miércoles, 18 de enero de 2017

OPINIONES 18/01/2017

#ConMisHijosNoTeMetas - Luis Davelouis
Corrupción y régimen político - Antonio Zapata
Geoproblemas a las puertas - Mirko Lauer
Hacer política - Augusto Álvarez Rodrich
LOS RÍOS PROFUNDOS - César Lévano
¡No permitamos delincuentes en la Construcción! - Manuel Dammert Ego Aguirre
Pitucos coimeros y cholos vándalos - Fernando Vivas
¿Podremos frenar la corrupción? - Gonzalo Portocarrero
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#ConMisHijosNoTeMetas

Luis Davelouis


La campaña contra la “ideología de género” –que no, que eso no existe– mantiene su virulencia. A los carteles en la Vía Expresa y al balbuceo asustado de quienes no pueden explicar de qué se trata eso a lo que se oponen, se suma la embestida de sectores conservadores que sienten que la historia se aleja de ellos inexorable y, en su desesperación, se les escapa el fascismo como el aire a una llanta pinchada.

Y si no hubiera sido porque la fiscal María del Pilar Peralta Ramírez archivó la investigación contra los miembros del Sodalicio –acusados de 50 cosas contra las buenas costumbres–, del alboroto conservador solo hubiéramos visto una cara.

Según ellos, a un niño o niña no se les debe enseñar que da igual que les guste jugar con carritos, sartenes, pelotas, muñecas o prefieran el azul o el rosado; que nada de eso determina la forma en la que tratan a los demás niños y niñas o se les trata a ellos. No se les debe decir que nada de eso condiciona sus oportunidades. Según ellos, eso es deformar sus mentes inocentes. De algún modo, decirle a una niña que no necesita casarse, ni ser esposa, que puede ser independiente y que no tiene que ocuparse de la casa ni ser madre para realizarse, incentiva la homosexualidad y amenaza a la familia.

No he visto un solo crítico de la “ideología” pronunciarse por esta injusticia flagrante. ¿Será que no se hace leña del árbol caído? ¿Será –como sostiene la fiscal Peralta– que ya pasó mucho tiempo y, como las víctimas de Figari y sus secuaces no murieron, no se suicidaron y no están todas en un manicomio, ya no importan las violaciones?

¿O será que, bajo determinadas circunstancias, sí se pueden meter con sus hijos y callar?


http://peru21.pe/opinion/luis-davelouis-conmishijosnotemetas-2268129


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Corrupción y régimen político

Antonio Zapata


Odebrecht ha iniciado un debate nacional sobre la corrupción que ojalá haga época y contribuya a superar este mal. Quizá aciertan quienes temen que la crisis actual de corrupción se lleve por delante la precaria institucionalidad estatal. Es probable que haya llegado a su fin el sistema puesto en marcha después de la transición del año 2000; fue un imposible desde el comienzo, una democracia con la misma constitución del autoritarismo.

Como la corrupción acompaña la historia del Perú desde hace mucho tiempo, es preciso voltear la mirada hacia nuestra larga experiencia y recordar las reflexiones de las antiguas generaciones al respecto. De acuerdo al famoso libro de Alfonso Quiroz, la corrupción empieza por el jefe del Estado, “el pez muere por la cabeza”. Es decir, si el presidente está complicado, el régimen político se convierte en una cleptocracia, el gobierno de los ladrones.

Mientras que, si el presidente es honesto, puede haber cierta corrupción por abajo, pero no se apodera de la nave del Estado. Por ejemplo, los dos gobiernos de Belaunde. De acuerdo a las delaciones en Brasil, posiblemente este año veremos si nuestros tres últimos presidentes han sido honestos o continuaron a otra escala el régimen cleptocrático puesto en marcha por Fujimori-Montesinos.

Así, el dato clave es la honestidad del gobernante. A la ciudadanía debería preocuparle que los candidatos a mandatario evidencien su rectitud y su dedicación al Estado y no al bolsillo particular. Sin embargo, en ninguna elección de este período post Fujimori se ha tomado en cuenta este factor, y se ha elegido al malo para evitar al pésimo. Como resultado, al día de hoy, pocos peruanos(as) creen que algún político es confiable.

