De dónde venimos los cholos - Raúl Tola
Lava Jato y el informe de Juan Pari - Carlos Tapia
Los amateurs acabaron con el periodismo - Marga Zambrana
Shakespeare interpelado - Alexander Huerta-Mercado
Sobornópolis - Mirko Lauer
Sociología de la canasta navideña - Augusto Álvarez Rodrich
¿Qué significado especial tiene la Navidad para ti? - Sandro Venturo
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Adelantar las líneas
Eduardo Dargent
En las últimas
semanas una serie de grupos organizados ha lanzado una ofensiva contra lo que
llaman “ideología de género”, en concreto la supuesta inclusión en el
currículo escolar nacional de una serie de valores que consideran aberrantes.
Según ellos, la educación peruana ha sido capturada por sectores que quieren
“transformar” en homosexuales a sus hijos, borrar a la fuerza las diferencias
naturales entre hombres y mujeres, promover el sexo entre menores de edad.
Aunque no fue parte central del pedido de censura, estas razones estuvieron
muy presentes en la caída de Jaime Saavedra.
Poco importa que
se trate de mentiras o exageraciones, el objetivo es llegar a ese sector de
la población que se asusta con estos temas. Escuchar las declaraciones de
Martha Chávez explicando el “real” significado del currículo escolar hizo que
me preocupara… por Martha Chávez.
Sus voceros son
conocidos, vienen actuando en forma coordinada y bien financiada en una serie
de temas desde hace años: píldora del día siguiente, aborto terapéutico,
educación sexual. Pero hay diferencias. Hoy están más organizados, con mayor
trabajo jurídico y han sofisticado su discurso, pues intentan desligar sus
demandas de sus creencias religiosas para llegar a quienes no necesariamente
comparten sus valores. Y tienen una mayor caja de resonancia en el Congreso
de la República, donde parte del fujimorismo los acoge.
Para quienes
siguen la política latinoamericana estos repertorios y estrategias de grupos
conservadores, especialmente evangélicos, no son nuevos. Son calco y copia de
los utilizados con bastante éxito por grupos similares en Brasil y Colombia.
Trascienden el estilo más tradicional de la jerarquía conservadora católica
para usar métodos antes asociados a grupos progresistas: plantones, marchas,
uso de medios digitales.
Resulta paradójico
que en años en que estos valores conservadores se han debilitado en la región
y se han avanzado una serie de agendas progresistas, la actividad de estos
grupos sea mayor. Es una contraola que recuerda que en muchos lugares algunos
de estos valores conservadores siguen siendo mayoritarios y que lo que
faltaba eran grupos capaces de politizarlos. En el Perú estos actores han
sido exitosos en retrasar una serie de cambios ya producidos en otros países.
Veo dos formas de
reaccionar. Por un lado, hay que seguir peleando en temas que, aunque
minoritarios, vienen haciéndose cada vez más de sentido común entre la
población. Estos cambios pueden operar muy rápido. La píldora del día
siguiente o el aborto terapéutico, vedados hace unos años, no son más temas
de minorías. Y espero que muy pronto la unión civil o incluso el matrimonio
paritario tampoco lo sean.
Pero también
considero urgente avanzar las líneas, hablar de igualdad entre hombres y
mujeres para pelear las zonas grises que hoy estos grupos nos están ganando
al hacer parecer la agenda progresista un tema de minorías. Hay que dirigirse
a esos sectores sociales conservadores que pueden mirar con desconfianza
algunos de los temas arriba señalados, pero que distan de la radicalidad de
los activistas movilizados. Resaltar que se trata de grupos reaccionarios,
que añoran una sociedad donde hombres y mujeres son diferenciados por sus
supuestas posiciones “naturales”. Y esas diferencias siempre ponen en
desventaja a la mujer.
Entonces, en vez
de salir a explicar el currículo escolar a la defensiva habría que señalar
que sí, que la palabra género está allí porque se habla de igualdad. Y que en
una república hombres y mujeres no tienen roles asignados por naturaleza, ni
distintas capacidades. Cuando escuche “con mis hijos no te metas” piense que
se están metiendo con sus hijas, y evalúe si dejaría su futuro en manos de
estos sujetos. ¿Usted recuerda a algunos de estos grupos participando
activamente en la marcha “Ni una menos” o defendiendo la igualdad entre
hombres y mujeres?
