jueves, 26 de enero de 2017

OPINIONES 26/01/2017



Chinchero no va - Mirko Lauer
Chinchero (Otra vez) - Luis Davelouis
Economía delictiva - Agustín Haya de la Torre
La modernización de la corrupción - Alberto Adrianzén
La plata llega sola - Fernando Tuesta Soldevilla
Nueva crisis y nuevo escenario - Juan de la Puente
La edad de oro americana - MARTÍN CAPARRÓS
Mátalos, es juego limpio - Gideon Levy
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Chinchero no va


Mirko Lauer


Un ilustre, ahora también preocupado, vecino de Urubamba me envía un texto sobre Chinchero que me tomo la libertad de glosar una parte.

A los políticos y burócratas de Cuzco y de Lima, en Proinversión y en el MTC, les da por hablar de aeropuerto “internacional”, una mentira propagada por el insolvente concesionario de la obra, Kunturwasi. Chinchero, si el tonto y neblinoso proyecto sale, también operará vía Lima, y por un siglo, con una diferencia: boletos a US$300 más caros que los de ahora.

Neblina y granizo, habituales en la altura, añaden al peligro de Chinchero. Los glaciares y campos nevados de la Cordillera Urubamba, a 6,000 m.s.n.d.m., están a pocas millas al norte del sembrío de papas designado como aeropuerto. Pintoresco, peligroso.

Los avances tecnológicos en aviación se centran en la electrónica y en nano-materiales. Pero la física de Newton no va a cambiar, piensen lo que piensen las fuerzas vivas del Cuzco.

¿La cosa puede ser peor? Claro que sí. El campo de Chinchero es una base de piedra caliza. Para los ingenieros, esto significa sumideros. Por ejemplo las terrazas incaicas de Moray, cerca de Chinchero y a la misma altura, son sumideros. La preocupación no aparece en los estudios de ingeniería. Algún día un avión de 200 toneladas podría aterrizar allí y abrir un inmenso hueco instantáneo. Mala cosa.

Los caminos, desagües y servicios eléctricos de Cuzco ya son de por sí patéticos. Se habla de un nuevo sistema de transporte entre Chinchero, Cuzco y Urubamba, pero no hay planes para eso. Gracias a la estatal Electro-Sur-Este, en Urubamba, la provincia sede de Chinchero, los apagones son casi diarios.

¿Qué hacer con los 7 millones de turistas al año prometidos por el Presidente Kuczynski? Machu Picchu ya está atiborrado con solo 5,000 o a veces 7,000 visitantes diarios. Un estudio encargado por el gobierno recomienda no más de 5,400. Digamos unos dos millones en el año.

Cuzco piensa, y dice, que necesita un nuevo aeropuerto. El actual, Velasco Astete, está a 3,250 m.s.n.d.m., 500 metros menos que Chinchero, una gran diferencia a esas delicadas alturas. Velasco Astete, administrado por Corpac, consiste de 240 has de buena tierra plana, donde con poco gasto y poca dificultad podría extender y ampliar sus pistas, con nuevos terminales y sobre todo nueva electrónica. Los A219 y A320 usados por Latam y Avianca pueden entrar en piloto automático, como es rutina en Europa y Norteamérica, donde el clima es mucho peor que en Cuzco.

Pero las fuerzas vivas, la Cámara de Comercio y los políticos locales de Cusco tienen otros planes para las 240 has del Velasco Astete, ubicadas a minutos del centro. Como terreno ya valen US$1,000 el M2, y US$2,000 antes del 2020. Tome lápiz y papel para calcular cuánto significa este regalo de valiosa tierra para los pesos pesados de la ciudad imperial.


http://larepublica.pe/impresa/opinion/842909-chinchero-no-va


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Chinchero (Otra vez)

Luis Davelouis


Kuntur Wasi ganó la licitación del aeropuerto de Chinchero con una propuesta económica que equivalía a la mitad de la que presentaron sus competidores. Nada mal, ¿no? Sin embargo, hoy, la necesidad de destrabar el proyecto mediante una adenda se origina porque –gracias a un “error” en el diseño del contrato– KW puso una tasa de interés –por sus molestias– que elevaba el costo del proyecto de US$500 millones –lo planteado originalmente– a casi US$1,200 millones.

