Aquello que nos define - Hugo Coya
¿Cuánto lava el Lavajato? - Mirko Lauer
Ebrios de poder - Paco Moreno
El dinero y las elecciones - Carlos Tapia
El dogma Montaigne - Alfredo Bullard
Extorsiones del Altiplano - Augusto Álvarez Rodrich
La Biblia no explica cómo funciona el cielo - Juan Dejo S.J.
Morir de amor - Raúl Tola
Ser cholo en la PUCP - Carlos Meléndez
Violencia de género - Eduardo Dargent
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Aquello que nos define Hugo Coya Emplea varios apellidos, aunque tiene un solo nombre. Es capaz de multiplicarse hasta el infinito, atizar el eterno conflicto entre lo bueno y lo malo; entre la luz y las tinieblas; entre lo evidente y lo incierto; entre lo bello y lo feo; entre lo humano y lo divino. Puede obligarnos a abrir bien los ojos, apreciar la vida en forma más nítida, estimular la fantasía, la ilusión, la imaginación, la intuición, la sensación de todo lo que, sin estar, existe o puede existir. En su convulsionada trayectoria, ha traspasado fronteras, encarnado deseos y desafiado no pocas veces convenciones sociales y tradiciones. Se cree que es tan viejo como la historia misma de la humanidad. Ha recorrido sinuosos y tortuosos caminos, plagados de conflictos que han quedado grabados en las retinas de generaciones enteras, sobre todo en momentos en que los ‘iluminados’ asumen su supuesta tarea salvadora de protegerlo en nombre de una mayoría silenciosa que resignadamente le permite arrogarse su representación para censurarlo, prohibirlo, rechazarlo. No obstante, sigue allí incólume, arrogante, rebelde, desafiante. Como todo aquel que se precie, ha conocido días felices, las palmas, los elogios, el boato, los aplausos. También ha padecido instantes sombríos, enfrentando el escarnio, los malos tratos, la repulsa, el ostracismo, la persecución, la condena por escapar a las reglas establecidas. Aunque se desconoce la fecha exacta de su origen, se decidió celebrarle hoy sábado 15 de abril su aniversario porque coincide con el nacimiento de uno de sus mayores cultores: Leonardo da Vinci. Hoy, pues, es el Día Mundial del Arte, fecha marcada en el calendario para promover la conciencia sobre la actividad artística y creativa en el planeta. Un día para reflexionar: ¿Qué serían los seres humanos sin el arte? ¿Cuánto les debemos a los artistas? Tal como sostiene el filósofo estadounidense Joseph Margolis en su libro “The Arts and the Definition of the Human”, el arte da sentido a nuestra vida, marcando nuestros pensamientos, percepciones, creatividades y otras cualidades que nos hacen humanos al punto de determinar nuestra cultura y el lenguaje. Conceptos o verdades se modifican para dar sentido al arte, asegura Margolis. Sería impensable entonces concebir el mundo y, en particular, nuestro país sin sus artistas. Ellos no sucumben, a pesar de que no pocas veces hayan tenido que enfrentar momentos difíciles o vergonzosos olvidos y no es necesario mirar demasiado hacia atrás para comprobarlo. En octubre del año pasado, la exposición del artista plástico Álvaro Portales sobre la memoria histórica, derechos humanos e igualdad fue censurada por la Casa de la Identidad Regional de Trujillo cuando faltaban apenas unos días para su inauguración. La justificación sería hilarante si es que no fuese uno de los tantos atentados registrados contra la libertad artística. El encargado de la administración del local adujo que la muestra “no se ajusta a los fines y objetivos” del recinto. La exposición tenía obras referentes al ‘baguazo’, aquel enfrentamiento que costó la vida de 33 personas y a la movilización Ni Una Menos en contra de los feminicidios y la violencia machista. Apenas meses antes, la Dircote y la Procuraduría Antiterrorismo decidieron investigar a los actores, productores y directores de la obra teatral “La cautiva”, escrita por Luis Alberto León y dirigida por Chela de Ferrari. La acusación era por el presunto delito de apología del terrorismo. La música no ha sido ajena a este tipo de embates. Una de las primeras medidas de la dictadura del general Juan Velasco Alvarado fue combatir el rock por considerarlo un ritmo extranjerizante y ajeno a la cultura peruana, vetando las matinales juveniles. Uno de los casos más patéticos fue la prohibición del concierto del genial músico Carlos Santana en 1971 en el estadio