Como dice una cosa dice otra - Enzo Defilippi
2017: entre la crisis de régimen y la esperanza nacional - Manuel Dammert Ego Aguirre
El Congreso se entromete - Augusto Álvarez Rodrich
¿El fin de las utopías? - Carmen McEvoy
Estimado Sr. Presidente (I) - Luis Davelouis
La razón de la sinrazón - César Lévano
La revolución rusa, cien años - Antonio Zapata
Nos habíamos podrido tanto - Fernando Vivas
Otanofobia - Mirko Lauer
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Como dice una
cosa dice otra
Enzo Defilippi
El gobierno modificó recientemente el marco legal de la
política macrofiscal, el conjunto de reglas que determinan el tamaño máximo
del déficit fiscal y la deuda pública y el crecimiento del gasto del
gobierno.
En una economía como la peruana, los ingresos fiscales son
volátiles porque dependen mucho de las cotizaciones de las materias primas.
En una situación así, que el gasto del gobierno dependa de los ingresos
observados hace que el gasto público tenga que disminuir cuando la economía
se desacelera, lo que puede convertir desaceleraciones en recesiones y
recesiones en desastres.
Por ello, las mejores prácticas internacionales recomiendan a
países como el nuestro gestionar sus finanzas públicas usando variables
estructurales, es decir, variables como el PBI y el déficit fiscal,
calculadas sin tomar en cuenta cotizaciones excepcionalmente altas o bajas.
Solo así se puede aplicar una política contracíclica: gastar más cuando la
economía se desacelera y menos cuando se acelera.
Este es el marco que se venía aplicando en el Perú desde el
2015 y que el gobierno acaba de modificar. A partir del 2018 (para el 2017 no
se aplica ninguna regla), si la economía se desacelera, solo contaremos con
el gobierno para que empeore la situación reduciendo su gasto.
El argumento para usar variables observadas es la
transparencia. Argumento falaz, porque en ninguna ciencia la transparencia
depende de cuán fácilmente observable es un fenómeno, sino de cuán
verificable es su estimación. En este caso, la metodología para el cálculo de
las variables estructurales es pública y periódicamente se reportan los
resultados fiscales en estos términos. Además, el marco anterior creó un
consejo fiscal independiente para que emita su opinión sobre su cálculo.
¿Dejamos de usar el PBI y la inflación porque no son variables observadas?
El uso de variables observadas tampoco garantiza reglas
razonables. El nuevo marco, por ejemplo, dispone que el gasto del gobierno
podrá crecer un punto por encima de un promedio compuesto en 75% por el
crecimiento de los 15 años anteriores. Como hemos pasado por un período de
crecimiento excepcionalmente alto, la tasa resultante es también alta (6,1%);
tanto que recién será limitante cuando el déficit fiscal se acerque a 1%, lo
que recién ocurrirá en el 2021. Es decir, el gobierno ha cambiado las reglas
para que se apliquen a la siguiente administración.
Por cierto, el marco anterior no impedía cumplir los objetivos
fiscales de este gobierno. Se podía limitar el crecimiento del gasto público
o gastar más en inversión y menos en gasto corriente sin modificarlo. ¿Para
qué hacerlo?
Hay más. El nuevo marco ha hecho borrón y cuenta nueva con los
gobiernos subnacionales que han incumplido sus compromisos de déficit y
endeudamiento, y se han establecido sanciones que tienen tantos dientes como
pedir por favor. Y a los que tienen buena calificación de riesgo se les ha
eximido de cumplir cualquier regla. Claro, como la lección de la crisis
financiera es que las calificadoras de riesgo no fallan…
Cambiar el marco de la política macrofiscal para debilitarlo y
eximirse de él no lo hace más creíble. Al contrario, nos hace parecer a la
Chimoltrufia, que como dice una cosa dice otra, pues si es que, como todo,
hay cosas que ni qué.
http://elcomercio.pe/opinion/mirada-de-fondo/como-dice-cosa-dice-otra-enzo-defilippi-noticia-1956501
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2017: entre la
crisis de régimen y la esperanza nacional
Manuel Dammert
Ego Aguirre
Desde el primer semestre del nuevo gobierno PPK muestra la
impronta futura de su atenazada geografía política. El escenario político de
las tres mitades (PPK, FPK y FA-progresismo), muestra ahora una república
dominada por la plutocracia financiera, pero entrampada en enfrentar sus
graves problemas estructurales. Vive en constante síntomas con problemas
crecientes de crisis del régimen lobista, mientras crecen las esperanzas de
afirmación ciudadana de la patria.
