Conflictos sociales y la minería - Carlos Tapia
Derrota de PPK y de Vizcarra - César Lévano
El Estado como educador sexual - Carlos Contreras
Cuando la izquierda vota por un banquero - Sebastián Vallejo
El “otro” eres tú - Carlos Meléndez
La marcha del fin del mundo - Raúl Tola
Mala noticia - Augusto Álvarez Rodrich
MOVIDAS DE PISO - Mirko Lauer
PUCP: CIEN AÑOS CON LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS - Rafael Roncagliolo
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Capitán Fantástico
Alfredo Bullard
Hace varios años
participé en un debate en la Universidad de Yale. Una reconocida académica
colombiana sostuvo que el Estado debía intervenir para evitar las enseñanzas
de la Iglesia Católica, principalmente las relacionadas a su conservadurismo
extremo en asuntos como el rol de las mujeres o los derechos de los
homosexuales. Calificó esas enseñanzas como una nueva forma de Inquisición.
Debo reconocer (y
creo que no es ningún secreto) que simpatizo con su crítica al
conservadurismo extremo y, muchas veces, deshumanizante de la Iglesia. Pero
expresé mi absoluto desacuerdo con censurarla. Su derecho a decir y enseñar
cosas (así las consideremos equivocadas) es tan sagrado como mi derecho a
discrepar. Usar el poder estatal para impedirle expresarse es, en realidad,
la verdadera Inquisición.
El fin de semana
anterior a la marcha conservadora en contra del Currículo Nacional de
Educación Básica (esa de #ConMisHijosNoTeMetas) vi la película “Capitán
Fantástico”, dirigida por Matt Ross y con la actuación de Viggo Mortensen
(que le valió una nominación al Óscar).
La película
refleja el mismo debate. Pero lo hace de una manera bastante más inteligente,
muy por encima del nivel de Phillip Butters o del cardenal Cipriani. Se la
recomiendo. El protagonista decide, con el acuerdo de la madre de sus hijos,
sacarlos de la sociedad y vivir en las entrañas de un bosque. Ninguno de los
seis hijos va a la escuela (lo que era ilegal). Son educados por sus padres
sin ajustarse a ningún currículo ni plan nacional de educación. Los niños
reciben una educación excepcional. Han leído de todo: historia, literatura,
física cuántica. Admiran a Chomsky. Son atletas capaces de escalar montañas,
cazar animales y construir casi cualquier cosa. Su educación supera con
creces la de cualquier niño de edad similar.
La vida del
Capitán Fantástico se basa en el mismo lema: Con Mis Hijos No Te Metas.
Reivindica su derecho legítimo, como padre, de educarlos como considere
conveniente. Por supuesto que cuando salen al encuentro con la sociedad
padecen todas las falencias culturales y de trato social derivado de una
educación de ese tipo. A mi criterio, el Capitán Fantástico cometió muchos
errores entre varios aciertos. Pero ese es su derecho.
El problema de ese
debate no nace en lo que dice el currículo nacional. Coincido plenamente con
la parte que ha generado la reacción de los conservadores, y decir que ello contiene
algo llamado ideología de género es tan absurdo como sostener que el pasaje
en que Cristo decide no lanzarle piedras a la esposa infiel a su marido contiene la ideología del adulterio.
Mi discrepancia es
con la existencia de un currículo nacional que regle la educación que
nuestros hijos deben recibir. Si es correcta la idea de Con Mis Hijos No Te
Metas, entonces lo es para todo. El Estado ha expropiado buena parte del
derecho de los padres a decidir sobre la educación de los hijos. Como el Capitán
Fantástico, los padres podemos cometer errores, pero estoy en mi derecho de
hacerlo, pues el Estado también se equivoca y lo hace además sin ninguna
legitimidad.
Usemos otro
ejemplo del mismo currículo nacional. Según su texto, “El estudiante
comprende la trascendencia que tiene la dimensión espiritual y religiosa en
la vida moral, cultural y social de las personas”. Y si como padre soy ateo o
agnóstico y deseo transmitirles a mis hijos que la religión no es buena, ¿no
estoy acaso en mi derecho? ¿Quienes marcharon ese día estarían de acuerdo con
que también debe retirarse esa parte del currículo? Porque si no lo están,
son unos hipócritas que reclaman que no se metan con sus hijos pero sí se
quieren meter con los hijos de los demás.
Es curioso que un
currículo que pretende defender el respeto a la diversidad –con la que
coincido– sea en sí mismo una negación del derecho a la diversidad educativa,
que debe ejercerse mediante el derecho inalienable de los padres de ser
quienes decidimos cómo educar a nuestros hijos.
