Democracia defectuosa - Ian Vásquez
El final del sueño tecnocrático - Martín Tanaka
El negocio (turbio) del siglo - César Lévano
En el huaico de la vida - Jorge Millones
"Para mí, son 20 millones" - Rosa María Palacios
Problemas en el andamiaje - Mirko Lauer
Que sea la hora de los peces gordos - Augusto Álvarez Rodrich
“Se roba pero se crece” - Carlos Meléndez
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Democracia defectuosa
Ian Vásquez
Estados Unidos ha
sido degradado a una “democracia defectuosa”. Así lo calificó por primera vez
la nueva edición del “Índice de Democracia” publicado anualmente desde el
2006 por el prestigioso Economist Intelligence Unit. El reporte evalúa países
alrededor del mundo respecto a varios indicadores como el funcionamiento del
gobierno, la participación política y la cultura política, entre otros.
El deterioro
democrático de EE.UU. no se debe al presidente Trump, porque el reporte toma
en cuenta factores existentes antes de su llegada al poder. De hecho, asevera
que “EE.UU. ha estado al borde de convertirse en una ‘democracia defectuosa’
por varios años”. El índice, no obstante, sí explica en parte el auge de
Trump.
Por muchos años
las instituciones estadounidenses han sufrido un desgaste que se refleja en
los sondeos. La encuestadora Gallup encontró que la confianza que tienen los
estadounidenses en las instituciones más importantes de su país está en
puntos bajos. Por ejemplo, solo un 20% de los ciudadanos manifiestan hoy
mucha confianza en los periódicos, comparado al 39% en 1990; solo 36% tienen
mucha confianza en la Corte Suprema, comparado a la mayoría en los años
ochenta; el 9% confían en el Congreso, comparado al 39% en 1985.
Ya en 2015 el
reconocido centro de investigación Pew observó que “La confianza del público
en el gobierno federal sigue estando en niveles históricamente bajos. Solo el
19% de los estadounidenses hoy dicen que confían en que el gobierno en
Washington hará lo correcto ‘casi siempre’”. Basado en las encuestas,
produjeron una gráfica impresionante sobre esa tendencia. A mediado de los
años sesenta, la confianza en el gobierno federal estaba alrededor del 75% y
de allí empezó un largo declive interrumpido por dos repuntes notables: la presidencia
de Reagan e inmediatamente después de los ataques terroristas del 11 de
septiembre del 2001, alza que duró poco.
Las caídas en
confianza coinciden con el crecimiento del gobierno federal y la
centralización del poder en Washington. Fue en los sesenta que EE.UU. se
embrolló en la guerra en Vietnam y expandió notablemente el Estado
benefactor. Coincidió también con el deterioro económico. En los ochenta,
tanto la reducción del papel del Estado en la vida de las personas como la
recuperación económica generaron una mejora de la confianza. Esta cayó con el
primer presidente Bush y volvió a crecer con el presidente Clinton, cuyo
gobierno redujo el tamaño del Estado federal gracias en parte al fin de la
Guerra Fría. Los atentados terroristas del 2001 resultaron en un gasto
público descontrolado que se destinó no solo a guerras y seguridad, sino a
todo tipo de actividad federal doméstica. En respuesta a la crisis
financiera, ese incremento del gasto se aceleró bajo el presidente Obama, así
como la actividad federal en nuevas áreas de la economía estadounidense.
Los
estadounidenses llegaron a desconfiar de un sistema que parecía servir a los
intereses de la élite y aquellos políticamente conectados. Y tal lectura
tiene cierto sentido, pues hubo mucho capitalismo de compadrazgo en los
rescates financieros a Wall Street, la impopular reforma de Obama al sistema de salud, la violación de
contratos y del Estado de Derecho en el rescate federal de ciertas empresas
automotrices y demás programas que no reactivaron la economía de manera
rápida o eficaz.