La sensación que
existe hoy es que estos valores republicanos e igualitarios, ya extendidos
entre la población, carecen de representación en la política. Se ha cedido la
iniciativa a un grupo de fanáticos que sabe bien lo que quiere. Y que vienen
por más.
http://larepublica.pe/impresa/opinion/833342-adelantar-las-lineas
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De dónde venimos los cholos
Raúl Tola
Uno lee a la busca
de esos raros libros que lo enganchan, que lo seducen, lo atrapan. Esos
libros que no podemos abandonar y nos obligan a seguir hasta terminarlos,
como un trance. En los últimos meses me ha pasado con novelas tan distintas
como «Fouché» de Stefan Zweig o «Stoner» de John Williams. Me ha vuelto a
pasar esta semana con el libro de un peruano: «De dónde venimos los cholos»,
el sorprendente conjunto de crónicas de Marco Avilés.
«Este libro no
trata de mí», dice el autor. «O al menos no de una manera directa. Tampoco es
la epopeya de los inmigrantes que, como mi familia, echaron raíces en la
ciudad. Este libro es sobre los otros. Sobre los que nunca se fueron. Sobre
los cholos e indios que, a pesar de los cataclismos que ha vivido el país, se
quedaron a vivir en sus pueblos. En las montañas. En las selvas. ¿Qué los
retuvo entonces? ¿Qué los retiene ahora?»
Forjado en las
canteras de la prensa diaria, Avilés es dueño de una prosa transparente y
funcional, que se lee con mucho gusto. Sus crónicas son al mismo tiempo
frescas, divertidas, entrañables, reveladoras y emocionantes. Logran esta
impresión gracias a una cualidad cada vez más escasa entre los periodistas, a
quienes la convivencia con el dolor ajeno suele alienar, insensibilizar, a
veces envilecer: la empatía.
Desde el pequeño
prólogo que describe su llegada a Lima saliendo de Abancay, Avilés nos hace
sentir cómodos en su presencia. Siempre se las ingenia para intimar con sus
interlocutores, sean estos comuneros de la sierra, habitantes de la reserva
Kugapakori Nahua Nanti, pollerudas futbolistas de Churubamba o productores de
papas nativas que no conocen el mar y un día emprenden la odisea de llegar a
la feria Mistura. La capacidad de ponerse en el lugar del otro termina siendo
una inagotable fuente de revelaciones.
Otra de sus
virtudes es el punto de vista. A Marco Avilés la historia que cuenta nunca lo
limita, al contrario. Siempre mantiene los ojos bien abiertos, para encontrar
detalles que matizan la historia, la muestran desde el revés, la vuelven más
compleja. Por momentos las crónicas parecen un pretexto, para plantear
exploraciones y preguntas muy complejas, a partir de una anécdota.
Llega a Santo
Tomás —un pueblito de la provincia de Chumbivilcas, en el Cusco— con la idea
de tomar notas para escribir un reportaje sobre el Takanakuy. Por esta
tradición ancestral se pelea en el día de Navidad, para resolver las ofensas
y malos entendidos del año que acaba. Pero además de entender qué lleva a los
pobladores del lugar a trenzarse a puño limpio en un ruedo, ante la mirada de
sus vecinos (¿Honor? ¿Venganza? ¿Deporte?), Avilés se las ingenia para
hablarnos de la miseria, el aislamiento, el alcoholismo y la incomprensión. A
medida que la mañana del Takanakuy avanza, el ruedo va vaciándose, hasta
quedar casi vacío. De pronto el reportero vuelve la mirada, y junto a una de
las tribunas, encuentra una escena que contiene otra clase de violencia, más
cotidiana, pero también más brutal: un hombre «ebrio como un demonio»
abofetea a su mujer, mientras le grita «Puta».
«De donde vienen
los cholos» es una rendija para avistar ese Perú que no es uno, sino muchos
países integrados, con sus propios idiomas, costumbres, problemas y alegrías.
Países opuestos, unidos por un raro azar. Países que luchan, sonríen, que
quisieran entenderse.
http://larepublica.pe/impresa/opinion/833340-de-donde-venimos-los-cholos
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Lava Jato y el informe de Juan Pari
Carlos Tapia
1).- Cuando Lava
Jato explotó en Brasil y se involucró a los gobiernos de Toledo, García y
Humala, en noviembre de 2015, se formó en el Congreso una comisión de
investigación. La presidió el congresista Juan Pari (DyD) y estaba conformada
por congresistas de PP, Apra, Nacionalismo y FP. Al finalizar su plazo, en
junio de 2016, se presentaron tres informes: Según Pari, Mulder impidió, al
bloquear el informe en mayoría, que el tema se discutiera en el Pleno del
Congreso.
