Adiós a la recuperación anticipada - Iván Alonso
Alan vuelve - Marco Sifuentes
Corrupción y regulación APP - Germán Alarco Tosoni
Cultura de la sospecha - Augusto Álvarez Rodrich
Estados Unidos: ¿La rebelión del Estado contra el Gobierno? - Santiago Pedraglio
La república cleptocrática (I) - Agustín Haya de la Torre
Lo que falta - Luis Davelouis
Lula favorito, ¿cómo así? - Mirko Lauer
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Adiós a la recuperación anticipada
Iván Alonso
De los tres puntos
porcentuales de reducción del impuesto general a las ventas (IGV) que
Peruanos por el Kambio ofreciera en la campaña electoral hemos pasado a una
reducción condicionada de un puntito solamente. El 1° de julio el IGV bajará
a 17% si es que al terminar el mes de mayo la recaudación por concepto de
este impuesto alcanza, por lo menos, el 7.2% del producto bruto interno. Para
el cálculo se usará la recaudación neta de devoluciones, que el año pasado
saltaron en más de cuatro mil millones de soles, complicándole la vida al
fisco.
Una parte de esas
devoluciones se debe al régimen de “recuperación anticipada”, cuyo origen es
el siguiente. El IGV es un impuesto al valor agregado, o sea, un impuesto que
grava lo que se va agregando al valor de un producto en cada etapa del
proceso de producción. Piense usted en la sombrilla que se acaba de comprar
para la playa. Una empresa compra aluminio y lo convierte en tubos; otra
compra tela y la corta en redondelas; una tercera compra los tubos y las
redondelas para hacer sombrillas y vendérselas al público. La diferencia
entre lo que cada una paga a sus proveedores y lo que recibe de sus clientes
es su valor agregado. Un impuesto al valor agregado, como el IGV, grava
exactamente el valor del producto final, porque el valor del producto final
no es sino la suma del valor agregado en cada etapa del proceso.
Normalmente, el
IGV que paga una empresa al comprar sus insumos lo recupera poco tiempo
después cuando vende el producto. Del IGV que le pagan sus clientes, la
empresa retiene lo que ya pagó al comprar sus insumos, y le manda la
diferencia a la Sunat. Es, como quien dice, autoliquidable. Pero hay casos en
los que el IGV de las ventas resulta menor, temporalmente, que lo que se ha
pagado con las compras. La empresa acumula, entonces, un crédito fiscal, que
irá recuperando progresivamente, a medida que vende más y más productos.
El periodo de
recuperación puede ser bastante largo, sin embargo, particularmente cuando se
hace una inversión grande y duradera en un proyecto nuevo. Por eso se creó la
figura de la recuperación anticipada, para que las empresas no tengan que
esperar a que el negocio comience a operar y genere suficientes ventas como
para recuperar todo el IGV pagado durante la etapa de inversión.
La idea de la
recuperación anticipada es alentar la inversión reduciendo la carga
impositiva en la fase pre-operativa. Quizás en su momento lo fuera, pero hoy
en día es cuestionable que sea necesaria para ese propósito porque, así como
un empresario puede ir al banco para financiar una parte del costo de las
edificaciones, maquinaria y demás componentes de un proyecto, también puede
pedir que le financien el IGV.
Pero la principal
objeción a la recuperación anticipada es que convierte al estado en un
inversionista de riesgo. Una compañía petrolera, por poner un ejemplo, tiene
que pagar, en su etapa de exploración, el IGV por el alquiler de los equipos
de perforación. Nadie sabe a ciencia cierta si va a encontrar petróleo; nadie
sabe, por lo tanto, si alguna vez ese pozo llegará a producir. El estado no
tiene por qué compartir ese riesgo renunciando a cobrarle los impuestos que
nos cobra al resto de peruanos. Es solamente en la última etapa del proceso
que se ha dejado de crear valor; todas las anteriores deben estar gravadas.
http://elcomercio.pe/opinion/mirada-de-fondo/adios-recuperacion-anticipada-ivan-alonso-noticia-1969287
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Alan vuelve
Marco Sifuentes
Con Fujimori
preso, Toledo prófugo y Heredia petrificada, el único ex presidente con
cierto margen de juego en el escenario actual es Alan García. Ayer, el líder
aprista viajó desde Madrid, donde ahora vive, a Lima, para declarar ante la
fiscalía por el caso del gasoducto. Esto, por supuesto, ha sido aprovechado
por sus partidarios para promover en Twitter que, a diferencia de los otros,
#AlanNoArruga.
