viernes, 9 de diciembre de 2016

OPINIONES 09/12/2016



Ahora o nunca - Luis Davelouis
Censura: ¿Quién gana, quién pierde? - Santiago Pedraglio
Desregulación laboral antitécnica - Germán Alarco Tosoni
Disolver, disolver o la guerra política - Juan de la Puente
Fidel Castro y la represión contra los intelectuales - Ignacio Ramonet
Macri: un año de fracasos - César Lévano
Se acabó el recreo - Marco Sifuentes
Teatro político - Mirko Lauer
Venganza naranja - Augusto Álvarez Rodrich


           

Ahora o nunca

Luis Davelouis



Antes de ayer, después de agredir e insultar al ministro de Educación, Jaime Saavedra, la bancada fujimorista anunció que presentaría una moción de censura contra él. No es que ya no lo supiéramos: varios miembros de esa bancada habían adelantado –actos fallidos o accesos de honestidad mediante– que así habría de ser. Incluso el mismo día podía adivinarse las verdaderas intenciones de la interpelación fijándose en cuántos congresistas llegaron a escuchar a Saavedra. No tenían para qué, ya estaba decidido por alguien más.

Escuchar a la banKada aplaudir el “destape” del congresista Becerril aunque se tratara de un refrito, y levantado con sorpresa y sorna por la congresista Chacón como si se tratara de una novedad, fue de lo más artero de la jornada. El “notición” de Becerril fue denunciado por el propio Minedu el 22 de noviembre, como consta en documentos oficiales, y fue comentado por el propio ministro en una entrevista realizada en el diario El Comercio por el periodista Fernando Vivas el 25 de noviembre.

Los gritos desaforados llenos de mentiras sobre el currículo escolar y los pedidos de investigar a la prueba PISA y a la OCDE hubieran dado risa si no fuera trágico tener representantes de la patria que son orgullosos dueños de ignorancias de insondables dimensiones.

El fujimorismo quiere aplastar al Ejecutivo y lo ha dejado claro; no les interesa ser funcionales al país ni ser una oposición responsable. La cuestión de confianza es una posibilidad abierta para equilibrar la cancha. Pero si la van a tomar debe ser ahora porque este es un tren que solo pasa una vez. ¿O alguien cree que el gobierno tendría a la indignación ciudadana de su lado si después de permitir que censuren a Saavedra, el fujimorismo pretende censurarle a Basombrío?



http://peru21.pe/opinion/luis-davelouis-ahora-nunca-2264463


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Censura: ¿Quién gana, quién pierde?

Santiago Pedraglio



En la interpelación y anunciada censura del ministro de Educación, Jaime Saavedra, una primera fase se centró en la crítica –precaria y parcial– a la Ley Universitaria, liderada por el fujimorismo y el aprismo, y en la “herencia humalista” que representaría el ministro en el actual gabinete. El grave retraso de la preparación de los Panamericanos vino en su ayuda.

Esta primera etapa concluyó con la parte más dura: la denuncia mediática de actos de corrupción que involucran a una alta funcionaria del Ministerio de Educación. Los ajustes se reflejaron, en la segunda fase, en el pliego interpelatorio, pero sobre todo en el blanco de ataque de la oposición fujimorista: corrupción y críticas de gestión.

¿Quién gana en esta batalla parlamentaria, finalmente? Nadie. Si bien el fujimorismo saldrá con el trofeo del ministro censurado y habiendo dado muestras de que, en el Congreso, cuando quiere puede, el tono excesivo de los acusadores no tiene por qué lograr el éxito que alcanzaba en los años noventa. Las peleas en las alturas no tienen impacto ni credibilidad, como sí pueden obtenerlos un conflicto social o una potente denuncia mediática.

Fuerza Popular se vio favorecido por la fragilidad, en general, de los contraataques de la bancada de PpK (hay que incluir, como costo, la ausencia de Carlos Bruce), así como por la imposibilidad del Frente Amplio de abrirse un espacio propio. Sin embargo, queda claro que ninguno de los actores centrales tiene preciso su juego en el Congreso.