2).- Tampoco se
vio en un Pleno extraordinario, por falta de firmas, ¡Ojo, pestaña y oreja!,
pasándolos al archivo. Juan Pari mandó su informe a la Fiscalía, donde se
señalan los indicios de corrupción con Odebrecht en la Interoceánica Sur,
Irrigación de Olmos, Gasoducto del Sur, Línea Amarilla y el by-pass (28 de
Julio). Muchos apostaron por el silencio.
3).- Pero en
política también se sienten temblores y a veces se sufre algún terremoto con
graves consecuencias. Según da cuenta EC (22.12.16), la gigante constructora
brasilera –Odebrecht– ha aceptado que pagó US$29 millones a funcionarios de
nuestro país como coima y que se benefició con US$143 millones (ganancias
ilegales). Esto durante el período 2005-2009, utilizando la información del
sistema bancario USA.
4).- Se considera
que estas inversiones fueron la Interoceánica Sur (Iirsa) (2005) y el Metro
de Lima (2009), que juntas alcanzaban poco más de US$1,300 millones, y la
coima alcanzaría al 2.2% de la inversión.
En LR del mismo
día se da cuenta de que las inversiones totales de Odebrecht en nuestro país
(2005-2014) alcanzarían los US$12,624 millones, lo que –suponiendo la misma
relación entre la ganancia ilegal y la corrupción– alcanzaría a US$277
millones. Sospechamos que no se lograron con coimas de “algunos
funcionarios”.
5).- Feliz Navidad.
carlos-tapia-lava-jato-y-informe-juan-pari-2265869
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Los amateurs acabaron con el periodismo
Marga Zambrana
No sé cómo no se
dio cuenta. Fueron los pijos. También las noticias gratis en la red, los
ajustes en las redacciones, la corrupción del sindicato, la indecencia de los
directivos con abultados sueldos, la ambición de la selfie, la banalidad. El
creer que la posteridad es arriesgar la vida por poner tu nombre en un
artículo.
Cihangir es un
barrio gentrificado de Estambul donde los hipsters turcos vienen a hacer la
tournée du grand duc. Son tan pretenciosos que incluso hay una comedia
televisiva dedicada a ellos. Hay coctelerías muy caras que dan caché al dolce
far niente. Los corresponsales de Cihangir ignoran que viven en esa comedia.
Tuitean lo que sucede en el frente de Siria desde aquí, a mil doscientos
kilómetros de distancia. Tenemos a una joven que acaba de aterrizar de
Londres, posa en Instagram desde una de las terrazas afrancesadas del barrio,
laptop en la mesa, daiquiri en mano. Informa sobre la trágica situación en
Siria. Agencieros anónimos hacen el trabajo, ella pone el nombre. También se
toma selfies en las clases de yoga, como debería hacer cualquier periodista
con credibilidad hoy en día. Acaba de convertirse en una experta en Siria
porque está en todos los grupos de WhatsApp con fuentes sirias en los que
estamos todos, como unos cien periodistas de aquí a Londres. Sin pisar Siria.
En Twitter es tan compasiva que comparte todas las fotos de niños abrasados y
descuartizados en Alepo. Indignación. Ya ha salido por la tele, y ha hecho un
live en Facebook, con la experta de plantilla, cuarenta años de experiencia,
que aparece resignada desde Washington junto a la colegiala.
Ha tuiteado que su
turco es tan precario que en lugar de un pincho moruno le han traído un
pescado a domicilio. Y a todo el mundo le encanta y lo retuitea. En serio,
les encanta. Es muy gracioso y cercano que no hable la lengua local. Porque
ya da igual hablar turco o árabe. Basta con publicar la foto del pescado
mustio que demuestra que estás en el lugar de los hechos. A los activistas y
expertos de ese lado del conflicto les encanta, porque cualquier cosa que le
filtran alcanza a sus veinticinco mil seguidores en cuestión de segundos.
Ella sabe que así puede ser la próxima Christiane Amanpour: está en el lado
de la verdad, de los buenos. Al fin y al cabo, todos dependemos de nuestras
fuentes en este lado del conflicto.
Sabiendo lo que su
diario paga por artículo, difícil es explicar cómo sobrevive. Ni ella ni los
centenares de periodistas extranjeros que viven en Cihangir y en el resto de
la caótica y superpoblada Estambul. Tampoco se explica en Beirut o en Erbil,
aún más caros, y desde donde se cubren estos horrores de Medio Oriente que
ahora vuelven a ser portada.