Creo que son las
escuelas las que deben definir qué es lo que se va a enseñar y la matrícula,
como acto libre y voluntario de los padres, la que refleje qué modelos
educativos y principios deben preferir unos y otros. Lo demás es meterse con
los hijos ajenos.
http://elcomercio.pe/opinion/columnistas/mis-hijos-no-te-metas-capitan-fantastico-alfredo-bullard-noticia-1975127
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Conflictos sociales y la minería
Carlos Tapia
1).- Nuestra
democracia es débil y contaminada. Débil, porque solo en la cola del día de
las elecciones todos ejercemos el mismo derecho. Contaminada, ya que nos
hemos acostumbrado a ver que el poder del dinero manda. Se dice “falta
institucionalidad”. No lo creo, la tenemos, pero al servicio de los de
siempre, aunque se perciben ciertas islas de honestidad y un espíritu de
cambio.
2).- Los
conflictos sociales expresan, a borbotones, la justa protesta, pero también
el desorden y mucha violencia. No hay que idealizarlos, también contienen no
poco de lo viejo. Por eso, es gravitante abordarlos como una oportunidad para
avanzar, pero que conlleva muchos riesgos.
3).- La mitad de
los conflictos ocurren en el sector de la minería (55% de las exportaciones y
15% del PBI). En algunos casos, la dinámica y poder avasallador de la empresa
(triquiñuelas, etc.), enfrentada a las expectativas de los poblados aledaños,
es la base del conflicto. El resentimiento se convierte en desbordada y
masiva ira. Además, se percibe que el Estado no es neutral sino que favorece
a la empresa aunque, a veces, le endilga sus propias obligaciones.
4).- La
intervención policial con apoyo del Ejército, con muertos y muchos heridos,
controla el desorden y extrema violencia, pero no resuelve el problema.
Tampoco un diálogo impuesto e improvisado. Conga y Tía María son
paradigmáticos ejemplos. ¡Agro sí, mina no! se impuso, convirtiéndose en una
bandera de dignidad local, terminando así con toda discusión.
5).- Sin embargo,
también hay las ‘lentejas’ de Pepe Julio Gutiérrez (Islay), los solapas
aprovechadores que ofrecen alquiler de maquinaria, alimentación para los
obreros en el futuro campamento, etc. Es el lado feo que utiliza la protesta
en beneficio propio. ¿Y los muertos?
http://peru21.pe/opinion/carlos-tapia-conflictos-sociales-y-mineria-2273569
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Derrota de PPK y de Vizcarra
César Lévano
El Congreso
aprobó, con 88 votos a favor, dos en contra y 19 abstenciones, una moción de
interpelación al ministro de Transportes y vicepresidente de la República
Martín Vizcarra. La interpelación, derecho constitucional del Congreso, no es
en este caso un simple pedido de información. Por la empecinada defensa
oficialista de la adenda al contrato para el aeropuerto de Chinchero y del
discutido proyecto cargado de peligros, la interpelación puede conducir a una
crisis ministerial.
Establece al
artículo 133 de la Constitución:
“El Presidente del
Consejo de Ministros puede plantear ante el Congreso una cuestión de
confianza a nombre del Consejo. Si la confianza le es rehusada, o si es
censurado, o si renuncia o es removido por el Presidente de la República, se
produce la crisis total del gabinete”.
El presidente de
la República ha escogido, de esa gama de posibilidades, plantear el voto de
confianza. Si confirma esa decisión, estará pensando quizá en recurrir al
artículo 134 de la Carta, que expresa que el presidente de la República “está
facultado para disolver el Congreso si este ha censurado o negado su
confianza a dos Consejos de Ministros”.
Una primera
pérdida de confianza, quedaría a la espera de una segunda.
Escoger lo peor,
el voto de confianza, le parecería lo mejor al primer mandatario. El artículo
mencionado precisa que el decreto de disolución del Congreso contiene la
convocatoria a elecciones para un nuevo Congreso. Dichas elecciones, indica
la Carta, se realizan dentro de los cuatro meses de la fecha de disolución.
Pero el proceso
previsto por la Constitución no aborda coyunturas como la actual. Puede
conducir a la pérdida –previsible– de la ancha mayoría de Fuerza Popular en
el Congreso. Pero, ¿quién ganaría? No hay en el momento una fuerza de
oposición con apoyo de masas. Algo más, la defensa de lo indefendible
practicada por el gobierno de PPK en el caso Chinchero no es prometedora para
este.
