lunes, 26 de diciembre de 2016

OPINIONES 25/12/2016


La era de Odebrecht - Daniel ParodI
Los vecinos de Fujimorien la Diroes - Augusto Álvarez Rodrich
Nace un jefe de personal - Mirko Lauer
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La era de Odebrecht


Daniel ParodI


Recién vi Tren de noche a Lisboa, hermosa cinta cuyo protagonista, Raimund Gregorius (Jeremy Irons), es un crepuscular profesor de filo­sofía que viaja desde Berna hasta la capital lusitana buscando a la joven dueña de un pequeño libro que quiere devolverle. Sin embargo, lo que encontró Gregorius fue a los viejos personajes de historias entre­cruzadas, triángulos amorosos y revolucio­nes, fallidas y exitosas, que ocurrieron du­rante el ocaso de la dictadura de António de Oliveira Salazar, que se prolongó desde 1932 hasta 1974, cuando su sucesor Mar­celo Caetano fue derrocado por la Revo­lución de los Claveles.

Recién vi la confesión de Marcelo Odebrecht sobre pagos de sobornos a funcionarios de 11 países de Améri­ca Latina, entre ellos el Perú, y aunque los nombres no han sido divulgados, este escándalo de corrupción atraviesa tres gobiernos bien distintos, esto es, a la cla­se política en su conjunto. No se trata de que todos sean deshonestos, pero sí de que la corrupción está en todos lados y en todos los niveles. Fue lo que salió a la luz en el caso del exministro de educa­ción Jaime Saavedra, a quien he defendi­do, lo que no quita que la corrupción de algunos funcionarios de su sector haya sido debidamente demostrada por la UIF.

Los años ochenta fueron los años de la izquierda (no me refiero al terrorismo). Por romántica, ilusa y equivocada que pudie­se verse desde nuestro presente, la utopía del cambio, de la revolución, de la justicia se encontraba allí, como décadas antes se expresó en el Apra de un Víctor Raúl Haya de la Torre siempre impoluto y democráti­co, con discípulos devotos capaces de dar la vida por un jefe que se fue sin una sola propiedad a su nombre.

Hoy es Navidad de 2016 y el rostro de nuestros tiempos no es otro que el de Mar­celo Odebrecht, el mismo rostro de un mun­do que al perder sus grandes utopías se quedó con lo que siempre tuvo: el homo sapiens. Sé que somos la era del instante, el tiempo en el que el presente es abso­lutamente efímero, sé que los jóvenes se conectan menos con líderes o ideologías complejas y más con el ciberespacio. Por eso me ha inspirado Tren de noche a Lis­boa, por el viaje al pasado, a la vida pues­ta en juego en una conspiración fallida, al tiempo en el que las palabras valían la pena.


http://exitosanoticias.pe/opinion-daniel-parodi-la-era-de-odebrecht/


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Los vecinos de Fujimorien la Diroes

Augusto Álvarez Rodrich


Brasil se jacta, en todo, de ser ‘o país mais grande do mundo’, y aunque en corrupción nunca se llega a tener la historia completa, es probable que, en esa categoría, también pueda haber establecido una marca de la que, sin embargo, solo puede sentir vergüenza.

‘La delación del fin del mundo’, como le llaman los periodistas brasileros que investigan Lava Jato, a la confesión sincera de Marcelo Odebrecht, con el soporte de 77 gerentes, detalla, con la evidencia requerida, la máquina millonaria que estableció para hacer negocios en muchos países, uno de las cuales es el Perú.

Los US$ 29 millones que Odebrecht afirma haber pagado en el Perú entre 2005 y 2014 como ‘propinas’ (coimas) parece poco frente a lo que desembolsó en otros países, o frente a la corrupción del fujimontesinismo, pero aún falta conocer lo pagado por otras empresas brasileñas en el Perú.

Son números que implican la urgencia de montar un operativo anticorrupción de gran potencia para estar en capacidad de procesar la información que llega desde Brasil y que debe ser profundizada por las autoridades peruanas.