La segunda lección que plantea Quiroz se refiere a los grandes nudos de la corrupción. Su eslabón más pernicioso es la construcción de elefantes blancos. En otras palabras, si una obra es necesaria y se cobra una coima es malo, pero es mucho peor cuando encima la obra está sobredimensionada y no se la necesita de ese tamaño.

En la situación actual, el ejemplo perfecto es la Interoceánica Sur. Si la obra estaba programada para costar US $ 900 millones y ya era carísima, acabó costando más de US $ 2,000 millones gracias a adendas. Es verdad que se necesita una conexión con el Brasil en ese sector, pero no a ese costo. Si está muy inflado es para pagar un soborno monumental. Con respecto a obras públicas, dado el estado actual de desconfianza, lo óptimo sería garantizar la transparencia en tiempo real, facilitando que la ciudadanía organizada vigile el proceso.

La siguiente pregunta es cómo penetra la corrupción en el cuerpo político. Si la cuestión principal es la honradez del presidente, entonces la clave está en cómo se obtiene ese puesto. Ahí aparece el financiamiento de las campañas electorales. Ese es el camino que sigue la corrupción para penetrar y eventualmente capturar al Estado.

Así, las campañas han traído nuevamente la corrupción en el período post Fujimori. Luego, ha sido relativamente fácil, el presidente electo seguía jugando con las mismas cartas. Hasta donde se va sabiendo, en ese terreno las empresas brasileñas han sido campeonas.

En el Perú, el financiamiento de las campañas es privado y la ley establece ciertos topes, estando abierto a la contribución de personas y empresas. Por su parte, el Estado colabora a través de la franja electoral, pero se mueve mucho dinero sucio que luego se justifica de alguna manera. Quien corrija esta situación habrá cortado el nudo gordiano.

Habría que explorar si conviene prohibir el financiamiento privado de las campañas electorales y financiarlas a través del gasto público. Mejor gastar en prevenir que meter a los ex presidentes a la cárcel cada cierto tiempo.


http://larepublica.pe/impresa/opinion/840630-corrupcion-y-regimen-politico




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Geoproblemas a las puertas

Mirko Lauer


Si las confrontaciones de todo tipo entre las potencias empiezan a escalarse, ¿cómo quedaremos ubicados nosotros en América Latina? ¿Cómo quedará el Perú? La globalización y la multipolaridad han permitido que los países de la región sigan cada uno su propio camino geopolítico y económico, sin la presión de una fuerza externa única.

En los últimos decenios en América Latina ha sido posible promover unidades de países o bloques internos sin presencia de los EEUU, tener gobiernos con diversos grados de izquierdismo, fortalecer inéditas relaciones con China o el Medio Oriente, todo esto sin la necesidad de alinearse en los hechos con alguna potencia en particular.

Es obvio que un aumento de la conflictividad mundial irá obligando a nuestros países a tomar partido, y que no todos van a optar por el mismo bando. Si el proteccionismo avanza, una práctica hoy tan natural como comerciar con todo el mundo va a empezar a debilitarse, con las previsibles consecuencias económicas.

De otra parte, si nuestros países fueran a intensificar su toma de partido por intereses externos enfrentados, es inevitable que empiecen a aparecer también diferencias entre ellos mismos. Por lo pronto hay un intenso comercio entre los países de la región, que ciertamente se vería afectado por el nuevo clima proteccionista.

La Alianza del Pacífico está visiblemente más cerca de Washington que otros países de la región. ¿Pero qué va a suceder con este bloque si la ofensiva de Trump contra México llega a un punto crítico? ¿Estará Beijing en condiciones de hacer ofertas interesantes a los países del Pacífico sur? ¿Y estaremos en condiciones de aceptarlas?

Durante todo el siglo XX la unidad de América Latina se originó en el sometimiento a una sola potencia. En este siglo ella se originó más bien en una ventana de libertad creada por la globalización. Quizás por primera vez en su historia América Latina tendrá que tomar realmente en serio sus intereses comunes, que comienza por identificarlos bien.