Una conjetural
elección de otro Congreso nos puede dar un racimo de minorías. El trasfondo
innegable de descrédito de la clase política puede desembocar en un resultado
que equivalga a “que se vayan todos”. Quizás las curules serán acaparadas por
movimientos oportunistas sin brújula, sin pasado y sin porvenir que hundan más
al país.
http://diariouno.pe/columna/derrota-de-ppk-y-de-vizcarra/
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El Estado como educador sexual
Carlos Contreras
Tremendo debate se
ha armado en estos pagos en torno al tema de la ‘ideología de género’ que el
nuevo currículo escolar incorporaría en la formación de los estudiantes.
Numerosos padres de familia y organizaciones eclesiásticas entienden que el
Estado puede encargarse de la enseñanza de las matemáticas o la historia,
pero que un tema como el de los roles de cada género y el funcionamiento de
la familia corresponde, sobre todo, a los propios padres y a la Iglesia en
cuya organización han confiado su orientación espiritual.
En buena parte se
trata, pues, de un conflicto entre el Estado y la Iglesia, o entre la
población experta, moderna e ilustrada, que controla al primero, y la
católica tradicional, más apegada a la segunda. No es un enfrentamiento
nuevo. Desde que Jesucristo dijo aquello de “Dad al César lo que es del
César, y a Dios lo que es de Dios” en tiempos del Imperio Romano, la tensión
entre estos dos poderes –que son simultáneamente dos organizaciones complejas
y estructuradas–, ha sido grande y turbulenta, hasta desembocar en guerras y
violencias de lo más cruentas. Recordemos sino las matanzas de San Bartolomé
en Francia en el siglo XVI, la rebelión de Canudos en Brasil a finales del
siglo XIX o las guerras contra los cristeros de la revolución mexicana de
inicios del siglo XX.
Y es que, aunque
aquello de dar al César lo que le toca, y a Dios lo suyo, suena como una
razonable y salomónica solución práctica, nadie ha establecido qué es lo que
a cada uno le corresponde y quién lo determina. Desde la venerable revolución
francesa, la criatura triunfante ha sido el gobierno nacional, o el partido
del César, para expresarlo en lenguaje bíblico. El Estado nacional ha
avanzado arrollador, expropiando a los señores feudales, a los cabildos
municipales, a las organizaciones de la aristocracia y a las comunidades de
la plebe y, por supuesto, a la Iglesia, sus prerrogativas, sus bienes y sus
competencias.
Hace menos de dos
siglos en este país que pisamos, por ejemplo, era la Iglesia –más que las
Fuerzas Armadas nacionales– la que custodiaba las fronteras, montaba los
hospitales donde encontraban alivio (probablemente más espiritual que
corporal) los moribundos, mantenía escuelas de primeras letras en los
pueblos (y seminarios para estudios
más avanzados en las ciudades), registraba nacimientos, matrimonios y muertes
de las personas, y disponía de una gran cantidad de tierras rurales y urbanas
que la proveían de rentas y poder. También tenía sus propios ingresos
tributarios para financiar su obra pía.
El gobierno
nacional no podía dejar de sentir celos por tanto poder a su costado. Desde
que el rey Carlos III expulsó a los jesuitas de su imperio, hace exactamente
250 años, el Estado en el Perú inició una lenta y sistemática labor de zapa
de esta poderosa entidad rival, a quien, mientras podía, procuraba tener de
aliada, pero con la que inevitablemente surgían áreas de interferencia. Hitos
de este avance fueron la expulsión de sacerdotes realistas y el cierre de
conventos después de la Independencia, la abolición de los diezmos y
primicias, la desamortización de los censos y tierras de la Iglesia, la
implantación del registro civil de nacimientos, matrimonios y defunciones
(optativo al inicio, pero obligatorio después), la proclamación de la
libertad de cultos y el establecimiento del divorcio.
No todo fueron
victorias. También hubo retrocesos y concesiones, como el Concordato de 1980
suscrito con el Vaticano por el gobierno de Francisco Morales-Bermúdez, que
garantizó la autonomía y personería jurídica de las organizaciones eclesiales
católicas, la colaboración económica del Estado y las exoneraciones
tributarias que las beneficiaban.
El gran aliado del
avance del Estado nacional fue su carácter secularizado, racionalista y
liberal. Esto quiere decir que toleraba todas las creencias, que en adelante
pasaban a ser un asunto individual, de la consciencia de cada persona,
territorio de Dios y no del César; que respondía a argumentos de razón y no
de fe, y que dejaba a la población en libertad para sus actividades económicas
y asociaciones civiles y políticas, con la única restricción de no afectar el
derecho de los demás.