La bancada de PpK no logra establecer un equilibrio entre los votos que requiere para ganar votaciones y los que la pueden defender en casos como este. Y en la vereda del frente, el fujimorismo no sabe qué hacer con su fuerza: cómo muestra su autoridad, pero, al mismo tiempo, cómo no se excede. Porque la gran duda de fondo de Fuerza Popular debe ser si acaso las demostraciones de este tipo realmente le darán puntos como opción de gobierno para el 2021.



http://peru21.pe/opinion/santiago-pedraglio-censura-quien-gana-quien-pierde-2264471


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Desregulación laboral antitécnica

Germán Alarco Tosoni



La desregulación del mercado de trabajo no fue un tema del programa de la CADE 2016. El gobierno nunca lo mencionó pero circuló en la mente de muchos participantes impulsado por los grupos de poder económico y mediático. La regulación laboral conjuntamente con la tramitología, los impuestos y la acción de los antimineros son, según ellos, la causa de los reducidos niveles de inversión   y del bajo crecimiento. El decano de la prensa nacional insistió que la reactivación será mucho más compleja si este “bloqueo” no es despejado. Para ellos, PPK debe olvidarse del compromiso de no afectar los derechos laborales, enfrentándolo de una vez y a la vista de todos. Insisten en que el problema por resolver es solo social y político, no técnico.

La desregulación del mercado de trabajo no forma parte del portafolio de medidas de política económica pertinentes para aplicar en todas las teorías económicas. Esta se inscribe solo en la lógica neoclásica que sirvió de base para los posteriores modelos monetaristas, ofertistas, nueva macroeconomía clásica, entre otros. No tiene que ver con los modelos keynesianos y postkeynesianos donde el trabajo no es solo un costo de producción, sino fuente de ingresos, demanda y de producción. Para estos últimos economistas sería insensato procurar reducir la participación de los salarios en el producto, ya que con mercados externos achicándose, el único resultado sería disminuir las ventas afectando negativamente a los empresarios.

La escuela neoclásica está obsesionada con lo que ocurre en el mercado de trabajo a diferencia de lo que ocurre en los otros modelos macroeconómicos. Para los neoclásicos cualquier intervención o regulación estatal tiene efectos negativos. Por ejemplo, un salario mínimo por encima del equilibrio aumenta la oferta de trabajo, genera desempleo, reduce la demanda de trabajo y el nivel empleo. De ahí, las empresas producen menos generando un nivel de actividad económica más pequeño. La estructura está construida con base a sus premisas y es consistente con las recomendaciones. Para criticar este resultado hay que contrastarlo contra otros modelos y la realidad.

Para un modelo en la lógica de Keynes el primer mercado a analizar es el mercado monetario donde se determina la tasa de interés; de ahí se define los niveles de inversión, la demanda y luego la producción. Los niveles de empleo son un resultado del nivel de producción y no al revés como en el modelo neoclásico. Lo importante es el nivel de actividad económica mientras que los niveles de salario real son secundarios. La desregulación del mercado laboral no generaría más empleo sino todo lo contrario. Hay que oponerse a esta no solo por argumentos sociales y políticos sino también por argumentos técnicos.


http://diariouno.pe/columna/desregulacion-laboral-antitecnica/

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Disolver, disolver o la guerra política

Juan de la Puente


Cinco apreciaciones a la vena y sin filtros sobre la agenda política.

Nueva etapa. La interpelación e inminente censura del ministro Jaime Saavedra cancela el consenso a palos entre el gobierno y la oposición. Se abre, al parecer, otro período, el de palos sin consenso, cuyo efecto será el bloqueo de los poderes y su desconexión total con la sociedad. Este resultado traerá una gobernabilidad de muy baja intensidad que acelerará la descomposición de ese extraño “desequilibrio racional” instalado post colapso de los partidos. Este palos sin consenso no tiene salida y será más rechazado por la sociedad que la victoria de una de las partes. Si los poderes no vuelven a la convivencia forzada, la crisis que se abre no será nueva sino la conversión de la vieja crisis en colapso.

El gobierno debe gobernar. El principal problema del gobierno es la guerra política, parecida a otra guerra, la que destruyó al humalismo (2013-2016) y a casi todos sus contrincantes. La diferencia con la actual guerra es que el fujimorismo –mayoría clara en el Congreso– tiene ahora mucho que perder porque ya no puede colocarse tras la voluminosa personalidad política de Alan García, que se desgastó en la primera guerra con los efectos conocidos. Aun así, los gobiernos son elegidos para resolver problemas y si quieren, para pelearse, pero no para hacer lo segundo a costa de lo primero. Por esa razón, PPK no puede darse el lujo de quedarse sin gabinete a menos de cinco meses de su debut. Es extraño en ese escenario la despolitización de la defensa de Saavedra que se centra en #SaavedraNoSeVa en lugar de #ZavalaNoSeVa, si el argumento es que el fujimorismo quiere liquidar a PPK.

