Aquí, todo puede cambiar en una semana - Rosa María Palacios
Corrupción y Neoliberalismo en el Perú-Final - Félix Jiménez
Desastre, políticas de reactivación y actores - Alan Fairlie
Enroque de roque - Augusto Álvarez Rodrich
La otra defensa - Carlos Enrique Freyre
Más sobre desastres - Martín Tanaka
“Piensa mal y acertarás” y te enfermarás - Guillermo Giacosa
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Agua
Patricia Montero
Agua, escasa y cara. Es, sin duda, el recurso
natural más importante para la vida, pero también el más
vulnerable, pues no solo depende de un delicado equilibrio sino que
es el más afectado por el cambio climático, el aumento de la
población y como consecuencia de la demanda, el crecimiento
desmedido de las ciudades, las industrias, el transporte y un largo
etcétera.
El Perú figura entre los 20 países privilegiados
del mundo con mayor cantidad de fuentes de agua dulce. Aun así, el
acceso al agua potable es uno de los principales indicadores de
pobreza e inequidad social en nuestro país. Más de 8 millones de
peruanos no cuentan con agua potable, a los pobres les cuesta más,
pero la usan menos, más de medio millón de niños sufre de diarrea
por consumir agua de mala calidad y, aunque la cobertura de acceso al
agua es del 87%, varias ciudades solo cuentan con ella durante 9
horas al día, según datos del Banco Mundial.
La situación se agrava debido a la mala gestión
del agua, la falta de capacidad institucional para acceder y
aprovechar el recurso, la corrupción e intereses políticos que
impiden soluciones como la búsqueda de nuevas fuentes de agua, obras
de saneamiento y mantenimiento de las mismas, construcción de
reservas e implementación de acciones claras y concretar contra el
cambio climático provocado por la deforestación, la minería y tala
ilegales. Además de la ausencia de prevención y seguridad hídrica
que implique la atención adecuada de la población ante emergencias.
El agua es un lujo y en los últimos días quienes
accedemos a ella sin mayor esfuerzo estamos sufriendo en carne propia
lo que millones de personas padecen a diario. La alarma provocada por
inundaciones y huaicos nos ha llevado a actos desesperados y egoístas
como la compra compulsiva e innecesaria de agua en lugares que no
fueron afectados por los desastres. Finalmente, el racionamiento de
agua en casi toda la ciudad genera impaciencia y airados reclamos sin
pensar que hay peruanos viviendo situaciones más críticas. Ojalá
todo esto nos enseñe a apreciar lo que a diario desperdiciamos.
http://larepublica.pe/impresa/opinion/857484-agua
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Aquí, todo puede cambiar en una
semana
Rosa María Palacios
Hace una semana el gobierno de Kuczynski, con apenas
7 meses en el poder, parecía en la recta final hacia su debacle. El
ministro Vizcarra, acusado por el procurador anticorrupción “con
pruebas”, decía Keiko Fujimori, debía presentarse a ser
crucificado por la mayoría fujimorista al Congreso el jueves 16. No
habría obstáculo para una segunda censura ministerial y luego para
arremeter contra el Presidente “que debería estar en funciones”
pero que se “bañaba en la piscina de El Golf mientras el pueblo
sufre”, también en las malévolas palabras de Fujimori. Hoy, las
cosas han cambiado, tanto como cambiaron en la última semana de las
elecciones en las que perdió, justamente, Fujimori.
Nadie tiene culpa si el mar de la costa peruana
eleva su temperatura y así, se altera el ciclo regular del agua. Un
“Niño Costero” no se presenta en esta magnitud desde 1925. A
raíz del fenómeno de 1983, el de 1998 ya fue monitoreado
mundialmente y permitió anticipar las anomalías del Océano en sus
efectos globales. En ambos casos se trató de masas de agua que
atravesaron el Pacífico. Hemos estado esperando un Fenómeno El Niño
similar desde entonces y no ha ocurrido. Lo que vivimos hoy, y desde
hace más de dos meses es, por ahora, local y solo perturba el clima
de Ecuador y Perú. Por esa razón, nadie tenía cómo anticiparlo
para este verano. De eso, no hay responsabilidad científica,
política o administrativa. Pero de lo que sí hay culpa es de
permanecer indiferente a sus consecuencias cuando las lluvias, aludes
e inundaciones ya están sobre nosotros.
