miércoles, 28 de diciembre de 2016

OPINIONES 28/12/2016


Como dice una cosa dice otra - Enzo Defilippi
2017: entre la crisis de régimen y la esperanza nacional - Manuel Dammert Ego Aguirre
El Congreso se entromete - Augusto Álvarez Rodrich
¿El fin de las utopías? - Carmen McEvoy
Estimado Sr. Presidente (I) - Luis Davelouis
La razón de la sinrazón - César Lévano
La revolución rusa, cien años - Antonio Zapata
Nos habíamos podrido tanto - Fernando Vivas
Otanofobia - Mirko Lauer

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Como dice una cosa dice otra

Enzo Defilippi


El gobierno modificó recientemente el marco legal de la política macrofiscal, el conjunto de reglas que determinan el tamaño máximo del déficit fiscal y la deuda pública y el crecimiento del gasto del gobierno.

En una economía como la peruana, los ingresos fiscales son volátiles porque dependen mucho de las cotizaciones de las materias primas. En una situación así, que el gasto del gobierno dependa de los ingresos observados hace que el gasto público tenga que disminuir cuando la economía se desacelera, lo que puede convertir desaceleraciones en recesiones y recesiones en desastres.

Por ello, las mejores prácticas internacionales recomiendan a países como el nuestro gestionar sus finanzas públicas usando variables estructurales, es decir, variables como el PBI y el déficit fiscal, calculadas sin tomar en cuenta cotizaciones excepcionalmente altas o bajas. Solo así se puede aplicar una política contracíclica: gastar más cuando la economía se desacelera y menos cuando se acelera.

Este es el marco que se venía aplicando en el Perú desde el 2015 y que el gobierno acaba de modificar. A partir del 2018 (para el 2017 no se aplica ninguna regla), si la economía se desacelera, solo contaremos con el gobierno para que empeore la situación reduciendo su gasto.

El argumento para usar variables observadas es la transparencia. Argumento falaz, porque en ninguna ciencia la transparencia depende de cuán fácilmente observable es un fenómeno, sino de cuán verificable es su estimación. En este caso, la metodología para el cálculo de las variables estructurales es pública y periódicamente se reportan los resultados fiscales en estos términos. Además, el marco anterior creó un consejo fiscal independiente para que emita su opinión sobre su cálculo. ¿Dejamos de usar el PBI y la inflación porque no son variables observadas?

El uso de variables observadas tampoco garantiza reglas razonables. El nuevo marco, por ejemplo, dispone que el gasto del gobierno podrá crecer un punto por encima de un promedio compuesto en 75% por el crecimiento de los 15 años anteriores. Como hemos pasado por un período de crecimiento excepcionalmente alto, la tasa resultante es también alta (6,1%); tanto que recién será limitante cuando el déficit fiscal se acerque a 1%, lo que recién ocurrirá en el 2021. Es decir, el gobierno ha cambiado las reglas para que se apliquen a la siguiente administración.

Por cierto, el marco anterior no impedía cumplir los objetivos fiscales de este gobierno. Se podía limitar el crecimiento del gasto público o gastar más en inversión y menos en gasto corriente sin modificarlo. ¿Para qué hacerlo?

Hay más. El nuevo marco ha hecho borrón y cuenta nueva con los gobiernos subnacionales que han incumplido sus compromisos de déficit y endeudamiento, y se han establecido sanciones que tienen tantos dientes como pedir por favor. Y a los que tienen buena calificación de riesgo se les ha eximido de cumplir cualquier regla. Claro, como la lección de la crisis financiera es que las calificadoras de riesgo no fallan…

Cambiar el marco de la política macrofiscal para debilitarlo y eximirse de él no lo hace más creíble. Al contrario, nos hace parecer a la Chimoltrufia, que como dice una cosa dice otra, pues si es que, como todo, hay cosas que ni qué.



http://elcomercio.pe/opinion/mirada-de-fondo/como-dice-cosa-dice-otra-enzo-defilippi-noticia-1956501



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2017: entre la crisis de régimen y la esperanza nacional

Manuel Dammert Ego Aguirre


Desde el primer semestre del nuevo gobierno PPK muestra la impronta futura de su atenazada geografía política. El escenario político de las tres mitades (PPK, FPK y FA-progresismo), muestra ahora una república dominada por la plutocracia financiera, pero entrampada en enfrentar sus graves problemas estructurales. Vive en constante síntomas con problemas crecientes de crisis del régimen lobista, mientras crecen las esperanzas de afirmación ciudadana de la patria.

