martes, 24 de enero de 2017

OPINIONES 24/01/2017








 La corrupción nuestra de toda época - Arturo Maldonado
El misterio de la inversión - Roberto Abusada
Los pobres de Lima - Mirko Lauer
Menos peor - Luis Davelouis
Mujeres contra Trump muestran el camino - Pedro Francke
Una potencia en salmuera - Nelson Manrique
PPK en Cocachacra - Rocío Silva Santisteban
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La corrupción nuestra de toda época


Arturo Maldonado


A finales del 2000 los peruanos empezamos a ver las entrañas de la corrupción registradas en video. En estos registros vimos desfilar por la sala del SIN a empresarios y políticos. En estos días, casi dos décadas después de ese destape, seguimos en las mismas. Hasta el momento han caído dos personas, los llamados “peces chicos”. Los ciudadanos estamos a la espera de que la justicia llegue hasta los “peces gordos”, políticos y empresarios por igual.

La corrupción en el Perú es histórica. Alfonso Quiroz lo documentó exhaustivamente en su libro “Historia de la corrupción en el Perú”. Este autor propone que el Estado Peruano fue construido para ser funcional a la corrupción. El Estado se convierte en la contraparte de grupos económicos poderosos, quienes son los principales favorecidos de los recursos de la corrupción. A lo largo de la historia siempre ha habido empresarios dispuestos a hacer negocio fácil e ilícito a costa del Estado, manejado por militares antes y políticos inescrupulosos después. La historia pasa, pero los personajes se reproducen con similitud.

Desde una perspectiva económica, destacan dos interpretaciones acerca de cómo la corrupción afecta el desarrollo económico de los países. Una versión indica que la corrupción varía negativamente con los niveles de prosperidad económica. El desarrollo económico debería emparejarse con desarrollo político, con rendición de cuentas claras y transparencia, lo que crearía desincentivos para el accionar de los corruptos y corruptores. En el Perú de las últimas décadas parece que esto no sucede. El crecimiento económico no se ha traducido en menor corrupción. Por el contrario, la riqueza generada parece que aumenta la tentación de la coima y las componendas entre agentes privados y funcionarios públicos.

Es aquí donde la segunda interpretación de la relación entre economía y corrupción puede emerger peligrosamente. Esta hipótesis indica que mayores niveles de corrupción varían positivamente con el crecimiento económico. El dinero de la corrupción ayudaría a mover una burocracia rígida, empantanada en procedimientos, licencias, firmas, fotocopias, vistos buenos y reglamentos. La corrupción sería la grasa que aceita la maquinaria estatal.

Esta interpretación es peligrosa porque puede calar entre la élite empresarial y entre los propios ciudadanos. La corrupción sería consustancial al sistema. Los empresarios la podrían incluir dentro de sus cálculos presupuestales y hasta crearían oficinas para lidiar con estos afanes, como la llamada Oficina de Operaciones Estructuradas de Odebrecht, que era la oficina oficial que se encargaba de las coimas. Mientras la corrupción sea predecible, se sepa a quién coimear y que esta persona garantice el negocio, no habría problema, la inversión prosperaría y el negocio fluiría. Habría problema si la corrupción se descontrola y no se pueda predecir el costo para incluirlo en el presupuesto.

Desde esta perspectiva, la percepción entre los ciudadanos que se forjaría (o que ya se forjó) es que la corrupción se puede tolerar siempre que haya crecimiento. Roban pero hacen obra. Así, para garantizar los proyectos de inversión solo hace falta un funcionario que facilite el arreglo bajo la mesa. Luego viene el contrato, la obra, los millones de inversión, los puestos de trabajo conexos y unos puntos del PBI. Todos felices.

El mayor problema ocurre cuando el crecimiento y la bonanza se agotan. Para los ciudadanos, luego de la anestesia del consumo, vendrá la triste realidad del robo, de lo que se pudo hacer con esos millones perdidos. Se buscará repartir culpas tardíamente. No se criticará el propio comportamiento.