Pareciera que el
caso de la megacorrupción de las constructoras brasileñas es tan enrevesado
que ha confundido incluso al juez supremo Javier Villa Stein, uno de los
entusiastas promotores del hashtag aprista.
Lo cierto es que
García no puede arrugar porque no tiene absolutamente nada que temer de esa
citación. Ni de ninguna otra, puesto que actualmente no está incluido como
sospechoso en ningún caso vinculado a Lava Jato ni Castillo de Arena ni nada
que suene a samba. En este caso en particular, ha sido llamado como un simple
testigo. La principal investigada en lo del gasoducto es Nadine Heredia, a
quien, mira tú qué casualidad, justo esta semana acaban de acusar de haber
coordinado este tema directamente con Jorge Barata, el gran titiritero de
Odebrecht en el Perú. Así que, de hecho, esta citación le viene perfecta a
García que, de esta forma, mata dos pájaros de un tiro: se reposiciona en su
viejo –aunque tantas veces traicionado– lema de “quien no la debe no la teme”
y aprovecha para hundir más a una de sus rivales.
El caso que más
cerca ha llegado a García es otro: el del metro de Lima (en el que tampoco
figura como investigado). Aquí, el acusado de mayor nivel, hasta ahora, es el
exviceministro Jorge Cuba, a quien el mismo García llamó “rata” en un tuit.
Lo curioso es que conoce a esa rata hace décadas, como demostró José
Alejandro Godoy, con un libro de 1991, en el que consta que tanto el
expresidente como Cuba integraron el Instituto para la Deuda Externa
Latinoamericana cuyo local, para más señas, quedaba al frente de la casa de
Chacarilla del mandatario.
Otro caso: en lo
de la Interoceánica –la coima que ha hundido a Toledo– los costos iniciales
eran de US$800 millones, que ya eran injustificados. Al final del gobierno de
García, gracias a las famosas adendas, se había disparado a los casi US$2 mil
millones. Por cierto: ¿quién fue su primer viceministro de Transportes?
Sergio Bravo Orellana, quien había sido el presidente del Comité de
Adjudicaciones de Inversión que le otorgó la Interoceánica a Odebrecht en el
gobierno de Toledo.
Y eso es todo, por
ahora. Según una tabulación de IDL-Reporteros, el gobierno aprista fue el que
más contrató con Odebrecht (casi 3.500 millones de soles, sin incluir los
posteriores sobrecostos). Más que Toledo o Humala. Aun así, parece que García
confía en salir ileso del huaico brasileño. Si lo consigue, y planea seguir en
carrera política, aún tendrá que vencer otra prueba, incluso más dura, en la
mente de los electores: esa amarga sensación de impunidad.
http://elcomercio.pe/opinion/rincon-del-autor/alan-vuelve-marco-sifuentes-noticia-1969274
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Corrupción y regulación APP
Germán Alarco Tosoni
Todos estamos
indignados con la corrupción. Esta compromete a los tres últimos gobiernos y
si a estos se suma la ocurrida durante el gobierno de Fujimori incluye a
todos los regímenes neoliberales de los últimos 25 años. Su principal medio
han sido las asociaciones público privadas (APP) con el objetivo de lograr la
asignación de los servicios públicos, permitir sobrecostos y acotar
beneficios a los usuarios. La corrupción no solo compromete a las autoridades
políticas y a la tecnocracia que los avaló por motivos delictivos, sumisión u
omisión; también ocurre por un marco regulatorio laxo que la hizo posible.
Ojalá la Fiscalía y los tribunales se desempeñen a la altura de las
circunstancias y con la celeridad debida. Desafortunadamente, ya hay algunas
malas señales.
La mejora del
marco regulatorio requiere una reingeniería de Proinversión. El último
Decreto Legislativo 1251 tiene problemas. Se parte de una visión privada y
hasta se establece un Consejo Directivo con 3 miembros que vienen de ese
sector. No se trata que hagan buenos negocios. Los objetivos del sistema
deben considerar la creación de encadenamientos productivos, proyectos con
mayor procesamiento y contenido tecnológico, entre otros. No queda claro el
criterio de asignación por el menor costo, por lo cual resulta esencial
incorporar el comparador público privado que evalúa si la inversión se debe
hacer como APP o como obra pública. Hay otros temas cuestionables.