Ese ambiente
benefició a Trump y a su discurso antisistema. Claramente, la preocupación
del establishment con la desigualdad no aterrizó con el público que eligió al
multimillonario que prometió, entre otras cosas, bajar los impuestos. No solo
el 1% de la población ve tales preocupaciones con cierto escepticismo, ya que
siempre son acompañadas por propuestas de agrandar el papel de los políticos
en la vida de la gente.
El problema es que
el populismo de Trump desprecia abiertamente las instituciones del país y las
sigue erosionando a través de su afán de centralizar más poder en Washington.
La democracia estadounidense está en una fase nueva en que la política ya no
es “normal” para ese país y podemos esperar que se vulneren más las
libertades de los estadounidenses.
El peligro es,
como advierte el experto en instituciones Daron Acemoglu, que si se normaliza
lo antes impensable, muchos perderán su brújula moral. En el fondo, es una
observación acerca de un posible cambio cultural y es lo que también está en
juego.
http://elcomercio.pe/opinion/mirada-de-fondo/democracia-defectuosa-donald-trump-ian-vasquez-noticia-1965748
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El final del sueño tecnocrático
Martín Tanaka
Los sucesos de las
últimas semanas marcan el irremediable final del sueño tecnocrático
neoliberal: decisiones técnicas, libres de nefastas interferencias políticas,
que aseguran decisiones eficientes, el mejor uso de los recursos públicos.
Quedarían atrás la
demagogia de los políticos, la corrupción de los burócratas y funcionarios
“mercantilistas”, gracias a las ventajas de la libre competencia y la acción
de los actores privados. Después del desastre de finales de la década de los
años ochenta, el fujimorismo sentó las bases del sueño. Funcionó bien por un
tiempo, pero la promesa fue traicionada por su implementador: Alberto
Fujimori, el antisistema, el antipolítico, terminó encarnando todos los males
del político “tradicional”: buscó perpetuarse en el poder, subordinó la
necesidad de reformas a cálculos electorales, construyó o permitió la
construcción de una vasta red de corrupción.
Pero al menos
Fujimori fue eficaz en destruir el orden anterior. Caído aquél, los viejos
partidos y personajes no volvieron tal cual del pasado, lo que no solo
permitió la continuidad del sueño de los años noventa, sino su
fortalecimiento.
A lo largo de los
gobiernos de Paniagua, Toledo, García y Humala, descubrimos que los
políticos, carentes de ideas y de cuadros, delegaron en los “expertos”, la
toma de las decisiones importantes, para bien y para mal.
Esto permitió la
continuidad y asentamiento de ciertas orientaciones de política pública que
explican que Perú haya sido uno de los países que más creció y redujo la
pobreza en América Latina en los últimos quince años. También generó una
notable reducción del espacio de debate público, una menor transparencia y
rendición de cuentas. Pero la promesa era que el país estaba en buenas manos,
y que los buenos resultados lo justificaban todo.
En las últimas
semanas descubrimos evidencia de que elementos esenciales del modelo nunca
funcionaron: Proinversión llamaba a concursos con proyectos genéricos que
luego daban lugar a la necesidad de adendas que inflaban los precios; los
privados tenían capacidad de amarrar con los funcionarios las bases de los
concursos para beneficiar a postores específicos; resulta que existen
amplísimas redes de complicidad que involucran a empresarios, funcionarios,
jurados, evaluadores, árbitros, políticos, periodistas, que permitieron que
estos esquemas funcionaran. Los escándalos de Odebrecht, los problemas de la
concesión del aeropuerto de Chinchero, han atacado al discurso tecnocrático
en su línea de flotación.
En el debate que
han propiciado sobre este tema Fernando Vivas, Jaime de Althaus y Carlos
Meléndez en las páginas de El Comercio esta semana, me parece que esto no
necesariamente es consecuencia de un malévolo proyecto planificado desde el
inicio, ni que pueda exculparse a los tecnócratas con el argumento de que se
trata de un buen plan que falla en la ejecución, debido a presiones o
incentivos externos (Brasil). Estamos ante la falla de la élite de derecha
del país, demasiado cómplice, demasiado complaciente con el “mercantilismo”
que proclamaba despreciar.