Se ha entrado a una crisis de régimen. La reactivación económica se deja a mayores ganancias financieras obtenidas al acrecentar la mayor desigualdad económica, con la precariedad de la flexibilización del trabajo y la privatización y mayor desigualdad en los servicios públicos.

Se busca reemplazar el anterior inicial impulso constructivo de grandes proyectos mineros (especialmente del corredor minero del sur), por megaobras de infraestructura de gran endeudamiento público, sin la elevación de la productividad y diversificación de la economía nacional.

Las obras públicas “anclas”, tienen escandalosos beneficios contractuales. Los ingresos no provienen de elevar nuestras capacidades productivas nacionales descentralizadas, con asistencia técnica y crédito en la industria, el agro y los servicios , sino se obtienen de la “peladilla mineralizada”, esto es, de la destructora pesca masiva de la anchoveta juvenil (peladilla) y de los incrementados beneficios a la exportación de materias primas, especialmente mineras, y del regalo de las rentas y activos estratégicos como el gas de Camisea, los hidrocarburos y la biodiversidad.

En estas condiciones campea la desigualdad en la vida cotidiana de los peruanos. Y la oferta de la Republica lobista a futuro es incrementarla. Y se hace cuando el narcotráfico, que sigue impune, corroe la vida, las instituciones, el poder. La corrupción crece y algunos pretenden hacerla una norma.

Dos aspectos expresan esta crisis de régimen. Uno es el desafío para sancionar las corruptelas probadas de los sobornos de Odebrechet en obras públicas a los principales responsables de los 4 últimos gobiernos: Fujimori, Toledo, García y Humala.

Otro es impedir que en medio de la crisis, vía un pacto de cogobierno, retome el poder la mafia que capturó e impuso el Estado Mafioso entre 1992 y el 2000, y que ahora recupera posiciones claves en las diversas áreas estratégicas el Estado para volver a capturarlo.

Ante estos inmensos retos, el nuevo año 2017 es de inmensa responsabilidad nacional. Hay que enfrentar decididamente los dos aspectos actuales de la crisis de régimen. Persistir en afirmar la democracia, unir a la patria y conquistar mejores condiciones de vida, trabajo y desarrollo.

Desde el poder de la ciudadanía, organizada y movilizada, se debe trabajar para que se abran las anchas alamedas del sufragio democrático, en las elecciones municipales y regionales del 2018 y en las generales del 2021, en el Bicentenario, para afirmar y proyectar en el Perú la Republica de Ciudadanos que nos legaron Túpac Amaru, Sánchez Carrión y José Carlos Mariátegui.


http://diariouno.pe/columna/2017-entre-la-crisis-de-regimen-y-la-esperanza-nacional/


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El Congreso se entromete


Augusto Álvarez Rodrich



Manteniendo invicta su capacidad de errar, el congreso anunció, a través de su presidenta Luz Salgado, que este 4 de enero se instalará una comisión parlamentaria para investigar las coimas de Lava Jato en el Perú.

Para los interesados en que se combata esa lacra que es la corrupción, que mella el progreso del país y de sus ciudadanos, y que corroe las bases morales de la sociedad, dicha decisión constituye un grave error.

Pero formar una comisión parlamentaria para investigar las coimas de las empresas brasileñas en el Perú es un acierto para quienes, en vez de buscar la verdad, usan la lucha anticorrupción como arma política para defender al amigo y atacar al enemigo.

