Chinchero no va - Mirko Lauer
Chinchero (Otra vez) - Luis Davelouis
Economía delictiva - Agustín Haya de la Torre
La modernización de la corrupción - Alberto Adrianzén
La plata llega sola - Fernando Tuesta Soldevilla
Nueva crisis y nuevo escenario - Juan de la Puente
La edad de oro americana - MARTÍN CAPARRÓS
Mátalos, es juego limpio - Gideon Levy
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Chinchero no va
Mirko Lauer
Un ilustre, ahora
también preocupado, vecino de Urubamba me envía un texto sobre Chinchero que
me tomo la libertad de glosar una parte.
A los políticos y
burócratas de Cuzco y de Lima, en Proinversión y en el MTC, les da por hablar
de aeropuerto “internacional”, una mentira propagada por el insolvente
concesionario de la obra, Kunturwasi. Chinchero, si el tonto y neblinoso
proyecto sale, también operará vía Lima, y por un siglo, con una diferencia:
boletos a US$300 más caros que los de ahora.
Neblina y granizo,
habituales en la altura, añaden al peligro de Chinchero. Los glaciares y
campos nevados de la Cordillera Urubamba, a 6,000 m.s.n.d.m., están a pocas
millas al norte del sembrío de papas designado como aeropuerto. Pintoresco,
peligroso.
Los avances
tecnológicos en aviación se centran en la electrónica y en nano-materiales.
Pero la física de Newton no va a cambiar, piensen lo que piensen las fuerzas
vivas del Cuzco.
¿La cosa puede ser
peor? Claro que sí. El campo de Chinchero es una base de piedra caliza. Para
los ingenieros, esto significa sumideros. Por ejemplo las terrazas incaicas
de Moray, cerca de Chinchero y a la misma altura, son sumideros. La
preocupación no aparece en los estudios de ingeniería. Algún día un avión de
200 toneladas podría aterrizar allí y abrir un inmenso hueco instantáneo.
Mala cosa.
Los caminos,
desagües y servicios eléctricos de Cuzco ya son de por sí patéticos. Se habla
de un nuevo sistema de transporte entre Chinchero, Cuzco y Urubamba, pero no
hay planes para eso. Gracias a la estatal Electro-Sur-Este, en Urubamba, la
provincia sede de Chinchero, los apagones son casi diarios.
¿Qué hacer con los
7 millones de turistas al año prometidos por el Presidente Kuczynski? Machu
Picchu ya está atiborrado con solo 5,000 o a veces 7,000 visitantes diarios.
Un estudio encargado por el gobierno recomienda no más de 5,400. Digamos unos
dos millones en el año.
Cuzco piensa, y
dice, que necesita un nuevo aeropuerto. El actual, Velasco Astete, está a
3,250 m.s.n.d.m., 500 metros menos que Chinchero, una gran diferencia a esas
delicadas alturas. Velasco Astete, administrado por Corpac, consiste de 240
has de buena tierra plana, donde con poco gasto y poca dificultad podría
extender y ampliar sus pistas, con nuevos terminales y sobre todo nueva
electrónica. Los A219 y A320 usados por Latam y Avianca pueden entrar en
piloto automático, como es rutina en Europa y Norteamérica, donde el clima es
mucho peor que en Cuzco.
Pero las fuerzas
vivas, la Cámara de Comercio y los políticos locales de Cusco tienen otros
planes para las 240 has del Velasco Astete, ubicadas a minutos del centro.
Como terreno ya valen US$1,000 el M2, y US$2,000 antes del 2020. Tome lápiz y
papel para calcular cuánto significa este regalo de valiosa tierra para los
pesos pesados de la ciudad imperial.
http://larepublica.pe/impresa/opinion/842909-chinchero-no-va
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Chinchero (Otra vez)
Luis Davelouis
Kuntur Wasi ganó
la licitación del aeropuerto de Chinchero con una propuesta económica que
equivalía a la mitad de la que presentaron sus competidores. Nada mal, ¿no?
Sin embargo, hoy, la necesidad de destrabar el proyecto mediante una adenda
se origina porque –gracias a un “error” en el diseño del contrato– KW puso
una tasa de interés –por sus molestias– que elevaba el costo del proyecto de
US$500 millones –lo planteado originalmente– a casi US$1,200 millones.
Era tan rochoso
que el gobierno anterior se lo dejó al actual.