Puesto ante una
encrucijada, el gobierno del presidente Kuczynski no ha optado por la defensa
de los principios, pervertidos por los actores, sino por un manejo político
cortoplacista, ilustrado en la decisión de “Chinchero va". Esta decisión
tendrá consecuencias, porque empujan a la orilla opositora a aliados
naturales del gobierno, a los defensores principistas del modelo pervertido
por el “mercantilismo”. Veremos cuán profunda llega a ser esta grieta y si se
lamentará haber tomado esta decisión en el futuro.
http://larepublica.pe/impresa/opinion/845618-el-final-del-sueno-tecnocratico
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El negocio (turbio) del siglo
César Lévano
El Presidente
Pedro Pablo Kuczynski ha ratificado en Chinchero que más que un estadista es
un hombre de negocios, que coloca sus intereses privados antes que los del
país. Ha pactado con una de las empresas que el neoliberalismo ha
implementado, que se asocian con el Estado, invierten muy poco dinero, no
aportan tecnología pero se llevan durante décadas ganancias millonarias en
dólares.
PPK no recurre al
simple amiguismo. En el caso del aeropuerto de Cusco entra la red de negocios
que lo asocia con el expresidente de Chile Sebastián Piñera. Quizá el hecho
de que el negociado de Chinchero lo ponga al descubierto es lo que ha
provocado su ira contra sus críticos.
“¡Cállense la
boca! ¡Déjennos trabajar?”, ha gritado. Por supuesto que con esa grita no va
a silenciar la verdad. Hace siglos, don Francisco de Quevedo escribió:
“No he de callar
por más que con el dedo / silencio ordenes o amenaces miedo. / ¿Siempre se ha
de pensar lo que se dice? / ¿Nunca se ha de decir lo que se piensa?”.
Medio siglo atrás,
en los días del gobierno del general Juan Velasco Alvarado, un joven cadete
de la Escuela Militar de Chorrillos declaró a Caretas que él consideraba que
la presidencia de la República era el último grado en la carrera de un
militar. Ahora parece que el último escalón en la trayectoria de un
presidente del Perú es la cárcel.
Ya está en prisión
Alberto Fujimori. Está al borde de las rejas Alejandro Toledo. Alan García y
Ollanta Humala aguardan en la sala de espera o de la fuga. Nadie puede alegar
que son víctimas de calumnias.
Si bien pensamos,
la culpa no es solo de esos malandrines. Grave responsabilidad recae sobre
quienes los eligieron y hasta los reeligieron, pero más grande es el baldón
de una casta de politicastros y empresarios delincuentes que desprecian el
Perú y su pueblo.
Más de una vez me
he preguntado por qué no fueron presidentes de la República el Haya de la
Torre joven, Jorge Basadre o el pensador socialcristiano Víctor Andrés
Belaúnde.
Los saqueadores
del fisco, los empresarios del robo, les cerraron el paso, y pusieron los
candidatos y los fondos adecuados. Con el aporte de los bancos y fundaciones
del imperio que se injieren en nuestra política desde la iniciación de la
República.
http://diariouno.pe/columna/el-negocio-turbio-del-siglo/
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En el huaico de la vida
Jorge Millones
Lima, otrora lindo
valle, hoy es un desierto asfixiado por el cemento de la corrupción y cercada
por los huaicos. Tantas veces se dijo que estábamos ad portas del estrés
hídrico y nadie hizo caso, hoy más de 26 distritos están sin agua. El río
Huaycoloro por un lado, el Rímac, por el otro, se desbordan y van comiéndose
avenidas y autopistas antes de meterse a las casas dejando a muchas familias
sin hogar.
El experto
municipalista Gustavo Riofrío advierte sobre el peligro de un embalse del río
Rímac provocado por el deslizamiento del cerro Tamboraque en San Mateo. Para
colmo, cerca de allí hay dos depósitos de relaves y sería una desgracia que
sus contenidos tóxicos lleguen al Rímac, nos quedaríamos sin agua y la poca
que quede, estaría contaminada. Pero las autoridades no prestaron atención
antes y no lo harán ahora.