Era tan rochoso que el gobierno anterior se lo dejó al actual.
Así es que luego de llamar a la CAF y a la Contraloría para tratar de solucionar este impasse, se decidió que se adelantaría el pago para que Kuntur Wasi pudiera empezar las obras. Sí, con muchas condiciones, pero le iban a dar la plata igual. Sí, el costo que empezó en US$500 y llegó a US$1,200 bajó ahora a poco más de US$800, pero siguen siendo US$300 millones más de lo estimado.

Parte importantísima del contrato de concesión es la construcción del aeropuerto, la otra es la operación del mismo. Kuntur Wasi no es constructor, así que deberá contratar uno. Entonces, si el Estado pondrá la plata por adelantado y el privado no puede construir el aeropuerto, ¿para qué necesita el Estado al privado en esta etapa? ¿No sería mucho más eficiente –y ya no decimos trasparente y ético– que el Estado construya el aeropuerto por sí mismo –sí, quizás demore un poco más– y luego licite su operación?

No sé si la presidenta de Ositran se puso en contra de la adenda porque igual le tocaba irse, pero ¿sus gerentes también? Lo que sí sé es que cuando caiga la piedra –que caerá– nos parecerá a todos que ella fue la única que tomó una decisión estratégica de largo plazo.



http://peru21.pe/opinion/luis-davelouis-chinchero-otra-vez-2268888


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Economía delictiva

Agustín Haya de la Torre



El término “economía delictiva” parecía reservado por los especialistas para los ilegales que acumulan por los márgenes del sistema capitalista. El supuesto de que los formales cumplen con las reglas, además de que son serios con sus inversiones, los convertiría en el ejemplo a seguir.

La narración consagra a las grandes empresas como virtuosas en grado sumo. Cuanto más internacionalizadas, el valor agregado en eficacia, eficiencia, competitividad, sube a nivel superlativo.

Odebrecht, con sus 168 mil trabajadores e ingresos superiores a los 30 billones de dólares, extendida por todo el continente americano más buena parte de África, cubría todos los requisitos de una poderosa transnacional, ejecutando obras de envergadura, desde carreteras, represas, vías férreas, puertos, etc.

Fundada en 1944, pasó por tres generaciones. A fines de los años ochenta, decidió crear, obviamente en base a la experiencia adquirida, el “sector de relaciones estratégicas”, encargado institucionalmente de la corrupción de funcionarios públicos, a fin de obtener fraudulentamente las obras que les interesaba. El modus operandi proseguía con la multiplicación de los costos originales, subiéndolos a veces hasta donde llegara la imaginación y la venalidad de los gobiernos.

El esquema, copiado por otra media docena en el ramo, resultó imbatible por lustros. Los privados organizaron todo un sistema de asalto y saqueo del Estado. No repararon en viciar a su propio país, fagocitando a gobiernos enteros. Lograron convertirse en las empresas bandera del Brasil. El discurso ideológico, siempre neoliberal para que los dejen invertir en el mayor relajo posible, sumaba una práctica mercantilista, siempre apegada a las altas autoridades públicas a las que compraban sin escrúpulos.

Desde Argentina hasta México, nadie escapaba a su presencia. Incluso penetraron en los propios Estados Unidos. Por lo que se va descubriendo, en el Perú, lograron montar un poder paralelo, que atraviesa todas las gestiones presidenciales desde hace cuatro décadas. Presidentes, ministros, altos cargos, nadie escapaba a su organización delictiva.

Una forma elegante de crimen organizado, ejercida por gente refinada, dueña de una abultada billetera. Sus gestores montaron una vasta red de apoyo político y social, que incluía por supuesto a la burguesía local, incluidos los grandes medios de comunicación.