Mucho Juego de Tronos. En una crisis tan dinámica, las conspiraciones son limitadas, aunque en nuestro caso las partes explican la confrontación desde una narrativa conspirativa exagerada e infinita, para las que solo hay elites, poderes, medios y operadores, una política ruda y violenta, pero muy “netflix”, empaquetada al gusto y en la que se extraña sobre todo al pueblo. No tengo duda de que la interpelación ha afectado al fujimorismo –aunque no solo a él–, pero presumo que las encuestas venideras constatarán la demanda ciudadana contra el encono en las alturas y relativizarán los discursos complotistas. Como a la primera guerra, a esta le falta pueblo, al punto de que el Gobierno nunca recurrió a este a pesar de tener la mesa servida para la defensa de una reforma educativa de virtudes innegables.

Bien el Frente Amplio. El Frente Amplio (FA) hace bien en no mezclarse con la guerra en las alturas y elaborar una narrativa propia educativa y universitaria. No se puede pedir menos a una izquierda con casi un siglo de relación con los movimientos estudiantiles y docentes de base. No encuentro razón para que el FA ligue su destino a una causa que en el Congreso ni siquiera es defendida por la bancada oficialista y en cambio sí por Alianza Para el Progreso, una bancada auténticamente universitaria. Quizás lo que le falte allí al FA es más conexión social respecto de la etapa que se inicia.

Realismo político. Molesta la forma y el tono de la interpelación al ministro Saavedra y los argumentos usados contra él. No obstante, la discusión más importante no se refiere a los adjetivos y al tono. Saavedra no es todo el gobierno y con él no empieza o termina la necesidad de una mejor gobernabilidad. En los tres gobiernos anteriores, la tensión extrema entre los dos poderes por razón de un ministro ha terminado con el ministro fuera del cargo. Los casos más emblemáticos: de Rospigliosi y Diez Canseco en el gobierno de Toledo; de Pastor en el gobierno de García y de Figallo, Lozada, Adrianzén y Jara en el   gobierno de Humala se saldaron con la salida del funcionario en un compás de tiempo en el que la demora del cambio debilitaba al gobierno. No encuentro razones para que ahora las cosas no evolucionen de ese modo y es la vía para que el gobierno salga de las cuerdas.


http://larepublica.pe/impresa/opinion/828982-disolver-disolver-o-la-guerra-politica



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Fidel Castro y la represión contra los intelectuales

Ignacio Ramonet




Periodista y escritor. Director de ‘Le Monde Diplomatique’ en español.

La muerte de Fidel Castro ha dado lugar -en algunos grandes medios-  a la difusión de cantidad de infamias contra el Comandante cubano. Eso me ha dolido. Sabido es que lo conocí bien. Y he decidido por tanto aportar mi testimonio personal. Un intelectual coherente debe denunciar las injusticias. Empezando por las de su propio país.

Cuando la uniformidad mediática aplasta toda diversidad, censura cualquier expresión divergente y sanciona a los autores disidentes es natural, efectivamente, que hablemos de ‘’represión’. ¿Cómo calificar de otro modo un sistema que amordaza la libertad de expresión y reprime las voces diferentes ? Un sistema que no acepta la contradicción por muy argumentada que sea. Un sistema que establece una ’verdad oficial’ y no tolera la transgresión. Semejante sistema tiene un nombre, se llama : ‘tiranía’ o ‘dictadura’. No hay discusión.

Como muchos otros, yo viví en carne propia los azotes de ese sistema… en España y en Francia. Es   lo que quiero contar.