El hipnótico espectáculo de las crisis que avanzan en el hemisferio norte no nos debe distraer de mantener la atención puesta en la manera cómo América Latina, junta y por separado, viene reaccionando a esos peligros lejanos, que en realidad no son tan lejanos como quisiéramos. ¿Puede existir una fortaleza América Latina?


http://larepublica.pe/impresa/opinion/840628-geoproblemas-las-puertas


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Hacer política

Augusto Álvarez Rodrich


Quizá no le falte razón a Juan Sheput cuando critica el bajo papel político de los ministros, aunque la razón de por qué no ocurre eso podría ser inquietante para el presidente Pedro Pablo Kuczynski.

Sheput, quien es vocero de la bancada PPK, dice que “los ministros están encerrados en sus escritorios”, queriendo con ello criticarlos por “no estar cumpliendo un papel comunicador más intenso”, por lo que reclama que “en el gabinete debe haber una política de mayor intensidad”.

Esa es su justificación a la caída de la aprobación presidencial en el último mes: ocho puntos según Datum y cinco según Ipsos. Según Sheput, “el presidente hace bien su labor”, pero los ministros no.

“Hay ministros que más parecen consejeros presidenciales que políticos, encerrados en su meditación, y otros que necesitan entender mejor la idea del Gobierno”, dijo Sheput.

Su colega Guido Lombardi piensa parecido y señala que los ministros “deben dar más la cara”, mientras Sheput agrega que “hacer política significa confrontar, criticar, polemizar y, sobre todo, poner la agenda”.

Si lo anterior es correcto, la pregunta es, entonces, por qué el gabinete Zavala no hace política.

Una primera explicación sería la creencia –equivocada– del gobierno de que los ministros deben ser, principalmente, tecnócratas expertos en su sector y que, en vez de hacer política, deben hacer obras concretas con las que vencerán en la arena política.

Eso es, claramente, un error. Por más capaz que sea un ministro, si no hace política –comunicar, confrontar, persuadir–, será imposible llegar a buenos resultados. Vean, nomás, lo que pasó con Jaime Saavedra.

La segunda explicación sería que, aunque los ministros tengan el deseo de hacer política, no puedan concretar su intención porque el gobierno carece de un plan político integral que ofrezca el libreto de actuación.

Pero una tercera explicación de la afonía ministerial sería peligrosa: que algunos ministros no quieren confrontar –y hacer política– porque creen que la mejor manera de lograr sus objetivos sectoriales es pasando piola y simpáticos con el fujimorismo.

Si esto último fuera cierto –y algunos miembros del gabinete parecen actuar así–, se tendría la insólita situación de ministros creyendo que hay dos presidentes en el Perú: uno formal en Palacio y otra informal que sería Keiko Fujimori, lo cual significaría una dualidad inaceptable que debilitaría a PPK, frente a lo cual lo mejor sería hacer un pronto reajuste en el gabinete para tener ministros mejor alineados.


http://larepublica.pe/impresa/opinion/840632-hacer-politica



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LOS RÍOS PROFUNDOS

César Lévano


Se cumplen hoy 106 años del nacimiento de José María Arguedas. Por este motivo reproducimos el siguiente texto de nuestro director, originalmente parte de su ensayo sobre Arguedas publicado en la revista Tareas de Alejandro Romualdo Valle, edición de febrero de 1960. Arguedas elogió este trabajo que, dijo, era el único que había comprendido el mensaje de Los ríos profundos.

Este libro, que ha merecido ser editado por Losada en su Colección “Novelistas de España y de América”, constituye la suma actual de la obra arguediana.

En sus páginas, en que el autor vuelve al castellano total, a un castellano suyo, duro como el pedernal de sus sierras, fresco como los puquios, expresivo como un arpa, rico del viaje de ida y vuelta del castellano al quechua y del quechua al castellano, está todo lo mejor de sus libros anteriores, y lo más característico incluso en los lados flacos.

Veinte años después de Agua, la vieja nota antifeudal sigue sonando a lo largo de un libro denso y sobrio como el que más.

También aquí se denuncia a los hacendados que rajan el rostro de los indios a puntapiés cuando piden “más de lo que comúnmente se cree justo”. Aquí surge Abancay, ciudad cercada por las tierras de una hacienda. Aparecen los indios armados. Todo un vasto mundo de cantos, aves, psicologías, paisajes, hechos y amores, tragedias y muertes, una colección de episodios sueltos ensamblados entre sí por una atmósfera y una visión única.