El escándalo acabó con el gobierno del PT. Las pruebas apuntan ahora al régimen actual, pese a la extraña muerte del juez supremo que dirigía el caso. La corrupción sistemática trae por tierra el discurso neoliberal, poniendo en agenda la necesidad de rescatar la ética y la fiscalización sobre las administraciones venales, que aquí se convirtieron en cómplices del asalto. Sancionar el delito cometido deviene en un nuevo reto para defender la democracia en el Perú y América Latina.


http://diariouno.pe/columna/economia-delictiva/


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La modernización de la corrupción


Alberto Adrianzén



Cuando estudié en México, hace algunas décadas, tuve la suerte de tener como uno de mis profesores a Arnaldo Córdova, en esos momentos (murió en el 2014) uno de los más importantes intelectuales de ese país, cuyo gran aporte fue ofrecerles a los mexicanos, y a los latinoamericanos también, una nueva interpretación de lo que era hasta ese entonces la versión oficial de la Revolución Mexicana. En una de sus clases, lanzó una frase que pese a los años transcurridos siempre recuerdo: “La savia del sistema político mexicano es la corrupción”.

Seguramente para algunos esta frase es bastante obvia si se toma en cuenta el reciente escándalo en el que están involucradas varias empresas brasileñas (Odebrecht, OAS, Camargo y Correa), algunas empresas peruanas y la casi totalidad de la clase política, con los tres últimos presidentes, Toledo, García y Humala, encabezando la lista de sospechosos. Y si a ello le sumamos al ex presidente Alberto Fujimori, ya condenado por hechos de corrupción, se podría decir que en el Perú, hace muchos años, la corrupción es pan de cada día.

Sin embargo, quisiera introducir una variante en la reflexión: en qué momento el Estado deja de ser solamente un botín que es saqueado cada cierto tiempo, y se convierte en un espacio privilegiado en el cual, a través de “negocios legales”, leyes y normas, la corrupción aparece como la manera en la que opera y se organiza el Estado. Dicho de otra manera, en qué momento la corrupción se convierte en la savia que mueve y da vida al Estado.

Corrupción en el país siempre ha existido. El libro del historiador Alfonso Quiroz “Historia de la corrupción en el Perú” da cuenta de este fenómeno a lo largo de nuestra historia. Sin embargo, la pregunta sigue en pie: en qué momento se convierte en una práctica sistemática y organizada, es decir, en un saqueo permanente de nuestras riquezas y que no solo corrompe al Estado sino también a la vida política y social.

Se podría decir que el antecedente de esta nueva situación fue el primer gobierno de Alan García, sin embargo el “privilegio” de construir y organizar al Estado corrupto y corruptor lo tiene Alberto Fujimori que edificó en la década de los noventa no solo un régimen autoritario sino también un Estado que se organizaba en torno a la corrupción.

Es cierto que una de las figuras centrales fue Vladimiro Montesinos, sin embargo, creo que fue la punta de un iceberg que escondía, acaso por la espectacularidad de los famosos vladivideos y las montañas de dinero que entregaba, el funcionamiento de este Estado corruptor que fue organizado bajo una premisa que hoy casi da risa: “el viejo Estado es corrupto” y por tanto debe ser reducido a su mínima expresión para crear un nuevo Estado.

Bajo esta idea, que se extendió rápidamente en nuestra región y que fue avalada por algunos organismos internacionales, la economía se desreguló, el Estado se achicó, los contratos con los privados y de estabilidad tributaria se convirtieron en ley, algo sagrado, pese a que se les podía modificar al antojo del cliente. La idea de que el mercado y los empresarios, libres de ataduras, con un Estado enclenque y miope, era la mejor receta para desarrollarnos ha fracasado. Y la tesis de la “tramitología” como base de nuestros problemas es un rezago de esta visión.

Sin embargo, contrariamente a lo anunciado, este nuevo Estado lo que ha permitido en todos estos años ha sido la construcción de redes sociales ligadas a la corrupción. Orellana es un buen ejemplo, como también lo es el caso Odebrecht y las inmensas fortunas surgidas en estos años jamás explicadas y sí permitidas. Redes en las que participaban partidos, políticos, empresarios, jueces, fiscales, policías, medios de comunicación, autoridades políticas, los poderes fácticos, etc., que se movían de un gobierno a otro, y en las que el “personal” se reclutaba a lo largo del tiempo para convertirse en verdaderas mafias con capos y todo, enquistadas en instituciones y espacios claves. Dicho de otra manera, lo que más se ha modernizado en nuestro país han sido, por un lado, la corrupción, y, por el otro, la delincuencia. Caras de una misma medalla.