Se ha entrado a una crisis de régimen. La reactivación
económica se deja a mayores ganancias financieras obtenidas al acrecentar la
mayor desigualdad económica, con la precariedad de la flexibilización del
trabajo y la privatización y mayor desigualdad en los servicios públicos.
Se busca reemplazar el anterior inicial impulso constructivo
de grandes proyectos mineros (especialmente del corredor minero del sur), por
megaobras de infraestructura de gran endeudamiento público, sin la elevación
de la productividad y diversificación de la economía nacional.
Las obras públicas “anclas”, tienen escandalosos beneficios
contractuales. Los ingresos no provienen de elevar nuestras capacidades
productivas nacionales descentralizadas, con asistencia técnica y crédito en
la industria, el agro y los servicios , sino se obtienen de la “peladilla
mineralizada”, esto es, de la destructora pesca masiva de la anchoveta
juvenil (peladilla) y de los incrementados beneficios a la exportación de
materias primas, especialmente mineras, y del regalo de las rentas y activos estratégicos
como el gas de Camisea, los hidrocarburos y la biodiversidad.
En estas condiciones campea la desigualdad en la vida
cotidiana de los peruanos. Y la oferta de la Republica lobista a futuro es
incrementarla. Y se hace cuando el narcotráfico, que sigue impune, corroe la
vida, las instituciones, el poder. La corrupción crece y algunos pretenden
hacerla una norma.
Dos aspectos expresan esta crisis de régimen. Uno es el
desafío para sancionar las corruptelas probadas de los sobornos de Odebrechet
en obras públicas a los principales responsables de los 4 últimos gobiernos:
Fujimori, Toledo, García y Humala.
Otro es impedir que en medio de la crisis, vía un pacto de
cogobierno, retome el poder la mafia que capturó e impuso el Estado Mafioso
entre 1992 y el 2000, y que ahora recupera posiciones claves en las diversas
áreas estratégicas el Estado para volver a capturarlo.
Ante estos inmensos retos, el nuevo año 2017 es de inmensa
responsabilidad nacional. Hay que enfrentar decididamente los dos aspectos actuales
de la crisis de régimen. Persistir en afirmar la democracia, unir a la patria
y conquistar mejores condiciones de vida, trabajo y desarrollo.
Desde el poder de la ciudadanía, organizada y movilizada, se
debe trabajar para que se abran las anchas alamedas del sufragio democrático,
en las elecciones municipales y regionales del 2018 y en las generales del
2021, en el Bicentenario, para afirmar y proyectar en el Perú la Republica de
Ciudadanos que nos legaron Túpac Amaru, Sánchez Carrión y José Carlos
Mariátegui.
http://diariouno.pe/columna/2017-entre-la-crisis-de-regimen-y-la-esperanza-nacional/
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El Congreso se
entromete
Augusto Álvarez
Rodrich
Manteniendo invicta su capacidad de errar, el congreso
anunció, a través de su presidenta Luz Salgado, que este 4 de enero se
instalará una comisión parlamentaria para investigar las coimas de Lava Jato
en el Perú.
Para los interesados en que se combata esa lacra que es la
corrupción, que mella el progreso del país y de sus ciudadanos, y que corroe
las bases morales de la sociedad, dicha decisión constituye un grave error.
Pero formar una comisión parlamentaria para investigar las
coimas de las empresas brasileñas en el Perú es un acierto para quienes, en
vez de buscar la verdad, usan la lucha anticorrupción como arma política para
defender al amigo y atacar al enemigo.
