viernes, 12 de mayo de 2017

OPINIONES 12/05/2017

Código electoral y condiciones previas - Juan de la Puente
El dilema del fujimorismo - Santiago Pedraglio
El problema es el indulto - Ignazio De Ferrari
Golpe a golpe - Augusto Álvarez Rodrich
Injustos con Saettone - Luis Davelouis
La guerra contra el progreso - Marco Sifuentes
Los perdedores - Santiago Roncagliolo
No toda censura rinde - Mirko Lauer
Una eminencia incontestable - Iván Alonso
¿Vuelve El Niño este año?  - César Lévano
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Código electoral y condiciones previas

Juan de la Puente


Ha concluido el trabajo de la subcomisión presidida por la congresista Patricia Donayre que elaboró el proyecto de Código Electoral. El desempeño ha sido auspicioso, de modo que podría decirse que este es el empeño más responsable de los últimos años para encarar la parte electoral de la reforma política.

Sabemos cómo empieza este proceso pero nadie puede predecir con exactitud cómo concluirá, teniendo como antecedente los 13 años de bloqueo a los cambios (2001-2013) y dos años desastrosos (2014-2016) que culminaron con la contrarreforma que implicó la nefasta Ley N° 30414. Aun así, el mejor argumento para empezar el debate nacional es la posibilidad de contar por primera vez con un Código Electoral.

La codificación de las normas es un desafío complejo para nuestra precariedad institucional. La última vez que el Congreso aprobó un código fue hace 13 años, el Código Procesal Constitucional del año 2004, a lo que habría que añadir que la mayoría de nuestros 15 códigos vigentes fueron expedidos por el Ejecutivo merced a facultades delegadas por el Congreso, y que desde hace más de una década el Parlamento no puede producir una reforma exitosa de los códigos Civil y Penal.

Un Código Electoral tendría la virtud de agrupar normas con rango de ley dispersas, incorporar decenas de reglamentos de los tres organismos electorales e integrar al derecho positivo la frondosa y desmedida jurisprudencia que ha producido el Jurado Nacional de Elecciones en materia de legalidad de los actos partidarios. Si deberían producirse dos consensos alrededor de este nuevo código es que debe detenerse firmemente la producción dispersa e ilimitada de normas electorales que hacen más caótico el sistema político, y que se elimine el financiamiento ilegal y mafioso de la política. Asimismo, si hay un desafío estratégico alrededor de esta incipiente reforma es que necesitamos principios políticos-electorales que rijan los procesos de elección popular.

Por lo señalado, es conveniente considerar algunas condiciones del debate que se abre nuevamente. La primera de ellas es la necesidad de que los cambios garanticen un enfoque de representación y de derechos, en respuesta a la deformación que ya se advierte en algunas opiniones en una dirección “partidocentrista”. Por ejemplo, es positivo que los primeros consensos se refieran a la paridad de género en las listas, la ubicación alternada de mujeres y varones en ellas, y la sanción al acoso político a las políticas, candidatas o representantes mujeres. A propósito, no está de más recordar algo que se olvida en los debates sobre la mejora de la representación: que la crisis se origina en la formación de la representación, y que los elegidos que pierden rápidamente legitimidad vienen “marcados” por un proceso de designación informal y campañas electorales violentas.

La segunda condición es el pacto. Las reformas exitosas en América Latina recientes han tenido un componente de pluralidad y acuerdo que los hace más legítimas que aquellas impuestas o cocinadas en cuatro paredes. Esta perspectiva contrasta con la tendencia de estrechar el debate actual peruano, criticando las iniciativas que no provengan del Congreso. Extraño además que en los últimos 15 años se criticara a los gobiernos por no interesarse en la reforma política y que se le cuestione al actual precisamente por hacerlo.