Hoy el Perú está a punto de estallar. El velo que cubría la corrupción, finalmente, y así esperamos una gran mayoría, ha sido levantado. Por ello, lo que tenemos que hacer es impedir la impunidad y los arreglos bajo la mesa que son los que permiten esa impunidad, que es lo que hoy quisiera la mayoría de la clase política, empresarial y una burocracia estatal corrompida, y en especial los fujimoristas y los apristas. Sé que el camino no será fácil, pero es el único que tenemos por delante, que es hacer justicia y fundar una nueva política. Y si no lo seguimos, la otra posibilidad es terminar siendo un “Estado fallido”.


http://larepublica.pe/impresa/opinion/842913-la-modernizacion-de-la-corrupcion

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La plata llega sola

Fernando Tuesta Soldevilla


Nunca hay un mejor momento para que los partidos reciban financiamiento público. Difícil que así sea pues se trata de organizaciones que son ampliamente rechazadas por la opinión pública. Sin embargo, si bien la Ley de Partidos Políticos consideraba esta contribución pública desde el 2007, recién una década después se hará efectiva, para aquellos partidos que tienen representación en el Congreso.

Si bien este rechazo ciudadano es comprensible, considerar que el problema del financiamiento se resuelve solo con medidas de transparencia y sanción a los partidos, escamotea y no responde la pregunta de fondo. Si los partidos necesitan dinero, de dónde lo van a obtener. En nuestro país siempre ha sido de fuente privada y su control ha sido bajo. Es así que los partidos tienen que extender la mano a aquellos que concentran los recursos, vale decir las corporaciones y las fuentes ilegales. En ambos casos, la vulnerabilidad del partido es alta. Ninguna persona o empresa financia una campaña si no espera una retribución futura (alguien dijo Odebrecht). Pero aquí y en cualquier país, no es posible tener la seguridad absoluta de quiénes y cuánto se financia de manera privada.

Los partidos difícilmente pueden desarrollar incentivos inmateriales, por lo que los recursos de sus miembros son escasos. El miembro de un partido, salvo que tenga cargo de representación, no aporta a su partido, a no ser que tenga una expectativa a futuro, como una candidatura. Incluso, la propia noción de militancia, base de la organización política, está en cuestión o su actividad es baja, salvo para campañas electorales. Si los partidos gastan cada vez más en campañas electorales y no pueden proveerse de sus propios recursos, harán todo lo posible por conseguir ese dinero, por lo que hecha la ley, hecha la trampa.

De esta manera, el financiamiento público busca equilibrar las diferencias entre los recursos obtenidos por los partidos y disminuir la vulnerabilidad de ellos ante la fuente privada. Es así que para los próximos cinco años, el conjunto de los partidos recibirá poco más de 74 millones de soles. De esta bolsa, un 40% se distribuirá de manera equitativa y un 60% en proporción a los votos obtenidos por los seis partidos, para ser usados en gastos ordinarios, así como capacitación. Esta cantidad es la más baja comparativamente con los países de la región. La diferencia es que en el nuestro, no se entregará un aporte adicional para las campañas electorales, que es en donde más se gasta y por lo que se deja la única puerta abierta, que es el financiamiento de fuente privada que, como se ha señalado, no hay manera de controlarlo.

Hay que darles recursos a los partidos, con rígidos controles y sanciones. Estos tendrán la oportunidad de tener dinero, allí donde era escaso o inexistente. Si bien es poco, resulta abundante ante la sequedad de su bolsillo. Un mal uso del recurso público no solo producirá escándalos políticos, sino que hará retroceder al momento en que sin él, serán nuevamente vulnerables.


http://elcomercio.pe/politica/opinion/plata-llega-sola-columna-fernando-tuesta-soldevilla-noticia-1963450



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Nueva crisis y nuevo escenario


Juan de la Puente



El primer dato político al inicio del presente año es el cambio de escenario respecto de los meses anteriores que estuvieron presididos por una convivencia forzada entre el gobierno y el fujimorismo y de una gobernabilidad compartida. Lo que se tiene a la vista es una larga crisis que ha venido a quedarse por mucho tiempo: la crisis de la corrupción.