Que es lo que ha demostrado históricamente el parlamento en esta tarea. El congreso peruano no ha sabido separar su naturaleza intrínsecamente política, de la ética indispensable para que sus investigaciones sobre corrupción se realicen caiga quien caiga, sin interesar el color político de los implicados ni las consecuencias de la indagación.

El presidente de Transparencia Internacional, José Ugaz, señala que estas comisiones entorpecen el trabajo fiscal y judicial porque lo politizan, ventilan pruebas y revelan testimonios que debieran ser reservados, perjudicando el proceso. “No recuerdo un solo caso de una investigación en el congreso que haya derivado en un proceso judicial exitoso”, agrega.

Es verdad. Dos ejemplos recientes: la megacomisión sobre la presidencia de Alan García que no llegó a nada, y la anterior comisión Lava Jato, coordinada por el congresista Juan Pari, cuyos tres informes ni siquiera se debatieron en el pleno y terminaron en el archivo.

Nuestro congreso no está preparado para esta labor, al punto que dos congresistas con amplia experiencia política como Mauricio Mulder y Gino Costa, seleccionados para la comisión que se instalará el 4 de enero, ya adelantaron opinión poniendo sus manos al fuego por Alan García y Pedro Pablo Kuczynski –y no por Alejandro Toledo–, respectivamente, lo cual obligará a dejarlos de lado.

Agrego otra razón contra una comisión parlamentaria sobre Lava Jato: la falta de gente en la mayoría fujimorista que pueda liderarla con ecuanimidad y aspiración de imparcialidad.

La designada Karina Beteta no reúne esas condiciones porque sigue el modelo de Héctor Becerril, quien como presidente de la comisión de fiscalización se comporta como un troglodita que actúa según las arengas que le lanzan, con pura motivación política, en el chat Mototaxi.


http://larepublica.pe/impresa/opinion/834395-el-congreso-se-entromete


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¿El fin de las utopías?

Carmen McEvoy


En este 2016, plagado de tragedias, es importante recordar el quinto centenario de la edición de un libro que marcó un hito en el pensamiento occidental. Publicado en 1516 en Lovaina, “De optimo reipublicae statu, deque nova insula Utopia” (Del Estado ideal de una república en la nueva isla de Utopía) de Tomás Moro, se refiere a Inglaterra, la cual fue comparada con una sociedad que vivía en una isla ficticia.

El texto, corto pero innovador, fue la respuesta, indudablemente radical, al ambiente hostil que reinaba en la Europa de las monarquías imperiales. Además de ser publicada en uno de los centros del renacentismo y de expresar el mayor de sus sueños –un ser humano viviendo en armonía con la naturaleza y sus semejantes– la Utopía de Moro es una oda, en clave extrema, a la justicia y a la igualdad.

Frente al auge del capitalismo y de una corrupción y crueldad, globalizadas, a partir del descubrimiento de América, la conversación ficticia entre Moro y un viajero portugués expresa las angustias de una ‘intelligentzia’ buscando su lugar en un mundo que avanza inexorablemente a esa situación donde “todo lo que es sólido se disuelve en el aire”. En ese contexto, Moro mueve la discusión a una suerte de frontera ignota para analizar conceptos revolucionarios como propiedad común, igualdad, eutanasia, divorcio o libertad religiosa, que serán retomados por sus pares siglos después.

A Moro se lo recuerda porque fue una de las víctimas de las guerras religiosas que ensangrentaron Europa durante su complicado tránsito a la era moderna. Antes de ser ejecutado por orden de Enrique VIII –a quien sirvió con lealtad hasta su divorcio de Catalina de Aragón y posterior rompimiento con la Iglesia Católica–, el amigo de Erasmo estudió en Oxford. Fue ahí, y en los conventos que preservaron el saber occidental, donde se nutrió de los clásicos griegos y romanos.