La última de las condiciones es la convicción del no retorno al pasado. Aun se advierten en algunas opiniones la nostalgia por el viejo sistema de partidos que de modo precario se reorganizó entre 1977 y 1992 y la pugna por reconstruirlo. Las discusiones sobre comités, firmas de adherentes, rigidez de las alianzas y el desborde del espíritu sancionador indican que en un sector de la política –e incluso de la academia– no se ha tomado en cuenta el carácter irreversible del colapso de los partidos y la necesidad de abrir paso a otras prácticas institucionales que renueven la democracia en lugar de recrear el fracaso.

http://juandelapuente.blogspot.pe/



http://larepublica.pe/impresa/opinion/874820-codigo-electoral-y-condiciones-previas

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El dilema del fujimorismo

Santiago Pedraglio


Fuerza Popular ha entrado en un momento en el que tendrá que definir aspectos centrales de la vida interna de su organización y, sobre todo, de su orientación política. Su dilema político central –ya no pensando en si interpela y censura a los ministros Basombrío o Vizcarra, o si las diferencias entre los hermanos Fujimori se incrementan o no– es si seguirá intentando ganarse a los “liberales de derecha”, como en las últimas presidenciales, u optará por un populismo autoritario de derecha más clásico, claramente conservador, ya sin los gestos de Harvard.

Un viraje, sin la figura de Alberto Fujimori como cabeza política, significaría regresar, si bien no al golpe del Estado, al estilo más rudo, más antipolítico y más confrontacional, ampliando sus vínculos con el mundo informal y de representación de las varias esferas de los sectores emergentes.

Esta estrategia tendría como propósito construir una mayoría electoral sin el apoyo de los medios de comunicación más influyentes, ni de la mayoría de los empresarios de más peso; menos aún de lo que se podría denominar “derecha liberal”. Sería, sin duda, una apuesta arriesgada, porque los efectos electorales de incrementar la polarización política son difíciles de calcular, y porque podría profundizarse el deterioro del clima político.

No obstante, no puede descartarse que Fuerza Popular se decida por este viraje, porque sintoniza, además, con la nueva ola del movimiento populista conservador y proteccionista mundial, que lideran Donald Trump, en EE.UU., y, a su manera, en un ámbito regional, la experiencia de Erdogan –el súper primer ministro de Turquía, que acaba de reformar por referéndum la Constitución de su país para centralizar aún más su poder bajo un régimen presidencialista– expresa ese mismo movimiento de desconfianza ante atributos de la democracia representativa como la libertad de expresión o la independencia de los poderes del Estado.





http://peru21.pe/opinion/santiago-pedraglio-dilema-fujimorismo-2281297

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El problema es el indulto

Ignazio De Ferrari


En la narrativa fujimorista, la condena por homicidio calificado y secuestro agravado de su líder y los diez años de cárcel son el costo político que han tenido que pagar por los “errores” de la década de 1990. En el debate de los últimos días ha quedado claro que para Fuerza Popular una condena política requiere una solución política; es decir, el indulto. Pero si para el fujimorismo el indulto es la salida al problema, para el presidente Kuczynski y para la propia idea de justicia el indulto es, en sí mismo, el problema.

Indultar o no indultar, he ahí el dilema. En el frente político, la institución del indulto pone al presidente en una difícil disyuntiva. Se trata de una decisión en la que hay algo que ganar y mucho que perder. Ganaría una relación más cordial con el fujimorismo –pero ¿hasta cuándo?, la próxima crisis siempre está a la vuelta de la esquina– a costa de romper una promesa de campaña y alienar a buena parte del electorado que le dio la victoria mínima del año pasado. En cambio, si el indulto no existiera, el presidente no tendría que estar en esa disyuntiva. Ni el gobierno ni el fujimorismo tendrían una herramienta perversa para lograr que la otra parte haga lo que ellos quieren.

Luego está el rol del individuo frente al sistema de justicia o, dicho de otra manera, el papel que debe jugar la justicia en una democracia. ¿Por qué una persona, por más que sea el presidente de la República, debería determinar la suerte de condenados que han pasado por un proceso judicial en el que se analizaron detenidamente los argumentos a favor y en contra de la condena? Si se permite que el presidente cambie unilateralmente la situación penal de los presos, ¿no estamos entonces ante una forma legal y un poco más educada de hacer justicia con las propias manos?

Hay quienes argumentan que la institución del indulto es necesaria para corregir los errores de la justicia. Se trata, a todas luces, de un caso en el que el remedio es peor que la enfermedad. La solución a las deficiencias de nuestro sistema de justicia no puede ser poner las decisiones en las manos de una persona como el presidente que, al final de cuentas, es un político. Si como el fujimorismo alega, la condena a su líder fue política, entonces habría que analizar si existe suficiente evidencia para probar esa afirmación. Si ese fuera el caso, entonces habría que revisar el proceso, pero siempre dentro de los cauces formales del sistema judicial. La solución a una condena política no puede ser una liberación política.