Así es que luego
de llamar a la CAF y a la Contraloría para tratar de solucionar este impasse,
se decidió que se adelantaría el pago para que Kuntur Wasi pudiera empezar
las obras. Sí, con muchas condiciones, pero le iban a dar la plata igual. Sí,
el costo que empezó en US$500 y llegó a US$1,200 bajó ahora a poco más de
US$800, pero siguen siendo US$300 millones más de lo estimado.
Parte
importantísima del contrato de concesión es la construcción del aeropuerto,
la otra es la operación del mismo. Kuntur Wasi no es constructor, así que
deberá contratar uno. Entonces, si el Estado pondrá la plata por adelantado y
el privado no puede construir el aeropuerto, ¿para qué necesita el Estado al
privado en esta etapa? ¿No sería mucho más eficiente –y ya no decimos
trasparente y ético– que el Estado construya el aeropuerto por sí mismo –sí,
quizás demore un poco más– y luego licite su operación?
No sé si la
presidenta de Ositran se puso en contra de la adenda porque igual le tocaba irse,
pero ¿sus gerentes también? Lo que sí sé es que cuando caiga la piedra –que
caerá– nos parecerá a todos que ella fue la única que tomó una decisión
estratégica de largo plazo.
http://peru21.pe/opinion/luis-davelouis-chinchero-otra-vez-2268888
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Economía delictiva
Agustín Haya de la Torre
El término
“economía delictiva” parecía reservado por los especialistas para los
ilegales que acumulan por los márgenes del sistema capitalista. El supuesto
de que los formales cumplen con las reglas, además de que son serios con sus
inversiones, los convertiría en el ejemplo a seguir.
La narración
consagra a las grandes empresas como virtuosas en grado sumo. Cuanto más
internacionalizadas, el valor agregado en eficacia, eficiencia,
competitividad, sube a nivel superlativo.
Odebrecht, con sus
168 mil trabajadores e ingresos superiores a los 30 billones de dólares,
extendida por todo el continente americano más buena parte de África, cubría
todos los requisitos de una poderosa transnacional, ejecutando obras de
envergadura, desde carreteras, represas, vías férreas, puertos, etc.
Fundada en 1944,
pasó por tres generaciones. A fines de los años ochenta, decidió crear,
obviamente en base a la experiencia adquirida, el “sector de relaciones
estratégicas”, encargado institucionalmente de la corrupción de funcionarios
públicos, a fin de obtener fraudulentamente las obras que les interesaba. El
modus operandi proseguía con la multiplicación de los costos originales,
subiéndolos a veces hasta donde llegara la imaginación y la venalidad de los
gobiernos.
El esquema,
copiado por otra media docena en el ramo, resultó imbatible por lustros. Los
privados organizaron todo un sistema de asalto y saqueo del Estado. No
repararon en viciar a su propio país, fagocitando a gobiernos enteros.
Lograron convertirse en las empresas bandera del Brasil. El discurso
ideológico, siempre neoliberal para que los dejen invertir en el mayor relajo
posible, sumaba una práctica mercantilista, siempre apegada a las altas
autoridades públicas a las que compraban sin escrúpulos.
Desde Argentina
hasta México, nadie escapaba a su presencia. Incluso penetraron en los
propios Estados Unidos. Por lo que se va descubriendo, en el Perú, lograron
montar un poder paralelo, que atraviesa todas las gestiones presidenciales
desde hace cuatro décadas. Presidentes, ministros, altos cargos, nadie
escapaba a su organización delictiva.
Una forma elegante
de crimen organizado, ejercida por gente refinada, dueña de una abultada
billetera. Sus gestores montaron una vasta red de apoyo político y social,
que incluía por supuesto a la burguesía local, incluidos los grandes medios
de comunicación.
El escándalo acabó
con el gobierno del PT. Las pruebas apuntan ahora al régimen actual, pese a
la extraña muerte del juez supremo que dirigía el caso. La corrupción
sistemática trae por tierra el discurso neoliberal, poniendo en agenda la
necesidad de rescatar la ética y la fiscalización sobre las administraciones
venales, que aquí se convirtieron en cómplices del asalto. Sancionar el
delito cometido deviene en un nuevo reto para defender la democracia en el
Perú y América Latina.
http://diariouno.pe/columna/economia-delictiva/
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La modernización de la corrupción
Alberto Adrianzén
Cuando estudié en
México, hace algunas décadas, tuve la suerte de tener como uno de mis
profesores a Arnaldo Córdova, en esos momentos (murió en el 2014) uno de los
más importantes intelectuales de ese país, cuyo gran aporte fue ofrecerles a
los mexicanos, y a los latinoamericanos también, una nueva interpretación de
lo que era hasta ese entonces la versión oficial de la Revolución Mexicana.