La estrecha relación de Moro con el mundo del saber se pone de manifiesto cuando describe las características de los habitantes de su comunidad imaginaria. La superioridad de los utopianos –gente desprendida de las riquezas materiales– radicaba en su notable pasión por aprender. Sin el fantasma de la guerra que asolaba Europa, los habitantes de Utopía (el ‘no lugar’ o el ‘lugar bueno’) estaban dedicados a la búsqueda de la felicidad “propia y ajena”.

La influencia de Tomás Moro, santificado y nombrado recientemente patrón de políticos y gobernantes, fue sentida en su tiempo proyectándose hasta nuestros días de distopía y desesperanza.

Moro, señaló uno de sus contemporáneos, fue un hombre poseedor de “la inteligencia de un ángel y de un conocimiento singular”. Agregando que no existía un letrado europeo capaz de exhibir similar dosis de “dulzura, humildad y afabilidad”. Probablemente, añadimos nosotros, también de ambición. Rodeada de luces y sombras, la Utopía de Moro nos ha hecho olvidar otros escritos del canciller de Enrique VIII, entre ellos “El gusto de vivir”, unas bienaventuranzas llenas de humanismo, sentido común y humor.

En las “bienaventuranzas de la alegría”, como también se las conocen, Moro propuso un programa positivo de existencia muy alejado del mundo utópico al cual usualmente se lo asocia: “Felices los que saben reírse de sí mismos porque nunca terminarán de divertirse. Felices los que miran con seriedad las pequeñas cosas y con tranquilidad las cosas serias porque irán lejos en la vida. Felices los que saben apreciar una sonrisa y olvidar un desprecio porque su camino será pleno de sol. Felices los que saben escuchar y callar porque aprenderán cosas nuevas”. Este programa es parte del acervo filosófico de una mente brillante que entendió la necesidad de la convivencia pacífica (un fundamento necesario para un mundo donde todos logremos acceder a la felicidad que nos merecemos).

Un intelectual peruano, Hugo Neira, quien probablemente conoce a Tomás Moro mejor que yo, me sorprende aceptando tácitamente la malacrianza, la turbulencia y hasta las “trompadas” de nuestros “parlamentarios plebeyos”. Los que no exhiben “las buenas costumbres” que algunos “ilustrados” les demandamos. “Yo tengo paciencia y comprensión”, subraya el discípulo de Raúl Porras Barrenechea ante las veleidades de un estamento que debería retornar no a la utopía compleja de los sabios de la isla imaginada por Moro sino al experimento de nuestros republicanos. Que, como es el caso del sabio Hipólito Unanue, se nutrieron del humanismo y de la ilustración para forjar una patria feliz capaz de incluir a todos. Es a la utopía de la felicidad, que demanda un comportamiento civilizado, a la que debemos de volver cada vez que nos embargue el abatimiento y la frustración.

http://elcomercio.pe/opinion/columnistas/fin-utopias-carmen-mcevoy-noticia-1956522



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Estimado Sr. Presidente (I)


Luis Davelouis


No tengo US$100 millones en el banco ni 80 años. Empiezo con eso porque me han dicho que esos son dos pre-requisitos que debe presentar alguien para que usted se sienta interesado en hacerle caso. Porque me aseguran que usted escucha a todo el mundo, pero que solo se hace caso a usted mismo. Imagino, porque usted es el único de entre quienes lo rondan que podría tener esa plata y tiene esa edad.

Me dicen también que usted desprecia profundamente la política; que la considera un oficio menor, de gente pequeña que debe vivir engañando sistemáticamente a otra gente para que la elijan y la mantengan. Me dicen que usted encuentra despreciables a quienes negocian su apoyo a cambio de alguna prebenda, sobre todo cuando se trata de apoyar iniciativas que benefician a la sociedad en su conjunto, que impactan en el bien común y que trascienden individuos y partidos.