Que es lo que ha demostrado históricamente el parlamento en
esta tarea. El congreso peruano no ha sabido separar su naturaleza
intrínsecamente política, de la ética indispensable para que sus
investigaciones sobre corrupción se realicen caiga quien caiga, sin interesar
el color político de los implicados ni las consecuencias de la indagación.
El presidente de Transparencia Internacional, José Ugaz,
señala que estas comisiones entorpecen el trabajo fiscal y judicial porque lo
politizan, ventilan pruebas y revelan testimonios que debieran ser
reservados, perjudicando el proceso. “No recuerdo un solo caso de una
investigación en el congreso que haya derivado en un proceso judicial
exitoso”, agrega.
Es verdad. Dos ejemplos recientes: la megacomisión sobre la
presidencia de Alan García que no llegó a nada, y la anterior comisión Lava
Jato, coordinada por el congresista Juan Pari, cuyos tres informes ni
siquiera se debatieron en el pleno y terminaron en el archivo.
Nuestro congreso no está preparado para esta labor, al punto
que dos congresistas con amplia experiencia política como Mauricio Mulder y
Gino Costa, seleccionados para la comisión que se instalará el 4 de enero, ya
adelantaron opinión poniendo sus manos al fuego por Alan García y Pedro Pablo
Kuczynski –y no por Alejandro Toledo–, respectivamente, lo cual obligará a
dejarlos de lado.
Agrego otra razón contra una comisión parlamentaria sobre Lava
Jato: la falta de gente en la mayoría fujimorista que pueda liderarla con
ecuanimidad y aspiración de imparcialidad.
La designada Karina Beteta no reúne esas condiciones porque
sigue el modelo de Héctor Becerril, quien como presidente de la comisión de
fiscalización se comporta como un troglodita que actúa según las arengas que
le lanzan, con pura motivación política, en el chat Mototaxi.
http://larepublica.pe/impresa/opinion/834395-el-congreso-se-entromete
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¿El fin de las
utopías?
Carmen McEvoy
En este 2016, plagado de tragedias, es importante recordar el
quinto centenario de la edición de un libro que marcó un hito en el
pensamiento occidental. Publicado en 1516 en Lovaina, “De optimo reipublicae
statu, deque nova insula Utopia” (Del Estado ideal de una república en la
nueva isla de Utopía) de Tomás Moro, se refiere a Inglaterra, la cual fue
comparada con una sociedad que vivía en una isla ficticia.
El texto, corto pero innovador, fue la respuesta,
indudablemente radical, al ambiente hostil que reinaba en la Europa de las
monarquías imperiales. Además de ser publicada en uno de los centros del
renacentismo y de expresar el mayor de sus sueños –un ser humano viviendo en
armonía con la naturaleza y sus semejantes– la Utopía de Moro es una oda, en
clave extrema, a la justicia y a la igualdad.
Frente al auge del capitalismo y de una corrupción y crueldad,
globalizadas, a partir del descubrimiento de América, la conversación
ficticia entre Moro y un viajero portugués expresa las angustias de una
‘intelligentzia’ buscando su lugar en un mundo que avanza inexorablemente a
esa situación donde “todo lo que es sólido se disuelve en el aire”. En ese
contexto, Moro mueve la discusión a una suerte de frontera ignota para
analizar conceptos revolucionarios como propiedad común, igualdad, eutanasia,
divorcio o libertad religiosa, que serán retomados por sus pares siglos después.
A Moro se lo recuerda porque fue una de las víctimas de las
guerras religiosas que ensangrentaron Europa durante su complicado tránsito a
la era moderna. Antes de ser ejecutado por orden de Enrique VIII –a quien
sirvió con lealtad hasta su divorcio de Catalina de Aragón y posterior
rompimiento con la Iglesia Católica–, el amigo de Erasmo estudió en Oxford.
Fue ahí, y en los conventos que preservaron el saber occidental, donde se
nutrió de los clásicos griegos y romanos.