En cuatro años
aquí, yo tampoco me lo explico. Nadie cobra un salario. Tengo un colega que
ha hecho un video al año desde 2012, pero hay noches que se taja con veinte
cervezas que cuestan cinco euros cada una, por las tasas islamistas de
Erdogan. Por lo menos habla turco. Todos sospechamos que lo mantiene la
familia, su padre es periodista y tiene un salario de los de antes en
América. Los sirios conspiranoicos con los que trabajamos creen que es un
espía, que podría ser, porque hoy en día los servicios secretos también
dependen de freelancers mal pagados, así está la política regional. Pretender
ser un espía es una salida digna, el James Bond de Arabia. Algunos lo dejan
caer en los grupos secretos de Facebook donde mil periodistas comparten la
misma información. “Sé lo que pasó, envíame un privado.” De hecho, la censura
o la deportación son motivo de gloria: al menos alguien lee lo que
escribimos. Tengo colegas que repiten en cada reunión la única detención o interrogatorio
que han sufrido en años, como si eso no fuera parte del oficio. Ante
acusaciones de espionaje hay que responder con silencioso cabeceo, mirada
perdida, cerveza en mano, manteniendo el misterio.
Otra jovenzuela
recién licenciada ha empezado a publicar por fin en algún medio serio,
después de un año subiendo fotos de gatos de Cihangir en Instagram. Nadie
sabe bien cómo lo ha conseguido. Dice que es experta en refugiados, todos
sabemos que no tiene ni idea, pero publica. Con dos artículos al año en
Newsweek nadie sobrevive en Estambul. Tiene un flequillo oxigenado y se hace
selfies en Lesbos con la mandíbula alta. Está feliz de ser testigo directo de
la historia. Y está dispuesta a pagar el precio. Una habitación en
apartamento compartido en Cihangir cuesta unos quinientos euros. El tour
operator del horror desde una distancia segura. Son tan convincentes que mi
familia y amigos creen que estoy cubriendo guerras en Estambul.
Una agencia
internacional contrató hace unos años a una chica, no tenía experiencia, de
hecho había un candidato mejor preparado que ella, pero tenía familia, hijos.
El jefe de personal preguntó si era pija, si podían pagarle la mitad. La
respuesta fue sí, su familia le había comprado un apartamento en el Bósforo,
ahorro de alquiler. Durante varios años fue incapaz de hacer el trabajo que
constaba en su contrato. Pero era barata y pensaba que la agencia le iba a
dar nombre. Se fue ofendida a mostrar sus talentos en la pantalla. Al sustituto
no van a pagarle más, aunque sea un profesional. La otra se vendió por nada.
Nada es ahora el precio. Todo lo que internet ofrece gratis ha dejado de ser
negocio: la música, el cine y el periodismo.
Llegaron como
Erasmus en una rave party. Cubrían en la frontera, cuando aún era barata y se
podía entrar a Siria con las facciones que entonces eran prodemocráticas y
hoy son salafistas, los buenos. Se habían fogueado en Libia, aprendiendo a
diferenciar un ataque con lacrimógeno de un tiroteo. Algunos iban al frente
en sandalias, otros pedían dinero prestado o hacían fotos de bodas para
cubrir los gastos. Otra opción es acostarse con el traductor tras una noche a
lo Liza Minnelli en el cabaret de Antioquía, te ahorras una pasta. A mí me
enseñaron que eso no es muy profesional, pero así se hace periodismo hoy en
día: tu amante te traduce al jefe local de Al Qaeda y explicas en tu blog qué
ovarios tienes al quitarte el hiyab en sus narices y zamparte un helado.
Salvaje. Así puedes acabar publicando en el Times, aunque nunca entendimos
muy bien cuál era el mensaje del entrevistado.
Qué decir de los
degollados. No se esperaban la fama que iban a lograr. Claro que eran
valientes y comprometidos, enviaban buen material, están en nuestros
corazones. Pero compraban sus noticias porque eran baratos, ya estaban allí,
no había que pagar gastos de viaje, ni seguro ni pensiones. No pagaron los
doscientos o trescientos euros diarios que cuesta un traductor o una facción
que te proteja en el frente. Salía más rentable venderlos a los ninjas. ¿Qué
periodista cobra eso hoy en día? ¿Y quién se acuerda hoy de ellos? Dígame dos
nombres y me trepo el minarete de la Mezquita Azul. Murieron de precariedad.
Calculemos los rescates que se han pagado por los supervivientes y lo que
costaría invertir en seguridad y periodismo de calidad.
