saavedra sigue
pesando como argumento contra las interpelaciones arbitrarias. Hoy Saavedra es
el director del Banco Mundial para la educación en el mundo. Marilú Martens, su
sucesora en el ministerio, mantiene en lo sustantivo la línea que recibió y
desarrolló Saavedra en dos gobiernos.
Los temas que definen interpelaciones y censuras no están en
el derecho del Congreso a realizarlos, sino en la calidad de los argumentos.
Del puñado de casos del siglo XX algunos se justificaban, mientras que otros
han pasado directamente a la pequeña anécdota política. Como el titular de
Agricultura censurado por no saber a cuánto el kilo de pallar en Ica.
Fuerza Popular censuró a Saavedra para demostrar su fuerza
numérica, y por lo menos eso lo logró. Pero el argumento utilizado, vinculado a
una compra de computadoras, demostró ser igualmente aplicable a la presidenta
del Congreso. Los golpes de pecho opositores perdieron todo sentido apenas
dejaron de sonar, como si la mayoría se avergonzara de lo que había hecho.
El Ejecutivo en un primer momento se asustó, al grado de
considerar el gambito frontal de una cuestión de confianza. Pero luego entendió
que lo mejor era dejarle a FP el monopolio de la pataleta, y concentrarse en
los argumentos de defensa de su ministro. Eso fue en diciembre del año pasado.
Ahora podría estar de vuelta un escenario parecido.
La lógica política de la censura es mostrar poder. Pero la
lógica administrativa es más complicada. Cuando el ministro es probadamente
malo o ha cometido algo inaceptable, el Ejecutivo mismo lo retira a toda
velocidad, precisamente para evitarse choques en el Congreso. Lo cual le deja a
FP los ministros con un trabajo de calidad. Ayer Saavedra, hoy Carlos
Basombrío.
Si el ministro funciona, derribarlo puede conducir a dos
desenlaces: un mejor ministro o un peor ministro. Lo primero le roba el fuego a
la censura, como de hecho sucedió con Saavedra. Lo segundo carga parte de la
responsabilidad a la cuenta de los censuradores. En esto la interpelación es
mucho mejor negocio político que la censura.
Si Basombrío llega a ser censurado, sería la primera victoria
política de gran magnitud que logra el Movadef. Por su parte las bandas de
delincuentes comunes no derramarán una lágrima.
http://larepublica.pe/impresa/opinion/874816-no-toda-censura-rinde
___________________
Una eminencia
incontestable
Iván Alonso
Solemos pensar que cuantos más competidores haya, más
competitivo será el mercado y más barato el producto para el consumidor. Dos
empresas pueden convivir haciéndose apenas cosquillas. Con una tercera empresa
tratando de hacerse un lugar, habrá más competencia; con una cuarta, mucho más;
y así sucesivamente.
Hubo una época en la que esta visión dominaba el análisis del
comportamiento de las empresas (una rama de la economía que los americanos
llaman organización industrial, y los ingleses, con más estilo, economía
industrial). La “estructura” del mercado determinaba la conducta empresarial, y
ésta, a su vez, la cantidad vendida y el precio del producto, de los que
depende el bienestar general.
Todavía se puede sentir el olor de esa doctrina en los
proyectos de ley de control de fusiones que de tanto en tanto llegan al
congreso. Pero sus fundamentos comenzaron a descomponerse en los años ’70 del
siglo pasado gracias al trabajo de algunos economistas como William Baumol, un
profesor de las Universidades de Princeton y de Nueva York que ha muerto la
semana pasada.
Entre sus múltiples contribuciones, Baumol fue el creador de
la idea de los “mercados disputables” (contestable markets). El hecho de que
haya solamente una o dos o tres empresas en el mercado no significa que éste
sea poco competitivo. El número no determina la especie, como decían los
filósofos medievales. Las condiciones de entrada y salida del mercado son tan o
más importantes. La posibilidad de que un nuevo competidor incursione en
cualquier momento en el mercado sirve para disciplinar a las empresas
establecidas, forzándolas a bajar sus precios.
Dos cosas se necesitan para que la amenaza sea creíble.