de la Universidad de San Marcos bajo la excusa del uso de drogas con el respaldo de la entonces federación de estudiantes de esa casa de estudios que consideraba su música como alienante y propia del imperialismo yanqui. Hipocresía, puritanismo, cucufatería, prejuicios convertidos en sus grandes enemigos, así como la creencia que solo puede ser consumido o apreciado por una élite privilegiada, aquella que voltea la mirada ante una obra que considera no posee sus mismos estándares estéticos. El elitismo permite que se margine o postergue a muchos artistas, olvidando también que el arte es, ante todo, una cuestión de percepción de la realidad y un espacio para combatir la indiferencia. El arte, a través de los tiempos, ha sido siempre uno de los mayores motores de la historia de la humanidad. Se ha alzado contra quienes esgrimen que el futuro será apenas la continuación de un presente inalterable y que el pasado es solo una sucesión de efímeros recuerdos para mantener todo como está, transformándonos en meros espectadores revestidos de indolencia, peligrosamente cercana de la complicidad con el statu quo. Es necesario recalcar que el arte solo es arte en la medida en que se expresa pluralmente, ya que, como afirmaba la alemana Hannah Arendt, los hombres somos todos distintos y, paradójicamente, en esa enorme diferencia radica nuestra total igualdad. La riqueza del arte estriba, entonces, en sus múltiples interpretaciones, algunas del mismo objeto, situación o lugar. Hay que considerar que el artista no produce necesariamente para sus contemporáneos, sino para aquellos que vendrán más adelante y serán ellos quienes podrán juzgar si sus obras merecen ser reconocidas. Sin duda, el arte es y siempre será entonces un perpetuo cuestionador que navega, muchas veces, en contra de la corriente para escapar de la rutina que nos hace ver todo de una sola manera, dando testimonio de su existencia y la nuestra, evitando que una época se esfume dentro de un mundo sin memoria. Sea esta la ocasión para agradecer a todos los artistas que desde sus trincheras luchan para que nunca olvidemos nuestra condición porque, como decía George Bernard Shaw, “los espejos se emplean para verse la cara, el arte para verse el alma”. Y nosotros necesitamos vernos cada día el alma para no olvidar nuestra verdadera esencia, la esencia de seres humanos. http://elcomercio.pe/opinion/columnistas/aquello-que-nos-define-hugo-coya-noticia-1984035 _________________ ¿Cuánto lava el Lavajato? Mirko Lauer Brasil ya va camino de terminar de rizar el rizo de Lava Jato. Los acusadores de la primera hora ya fueron añadidos a la lista de los acusados. El mejor ejemplo de esto es que Michel Temer, principal beneficiario de la caída de Dilma Rousseff, ya entró a la contagiosa olla de las víctimas, con serias posibilidades de ser vacado por sus reuniones con Odebrecht. La lista de más de 100 denunciados de las altas esferas de varios gobiernos aparecida días atrás fue más confirmatoria que sorprendente. Emilio Odebrecht, quien debería saber, ha dicho que el modelo de corrupción destapado en el país “existe desde hace más de 30 años”. Con lo cual habría sido segunda naturaleza de la actividad de gobernar, y un secreto muy bien guardado. La corrupción ha cortado a través de las líneas partidarias, ideológicas, geográficas y generacionales. El deseo de atribuirla en exclusiva a la izquierda rápido se volvió un bumerán para la derecha, y en el proceso está barriendo con el centro. Los intentos de erradicar la práctica derribaron a sus impulsores, comenzando por Rousseff, quien dio las primeras leyes para ello. La búsqueda de explicaciones para lo que se define también con el eufemismo democracia imperfecta no está dando muchos resultados. Una muy difundida es que se trata de un efecto de los 20 años de dictadura militar que vinieron antes. Otros se remontan mucho más atrás en la historia, y finalmente hay los que acuden a la sociología de la organización. Extrañamente, o quizás no tanto, mientras el gremio político se desmorona, los rituales de la política electoral siguen adelante. Varios de los favoritos están simultáneamente en campaña y en el banquillo, o al borde. El acusadísimo Lula encabeza de lejos la intención de voto para el 2018, seguido por Jair Bolsonaro, de la derecha. Uno hubiera esperado que Lava