Presidente, en un mundo justo en el que los hechos y la evidencia científica importaran tanto como los principios y la ética porque la acumulación material no constituye el motor que mueve a las sociedades y ha devenido en constituyente fundamental de su identidad, su enorme desdén y asco por la política ratoneril tendría lugar. Lamento informarle que, desgraciadamente, Sr. Presidente, no vivimos en ese mundo.

Vivimos en un mundo en el que a las ratas se les mata o, en el mejor de los casos –si se es crudi-vegano, unicornista, hindú o discípulo junkie del new age– se les aísla y mantiene a raya. Vivimos en un mundo en el que hay un montón de miserables que piden negociar antes de apoyar normas para que los chicos puedan ir al colegio y a la universidad sin que los engañen.
Vivimos en un mundo al que no le importa nada más que su bolsillo.



http://peru21.pe/opinion/luis-davelouis-estimado-sr-presidente-2266236



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La razón de la sinrazón

César Lévano


El abogado de Alan García, Wilber Medina –no confundir con Mauricio Mulder–, ha esgrimido una típica triquiñuela aprista para defender a su patrocinado respecto al cobro de coimas millonarias pagadas por la constructora brasileña Odebrecht. Medina traslada ahora las acusaciones y las hace recaer sobre Oswaldo Plasencia Contreras, funcionario aprista vinculado con Enrique Cornejo.

Cornejo fue durante décadas hombre de confianza de García, tanto para la política como para los negocios privados. No en vano fue secretario general de la presidencia de la República en 1985 y 1986, durante el primer gobierno de García. Cuando cesó en ese cargo, el jefe aprista lo nombró presidente ejecutivo del Banco de la Nación.

En el segundo periodo del Apra fue ministro de Transportes y Comunicaciones, un puesto muy rentable, aparte del sueldo oficial. Entre diciembre del 2007 y noviembre del 2008 fue ministro de Vivienda, Construcción y Saneamiento.

En esa etapa se produjo la venta a precio miserable del terreno de la aviación civil en Collique y la efectuada a precio de remate del terreno del Ministerio de Educación, que hasta ahora está desperdigado en cien locales distintos, incluidos algunos de la Biblioteca Nacional y del Museo de la Nación (seña del irrespeto aprista por la educación y la cultura). Con esas ventas, Cornejo se consagró como hombre de negocios. (¿Comió, coimeó, él solo?).

Nuestro diario publicó ayer una foto reveladora. En ella aparecen García y Cornejo fraternalmente alegres. La leyenda explicaba: “Odebrecht pagó coima de 1.4 millones de dólares para adjudicarse la obra del tren”.

Después del plan de ensuciarlo con las coimas, Cornejo debería cantar verdades. Tiene la palabra, y el Estado, el deber de cuidar su seguridad.




http://diariouno.pe/columna/la-razon-de-la-sinrazon/

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La revolución rusa, cien años

Antonio Zapata


El próximo año es el centenario de la Revolución rusa y de la fundación del primer Estado comunista. Por ello, habrá ocasión para realizar un balance de la Unión Soviética y también para discutir las diversas interpretaciones de este proceso. Pero considero preferible comenzar por una apreciación de la obra de su fundador, Vladimir Ilich Lenin.

Durante décadas gozó de inmenso prestigio y su tumba en la Plaza Roja era un ícono para medio mundo. Sin embargo, tras la caída del Muro de Berlín esa fama se evaporó. Desde entonces, Lenin es una figura olvidada, porque no sintoniza con las inquietudes contemporáneas en Occidente. Su anonimato corresponde al hundimiento sin pena ni gloria de la URSS.

A su favor se cuenta un gran talento, haber vencido desafiando las más extremas condiciones objetivas. Lo suyo fue el triunfo máximo de la voluntad. Cuando comenzó, sus partidarios eran un puñado y actuaban en el país más extenso del planeta, pero quince años después, había derrocado al zar y alcanzado el poder. A continuación, transformó la sociedad de un modo radical, desapareciendo a las antiguas elites para igualar la base social, fue un nivelador a marchas forzadas.