En una de sus clases, lanzó una frase que pese a los años transcurridos
siempre recuerdo: “La savia del sistema político mexicano es la corrupción”.
Seguramente para
algunos esta frase es bastante obvia si se toma en cuenta el reciente
escándalo en el que están involucradas varias empresas brasileñas (Odebrecht,
OAS, Camargo y Correa), algunas empresas peruanas y la casi totalidad de la
clase política, con los tres últimos presidentes, Toledo, García y Humala,
encabezando la lista de sospechosos. Y si a ello le sumamos al ex presidente
Alberto Fujimori, ya condenado por hechos de corrupción, se podría decir que
en el Perú, hace muchos años, la corrupción es pan de cada día.
Sin embargo,
quisiera introducir una variante en la reflexión: en qué momento el Estado
deja de ser solamente un botín que es saqueado cada cierto tiempo, y se
convierte en un espacio privilegiado en el cual, a través de “negocios
legales”, leyes y normas, la corrupción aparece como la manera en la que
opera y se organiza el Estado. Dicho de otra manera, en qué momento la
corrupción se convierte en la savia que mueve y da vida al Estado.
Corrupción en el
país siempre ha existido. El libro del historiador Alfonso Quiroz “Historia
de la corrupción en el Perú” da cuenta de este fenómeno a lo largo de nuestra
historia. Sin embargo, la pregunta sigue en pie: en qué momento se convierte
en una práctica sistemática y organizada, es decir, en un saqueo permanente
de nuestras riquezas y que no solo corrompe al Estado sino también a la vida
política y social.
Se podría decir
que el antecedente de esta nueva situación fue el primer gobierno de Alan
García, sin embargo el “privilegio” de construir y organizar al Estado
corrupto y corruptor lo tiene Alberto Fujimori que edificó en la década de
los noventa no solo un régimen autoritario sino también un Estado que se
organizaba en torno a la corrupción.
Es cierto que una
de las figuras centrales fue Vladimiro Montesinos, sin embargo, creo que fue
la punta de un iceberg que escondía, acaso por la espectacularidad de los
famosos vladivideos y las montañas de dinero que entregaba, el funcionamiento
de este Estado corruptor que fue organizado bajo una premisa que hoy casi da
risa: “el viejo Estado es corrupto” y por tanto debe ser reducido a su mínima
expresión para crear un nuevo Estado.
Bajo esta idea,
que se extendió rápidamente en nuestra región y que fue avalada por algunos
organismos internacionales, la economía se desreguló, el Estado se achicó,
los contratos con los privados y de estabilidad tributaria se convirtieron en
ley, algo sagrado, pese a que se les podía modificar al antojo del cliente.
La idea de que el mercado y los empresarios, libres de ataduras, con un
Estado enclenque y miope, era la mejor receta para desarrollarnos ha
fracasado. Y la tesis de la “tramitología” como base de nuestros problemas es
un rezago de esta visión.
Sin embargo,
contrariamente a lo anunciado, este nuevo Estado lo que ha permitido en todos
estos años ha sido la construcción de redes sociales ligadas a la corrupción.
Orellana es un buen ejemplo, como también lo es el caso Odebrecht y las
inmensas fortunas surgidas en estos años jamás explicadas y sí permitidas.
Redes en las que participaban partidos, políticos, empresarios, jueces,
fiscales, policías, medios de comunicación, autoridades políticas, los
poderes fácticos, etc., que se movían de un gobierno a otro, y en las que el
“personal” se reclutaba a lo largo del tiempo para convertirse en verdaderas
mafias con capos y todo, enquistadas en instituciones y espacios claves.
Dicho de otra manera, lo que más se ha modernizado en nuestro país han sido,
por un lado, la corrupción, y, por el otro, la delincuencia. Caras de una
misma medalla.