La estrecha relación de Moro con el mundo del saber se pone de
manifiesto cuando describe las características de los habitantes de su
comunidad imaginaria. La superioridad de los utopianos –gente desprendida de
las riquezas materiales– radicaba en su notable pasión por aprender. Sin el
fantasma de la guerra que asolaba Europa, los habitantes de Utopía (el ‘no
lugar’ o el ‘lugar bueno’) estaban dedicados a la búsqueda de la felicidad
“propia y ajena”.
La influencia de Tomás Moro, santificado y nombrado
recientemente patrón de políticos y gobernantes, fue sentida en su tiempo
proyectándose hasta nuestros días de distopía y desesperanza.
Moro, señaló uno de sus contemporáneos, fue un hombre poseedor
de “la inteligencia de un ángel y de un conocimiento singular”. Agregando que
no existía un letrado europeo capaz de exhibir similar dosis de “dulzura,
humildad y afabilidad”. Probablemente, añadimos nosotros, también de
ambición. Rodeada de luces y sombras, la Utopía de Moro nos ha hecho olvidar
otros escritos del canciller de Enrique VIII, entre ellos “El gusto de
vivir”, unas bienaventuranzas llenas de humanismo, sentido común y humor.
En las “bienaventuranzas de la alegría”, como también se las
conocen, Moro propuso un programa positivo de existencia muy alejado del
mundo utópico al cual usualmente se lo asocia: “Felices los que saben reírse
de sí mismos porque nunca terminarán de divertirse. Felices los que miran con
seriedad las pequeñas cosas y con tranquilidad las cosas serias porque irán
lejos en la vida. Felices los que saben apreciar una sonrisa y olvidar un
desprecio porque su camino será pleno de sol. Felices los que saben escuchar
y callar porque aprenderán cosas nuevas”. Este programa es parte del acervo
filosófico de una mente brillante que entendió la necesidad de la convivencia
pacífica (un fundamento necesario para un mundo donde todos logremos acceder
a la felicidad que nos merecemos).
Un intelectual peruano, Hugo Neira, quien probablemente conoce
a Tomás Moro mejor que yo, me sorprende aceptando tácitamente la malacrianza,
la turbulencia y hasta las “trompadas” de nuestros “parlamentarios plebeyos”.
Los que no exhiben “las buenas costumbres” que algunos “ilustrados” les
demandamos. “Yo tengo paciencia y comprensión”, subraya el discípulo de Raúl
Porras Barrenechea ante las veleidades de un estamento que debería retornar
no a la utopía compleja de los sabios de la isla imaginada por Moro sino al
experimento de nuestros republicanos. Que, como es el caso del sabio Hipólito
Unanue, se nutrieron del humanismo y de la ilustración para forjar una patria
feliz capaz de incluir a todos. Es a la utopía de la felicidad, que demanda un
comportamiento civilizado, a la que debemos de volver cada vez que nos
embargue el abatimiento y la frustración.
http://elcomercio.pe/opinion/columnistas/fin-utopias-carmen-mcevoy-noticia-1956522
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Estimado Sr.
Presidente (I)
Luis Davelouis
No tengo US$100 millones en el banco ni 80 años. Empiezo con
eso porque me han dicho que esos son dos pre-requisitos que debe presentar
alguien para que usted se sienta interesado en hacerle caso. Porque me
aseguran que usted escucha a todo el mundo, pero que solo se hace caso a
usted mismo. Imagino, porque usted es el único de entre quienes lo rondan que
podría tener esa plata y tiene esa edad.
Me dicen también que usted desprecia profundamente la
política; que la considera un oficio menor, de gente pequeña que debe vivir
engañando sistemáticamente a otra gente para que la elijan y la mantengan. Me
dicen que usted encuentra despreciables a quienes negocian su apoyo a cambio
de alguna prebenda, sobre todo cuando se trata de apoyar iniciativas que
benefician a la sociedad en su conjunto, que impactan en el bien común y que
trascienden individuos y partidos.
Presidente, en un mundo justo en el que los hechos y la
evidencia científica importaran tanto como los principios y la ética porque
la acumulación material no constituye el motor que mueve a las sociedades y
ha devenido en constituyente fundamental de su identidad, su enorme desdén y
asco por la política ratoneril tendría lugar. Lamento informarle que,
desgraciadamente, Sr. Presidente, no vivimos en ese mundo.