La base de su propuesta fue un partido disciplinado, compuesto por cuadros revolucionarios. El partido era centralizado por un periódico que marcaba la línea. A la vez, entendía la toma del poder como asalto al cielo. El castillo tenía las puertas cerradas, pero un grupo bien orientado podía escalar sus muros y acceder al trono.

Se impuso una tarea formidable y tuvo éxito. La Primera Guerra Mundial trastocó el orden tradicional y se derrumbaron los viejos imperios: alemán, austriaco y ruso. Era la coyuntura esperada por Lenin.

En ese momento, supo dar un giro puesto que los bolcheviques habían creído que la autocracia zarista sería sucedida por el capitalismo liberal y el socialismo solo llegaría cuando éste se hubiera agotado. Pero Lenin vio la ocasión para vencer simultáneamente a dos rivales: zarismo y liberalismo burgués. Efectivamente, el gobierno provisional ruso de orientación demo-liberal fue obligado por Inglaterra y Francia a seguir peleando contra Alemania. Por ello, se vino abajo y dio paso a la insurrección bolchevique.

A continuación, Lenin mostró a sus partidarios cómo comportarse desde el gobierno, una experiencia inédita para los marxistas de entonces. No se aferró a una línea, sino fue muy flexible, priorizando el firme manejo del Estado. En ocasiones viró a la derecha, concediendo derechos a la propiedad privada, como por ejemplo cuando estableció la política económica, llamada NEP.

En otras ocasiones fue duro, habiendo reprimido las protestas de los marineros del Kronsdat, que habían luchado por la revolución, pero luego quisieron derribar a los bolcheviques para ir más a la izquierda. Concesivo e inflexible a la vez, su meta era conservar el poder.

Lenin quiso fundar un nuevo tipo de Estado y adaptó la táctica a ese objetivo. Aunque su sueño pareció concluido tras la disolución de la URSS en 1991. Era el triunfo del neoliberalismo. Pero EEUU se enfrascó en constantes guerras que lo han desgastado sin obtener ninguna victoria concluyente: Irak, Afganistán, Siria, las drogas, etc. Ese desgaste viene siendo aprovechado por China, que se proyecta a la hegemonía internacional.

Aunque Trump llega para mantener ese puesto para EEUU, sucede que en China gobierna el PCCH, que se reclama heredero del marxismo leninismo. Hasta la muerte de Mao, el PCCH promovió el radicalismo a nivel mundial; a continuación, desde el retorno de Deng, viró a la derecha aceptando el dominio del mercado. Un pragmatismo a todo vapor para un partido comunista que lleva en el poder más de sesenta años: una lección de leninismo.



http://larepublica.pe/impresa/opinion/834394-la-revolucion-rusa-cien-anos

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Nos habíamos podrido tanto

Fernando Vivas




Se viene la tormenta pero estamos de fiesta. Nos comportamos como si fuéramos los alegres convidados cuando en realidad somos la piñata. Despertaremos cuando nos empiecen a caer los palazos.

Así estamos frente a la corrupción. Hemos construido una ficción de crecimiento que chorrea para todos lados. Y donde no chorrea, creemos que se puede corregir con normas que dará el Congreso o que dará el Ejecutivo con facultades prestadas por el Congreso.

Hablamos ilusamente de destrabe, reactivación y despegue, mientras pateamos bajo la alfombra las reformas radicales que hacen falta para que el país sea viable, para no podrirnos en el intento de llegar a la OCDE, el parámetro escogido por PPK para decir que somos modernos. Y frente a lo de Odebrecht, ¡quedamos de brazos cruzados, esperando que lleguen los legajos de Brasil o Estados Unidos!

En rigor, sí hay avances. El gobierno está evaluando un paquete de medidas propuesto por un equipo presidido por el ex defensor del pueblo (e) Eduardo Vega. Y hay otras normas a punto de ver la luz gracias a la delegación de facultades. Destaco, por ejemplo, que en las propuestas de Vega se ataquen temas como la gestión de intereses (el secretismo de los lobbies hace mucho daño), y se vea con minucia el sistema de compras del Estado.