Hoy el Perú está a
punto de estallar. El velo que cubría la corrupción, finalmente, y así
esperamos una gran mayoría, ha sido levantado. Por ello, lo que tenemos que
hacer es impedir la impunidad y los arreglos bajo la mesa que son los que
permiten esa impunidad, que es lo que hoy quisiera la mayoría de la clase
política, empresarial y una burocracia estatal corrompida, y en especial los
fujimoristas y los apristas. Sé que el camino no será fácil, pero es el único
que tenemos por delante, que es hacer justicia y fundar una nueva política. Y
si no lo seguimos, la otra posibilidad es terminar siendo un “Estado
fallido”.
http://larepublica.pe/impresa/opinion/842913-la-modernizacion-de-la-corrupcion
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La plata llega sola
Fernando Tuesta Soldevilla
Nunca hay un mejor
momento para que los partidos reciban financiamiento público. Difícil que así
sea pues se trata de organizaciones que son ampliamente rechazadas por la
opinión pública. Sin embargo, si bien la Ley de Partidos Políticos
consideraba esta contribución pública desde el 2007, recién una década
después se hará efectiva, para aquellos partidos que tienen representación en
el Congreso.
Si bien este
rechazo ciudadano es comprensible, considerar que el problema del
financiamiento se resuelve solo con medidas de transparencia y sanción a los
partidos, escamotea y no responde la pregunta de fondo. Si los partidos
necesitan dinero, de dónde lo van a obtener. En nuestro país siempre ha sido
de fuente privada y su control ha sido bajo. Es así que los partidos tienen
que extender la mano a aquellos que concentran los recursos, vale decir las
corporaciones y las fuentes ilegales. En ambos casos, la vulnerabilidad del
partido es alta. Ninguna persona o empresa financia una campaña si no espera
una retribución futura (alguien dijo Odebrecht). Pero aquí y en cualquier
país, no es posible tener la seguridad absoluta de quiénes y cuánto se
financia de manera privada.
Los partidos
difícilmente pueden desarrollar incentivos inmateriales, por lo que los
recursos de sus miembros son escasos. El miembro de un partido, salvo que
tenga cargo de representación, no aporta a su partido, a no ser que tenga una
expectativa a futuro, como una candidatura. Incluso, la propia noción de
militancia, base de la organización política, está en cuestión o su actividad
es baja, salvo para campañas electorales. Si los partidos gastan cada vez más
en campañas electorales y no pueden proveerse de sus propios recursos, harán
todo lo posible por conseguir ese dinero, por lo que hecha la ley, hecha la
trampa.
De esta manera, el
financiamiento público busca equilibrar las diferencias entre los recursos
obtenidos por los partidos y disminuir la vulnerabilidad de ellos ante la
fuente privada. Es así que para los próximos cinco años, el conjunto de los
partidos recibirá poco más de 74 millones de soles. De esta bolsa, un 40% se
distribuirá de manera equitativa y un 60% en proporción a los votos obtenidos
por los seis partidos, para ser usados en gastos ordinarios, así como
capacitación. Esta cantidad es la más baja comparativamente con los países de
la región. La diferencia es que en el nuestro, no se entregará un aporte
adicional para las campañas electorales, que es en donde más se gasta y por
lo que se deja la única puerta abierta, que es el financiamiento de fuente
privada que, como se ha señalado, no hay manera de controlarlo.
Hay que darles
recursos a los partidos, con rígidos controles y sanciones. Estos tendrán la
oportunidad de tener dinero, allí donde era escaso o inexistente. Si bien es
poco, resulta abundante ante la sequedad de su bolsillo. Un mal uso del
recurso público no solo producirá escándalos políticos, sino que hará
retroceder al momento en que sin él, serán nuevamente vulnerables.
http://elcomercio.pe/politica/opinion/plata-llega-sola-columna-fernando-tuesta-soldevilla-noticia-1963450
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Nueva crisis y nuevo escenario
Juan de la Puente
El primer dato
político al inicio del presente año es el cambio de escenario respecto de los
meses anteriores que estuvieron presididos por una convivencia forzada entre
el gobierno y el fujimorismo y de una gobernabilidad compartida. Lo que se
tiene a la vista es una larga crisis que ha venido a quedarse por mucho
tiempo: la crisis de la corrupción.
Esta crisis abraza
a todos en distinta intensidad. Para el Gobierno, es una crisis “nueva”
debido a que no se encuentra en discusión, exclusivamente, sus relaciones con
el Congreso sino las denuncias contra el mismo Presidente de la República a
raíz de su participación en actos del 2005 que investiga la fiscalía, y de
por los menos otros tres ex presidentes.
