La era de Odebrecht - Daniel ParodI
Los vecinos de Fujimorien la Diroes - Augusto Álvarez Rodrich
Nace un jefe de personal - Mirko Lauer
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La era
de Odebrecht
Daniel
ParodI
Recién vi Tren de
noche a Lisboa, hermosa cinta cuyo protagonista, Raimund Gregorius (Jeremy
Irons), es un crepuscular profesor de filosofía que viaja desde Berna hasta
la capital lusitana buscando a la joven dueña de un pequeño libro que quiere
devolverle. Sin embargo, lo que encontró Gregorius fue a los viejos
personajes de historias entrecruzadas, triángulos amorosos y revoluciones,
fallidas y exitosas, que ocurrieron durante el ocaso de la dictadura de
António de Oliveira Salazar, que se prolongó desde 1932 hasta 1974, cuando su
sucesor Marcelo Caetano fue derrocado por la Revolución de los Claveles.
Recién vi la
confesión de Marcelo Odebrecht sobre pagos de sobornos a funcionarios de 11
países de América Latina, entre ellos el Perú, y aunque los nombres no han
sido divulgados, este escándalo de corrupción atraviesa tres gobiernos bien
distintos, esto es, a la clase política en su conjunto. No se trata de que
todos sean deshonestos, pero sí de que la corrupción está en todos lados y en
todos los niveles. Fue lo que salió a la luz en el caso del exministro de
educación Jaime Saavedra, a quien he defendido, lo que no quita que la
corrupción de algunos funcionarios de su sector haya sido debidamente
demostrada por la UIF.
Los años ochenta
fueron los años de la izquierda (no me refiero al terrorismo). Por romántica,
ilusa y equivocada que pudiese verse desde nuestro presente, la utopía del
cambio, de la revolución, de la justicia se encontraba allí, como décadas
antes se expresó en el Apra de un Víctor Raúl Haya de la Torre siempre
impoluto y democrático, con discípulos devotos capaces de dar la vida por un
jefe que se fue sin una sola propiedad a su nombre.
Hoy es Navidad de
2016 y el rostro de nuestros tiempos no es otro que el de Marcelo Odebrecht,
el mismo rostro de un mundo que al perder sus grandes utopías se quedó con
lo que siempre tuvo: el homo sapiens. Sé que somos la era del instante, el
tiempo en el que el presente es absolutamente efímero, sé que los jóvenes se
conectan menos con líderes o ideologías complejas y más con el ciberespacio.
Por eso me ha inspirado Tren de noche a Lisboa, por el viaje al pasado, a la
vida puesta en juego en una conspiración fallida, al tiempo en el que las
palabras valían la pena.
http://exitosanoticias.pe/opinion-daniel-parodi-la-era-de-odebrecht/
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Los vecinos de Fujimorien la Diroes
Augusto Álvarez Rodrich
Brasil se jacta,
en todo, de ser ‘o país mais grande do mundo’, y aunque en corrupción nunca
se llega a tener la historia completa, es probable que, en esa categoría,
también pueda haber establecido una marca de la que, sin embargo, solo puede
sentir vergüenza.
‘La delación del
fin del mundo’, como le llaman los periodistas brasileros que investigan Lava
Jato, a la confesión sincera de Marcelo Odebrecht, con el soporte de 77
gerentes, detalla, con la evidencia requerida, la máquina millonaria que
estableció para hacer negocios en muchos países, uno de las cuales es el
Perú.
Los US$ 29
millones que Odebrecht afirma haber pagado en el Perú entre 2005 y 2014 como
‘propinas’ (coimas) parece poco frente a lo que desembolsó en otros países, o
frente a la corrupción del fujimontesinismo, pero aún falta conocer lo pagado
por otras empresas brasileñas en el Perú.
Son números que
implican la urgencia de montar un operativo anticorrupción de gran potencia
para estar en capacidad de procesar la información que llega desde Brasil y
que debe ser profundizada por las autoridades peruanas.