Solo fue hasta la noche del miércoles 15, horas
antes de la cita, en que la mayoría fujimorista entendió que tenía
que suspender sus planes de asalto político. Ese día, la costa
norte y centro, ya golpeada, se terminó de desbordar por donde pudo.
Una interpelación, justamente al Ministro de Transportes que no
hacía sino multiplicarse por el país para responder al corte de
carreteras por las lluvias, no era más que un debate lleno de
mezquindad que sería un boomerang decapitador para el fujimorismo.
Luz Salgado lo paró, con las justas, después de las 8 pm.
Desde el miércoles 15, hasta el momento en que esto
escribo, el despliegue gubernamental ha tenido una proactividad que
estaba dormida. Bajo el lema #UnaSolaFuerza, el que comenzaron a usar
las fuerzas armadas y policiales y que luego se extendió a toda la
campaña, la movilización ha sido recibida como una bendición –ahí
donde ha llegado– por los sobrevivientes. Hay 500,000 afectados
para los cuales las fuerzas combinadas son suficientes, aunque falte
mucho por hacer. A ello hay que sumar medidas de gran rapidez con
suspender escuelas, cerrar vías, establecer rescates aéreos o
cerrar la Atarjea en Lima que pueden haber ahorrado muchas vidas y
mucho mayores daños.
El gobierno tiene varios elementos que juegan a su
favor. Algunas obras para el Niño que se esperaba el 2015, así como
la creación del COEN para ese fin y la compra del satélite que
ahora resulta de utilidad. Tenemos un país comunicado vía
celulares, un mejor sistema de pozos de emergencia para Lima y una
generación adulta que ya vivió dos experiencias de esta magnitud.
Todo eso no lo tuvo Belaúnde en 1983, así que las comparaciones no
tienen sentido. Esta mañana llegó a millones de celulares un
mensaje de texto del propio Presidente. La propaganda de emergencia
bombardea todos los medios. Se ha hecho rápido y, aunque falte un
mes más de lluvias, el desaliento y los gritos están cediendo a la
solidaridad y empatía de millones de peruanos que entienden que es
hora de actuar.
Es verdad que la mezquindad no descansa. Mensajes
maliciosos y falsos sobre saqueos, inundaciones, donde no las hay, y
hasta hashtags de fujimoristas descubiertos en su coordinación para
celebrar un supuesto desgobierno, no han faltado. Tampoco autoridades
locales que han preferido acusar al gobierno central y que reclaman a
gritos “estado de emergencia” (para comprar sin control) mientras
no asumen que son ellas las encargadas por ley de la prevención que
no hicieron. Mención aparte merece la desastrosa actuación del
Alcalde de Lima, que espero, haya demostrado a los incrédulos todo
lo que siempre se supo.
No creo que esta sea la peor hora del Perú. Salvo
la vida humana –que no puede arriesgarse más– todo se puede
reparar. Estamos en el momento de mostrar que 30 millones de peruanos
pueden ocuparse bien de 500,000 y que la política grande puede hacer
cosas inmensas si se usa para el bien. A aguantar el mes que falta de
lluvias.
http://larepublica.pe/impresa/opinion/857487-aqui-todo-puede-cambiar-en-una-semana
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Corrupción y Neoliberalismo en el
Perú-Final
Félix Jiménez
No se sale de esta situación de degradación solo
cambiando el modelo económico o el capítulo económico de la
Constitución.
La práctica de atribuirle a otro un argumento que
no le pertenece, para luego supuestamente criticarlo, es también un
comportamiento inmoral. Uno de estos críticos dice que yo sostengo
que “el modelo económico neoliberal es el único causante de la
corrupción en el Perú”. Aunque una frase de este tipo no existe
en ninguno de mis dos artículos anteriores, el crítico de marras
afirma que el concepto de corrupción que desarrollo en ellos, es
economicista. Luego sentencia muy orondo que el uso de fondos del
tesoro o la práctica de patrimonialismo es una costumbre de los que
detentan el poder desde la época virreinal.
La concepción de corrupción que desarrollo en mis
artículos no alude exclusivamente al acto ilícito penal de
usufructo privado y, por lo tanto, inmoral de la cosa pública. Estos
actos han existido siempre y no tienen necesariamente colores
ideológicos. Lo que sostenemos es que la corrupción que caracteriza
a la sociedad peruana actual, es un proceso sociológico colectivo de
degradación. Hay una alteración generalizada de la conducta social
y política que desnaturaliza las instituciones de la sociedad.