Jato produjera un cambio radical en el elenco político. Hasta el momento no parece, y eso tampoco tiene una buena explicación. En estos casos se cambia, con la esperanza de que los próximos sean mejores, o por lo menos más temerosos. Pero no parece haber un “que se vayan todos” en el Brasil post Lava Jato. http://larepublica.pe/impresa/opinion/865430-cuanto-lava-el-jato _________________ Ebrios de poder Paco Moreno Ciertos neofujimoristas parecen ser víctimas del mal de Alzheimer: Olvidan el sello y las raíces de la agrupación que crearon Montesinos y Fujimori y hablan de estos como si fueran señores que fundaron una nueva “democracia”. Otros, como Alejandra Aramayo, creen que los ciudadanos pueden olvidar fácilmente, por ejemplo, sus pasos escarpados en Puno y luego aparecer como luchadora contra los corruptos que manchan las líneas editoriales de los medios. Se olvida de pelear contra los lavadores de activos y los narcotraficantes y quiere que olvidemos la denuncia de extorsión y chantaje contra ella y su padre que recobra actualidad. Los fujimorista están ebrios de mayoría congresal y creen que fácilmente pueden hacer lo que quieren. Alzan la voz, dicen barbaridades, lanzan cualquier mamarracho de proyecto y alucinan que se van a salir con la suya; mas los ciudadanos, pese a la prensa distraída en espectáculos, policiales y deportes, saben ya que el fujimorismo debe pasar al olvido. Tantos errores juntos, ley mordaza, desprotección a homosexuales, pelea con Kenji, demuestran la desesperación de Keiko, quien carga la presión enorme de su padre Alberto Fujimori, quien confió dos veces en ella y no pudo sacarlo de la cárcel. Ella no se calma y sigue insistiendo en el error y demuestra que la candidata que dos veces casi llega a ser presidenta del Perú carece de madera política. Sin los consejos de su padre y su tío Vladimiro, que parecen estar ahora ilusionados con Kenji, Keiko es de la talla Becerril hablando, Alcorta pensativa o Letona meditando sobre su pasado. Hasta Galarreta, el hombre de las camisetas múltiples, le puede dar lecciones. Pero no podrá ayudarla. Es una gran pena para el país que la agrupación política que tiene el poder casi absoluto en el Congreso tenga en sus filas a parlamentarios como Bienvenido Ramírez, quien hace esfuerzo para no ser olvidado. http://diariouno.pe/columna/ebrios-de-poder/ _________________ El dinero y las elecciones Carlos Tapia 1).- Los cambios en la ley electoral propuestos por el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) debieran ser aprobados. Principalmente los que buscan sancionar drásticamente la candidatura que aceptó un dinero mal habido, y por lo tanto no lo declaró. 2).- Es común escuchar “sin dinero no se ganan las elecciones”. Es verdad. Desde la inscripción de un partido ya comienzan los problemas. Ahora se exigen 734 mil firmas. En realidad, se requieren recolectar más de 2 millones de firmas para que, tamizadas, las ya válidas alcancen la cantidad legal exigida. Existen solapadas empresas especializadas en este trajín, que tienen tarifas distintas para “firma bruta-sin revisar, o neta-ya revisada”. 3).- Pero la cuestión de fondo se muestra durante la campaña electoral. Los viajes de los candidatos y su corte, estrados, grupos musicales y demás parafernalia, apenas si pasan el 10% del gasto de la campaña. El resto es ‘invertido’ en la TV. Este es el dinero grande que merodea a los candidatos, particularmente a los que se considera que pasan a la segunda vuelta. Después, ya es una inversión de todo o nada. El candidato pide que no solo le den a él, sino garantía que no le han dado al otro. 4).- Dionisio Romero (BCP – Grupo Romero), antes de su retiro, transparente y valiente, declaró que él había apoyado por igual a tres candidaturas en 1980 (AP, Apra y PPC). Y que, en posteriores elecciones, algunas “le habían salido gratis”. De otro tiempo y lado, Juan Rivera Idrogo, ‘pauteador’ en la TV de los spots a favor de Humala (elecciones 2011), ha reconocido que él mismo se encargó del pago –en maletines llenos de dólares–, el equivalente a 12 millones de soles. No pocas veces, los candidatos que van a perder se quedan con buena parte. Como se sabe, para el que gana “la plata llega sola”. 5).