Esta crisis abraza a todos en distinta intensidad. Para el Gobierno, es una crisis “nueva” debido a que no se encuentra en discusión, exclusivamente, sus relaciones con el Congreso sino las denuncias contra el mismo Presidente de la República a raíz de su participación en actos del 2005 que investiga la fiscalía, y de por los menos otros tres ex presidentes.

Se ha dicho bastante sobre lo que este hecho implica para el sistema y se ha usado para ello palabras que denotan su naturaleza destructiva, como “terremoto”, “tsunami” o “colisión de un meteorito”. Esto es cierto, como también lo es la fortaleza de este sistema aparentemente muy débil, pero más fuerte de lo que creemos o de lo que queremos. De hecho, un posible efecto de esta crisis es que el sistema solo se descosa pero que no se rompa, lo que ya sucedió el año 2000.

Las tendencias están a la vista: 1) la debilidad del gobierno, especialmente del Presidente PPK; 2) las dificultades de un diálogo político consistente y eficaz como respuesta a esa debilidad del gobierno; 3) la combustión de personajes públicos importantes y de sus colectividades, con escasas posibilidades de defensa pública; y 4) la re emergencia de las demandas sociales que ponen a prueba y en evidencia la ausencia de reformas en los ámbitos de la política y de la economía.

Por esas razones, el año 2017 será de una compleja inestabilidad que, al no reducirse en intensidad, será el antecedente de cambios drásticos el año 2018. En ese contexto, la sola discusión de una probable vacancia presidencial representa un elemento perturbador del proceso democrático y aunque esta posibilidad es remota genera un estado de cosas en el que progresan salidas radicales dentro y fuera del sistema.

PPK es el lado más vulnerable de esta crisis al carecer de recursos que eviten su deterioro. La reciente encuesta de IPSOS refleja una drástica caída suya mientras que sus ministros, particularmente el premier Zavala, resisten. Esto podría indicar que la opinión pública ha empezado a diferenciar su figura del resto del gobierno. Algo contrario sucede con el fujimorismo: mientras el Congreso cae varios puntos de aprobación, Keiko Fujimori se recupera y sube algunos puntos. Todo esto podría ser la señal de que hemos retornado a un sistema de competencia perfecta donde lo que pierde el jefe del gobierno lo gana la cabeza de la oposición.

El segundo dato de este nuevo escenario es que el principal impulso de los cambios obedece a una alianza entre los medios y la opinión pública, que tienen al frente instituciones con una escasa capacidad de movimiento, quizás a excepción de la fiscalía. Las demandas anticorrupción de esa alianza ya tienen logros –como la anulación del peaje de Puente Piedra y las restricciones a los movimientos de algunos investigados– aunque todavía no tiene “calle” de un modo sostenido, ni representación política. A eso se debe que la inicial consigna de que “se vayan todos” sea débil y marginal, aunque podría crecer en intensidad si se aprecia que los procesos judiciales tienden a la impunidad o a la demora.

El tercer dato de este nuevo momento es que esta larga crisis parece haber tomado por sorpresa a todos a pesar de que las denuncias brotaron hace más de un año. El cuadro formado presenta una evolución caótica y está a la espera de respuestas institucionales. Una de ellas pudo provenir del Congreso, especialmente de la comisión Lavajato, la que parece haber desestimado esta posibilidad decantándose por una investigación bulliciosa y poco profesional. En un terreno fértil para la movilización contra la corrupción, solo una parte de la izquierda, la liderada por Verónika Mendoza, ha ensayado un llamado a la vigilancia ciudadana.


http://larepublica.pe/impresa/opinion/841237-nueva-crisis-y-nuevo-escenario

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La edad de oro americana

MARTÍN CAPARRÓS


En estos días agitados el mundo se preocupa por los efectos que tendrá el señor Trump sobre su país —y por tanto sobre el mundo—. Es probable que el señor Trump no mejore mucho el futuro próximo de su país; es notorio que ya consiguió mejorar bastante su pasado cercano.
Vivimos una edad de oro de la democracia americana —pero no es esta sino la que acaba de terminar: la que la irrupción del señor Trump cerró con cólera y estrépito—. Es un mecanismo clásico. Ya lo dijo, como casi todo, el general Perón: “No es que yo haya sido bueno; es que los que vinieron después me hicieron mejor”. Ahora, de pronto, el espejo roto del señor hace que políticos, columnistas, actrices de Hollywood y otros opinadores despechados extrañen ese “ejemplo para el mundo” —lo han escrito varios— que solían ser los Estados Unidos de América. Y abundan: hablan de la democracia modélica, de la sociedad más justa, del paradigma de libertad y todas esas cosas que la apoteosis del señor Trump está por arruinar o ya arruinó.