La corrupción no se puede cancelar por decreto, pues ladrones hay en todos lados, pero los países se distinguen entre los que tiene la capacidad de enfrentarla y los que no.

Existe un esfuerzo importante en marcha en el Ministerio Público, pero es probable que se requiera una energía anticorrupción superior, como la que existe hoy en Brasil para el caso Lava Jato –un ejemplo valeroso para el mundo–, o la que alguna vez tuvimos en el Perú cuando José Ugaz inició el proceso de investigación de la corrupción de los años noventa que, después, tuvo un resultado positivo con la condena, tras juicios impecables, a Fujimori, Vladimiro Montesinos y, entre otros, Nicolás Hermoza.

Son pocos los países que pueden haber tenido una respuesta institucional tan sólida como esa, iniciada en el Perú durante el gobierno de Valentín Paniagua, aunque luego la voluntad política de lucha contra la corrupción se fue aletargando.

Ahora que los mensajes desde Brasil llegan cargados y aluden a coimas pagadas por Odebrecht durante los tres gobierno siguientes, se debe investigar a fondo, con rigurosidad, caiga quien caiga, incluyendo a Ollanta Humala, Alan García, Alejandro Toledo y su entonces premier y hoy presidente Pedro Pablo Kuczynski, quienes, si son hallados culpables como parte de un proceso impecable, debieran irse a la Diroes como vecinos de Alberto Fujimori.


http://larepublica.pe/impresa/opinion/833589-los-vecinos-de-fujimorien-la-diroes



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Nace un jefe de personal

Mirko Lauer



El congresista FP Héctor Becerril ha reclamado al primer ministro Fernando Zavala la destitución de la titular de Concytec. El argumento es haber dado ella subvenciones a antiguos socios, una decisión cuyo carácter corrupto (es la palabra que alegremente usa Becerril) no está demostrado, como ninguna de las demás acusaciones parlamentarias.

La naturaleza de las acusaciones puede ser estudiada en las instancias correspondientes, para determinar si la doctora Gisela Orjeda es responsable de algo sancionable. Pero la politizada, y ahora recalentada, comisión de Fiscalización del Congreso no parece, por definición, el lugar idóneo para esa exploración legal.

La conducta de Becerril tampoco parece la adecuada. Enviar mensajes al primer ministro para que despida funcionarios es considerar a la PCM, y por extensión a todo el Ejecutivo, una oficina supeditada al Congreso. Esta parece ser la lección aprendida por Becerril de la censura del ministro Jaime Saavedra.

La acusación va más allá de Orjeda, y ubica a la nueva ministra de Educación, y al propio Zavala, bajo poco veladas amenazas. Becerril no quiere estudio legal o investigación que no sea la suya. Quiere que se le obedezca ahora mismo. ¿“Por que dejar que este caso crezca?” es la manera que ha encontrado para expresarlo.

La idea que parece flotar detrás de esto es que una vez defenestrado Saavedra todo el personal del Ejecutivo ha pasado a estar supeditado al Congreso. Que bastan las opiniones de un grupo de congresistas, pues a eso equivalen los ukases lanzados por Becerril, para obligar a un ministro a tomar una decisión.

Aunque Becerril no está solo. El oficialista Juan Sheput anda más o menos en lo mismo. Para él Zavala debe reaccionar cuanto antes “por el bien del gobierno”, una frase que nos podría explicar. Porque a primera vista parece un llamado a que Zavala obedezca a su colega Becerril, por lo menos ajetreándose con una investigación relámpago.

Pero quizás el consejo de Sheput no es malo en sí mismo, y simplemente está mal expresado. Tal vez él está pidiendo que Zavala declare que investigar a Orjeda es potestad del Ejecutivo, y que toda investigación será realizada por sus propios canales, y sin aceptar empujones. ¿Estamos en lo cierto?



http://larepublica.pe/impresa/opinion/833586-nace-un-jefe-de-personal


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