Antes las guerras
se cubrían con medios, por eso Hemingway se tajaba a gastos pagados desde
Saigón a La Habana. Hoy nadie recuerda sus coberturas, pero su apellido da
nombre a muchos cocteles. Nadie secuestra a periodistas cuyas empresas pagan
por su seguridad. Hace años que nuestros editores no nos dejan entrar en
Siria, por si nos pasa algo. De hecho, si no hacemos un cursillo de seguridad
que financia una ong para periodistas pobres no nos dejan ni acercarnos a la
frontera, lo exigen las aseguradoras. Así que todos vivimos de lo que los
activistas publican en Twitter desde Alepo, sin poder confirmar nada. Vivimos
de mentiras delirantes y de gente que hace negocio con la guerra. Qué se
puede esperar después de casi seis años de guerra, ¿hippies? Se han invertido
miles de millones en la propaganda que nos ofrecen nuestras fuentes:
activistas, expertos y consultores. Somos más fáciles de manipular que nunca.
Te aferras a las víctimas, los muertos no pueden mentir.
Un profesional
sólido con conocimiento, entrenamiento militar y varios idiomas puede exigir.
Pero ahora basta con varias selfies y un periscope. Cuatro mil seguidores de
golpe. ¿Cómo se cobra eso? Recuerde aquella encuesta del milenio: los jóvenes
quieren ser periodistas por fama, por dinero o por vocación. Sigue siendo
así, es ridículo. Algunas familias lo pueden financiar, por un tiempo. Hasta
que preguntan a sus retoños si se van a dedicar a algo serio en la vida.
Desde hace más de
quince años, he visto cómo algunos becarios en Pekín acababan su asignación:
iban al despacho de la jefa de delegación y le pedían garantía para un visado
en el país a cambio de trabajar gratis. Ella estaba feliz, gente trabajando
gratis, genial. Yo les decía que eso no era ético, que había gente que vivía
de esta profesión y tenía hijos. Pero pensaban que era una sindicalista
chiflada a la que había que evitar.
Yo llevaba años
huyendo de eso, por eso me fui a China. Pensé que nadie estaría tan
desesperado para aprender una lengua infernal. Pero no. En cuanto China se
convirtió en “la historia” empezamos a recibir oleadas de sobrinos y de
diletantes. Más Hemingways, más Amanpours. Preguntaban cómo se deletreaba Hu
Jintao y si Hu era el nombre o el apellido. Algunos colegas también usaban de
traductoras gratuitas a sus novias chinas en Pekín. De hecho, China se puede
cubrir perfectamente desde una playa de Phuket, y a algunos les fue muy bien
así.
Los becarios
inteligentes de entonces ya no hacen periodismo. Se dedican a oficios serios
bien remunerados. Los vocacionales siguen trabajando, no siempre en esto. Un
amigo al que décadas en el frente le han dejado la sonrisa mellada me
confiesa que se puede pagar vacaciones porque filma anuncios para empresas y
para oenegés. Es un artista, no todos tienen su talento.
http://www.letraslibres.com/espana-mexico/revista/los-amateurs-acabaron-el-periodismo#.WFmoEvcTVNE.twitter
http://rebelion.org/noticia.php?id=220821
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Shakespeare interpelado
Alexander Huerta-Mercado
Hay personajes
históricos a los que conocemos a través de recuentos que se funden con la
leyenda. Hay personajes que conocemos desde la visión de los vencedores y hay
personajes que admiramos porque son parte de la larga construcción de la
cultura occidental a la cual pertenecemos. El caso de Julio César es
interesante puesto que su propia imagen parece ser, a la larga, la de los
ideales romanos. Es decir, un excelente orador, escritor, político pero, por
sobre todo, un magnífico estratega. César fue también protagonista de un
cambio histórico importante cuando Roma pasaba de ser república a imperio.
William Shakespeare dramatiza este evento en el que los republicanos
conspiran contra el poder que César está adquiriendo y que conlleva a un
apuñalamiento colectivo por parte de miembros del Senado.