Esa trilogía puso
a los intelectuales de su lado. El Estado nacional se fue volviendo una
organización de expertos: abogados, médicos, ingenieros, economistas, que
fundaban la bondad de su quehacer en su carácter científico. A diferencia de
la Iglesia, sus dirigentes procedían, además, de un sistema de elección
popular que garantizaba la rotación en el mando y el recojo de las demandas
de la población.
En el Perú, sin
embargo, el Estado no alcanzó el liderazgo, legitimidad y prestigio que en
otros lares. Todavía hay muchas regiones y estamentos en los que la Iglesia
goza de mayor confianza de la población que las autoridades del Estado. Hace
apenas 100 años, cuando el gobierno nacional daba los primeros pasos hacia la
creación de un sistema educativo nacional obligatorio, menos de la mitad de
los niños acudía a las escuelas, por la desconfianza de los padres de
familia, sobre todo del campo, de qué pasaría con sus hijos y
–principalmente– sus hijas durante las largas horas en las que estarían bajo
la autoridad de los maestros. A los padres les preocupaba si lo que les iban
a enseñar iría en contra de sus ideas y creencias, si sería útil para su vida
diaria y si la escuela no significaría mayores gastos para su precaria
economía.
Tomó gran parte
del siglo XX vencer esa desconfianza y temor. No cabe esperar que ahora vaya
a ser distinto. El Estado tiene que saber ganarse la confianza de la gente y
no estigmatizar al que desconfía como a un bárbaro. Debe comprender
humildemente que detrás del resquemor hay una larga historia en la que los
hombres del Estado peruano no siempre estuvieron a la altura de las tareas
que asumieron o se les encomendó.
http://elcomercio.pe/opinion/columnistas/educacion-estado-como-educador-sexual-carlos-contreras-noticia-1975115
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Cuando la izquierda vota por un banquero
Sebastián Vallejo
O bien esta
segunda vuelta está desenmascarando a la izquierda, o la izquierda
desorientada se creyó el cuento aquel del neoliberalismo democratizador. La
semana anterior el Partido Comunista Marxista Leninista del Ecuador (PCMLE),
y creo que en este punto es importante expandir el acrónimo y enfatizar su
calidad de Comunista, Marxistas y Leninista, anunció su apoyo a la
candidatura de Guillermo Lasso, el banquero, el neoliberal, la
personificación de un modelo capitalista de acumulación y segregación. A la
voz de “Fuera, Correa, Fuera”, el PCMLE argumentó que tomará la “posición del
lado del pueblo, de enfrentar y derrotar al principal enemigo de la Patria y
la Democracia”, dándole el voto a Lasso.
Las bases
sociales, los sindicatos, los movimientos sociales tienen una larga lista de
agravios que el gobierno de Rafael Correa ha cometido en contra de ellos.
Como ya lo he mencionado antes, los límites del modelo político y económico
desarrollista y poco plural de la Revolución Ciudadana han alienado a quienes
deberían ser los aliados naturales de un proceso que se dice de izquierda. Es
decir, no solo que es comprensible su rechazo a la candidatura de Moreno,
sino que este debió ser un tiempo de reconstrucción y autocrítica para
conjugarse como una verdadera fuerza política en el futuro, precisamente para
combatir y limitar los avances neoliberales de los próximos cuatro años.
Sin embargo, la
posición adoptada por el PCMLE contradice lo que debería ser un principio de
base de un movimiento de izquierda, más aún uno que se autoproclama Marxista
y Leninista. Porque el apoyo a Lasso no presupone la democratización del
régimen, si el razonamiento detrás de su apoyo fuera ese. La represión a los
movimientos sociales en el Ecuador tiene larga data, y los diez años de
Revolución Ciudadana no han cambiado esas dinámicas. Pero votar por la
derecha, en especial por esa derecha conservadora y, ahora más claro que
nunca, intolerante y violenta, es, no solo es únicamente cambiar el color de
la bota, sino también perder cualquier tipo de legitimidad ideológica y
política como izquierda. Es desperdiciar la oportunidad de reforzar y
reposicionar los movimientos, apropiarse de espacios políticos perdidos,
retomar discursos. Peor aún, es permitir que un gobierno como el de Lasso termine
absorbiendo lo que queda de la izquierda organizada.