Los problemas del
tráfico y accesibilidad en la ciudad se han agudizado aún más con los huaicos
que ya llegaron al distrito del Rímac y el centro de Lima es un horno al que
no debemos entrar. Y hay distritos, como San Juan de Lurigancho, Chosica o El
Agustino, en los que a determinadas horas no se puede entrar ni salir. Y
coronando esta pirámide de desgracias tenemos una ola de calor que nos
persigue de día y de noche generando una sensación apocalíptica.
EL HUAICO DE TU
AUSENCIA
Los huaicos ya no
son como los de antes, que se parecían a esos pesados predicadores que te
tocaban la puerta y luego se marchaban después del portazo, no. Hoy los
huaicos vienen a demostrar su fuerza y a destruir los símbolos más preciosos
del “crecimiento” neoliberal, vienen a tirarse abajo ese enfermizo culto al
cemento que ha llevado al pueblo limeño a elegir reincidentemente al que
“roba, pero hace obras”. El huaico se lleva puentes, camiones, autos,
construcciones precarias, mastica asfalto, te rompe la puerta y te obliga a
trepar al techo para sobrevivir. Realmente esto se parece mucho a los
desbordes de 1998 ¡Aguanta! ¿En 1998 pasó lo mismo? Sí, muy parecido, casi 20
años y las autoridades municipales no planificaron nada para este tipo de
desastres, y cada vez que se planificaron buenos proyectos, se los bajaron
los amantes del cemento y el bypass bajo el aplauso de la prensa concentrada.
El alcalde
Castañeda brilla como este sol, pero por su ausencia. No se le ve, los
huaicos se pasean por Lima gritando “¡Lucho, Lucho!”, pero él ya no solo es
mudo, es invisible. Preside Defensa Civil, pero nadie defiende a los civiles
damnificados que han quedado atrapados en sus azoteas porque el huaico les
tapió la entrada o les inundó la sala de barro y rocas. ¿Y las maquinarias?
¿Y las carpas? ¿Y el alcalde? ¡Dinos algo Lucho! ¡Ponte un mensaje por
televisión diciendo que ya vas, pero algo! Ni siquiera un hayku solidario
hemos tenido del alcalde.
EL HUAICO DE LA
HISTORIA
La historia del
Perú es como un huaico, cuando la gente se va acostumbrando a la corrupción y
a las dictaduras, aparecen furibundas oleadas de cambio social, y siempre que
se van acostumbrando a la prosperidad y la democracia, aparecen huaicos de
corrupción, autoritarismo y violencia.
El “corrimiento de
tierra” es un deslizamiento de lodo y rocas provocado por las lluvias, en el
Perú menos mal les llamamos “huaycos” o “huaicos”, gracias al quechua
(wayqu). No me imagino a los peruanos gritando “¡Corran que se viene el
corrimiento de tierra!”. No, aquí decimos “¡Corran que se viene el huaico!”.
Y siempre ha sido así, los antiguos pobladores de la costa peruana sabían que
aquí había un problema con el agua, que en determinadas épocas se traducía en
escasez y huaicos. El llamado “Fenómeno de El Niño” también era conocido por
ellos y de alguna manera había cierta planificación, aunque la vida era
bastante complicada. Los Moche sufrieron muchas veces el embate de “El Niño”
sobre todo en la agricultura, y aunque supieron por siglos lidiar con el
problema, la naturaleza terminó imponiéndose. Los incas también padecieron a
los huaicos y debían estar reconstruyendo constantemente sus caminos y
tambos, así como sus puentes tejidos ritualmente con paja (como en Q´eswachaka)
y que obedecían a una concepción más integral con la naturaleza, conocían
mejor sus ciclos y la respetaban, de ahí que pudieran planificar mejor.