Parafraseando a Eloy García, podemos decir que la sociedad se ha
corrompido porque lo que los hombres hacen en su vida social, difiere
de lo que tienen por norma, aunque la reconozcan formalmente.
SIGNIFICADO DE LA GLOBALIZACIÓN NEOLIBERAL
El neoliberalismo es un planteamiento ideo-político
que se impone en el mundo a fines de los años 1970, mediante cambios
constitucionales y las políticas públicas. El nuevo andamiaje
institucional subordina a la sociedad y a la política a la dinámica
de lo que se concibe como mercado autorregulado. Se impone un modelo
político y económico que cambia los equilibrios de poder
debilitando notablemente la sindicalización de los trabajadores, y
que genera exclusión social, exacerba los problemas de distribución,
mina los acuerdos sociales básicos dentro de cada país, y
acrecienta la desigualdad en la distribución de los ingresos. Así,
a nivel mundial se impone la práctica extractivista de ganancia
fácil, que abre paso a una degradación moral generalizada.
De otro lado, con la globalización neoliberal los
Estados Nacionales pierden soberanía, dejan de actuar en defensa del
interés de su colectividad, facilitando la expansión de las
empresas multinacionales que son responsables únicamente ante sus
administradores y accionistas. Pierden soberanía. Y, como dice Dani
Rodrik “las multinacionales que solicitan tribunales de arbitraje
especiales no tienen (…) consideración por el interés público”.
Con Estados subordinados, la corrupción se convierte en una forma de
gobierno. Sin duda, la intensidad de esta degradación estará en
relación directa con la historia pasada de los gobiernos y de su
relación con la respectiva comunidad política.
Sin estado soberano y con una conducta
individualista que antepone el interés privado sobre el público, se
abandona los deberes cívicos y la importancia de estar “socialmente
vinculado”. Se llega así a un estado social colectivo de irrespeto
deliberado y generalizado de las normas e instituciones que definen
el Estado de Derecho.
Como dice J. M. Ros, el repliegue de los individuos
en su esfera privada “fomenta su obsesión por el bienestar
material y les hace indiferentes hacia los asuntos públicos, lejos
de aumentar (…) su independencia y realización personal, los sitúa
en realidad, de manera subrepticia y paternalista, a merced de las
nuevas formas de despotismo (el providencialismo estatal, la
metafísica economicista del mercado etc.) (Véase su artículo
“Consideraciones sobre la crítica republicana al liberalismo”).
COMO SALIR DE LA CRISIS
No se sale de esta situación de degradación solo
cambiando el modelo económico o el capítulo económico de la
Constitución. Como señalamos en nuestro libro “Otra Ruta de
Desarrollo para el Perú: crítica del neoliberalismo y propuesta de
transformación republicana”, los ejes de las reformas
político-constitucionales deberían ser:
1) Como la legitimidad democrática se expresa y
compendia en la Constitución, es importante crear condiciones
institucionales y legales mediante un cambio de la Constitución,
para que la legitimidad del poder político provenga del pueblo. Ello
implica, entre otras cosas, incorporar mecanismos explícitos de
comunicación y control ciudadano sobre los elegidos por el voto
popular.
2) Reivindicar el principio de la participación
política, desarrollado ciudadanos como sujetos activos de derechos y
deberes. No puede haber ciudadanos súbditos, ni gobernantes
soberanos ni representantes elegidos que practican la impostura. El
ciudadano, como propietario de su soberanía, debe tener canales para
asegurar su participación activa en la discusión y toma de
decisiones que atañen a la colectividad, a su vida en sociedad;
3) Transformar el modelo neoliberal. Se tiene que
crear un contexto económico y social que haga posible la justicia,
libertad, la preservación ecológica, y que funde la legitimidad de
la democracia en la licencia social para explotar los recursos
naturales.
A MODO DE CONCLUSIÓN
En el libro también proponemos medidas específicas
de reforma política para: a) Fortalecer a los partidos sin quitarle
poder a los ciudadanos; b) Desprofesionalizar la política, y
fortalecer la ciudadanía y la política; c) Fortalecer la
independencia de los poderes del Estado e introducir el control
constitucional de los elegidos, y, d) Institucionalizar la vigilancia
permanente de la ciudadanía a sus representantes.
http://diariouno.pe/columna/corrupcion-y-neoliberalismo-en-el-peru-final/
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Desastre, políticas de reactivación
y actores
Alan Fairlie
El gobierno ha tomado medidas positivas, pero
insuficientes. Se necesita usar de inmediato parte de las reservas
fiscales y olvidarse de la meta de 2.5% de déficit para este año.