Los empresarios, si finalmente no hacen un acto de enmienda buscando ser verdaderas élites, seguirán esperando la próxima bonanza y el próximo funcionario corrupto de turno. Así fue en el pasado. ¿Será así en el futuro? Depende de ellos mismos.


http://elcomercio.pe/opinion/mirada-de-fondo/corrupcion-nuestra-toda-epoca-arturo-maldonado-noticia-1962801




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El misterio de la inversión


Roberto Abusada



La inversión en el Perú ha caído de manera estrepitosa por tres años consecutivos; un misterio que reclama una investigación forense en que se requiere apelar no solo a la economía, sino a otras disciplinas como la psicología, la ciencia política y la psiquiatría.

Y es que en el 2016 el país invirtió US$10 mil millones menos que tres años antes. Se trata de un tóxico fenómeno que desafía una explicación sencilla. El Perú no se encuentra en falencia económica; por el contrario, goza de una fortaleza envidiable: baja deuda pública, nivel de inflación controlado, altísimas reservas internacionales y déficit público reducido. Y ni qué decir de su amplio acceso al crédito internacional; basta ver la avidez con que inversionistas extranjeros compran bonos en soles. Mientras sus pares sufren rebajas en su calidad crediticia, el Perú mantiene su excelente calificación. Súmese a lo anterior la solidez del sistema bancario y la existencia de un Banco Central independiente de clase mundial.

¿Será que faltan proyectos de inversión? Claramente no. Respecto de nuestros vecinos, el Perú está atrasado en infraestructura de todo tipo; bancarización, retail, servicios de salud y educación, digitalización y muchos otros aspectos que definen a las sociedades que progresan. Tal atraso se observa no solo en comparación con Chile, Colombia o México, sino también respecto del cercano y pequeño Ecuador. La agencia de promoción de inversiones, Pro Inversión, está atiborrada de proyectos factibles de todo tipo incomprensiblemente frenados por el gobierno anterior. Los gobiernos regionales y locales poseen miles de proyectos que cuentan con financiamiento y la aprobación del fenecido SNIP.

Develando este misterio encontramos a un Estado disfuncional, una burocracia inoperante y la degradación de la política. ¿Si no cómo explicar que, por ejemplo, el Estado se haya demorado dos años en autorizar la compra del material rodante para el servicio colapsado en la línea 1 del tren? ¿Cómo entender que para comunicar la capital con el centro del país no existan al menos dos vías en óptimo estado, o que la Panamericana no tenga aún doble calzada de Tumbes a Tacna? ¿Cómo justificar la pésima dotación de agua potable y saneamiento en todas las ciudades del Perú?

A la pobreza institucional que ahoga la inversión se ha sumado la arbitrariedad política. Allí están los casos protagonizados por el MEF bajo la administración Segura/Heredia, o la actual alcaldía limeña. Gracias a ellos Lima no puede modernizar su sistema de transporte al no contar con un sistema unificado de cobro de pasajes sin el cual es imposible que los transportistas formales adquieran buses modernos. El actual alcalde también frena la iniciación de las obras para prolongar la avenida Paseo de la República hasta la Panamericana Sur. ¿Piensa acaso que diez mil deportistas de los Juegos Panamericanos disfrutarán paseándose cuatro horas cada día yendo y viniendo por el ‘Boulevard Huaylas’ para acceder a la Villa Olímpica de Villa El Salvador? Caso similar sucede con la megaobra de Javier Prado.

Ejemplos como estos se repiten en muchos municipios y gobiernos regionales, en los cuales compiten la corrupción con la ineptitud en pos de impedir el crecimiento.

El año pasado la inversión privada, otrora motor principal del crecimiento, el empleo y la disminución de la pobreza, cayó más de 6%. Si al menos hubiera permanecido estancada (crecimiento cero), el crecimiento del país habría sido 5,2% en lugar del 3,8% que pronto se nos anunciará.

El presidente Kuczynski y su gabinete tienen ante sí la difícil tarea de hacer crecer la inversión pública y privada en medio del deterioro institucional y el peso de una burocracia indolente. A ello se añadirán las secuelas del episodio de corrupción de las empresas brasileñas, y el aprovechamiento político para satanizar todas la APP.