Durante la colonia
mucho del conocimiento ancestral se perdió, los españoles trataron de
adaptarse a los terremotos y huaicos limeños, pero poco se pudo hacer. En la
etapa republicana, el huaico más devastador que se recuerde fue el de Yungay
(Huaraz), cuando en 1970 luego de un devastador terremoto que dejó cien mil
muertos, un tremendo deslizamiento de tierra sepultó para siempre al poblado
de Yungay, dejando apenas visible, la punta de una iglesia y un par de
palmeras, todo el pueblo y su gente quedaron sepultados. En aquella ocasión
se recuerda la solidaridad de Cuba al enviar 100 bolsas de sangre y un destacamento
médico para ayudar a los supervivientes. El propio Fidel Castro donó sangre
aquella vez. Por eso, conmemorando 47 años de aquel desastre, se acaba de
inaugurar en Huaraz, en enero pasado, el Parque Cuba, develando un monumento
al prócer cubano José Martí en señal de agradecimiento por la ayuda recibida.
Tunel
EL HUAICO DEL
ADIÓS
Mientras Lima
muere de sed, en la sierra las lluvias no paran de caer causando inundaciones
y desborde de los ríos. Mientras que en un lugar falta agua, en otros el agua
los inunda. Algo nos está diciendo la naturaleza con los huaicos y las
inundaciones, algo que nuestra estrecha visión de “desarrollo” nos impide
escuchar. Quizás sea tiempo de ver el problema de forma integral, entender
que somos unos de los primeros países afectados por el cambio climático, que
el estrés hídrico se agudizará, que la temperatura seguirá aumentando sino
hacemos crecer las áreas verdes en la ciudad, sino sembramos árboles
masivamente, sino cuidamos la poca agua que tenemos (acuérdate que los pitucos
también tienen piscinas, amiga periodista).
¡Y aprendamos la
lección! No todo es cemento, no todo son escaleras y bypass, no puedes
construir tu casa donde te dé la gana porque se va a caer o se la llevará un
huaico. Ya quedó demostrado que sus obras no te sirven, que te robó el doble
y que encima le regalaste tu voto. Ahora estás encerrado en tu distrito sin
poder salir por alerta de huaico. No toda la culpa es de las nefastas
autoridades que tenemos, alguien las puso ahí.
Si no queremos que
Lima se convierta en una atracción turística: “Lima, la ciudad fantasma. La
capital de un gran país que hacía un buen ceviche y que fue abandonada por
sus pobladores por falta de agua”, algo debemos hacer ahora. Escuchemos a los
que saben y no están solo detrás de los “negociazos”. Recordemos que reinos
que duraron más que el Perú, tuvieron que abandonar sus tierras y ciudades
por falta de agua.
Si no entendemos
esto de una vez, que nos lleve un huaico.
http://diariouno.pe/columna/en-el-huaico-de-la-vida/
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"Para mí, son 20 millones"
Rosa María Palacios
Alejandro Toledo
debe ser uno de los políticos más mentirosos que ha conocido la política
peruana y eso, viendo a sus pares, no es poca cosa. Se hizo desde la pobreza
sobre la base de impresionar a quien pudiera becarlo, así que tuvo la
habilidad de transformarse en lo que él adivinaba, con astucia, era lo que
sus interlocutores querían escuchar. No importaba cuántas transformaciones
biográficas tuvo a lo largo de los años, como cuántas veces murió su madre o
cuántos hermanos tuvo. Supo conmover y cuando se le descubría la falta, la
minimizaba.
Fresco como pocos,
a Toledo Presidente hubo que comprarle todo lo que usó en Palacio, como
becario perpetuo, pero aun así no parecía ladrón.
Debemos recordar
con pena que Alejandro Toledo fue la esperanza de un país que salía del
letargo que causa un gobierno autoritario y que descubría los inmensos
niveles de corrupción ocultos por años. El fujimorismo odia a Toledo porque
fue su gobierno el que, desde el pedestal de moralidad, lo arrojó al abismo
político y lo hizo trizas.