El desastre se ha generalizado y estamos en una
emergencia nacional. Desde aquí expresamos nuestra solidaridad con
las víctimas y afectados.
Las causas se podrán discutir. Desde los efectos
estructurales del cambio climático hasta las responsabilidades
locales y nacionales de no haber implementado cabalmente las tareas
de previsión. Es una combinación de múltiples factores y ya habrá
tiempo para evaluar y eventualmente sancionar. Pero ahora debemos
enfrentar la emergencia, dando los recursos que se requieran. En
segundo lugar, dejar de lado las utilizaciones políticas y trabajar
unidos ahora y en la reconstrucción.
Es fundamental reforzar la gestión institucional
del Comando Nacional de Emergencia, no solo con los sectores sino
territorialmente, recreando en las regiones organismos ejecutores con
los diferentes actores representativos.
DESASTRE Y ACTORES
El Congreso hizo muy bien en suspender la
interpelación y permitir que los congresistas regresen a sus
regiones para atender las emergencias. El Ejecutivo asistió a las
diferentes regiones y realizó gabinetes in situ. Las Fuerzas Armadas
han hecho un gran despliegue, como el responsable del sector. Los
sectores privados comienzan algunas acciones, como el gesto plausible
de la SNP de donar medio millón de conservas para los damnificados.
Pero también apreciamos unas empresas buitres que
suben tarifas equivalentes a vuelos internacionales. ¿Dónde está
Indecopi que no actúa de oficio para sancionar esto?, ¿el
Ministerio de Transportes?, señor vicepresidente, hágase una. Peor
aún, esto habría sido concertado con la otra empresa que controla
nuestros cielos.
Esto no debe quedar impune. Es momento de anular las
quintas libertades otorgadas, y renegociar en nuevos términos con
los vecinos del sur. Si no lo hacen, confirmarán los vínculos
comerciales existentes y lobbies que se asocian con las altas esferas
del gobierno, o el dominio político que las asimetrías económicas
han impuesto. Grandeza y miseria humanas juntas en este desastre.
POLÍTICAS DE REACTIVACIÓN
El gobierno había anunciado un impulso fiscal de
5,000 millones de soles, antes que se generalizara la emergencia. El
viernes 17 tuvo que hacer un nuevo anuncio. Efectivamente, en el
primer paquete se calculó unos mil millones de soles para atender la
emergencia, ahora se ha incrementado a 2500 millones.
En el primero se buscó un impulso de inversiones en
construcción, que complementara las anunciadas políticas de
“destrabamiento” que todavía no permiten mover las inversiones
duramente golpeadas con el escándalo de corrupción de empresas
brasileras, y ahora por los desastres que enfrentamos.
Se dijo que no aumentaría el déficit porque se
esperaba recaudar adicionalmente el monto a gastar. Sin embargo, las
cifras de la SUNAT no parecen avalar esa inicial expectativa
optimista. La recaudación cayó el año pasado, y ha tenido
resultados menores a los previstos.
El segundo paquete de medidas incluye incentivos
tributarios para donaciones, financiamiento de viviendas para
reubicación de los damnificados (módulos temporales de viviendas y
bono familiar habitacional). También transferencias de S/100.000
adicionales al presupuesto de los gobiernos locales que están en
estado de emergencia. Se agregan al Fondo de Promoción a la
Inversión Pública Regional y Local (Foniprel), la suma de S/1.100
millones.
Se autoriza Crédito Suplementario en el Presupuesto
del Sector Público Para el Año Fiscal 2017, hasta por la suma de
S/4,400.000 para financiar medidas anunciadas.
Son medidas positivas, pero insuficientes. Se
necesita usar de inmediato parte de las reservas fiscales y olvidarse
de la meta de 2.5% de déficit para este año. El Perú tiene también
un bajo coeficiente de deuda pública como % del PBI en la región,
si fuera necesario aumentarlo. Ni interna, ni externamente se
cuestionará que el gobierno deba aumentar temporalmente el déficit,
y tener una meta que se puede ir gradualmente ajustando el ciclo
económico en los próximos años. Se les pasó la mano en el ajustón
fiscal del último trimestre del año pasado, no pueden volver a
cometer un error similar por el fetiche de la meta fiscal.
Debe haber una coordinación con los gobiernos
regionales y locales, apoyo en la ejecución de los presupuestos.