La represión contra mi persona empezó en 2006, cuando publiqué en España mi libro « Fidel Castro. Biografía a dos voces » -o « Cien horas con Fidel »- (Edit. Debate, Barcelona), fruto de cinco años de documentación y de trabajo, y de centenares de horas de conversaciones con el líder de la revolución cubana. Inmediatamente fui atacado. Y comenzó la represión. Por ejemplo, el diario « El País » (Madrid), en el que hasta entonces yo escribía regularmente en sus páginas de opinión, me sancionó. Cesó de publicarme. Sin ofrecerme explicación alguna. Y no sólo eso, sino que –en la mejor tradición estalinista- mi nombre desapareció de sus páginas. Borrado. No se volvió a reseñar un libro mío, ni se hizo nunca más mención alguna de actividad intelectual mía. Nada. Suprimido. Censurado. Un historiador del futuro que buscase mi nombre en las columnas del diario « El País » deduciría que fallecí hace una década…

Lo mismo en « La Voz de Galicia », diario en el que yo escribía también, desde hacía años, una columna semanal titulada « Res Publica ». A raíz de la edición de mi libro sobre Fidel Castro, y sin tampoco la mínima excusa, me reprimieron. Dejaron de publicar mis crónicas. De la noche a la mañana : censura total. Al igual que en « El País », ninguneo absoluto. Tratamiento de apestado. Jamás, a partir de entonces, la mínima alusión a cualquier actividad mía.

Como en toda dictadura ideológica, la mejor manera de ejecutar a un intelectual consiste en hacerle ‘desaparecer’ del espacio mediático para ‘matarlo’ simbólicamente. Hitler lo hizo. Stalin lo hizo. Franco lo hizo. Los diarios « El País » y « La Voz de Galicia » lo hicieron conmigo.

En Francia me ocurrió otro tanto. En cuanto las editoriales Fayard y Galilée editaron mi libro « Fidel Castro. Biographie à deux voix » en 2007, la represión se abatió de inmediato contra mí.

En la radio pública « France Culture », yo animaba un programa semanal, los sábados por la mañana, consagrado a la política internacional. Al publicarse mi libro sobre Fidel Castro y al comenzar los medios dominantes a atacarme violentamente, la directora de la emisora me convocó en su despacho y, sin demasiados rodeos, me dijo : « Es imposible que usted, amigo de un tirano, siga expresándose en nuestras ondas. » Traté de argumentar. No hubo manera. Las puertas de los estudios se cerraron por siempre para mí. Ahí también se me amordazó. Se silenció una voz que desentonaba en el coro del unanimismo anticubano.

En la Universidad Paris-VII, yo llevaba 35 años enseñando la teoría de la comunicación audiovisual. Cuando empezó a difundirse mi libro y la campaña mediática contra mí, un colega me advirtió : « ¡Ojo ! Algunos responsables andan diciendo que no se puede tolerar que ‘el amigo de un dictador’ dé clases en nuestra facultad… » Pronto empezaron a circular por los pasillos octavillas anónimas contra Fidel Castro y reclamando mi expulsión de la universidad. Al poco tiempo, se me informó oficialmente que mi contrato no sería renovado… En nombre de la libertad de expresión se me negó el derecho de expresión.

Yo dirigía en aquel momento, en París, el mensual « Le Monde diplomatique », perteneciente al mismo grupo editorial del conocido diario « Le Monde ». Y, por razones históricas, yo pertenecía a la ‘Sociedad de Redactores’ de ese diario aunque ya no escribía en sus columnas. Esta Sociedad era entonces muy importante en el organigrama de la empresa por su condición de accionista principal, porque en su seno se elegía al director del diario y porque velaba por el respeto de la deontología profesional.

En virtud de esta responsabilidad precisamente, unos días después de la difusión de mi biografía de Fidel Castro en librerías, y después de que varios medios importantes (entre ellos el diario « Libération ») empezaran a atacarme, el presidente de la Sociedad de Redactores me llamó para transmitirme la « extrema emoción » que, según él, reinaba en el seno de la Sociedad de Redactores por la publicación del libro. « ¿Lo has leído ? », le pregunté. « No, pero no importa  –me contestó- es una cuestión de ética, de deontología. Un periodista del grupo ‘Le Monde’ no puede entrevistar a un dictador. » Le cité de memoria una lista de una docena de auténticos autócratas de África y de otros continentes a los que el diario había concedido complacientemente la palabra durante décadas. « No es lo mismo -me dijo- Precisamente te llamo por eso : los miembros de la Sociedad de Redactores quieren que vengas y nos des una explicación. » « ¿Me queréis hacer un juicio ? Un ‘proceso de Moscú’ ? Una « purga » por desviacionismo ideológico ? Pues vais a tener que asumir vuestra función de inquisidores y de policías políticos, y llevarme a la fuerza ante vuestro tribunal. » No se atrevieron.