Ese odio hoy se
vuelve júbilo cuando se descubre lo que estaba cantado desde que se investiga
el caso Ecoteva desde el 2013: Toledo es un Presidente corrupto. Se vendió
por 20 millones de dólares. Migajas en comparación con la integridad de un
ser humano. Al igual que Fujimori –que, para comparar un solo delito, le
“regaló 15 millones de dólares” a su ex amigo Montesinos– ambos podrían
compartir las instalaciones de la Diroes, nuestra original “Cárcel para
Presidentes”. En realidad, nada hay que celebrar, salvo el valor purificador
de la verdad y la justicia.
El caso de Toledo
es curioso. Primero se descubrió en qué se gastaba la coima y, años después,
de dónde venía exactamente. Porque la duda existía. Él era el beneficiario de
una casa en Casuarinas (como testificó el corredor), una oficina de lujo y el
pago de las hipotecas de sus casas de Camacho y Punta Sal. El dinero de
Ecoteva pagó hasta las deudas de sus tarjetas de crédito. Demasiada
generosidad del amigo Maiman.
Demasiada
triquiñuela con las empresas en Costa Rica y la suegra testaferra (“heredera
del holocausto”) como para no ser evidente la sucia procedencia. Pero existía
la duda sobre si era plata que se robó de la campaña del 2011, favores en el
exterior a Maiman o coima pura y dura. Hoy se sabe, por una fuente protegida
y un funcionario de la empresa Odebrecht que él dijo: “Para mí son 20
millones”. La fiscalía le ha ubicado 11 millones de dólares en cuentas de
Maiman. Faltan 9 millones. ¿Será la comisión del amigo? No se sabe aún. Tal
vez sean los fondos en Israel que le permitan terminar su vida huyendo con
comodidad de la justicia peruana mientras que, en la cúspide de su mitomanía,
grita que es inocente y “perseguido político”. ¿De quién? ¿Del gobierno de
Kuczynski?
Lo que ya se sabe
es que Odebrecht no es la única empresa que corrompió a Toledo. En la
“Operación Castillo de Arena” la policía brasileña ubicó un documento con una
cantidad, un número de cuenta y el nombre de Toledo. Así, Camargo Correa,
otra de las constructoras brasileñas de la Interoceánica, había depositado
más de 90,000 dólares en una cuenta en Londres a nombre, otra vez, del amigo
Maiman. Lo que no se puede entender es por qué se le dio tiempo a Toledo para
huir si esa información ya la tenía el fiscal Castro cuando Toledo aún estaba
en el Perú. Ahora, desde París, puede volar a Israel desde donde extraditarlo
será tan difícil como fue el intento fallido de extraditar a Fujimori desde
Japón.
Hay, en este caso,
una persona con responsabilidad que pasa desapercibida. Es Eliane Karp la que
ha ayudado activamente a ocultar y gastar este dinero y es ella la que le
abrirá la puerta a un escape a Israel. Ella también debe ser procesada como
toda esposa que haya cometido actos delictivos dentro de una banda de crimen
organizado donde ocupa una posición. Si la pareja del político es la
proveedora de los testaferros ¿no merece alguna imputación penal? El caso
García debe tener en cuenta esta historia.
Tenemos al
corruptor confeso, al dinero y su ruta, lo gastado y sus testaferros. ¿Qué
falta? El delincuente prófugo que ya sabía desde el 22 de diciembre que
venían por él y se daba el lujo de bailar en Punta Sal en la noche de Año
Nuevo. ¿Por qué se lo permitieron si alertamos de esto? Nadie puede dar una
explicación sensata. Lo único que está claro es que Toledo no volverá al Perú
por su propia voluntad.
http://larepublica.pe/impresa/opinion/845617-para-mi-son-20-millones
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Problemas en el andamiaje
Mirko Lauer
La acusación de
Odebrecht tiene miga, y acerca a Alejandro Toledo al banquillo de los
acusados, donde en verdad ya está sentado. Con US$ 20 millones, sería el
primero de los peces gordos que está persiguiendo la fiscalía. El ex
presidente lo niega todo, como desde el primer día en que apareció su
inexplicable bonanza traducida en propiedades inmobiliarias.