El problema de fondo de cualquier indulto es que es muy difícil, por no decir imposible, que este no sea político. Al final del día, un indulto implica una decisión en la que hay ganadores –los indultados– y perdedores –los que quedan presos–. Implica una decisión personal –la Comisión de Gracias Presidenciales no emite informes vinculantes– y ad hoc sobre quién merece ser puesto en libertad. ¿O es que existe un consenso en la sociedad de poner en libertad a todos los condenados por homicidio calificado y secuestro agravado que estén enfermos y sean de edad avanzada? Por ejemplo, ¿estaría el fujimorismo –un partido tradicionalmente de mano dura– dispuesto a indultar a otros peruanos que hubieran secuestrado y asesinado a sus víctimas? ¿O es que ser un ex presidente y tener una bancada de 72 congresistas merece un trato preferencial? En resumen, todo indulto corre el riesgo de profundizar la idea extendida en nuestra sociedad de que la ley no es igual para todos.

Existen razones de humanidad e incluso morales para considerar que un enfermo de edad avanzada pueda pasar lo que le queda de vida en su casa. Pero esa decisión no debería depender exclusivamente del presidente. Debería estar contemplada en el marco legal de la justicia y debería aplicar por igual para todos los presos que estén en esa condición. El indulto no tiene lugar en una democracia.



http://elcomercio.pe/opinion/columnistas/problema-indulto-ignazio-ferrari-noticia-1991036





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Golpe a golpe

Augusto Álvarez Rodrich


La perspectiva política peruana corre el riesgo creciente de dirigirse a una gran colisión que, como hace 25 años, quiebre la democracia.

El anuncio de que, junto con la censura en marcha de Carlos Basombrío, se reabrió un proceso similar contra Martín Vizcarra, son solo dos expresiones claras de que el fujimorismo va a presionar al gobierno de Pedro Pablo Kuczynski hasta el chantaje para resolver sus pugnas internas.

Dichas pugnas obedecen al pulseo entre los hermanos Fujimori sobre cómo sacar al padre de la Diroes e, incluso, si realmente desean liberarlo de su centro penitenciario particular.

Kenji quería hacerlo con premura usando la ley Vieira para que pase a un arresto domiciliario, mientras Keiko –que aún controla a la bancada de FP– desechó esa posibilidad, y plantea conseguirlo mediante el indulto tras poner a PPK contra las cuerdas.

Según lo expresado por la guardia dorada de Keiko –los congresistas más keikistas y su creciente número de gonfaloneros mediáticos y digitales–, se advierte que su contraataque viene con todo e incluye, para empezar, hacer valer su peso en el parlamento para desestabilizar al gobierno jugando bowling con los ministros como si fuesen palitroques.

Así, lo más probable es que en las tres semanas siguientes se produzcan dos censuras –Basombrío y Vizcarra– en ceremonias en las que Alcorta, Letona, Becerril, Galarreta, Aramayo y Beteta exhibirán, como de costumbre, más colmillo que intelecto.

El entorno keikista quiere hacerle creer a su lideresa que está en marcha un complot del gobierno para dividir al fujimorismo y, entonces, transmiten expresiones que la proyectan como una ‘estadista’ herida que debe responder hasta con la guillotina para esos ‘instigadores’.

Esos ‘cómplices’ también son ubicados por los keikistas en los medios que critican a Keiko, por lo que es muy probable que el embate naranja se cargue ahora a la prensa mediante la aprobación fast track de la ley Letona-Aramayo para mellar la libertad de expresión en el país.

Y si este espíritu de Rottweiler que hoy impregna a FP no se ve satisfecho en el corto plazo, lo más probable es que no se contenga hasta llegar a la vacancia presidencial de PPK.

Para los fujimoristas, la única manera de evitar ese desenlace es que el gobierno se allane a su plan, reconociendo, en la práctica, que Keiko manda más qué PPK. Algo que no deja de parecerse a un golpe.