No me puedo quejar ; no fui encarcelado, ni torturado, ni fusilado como le ocurrió a tantos periodistas e intelectuales bajo el nazismo, el estalinismo o el franquismo. Pero fui represaliado simbólicamente. Igual que en « El País » o en « La Voz », me « desaparecieron » de las columnas del diario « Le Monde ». O sólo me citaban para lincharme.

Mi caso no es único. Conozco -en Francia, en España, en otros países europeos-, a muchos intelectuales y periodistas condenados al silencio, a la ‘invisibilidad’ y a la marginalidad por no pensar como el coro feroz de los medios dominantes, por rechazar el ‘dogmatismo anticastrista obligatorio’. Durante decenios, el propio Noam Chomsky, en Estados Unidos,  país de la « caza de brujas », fue condenado al ostracismo por los grandes medios que le prohibieron el acceso a las columnas de los diarios más influyentes y a las antenas de las principales emisoras de radio y televisión.

Esto no ocurrió hace cincuenta años en una lejana dictadura polvorienta. Está pasando ahora, en nuestras ‘democracias mediáticas’. Yo lo sigo padeciendo en este momento. Por haber hecho simplemente mi trabajo de periodista, y haberle dado la palabra a Fidel Castro. ¿ No se le da acaso, en un juicio, la palabra al acusado ? ¿Por qué no se acepta la versión del dirigente cubano a quien los grandes medios dominantes juzgan y acusan en permanencia?

¿Acaso la tolerancia no es la base misma de la democracia? Voltaire definía la tolerancia de la manera siguiente : « No estoy en absoluto de acuerdo con lo que usted afirma, pero lucharía hasta la muerte para que tenga usted el derecho de expresarse. » La dictadura mediática, en la era de la post-verdad, ignora este elemental principio.


http://blogs.publico.es/dominiopublico/18733/fidel-castro-y-la-represion-contra-los-intelectuales/



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Macri: un año de fracasos


César Lévano


El 10 de diciembre de 2015, hace un año, asumió el poder el neoliberal Mauricio Macri cuyo triunfo en las elecciones presidenciales de Argentina fue saludado jubilosamente por Mario Vargas Llosa. Toda la derecha continental, al compás de Washington, saltó de alegría. Hoy, el balance de un año de gobierno cabe en una palabra: FRACASO.

Dos desastres expresan ese fiasco: la inflación bordea el 50 por ciento y el desempleo, que fue de 5,9 por ciento en el tercer trimestre de 2015, subió a 8,5 por ciento ahora. Se calcula que la orientación de Macri ha producido ya 300 mil despidos.

En Buenos Aires, la pobreza creció 13,43 por ciento en apenas cinco meses. Pasó de 19,82 por ciento en noviembre de 2015 a 33,25 en abril. Sin duda que esta última cifra sigue creciendo, dado que Macri ha subido las tarifas de los servicios públicos.

Ese castigo al bolsillo de la población se refleja en la caída de 14 por ciento en la producción de lácteos durante los primeros nueve meses de este año; la de carne, 6 por ciento y la de pollo, 5 por ciento.

Desde luego, Macri se ha apresurado a producir un arreglo sobre los bonos basura a favor de especuladores financieros.

No solo los trabajadores se ven afectados por el neoliberalismo salvaje de Macri. En amplios sectores de la industria, así como en el sindicalismo, cunden la ira y la protesta. Hasta órganos del gran capital transnacional revelan el estado de una economía trajinada por huelgas, paros, mítines, quiebras, denuncias.

La revista Bloomberg Businessweek publica en su edición del 20 de noviembre un informe de título expresivo: “Argentina encuentra que el libre comercio es difícil de aplicar”.

“Decenas de miles de empleos”, dice el texto, “dependen de bienes hogareños, equipos de aire acondicionado, teléfonos móviles ensamblados en el lejano sur por Samsung, LG, Nokia y Huawei Technologies, y la ropa, el calzado y los textiles fabricados a través del país son industrias que sobreviven gracias a subsidios y proteccionismo”.

El artículo recuerda una intervención de la diputada peronista María Soria, quien, en un debate en el Congreso en agosto, preguntó: “¿Ustedes saben lo que es esto?”. “Es una manzana de Chile. ¿Saben que gracias a vuestra política macroeconómica hemos comprado más de 700 mil kilos de manzanas chilenas que compiten con la producción de (la provincia sureña) Rio Negro”.