Pero, a estas alturas, esto es poco. La corrupción trasciende la normativa. ¡Tu revolución no está en facultades, destrabe y cierre de brechas, PPK; está en un cambio de mentalidad! Creí que este gobierno iba a llegar, mejor que el anterior, a la convicción de hacer un ataque frontal a la corrupción, sino por indignación moral, al menos por sentido práctico. Me equivoqué. En la mentalidad del tecnócrata curtido, la corrupción es mera contingencia, una variable más, un porcentaje de entrada al sistema. O sea, calculemos un 20% en coimas y un 50% en sobrecostos, normal nomás, así son las cosas. No robo pero dejo hacer y dejo robar. (En verdad el porcentaje es mucho mayor: el 100% si la obra no era la que convenía o se paraliza en el camino. Déficit fiscal más riesgo-país al cubo: insolvencia moral).

La respuesta oficial al escándalo de Odebrecht es debilísima, teniendo en cuenta que el propio PPK participó, como primer ministro de Toledo, en una política de destrabe a las inversiones de los brasileños que, según lo revelado en Estados Unidos, fueron fuente de corrupción. A este megaescándalo no se responde con un simple “confiamos en la fiscalía”, sino con gestos y acciones contundentes. Por ejemplo, promoviendo la delación a los zamarros que coimearon y entregando a algunos de ellos como fruto de la acción ejecutiva. Y aún eso sería poco.





http://elcomercio.pe/opinion/rincon-del-autor/nos-habiamos-podrido-tanto-fernando-vivas-noticia-1956505


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Otanofobia


Mirko Lauer



El recién aprobado acuerdo Colombia–OTAN ha recorrido un largo camino. Antes del 2010 Álvaro Uribe intentó llevar al país a una membresía plena. En el 2013 Juan Manuel Santos firmó en Bruselas un acuerdo restringido a formas de cooperación técnica. En el 2015 la Corte Suprema declaró el acuerdo inejecutable por vicios de forma en su aprobación. La semana pasada el Senado dio su aprobación definitiva.

Desde el inicio el régimen de Caracas ha visto el acuerdo como la vulneración de un statu quo militar latinoamericano, aun si este se volvió impreciso luego de la crisis del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, TIAR, cuando varios países americanos, EEUU incluidos, no se presentaron a auxiliar a Argentina en su guerra con Gran Bretaña.

El acuerdo Colombia-OTAN es una forma moderada de fortalecerse militarmente, si se le compara con las compras de armas en América Latina, donde Venezuela ha ocupado un lugar prominente desde el 2010. Aun en medio de su espantosa crisis, el gobierno de Caracas sigue comprando armas. Las compras a China y Rusia no se han detenido, y todo es en nombre de un freno a “la agresión extranjera”.

La foja militar de Caracas frente a Bogotá no es brillante. En el 2011 un operativo colombiano del otro lado de la frontera ecuatoriana descubrió que el chavismo esporádicamente ayudaba a las FARC. También facilitó su territorio como refugio para el ELN colombiano, y las propias FARC. Todo esto con el cuajo de presentarse ocasionalmente como mediadores.

A pesar de las compras venezolanas, los analistas consideran que la fuerza armada colombiana es muy superior. En parte por el entrenamiento de medio siglo de lucha interna, en parte por la dedicación de mayores recursos económicos a lo largo del tiempo. La solución del problema FARC va a significar un mayor respiro en el terreno militar, sobre todo en modernización.

Nicolás Maduro se presenta ahora como el defensor de un latinoamericanismo castrense, que pinta como una suerte de doctrina Monroe. Pero él mismo y su antecesor Hugo Chávez han viajado lejos para buscar sus alianzas de facto. La resistencia a que la OTAN asesore a su vecina Colombia ya es sintomática por sí misma.


http://larepublica.pe/impresa/opinion/834392-otanofobia


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