Para ello, las universidades y gremios empresariales regionales
podrían ayudar en un comando unificado. Se debe invertir de
inmediato, pero con una perspectiva de mediano y largo plazo. Es
momento también que CEPLAN tenga rango ministerial.Se necesita una
ley de ordenamiento territorial.
Nadie debería utilizar políticamente la desgracia
que estamos pasando, hay que atenderla inmediatamente y dar
solidaridad a nuestros hermanos damnificados, desde donde podamos y
con lo que podamos contribuir. Ni la “oposición”, pero tampoco
el gobierno, pasando gato por liebre.
El pueblo peruano es noble, solidario y trabajador.
Saldremos de esta, como hemos salido, históricamente, de peores
situaciones.
http://diariouno.pe/columna/desastre-politicas-de-reactivacion-y-actores/
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Enroque de roque
Augusto Álvarez Rodrich
La elección de Roque Benavides como presidente de
Confiep parecería buscarle un sentido más político al papel del
empresariado en el debate público, lo cual sería apropiado para
tiempos complejos como el de hoy y los que vendrán, pero existe el
riesgo de que su rol no sea percibido como político sino como
politizado.
La empresa privada necesita participar en el debate
público, tanto sobre temas sectoriales como en los generales que son
la agenda de Confiep.
Los gremios están cambiando el patrón de sus
rostros visibles. En los sectoriales, por ejemplo, se ha buscado
‘profesionalizar’ la gestión con personas como Elena Conterno en
la Sociedad Nacional de Pesquería o Eduardo Morón en Apeseg.
Confiep también introdujo un cambio desde 2015,
buscando un relevo generacional y presidencias de apariencia más
técnica. Los últimos dos presidentes fueron Alfonso García Miró y
Martín Pérez, quien a pesar de haber sido congresista y ministro,
no tiene un perfil político.
Pocos días antes de la elección de Confiep, se
especuló que un candidato era Carlos Gálvez, gerente financiero de
Buenaventura, pero al final se optó por Benavides, quien ya ha
ocupado ese cargo dos veces antes, y quien, por su estilo, le va a
dar un perfil público al gremio mucho más alto que el que tuvo
durante las presidencias de García Miró y Pérez.
Cuando se prevé que la perspectiva de la
presidencia de Pedro Pablo Kuczynski es que se vuelva más frágil;
que la oposición fujimorista se ponga más bruta y achorada; que la
economía se enfríe más y que la reputación de la política caiga
aún más por los escándalos de corrupción, no es una mala idea que
la empresa privada quiera tener opinión en el zafarrancho con rumbo
de colisión que asoma.
Un presidente como Benavides sería una buena opción
para ello. El problema es que él también le da un perfil político
alto y produce sospechas de un accionar ‘conversado’ por sus
sólidas relaciones con el Apra de Alan García, el fujimorismo de
Keiko Fujimori y hasta el cardenal Juan Luis Cipriani, quien hace
unos años indagaba sobre una eventual candidatura presidencial del
empresario minero.
Eso explica que opiniones suyas como la de renunciar
a tener la sede de los juegos Panamericanos en Lima sean percibidas
por algunos como parte de la campaña del Apra y del fujimorismo
contra el gobierno.
Va a tener que hilar fino Roque Benavides para que
sus opiniones como presidente de Confiep sean vistas como políticas
–en el buen sentido del término– en vez de politizadas, que se
parecen pero no es igual.
http://larepublica.pe/impresa/opinion/857489-enroquede-roque
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La otra defensa
Carlos Enrique Freyre
Las crudas noticias de estos días de marzo nos han
expuesto nuevamente como un país bastante vulnerable a los coletazos
de la naturaleza. Lo anómalo se ha convertido en un hecho cotidiano
y entre lluvias torrenciales, desbordes y huaicos somos testigos de
nuestra propia desnudez colectiva: nos hemos quedado sin carreteras,
puentes, casas y muchos tipos de infraestructura, como si fueran de
papel. Las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional no han sido ajenas
al dolor propio y ajeno y han activado sus mecanismos internos para
salirle al frente al desafío. Las imágenes son elocuentes.
Helicópteros, embarcaciones y hombres se mueven en medio de la
desgracia y en muchos casos han servido de alivio y de herramienta
providencial ante la posibilidad de perder valiosas vidas humanas.