Un tema clave es
que todo el sistema de inversión pública y de promoción de la inversión
privada debe estar a cargo del CEPLAN, como en Colombia está en el
Departamento Nacional de Planeación. ¿ProInversión o el MEF son capaces de
determinar las necesidades del país, de las regiones y de cómo priorizar? Por
otra parte, hay que fortalecer las capacidades sectoriales del Estado en
términos técnicos y financieros para evitar los serios errores que se
cometieron. Hay que crear sistemas de bases de datos con parámetros técnicos
y económicos para evitar sobrevaluaciones flagrantes. Establecer la obligatoriedad
de que cada proyecto se evalúe en términos comparados con otros previos
nacionales e internacionales.
No se debe
permitir licitaciones de un solo postor. Concursos con nivel de detalle de
ingeniería reducido o sin estudios de factibilidad. Establecer normas más
estrictas para las adendas evitando renegociaciones como Chinchero. Hay que
especificar el protocolo detallado para el control previo obligatorio a cargo
de la Contraloría General de la República en el caso de los grandes
proyectos; homogenizar criterios para registrar pasivos en firme y
contingentes. Se requieren evaluaciones ex post para extraer lecciones y
transparencia absoluta antes, durante y después de la ejecución de los
proyectos.
http://diariouno.pe/columna/corrupcion-y-regulacion-app/
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Cultura de la sospecha
Augusto Álvarez Rodrich
Un riesgo
relevante de este año y, en general, de la presidencia de Pedro Pablo
Kuczynski, es que su gobierno acabe paralizado como consecuencia de las
secuelas de los escándalos de corrupción Lava Jato, y se convierta en un lame
duck prematuro antes de su primer año.
Los destapes de
los acuerdos de colaboración de las constructoras brasileras con la justicia
de Brasil, Estados Unidos y Suiza llegaron cuando el gobierno de PPK aún busca
un esquema de relacionamiento político para hacer viable su mandato, y cuando
la economía se sigue enfriando por la contracción de la inversión privada, el
empleo y el consumo.
Justo cuando se
lanzó el paquete de decretos legislativos, que no es reactivador pero mejora
el clima de negocios por ayudar a destrabar la inversión, llegaron las
noticias de Brasil.
Las
investigaciones de los sobornos pagados en el Perú por las constructoras
brasileras se deben llevar a fondo, caiga quien caiga, pero es obvio,
también, que estos procesos van a tener un impacto negativo en la perspectiva
económica del país.
La postergación
del gasoducto implicará poco menos de un punto porcentual del PBI, pero el
efecto en la producción puede ser mucho mayor.
Esto se explica
por la fuerte caída en la confianza empresarial y el desgaste del sistema
político que implicarán –como ya está ocurriendo– los destapes de corrupción.
Es probable que
los procesos fiscales y judiciales vinculados a estos casos de corrupción se
desborden afectando la estabilidad política y la evolución económica.
Esto podría
ocurrir, específicamente en el terreno económico, porque ello va a implicar
un incremento de la incertidumbre que va a postergar, en el sector privado,
las decisiones de inversión y consumo, y en el sector público, va a
introducir una gran lentitud en las decisiones gubernamentales sobre
licitaciones, concesiones o adendas a contratos.
Los procesos en
marcha ocasionarán una pérdida de prestigio de las concesiones y asociaciones
público-privadas, creando las condiciones para que se refuerce el papel del
Estado en las obras de infraestructura.
Cualquier proyecto
de inversión que enfrente una decisión ‘opinable’ va a tener dificultad para
ser aprobado. Asimismo, cualquier proyecto podría ser detenido por absurdos
como que, por ejemplo, ‘la prima del ministro trabajó en un estudio legal que
dio servicios a Odebrecht’.
La cultura de la
sospecha se ha instalado y la desconfianza extendido, y ello afectará las
decisiones económicas y el clima de negocios en el país.
http://larepublica.pe/impresa/opinion/849174-cultura-de-la-sospecha
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Estados Unidos:
¿La rebelión
del Estado contra el Gobierno?
Santiago Pedraglio
Durante las
primeras semanas del gobierno de Donald Trump está sucediendo algo para
nosotros sumamente extraño: instituciones del Estado, incluso del propio
Ejecutivo, están oponiéndose abiertamente a decisiones del nuevo presidente.