Así, no deja de ser curioso que 25 años después, el fujimorismo se dirija, otra vez, ahora con la hija de Alberto, al quiebre institucional.



http://larepublica.pe/impresa/opinion/874819-golpe-golpe




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Injustos con Saettone

Luis Davelouis


En agosto del 2012, Edu Saettone, conductor de un programa de radio y de otro de televisión por cable, atropelló a la Sra. María Elena Coronado, de 69 años, causándole la muerte luego de una agonía de una semana.

Por ello, Saettone fue condenado a 4 años de prisión efectiva, al pago de una reparación de S/50 mil y no poder conducir de por vida; una condena benigna si consideramos el contexto. Manipuló el cuerpo de la accidentada, mintió con respecto a las circunstancias por las que se subió a la vereda y respecto a la velocidad que llevaba, no asistió a varias citaciones, intentó acercarse muchas veces a la familia de la víctima para solucionar el tema fuera de tribunales y, quizás lo más sospechoso, no se hizo el examen de alcoholemia en el momento del accidente sino días después (cuando ya no sirve para determinar nada) y nunca se hizo un análisis toxicológico.

Pero lo más grave fue que estuvo prófugo de la justicia y estando prófugo un juzgado le rebajó la pena a 4 años de prisión suspendida, subió la reparación al doble (S/100 mil) y le levanta la prohibición de conducir de por vida. Pensando mal, la jueza María Elena Contreras hizo lo que las diversas defensas de Saettone buscaron hacer al acercarse a la familia: pagar para no ir preso, comprar un privilegio.

De hecho, algunos de sus amigos en las redes dicen exactamente eso: merece una fuerte sanción económica pero no ir preso. Por supuesto, ninguno de ellos se atrevería a decir eso si Saettone hubiera atropellado en esas sospechosas circunstancias a su propia madre, lo que dice del tremendo doble rasero que se usa aún en nuestro país. Cortesanos por siempre.



http://peru21.pe/opinion/luis-davelouis-injustos-saettone-2281281

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La guerra contra el progreso

Marco Sifuentes



Que levanten la mano todos los que crean que el Banco Mundial es una institución marxista/socialista/feminazi/gay. Todos los que levantaron su manito pueden regresar a la marcha de #ConMisHijosNoTeMetas, de preferencia con camisa de fuerza. El resto, siga leyendo.

Cada año, el Banco Mundial publica los Indicadores del Desarrollo Mundial, más de 1.400 criterios cuantificables que ayudan a definir el progreso de cada país. Y no, no se fijan solo en el crecimiento económico. Voy a mencionar algunos: promover la igualdad de géneros (sí, usa la palabrita), lograr la sostenibilidad del medio ambiente, garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad, etcétera.

Todo esto parece muy obvio. Y debería serlo. Nadie, en teoría, a estas alturas del siglo XXI, quiere incentivar la ignorancia o que exista la desigualdad o que el planeta se destruya. Parece innecesario explicar que el desarrollo no solo se logra con dinero.

Pero lo real es que mucha gente ha decidido no creer en la evidencia. Y, en todo el mundo, esa gente está accediendo a una representación política importante. Ya saben de qué hablo: Trump, Le Pen, Fujimori. No solo desprecian estas ideas sino que, abiertamente, las combaten. 

Un escenario de combate es el ecológico. La minería ilegal, por ejemplo, deforesta un promedio de 3.000 hectáreas de selva amazónica al año. Las fotos satelitales son devastadoras. Sin embargo, la fujimorista Aramayo presentó un proyecto que los beneficia. No olvidemos que la misma candidata Fujimori, en la campaña anterior, firmó un compromiso con mineros ilegales. Otro congresista de su bancada vinculado a ese siniestro sector es Modesto Figueroa, que, por cierto –como Aramayo–, también ha presentado un proyecto de ley para ajustar a los medios de comunicación.

La renuncia, esta semana, de Gisella Orjeda del Concytec es una batalla ganada por ese bando. Retrocedamos un poco: Úrsula Letona –la del dúo dinámico con Aramayo– presentó el año pasado un proyecto para que sea el Congreso quien nombre al presidente de Concytec. ¿Y quién tiene mayoría en el Congreso? La misma mayoría que ha estado –en la Comisión de Fiscalización, por ejemplo– hostilizando a Orjeda.