Tradicionalmente, el rol de la defensa se piensa
como un asunto fronterizo. Quizás pueda serlo hasta cierto grado
–después de todo las tareas de vigilancia ante las amenazas
armadas nunca dejan de ser necesarias–, pero una y otra vez
nuestras fuerzas han mostrado una notable ductilidad para pasar de un
escenario a otro. Es un hecho previsible que los años venideros
tendrán más de lo mismo. Los efectos del cambio climático vienen
dejándonos una huella muy dolorosa y, por si fuera poco, vivimos en
un territorio donde los terremotos y sus variantes no nos son
extraños.
En estos álgidos y reiterativos capítulos de la
vida nacional, es imprescindible contar con una fuerza disciplinada,
capaz de administrar el pánico, de resolver problemas básicos de
supervivencia, de liderar esfuerzos comunes donde las cosas no
marchan correctamente y con un agregado de sensibilidad. Se trata de
una maquinaria, bastante humana, que pone orden en el caos y es capaz
de secar una lágrima en el rostro de un compatriota.
Recuerdo esto último con mucha claridad. El año
pasado, después del terremoto que asoló el valle del Colca en
Arequipa, el Ejército movilizó fuerzas a esa provincia y se
enfrascó en un arduo trabajo de rehabilitación y reconstrucción de
las poblaciones afectadas. Debe haber sido al tercer día de nuestra
llegada, en que me percaté de la emoción de una anciana. Un grupo
de soldados había estado removiendo los escombros de su casa
derrumbada, cuando de pronto hallaron dos conejos con vida. Si
hablamos desde el frío de las estadísticas, esto podría ser un
hecho menor, de no ser que para la anciana era todo lo que tenía.
Por estos días, los pilotos se baten en los cielos
caprichosos de las zonas más afectadas llevando ayuda o rescatando a
poblaciones aisladas. Las tropas suelen ser desprendidas. Se mojan
sin dificultad y se someten al escarnio del clima o la falta de
condiciones mínimas para vivir, sin quejarse. Ayudar a la población
afectada se ha convertido en una capacidad importante, pues los
soldados pueden remover escombros, rescatar personas en parajes donde
no hay bomberos, transportar y repartir ayuda humanitaria, controlar
el orden público, organizar comunidades damnificadas y hacer tareas
múltiples, que no requieren calificación.
En este momento, hay fuerzas distribuidas en la
carretera Sullana-Paita, despejando esa vía con equipo de ingeniería
militar y tropas a pie. Doscientos hombres con motobombas evacúan
agua de lluvia en los distritos de Piura, Castilla, 26 de Octubre y
Catacaos, y los noticieros mostraban a las tropas de la Séptima
Brigada de Infantería de Lambayeque rescatando a 35 niños en Pacora
y Jayanca. El viernes, la Aviación del Ejército rescató en el
Chorobal (La Libertad) a la señora Marielena Elguera Jacinto,
embarazada y en plenas contracciones. Simultáneamente, desde Lima,
partían los primeros hombres a controlar la situación en Mala,
localidad que también se ha visto afectada. Similares tareas cumplen
fuerzas navales y aéreas en los lugares que les han sido asignados.
Hace unos años, conocí a una oficial del ejército
francés que estaba de paso por el Perú. Dentro de la conversación,
le pregunté por su especialidad. Me respondió que pertenecía a un
cuerpo de ingenieros dedicados al control de daños en plantas
termonucleares y al apagado de incendios forestales, con medios
aéreos; una realidad bastante atroz y que nos ha comenzado a aquejar
no hace mucho. No debemos olvidar que en noviembre del 2016, La
Libertad, Pasco, Lambayeque, Áncash, Tumbes, Piura, Ayacucho, Lima,
Huancavelica y Cajamarca estaban siendo afectados simultáneamente
por estos eventos. Comprendí que los papeles en el futuro inmediato
estarían orientados hacia ese espectro y no por una moda, sino por
una necesidad de carácter global.