- Como dijo José Mujica –ex presidente de Uruguay–: “A los que les gusta mucho el dinero, hay que echarlos de la política”. http://peru21.pe/opinion/carlos-tapia-dinero-y-elecciones-2277945 _________________ El dogma Montaigne Alfredo Bullard Es una de las ideas más falsas pero a su vez más influyentes la de “la pobreza de los pobres se debe a la riqueza de los ricos”. Michel de Montaigne, un filósofo y ensayista del siglo XVI, enunció un principio según el cual “no se saca provecho para uno, sin perjuicio para otro”. En principio, la idea parece lógica. ¿Quién no ha repetido alguna vez que la causa de la pobreza es el exceso de riqueza de unos pocos? ¿O ha afirmado que los ricos tienen un deber de corregir esa asignación de los recursos siendo más generosos? Pero el llamado “dogma Montaigne” parte de una premisa absolutamente equivocada. Como acertadamente ha señalado Enrique Ghersi, la pobreza no tiene causa. Es el estado natural del hombre. No me malinterprete. Ello no significa que la pobreza sea deseable. Todo lo contrario. Pero en los inicios de la humanidad, en las cavernas, todos éramos absolutamente pobres. Y no es cierta la frase que todo niño trae un pan bajo el brazo. Es lo contrario. El niño viene con hambre y si sus padres no se encargan de saciarla, el niño morirá. Lo que sí tiene causa (y la conocemos) es la riqueza. Ella proviene de la acumulación y uso del capital. Viene de las condiciones que generan la inversión productiva y la innovación (la protección de la propiedad, el reconocimiento del carácter obligatorio de los contratos, entre otras). Así, la pobreza desaparece cuando aparece la riqueza, exactamente la idea contraria a la que propone Montaigne. La falsedad del dogma causa muchísimo daño. Ha generado políticas tributarias que destruyen los incentivos para generar riqueza (y por tanto eliminar pobreza). Causa problemas regulatorios que perjudican a los consumidores en lugar de beneficiarlos. Justifica el populismo y, posiblemente, la mayoría de leyes que da el Congreso. Es el origen de todos los “perros del hortelano” económicos. Es una idea tan equivocada como destructiva. El punto de partida del error de Montaigne es que el intercambio es un juego de suma cero; es decir, que si alguien gana, es porque alguien pierde. Pero en realidad el intercambio libre y voluntario hace que ambas partes ganen. Si usted quiere comprar una casa que valora en 100.000 (precio de reserva del comprador) de un propietario que la valora en 60.000 (precio de reserva del vendedor), pueden pactar un precio de 90.000. El propietario habrá ganado 30.000 (recibió 90.000 por una casa que valora en 60.000) y el comprador 10.000 (pagó 90.000 por algo que valora en 100.000). Uno ganó más que el otro, pero los dos ganaron. Nadie se apropió de nada del otro. Y sin quererlo han mejorado la situación de la sociedad en su conjunto, pues la casa pasó de un uso valorado en 60.000 a un uso valorado en 100.000. Nadie se hizo rico a costa del otro. Ambos se enriquecieron al mismo tiempo. Si una empresa contrata a un trabajador, este no se vuelve más pobre al día siguiente de su contratación. Es todo lo contrario. Pasa de ser desempleado (ganaba 0) a ganar un sueldo (por ejemplo 1.000). No hay forma de sustentar que su situación es peor que antes ni que la empresa que lo contrató le robó algo, ni se hizo más rica quitándole algo que le pertenecía. Lo cierto es que tanto la empresa como el trabajador mejoraron con la contratación. Podríamos desear que el trabajador ganara más o menos. Pero no se puede sostener que es pobre porque la empresa lo contrató. En realidad, el intercambio es un juego de suma positiva. Usualmente (casi siempre) ambas partes ganan y nadie pierde. El no entender ello es el serio error de Montaigne que muchos repiten sin siquiera pensar lo que están diciendo. Podemos dar muchas vueltas a los números, pero lo cierto es que ningún país ha eliminado la pobreza solo con políticas redistributivas. De hecho, esas políticas han tenido un efecto limitado, cuando no negativo. Siempre ha sido necesario el crecimiento económico. Y ese crecimiento, para ser sostenido, proviene centralmente del intercambio voluntario. Montaigne es el padre de todas las demagogias económicas. Por eso, cuando vaya a repetir su dogma, piénselo un momento. Tiene la oportunidad de evitar un error. http://elcomercio.pe/opinion/columnistas/dogma-montaigne-alfredo-bullard-noticia-1984070 _________________ Extorsiones del Altiplano Augusto Álvarez Rodrich Más increíble que presentar un proyecto contra la libertad de expresión, que recuerda su pasado en la degradación de la prensa, es que el fujimorismo haya elegido para defender la iniciativa a quien, según sólidos testimonios presentados, prostituyó el periodismo al usarlo para la extorsión. Eso es lo que se puede concluir de Alejandra Aramayo a partir de los múltiples testimonios presentados por La República y Cuarto Poder que indican que ella y su padre, Jorge Aramayo Cordero, utilizaron la filial de América TV de Puno que administraban –y donde la hoy congresista fujimorista conducía el programa ‘Acontecimientos’– para extorsionar a personas a las que se les solicitaba dinero a cambio de no difamarlas. ¿La comisión de ética del congreso revisará el caso de Aramayo, o ser fujimorista la exime de pasar por ahí? Usar un medio para el chantaje es una realidad lamentable fuera de Lima, pero también en la capital: fue lo que hizo Vladimiro Montesinos pagándoles millones a broadcasters. Las denuncias contra Aramayo incluyen a Julián Barra, ex director del Proyecto Especial Lago Titicaca; Alfonso Ureta, ex gerente de Essalud Puno; Etchmer Tito Reátegui, ex director del IPD-Puno; y, Freddy Aza Morales, ex gerente de EMSA-Puno. El libro ‘Los Zarpazos de Gato’, del periodista Carlos Chisán Orihuela, resume cómo Aramayo y su hija usaban el periodismo para el chantaje. Es decir, precisamente, actuar guiados por un ‘sicariato periodístico’ del que la congresista Aramayo dice que es víctima, un argumentorepetido por otros parlamentarios de Fuerza Popular como Úrsula Letona, Lourdes Alcorta, Luis Galarreta y Héctor Becerril, que están en carrera frenética para mostrarse como ‘el más consecuente’ con el fin de obtener la bendición de Keiko Fujimori para reemplazar a Luz Salgado en la presidencia del congreso. De paso, es lamentable la declaración reciente del ministro de Defensa Jorge Nieto cuando le preguntaron sobre este proyecto y, a diferencia de la oposición que ya habían planteado el presidente Pedro Pablo Kuczynski y el premier Fernando Zavala, respondió que “no he seguido el debate” por haber estado ocupado en las emergencias por los huaicos. Hay proyectos cuya intención está a flor de piel, y ni un acomodo para mejorar una relación personal con el fujimorismo justifica el dejar de tomar posición sobre asuntos que son fundamentales para la democracia. Por ello, es crucial tener una posición firme frente a esta amenaza a la libertad de expresión en el Perú. http://larepublica.pe/impresa/opinion/865434-extorsiones-del-altiplano _________________ La Biblia no explica cómo funciona el cielo Juan Dejo S.J. Citar la Biblia no siempre implica citar la palabra de Dios, porque su lectura está, a fin de cuentas, asociada a las intenciones del que la lee. La Biblia no es un texto neutro. No es un texto científico y nunca fue la pretensión de sus escritores que lo fuese. Ya Galileo decía que la Biblia no era para saber cómo funciona el cielo, sino para saber cómo llegar a él. En ese sentido, es análoga a otros textos de la sabiduría antigua. Como tal, recoge la memoria de un pueblo, dando forma a una identidad, a un proyecto, a un ideal de plenitud en el que, con esperanza, sueña todo colectivo humano. Desde tiempos remotos, algo muy propio del ser humano ha salido a la superficie en toda cultura: la curiosidad por explicar el entorno y la audacia de trascender mediante la imaginación. Por ello solemos encontrar en estos viejos textos (como la Biblia, el Tao para los chinos, los Upanishads para los hindúes) algunas afirmaciones sobre la realidad que pasman por su “actualidad”. Pero ello no quiere decir que los antiguos tuvieran acceso a un conocimiento “científico” como el que hoy en día guía nuestra percepción de la realidad. La Biblia recoge la memoria y la esperanza de un pueblo, poniéndolas en perspectiva trascendente, imaginando un mundo ideal. “Concluye” con el cumplimiento de la promesa de su historia: la “salvación” mediante la encarnación de Dios. Por ello, debe leerse desde esa clave interpretativa. Es la vida y el mensaje de Jesús que, para el creyente, revelan el sentido de todo el texto. Extraer citas de la Biblia y desligarlas de ese mensaje refleja una manipulación de su lectura que puede