Primero, no debe haber barreras de entrada. Los trámites engorrosos, los
permisos y licencias y otros requisitos que dificultan el acceso al mercado
favorecen a las empresas establecidas. Ningún monopolio es más seguro que aquel
sancionado por la ley. Lo segundo que se necesita es que un eventual
competidor, luego de disciplinar a los grandes, pueda salir rápidamente del
mercado y sin sufrir mayores pérdidas. Esto ocurre cuando no hay costos
hundidos, o sea, inversiones que no se pueden recuperar o que no tienen usos
alternativos. Si hay que hacer una gran campaña publicitaria, digamos, que no
tiene ninguna utilidad a la hora que uno sale del mercado, no estamos frente a
un mercado disputable. Hay que pensarlo dos veces antes de arriesgarse a
entrar.
Esta última condición parecería limitar considerablemente la
relevancia práctica del concepto. Pero quizás sea más bien al revés. Los costos
hundidos son un riesgo calculado (o, por lo menos, calculable). Vemos plantas
abandonadas por aquí y por allá, pero eso no impide que surjan nuevos
competidores en toda clase de actividad. Muchos son capaces de resistir la
reacción de las empresas establecidas el tiempo suficiente para recuperar su
inversión.
Lo cual apunta a una deficiencia más seria del viejo
paradigma de estructura, conducta y performance. La estructura del mercado –el
número y el tamaño relativo de las empresas que operan en él– no aparece de la
nada, sino como resultado del proceso competitivo. Las más eficientes tienden a
ser más grandes y también más rentables; pero no porque su tamaño les permita
esquilmar al consumidor, sino justamente por ser más eficientes.
http://elcomercio.pe/opinion/mirada-de-fondo/eminencia-incontestable-ivan-alonso-noticia-1991054
___________________
¿Vuelve El Niño este
año?
César Lévano
Este lunes se iniciaron en Bonn, a orillas del Rhin, las
negociaciones anuales sobre el cambio climático. El diario parisiense Le Monde
anotó el miércoles la sorpresa de que la delegación de los Estados Unidos fuera
de solo siete miembros, mientras que China, Francia y Marruecos han enviado 40
cada uno, y Japón, setenta. Lo grave no es el número, sino la posibilidad de
que Washington se aparte de los tratos, como ha amenazado Donald Trump.
Trump choca con sus partidarios. Una encuesta de la
Universidad de Yale demostró que solo 28 por ciento de los electores de Trump
estaría de acuerdo con que los Estados Unidos se retiren de los acuerdos
climáticos de París.
Por lo demás, la economía no le da la razón al presidente.
Actividades no contaminantes convienen al Tío Sam. Las industrias de energía
solar y eólica crean hoy empleo a un ritmo doce veces más rápido que el resto
de la economía estadounidense.
Los Estados Unidos son, detrás de China, el mayor
contaminador del mundo, en tiempos en que el calentamiento global se agrava y
científicos de la National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA) prevén
un retorno posible de El Niño este año en el Pacífico. Un regreso tan insólito
como lo es el conjunto de fenómenos que dejan perplejos a los científicos, según
comenta Stephane Foucart en Le Monde.
El analista explica que científicos franceses y suizos han
publicado en abril un informe sobre el ascenso del nivel del mar, a causa de
que la pérdida de hielo en los casquetes polares en Groenlandia y en el Antártico
se sigue acelerando.
Expresa Foucart que algunas manifestaciones del último Niño
parecen no haber desaparecido con él, dejando estigmas en el sistema climático.
“Así”, prosigue, “la acumulación de aguas cálidas, mar afuera de América
Central, ha persistido incluso cuando los índices mayores de la actividad del
Niño habían desaparecido. Estas extrañezas, que hunden a los científicos en la
perplejidad, son el origen de las lluvias diluvianas y las masas de lodo que
han golpeado en marzo a Colombia y el Perú”.
Concluye el análisis precisando que la situación actual en el
Pacífico “es suficientemente inhabitual para que los científicos de la NOAA
prevean un retorno posible de El Niño antes de fin de año”. Por lo general, el
fenómeno vuelve cada tres o siete años.
http://diariouno.pe/columna/vuelve-el-nino-este-ano/
___________________
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.