El sentido de la defensa está abarcando un rango
mayor que la custodia de fronteras, el control de los movimientos
terroristas o la neutralización de amenazas armadas o no, que suelen
hacerse visibles en determinadas coyunturas. El sentido de la defensa
también requiere un escudo de protección contra estos eventos en
que la naturaleza castiga sin misericordia y hace que las poblaciones
más vulnerables empeoren sus condiciones de vida. El sentido de la
defensa protege la vida de los connacionales y cada soldado, marino y
aviador tiene claro que, además del valor que debe demostrar en los
hechos de armas, tiene el compromiso de asistir y defender a los
peruanos, en estas difíciles circunstancias.
http://elcomercio.pe/opinion/colaboradores/otra-defensa-carlos-enrique-freyre-noticia-1977231
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Más sobre desastres
Martín Tanaka
En los últimos años, como Estado nos hemos
preparado, algo, para responder ante desastres naturales. Todos
sabemos que un terremoto de grandes proporciones ocurrirá en la
costa de Lima, y que vendrá acompañado de un tsunami; hemos hecho
simulacros y establecido protocolos de actuación. Entre 2014 y 2016
ocurrió un fenómeno El niño en el Océano Pacífico que
esperábamos iba a golpear fuertemente a nuestro país:
afortunadamente, sus efectos fueron limitados. Aunque suene
totalmente contraintuitivo en este momento, en los últimos años
aumentó el presupuesto en gestión de desastres, trabajos de
prevención, desarrollo de protocolos de respuesta, compra de
maquinaria y equipos para atender diversas contingencias. Es poco
consuelo, pero las cosas pudieron ser peores: se hicieron trabajos de
prevención en Chosica, Tumbes, Piura, por mencionar algunos casos,
que alguna utilidad han tenido.
¿Por qué estamos tan mal entonces? Primero, porque
la magnitud de las lluvias ha superado ampliamente las expectativas.
Hasta hace algunas semanas la preocupación era la sequía, no el
exceso de lluvia. Y en cuanto a estas, mirando lo ocurrido en enero y
febrero, se pensaba hacia la segunda semana de marzo que no llovería
mucho más. El Niño Costero apareció rápida e inesperadamente, y
cogió a todos desprevenidos; en poco tiempo, se convirtió en un
“Niño” en cierto modo equivalente al de 1998. Segundo, está por
supuesto también la irresponsabilidad o incapacidad de algunas
autoridades: como ha sido recordado, en la mayoría de casos los
presupuestos asignados a prevención de desastres en regiones y
municipios no son utilizados. Ya sea por desidia o por problemas de
gestión: para gastar hay que tener establecido un plan, prioridades,
identificados proyectos de inversión concretos, y todo esto supera
muchas veces lo que la burocracia regional o municipal es capaz o
tiene interés de hacer.
Salen también a relucir problemas estructurales. Lo
“inesperado” de lo que estamos viviendo deja de serlo si asumimos
una perspectiva histórica más amplia (“niños” en 1998 y 1983;
“niños costeros” en 1925 y 1891); y si es que consideramos que
en el contexto del cambio climático el carácter errático y extremo
del clima debe ya considerarse algo “previsible”. Pero pensar con
perspectivas temporales y lógicas más amplias resulta algo
difícilmente al alcance de nuestra administración pública. Y
constatamos también la enorme distancia que hay entre todo lo que se
tendría que hacer y las capacidades e incentivos para hacerlo.
Arrastramos décadas de crecimiento desordenado que ha erosionado y
contaminado nuestros ríos, la consolidación de viviendas en
quebradas y cauces de huaicos, la construcción de estructuras sin
considerar las contingencias que deben ser capaces de afrontar, la
ausencia de infraestructura urbana elemental (alcantarillado, por
ejemplo). A esto se suman lógicas políticas: no es rentable
invertir en prevención, porque nadie se siente beneficiado por ella
cuando no pasa nada, y si es que algo ocurre, probablemente legitime
a la autoridad siguiente. Mientras que desalojar y reubicar implica
costos y problemas aquí y ahora.
Algo bueno que podría salir de esta experiencia es
una intervención integral de la cuenca del río Rímac.
Descontaminarla, hacerla más segura, embellecerla, sería una gran
iniciativa después de este desastre. Una iniciativa ampliada y
mejorada del proyecto Río Verde sería una buena combinación de
reconstrucción y prevención, inversión en seguridad hídrica y
puesta en valor, un magnífico proyecto en el marco del bicentenario
de nuestra independencia.
http://larepublica.pe/impresa/opinion/857488-mas-sobre-desastres
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“Piensa mal y acertarás” y te
enfermarás
Guillermo Giacosa
El pensar mal “a priori” es producto de la
frustración personal, la rabia, el odio, la envidia, la ira. Todas
ellas son emociones tóxicas y dañinas para la salud.
Las redes sociales están haciendo un inventario
espontáneo del egoísmo humano. Las otras facetas que, felizmente
también tenemos, no aparecen en situaciones dramáticas para los
directamente damnificados y conmovedoras para quienes somos
moralmente solidarios con quienes las padecen.