operar en sentidos contrarios a la voluntad de quienes la redactaron. Está de más decir lo equívoco que es usar la Biblia para avalar actitudes y posturas que están muy lejos de la búsqueda de una sociedad vinculada por el amor, el respeto o la misericordia. Recurrir a algo tan “sagrado” como es la búsqueda de una humanidad justa, honesta y veraz solo puede venir de lecturas sesgadas por el miedo a la libertad y por los egos que ello produce. Ese carácter existencial de la Biblia hace que su interpretación esté vinculada a la interioridad y la experiencia de vida de aquel o aquella que la leen intentando cumplir su mensaje, antes que por el hecho de haber pasado por largos y sesudos estudios. No en vano el mismo Jesús se asombraba de cómo los más “pequeños” eran quienes realmente entendían su revelación, y no los “sabios” o “prudentes”. Esa sabiduría de los “simples” o la verdadera prudencia de los “locos por Cristo”, como decía Ignacio de Loyola, es aquella que permite entender con mirada simple pero profunda un texto como la Biblia. No pretendamos hacer de la Biblia una enciclopedia naturalista; para eso existe un caudal de información que es necesario utilizar si queremos razonar adecuadamente para comprender nuestra naturaleza y actuar convenientemente en la sociedad que nos toque vivir. Pero tampoco pretendamos esgrimirla como arma moralista, en cruzadas de “pureza” que en realidad lo que hacen es dividir la humanidad. Nada más lejos de esa unidad entre lo sagrado y lo profano simbolizada por el velo del templo rasgándose luego de la muerte de Jesús en la cruz. La “pureza” para entender la Biblia se parece en realidad más a la actitud del niño que, confiado, curioso y con la audacia de una inocencia que nada teme pues no arrastra rencores, abre sus páginas sin prejuicios ni proyecciones. La próxima vez que nos acerquemos a la Biblia, no la hagamos decir lo que no pretende. Al leerla, dejemos aflorar a ese niño que sigue vivo en nosotros para que resuene esa vieja esperanza de ver el mundo como el campo de plenitud y armonía que siempre será posible, gracias a nuestra fe en él. http://elcomercio.pe/opinion/colaboradores/biblia-no-explica-como-funciona-cielo-juan-dejo-sj-noticia-1984055 _________________ Morir de amor Raúl Tola «Morir de amor: Un reportaje sobre el feminicidio en el Perú» es un libro incómodo, emocionante, indispensable. Sin recurrir al melodrama ni a la truculencia —«recursos» usuales en el tratamiento periodístico de esta temática—, Teresina Muñoz-Nájar (Lima, 1955) recoge las historias de cuatro mujeres con vidas dispares pero un destino común: la muerte violenta a manos de sus parejas, por un amor enfermo e irracional. Quizá el libro no sería tan impactante si no fuera por la sutileza y sensibilidad con que Muñoz-Nájar ha encarado estos crímenes, tristemente usuales en las páginas policiales de los diarios peruanos. Su prosa contenida, despojada de adjetivos, busca contar sin enjuiciar, y permite que sea el lector quien descubra sus propias opiniones, mientras se asombra, se conmueve, se subleva. A pesar de ello, la autora no se despoja de su capacidad de sorpresa e indignación, identificándose con el drama de Simona, Lisbeth, Tiffany y Karol, sus cuatro protagonistas. Quizá el perfil más logrado sea el primero, el de Simona Estelita Quispe —asesinada por su novio Luis Sucasaire—, a quien la propia autora conoció, y que sirve como detonante para escribir el libro. Mientras narra los enamoramientos, que se vuelven complejos y tormentosos hasta desembocar en sus feroces finales, Muñoz-Nájar intercala estadísticas judiciales y proyecciones censales, junto con testimonios de especialistas, de los familiares e incluso de los propios asesinos. Además de un marcado contraste de puntos de vista, esta estrategia permite pasar de lo individual a lo colectivo, partir de los casos concretos para comprender que estos brutales ejemplos no son excepcionales, sino que permean todo nuestro tejido social, sin importar la ubicación geográfica ni el nivel socioeconómico. «Morir de amor» es un brillante ejemplo del impacto positivo que puede tener el buen periodismo, capaz de captar las historias sobre las que se debe reflexionar y discutir, para construir un mundo mejor. Se enmarca dentro de un proceso más grande que vive el Perú, donde los crímenes