Arguedas alcanza una de las cimas de su creación en el relato del motín de las mozas y dueñas de chicherías. El origen del alzamiento no tiene nada de inventado: un grupo de mujeres que asaltan las oficinas de la Recaudadora, que viene escondiendo la sal.

También para sofocar este movimiento de protesta hay un sacerdote a la mano:

“Oímos entonces las palabras del padre. Habló en quechua.

“-No, hija, no ofenda a Dios. Las autoridades no tienen la culpa. Yo te lo digo en nombre de Dios.

“-¿Y quién ha vendido la sal para las vacas de las haciendas? ¿Las vacas son antes que las gentes, Padrecito Linares?

“La pregunta de la chichera se escuchó claramente en el parque. La esquina que formaban los muros de la torre y del templo servían como caja de resonancia.

“-¡No me retes, hija! ¡Obedece a Dios!

“-Dios castiga a los ladrones, Padrecito Linares –dijo a voces la chichera, y se inclinó ante el Padre. El Padre dijo algo y la mujer lanzó un grito:

“-¡Maldita no, padrecito! ¡Maldición a los ladrones!”.

Al final de este trabajo, Arguedas narra un episodio, que no podemos menos que considerar simbólico, en un autor y en un libro tan hondo. Es el de los colonos, de los campesinos sometidos al vasallaje precapitalista que rinden tributo en renta-producto al hacendado y que en todo el curso de los escritos de Arguedas son considerados como indios disminuidos, cobardes, domesticados. Ellos no son como los comuneros, seres valientes y que, aunque esquilmados, esconden sus energías, sin perderlas. En los pasajes finales de Los ríos profundos, vemos cómo los colonos afrontan las bayonetas de los soldados, cómo llegan desde quince haciendas a tomar el pueblo por asalto. ¿En son de rebeldía? ¡No! Vienen a la ciudad en que la peste mata sin piedad, a fin de escuchar misa. Los empuja una fe, una mística. Quieren vencer a la peste con sus rezos en la “iglesia grande”. Y con esa certidumbre avanzan por los caminos, descienden por las laderas, vencen y tornan impotentes a las fuerzas armadas. Estos indios, antes amansados por el látigo del amo y las prédicas del cura, parecen transfigurados.

¿Acaso sería forzar demasiado la exégesis si se viera en este episodio de unos ex hombres vueltos a la vida por obra de la fe una como anticipación de lo que serán capaces los indios, en este caso los siervos de la hacienda, cuando adquieran ese grado mínimo de conciencia y esperanza que se requiere para desafiar las balas y para apoderarse de una ciudad?

http://diariouno.pe/columna/los-rios-profundos/



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¡No permitamos delincuentes en la Construcción!

Manuel Dammert Ego Aguirre


Se ha dictado el Decreto Legislativo 1246, destinado a simplificar el régimen jurídico de la administración pública. El Gobierno debe corregirlo de forma inmediata e impedir que retornen al sector Construcción las bandas que han asesinado a 16 dirigentes sindicales, extorsionado a cientos de empresarios y profesionales, y creado un amplio clima de inseguridad en la ciudadanía.

El DL 1246 exonera a “los usuarios en general”el proporcionar determinada información personal por víadocumentaria, pudiendo ser sustituida por una declaración jurada. Esta facultad está condicionada a una situación, sin plazo ni determinación actual: “en tanto se implementa la interoperabilidad”. Pero…. esta interoperabilidad general de los procedimientos del Estado, que es la base para contrastar lo dicho en las declaraciones juradas, además de que no tiene plazo preciso, no es aplicable de por sí a situaciones, como la del sector Construcción.

La violencia en el sector Construcción fue ocasionada por mafias delincuenciales, inscritas como seudotrabajadores. Inclusive organizaban sus “seudosindicatos” para cometer sus fechorías. Ante esta grave situación se dictó el Decreto Legislativo 1187 y se formalizó el Registro Nacional de Trabajadores de Construcción Civil, con el Decreto Supremo 009-2016-TR. Se establecieron requisitos formales para esta inscripción, a fin de contar con una base de datos confiable y la fiscalización correspondiente. Estas normas eran la respuesta del Perú ante la ola de asesinatos, extorsiones y violencia delincuencial impuesta por delincuentes que se hacían pasar por trabajadores.