Y no son los
únicos que han adoptado esta posición. Paco Moncayo se decantó
tempraneramente por Lasso. Lo siguieron algunos dirigentes del movimiento
indígena y luego se sumaron otras voces de la Izquierda Democrática. Sucumbieron, al final, a esa posición de
Torquemada que asumieron los voceros de Lasso, donde todo aquel que no está
con Lasso está atentando contra la democracia. Se está volviendo costumbre
que los mejores aliados del capital sean los partidos de izquierda. ¿Podrán
regresar de esto? Difícil. Será su estigma histórico. Perdida estará su
legitimidad como representantes de los “intereses del pueblo”, como
combatientes de un sistema burgués que reparte el poder de acuerdo a la capacidad
de acumulación. Es más, reivindicarán al poder del capital: habrán votado por
un banquero. (Y no cualquier banquero, un banquero con una historia nefasta).
La concentración
del poder previo al 2007 fue una de las causas que desencadenó en la elección
de Correa. La reacción a la pugna de poder históricamente controlado por la
burguesía creó un cambio en las relaciones de poder. La visualización de
estas contradicciones no significó la resolución de las contradicciones. Si
bien no hubo una verdadera democratización de la distribución del poder, las
preferencias de las élites fueron reveladas, cuestionadas, creando nuevos
discursos y divisiones. La Revolución Ciudadana nunca buscó la transformación
de estas asimetrías, pero sí creó el momento histórico para cuestionarlas. La
izquierda lo está botando a la basura.
http://rebelion.org/noticia.php?id=223944
http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/columnistas/1/cuando-la-izquierda-vota-por-un-banquero
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El “otro” eres tú
Carlos Meléndez
La marcha
#ConMisHijosNoTeMetas ha sido una de las más importantes respuestas
conservadoras locales a las iniciativas liberales de los últimos años. La ola
igualitaria gatillada a nivel mundial –reconocimiento de derechos para la
comunidad homosexual, respeto y políticas de equidad para mujeres, etc.–
provocó una contraola conservadora que hemos apreciado en las urnas (Brexit,
Trump, victoria del No en el referéndum por la paz en Colombia).
En el Perú, la
polarización en torno a valores (aún) se detenta en el campo de la sociedad
civil. Periodistas y “líderes de opinión” esgrimen sus posiciones en la
prensa; iglesias evangélicas y colectivos asociados a ONG en las calles.
Aunque algunos atemorizan con la eminencia de un “Trump chicha” (¿Phillip
Butters?), el nivel de politización en el Perú es menor en comparación con
otros países (Colombia, por ejemplo).
Los asuntos
morales son motivaciones poderosas para el activismo ciudadano porque están
directamente asociados a las identidades personales. Se defiende el “enfoque
de género” o se lo ataca como “ideología” porque toca las pulsiones más
elementales de quienes se enlistan en uno u otro lado de la disputa. Cada
grupo enfrentado apela al paradigma que justifique su razonamiento, ya sea
científico o religioso. En la confrontación pública de estas estructuras
morales, estudios científicos y sagradas escrituras se convierten en
documentos de posverdad. El intercambio desordenado de posiciones se
superpone sobre desencuentros sociológicos previos (de clase y origen
social). Así, la polarización de valores se agudiza cuando uno de estos
paradigmas se presupone “superior” a otro. Por ejemplo, quienes defienden la
“superioridad de la razón” lo hacen exhibiendo las jerarquías de ingreso,
estatus social, nivel educativo, etc. Como consecuencia, el conflicto estalla
de manera irreconciliable.
La situación es
grave porque entonces no estamos ante una disputa en torno al currículo
escolar, sino ante un serio problema de convivencia social. Se ha perdido el
sentido de comunidad (“nosotros”) y establecido la división entre “unos” y
“otros”. El “progre” que intenta ponerse en el lugar ajeno lo hace desde una
posición superior (“son ignorantes”), ofensiva (“son la encarnación del Ku
Klux Klan”) y burlesca (“la Tierra es plana”). El “conserva” se siente
perteneciente al antiestablishment, así que insulta a diestra y siniestra
(“aborteros”, “promotores del lobby gay”). Lo que se ha perdido de vista es
que, cualquiera que sea el paradigma que endose, el “otro” es Usted mismo.