Hay muchas razones para lamentar su salida, pero el tema de fondo es el siguiente: la presidencia de Concytec tiene, por ley, un asiento en el Consejo Directivo de la Sunedu, la entidad encargada de fiscalizar a todas esas universidades de medio pelo cuyo lobby consiguió la destitución de Jaime Saavedra (el cual, no tan casualmente, ahora es jefe de Educación del Banco Mundial).

Keiko Fujimori debe creer que la trumpinización del fujimorismo es un método efectivo para acumular caudal electoral. Quizás lo sea (o quizás no: demasiado polarizante). Pero hay algo que a estas alturas es innegable: que cada una de sus victorias es una derrota del país desarrollado que todos –bueno, algunos– queremos.


http://elcomercio.pe/opinion/rincon-del-autor/guerra-contra-progreso-marco-sifuentes-noticia-1991017


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Los perdedores

Santiago Roncagliolo


Una pareja se encuentra para firmar los papeles del divorcio. Llevan diecinueve años sin verse, desde que ambos formaban parte de un grupo terrorista. Ahora, ha llegado el momento de resolver su pasado.

Ese es el argumento de “La última tarde”, la estupenda película de Joel Calero que nos pone a compartir la intimidad de dos ex subversivos, encarnados con nervio y contención por Luis Cáceres y Katerina D’Onofrio. Durante su encuentro, los personajes se cuentan por qué se separaron, cómo escaparon de la policía y qué fue de sus vidas después. La política se mezcla con el amor en unos diálogos tan reales como dolorosos. En una escena, Cáceres pregunta:

“No te estoy preguntando por qué dejaste la militancia. Te estoy preguntando por qué me dejaste a mí”.

Y es imposible contener las lágrimas.

Justo mientras “La última tarde” se mantiene en cartelera, se reestrena una película más vieja: el grupo Movadef sale a la calle a protestar en defensa de los líderes senderistas. Y esos mismos líderes desprecian y abandonan el tribunal que los juzga por el brutal atentado de la calle Tarata en 1992. Los senderistas y sus amigos reclaman que se les juzga con resentimiento, pero están llenos de odio. No muestran una pizca de remordimiento por sus víctimas. Y lo más extraño: creen estar en condiciones de exigir algo. Al verlos, un recién llegado pensaría que han ganado la guerra.

“La última tarde” retrata la derrota inapelable de quienes pensaron que este país solo podía cambiarse por las armas. Los personajes de la película se salvaron de la cárcel y la tortura, pero lo perdieron todo: sus sueños, sus amores, su identidad. Se plantearon metas tan inalcanzables que se condenaron a sí mismos a la melancolía. Ahora tienen que reconciliarse uno con otro para poder vivir consigo mismos.

En cierto sentido, esta película es el reverso de “Magallanes” de Salvador del Solar. Mientras Calero se concentra en los rebeldes, Del Solar retrata las cicatrices que dejó la guerra interna en los militares. Los soldados como Magallanes son víctimas de sus propias atrocidades. Su memoria no los deja en paz. Su pasado los tortura. Y por cierto, también van a la cárcel.

Desde la pionera “La boca del lobo” de Francisco Lombardi, el cine peruano nos ha dado grandes películas sobre la violencia política. Hoy, las películas ya no hablan de la guerra, sino de su recuerdo. De cómo la muerte pervive en el corazón de quienes la administraron. Y los combates vuelven a empezar cada mañana, cuando ellos abren los ojos.

En ese sentido, el cine les lleva la delantera a los profetas del odio de un lado y otro. Mientras los obstinados llaman al exterminio de sus rivales, estas películas enseñan que la guerra acabó, la ganamos los peruanos y la perdieron todos los que lucharon en ella.

Y sin embargo, ambos bandos no son iguales. El Estado peruano tiene ventaja moral, porque ha pedido perdón. Ha reconocido el dolor que causó, invertido en que no se olvide y castigado a muchos criminales de su propio lado. También ha cambiado de estrategia: hoy, a los senderistas del Vraem no se les combate con un genocidio porque es estúpido, criminal e injusto. La guerra le enseñó eso al Estado. No está claro, al ver a los senderistas, qué aprendieron ellos.