Una vez instalado
el ritual fúnebre, uno de los conspiradores, Bruto, senador y firme
partidario de la república, da un discurso que justifica el asesinato. Luego
da permiso al brillante senador, militar y amigo del fallecido líder, Marco
Antonio, a hablar frente a una multitud que estaba convencida de la justicia
del magnicidio. En la obra “Julio César”, Shakespeare pone en labios de Marco
Antonio uno de los discursos más hábiles jamás registrados, en donde se usa
de manera magistral la ironía. Se dice lo contrario a lo que se piensa, se
alaba a los conspiradores pero se apela a la emoción para dar el mensaje
realmente deseado:
“Fue mi amigo,
fiel y justo conmigo; pero Bruto dice que era ambicioso. Bruto es un hombre
honorable. Trajo a Roma muchos prisioneros de guerra, cuyos rescates llenaron
el tesoro público. ¿Puede verse en esto la ambición de César? Cuando el pobre
lloró, César lo consoló. La ambición suele estar hecha de una aleación más
dura. Pero Bruto dice que era ambicioso y Bruto es un hombre de honor”.
El discurso de
defensa de Marco Antonio no solo es bellísimo sino eficaz. Logra seducir y
cambiar a un público hostil y remata esta hazaña mostrando el benévolo
testamento de César a favor de su pueblo que ahora marcha contra los
conspiradores.
Siento que debemos
regresar a Shakespeare y disfrutarlo ahora que se celebran cuatrocientos años
de su muerte y que el Senado sigue con la pésima costumbre de apuñalar y
difamar. Es tiempo de que encontremos en el arte una mejor descripción de los
momentos que atravesamos y tengamos conciencia clara de cómo proceder.
Pienso que debemos
regresar a Shakespeare porque así me lo enseñaron mis alumnos de la Facultad
de Artes Escénicas. El Cisne de Avon es un ‘superstar’ para los jóvenes que
se lanzan a la aventura de estudiar una carrera artística, puesto que él no
solo fue escritor sino actor y productor, planificó muy bien su vida para
vivir de su arte y se dio el lujo de hacerlo todo bien, como debe ser.
Y pienso que
debemos volver a Shakespeare porque lo he redescubierto con las puestas en
escena que se han dado en Lima en estos meses: “Hamlet” y “Noche de reyes”,
dirigidas por Roberto Ángeles, y “Mucho ruido por nada”, dirigida por Chela
de Ferrari. He visto que, con toda la pasión y alegre puesta en escena, el
bardo vuelve a nosotros actualizado, refrescado, vigente, entretenido y
apasionante.
Pienso que debemos
apoyar
“Hamlet” porque el
muchacho duda frente a una situación de injusticia y usurpación del poder, y
casi todos en su entorno parecen no comprenderlo o perjudicarlo, porque algo
así nos pasa constantemente en nuestra propia realidad.
Pienso que cuando
vemos una obra como “Noche de reyes” entendemos lo que es el carnaval como
ritual, donde todo se invierte y todo se complica en beneficio de la comedia.
En donde podemos ver cómo los roles de hombre y mujer pueden ser
intercambiados y cómo la comedia nos permite observar que el mundo es
realmente absurdo porque abrazamos reglas sin pensar en ellas y sin
cuestionar las cosas. Esto queda claro en la voz del personaje Jaques en otra
obra shakespeariana titulada “Como gusten”:
“El mundo es un
escenario, y todos los hombres y mujeres son meros actores, tienen sus
salidas y sus entradas, y un hombre puede representar distintos papeles”.
Y es cierto.
Porque esa es la tan temida perspectiva de género (que sospecho que han
tildado de “ideología” porque es una palabra que da más miedo y que está
bastante desprestigiada). Es decir, seguimos un guion social que se ha
construido a lo largo de siglos y que perdura aun cuando las líneas que nos
obliguen a recitar o la performance que nos obliguen a hacer sea absurda y,
peor aun, injusta. Y es que somos actores con muchas posibilidades y no marionetas.
Actores que no buscan imponer, pero sí ponerse en los zapatos de aquellas
personas marginadas, maltratadas, abandonadas o reprimidas simplemente porque
no encajan en un guion que debe cuestionarse.
Siento que debemos
volver a Shakespeare ya no por Shakespeare mismo sino por lo que nos inspira.
Luego del trágico incendio en Larcomar, todo el grupo encargado de la obra
“Mucho ruido por nada” (porque el teatro es un trabajo colectivo en todos los
niveles) aplicó carpintería, luces, ingenio y pasión para reestrenarla en el
Teatro Peruano-Japonés. Así como en la época de Shakespeare, el escenario
estaba prácticamente rodeado por un público que a veces interactuaba y hasta
los personajes femeninos estaban interpretados por hombres que no jugaban con
estereotipos.
Al final, la misma obra cuestionaba a su
autor y, en un acto sorpresivo que rompía todo esquema, se problematizaba la
perspectiva de género del mismísimo Shakespeare: no estamos en la Inglaterra
de hace 400 años y no tenemos por qué pensar igual que el autor.