Por supuesto que Macri, que obedece al Banco Mundial y el FMI, seguirá aplicando látigo al pueblo argentino.

http://diariouno.pe/columna/macri-un-ano-de-fracasos/

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Se acabó el recreo


Marco Sifuentes




El fujimorismo ha decidido sentarse –esa no es la palabra que realmente quiero usar– en todas las oportunidades que el 2016 les dio. A inicios de este año, de este largo año, cuando la campaña ¿recuerdan? recién se iniciaba, algunos, entre los que se encontraba este ingenuo columnista, creímos que sería lo mejor no antagonizar con lo que se vendió como una corriente renovadora dentro del fujimorismo. Había que darle una oportunidad a la Keiko de Harvard, quizás eso podría contribuir a mejorar el clima político. Era su momento para convertirse en el PP de España o la UDI chilena, por citar dos ejemplos de partidos de derecha populares surgidos de los escombros de dictaduras pero reinventados con reglas de juego mínimamente democráticas. 

¿Qué fue lo primero que hizo? Poner a la sentenciada e impune Chacón como cabeza de lista en Lima (porque en Cajamarca nadie la quiere ver) y a Héctor Becerril como vocero.

Desde entonces, todo ha ido cuesta abajo. Pronto resultó obvio, gracias al ‘affaire’ Joaquín Ramírez-José Chlimper, que no puedes renovar nada si la gangrena es tu esencia y no algo que se pueda amputar.

Durante la segunda vuelta, al actual presidente muchos otros ingenuos –vamos a creer que lo son– le aconsejaron no enfrentarse al fujimorismo. Casi pierde las elecciones.  

Con esa misma ingenuidad, el gobierno le ha cedido al fujimorismo –y su furgón de cola, el Apra– la Sunat, la defensoría y el BCR. En bandeja y sin protestar. No ha sido suficiente. 

El miércoles, todos fuimos testigos de algo que ni siquiera califica como espectáculo y está muy por debajo de lo vergonzoso. Los congresistas no tuvieron ningún reparo en demostrar que la reforma universitaria afecta sus intereses (y los del investigado por la DEA y financista del fujimorismo, Joaquín Ramírez, vinculado a Alas Peruanas).

La respuesta de la sociedad civil está muy bien. Van a salir a marchar. Pero será en vano si, en plena manifestación y chistecito de por medio, PPK vuelve a hacerle caso a los que le recomiendan no enfrentarse a un enemigo que ya le clavó la chaveta. El conflicto ya está en marcha. PPK no lo declaró, y esa será su justificación ante la historia. Pero si cede ante Heliogábalo, no llegará al 2021. 

El gobierno no tiene ni seis meses. ¿Se imaginan cuatro años y medio más de esto? Imposible. Inviable. PPK tiene una responsabilidad: mantener la estabilidad del régimen.

La Constitución le ha dado un recurso, totalmente dentro de lo legal: se llama cuestión de confianza. Visto en frío, es una situación ‘Win-Win’. El Congreso siempre es impopular y los descensos en las encuestas de PPK se deben a que la gente empieza a sentir que no hay autoridad. La cuestión de confianza se vería como un ejemplo de mano dura, sin dejar de ser perfectamente legal y democrático. El populismo está resurgiendo en el mundo (el fujimorismo, como es obvio, lo sabe). Una pequeña dosis, dentro de las reglas de juego constitucionales, podría servir como válvula de escape para esas pulsiones en nuestro país. Basta de ingenuidades.



http://elcomercio.pe/opinion/rincon-del-autor/se-acabo-recreo-marco-sifuentes-noticia-1952150?ref=portada_home



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Teatro político


Mirko Lauer



Las 11 horas de interpelación del ministro de Educación fueron una sesión de teatro político. El libreto fue un intento de demolición de Jaime Saavedra, asociándolo con actos corruptivos en el Minedu, calificándolo de ineficiente y faltándole el respeto de diversas maneras. El final ya estaba inscrito en las intervenciones opositoras: censura.

Para lograr todo esto a la partida de caza al ministro le fue indispensable evitar el tema del proceso de la educación en el país hoy. Así, la oportuna buena noticia sobre un cierto avance en la prueba Pisa fue denunciada de todas las formas posibles, como psicosocial, sofisma, cifra bamba, o aviso político contratado.