Se ha dicho
bastante sobre lo que este hecho implica para el sistema y se ha usado para
ello palabras que denotan su naturaleza destructiva, como “terremoto”,
“tsunami” o “colisión de un meteorito”. Esto es cierto, como también lo es la
fortaleza de este sistema aparentemente muy débil, pero más fuerte de lo que
creemos o de lo que queremos. De hecho, un posible efecto de esta crisis es
que el sistema solo se descosa pero que no se rompa, lo que ya sucedió el año
2000.
Las tendencias
están a la vista: 1) la debilidad del gobierno, especialmente del Presidente
PPK; 2) las dificultades de un diálogo político consistente y eficaz como
respuesta a esa debilidad del gobierno; 3) la combustión de personajes
públicos importantes y de sus colectividades, con escasas posibilidades de
defensa pública; y 4) la re emergencia de las demandas sociales que ponen a
prueba y en evidencia la ausencia de reformas en los ámbitos de la política y
de la economía.
Por esas razones,
el año 2017 será de una compleja inestabilidad que, al no reducirse en
intensidad, será el antecedente de cambios drásticos el año 2018. En ese
contexto, la sola discusión de una probable vacancia presidencial representa
un elemento perturbador del proceso democrático y aunque esta posibilidad es
remota genera un estado de cosas en el que progresan salidas radicales dentro
y fuera del sistema.
PPK es el lado más
vulnerable de esta crisis al carecer de recursos que eviten su deterioro. La reciente
encuesta de IPSOS refleja una drástica caída suya mientras que sus ministros,
particularmente el premier Zavala, resisten. Esto podría indicar que la
opinión pública ha empezado a diferenciar su figura del resto del gobierno.
Algo contrario sucede con el fujimorismo: mientras el Congreso cae varios
puntos de aprobación, Keiko Fujimori se recupera y sube algunos puntos. Todo
esto podría ser la señal de que hemos retornado a un sistema de competencia
perfecta donde lo que pierde el jefe del gobierno lo gana la cabeza de la
oposición.
El segundo dato de
este nuevo escenario es que el principal impulso de los cambios obedece a una
alianza entre los medios y la opinión pública, que tienen al frente
instituciones con una escasa capacidad de movimiento, quizás a excepción de
la fiscalía. Las demandas anticorrupción de esa alianza ya tienen logros
–como la anulación del peaje de Puente Piedra y las restricciones a los
movimientos de algunos investigados– aunque todavía no tiene “calle” de un
modo sostenido, ni representación política. A eso se debe que la inicial
consigna de que “se vayan todos” sea débil y marginal, aunque podría crecer
en intensidad si se aprecia que los procesos judiciales tienden a la
impunidad o a la demora.
El tercer dato de
este nuevo momento es que esta larga crisis parece haber tomado por sorpresa
a todos a pesar de que las denuncias brotaron hace más de un año. El cuadro
formado presenta una evolución caótica y está a la espera de respuestas
institucionales. Una de ellas pudo provenir del Congreso, especialmente de la
comisión Lavajato, la que parece haber desestimado esta posibilidad
decantándose por una investigación bulliciosa y poco profesional. En un
terreno fértil para la movilización contra la corrupción, solo una parte de la
izquierda, la liderada por Verónika Mendoza, ha ensayado un llamado a la
vigilancia ciudadana.
http://larepublica.pe/impresa/opinion/841237-nueva-crisis-y-nuevo-escenario
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La edad de oro americana
MARTÍN CAPARRÓS
En estos días
agitados el mundo se preocupa por los efectos que tendrá el señor Trump sobre
su país —y por tanto sobre el mundo—. Es probable que el señor Trump no
mejore mucho el futuro próximo de su país; es notorio que ya consiguió
mejorar bastante su pasado cercano.
Vivimos una edad
de oro de la democracia americana —pero no es esta sino la que acaba de
terminar: la que la irrupción del señor Trump cerró con cólera y estrépito—.
Es un mecanismo clásico. Ya lo dijo, como casi todo, el general Perón: “No es
que yo haya sido bueno; es que los que vinieron después me hicieron mejor”.