Todo el esfuerzo deberá concentrarse en hacer que la inversión privada crezca al menos 5% y no cero, como predice la mayoría de los analistas, ya que de materializarse esas predicciones el crecimiento del 2017 sería de solo 3,1% y cero en disminución de la pobreza. La contribución al crecimiento de todos los demás componentes del PBI es fácilmente predecible: el consumo privado y el consumo público proveerán, respectivamente, 2,1 y 0,5 puntos porcentuales al crecimiento. Un rebote de 6,5% de la inversión pública, luego de 3 años consecutivos de caída, sumaría otro 0,3 y las exportaciones netas agregarán un 0,2 adicional para arribar al 3,1%. Lograr que la inversión privada (que equivale a casi un quinto del PBI), lejos de estancarse, suba en 5%, elevaría ese flojo 3,1% a un decoroso 4,0%. Una tarea titánica pero imprescindible.


http://elcomercio.pe/opinion/columnistas/misterio-inversion-roberto-abusada-noticia-1962814



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Los pobres de Lima


Mirko Lauer


En una reciente encuesta de la consultora Vox Populi sobre limeños en el aniversario, llama la atención una relativa homogeneidad en las opiniones del nivel socioeconómico “bajo-muy bajo” con las del nivel “alto-medio”. Hay diferencias, pero algo llamable conciencia de clase (o de situación de clase) no asoma por ninguna parte.

Según las cifras más frescas del INEI, los pobres de Lima son una minoría que no llega al 20%, y se concentran en algunos distritos populosos. Según Vox Populi casi 60% del total de vecinos ha nacido en Lima, lo cual habla de una fuerte presencia migrante. Pero esto último no está produciendo una gran diferenciación de opiniones.

Por ejemplo, frente a la pregunta sobre si Lima ha empeorado, abajo se piensa casi igual que arriba, a solo un punto porcentual de distancia. Su optimismo frente al futuro de la ciudad, e implícitamente el suyo propio, es un 5% más bajo. Esto en un clima en que las pocas esperanzas son generalizadas: igual o peor suma 58%.

Los pobres comparten con los demás la percepción de la delincuencia (casi 60%) y el caos vehicular (en torno al 13%) como los principales problemas. Es notorio que salvo el caso del auto particular, los de abajo usan más o menos los mismos medios de transporte que los de “alto-medio”. Lo cual debería llevarnos a revisar esa línea divisoria.

En la pregunta sobre a qué clase social beneficia la gestión de Luis Castañeda, ganan los de arriba y los del medio. El 10% que dice la clase baja pondera un 15% de “alto-medio” y un 8% de “bajo-muy bajo”. Este sí es un tema en que las clases discrepan intensamente, y donde es evidente que los pobres se sienten postergados.

Por eso también a los pobres vivir en Lima les es la mitad de grato que a los demás, y tres veces más ingrato. Pero a un 66% le gusta mucho o bastante el distrito donde vive, seis puntos por debajo de la opinión de “alto-medio”. La idea aquí sería que existe un arraigo, incluso distrital, pero rodeado de incomodidades puntuales.

Vox Populi nos trae la sensación de una Lima con dinámicas culturales y políticas bastante más complejas que las antiguas categorías de la sociología y el urbanismo.


http://larepublica.pe/impresa/opinion/842337-los-pobres-de-lima

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Menos peor

Luis Davelouis

Suena bien que el presidente Kuczynski o sus ministros digan que van a destrabar las inversiones. ¿Quién puede estar en desacuerdo si se trata, sobre todo, de inversión en infraestructura, en la que tenemos una brecha gigantesca por cerrar? ¿Quién, cuando estas inversiones crean cientos –cuando no miles– de empleos temporales y permanentes, mejoran la calidad de vida de la gente, impulsan la demanda interna y elevan los ingresos del Estado?