Sendero y sus amigos deberían ver “La última tarde”. En el cine aprenderían que no basta con reprochar el pasado: también hay que reconocer el dolor ajeno. Quien no es capaz de pedir perdón, no tiene derecho a reclamar comprensión.



http://elcomercio.pe/opinion/columnistas/perdedores-santiago-roncagliolo-noticia-1991033


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No toda censura rinde

Mirko Lauer



El melancólico papelón de la censura a Jaime Saavedra sigue pesando como argumento contra las interpelaciones arbitrarias. Hoy Saavedra es el director del Banco Mundial para la educación en el mundo. Marilú Martens, su sucesora en el ministerio, mantiene en lo sustantivo la línea que recibió y desarrolló Saavedra en dos gobiernos.

Los temas que definen interpelaciones y censuras no están en el derecho del Congreso a realizarlos, sino en la calidad de los argumentos. Del puñado de casos del siglo XX algunos se justificaban, mientras que otros han pasado directamente a la pequeña anécdota política. Como el titular de Agricultura censurado por no saber a cuánto el kilo de pallar en Ica.

Fuerza Popular censuró a Saavedra para demostrar su fuerza numérica, y por lo menos eso lo logró. Pero el argumento utilizado, vinculado a una compra de computadoras, demostró ser igualmente aplicable a la presidenta del Congreso. Los golpes de pecho opositores perdieron todo sentido apenas dejaron de sonar, como si la mayoría se avergonzara de lo que había hecho.

El Ejecutivo en un primer momento se asustó, al grado de considerar el gambito frontal de una cuestión de confianza. Pero luego entendió que lo mejor era dejarle a FP el monopolio de la pataleta, y concentrarse en los argumentos de defensa de su ministro. Eso fue en diciembre del año pasado. Ahora podría estar de vuelta un escenario parecido.

La lógica política de la censura es mostrar poder. Pero la lógica administrativa es más complicada. Cuando el ministro es probadamente malo o ha cometido algo inaceptable, el Ejecutivo mismo lo retira a toda velocidad, precisamente para evitarse choques en el Congreso. Lo cual le deja a FP los ministros con un trabajo de calidad. Ayer Saavedra, hoy Carlos Basombrío.

Si el ministro funciona, derribarlo puede conducir a dos desenlaces: un mejor ministro o un peor ministro. Lo primero le roba el fuego a la censura, como de hecho sucedió con Saavedra. Lo segundo carga parte de la responsabilidad a la cuenta de los censuradores. En esto la interpelación es mucho mejor negocio político que la censura.

Si Basombrío llega a ser censurado, sería la primera victoria política de gran magnitud que logra el Movadef. Por su parte las bandas de delincuentes comunes no derramarán una lágrima.



http://larepublica.pe/impresa/opinion/874816-no-toda-censura-rinde







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Una eminencia incontestable

Iván Alonso


Solemos pensar que cuantos más competidores haya, más competitivo será el mercado y más barato el producto para el consumidor. Dos empresas pueden convivir haciéndose apenas cosquillas. Con una tercera empresa tratando de hacerse un lugar, habrá más competencia; con una cuarta, mucho más; y así sucesivamente.

Hubo una época en la que esta visión dominaba el análisis del comportamiento de las empresas (una rama de la economía que los americanos llaman organización industrial, y los ingleses, con más estilo, economía industrial). La “estructura” del mercado determinaba la conducta empresarial, y ésta, a su vez, la cantidad vendida y el precio del producto, de los que depende el bienestar general.

Todavía se puede sentir el olor de esa doctrina en los proyectos de ley de control de fusiones que de tanto en tanto llegan al congreso. Pero sus fundamentos comenzaron a descomponerse en los años ’70 del siglo pasado gracias al trabajo de algunos economistas como William Baumol, un profesor de las Universidades de Princeton y de Nueva York que ha muerto la semana pasada.

Entre sus múltiples contribuciones, Baumol fue el creador de la idea de los “mercados disputables” (contestable markets). El hecho de que haya solamente una o dos o tres empresas en el mercado no significa que éste sea poco competitivo. El número no determina la especie, como decían los filósofos medievales. Las condiciones de entrada y salida del mercado son tan o más importantes. La posibilidad de que un nuevo competidor incursione en cualquier momento en el mercado sirve para disciplinar a las empresas establecidas, forzándolas a bajar sus precios.