Ahora, de pronto, el espejo roto del señor hace que políticos, columnistas,
actrices de Hollywood y otros opinadores despechados extrañen ese “ejemplo
para el mundo” —lo han escrito varios— que solían ser los Estados Unidos de
América. Y abundan: hablan de la democracia modélica, de la sociedad más
justa, del paradigma de libertad y todas esas cosas que la apoteosis del
señor Trump está por arruinar o ya arruinó.
Es curioso.
Hablan, en realidad, de un país donde las diferencias sociales y económicas
son extremas: donde el famoso 1% más rico posee más de un tercio de todas las
riquezas, donde los ingresos de la mitad más pobre de la población no
crecieron en los últimos 30 años mientras que los de ese 1% se triplicaron.
Un país que se gastó 700.000 millones de euros en salvar a los bancos que
casi lo hunden —llevándolo a una crisis por la que nueve millones de personas
perdieron sus trabajos en un año—.
Hablan de un país
donde más de seis millones de personas están presas o libres bajo palabra,
donde la proporción de negros encarcelados es tres veces mayor que la
proporción de negros libres. Un país cuyo Gobierno liberal y sonriente
deportó, entre 2009 y 2016, a tres millones de inmigrantes —mientras
proclamaba que los estaba ayudando—. Un país que ganó grandes fortunas
aprovechando la mano de obra barata y maltratada de otros países —y que ahora
se lamenta por sus consecuencias—.
Hablan de un país
que lanzó, sólo el año pasado, más de 26.000 bombas de gran poder en sus
operaciones militares sobre Siria, Irak, Afganistán, Libia y Yemen. Un país
que mantiene fuera de su territorio un campo de concentración donde encierra
a quien quiere. Un país que tantas veces intervino en los asuntos internos de
otros, muchas con extrema violencia.
Hablan de un país
armado, donde la mitad de los hombres posee armas de fuego, donde unas 12.000
personas mueren baleadas cada año. Un país donde proliferaron los mass
shootings —asesinatos masivos azarosos—, en los que un tirador mata al azar
cuantos más mejor en una escuela, una iglesia, un bar, un mall: casi 150
desde el año 2000. Un país donde dos de cada tres apoyan la pena de muerte,
donde 3.000 hombres y mujeres esperan ser ejecutados.
Hablan de un país
cuyos billetes dicen “En Dios confiamos”. Un país donde cuatro de cada 10
adultos creen que un dios creó al hombre en su forma actual hace menos de
10.000 años, como dice la Biblia.
Hablan de un país
que lleva décadas conducido por dinastías familiares —padre e hijos, esposo y
esposa— que serían tema de farsas y vergüenzas si sucedieran en cualquier
republiqueta sudaca. Un país donde los grandes poderes económicos contratan
legalmente a intrigantes para que presionen a los legisladores para conseguir
leyes que favorezcan sus negocios. Un país donde un multimillonario racista y
misógino puede llegar a presidente por el voto de sus ciudadanos.
Hablan de un país
que también está lleno de gente fascinante, de grandes artistas y escritores,
de universidades y bibliotecas, de innovaciones científicas y técnicas, de
iniciativas generosas. Pero que no es el modelo de virtudes que ahora pintan.
Sabemos que todo
tiempo pasado fue mejor. Sólo que esta lectura melancólica de la historia no
permite entender la historia. Es la mejor forma de seguir pensando en el
señor Trump como un meteorito que entró en la atmósfera más pura y delicada,
un chancro inexplicable: no la consecuencia de un proceso sino un accidente.
Así no hay forma de encontrar salidas. Si el Terremoto Trump sirve para algo
será para que muchos decidan que es hora de repensar sus vidas y su sociedad;
sería una pena que, en cambio, se dedicaran a llorar por ese paraíso que no
perdieron porque nunca existió.
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Mátalos, es juego limpio
Gideon Levy
Contra los
palestinos y los árabes israelíes es juego limpio. Juego limpio en los
territorios ocupados y juego limpio en Israel. Juego limpio porque su sangre
es barata. Es barato en Umm al-Hiran y barata en el puesto de control de Tul
Karm. Es barata en los sitios de construcción y barata en las barreras de
control.
Cuando las
personas asesinadas son árabes a nadie le importa. Cuando un soldado israelí
muere en un accidente es una noticia de primera plana. Pero cuando un
palestino es asesinado mientras apenas despierta en su casa a nadie le
importa.