Vivimos en un mundo en el que a las ratas se les mata o, en el
mejor de los casos –si se es crudi-vegano, unicornista, hindú o discípulo
junkie del new age– se les aísla y mantiene a raya. Vivimos en un mundo en el
que hay un montón de miserables que piden negociar antes de apoyar normas
para que los chicos puedan ir al colegio y a la universidad sin que los
engañen.
Vivimos en un mundo al que no le importa nada más que su
bolsillo.
http://peru21.pe/opinion/luis-davelouis-estimado-sr-presidente-2266236
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La razón de la
sinrazón
César Lévano
El abogado de Alan García, Wilber Medina –no confundir con
Mauricio Mulder–, ha esgrimido una típica triquiñuela aprista para defender a
su patrocinado respecto al cobro de coimas millonarias pagadas por la
constructora brasileña Odebrecht. Medina traslada ahora las acusaciones y las
hace recaer sobre Oswaldo Plasencia Contreras, funcionario aprista vinculado
con Enrique Cornejo.
Cornejo fue durante décadas hombre de confianza de García,
tanto para la política como para los negocios privados. No en vano fue
secretario general de la presidencia de la República en 1985 y 1986, durante
el primer gobierno de García. Cuando cesó en ese cargo, el jefe aprista lo
nombró presidente ejecutivo del Banco de la Nación.
En el segundo periodo del Apra fue ministro de Transportes y
Comunicaciones, un puesto muy rentable, aparte del sueldo oficial. Entre
diciembre del 2007 y noviembre del 2008 fue ministro de Vivienda,
Construcción y Saneamiento.
En esa etapa se produjo la venta a precio miserable del
terreno de la aviación civil en Collique y la efectuada a precio de remate
del terreno del Ministerio de Educación, que hasta ahora está desperdigado en
cien locales distintos, incluidos algunos de la Biblioteca Nacional y del
Museo de la Nación (seña del irrespeto aprista por la educación y la
cultura). Con esas ventas, Cornejo se consagró como hombre de negocios.
(¿Comió, coimeó, él solo?).
Nuestro diario publicó ayer una foto reveladora. En ella
aparecen García y Cornejo fraternalmente alegres. La leyenda explicaba:
“Odebrecht pagó coima de 1.4 millones de dólares para adjudicarse la obra del
tren”.
Después del plan de ensuciarlo con las coimas, Cornejo debería
cantar verdades. Tiene la palabra, y el Estado, el deber de cuidar su
seguridad.
http://diariouno.pe/columna/la-razon-de-la-sinrazon/
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La revolución
rusa, cien años
Antonio Zapata
El próximo año es el centenario de la Revolución rusa y de la
fundación del primer Estado comunista. Por ello, habrá ocasión para realizar
un balance de la Unión Soviética y también para discutir las diversas
interpretaciones de este proceso. Pero considero preferible comenzar por una
apreciación de la obra de su fundador, Vladimir Ilich Lenin.
Durante décadas gozó de inmenso prestigio y su tumba en la
Plaza Roja era un ícono para medio mundo. Sin embargo, tras la caída del Muro
de Berlín esa fama se evaporó. Desde entonces, Lenin es una figura olvidada,
porque no sintoniza con las inquietudes contemporáneas en Occidente. Su
anonimato corresponde al hundimiento sin pena ni gloria de la URSS.
A su favor se cuenta un gran talento, haber vencido desafiando
las más extremas condiciones objetivas. Lo suyo fue el triunfo máximo de la
voluntad. Cuando comenzó, sus partidarios eran un puñado y actuaban en el
país más extenso del planeta, pero quince años después, había derrocado al
zar y alcanzado el poder. A continuación, transformó la sociedad de un modo
radical, desapareciendo a las antiguas elites para igualar la base social,
fue un nivelador a marchas forzadas.