Dos cosas se necesitan para que la amenaza sea creíble. Primero, no debe haber barreras de entrada. Los trámites engorrosos, los permisos y licencias y otros requisitos que dificultan el acceso al mercado favorecen a las empresas establecidas. Ningún monopolio es más seguro que aquel sancionado por la ley. Lo segundo que se necesita es que un eventual competidor, luego de disciplinar a los grandes, pueda salir rápidamente del mercado y sin sufrir mayores pérdidas. Esto ocurre cuando no hay costos hundidos, o sea, inversiones que no se pueden recuperar o que no tienen usos alternativos. Si hay que hacer una gran campaña publicitaria, digamos, que no tiene ninguna utilidad a la hora que uno sale del mercado, no estamos frente a un mercado disputable. Hay que pensarlo dos veces antes de arriesgarse a entrar.

Esta última condición parecería limitar considerablemente la relevancia práctica del concepto. Pero quizás sea más bien al revés. Los costos hundidos son un riesgo calculado (o, por lo menos, calculable). Vemos plantas abandonadas por aquí y por allá, pero eso no impide que surjan nuevos competidores en toda clase de actividad. Muchos son capaces de resistir la reacción de las empresas establecidas el tiempo suficiente para recuperar su inversión.

Lo cual apunta a una deficiencia más seria del viejo paradigma de estructura, conducta y performance. La estructura del mercado –el número y el tamaño relativo de las empresas que operan en él– no aparece de la nada, sino como resultado del proceso competitivo. Las más eficientes tienden a ser más grandes y también más rentables; pero no porque su tamaño les permita esquilmar al consumidor, sino justamente por ser más eficientes.



http://elcomercio.pe/opinion/mirada-de-fondo/eminencia-incontestable-ivan-alonso-noticia-1991054



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¿Vuelve El Niño este año?

César Lévano


Este lunes se iniciaron en Bonn, a orillas del Rhin, las negociaciones anuales sobre el cambio climático. El diario parisiense Le Monde anotó el miércoles la sorpresa de que la delegación de los Estados Unidos fuera de solo siete miembros, mientras que China, Francia y Marruecos han enviado 40 cada uno, y Japón, setenta. Lo grave no es el número, sino la posibilidad de que Washington se aparte de los tratos, como ha amenazado Donald Trump.

Trump choca con sus partidarios. Una encuesta de la Universidad de Yale demostró que solo 28 por ciento de los electores de Trump estaría de acuerdo con que los Estados Unidos se retiren de los acuerdos climáticos de París.

Por lo demás, la economía no le da la razón al presidente. Actividades no contaminantes convienen al Tío Sam. Las industrias de energía solar y eólica crean hoy empleo a un ritmo doce veces más rápido que el resto de la economía estadounidense.

Los Estados Unidos son, detrás de China, el mayor contaminador del mundo, en tiempos en que el calentamiento global se agrava y científicos de la National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA) prevén un retorno posible de El Niño este año en el Pacífico. Un regreso tan insólito como lo es el conjunto de fenómenos que dejan perplejos a los científicos, según comenta Stephane Foucart en Le Monde.

El analista explica que científicos franceses y suizos han publicado en abril un informe sobre el ascenso del nivel del mar, a causa de que la pérdida de hielo en los casquetes polares en Groenlandia y en el Antártico se sigue acelerando.

Expresa Foucart que algunas manifestaciones del último Niño parecen no haber desaparecido con él, dejando estigmas en el sistema climático. “Así”, prosigue, “la acumulación de aguas cálidas, mar afuera de América Central, ha persistido incluso cuando los índices mayores de la actividad del Niño habían desaparecido. Estas extrañezas, que hunden a los científicos en la perplejidad, son el origen de las lluvias diluvianas y las masas de lodo que han golpeado en marzo a Colombia y el Perú”.

Concluye el análisis precisando que la situación actual en el Pacífico “es suficientemente inhabitual para que los científicos de la NOAA prevean un retorno posible de El Niño antes de fin de año”. Por lo general, el fenómeno vuelve cada tres o siete años.


http://diariouno.pe/columna/vuelve-el-nino-este-ano/

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