Este es el tipo de
conflicto social que estalla en las narices del gobierno pepekausa, carente
de respuesta política. Pareciera que para quienes ocupan el Ejecutivo,
gobernar significa exclusivamente administrar la economía; desconocen qué
hacer cuando surgen conflictos en la sociedad. Analizan las protestas
ambientales desde sus anteojeras pro empresa, pero les asalta la inamovilidad
ante conflictos valóricos. Ante ellos, el Ejecutivo ignora cómo ponerse por
encima de los bandos y consensuar políticas públicas, especialmente en los
sectores Educación, y Justicia y Derechos Humanos. Ellos también parecen ser
el “otro” de una sociedad que no comprenden.
http://elcomercio.pe/opinion/rincon-del-autor/genero-otro-eres-tu-carlos-melendez-noticia-1975134
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La marcha del fin del mundo
Raúl Tola
La marcha «Con Mis
Hijos No Te Metas» marcó el nacimiento de un nuevo movimiento político de
extrema derecha. Sus principios son el autoritarismo, el menosprecio por los
derechos de las minorías, la violencia verbal (y física, cuando es necesario)
y un discurso con iguales dosis de populismo y mesianismo. Aglutinados en las
iglesias urbanas evangélicas y en grupos católicos como el Opus Dei (algo que
hace poco tiempo habría parecido un imposible), sus seguidores suelen ser muy
fundamentalistas, interpretan la realidad a través del prisma de sus
creencias religiosas y descreen de cualquier rastro de laicismo en el Estado.
Mientras veía las
imágenes de la movilización del sábado pasado, no podía dejar de pesar en «La
guerra del fin del mundo», donde Mario Vargas Llosa relata la epopeya de
Canudos, un pueblo construido por gentes religiosas, que bajo la guía
iluminada de Antonio Conselheiro luchan por recuperar los principios del Buen
Jesús, amenazados por los horrores del mundo moderno, cuya encarnación
demoníaca es la naciente república. Como aquellos hombres y mujeres del
noreste del Brasil de 1897, los peruanos que el 4 de marzo de 2017 salieron a
las calles para oponerse a los embates de la sociedad «homosexualizante» no
dudan de la bondad de sus propósitos, pues los respalda el mismísimo Dios.
Lamentablemente,
al leer sus carteles, revisar sus volantes, escuchar sus cánticos y atender a
los incendiarios discursos de sus líderes, recordé otro fenómeno social más
reciente y cercano: el de la Unión Revolucionaria (UR). Fundada por Luis
Miguel Sánchez Cerro, la UR fue el partido de inspiración fascista más
importante de América Latina y llegó a ganar las elecciones presidenciales de
1931. Contaba con el apoyo de los sectores populares y de los grupos de poder
económico y, siguiendo el ejemplo de Mussolini en Italia, aspiraba a imponer
el orden y la tradición a toda costa, incluso por encima de la ley.
La aventura de la
UR sobrevivió al asesinato de Sánchez Cerro a manos de un seguidor aprista,
durante una revista a las tropas que combatirían en la guerra con Colombia.
El partido comenzó su declive en 1938, cuando Óscar R. Benavides deportó a
sus principales dirigentes, incluido Luis A. Flores, quien había asumido el
comando del partido, extremando su propuesta.
Aunque la UR
terminó por desaparecer, los reflejos que la originaron nunca se
extinguieron. Una buena parte de ellos fue aprovechada por el fujimorismo
auroral, que supo vincularse a los sectores intelectuales más conservadores,
a las fuerzas armadas, a las nacientes iglesias evangélicas, y encontró un
inestimable aliado en el arzobispo Juan Luis Cipriani.
Estos vínculos
fueron mantenidos por Keiko Fujimori. Pero, como es lógico, sus derrotas en
2011 y 2016 han tenido consecuencias (en especial, luego del fallido intento
de moderación fujimorista, hacia posiciones más progresistas). Aunque de
momento mantienen la alianza, todo indica que este sector comienza a buscar
un espacio propio para su desarrollo político. Que sea un mayor protagonismo
dentro de Fuerza Popular o una aventura individual queda por verse.
La marcha del
sábado fue un tanteo, del que creen haber salido bien librados (la Policía calculó
68 mil manifestantes a nivel nacional, pero ellos están convencidos de haber
convocado a cerca de un millón). De momento, al menos parecen haber
encontrado en Phillip Butters a ese líder excéntrico y confrontacional, una
mezcla de Antonio Conselheiro y Luis Miguel Sánchez Cerro, que les abrirá las
puertas de su ansiado cielo sin maricones.
http://larepublica.pe/impresa/opinion/855418-la-marcha-del-fin-del-mundo
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Mala noticia
Augusto Álvarez Rodrich
Un recurso
frecuente de los gobiernos a los que se les acaban las justificaciones de sus
desventuras es atribuir sus males a ‘un problema de comunicación’, y ese
riesgo ya se empieza a percibir en la presidencia de Pedro Pablo Kuczynski.