El DL 1246 aplicable al sector Construcción anula este registro indispensable, dejando la inscripción en base a una simple declaración jurada individual. Esta grave situación abre las puertas a que sectores delincuenciales busquen ingresar ilegalmente al registro, lo que está en pleno proceso.

El Ministerio debe tomar acciones inmediatas. La FTCCP, legítima organización sindical, que mantiene el pliego único de reclamos con CAPECO y sus sindicatos, exige esté vigente en todo el país. Exige la FTCCP que no puede permitirse esta sola declaración jurada, la que podrá hacerse recién cuando se implemente efectivamente la interoperabilidad en la Administración Pública Nacional, y contrastar así los datos. Si fuese necesario, se debería crear un registro eventual, sujeto a fiscalización, para ser evaluados los que ahí se registren, para recién luego inscribirse formalmente en el registro establecido por el Decreto Legislativo 1187.

Son ya 16 dirigentes sindicales de la Construcción asesinados por las mafias, y es muy grande la legión de empresarios, profesionales y técnicos, extorsionados y afectados por estos grupos delincuenciales. ¡No permitamos las mafias delincuenciales que afectan a todos los peruanos!


http://diariouno.pe/columna/no-permitamos-delincuentes-en-la-construccion/

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Pitucos coimeros y cholos vándalos

Fernando Vivas



Ojo. Lo que está pasando aquí no es solo delito. Es inequidad que se convierte en leña al fuego del caldero nacional. Mientras el nombre de los titulares de la megacorrupción se mantiene en secreto, manifestantes son tratados como  vándalos. (Y no lo digo por la eventual detención arbitraria de un ciudadano  inofensivo confundido con los tirapiedras que no faltan, sino por un discurso que subraya la violencia como si fuera el ingrediente esencial que define las marchas de Puente Piedra y, antes, los sucesos de Huaycán).

Más que en otros escándalos, aquí la choledad ha sido doblemente abusada –como ciudadanía defraudada, como mayoría pobre– por un sistema de corrupción concebido como una APP (asociación público-privada) de empresarios y tecnócratas de nivel socioeconómico A y envidiable educación superior. El Perú como burdel de blancos.

Insisto en una idea asociada a esta de la inequidad: a diferencia de la corrupción de los 90 dirigida desde un gobierno popular, la de Odebrecht es de titularidad tecnocrática empresarial. Pero sucede que mientras los funcionarios y ejecutivos de perfil bajo llevan y traen la plata de coimas, adendas y arbitrajes truchos, son los políticos que avalan esto los que absorben todo el odio. Caerán líderes que se corrompieron con cuentas a nombre de sus testaferros y de campañas electorales; y también caerán algunos que, simplemente, pecaron de bobos y negligentes.

Por todo esto, ahora que lo vuelvo a pensar, no me parece mala idea que los políticos elegidos y representativos investiguen en el Congreso a los corruptos fácticos. La politización de este escándalo puede ayudar, en el fuego cruzado de acusaciones, a echar luz sobre algunos peces gordos, algún CEO, viceministro o árbitro de polendas, que pudiera hacer mutis por el foro con la manita de amigos encumbrados. 

La inequidad en la economía es parte del sistema y todos la asumimos y procesamos con distinto grado de indignación. Pero la inequidad en la justicia es inadmisible y arrebata. No aticemos con ella el escándalo. Que Alejandro Toledo esté fuera del país y Nadine Heredia en el limbo es ya una barbaridad que amerita que el Poder Ejecutivo mande señales al PJ y al Ministerio Público para que se apuren con medidas de mínimo arraigo. PPK debe prevenir que cunda la sensación de que su gobierno ayuda a la impunidad de los de su clase. Debe dar el ejemplo de que ayuda a procesar pillos que, no por encopetados, merecen consideraciones especiales. Es una vergüenza para el ppkausismo que PPK no haya dado un mensaje a la nación ceñido a la corrupción y le haya dejado el espacio a Keiko Fujimori para que lo haga.


http://elcomercio.pe/opinion/rincon-del-autor/pitucos-coimeros-y-cholos-vandalos-fernando-vivas-noticia-1961401


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¿Podremos frenar la corrupción?