La corrupción no
se puede cancelar por decreto, pues ladrones hay en todos lados, pero los
países se distinguen entre los que tiene la capacidad de enfrentarla y los
que no.
Existe un esfuerzo
importante en marcha en el Ministerio Público, pero es probable que se
requiera una energía anticorrupción superior, como la que existe hoy en
Brasil para el caso Lava Jato –un ejemplo valeroso para el mundo–, o la que
alguna vez tuvimos en el Perú cuando José Ugaz inició el proceso de
investigación de la corrupción de los años noventa que, después, tuvo un
resultado positivo con la condena, tras juicios impecables, a Fujimori,
Vladimiro Montesinos y, entre otros, Nicolás Hermoza.
Son pocos los países
que pueden haber tenido una respuesta institucional tan sólida como esa,
iniciada en el Perú durante el gobierno de Valentín Paniagua, aunque luego la
voluntad política de lucha contra la corrupción se fue aletargando.
Ahora que los
mensajes desde Brasil llegan cargados y aluden a coimas pagadas por Odebrecht
durante los tres gobierno siguientes, se debe investigar a fondo, con
rigurosidad, caiga quien caiga, incluyendo a Ollanta Humala, Alan García,
Alejandro Toledo y su entonces premier y hoy presidente Pedro Pablo
Kuczynski, quienes, si son hallados culpables como parte de un proceso
impecable, debieran irse a la Diroes como vecinos de Alberto Fujimori.
http://larepublica.pe/impresa/opinion/833589-los-vecinos-de-fujimorien-la-diroes
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Nace un jefe de personal
Mirko Lauer
El congresista FP
Héctor Becerril ha reclamado al primer ministro Fernando Zavala la
destitución de la titular de Concytec. El argumento es haber dado ella
subvenciones a antiguos socios, una decisión cuyo carácter corrupto (es la
palabra que alegremente usa Becerril) no está demostrado, como ninguna de las
demás acusaciones parlamentarias.
La naturaleza de
las acusaciones puede ser estudiada en las instancias correspondientes, para
determinar si la doctora Gisela Orjeda es responsable de algo sancionable.
Pero la politizada, y ahora recalentada, comisión de Fiscalización del
Congreso no parece, por definición, el lugar idóneo para esa exploración
legal.
La conducta de
Becerril tampoco parece la adecuada. Enviar mensajes al primer ministro para
que despida funcionarios es considerar a la PCM, y por extensión a todo el
Ejecutivo, una oficina supeditada al Congreso. Esta parece ser la lección
aprendida por Becerril de la censura del ministro Jaime Saavedra.
La acusación va
más allá de Orjeda, y ubica a la nueva ministra de Educación, y al propio
Zavala, bajo poco veladas amenazas. Becerril no quiere estudio legal o
investigación que no sea la suya. Quiere que se le obedezca ahora mismo.
¿“Por que dejar que este caso crezca?” es la manera que ha encontrado para
expresarlo.
La idea que parece
flotar detrás de esto es que una vez defenestrado Saavedra todo el personal
del Ejecutivo ha pasado a estar supeditado al Congreso. Que bastan las
opiniones de un grupo de congresistas, pues a eso equivalen los ukases lanzados
por Becerril, para obligar a un ministro a tomar una decisión.
Aunque Becerril no
está solo. El oficialista Juan Sheput anda más o menos en lo mismo. Para él
Zavala debe reaccionar cuanto antes “por el bien del gobierno”, una frase que
nos podría explicar. Porque a primera vista parece un llamado a que Zavala
obedezca a su colega Becerril, por lo menos ajetreándose con una
investigación relámpago.
Pero quizás el
consejo de Sheput no es malo en sí mismo, y simplemente está mal expresado.
Tal vez él está pidiendo que Zavala declare que investigar a Orjeda es
potestad del Ejecutivo, y que toda investigación será realizada por sus
propios canales, y sin aceptar empujones. ¿Estamos en lo cierto?
http://larepublica.pe/impresa/opinion/833586-nace-un-jefe-de-personal
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