Diez minutos de
aplausos de pie me hicieron pensar que el arte tiene autoridad para
interpelarnos. Porque como hicieron los dirigidos por Chela de Ferrari, se
puede interpelar al autor, que también es un hombre de su época y quien
también cuestionó los valores de la misma. El arte interpela bien porque nos
permite distintas interpretaciones que nos libran de la tiranía de la
prepotencia, de la falsa información, del sensacionalismo y de la manipulación.
En realidad, creo
que debemos volver al arte, en sus distintas acepciones: a consumirlo,
producirlo, apoyarlo, promoverlo, disfrutarlo y vivirlo. Nos hace bien.
shakespeare-interpelado-alexander-huerta-mercado-noticia-1955758
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Sobornópolis
Mirko Lauer
La información que
viene del Brasil, vía los EEUU, anuncia una tormenta en el Perú, pero no para
mañana. US$ 29 millones en sobornos es el tipo de cifra que no se oía mencionar
desde los años 90, aun si ella habría sido repartida a lo largo de tres
gobiernos. Los nombres, se dice, empezarían a aterrizar aquí entre agosto y
octubre.
Aunque el mundo de
la anticorrupción también puede ser el mundo de las filtraciones.
La demora en
llegar es porque las declaraciones de los delatores tienen que ser
verificadas antes de que puedan ser compartidas por toda América Latina.
Debemos suponer que tendrá que darse un segundo tramo de verificación en el
propio Perú, antes de que las acusaciones fiscales puedan proceder, y la
bomba reventar.
Aunque no lo dicen
con todas sus letras, algunos medios y personas están asumiendo desde ahora
que los presidentes entre 2005 y 2014 están involucrados. Nada de eso figura
en los documentos que han empezado a circular, pero ciertamente la
posibilidad levanta mucho la noticia. Después de todo, los tres son ex
presidentes acusados en diverso grado.
Las acusaciones
del mismo caso Lava Jato en Brasil se mueven por todo lo alto, comprometiendo
a numerosos políticos, algunos de ellos con verdadero poder en este mismo
momento. De donde algunos coligen que la cosa aquí va a ser igual, o por lo
menos parecida: un escándalo con capacidad de definir un antes y un después.
Presidentes y
ministros son el premio mayor en una cacería de corruptos como esta. Pero no
descartemos que la bolsa de este Papai Noel investigativo contenga más bien
funcionarios cuyos nombres no les dicen nada al gran público, y que la ruta
entre ellos y el poder, si existe, sea de recorrido policial-judicial
difícil.
¿Qué hacer con una
situación que durará medio año o más, tiempo durante el cual no se va a saber
la identidad de los delatados, ni se va a conocer las pruebas con las que
luego serán acusados? Los fabricantes de titulares se van a comer las uñas de
puro nerviosos, aunque están recibiendo un regalo que va a durar por lo menos
todo el 2017.
http://larepublica.pe/impresa/opinion/833338-sobornopolis
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Sociología de la canasta navideña
Augusto Álvarez Rodrich
Gran revuelo se
armó hasta hace unos días –porque, en el Perú, los escándalos solo duran unos
pocos días, hasta que el siguiente tapa al previo– por la revelación de que
el congreso entregó canastas navideñas a sus trabajadores.
Sus trabadores
también incluyen, obviamente, a los parlamentarios, lo cual fue el detonante
de una indignación ciudadana azuzada por la ‘denuncia’ de varios medios.
La oficialía mayor
del congreso defendió, con corrección, la legalidad de las canastas navideñas
entregadas a sus trabajadores, algo que ocurre en la mayoría de empresas e
instituciones públicas y privadas del sector formal de la economía.
Pero el escándalo
mayor fue ver a congresistas con su canasta, algo que, antes que con este
obsequio navideño, tiene que ver más con la baja reputación que gozan los
parlamentarios –con frecuencia por razones bastante comprensibles–, pues si
hay canastas para todos los trabajadores, no hay razón para concluir que haya
trabajadores excluidos del beneficio.
Otra arista del
debate es más apropiada y se refiere al costo de unas canastas que fueron
compradas por más de S/900 cada una, cuando la suma individual de los precios
de cada producto sería inferior.
Esos
cuestionamientos ya se están aletargando e irán desapareciendo con la llegada
del verano, hasta, con toda seguridad, resurgir en la próxima Navidad, la del
año 2017.
Y mientras eso
ocurre, esta columna sale en defensa del regalo, en general, de la canasta
navideña a todo trabajador, y resalta que su efecto en la relación con la
empresa es fundamental y que está subestimado.