Es una salida
tramposa que los gobiernos usan para decir ‘somos excelentes, pero con un
solo defecto: no sabemos cómo contárselo a la gente’.
La verdad suele
ser distinta: antes que de comunicación, los gobiernos suelen tener problemas
de gestión o manejo político, algo que no impide reconocer que siempre se
puede mejorar la manera de comunicar. Por ejemplo, si el presidente PPK va a
Kuélap a inaugurar teleféricos, debiera hablar de eso en vez de opinar sobre
otros temas que desvían la atención.
‘Un problema de
comunicación’ puede significar, en este contexto de la búsqueda de
explicaciones por un mal desempeño político, muchas cosas, desde críticas
fuertes en los medios, una oposición enconada o una aprobación baja en la
opinión pública.
Pero esas son las
causas, no la raíz de la dificultad. La mayor parte de los problemas de los
gobiernos suelen estar en el nivel de la gestión y no en el de la
comunicación, aunque eso, con frecuencia, les cuesta mucho reconocerlo a los
líderes políticos.
Hoy que se escucha
a varios miembros del gobierno decir que están teniendo un problema de
comunicación, el cual se arreglaría si los medios tuvieran una actitud más
condescendiente, la oposición criticara menos, se hiciera mejor publicidad
del gobierno o, incluso, se pusiera los medios de comunicación del Estado a
informar las 24 horas del día sobre el presidente PPK, valdría la pena
recordar dónde están, realmente, los problemas.
Estos radican en
la falta de estrategia y de reacción política del gobierno, en sus
contradicciones frecuentes (¿no pudieron ponerse de acuerdo sobre el plazo de
la concesión del aeropuerto de Chinchero?) o en las críticas de los miembros
de la bancada PpK a los ministros y hasta al propio presidente, al punto de
plantear ellos mismos su vacancia, además de enmendarle la plana casi todos
los días.
Por ello, es
pertinente el comentario reciente del ministro de Defensa Jorge Nieto:
“Nosotros, como gobierno, a veces cometemos errores y no ponemos el acento
suficiente en las cosas que realmente se están haciendo (…) Nuestras propias
acciones muchas veces no son todo lo acertadas que deberían ser”.
Lo más importante
es definir una estrategia política y ordenar a la bancada. Sin eso, cualquier
plan de comunicación no sirve para nada.
http://larepublica.pe/impresa/opinion/855419-mala-noticia
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MOVIDAS DE PISO
Mirko Lauer
Sigue avanzando el
rumor de cambios en el gabinete antes del fin de marzo, junto con la idea de
que refrescaría la imagen del Ejecutivo. Se dice que Pedro Pablo Kuczynski le
ha empezado a dar vueltas al asunto. Incluso más de un parlamentario
oficialista lo está reclamando, quizás con la esperanza de calarse un fajín.
Pero a comienzos
de mes PPK dijo que no habría cambios en el gabinete, en nombre de la estabilidad
del gobierno. Una encuesta de esos días mostraba que 81% de los consultados
consideraba necesario hacer esos cambios. Desde entonces los incidentes
vinculados a la posibilidad se han multiplicado, y el panorama es otro.
Sin duda hay
ministros en problemas, el más acosado Martín Vizcarra, de Transportes. Su
reemplazo parece natural, pero es complicado. Hacerlo antes de que sea
interpelado sería percibido como una deslealtad, cambiarlo si sobrevive a la
interpelación sería darles la razón a sus críticos, y de paso perder a un
eficaz operador político.
También está en la
cuerda floja Marisol Pérez Tello, de Justicia. El tropezón con sus
procuradoras la pone en la línea de mira, sobre todo porque no se ve cómo
podría ordenar su sector, como se lo ha reclamado Mercedes Aráoz. Habrá que
ver qué tanto la pueden sostener los ataques que viene recibiendo desde la
derecha.
Quien está
viviendo en una borrasca administrativa es Gonzalo Tamayo, de Energía y
Minas, quien parece tener serios problemas para impedir que el titular del
MEF le maneje el ministerio. La turbulencia en torno al gasoducto y las
presiones para frenar el proyecto Talara desde el MEF pueden terminar en la
salida de Tamayo.
Dicho todo esto,
un argumento para evitar cambios en el gabinete es que si el Ejecutivo tiene
una debilidad de partida en el Congreso, no tiene sentido agudizarla con una
barrida extemporánea de ministros. No da la impresión de que en este momento
haya mejores cuadros haciendo cola para una cartera ministerial.