Es curioso. Hablan, en realidad, de un país donde las diferencias sociales y económicas son extremas: donde el famoso 1% más rico posee más de un tercio de todas las riquezas, donde los ingresos de la mitad más pobre de la población no crecieron en los últimos 30 años mientras que los de ese 1% se triplicaron. Un país que se gastó 700.000 millones de euros en salvar a los bancos que casi lo hunden —llevándolo a una crisis por la que nueve millones de personas perdieron sus trabajos en un año—.

Hablan de un país donde más de seis millones de personas están presas o libres bajo palabra, donde la proporción de negros encarcelados es tres veces mayor que la proporción de negros libres. Un país cuyo Gobierno liberal y sonriente deportó, entre 2009 y 2016, a tres millones de inmigrantes —mientras proclamaba que los estaba ayudando—. Un país que ganó grandes fortunas aprovechando la mano de obra barata y maltratada de otros países —y que ahora se lamenta por sus consecuencias—.
Hablan de un país que lanzó, sólo el año pasado, más de 26.000 bombas de gran poder en sus operaciones militares sobre Siria, Irak, Afganistán, Libia y Yemen. Un país que mantiene fuera de su territorio un campo de concentración donde encierra a quien quiere. Un país que tantas veces intervino en los asuntos internos de otros, muchas con extrema violencia.

Hablan de un país armado, donde la mitad de los hombres posee armas de fuego, donde unas 12.000 personas mueren baleadas cada año. Un país donde proliferaron los mass shootings —asesinatos masivos azarosos—, en los que un tirador mata al azar cuantos más mejor en una escuela, una iglesia, un bar, un mall: casi 150 desde el año 2000. Un país donde dos de cada tres apoyan la pena de muerte, donde 3.000 hombres y mujeres esperan ser ejecutados.

Hablan de un país cuyos billetes dicen “En Dios confiamos”. Un país donde cuatro de cada 10 adultos creen que un dios creó al hombre en su forma actual hace menos de 10.000 años, como dice la Biblia.

Hablan de un país que lleva décadas conducido por dinastías familiares —padre e hijos, esposo y esposa— que serían tema de farsas y vergüenzas si sucedieran en cualquier republiqueta sudaca. Un país donde los grandes poderes económicos contratan legalmente a intrigantes para que presionen a los legisladores para conseguir leyes que favorezcan sus negocios. Un país donde un multimillonario racista y misógino puede llegar a presidente por el voto de sus ciudadanos.

Hablan de un país que también está lleno de gente fascinante, de grandes artistas y escritores, de universidades y bibliotecas, de innovaciones científicas y técnicas, de iniciativas generosas. Pero que no es el modelo de virtudes que ahora pintan.

Sabemos que todo tiempo pasado fue mejor. Sólo que esta lectura melancólica de la historia no permite entender la historia. Es la mejor forma de seguir pensando en el señor Trump como un meteorito que entró en la atmósfera más pura y delicada, un chancro inexplicable: no la consecuencia de un proceso sino un accidente. Así no hay forma de encontrar salidas. Si el Terremoto Trump sirve para algo será para que muchos decidan que es hora de repensar sus vidas y su sociedad; sería una pena que, en cambio, se dedicaran a llorar por ese paraíso que no perdieron porque nunca existió.

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Mátalos, es juego limpio

Gideon Levy



Contra los palestinos y los árabes israelíes es juego limpio. Juego limpio en los territorios ocupados y juego limpio en Israel. Juego limpio porque su sangre es barata. Es barato en Umm al-Hiran y barata en el puesto de control de Tul Karm. Es barata en los sitios de construcción y barata en las barreras de control.

Cuando las personas asesinadas son árabes a nadie le importa. Cuando un soldado israelí muere en un accidente es una noticia de primera plana. Pero cuando un palestino es asesinado mientras apenas despierta en su casa a nadie le importa.