La desobediencia
se inició con la decisión de algunos jueces de dejar sin efecto la orden de
Trump de impedir el ingreso a los EE.UU. de ciudadanos de países “peligrosos”
para la seguridad de los ciudadanos norteamericanos. A la decisión de los
jueces –y de las cortes– le siguió una del Congreso, que se opuso al
nombramiento del secretario de Trabajo, Andrew Puzder; esto, por considerar
que había ejercido prácticas antilaborales contra trabajadores de su empresa
y hecho declaraciones de la misma naturaleza.
La pelea más
reciente tiene lugar entre el presidente y su aparato de seguridad, es decir,
el núcleo más íntimo del aparato de un Estado imperial como el
norteamericano. El mismísimo mandatario ha acusado a los servicios de
inteligencia de “dar información ilegalmente” a medios de comunicación, a
propósito de los contactos que el general retirado Michael Flynn, renunciado
asesor presidencial de Seguridad Nacional (El País, 16.2.17), habría tenido
con un diplomático ruso.
A estas rebeliones
hay que sumarle una más callada, sostenida por el establish-ment o “Estado
profundo”, que no solo se resiste sino que lanza contraataques expresados en
hechos tan relevantes como la pugna entre Trump y sus organismos de
seguridad. Todo esto, sin detallar conflictos como el que mantiene con los
medios o a propósito de la reforma de la tradicional política exterior de
EE.UU. con Europa y del conflicto palestino-israelí.
¿En qué terminarán
esta tensión y la creciente crisis política? Parece que en EE.UU., como en el
Perú con Odebrecht y la corrupción múltiple, nadie lo sabe bien. El tema no
es poca cosa: ¿se imaginan una especie de golpe de Estado en la principal
potencia política y militar del mundo?
http://peru21.pe/opinion/santiago-pedraglio-estados-unidos-rebelion-estado-contra-gobierno-2271141
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La república cleptocrática (I)
Agustín Haya de la Torre
La vergonzosa fuga
de Alberto Fujimori tras la aparición del video Kouri-Montesinos, parecía que
ponía fin a una etapa de robo y saqueo del erario público desde el poder. La
sentencia ejemplar a 25 años de cárcel por algunos de los delitos cometidos,
más la prisión de otrora poderosos generales y ministros, daba la impresión
de que el país abría una época no solo democrática, sino de recuperación de
la ética y la moral públicas.
Grave error. El
asalto de las empresas privadas brasileñas a los presupuestos de la nación, a
lo largo de media docena de gobiernos, corría bajo la superficie como un
magma de podredumbre de tal dimensión, que marcará toda una era de la historia
peruana.
La última fase de
la gigantesca corrupción montada por el capitalismo transnacional, mediante
sus “oficinas de operaciones estructuradas”, va de 1998 a la fecha. Las
constructoras, lideradas por la compañía Odebrecht, ofrecían el servicio
completo. Compraban a los altos funcionarios organizándoles todo el proceso
de lavado del dinero en las offshores que ellos mismos ayudaban a crear.
El crimen parecía
perfecto si no hubiese sido porque los dueños cayeron detenidos, uno tras
otro, gracias a la justicia brasileña. El una vez esperanzador Partido de los
Trabajadores, promotor de la degradación, acabó fuera del poder.
En el Perú, todo
indica que vivimos una era cleptocrática, desde 1990 hasta la fecha. Recuerda
aquella asociación público privada del siglo XIX, conocida como los
consignatarios del guano, que explotó el principal recurso del país de 1841 a
1869. La fase comprendida entre 1847 y la entrega del monopolio a Dreyfus,
sumó 22 largos años. El esquema propició desde el poder, la sociedad corrupta
con agentes privados a cambio de que usufructúen hasta el 45% de lo extraído
y comercializado. Como el Estado necesitaba efectivo, los mismos empresarios
le prestaban dinero hasta con 13% de interés. Así aumentó el enriquecimiento
de la primera plutocracia republicana, nacida del fétido negociado.
La avidez de los
nuevos ricos agotó el guano, poniendo en jaque las finanzas públicas. El
monopolio, aparte de llenarle los bolsillos a Dreyfus, resultó el preludio de
la crisis económica.
Como en la época
del guano, los intereses particulares deciden tomar por asalto al Estado. Ya
no a cambio de un recurso natural sino mediante la construcción de obras
públicas, método, dicho sea de paso, muy usado por las mafias italianas.