Es bueno saber que las historias dramáticas se
repiten diariamente aún en situaciones meteorológicas normales.
Bastaría repasar el índice de ingresos de la mayoría de las
familias de los sectores medios y bajos para comprender, sin leer
ningún estudio de una empresa de investigaciones, que la deben estar
pasando entre mal y muy mal.
Pero de eso, como no es una emergencia nacional o
regional y como no interesa a los dueños del poder, no se habla. O
sí, pero cada 4 años, y el show está a cargo de los políticos en
campaña para anunciar, con pocos que le creen, que todo va a
mejorar. Las elecciones y los elegidos se parecen al cambio de piel
de las serpientes: Lucen más lustrosas por un tiempo pero su esencia
se conserva intacta.
Los efectos a veces devastadores de los fenómenos
naturales no se pueden ocultar pero, siendo la naturaleza la
responsable, los poderes públicos se lavan las manos haciendo finta
de querer solucionar los problemas creados que no son otra cosa, en
la mayoría de los casos, que la desidia de un Estado reducido a su
mínima expresión y conducido por ciudadanos que solo creen en el
mercado y para los cuales todo planificación suena a extremismo.
Este Estado, ocupado de servir a las grandes
corporaciones como si ellos fueran sus electores y su
responsabilidad, apoyado por una prensa oportunista y socia de dichas
corporaciones, parece incapaz de afrontar retos que requieran
imaginación, honestidad, compromiso y, lo que es más doloroso, no
son acompañados por la credibilidad ciudadana y raramente potencian
las esperanzas.
Esa falta de conexión entre la ciudadanía y sus
autoridades ha sido alimentada por décadas de frustraciones e
incumplimientos. Pareciera que nadie cree en la buena voluntad del
otro. El “piensa mal y acertarás” es, con excepciones por
supuesto, un lastimoso dogma nacional.
Un conocido conductor radial se atribuyó con aire
triunfal, hace unos días, esa convicción. Parecen ignorar los
efectos devastadores que tienen sobre la salud las emociones
negativas.
El pensar mal “a priori” es producto de la
frustración personal, la rabia, el odio, la envidia, la ira. Todas
ellas son emociones tóxicas y las emociones tóxicas reducen la
capacidad de reacción del sistema inmunológico. Detrás de cada
emoción tóxica hay una enfermedad acechando. No controlarlas, por
simple instinto de supervivencia, es como escupir al cielo: el único
destinatario es el propio cuerpo.
También es socialmente tóxico, es decir nos
envenena a todos, competir por llevarse un envase más de agua
embotellada. Agua que es producto de una alienación que durante años
se han ocupado los medios de instalar en nuestros cerebros. Tan
instalada está que sus consumidores son indiferentes a la abundante
información existente denunciando los peligros que representan
dichas aguas debido a su envase.
En ese campo de la estupidez humana no estamos
solos. La sociedad de consumo todo lo contamina, incluso el arriba
mencionado instinto de supervivencia.
Hace poco la fábrica de automotores Volkswagen fue
denunciada por no respetar las normas anticontaminantes que deben
observarse al producir los vehículos. Unas semanas atrás, otro
gigante de la producción automotriz, la francesa Renault, recibió
una denuncia similar.
Recientemente se hizo una encuesta entre los
potenciales compradores de Volkswagen y Renault y a muy pocos parecía
importarles las agresiones al Medio Ambiente de ambas empresas.
Parecen sentir y opinar que el problema no les incumbe.
Ese es un tema con la Naturaleza y como hemos
perdido contacto con ella son muy pocos, bastantes más que años
atrás pero aún insuficientes, los que se consideran concernidos por
lo que afecta al hábitat de las especies vivas.
Si aprendiéramos a decir, sintiéndolo realmente:
“nosotros”, si pudiéramos decir con igual emoción, “nuestro
planeta” o “nuestra vida y la vida de las demás especies”, si
pudiéramos darnos cuenta que “nuestros hijos” son todos y cada
uno de los seres humanos que vienen cada día a este mundo y que les
pertenece tanto como a nosotros, si pudiéramos cambiar parte de
nuestro egoísmo por una actitud empática hacia la vida quizás
ésta, aunque nunca lo sepamos, adquiriría una dimensión que aún
no nos hemos atrevido a soñar.
http://diariouno.pe/columna/piensa-mal-y-acertaras-y-te-enfermaras/
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