Ninguna de las
personas asesinadas en los últimos días habría sido asesinada a tiros si no
fuera palestino o beduino. Es dudoso que alguno de ellos mereciera morir.
¿Fue esta matanza al por mayor diseñada para desviar la atención de otra
historia, como ha sucedido en Israel antes y es habitual en regímenes
oscuros? Es difícil de decir. Pero es fácil decir con certeza: es juego
limpio.
El jueves fueron
justos en el Negev. He aquí el sionismo 2017 destruyendo una comunidad de
refugiados beduinos para construir una comunidad judía en su lugar. Esa es la
violencia básica sionista; nacionalista y racista. Compara el caso con el
puesto avanzado de Amona y tienes evidencia perfecta del apartheid:
negociaciones y compensación para los judíos, brutalidad para los árabes.
En ningún desalojo
de judíos la policía habría disparado de esa manera. En Umm al-Hiran está
permitido. También se le permite herir al líder de la Lista Conjunta Ayman
Odeh porque la policía ha sido entrenada para pensar que los miembros árabes
de la Knesset son traidores. Eso es lo que escucharon de su ministro de
seguridad pública, Gilad Erdan.
Yakub Abu
al-Kiyan, un maestro, fue asesinado a tiros en su coche presuntamente por
querer embestirles a propósito. Inmediatamente las autoridades difunden sus
mentiras sobre el muerto. Dijeron que estaba vinculado con Estado Islámico y
que tenía cuatro esposas. (El diputado Ahmad Tibi dice que la única esposa de
Abu al-Kiyan tiene un doctorado mientras que su hermano es un inspector en el
ministerio de Educación).
Después de eso,
¿cómo alguien puede creer a la policía, que apresuradamente afirmó que
deliberadamente les quiso embestir? Al menos un testigo, Kobi Snitz, dijo en
un sitio web que había visto lo contrario. Primero la policía regó el coche
de Abu al-Kiyan con balas, luego perdió el control. Un video publicado el
miércoles también suscita fuertes sospechas sobre lo que sucedió. Tienes la
impresión de que la balacera precedió a la embestida.
Pero la semana
anterior muchos otros acontecimientos precedieron en Umm al-Hiran. En el
campo de refugiados de Fara los soldados mataron a un hombre que acababa de
despertar. 11 balas a quemarropa frente a su madre. Los soldados dicen que
trató de atacarlos. Mohammed al-Salahi era un hijo único que vivía con su
madre en una habitación individual.
En la ciudad
palestina de Tuqu la policía de fronteras disparó a un joven de 17 años,
Qusai al-Amour, que había tirado piedras, venganza evidente. Luego
arrastraron al joven moribundo por el suelo como un saco de patatas. Su cabeza
fue golpeada en las rocas mientras lo arrastraban y las cámaras filmaban.
Al día siguiente
las cámaras también documentaron el asesinato de Nadal Mahadawi, de 44 años,
en el puesto de control de Tulkarem. La vista era horrible. Se lo ve
permanecer en silencio mientras los soldados le disparan sin motivo aparente.
Cuando trata de huir, en lo que parece ser una carrera por su vida, lo matan.
Pero no hay
problema, el "terrorista" fue asesinado. Así es como los medios lo
retrataron. Arrastrar al joven herido en Tuqu y la ejecución en el puesto de
control debería sorprender a cualquiera. Sobre todo debe sorprender a todos
los israelíes, porque los autores son sus hijos, sus soldados y su policía.
Pero las víctimas eran palestinos.
Una línea recta
pasa por Umm al-Hiran, Tuqu, Fara y Tul Karm, la línea de deshumanización que
guía a los soldados y la policía. Comienza con las campañas de incitación y
termina con gatillo fácil.
Las raíces son
profundas; se debe tomar conciencia de ellas. Para la mayoría de los israelíes
todos los árabes son iguales y no son seres humanos como nosotros. No son
como nosotros. No aman a sus hijos ni sus vidas de la manera que lo hacemos.
Nacieron para matar. No hay problema en matarlos. Son todos enemigos, sujetos
sospechosos, terroristas, asesinos, sus vidas y muertes son baratas.
Así que mátalos
porque nada malo te pasará. Mátalos porque es la única manera de tratarlos.
Traducción J.M
http://rebelion.org/noticia.php?id=222109
http://www.haaretz.com/opinion/.premium-1.765915
|
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