de odio recién comienza a hacerse visibles, a pesar coletazos conservadores como los que llegan hasta el Congreso de la República, que hace solo dos semanas derogó las referencias a la orientación sexual y la identidad de género del Decreto Legislativo Nº 1323. Como es evidente, un momento fundamental del mismo fue la marcha «Ni Una Menos», donde miles de personas salieron a las calles para protestar por el actual estado de las cosas, y exigieron un cambio a todo nivel. Si hubiera que hacer una crítica al libro de Teresina Muñoz-Nájar tendría que ver con su extensión. Es cierto que la brevedad de «Morir de amor» deja una sensación parecida a los finales abiertos de la literatura, que acompañan al lector una vez que concluye el relato, obligándolo a rumiar sobre la historia, volver a ella una y otra vez, para pensarla, completarla e intentarla comprender. Pero esta investigación de Teresina Muñoz-Nájar merece ser más ambiciosa, incorporar nuevas historias, quizá explorar una visión comparada, para terminar comprender en qué triste lugar de privilegio nos ubicamos los peruanos en el ranking mundial de la violencia contra la mujer. http://larepublica.pe/impresa/opinion/865433-morir-de-amor _________________ Ser cholo en la PUCP Carlos Meléndez Alfredo Bryce solía decir que conoció al Perú cuando estudió en San Marcos. Como miembro de la oligarquía limeña, compartir carpeta con “todas las razas, todas las clases” le permitía explorar fuera de su burbuja elitista. Yo, en cambio, conocí al Perú cuando ingresé a la PUCP. Concretamente a “los de arriba”, en términos clasistas e intelectuales. Ahí en Pando estaban los dotados para “pensar el país” y ofrecernos su comprensión de la “realidad social peruana”. Mi insatisfacción con la lectura dominante de nuestra sociedad que ofrecía la PUCP me volvió sociólogo, aunque mis padres habían soñado un hijo ingeniero que los sacara de la pobreza o un abogado como “mal menor”. Desde la primera clase de Introducción a las Ciencias Sociales encontré demasiados clichés y estereotipos en las interpretaciones del fabuloso “mundo popular”. Una mirada prejuiciosa compartida por muchos de mis compañeros de Sociales y Humanidades, hoy, parte de la reproducción de esa intelligentsia progresista. Viví personalmente el efecto de esos prejuicios. La primera vez que me etiquetaron de “fujimorista” fue durante las movilizaciones contra los abusos del gobierno de Alberto Fujimori. Fui un activista de muchas de las marchas de la segunda mitad de los noventa, indignado por la arbitrariedad y el autoritarismo rampante. Pero a algunos célebres integrantes de la dirigencia estudiantil de entonces –compañeros de aulas–, les resultaba sospechoso (“¿Qué hace este cholo insolente acá en la Católica marchando contra Fujimori?”). Una ‘comitiva’ se acercó a mi jefe para pedirle que me despidiera de la ONG en la que hacía mis prácticas. “Debe ser un agente del SIN o un infiltrado fujimorista” imputaron sin reparos. Así, en esas “democráticas” mentes que prometían “renovar la política”, un chiquillo de Zárate tenía que ser “el otro”. Desde entonces comprendí que el término ‘fujimorista’ (como ‘terrorista’) también sirve para estigmatizar socialmente a quienes no encajamos en la lectura complaciente y hegemonizante de los centros de pensamiento del establishment peruano. Entendí también que una diferencia sobresaliente entre “un blanco de derecha” y otro “de izquierda” es que el uno discrimina abiertamente y el otro en discreto cinismo. Ninguna preferencia ideológica los libera de los prejuicios sociales que los estructuran, a pesar de toda la reflexión intelectual que dicen practicar (y de sus “visitas turísticas” a la pobreza). Cuento esta anécdota animado por el testimonio de Marco Avilés sobre cómo fue ser un cholo en San Marcos. Yo fui un cholo misio en la PUCP (¡Felices 100 años!) y gracias a mis amigos (de Breña, de Independencia, de SMP) aprendí a reírme de la angosta mirada de la “gentita”. El corazón del progresismo peruano –que aplaude a Avilés– es incapaz de la autocrítica porque sus estereotipos de clase priman sobre sus voluntades ideológicas. Hoy soy catedrático en Chile, y a mis primeros alumnos de pregrado les costó comprender que podían tener un profesor con PhD que fuese peruano (¡!). Asumo ahora, como antes, mi tarea de romper esos