Las redes tuvieron un festín reseñando el bajo nivel o la incongruencia de los ataques a Saavedra. Aunque ese no era el fondo de la cuestión en el hemiciclo. Se trataba de producir una acumulación de acusaciones capaz de darle verosimilitud a la liquidación del ministro, sin importar que los argumentos fueran deleznables.

Por eso a medida que Saavedra fue serenamente deshaciendo las imputaciones, la furia de los verdugos por encargo fue aumentando, y alejándose cada vez más de los temas propiamente educacionales. Esto porque una mayoría de ellos se siente más cómoda en los asuntos de corrupción-acusación, ciertos o no, relevantes o no.

Las propuestas conciliadoras de Saavedra previas a la interpelación, sobre todo en la forma de modificaciones a la ley de educación y a la estructura de Minedu, fueron olímpicamente ignoradas. Esto porque la idea era separar al interpelado de su gestión como ministro y convertirlo en carne de una de esas lamentables comisiones investigadoras.

Luego vino el gran final, caída del telón, en la forma de una suerte de falsa sorpresa. El mismo vocero que cuatro días antes declaró “no hemos discutido la censura”, pasó a decir “vamos a presentar la moción de censura”. Evidentemente los verdugos se habían convencido a sí mismos con sus propias acusaciones al ministro.

¿Qué pasa ahora? La censura que el gobierno descartó como algo no confirmado se ha convertido   en una clara posibilidad, por no decir una seguridad. Con lo cual el tema de la cuestión de confianza descartada como exaltación regresa al tapete, con una urgencia que ella no tenía hace unos días.


http://larepublica.pe/impresa/opinion/828979-teatro-politico


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Venganza naranja

Augusto Álvarez Rodrich



El fujimorismo confirmó anteanoche que, en contra de la fuerza de los argumentos y del sentido común, va a censurar de todas maneras a Jaime Saavedra, lo cual constituye, más allá de la suerte particular de un ministro, una expresión más del plan que ha puesto en marcha para sanarse de sus propias heridas.

“Pobre país: la educación de sus niños –el futuro– sometido a una pataleta que ya dura seis meses. Madure de una vez señora Keiko Fujimori”, dijo el periodista Gonzalo Zegarra en un tuit oportuno para entender el momento actual, al igual que la sesión de interpelación del jueves que fue particularmente valiosa para interpretar lo que está ocurriendo

Quien haya seguido dicho debate parlamentario habrá podido constatar la pobreza de los argumentos de la bancada fujimorista –por ejemplo, que la prueba Pisa es un psicosocial, según Luis Galarreta– así como las bajezas contra el ministro Saavedra, quien contestó lo que se le preguntó aunque igual será censurado.

Pero lo relevante no es esta censura porque, por más diestro que sea Saavedra, siempre se puede conseguir un relevo capacitado para continuar el esfuerzo, sino que esto es, además de una atención al lobby universitario, parte de un plan de demarcación del territorio para hacer sentir el poder del fujimorismo y para advertir a quienes considera sus enemigos lo que les puede pasar.

Eso es lo que está detrás de esta censura que fue evidente en los discursos de Fuerza Popular y que incluye, sin duda, a los medios de comunicación a quienes el fujimorismo responsabiliza por su mala imagen así como –peor aún– por la segunda derrota   consecutiva de Keiko Fujimori en una competencia presidencial.

Esas alusiones que inundaron las intervenciones fujimoristas durante la interpelación del jueves al ministro Saavedra coinciden con las versiones crecientes de la pretensión de alinear a los medios de comunicación presionando para, incluso, producir los relevos necesarios para que el fujimorismo tenga una mejor imagen, empezando por la televisión.

Todo eso es lo que ha puesto en acción el fujimorismo a partir de la censura a Saavedra: marcar el territorio, amenazar al gobierno, advertir de su poder, amedrentar a los críticos, alinear a los medios de comunicación.

Más allá de preguntarse si así actúa el fujimorismo en la oposición, cómo sería si hubiera ganado la elección, lo relevante ahora es conocer qué va a hacer el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski –y si va a hacer algo– para no tener que vivir de rodillas los cuatro años y medio que le faltan.



http://larepublica.pe/impresa/opinion/828983-venganza-naranja



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