A favor de cambiar
está el argumento de que en la anterior crisis del Ejecutivo se perdió a un
buen ministro censurado, se precipitó la renuncia de otro no tan bueno, y en
lo político no pasó realmente nada, ni a favor ni en contra del gobierno.
http://larepublica.pe/impresa/opinion/855415-movidas-de-piso
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PUCP: CIEN AÑOS CON LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS
Rafael Roncagliolo
Entre los partidos
que integraban la Unión Mundial Demócrata Cristiana en los años sesentas, se
contaba el “Partido Antirrevolucionario” de los Países Bajos. En una pequeña
reunión del Comité Mundial de la JDC, en Venecia, le pregunté, con cierta
timidez, a uno de sus dirigentes, si su partido se llamaba así por estar
contra la Revolución Bolchevique. “No, me respondió, es contra la Revolución
Francesa”.
Ya hacía 40 años
que Jacques Maritain había publicado “El humanismo integral” y casi treinta
de “Cristianismo y Democracia”, un texto que reivindica al cristianismo como
fermento histórico que, a partir de la igualdad de los hombres ante Dios,
prepara las condiciones para la democracia, que es la igualdad de los hombres
entre sí. Maritain, asesor del Concilio Vaticano II, fue por eso el gran
referente de los partidos demócrata cristianos y de la reconciliación del
pensamiento de los católicos con el ideal democrático.
Como los primeros
partidos europeos de inspiración cristiana de entreguerras (El Zentrum alemán
e Il Partito Populare de Luigi Sturzo en Italia), Maritain fue un
antifascista convencido y comprometido, acusado en su momento de ser un rouge
chretien.
En el Perú, sin
embargo, sí hubo devaneos y el propio José de la Riva Agüero, cuyos méritos y
aportes superan ampliamente su temporada aristocrática fascista, llega a
considerar a la democracia como “señorío de la hez” y “gobierno de la
chusma”.
Con el triunfo del
fascismo de Franco en la Guerra Civil Española (1936-1939), y el marco de la
cruenta confrontación entre la Unión Revolucionaria de un lado y el aprismo y
el comunismo del otro, era comprensible que en el mundo católico surgieran
expresiones fascistas y que éstas se expresaran también entre pensadores de
la Universidad Católica, que había nacido en 1917, contra el positivismo, el
liberalismo y la radicalización del movimiento estudiantil en San Marcos,
sacudido por el ideal de la Reforma Universitaria.
Sin embargo, en el
pensamiento de los cristianos y en la PUCP, disgregándose del hispanismo
fascista surgen expresiones de un pensamiento propiamente social cristiano,
cuyos primeros abanderados son, entre otros, César Arróspide de la Flor,
Gerardo Alarco Larrabure y José Jiménez Borja, los que constituyen el Centro
FIDES en 1930 y el partido La Unión Popular en 1931. Naturalmente, la vuelta
al Perú de Víctor Andrés García Belaúnde vino a dotarlos de una autoridad
intelectual de primera magnitud. Luego, para el deshielo de 1945, vendrían
los tiempos de la colaboración con el gobierno de José Luis Bustamante y
Rivero y la gesta de una nueva promoción de jóvenes que animaría largamente
la política peruana durante las siguientes décadas.
Lo que quiero
subrayar con estos apuntes sueltos son dos cosas: la primera es que en el
Perú, a pesar del páramo de estos tiempos de vergüenza, ha habido pensamiento
político serio (no sólo el social cristiano, por supuesto); y la segunda, que
si algo caracteriza a la PUCP a lo largo de sus primeros cien años es la
tolerancia y el pluralismo para analizar y discutir los problemas del país
sin fundamentalismos, anatemas ni pensamientos únicos.
No es del caso
analizar aquí la diáspora que luego experimentaron los social cristianos.
Sólo cabe recordar que al interior de la revista francesa Esprit, surgió una
importante corriente que cuestionaba el uso del título “cristiano” para la
acción política partidaria y proponía la participación de los cristianos en
instancias sin títulos confesionales. El principal abanderado de esta
corriente, el personalista Emanuel Mounier, introdujo una nueva y fecunda
perspectiva que vino a enriquecer este proceso de creciente diversificación
de un pensamiento que sin duda ha enriquecido al país y a América Latina y
Europa. Mal habría hecho la PUCP en fosilizarse en cualquiera de los momentos
de este diálogo inacabable entre la fe y la cultura.
http://larepublica.pe/impresa/opinion/855417-pucp-cien-anos-con-los-signos-de-los-tiempos
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