prejuicios sociales todos los días. Al menos en eso encontré mi realización sociológica. http://elcomercio.pe/opinion/rincon-del-autor/cholo-pucp-carlos-melendez-noticia-1984062 _________________ Violencia de género Eduardo Dargent Esta semana conocimos el caso de una violación pública de una mujer inconsciente en una discoteca. Las descripciones del video, que no vi, no dejan lugar a dudas sobre la brutalidad del acto y la complicidad del público que celebra o apenas se limita a pedir al delincuente que vaya a un lugar privado. Los comentarios al video, también horrendos, terminan de redondear la tragedia. La víctima es una irresponsable, está invitando a que la violen, se vistió provocadoramente, no tiene valores, se la buscó por puta. Dos veces víctima. ¿Qué permite que un acto abominable como este pueda darse sin que el público intervenga y que se saquen conclusiones tan absurdas sobre la supuesta responsabilidad de la agraviada? ¿Qué hace que una parte importante de comentaristas busque de inmediato justificar la acción? En forma considerable, obviamente, que la víctima sea mujer. Un hombre borracho dormido en una discoteca seguramente sería objeto de burla, un mate de risa, un juerguero. En este caso, ella se lo buscó. Reconocer esta diferencia al evaluar la conducta de hombres y mujeres es lo que nos enseña una perspectiva de género, esa que hoy se demoniza por supuestamente pretender cambiar la naturaleza de la sociedad. Mirar la sociedad desde esta perspectiva permite, precisamente, descubrir una serie de asimetrías de poder que se consideran naturales pero que han sido construidas socialmente. De naturales no tienen nada. Muchas de esas desigualdades son invisibilizadas, con frecuencia consideradas inocuas. Lo vemos en la familia, en el trabajo, en la calle, en todo lugar se da un trato diferenciado a hombres y mujeres. Pero en realidad, cuanto más observamos, nos va quedando más claro que pocas cosas son inocuas, que conductas horrendas que afectan a las mujeres están asentadas en esos valores que sostienen y justifican esta desigualdad. Por ejemplo, que los temas de violencia contra la mujer hayan sido invisibles por tanto tiempo a pesar de su generalidad y brutalidad, se entiende porque las víctimas son mujeres en su amplia mayoría. Una tragedia silenciosa, que afecta a miles de personas que viven asustadas en sus propios hogares, no era objeto de políticas públicas por décadas. Mejor proteger la santidad de la familia, el mundo privado era eso, privado, ajeno a la política y al interés público. Y hoy a pesar de todos los avances el tema todavía no recibe la protección ni atención que merece. Cuando hace unos meses la congresista Indira Huilca dijo que éramos un país de violadores no se refería, obviamente, a que todos los peruanos fuéramos violadores, como le espetaron sus críticos. Se refería precisamente a esto que usted ve en el video. No, no todos los peruanos somos violadores, pero sí somos una sociedad mucho más tolerante y propensa a la violencia sexual que otras, mucho más de lo que se quiere reconocer. Pasa en toda sociedad, sí, pero en el Perú estamos todavía en el grupo de retaguardia y lo estaremos más si seguimos minimizando el peso del machismo o criticando a quienes intentan darle relevancia a una agenda de igualdad. Debería bastar con creer en la igualdad para apoyar esta agenda. Padres y madres que quieren que sus hijos e hijas tengan vidas plenas, en las que sean consideradas según sus méritos y habilidades y no su sexo deberían ser los principales aliados en esta lucha. Pero si lo que le interesan son las cifras y el crecimiento económico, entérese que el machismo tiene costos enormes para una sociedad. Discriminar por sexo hace que se desperdicie talento, se impacte en el bienestar de las familias, se pierden oportunidades, y un largo etcétera que impacta en el desarrollo. ¿Cree que exagero? Piénselo. Se ha violado a alguien en un lugar público entre risas y aplausos, y se ha publicado en redes donde cientos de comentaristas no tomaron ni un segundo en culpar a la víctima. Empatía cero. Másquelo, digiéralo, y haga algo al respecto porque son estas cosas las que nos definen como sociedad. http://larepublica.pe/impresa/opinion/865432-violencia-y-genero ___________________ |
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