Gonzalo Portocarrero

Más allá del chisme y la morbosidad, la ola de denuncias por corrupción generada desde Brasil, a propósito de los casos de Odebrecht y Camargo Correa, representa un desafío para la sociedad peruana. Puede significar un vendaval que eche por tierra el precario andamiaje institucional. O, desde una perspectiva más optimista, podría significar el punto de partida para el robustecimiento de la autoridad del Estado que es la premisa de la lucha contra la pobreza y la corrupción.

En julio del 2016, la ciudadanía estaba jubilosa, ilusionada por la posibilidad de un compromiso entre PPK y el fujimorismo, un acuerdo que facilitara una gobernabilidad que agilice la inversión. Siendo fuerzas afines desde el punto de vista programático nada parecía más natural y sensato que el logro de tal acuerdo. Entonces, en el inicio del gobierno, con la delegación de facultades legislativas, se vislumbró la posibilidad de que el entendimiento sustituyera a la confrontación como forma de relación con el otro en el sistema político. Pero los políticos no se comportan de una manera ciudadana, acorde con los intereses del país, sino que se dejan llevar por su provecho y emociones, de modo que la política se convierte en un espacio de enfrentamiento, un espectáculo donde las victorias se definen como el logro del deslucimiento del otro y, paralelamente, como la conquista de ventajas partidarias y de posiciones de poder que se materializarán en prerrogativas para los políticos exitosos.

Entre la ciudadanía, la expectativa de una colaboración entre la gente de PPK y el fujimorismo está siendo sustituida por un sentimiento de desencanto que se consolida con la censura arbitraria al ministro Saavedra. La gente vuelve a comprobar que la política es el reino del fraude y la mentira. Por tanto, si los políticos son ladrones y sinvergüenzas, pero básicamente exitosos, ellos representan un ejemplo de transgresión e impunidad que desobliga a la ciudadanía a cumplir con las leyes.

Pero desde Brasil y Estados Unidos nos llega la información de que en los gobiernos de Toledo, García y Humala los proyectos de infraestructura pública han sido otorgados, de una manera generalizada, en función de la recepción de coimas. Esta situación significa una tremenda humillación de nuestra autoestima como peruanos. Una revalidación del pesimismo criollo que se complace en reiterar que la sociedad peruana nunca cambiará.

Este pesimismo se convierte en motivo o pretexto para radicalizar la transgresión. Si los políticos y congresistas son los primeros en evadir la ley para su provecho, ¿entonces qué podría exigirse de la ciudadanía? No obstante, frente al tsunami de acusaciones que está por llegar se podría tener otra actitud: investigar y condenar a los corruptos. Convertir el caso en una suerte de hito en la historia del país. De manera que aquellos tentados, o ya seducidos, por la corrupción sepan que no serán protegidos por el poder.

Aprovechar las denuncias para proceder a una limpieza en profundidad de nuestro sistema político. Quizá sea pedir demasiado. Pero de repente no tanto si se toma en cuenta que estamos ante un proceso mundial. Es difícil saber si ha aumentado la corrupción, como parece, o si lo que ha ocurrido es una mayor visibilidad de las denuncias gracias a los medios de comunicación. O, también, una conjunción de ambas situaciones. Aunque lo que sucede en Brasil es un proceso abierto, y las primeras sentencias nos hacen pensar de manera optimista: será difícil para los corruptos evadir a la justicia.

En el Perú sería un orgullo ver tras las rejas a todos los responsables, así se apelliden Toledo, García o Humala. Una situación así alentaría la confianza ciudadana y el cumplimiento de la ley. Implica un cambio profundo en las mentalidades colectivas para el que estamos preparados, como lo demuestra la bajísima votación obtenida por Toledo y García en las elecciones presidenciales del 2016. Situación que pone en evidencia un cansancio con la corrupción. Un entendimiento colectivo de que los costos sociales de la transgresión generalizada son tan enormes como para impedir un desarrollo económico sostenible. Sin instituciones sólidas y predecibles el Perú asemeja una nave a la deriva, sin rumbo definido, vulnerable a los golpes de timón del caudillo audaz del momento.


http://elcomercio.pe/opinion/columnistas/podremos-frenar-corrupcion-gonzalo-portocarrero-noticia-1961295

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