La base de su propuesta fue un partido disciplinado, compuesto
por cuadros revolucionarios. El partido era centralizado por un periódico que
marcaba la línea. A la vez, entendía la toma del poder como asalto al cielo.
El castillo tenía las puertas cerradas, pero un grupo bien orientado podía
escalar sus muros y acceder al trono.
Se impuso una tarea formidable y tuvo éxito. La Primera Guerra
Mundial trastocó el orden tradicional y se derrumbaron los viejos imperios:
alemán, austriaco y ruso. Era la coyuntura esperada por Lenin.
En ese momento, supo dar un giro puesto que los bolcheviques
habían creído que la autocracia zarista sería sucedida por el capitalismo
liberal y el socialismo solo llegaría cuando éste se hubiera agotado. Pero
Lenin vio la ocasión para vencer simultáneamente a dos rivales: zarismo y
liberalismo burgués. Efectivamente, el gobierno provisional ruso de
orientación demo-liberal fue obligado por Inglaterra y Francia a seguir
peleando contra Alemania. Por ello, se vino abajo y dio paso a la
insurrección bolchevique.
A continuación, Lenin mostró a sus partidarios cómo
comportarse desde el gobierno, una experiencia inédita para los marxistas de
entonces. No se aferró a una línea, sino fue muy flexible, priorizando el
firme manejo del Estado. En ocasiones viró a la derecha, concediendo derechos
a la propiedad privada, como por ejemplo cuando estableció la política
económica, llamada NEP.
En otras ocasiones fue duro, habiendo reprimido las protestas
de los marineros del Kronsdat, que habían luchado por la revolución, pero
luego quisieron derribar a los bolcheviques para ir más a la izquierda.
Concesivo e inflexible a la vez, su meta era conservar el poder.
Lenin quiso fundar un nuevo tipo de Estado y adaptó la táctica
a ese objetivo. Aunque su sueño pareció concluido tras la disolución de la
URSS en 1991. Era el triunfo del neoliberalismo. Pero EEUU se enfrascó en
constantes guerras que lo han desgastado sin obtener ninguna victoria
concluyente: Irak, Afganistán, Siria, las drogas, etc. Ese desgaste viene
siendo aprovechado por China, que se proyecta a la hegemonía internacional.
Aunque Trump llega para mantener ese puesto para EEUU, sucede
que en China gobierna el PCCH, que se reclama heredero del marxismo
leninismo. Hasta la muerte de Mao, el PCCH promovió el radicalismo a nivel
mundial; a continuación, desde el retorno de Deng, viró a la derecha
aceptando el dominio del mercado. Un pragmatismo a todo vapor para un partido
comunista que lleva en el poder más de sesenta años: una lección de
leninismo.
http://larepublica.pe/impresa/opinion/834394-la-revolucion-rusa-cien-anos
....
Nos habíamos
podrido tanto
Fernando Vivas
Se viene la tormenta pero estamos de fiesta. Nos comportamos
como si fuéramos los alegres convidados cuando en realidad somos la piñata.
Despertaremos cuando nos empiecen a caer los palazos.
Así estamos frente a la corrupción. Hemos construido una
ficción de crecimiento que chorrea para todos lados. Y donde no chorrea,
creemos que se puede corregir con normas que dará el Congreso o que dará el
Ejecutivo con facultades prestadas por el Congreso.
Hablamos ilusamente de destrabe, reactivación y despegue,
mientras pateamos bajo la alfombra las reformas radicales que hacen falta
para que el país sea viable, para no podrirnos en el intento de llegar a la
OCDE, el parámetro escogido por PPK para decir que somos modernos. Y frente a
lo de Odebrecht, ¡quedamos de brazos cruzados, esperando que lleguen los
legajos de Brasil o Estados Unidos!
En rigor, sí hay avances. El gobierno está evaluando un
paquete de medidas propuesto por un equipo presidido por el ex defensor del
pueblo (e) Eduardo Vega. Y hay otras normas a punto de ver la luz gracias a
la delegación de facultades. Destaco, por ejemplo, que en las propuestas de
Vega se ataquen temas como la gestión de intereses (el secretismo de los
lobbies hace mucho daño), y se vea con minucia el sistema de compras del
Estado.