Sin embargo el
camino hacia la condena no parece automático. La presencia del millonario
peruano-israelí Josef Maiman en el caso ha venido funcionando desde el inicio
como un tabique entre las entregas de dinero y su destino final. El flanco
débil de esto está en que Israel modificó en 1999 su ley de extradición, y
ahora la permite también para sus ciudadanos.
Esta rama del caso
Odebrecht llega cuando los misterios de Ecoteva todavía no han sido
legalmente resueltos del todo, pero ciertamente engloba las primeras
sospechas y el juicio abierto en el 2013. Ya entonces Toledo estaba preso en
el laberinto de versiones con el que quiso explicar el origen de sus compras
en el Perú.
Toledo sigue dando
versiones inconvincentes. Ahora, desde una gira por Europa, sostiene que ya
ha sido investigado y encontrado inocente, y que las nuevas acusaciones
simplemente son para hacerle daño. En otras palabras, que se trata de una
maniobra para perjudicarlo políticamente.
Si el ex
presidente llega a ser puesto en detención preventiva, la imagen tendrá un
enorme impacto en la historia política del país. A Toledo le tocó presidir
los cientos de juicios y encarcelamientos que siguieron a la corrupción de
los años 90. Una época en que los fujimoristas sostenían que todo el país
político era igual de corrupto.
Aquella profecía
autodefensiva en cierta medida se ha cumplido, y de paso Alberto Fujimori
disfrutará desde la cárcel la caída del hombre que con su vincha libertaria
hizo tanto por derrocarlo. Con esto además la autopercepción del
antifujimorismo como una suerte de reserva moral en la política sufre un
inocultable golpe.
Con su teoría del
complot contra su persona, Toledo parece maduro para tomar el camino del
asilo político. Es casi imposible que alguien se lo conceda, con lo cual el
camino se volvería el de la extradición. No volver a la brevedad posible
sería reconocer una culpa.
http://larepublica.pe/impresa/opinion/845615-problemas-en-el-andamiaje
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Que sea la hora de los peces gordos
Augusto Álvarez Rodrich
El inminente
pedido de captura del ex presidente Alejandro Toledo y el allanamiento de su
vivienda de Camacho, constituyen hechos trascendentales para la lucha
indispensable contra la corrupción en el Perú.
Esto obedece a la
conclusión a la que ha llegado la fiscalía de que Toledo recibió sobornos de
Odebrecht por US$ 20 millones para facilitar, a su favor, la licitación de la
carretera interoceánica sur, información que habría sido ofrecida por el hoy
colaborador eficaz Jorge Barata.
Ahora corresponde
un juicio riguroso, pero la contundencia de la información que posee la
fiscalía apuntaría a la culpabilidad de Toledo, quien debiera dejar de lanzar
esas frases rimbombantes que lo caracterizan especialmente frente a momentos
cruciales como estos.
Este hecho
constituye, por un lado, una lástima porque Toledo representó en su momento
la respuesta de la sociedad peruana frente al autoritarismo y la corrupción
del gobierno del ex presidente Alberto Fujimori, junto con un adecuado manejo
de la economía, todo lo cual lo ponía en el lado correcto de la historia.
Pero la
constatación de los graves delitos que habría cometido también constituye un
paso muy positivo para el país básicamente por dos razones.
Primero, porque
ayudará a entender a todos los ciudadanos que la corrupción es una lacra que
no está asociada a una ideología en particular, ni con un estilo de gobierno,
ni con la democracia o con la dictadura, ni con un momento específico.
Corrupción puede
haber siempre, por lo que es inconveniente la generalización que impide
establecer políticas correctas para combatirla.
En segundo lugar,
pero no por ello menos importante, está el gran valor para la sociedad de que
las investigaciones alcancen a un jefe de Estado, pues ello transmite el
mensaje a la ciudadanía de que la lucha anticorrupción se realiza caiga quien
caiga, que no solo comprenderá a los funcionarios intermedios, y de que esta
se hará hasta las últimas consecuencias.