Para el trabajador
peruano, la canasta navideña constituye una especie de señal visible del
agradecimiento de la empresa hacia su personal, un regalo que, en vez de ser
un asunto individual, significa una ofrenda a la familia del trabajador.
Mientras más
grande la canasta, tanto mejor, pues el trabajador se siente más reconocido
por la organización en la que labora, aunque ello implique tener que
arrastrarla con dificultad por la calle hasta tomar un taxi.
Hay canastas
navideñas para todos los gustos, preferencias y bolsillo, y estas han
evolucionado con el tiempo, hasta dejar de ser canasta y venir en el formato
del maletín que se utilizará para siempre. Incluso, ahora vienen como tarjeta
de crédito lista para reventarla en las tiendas.
Pero, al margen
del formato, las canastas suelen estar en la parte alta del sistema de
querencias entre la empresa y el trabajador.
http://larepublica.pe/impresa/opinion/833341-sociologiade-la-canasta-navidena
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¿Qué significado especial tiene la Navidad para ti?
Sandro Venturo
Es la fiesta
patronal de mi familia (Javier). Tiempo para dar las gracias (Claudia).
Limar asperezas y
enseñarle eso a los niños (Alejandro). Cuando la gente está más chévere
(Mauricio). Apapacho rico (Rosa). Mis hijos y el aguadito (Fabrizio). Me
encanta regalar, pienso en los regalos desde setiembre (Ximena). Preocupación
porque mis perros se asustan con los cohetes, sufren mucho (David). Ese día
mis hijas se dejan abrazar (Renee). Solemos cantar a todo pulmón (Iris).
Nunca le di importancia, pero de mayor fui viendo cómo los corazones de la
gente se ensanchaban… y uno de esos era yo (Daniel). Nos reunimos los cuatro
domingos desde el adviento hasta la noche buena (Lizardo).
¡Santa existe!
(Giovanna). Crear nuevas estructuras por donde transite el bien, la justicia
y la solidaridad (Jesús). Fe en la vida (Miguel). Si pudiese, regresaría a
esas navidades ochenteras (Gustavo). Ante las equivocaciones reconocer que
hay nuevas posibilidades (Brigitte). Estrés, incoherencia, disonancia, ruido,
consumismo (Luis). Me trae muchos recuerdos tristes, por eso me acuesto
temprano (Koki). Para muchos es una fecha de estrés familiar (Gisela). El
cumpleaños de Jesús (Caroline). Dios llega a los hombres y se hace uno de
nosotros para acompañarnos e invitarnos a vivir con Él (Manuel).
Detesto a la gente
que se vuelve buena por un mes (Karina). Se volvió una orgía de regalos para
niños que ni los aprecian (Marta). Rescato la inocencia de los niños y me
pongo a pensar cuándo fue que perdí la mía (Talía). La carita de felicidad de
los niños cuando abren sus regalos (Arturo). Es el momento del año en que más
se evidencian las diferencias sociales (Eduardo). De niño, esperanza,
ilusión, tensión también; ahora casi nada (Iván). Estar como loco deseando
que esa noche llegue (Manu). Esta Navidad yo trabajo (Ignacio). Ahora es
triste, hace dos años murió mi mamá (Milagros). Ensalada de papas, duende de
Navidad y vacaciones (China). Una época llena de libertad, colores, sonidos
agudos y magia (Santiago). Una reflexión de lo grande que se puede ser a
partir de un inicio tan humilde (Luis H).
La Navidad es para
los niños, aunque con cada Navidad me siento niño otra vez (Ronieco). El
abrazo sincero al familiar que regresa (Angie). Cuando descubro que los
vecinos también éramos bien patas, solo la Navidad y los temblores causan eso
(Beto). La promesa de entrar a dieta en enero (Patricia). Cariñito con mi
familia chiquita (Carmela). Única fecha en que mis adolescentes atracan una
foto conmigo (María Isabel). ¡El puré de manzana con jugo de pavo! (Dania).
Dejar ir cosas inservibles (Anabela). Salir a último momento a comprar ese
regalo que juraste no comprar (Massiel). Preparar galletas de jengibre y
hacer brownies (Chichi). Para mí es renovar mi fe cristiana (Vilma). Hace
muchos años, mi hijo empezó a dudar de la existencia de Papá Noel y le pidió
una prueba: que le escriba una carta. Desde entonces, todos los 25 de
diciembre recibe una carta de él (Roberto).
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