Pero, a estas alturas, esto es poco. La corrupción trasciende
la normativa. ¡Tu revolución no está en facultades, destrabe y cierre de
brechas, PPK; está en un cambio de mentalidad! Creí que este gobierno iba a
llegar, mejor que el anterior, a la convicción de hacer un ataque frontal a
la corrupción, sino por indignación moral, al menos por sentido práctico. Me
equivoqué. En la mentalidad del tecnócrata curtido, la corrupción es mera
contingencia, una variable más, un porcentaje de entrada al sistema. O sea,
calculemos un 20% en coimas y un 50% en sobrecostos, normal nomás, así son
las cosas. No robo pero dejo hacer y dejo robar. (En verdad el porcentaje es
mucho mayor: el 100% si la obra no era la que convenía o se paraliza en el
camino. Déficit fiscal más riesgo-país al cubo: insolvencia moral).
La respuesta oficial al escándalo de Odebrecht es debilísima,
teniendo en cuenta que el propio PPK participó, como primer ministro de
Toledo, en una política de destrabe a las inversiones de los brasileños que,
según lo revelado en Estados Unidos, fueron fuente de corrupción. A este
megaescándalo no se responde con un simple “confiamos en la fiscalía”, sino
con gestos y acciones contundentes. Por ejemplo, promoviendo la delación a
los zamarros que coimearon y entregando a algunos de ellos como fruto de la
acción ejecutiva. Y aún eso sería poco.
http://elcomercio.pe/opinion/rincon-del-autor/nos-habiamos-podrido-tanto-fernando-vivas-noticia-1956505
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Otanofobia
Mirko Lauer
El recién aprobado acuerdo Colombia–OTAN ha recorrido un largo
camino. Antes del 2010 Álvaro Uribe intentó llevar al país a una membresía
plena. En el 2013 Juan Manuel Santos firmó en Bruselas un acuerdo restringido
a formas de cooperación técnica. En el 2015 la Corte Suprema declaró el
acuerdo inejecutable por vicios de forma en su aprobación. La semana pasada
el Senado dio su aprobación definitiva.
Desde el inicio el régimen de Caracas ha visto el acuerdo como
la vulneración de un statu quo militar latinoamericano, aun si este se volvió
impreciso luego de la crisis del Tratado Interamericano de Asistencia
Recíproca, TIAR, cuando varios países americanos, EEUU incluidos, no se
presentaron a auxiliar a Argentina en su guerra con Gran Bretaña.
El acuerdo Colombia-OTAN es una forma moderada de fortalecerse
militarmente, si se le compara con las compras de armas en América Latina,
donde Venezuela ha ocupado un lugar prominente desde el 2010. Aun en medio de
su espantosa crisis, el gobierno de Caracas sigue comprando armas. Las
compras a China y Rusia no se han detenido, y todo es en nombre de un freno a
“la agresión extranjera”.
La foja militar de Caracas frente a Bogotá no es brillante. En
el 2011 un operativo colombiano del otro lado de la frontera ecuatoriana
descubrió que el chavismo esporádicamente ayudaba a las FARC. También
facilitó su territorio como refugio para el ELN colombiano, y las propias
FARC. Todo esto con el cuajo de presentarse ocasionalmente como mediadores.
A pesar de las compras venezolanas, los analistas consideran
que la fuerza armada colombiana es muy superior. En parte por el
entrenamiento de medio siglo de lucha interna, en parte por la dedicación de
mayores recursos económicos a lo largo del tiempo. La solución del problema
FARC va a significar un mayor respiro en el terreno militar, sobre todo en
modernización.
Nicolás Maduro se presenta ahora como el defensor de un
latinoamericanismo castrense, que pinta como una suerte de doctrina Monroe.
Pero él mismo y su antecesor Hugo Chávez han viajado lejos para buscar sus
alianzas de facto. La resistencia a que la OTAN asesore a su vecina Colombia
ya es sintomática por sí misma.
http://larepublica.pe/impresa/opinion/834392-otanofobia
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