Ninguna de las personas asesinadas en los últimos días habría sido asesinada a tiros si no fuera palestino o beduino. Es dudoso que alguno de ellos mereciera morir. ¿Fue esta matanza al por mayor diseñada para desviar la atención de otra historia, como ha sucedido en Israel antes y es habitual en regímenes oscuros? Es difícil de decir. Pero es fácil decir con certeza: es juego limpio.

El jueves fueron justos en el Negev. He aquí el sionismo 2017 destruyendo una comunidad de refugiados beduinos para construir una comunidad judía en su lugar. Esa es la violencia básica sionista; nacionalista y racista. Compara el caso con el puesto avanzado de Amona y tienes evidencia perfecta del apartheid: negociaciones y compensación para los judíos, brutalidad para los árabes.

En ningún desalojo de judíos la policía habría disparado de esa manera. En Umm al-Hiran está permitido. También se le permite herir al líder de la Lista Conjunta Ayman Odeh porque la policía ha sido entrenada para pensar que los miembros árabes de la Knesset son traidores. Eso es lo que escucharon de su ministro de seguridad pública, Gilad Erdan.

Yakub Abu al-Kiyan, un maestro, fue asesinado a tiros en su coche presuntamente por querer embestirles a propósito. Inmediatamente las autoridades difunden sus mentiras sobre el muerto. Dijeron que estaba vinculado con Estado Islámico y que tenía cuatro esposas. (El diputado Ahmad Tibi dice que la única esposa de Abu al-Kiyan tiene un doctorado mientras que su hermano es un inspector en el ministerio de Educación).

Después de eso, ¿cómo alguien puede creer a la policía, que apresuradamente afirmó que deliberadamente les quiso embestir? Al menos un testigo, Kobi Snitz, dijo en un sitio web que había visto lo contrario. Primero la policía regó el coche de Abu al-Kiyan con balas, luego perdió el control. Un video publicado el miércoles también suscita fuertes sospechas sobre lo que sucedió. Tienes la impresión de que la balacera precedió a la embestida.

Pero la semana anterior muchos otros acontecimientos precedieron en Umm al-Hiran. En el campo de refugiados de Fara los soldados mataron a un hombre que acababa de despertar. 11 balas a quemarropa frente a su madre. Los soldados dicen que trató de atacarlos. Mohammed al-Salahi era un hijo único que vivía con su madre en una habitación individual.

En la ciudad palestina de Tuqu la policía de fronteras disparó a un joven de 17 años, Qusai al-Amour, que había tirado piedras, venganza evidente. Luego arrastraron al joven moribundo por el suelo como un saco de patatas. Su cabeza fue golpeada en las rocas mientras lo arrastraban y las cámaras filmaban.

Al día siguiente las cámaras también documentaron el asesinato de Nadal Mahadawi, de 44 años, en el puesto de control de Tulkarem. La vista era horrible. Se lo ve permanecer en silencio mientras los soldados le disparan sin motivo aparente. Cuando trata de huir, en lo que parece ser una carrera por su vida, lo matan.

Pero no hay problema, el "terrorista" fue asesinado. Así es como los medios lo retrataron. Arrastrar al joven herido en Tuqu y la ejecución en el puesto de control debería sorprender a cualquiera. Sobre todo debe sorprender a todos los israelíes, porque los autores son sus hijos, sus soldados y su policía. Pero las víctimas eran palestinos.

Una línea recta pasa por Umm al-Hiran, Tuqu, Fara y Tul Karm, la línea de deshumanización que guía a los soldados y la policía. Comienza con las campañas de incitación y termina con gatillo fácil.

Las raíces son profundas; se debe tomar conciencia de ellas. Para la mayoría de los israelíes todos los árabes son iguales y no son seres humanos como nosotros. No son como nosotros. No aman a sus hijos ni sus vidas de la manera que lo hacemos. Nacieron para matar. No hay problema en matarlos. Son todos enemigos, sujetos sospechosos, terroristas, asesinos, sus vidas y muertes son baratas.

Así que mátalos porque nada malo te pasará. Mátalos porque es la única manera de tratarlos.

Traducción J.M


http://rebelion.org/noticia.php?id=222109
http://www.haaretz.com/opinion/.premium-1.765915




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