Esta vez cuentan a
su favor con la Constitución de 1993, que debilitó la idea del bien común y
el interés general, para colocar el lucro como divisa. Al punto que el
Estado, que es de todos, es puesto al servicio subsidiario del interés
privado. Tan grosera tergiversación va acompañada con el debilitamiento de
los bienes públicos, de las instituciones o los partidos, suplidos por grupos
que compran votos, a lo que se añade la masiva captura del Estado por gente
que proviene de los negocios particulares.
http://diariouno.pe/columna/la-republica-cleptocratica-i/
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Lo que falta
Luis Davelouis
El Perú cojea de
manera flagrante en el frente regulatorio. La regulación es extensa pero
ineficaz. Es decir, todo está regulado, pero de manera deficiente y los
organismos encargados de ello no tienen apoyo político ni del gobierno, ni
del Congreso. Sus presupuestos son tan magros que no puede retener a su
talento, ni siquiera a los especialistas porque no pueden competir con los
sueldos que ofrecen sus regulados. Como consecuencia, los organismos
reguladores en el Perú funcionan como escuelas de especialización gratuitas
para las instituciones reguladas (principalmente empresas privadas
proveedoras de servicios) y los estudios de abogados que utilizan a los
reguladores como si fueran bolsas de trabajo universitarias.
Esto también es
muy importante: el Estado de derecho en el Perú es tremendamente precario. El
Estado solo funciona y existe para quien puede accionarlo o es lo
suficientemente vulnerable. El índice de criminalidad del Perú está a media
tabla si se le compara con el de Latinoamérica, pero esta región tiene
algunos de los índices de criminalidad más altos del mundo. Esto es resultado
del ahuecamiento del Estado, entendido esto como que no puede controlar su
propio territorio. El periodista Moisés Naím explicaba que en América Latina
existían varios de los que él llamaba “agujeros negros del Estado” y que se
repartían a nivel global. Estos eran lugares en los que virtualmente no regía
ningún Estado, que geográficamente se encontraban de manera inequívoca dentro
del territorio de un país, pero que, sin embargo, eran tierra de nadie. Uno
de estos lugares estaba en el Perú, en el Vraem. El tráfico de drogas
financia una cantidad innumerable de actividades delictivas que van del
sicariato a la prostitución.
http://peru21.pe/opinion/luis-davelouis-lo-que-falta-2271131
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Lula favorito, ¿cómo así?
Mirko Lauer
Mientras los
motores de Lava Jato siguen rugiendo en el Brasil, Inácio Lula da Silva
continúa de lejos como favorito para la elección presidencial del 2018. Parte
de esto se atribuye al recuerdo de los buenos tiempos económicos, parte a la
caída en la aprobación del actual gobierno, parte a una visión mayoritaria de
Lava Jato como positivo, pero sesgado.
Una encuesta de
MDA y la Confederación Nacional del Transporte muestra tres escenarios
posibles para esa elección. En uno figura el actual presidente Michael Temer
como candidato, cayendo de 5.4% de intención de voto en junio pasado a 3.7%
en este mes. Allí Lula sube de 22% a 30.5% en el mismo periodo, y es el único
cuyo porcentaje sube.
El segundo
escenario es sin Temer, y allí Lula salta de 27.6% en octubre pasado a 32.8%
este mes. El tercer escenario es una encuesta de hace unos días donde sin
Temer ni Aécio Neves, pero con Geraldo Alckmin, todos de la derecha, Lula
está en 31.8%. Es decir, la derecha que organizó Lava Jato anda por las patas
de los caballos.
El problema de esa
derecha no es solo Lula. El segundo lugar en intención de voto ahora es
consistentemente ocupado por Marina Silva, quien entró tercera en la elección
del 2014. La encuesta de tres escenarios busca descubrir si hay algún
candidato de derecha sustantivamente mejor que los demás, pero todos
funcionan básicamente igual en estos tiempos.
Una conclusión que
se puede sacar de todo esto es que Lava Jato se ha vuelto un enredo demasiado
complicado como para que la población le atribuya un signo político definido.
Algo fácil de entender en el Perú, donde desprestigio corruptivo e
impopularidad electoral rara vez han ido de la mano. Menos aun cuando el
desprestigio toca virtualmente a todos.
Es cierto que Lula
tiene varias acusaciones. Pero Aécio Neves, el favorito de la derecha, tiene
otras tantas. Parecida es la situación de Geraldo Alckmin. No da la impresión
de que los jueces que, algunos con la mejor voluntad, desataron la crisis
política van a poder remediarla. Tampoco un triunfo electoral de Lula parece
la solución al problema de fondo.
http://larepublica.pe/impresa/opinion/849169-lula-favorito-como-asi
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