La condena por
corrupción a un presidente, y su cumplimiento efectivo en la cárcel, como
merecidamente correspondió a Fujimori, y como debiera suceder con Toledo si
se comprueban, en un proceso imparcial, los delitos por los que se le
acusará, es un hecho traumático pero muy positivo para el país pues ayuda a
que los potenciales asaltantes del erario sepan lo que les puede pasar.
Que se haga
justicia, por el bien del país, y que sigan cayendo los otros peces gordos
que robaron y se enriquecieron desde Palacio de Gobierno.
http://larepublica.pe/impresa/opinion/845616-que-sea-la-hora-de-los-peces-gordos
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“Se roba pero se crece”
Carlos Meléndez
En las últimas dos
décadas, la prédica a favor del modelo económico se ha apoderado del
optimismo de las élites. Revise usted las marcas país de los últimos años,
desde “El Perú avanza” hasta la promesa del país OCDE. El predominio de las
ideas-fuerza de la derecha tecnocrática ha generado un establishment que se
resume en la defensa del “piloto automático”, la agilidad burocrática basada
en el “destrabamiento”, las alianzas público-privadas como motor del
desarrollo y la tramitología como enemiga pendiente. El “fin de la historia”
había aterrizado con la victoria en las urnas de Kuczynski, el símbolo
andante de quienes creen que negocios y política son las dos caras de la
misma moneda.
El modelo de
gestión pública no desarrolló un diálogo entre la economía y la política.
Está obsesionado en las macrocifras, confiando en que el desempeño económico
resuelva automáticamente los problemas estructurales del país (informalidad,
desafección, centralismo). Que casi todas las tiendas le reclamen al
presidente “más política” expresa el máximo nivel de apoliticismo que alcanzó
el Ejecutivo en su historia. Pero no se trata solamente de carencia de tacto
político e “inteligencia social”, sino también de desprecio (o ignorancia en
el mejor de los casos) por el desarrollo de instituciones políticas. Coincido
con el diagnóstico de Jaime de Althaus: la corrupción contemporánea “se debe
a que hemos crecido, pero no hemos construido un orden institucional”. La
pregunta para el debate es: ¿quiénes asumen la responsabilidad del crecimiento
sin instituciones que –por acción u omisión– prescindió de contrapesos
formales que previnieran la megacorrupción actual?
Sabemos quiénes
son los responsables políticos; pronto sabremos quiénes son los responsables
penales. Pero es necesario señalar a los responsables ideológicos: la derecha
(especialmente la tecnocrática). Asentados cómodamente en el establishment,
los gestores del modelo y los “dueños del mercado” legitimaron el “se roba
pero se crece”, mandamiento sagrado de quienes sostienen que “un poco de
corrupción no hace daño”. Desarrollaron una escudería de empresarios (y sus
gremios) y burocracia ad hoc de lobbistas y opinólogos, que desde las
palestras de la opinión pública influyente nos metieron su contrabando.
Obviaron que las adendas de los contratos en realidad rompen el principio de
la competencia, que las alianzas público-privadas son las cortinas de humo de
estados ineficientes, que la lógica del mercado no era “objetiva”, sino que
también podía parir corrupción. Determinada izquierda –sobre todo la que
llegó al poder en espacios subnacionales–se adaptó al sistema “se roba pero
se crece”. Pronto sabremos si quienes gobernaron la alcaldía de Lima y
algunas gobernaciones –Cajamarca, por ejemplo– también cayeron en el
pragmatismo coimero.
No solo caerán
peces pequeños y tiburones, sino que sobre todo se deslegitimará la forma de
hacer “política como negocios”. Estamos presenciando el fracaso de los
‘ganadores’, quienes nos enrostraban día a día su triunfo en la batalla de
las ideas y hoy tratan de esconder en el clóset de la vergüenza que han sido
cómplices –al menos ideológicos– de la corrupción más grande de nuestra
historia.
http://elcomercio.pe/opinion/rincon-del-autor/se-roba-se-crece-carlos-melendez-noticia-1965755
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