Esto, claro, si por “destrabar” entendemos que las partes se sientan de buena fe a estudiar el caso para superar las trabas. Y aquí la buena fe es clave: si quisiste hacerme trampa con leguleyadas, no lo arreglamos con adendas, se resuelve el contrato y te demando. Porque no se renegocian condiciones con el que se quiso pasar de “vivo”, no se normaliza la mala fe llamándola “criollada”. A veces se espera que el Estado –adendas de por medio– se ponga la mano en el pecho, se meta la otra en el bolsillo y se deje apabullar.
Solo en el sector Transportes, las adendas le costaron al Estado unos S/3,000 millones. El Fondo para el Financiamiento de Proyectos de Inversión Pública en Agua y Saneamiento, que beneficiará de manera definitiva y sostenida a decenas de miles de peruanos, costó S/2,000 millones.

Cuando el contrato de concesión está mal diseñado –como en Chinchero– se generan costos de oportunidad altísimos de los que nadie nunca habla porque es muy fácil bajarle el pantalón al Estado. Por eso, quienes negocian adendas deberían tener en la pared de la oficina una lista con los proyectos de inversión en servicios básicos –que no tienen muchísimas familias–, su costo y la foto de esos niños que no tienen agua, luz, colegio, saneamiento o centro de salud.

A ver si así cuidan mejor la plata del Estado.



http://peru21.pe/opinion/luis-davelouis-menos-peor-2268673

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Mujeres contra Trump muestran el camino

Pedro Francke


La inauguración del mandato de Donald Trump ha estado marcada por la poca asistencia de sus partidarios, su piconería de Trump ante esta verdad y la aún mayor movilización de mujeres en su contra el día siguiente.

Un periodista norteamericano puso en paralelo fotos de la gente que fue a la juramentación de Trump al lado de las fotos tomadas en el mismo lugar cuando inició su gobierno Barack Obama. Quedó clarísimo que la cantidad de gente respaldando a Trump era muchísimo menor que el 1,1 millones que se juntaron en Washington cuando Obama el 2007. Muchísimo menor.

Trump se quedó piconazo. Dio órdenes a sus funcionarios de que cuadraran a los medios de comunicación. Su jefe de prensa salió a intentar rebatir de mala manera y en tono autoritario lo que las fotos, y otras estadísticas, como la cantidad de viajes en el sistema de transporte público de Washington DC, muestran con claridad, que Trump no tuvo mayor respaldo en las calles.

Esto no es sorprendente. La popularidad de Trump hoy es de apenas 37 por ciento, mientras Obama empezó con casi 90 por ciento y terminó con 60 por ciento de aprobación. Recordemos también que, en votos ciudadanos, Hillary Clinton obtuvo 2,9 millones más votos que Trump, a pesar de lo cual el antidemocrático sistema del “colegio electoral“ de los EEUU le dio el gobierno a Trump.

El día siguiente las marchas de mujeres convocadas en defensa de sus derechos frente a las amenazas machistas y el discurso misógino de Trump fueron gigantescas. En Washington DC fueron 500 mil personas protestando, en Los Angeles se esperaban 80 mil y fueron 750 mil. En total asistieron más de 3 millones de personas en Estados Unidos, en lo que ha sido la movilización más grande en la historia de ese país. Tremendo mensaje que, por cierto, también deberían oír quienes bajo mentiras e inventos como la ideología de género quieren en nuestro país defender las mismas ideas machistas y retrógradas de Trump.

Si los resultados de la elección estadounidense dieron muchas razones para dudar de la democracia y para pensar que el progreso en los derechos sociales estaba en cuestión, la respuesta masiva de las mujeres devuelve fe y esperanza.

En Perú enfrentamos una situación muy distinta pero que no deja de tener similitudes con lo que pasa en Estados Unidos. Constatar que todos nuestros ex presidentes vivos están involucrados con la corrupción (Toledo, García y Humala) o con asesinatos (Morales Bermúdez) o con ambos (Fujimori), desacredita la democracia. Las respuestas cínicas de todos ellos son igual de mentirosas que las de Trump.

Defender la democracia y los derechos sociales pasan, tanto en Estados Unidos como en el Perú, por una acción ciudadana que en las calles enfrente la demagogia y las mentiras de corruptos y asesinos. Persistamos en ello.


http://diariouno.pe/columna/mujeres-contra-trump-muestran-el-camino/


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Una potencia en salmuera


Nelson Manrique



La transferencia de poder en Washington confirmó los augurios más pesimistas sobre lo que se puede esperar en los próximos cuatro años. En su primera intervención como presidente, Donald Trump se ratificó en su discurso de campaña sin suavizar sus aristas más filudas, confirmando que su “América primero” se va a traducir en aislacionismo en lo político, proteccionismo en lo económico y xenofobia con relación a los migrantes. Supone asimismo una radical redefinición del mapa geopolítico.

Cada medida que Trump promete va a generar respuestas que comprometen a su vez un conjunto de nuevas medidas que va a tener que tomar, y cuyas consecuencias son difíciles de predecir. El acercamiento con Putin, por ejemplo, va a tener consecuencias en la política norteamericana en el Medio Oriente. A corto plazo posiblemente se expresará en un viraje en Siria, reduciendo la presión sobre el presidente Bashar al-Ásad, para concentrarse en el combate con al Daesh, pero eso, a su vez, tendrá repercusiones en las relaciones con Israel y con el equilibrio en la región, y así sucesivamente.

Una redefinición de las relaciones con Rusia, por otra parte, debe tener importantísimas consecuencias estratégicas. Me viene a la memoria un relato de Robert McNamara, uno de los artífices de la intervención norteamericana en Vietnam. Años después de la humillante derrota norteamericana, McNamara fue a Vietnam y se entrevistó con los líderes militares que lograron la proeza de derrotar a la potencia militar más grande de la historia de la humanidad. Para los estrategas vietnamitas, era increíble que los norteamericanos no hubieran estudiado la historia de Vietnam. Si la hubieran revisado, le dijeron, hubiesen visto que Vietnam tenía tras de sí un milenio de guerras rechazando intervenciones extranjeras, y que siempre, al final, acababa enfrentando una invasión de China, su expansivo enemigo histórico. Ignorar estas cosas llevó a los norteamericanos a seguir una política de estrategias desastrosa. Hasta hoy, el enemigo estratégico de Estados Unidos ha sido Rusia, y todo lo que fortalezca a esta constituye un debilitamiento estratégico de los Estados Unidos, aunque en lo inmediato, en términos tácticos, pueda significar un beneficio. O la definición de los objetivos nacionales norteamericanos cambia completamente, o Estados Unidos va a sufrir un tremendo retroceso en el escenario mundial, aunque Trump se proponga lo contrario.

El proteccionismo por su parte puede terminar desatando una guerra comercial con China en la que Estados Unidos podría quedar mal parado. El ascenso de las importaciones de automóviles asiáticos tuvo una de sus causas fundamentales en la cada vez más mala calidad de los productos de la industria automotriz norteamericana, y en la incapacidad para responder a los desafíos de un mercado cambiante con la flexibilidad con que podían hacerlo las empresas asiáticas luego de la revolución del toyotismo. El proteccionismo se propone defender a los trabajadores norteamericanos obligando a consumir la producción doméstica. Pero crear empleos así podría terminar obligando a los consumidores a comprar productos caros y de mala calidad, desincentivando la innovación. Con lo que sería necesario recurrir a una política de subsidios, y así sucesivamente.

Trump llegó al poder apoyado por sectores sociales golpeados por la globalización, especialmente por el proletariado blanco del cinturón industrial, al que ahora se denomina con el expresivo nombre de Rust Belt, cinturón de óxido, al que seduce el discurso que señala como culpables de su miseria a las empresas que se llevaron sus factorías a México y a los migrantes que vienen a quitarles el empleo. Un discurso que resuena también en la sociedad rural blanca que rechaza la diversidad y apoya recuperar el país de manos de los “de color”, que estuvo en una ceremonia de investidura presidencial de blancos, con la ausencia de “los otros”.

Pero la mayor dificultad que Trump va a tener que enfrentar se ha cristalizado en la masiva resistencia que su discurso ha generado. La movilización de las mujeres, realizada un día después, opacó completamente la ceremonia oficial que lo hizo presidente. Medio millón de mujeres movilizadas en Washington, acompañadas por familias, gente de todos los colores y edades, de todas las identidades, cientos de miles más a lo largo y ancho de los Estados Unidos y en muchas ciudades del mundo testimoniaron que Trump no va a poder realizar sus fantasías con la libertad que esperaba. Los 75,000 votos que le dieron el triunfo en tres estados claves palidecen frente a los cerca de 3 millones de votos de ventaja que le sacó Hillary Clinton en el conteo final.



http://larepublica.pe/impresa/opinion/842341-una-potencia-en-salmuera


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PPK en Cocachacra



Rocío Silva Santisteban



Primero dijo que iba en diciembre, luego en los primeros días del 2017, más adelante que el 20 de enero, después que el 24; entonces el Ministro de Agricultura, en la zona, dijo que PPK de ninguna manera viajaba al Valle de Tambo: a los dos días llegó para sobrevolar el valle y las zonas de las probables represas, y para presentarse ante la gente en el estadio municipal con un resguardo de centenas de policías.

Habló cinco minutos ante un auditorio relativamente espontáneo porque, frente a la confusión de fechas, los cocachacrinos no se habían preparado. El presidente de la Junta de Usuarios Del Valle de Tambo, Jesús Cornejo, no estuvo presente y la presidenta de la Junta del Valle Mejía-La Ensenada, Mariluz Marroquín, se encontraba en Lima. Es cierto que el alcalde Helard Valencia convocó unos días antes a una reunión de propietarios y vecinos para informarles sobre la necesidad de estar organizados y proponer ciertas demandas ante el Presidente del Perú, pero en la misma reunión, según fuentes locales, no se concretó una agenda.

Los vecinos y activistas a favor del agro, como las decenas de mujeres que fueron detenidas y hasta golpeadas durante el pico del conflicto (2015), sí lograron ir porque, ante la inusual presencia de policías, dedujeron de inmediato que PPK se acercaba. En esos cinco minutos Kuczinsky no quiso hablar del proyecto Tía María: “vamos a mantener un poco de silencio para escuchar lo que les tengo que decir...” Fue entonces cuando los vecinos, que habían entrado al estadio enarbolando banderas verdes, le gritaron: “agro sí, mina no”. PPK insistió: “no he venido a hablarles de Tía María” y el pueblo se molestó gritando a todo pulmón la consigna “agro sí mina no”.

PPK es el primer presidente que viaja a Cocachacra cumpliendo la palabra empeñada durante la campaña; pero la actitud ha sido la misma de políticos anteriores: “yo he venido a decirles/ yo no los voy a escuchar”. Las promesas de hospitales en Cocachacra y Dean Valdivia no convencieron, menos aún la idea de construir la represa de Peñas Negras porque a los agricultores del Valle de Tambo les han prometido hace treinta años la represa de Partiture y no se concreta hasta la fecha. En el valle los agricultores saben que requieren urgentemente del agua: la demora de las lluvias esta temporada ha postergado las siembras y traslados de almácigos del arroz con el peligro de no concretar una buena cosecha. Mariluz Marroquín me lo confirmó hace unos días y también exigió la presencia de Verónika Mendoza y de Marco Arana con, antes o después de PPK. Una arrendire de la zona me confesó su malestar: “deberían apoyarnos en lugar de pelearse entre ellos”.

PPK dijo una verdad en su discurso: “sin agua no hay progreso”. En realidad, sin agua no hay vida. Ni soberanía alimentaria. Ni humanidad. Priorizar el agua para la agricultura es una decisión política y PPK y los tambeños lo saben. Por eso, hubiera sido mejor, que el presidente viaje para escuchar.


http://larepublica.pe/impresa/opinion/842342-ppk-en-cocachacra



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