miércoles, 23 de noviembre de 2016

OPINIONES 23/11//2016


Al diablo tu destrabe - Fernando Vivas
Falsedades del despotismo laboral semiesclavista - Manuel Dammert Ego Aguirre
Peligrosa ultraderecha trumpólatra - Mirko Lauer
Sí, EsSalud sin CAS - Enrique Fernández-Maldonado Mujica
Vieira no tiene la culpa - Augusto Álvarez Rodrich
La ley universitaria - Antonio Zapata
Harta del Poder Judicial - Sigrid Bazán
Pobres con plata - Enzo Defilippi
La victoria de Trump - Gonzalo Portocarrero
Izquierda peruana: cinco esquinas - Gustavo Guerra García







Al diablo tu destrabe

Fernando Vivas

El destrabe cacareado por el gobierno es necesario pero poca cosa. Tendría que atacar, en primer lugar, los fundamentos de las trabas, las raíces del mal. No basta emprenderla contra sus expresiones burocráticas. Nos hace falta, a gritos, un discurso y un pacto nacional contra la corrupción y el crimen; un pacto más sólido y explícito que el pacto de gobernabilidad entre Fuerza Popular y PPK. Un pacto que no solo involucre cúpulas de poder que se mandan señales a través de voceros, sino un pueblo que se compromete conmovido a combatir las lacras que nos corroen el alma.

Han lanzado la campaña Dime Tu Traba a peruanos que ni siquiera pueden responder al pedido porque están bajo extorsión, miedo, estrés y depresión. Sí, PPK; sí, Keiko: somos ejemplo de equilibrio macroeconómico desde los paquetes estabilizadores del gobierno de Alberto Fujimori, y nos han aplaudido por ello el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional  y los socios del APEC; pero tenemos alma de perdedores deprimidos, porque deprime ver todos los días que perdemos la batalla contra el crimen y la corrupción.

Leí al politólogo Alberto Vergara fustigar a la ‘teoría de la modernización’ que nos hizo creer que con el crecimiento económico la institucionalidad se iba a imponer paulatinamente, como si chorreara. Vergara confiesa que él mismo pecó de ingenuo al creer tal cosa en un rapto de entusiasmo; pero ahora está convencido de que antes que preocuparnos en gestionar eficientemente nuestra modernidad hay que atacar lo que la hace precaria.

En el mismo sentido, el economista español Ricardo V. Lago me dijo en una entrevista que el mayor legado de PPK, antes que megaproyectos destrabados, sería una reforma exhaustiva del sistema de justicia. Pienso lo mismo. Y disculpen que sea aguafiestas, pero hablar de unificar ventanillas y eliminar trámites me parece frívolo si a la vez no tenemos en cuenta que no es la ineficiencia sino la corrupción lo que está en la base. Antes que destrabar tramitología, destrabémonos la moral, el corazón, las entrañas.

Y como de todas las instituciones que deben combatir el mal el Poder Judicial es la que parece más podrida –a ver si nos contradice su presidente interino, Ramiro de Valdivia, designado sin debate público–, hay que ser radicales y audaces al hablar de su reforma. Marisol Pérez Tello, ministra de Justicia, tiene una misión tan o más importante que la de Alfredo Thorne con la economía. Tiene que convencer al gobierno de tomar la decisión política de comerse el pleito y presionar al Poder Judicial para que admita su miseria moral y emprenda una reforma radical. Y Fuerza Popular tiene que coincidir en ello desde el Congreso. Ese sería un bonito pacto.


http://elcomercio.pe/opinion/rincon-del-autor/al-diablo-tu-destrabe-fernando-vivas-noticia-1948366

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Falsedades del despotismo laboral semiesclavista

Manuel Dammert Ego Aguirre


El diario El Comercio, en Editorial del 20.11.16, trata de responder a mis críticas al D L 1246, como si fuese una oposición sin razones, solo “porque sí”. Se refiere al Proyecto de Ley N° 640 que he presentado, y respalda la CGTP, para derogar el atropello antilaboral semiesclavista incluido en el reciente DL 1246, en vigencia desde el 11.Nov.2016. Respondo con las razones, la legalidad y los hechos de este brutal atropello a los trabajadores, similar a la derrotada y derogada ley Pulpín I.

Al estilo del despotismo ilustrado, señala El Comercio:“ lo que ha hecho el Gobierno es apenas eliminar la obligación de registrar físicamente algunos contratos (temporales, sujetos a modalidad, convenios de prácticas entre otros), en el MTPE, en la medida que la información relevante sobre dichos contratos ya es entregada hoy a través de planillas electrónicas ”. Y enfatiza: “podrá ser supervisada por la Sunafil”. Concluyen: “no flexibiliza el régimen laboral”. Los ilustrados redactores de estos editoriales saben que esto no es cierto.

Ante todo, no es un asunto menor. La mayoría de trabajadores del país está en situación de informalidad y precariedad laboral, en la que abundan estos contratos y sus modalidades. Y no solo en las mypes, sino también, y crecientemente, en la mediana y gran empresa.

Los contratos de trabajos modales son una de las vías claves para arrasar los derechos laborales en todos los sectores, incluidas las medianas y grandes empresas. Pretenden el comienzo del fin de los derechos laborales, como dice Javier Neves. Esta semiesclavitud laboral impuesta a la nación, es lo que El Comercio defiende.

Sin registro público de los contratos, informando el empleador solo electrónicamente la “información relevante”, se impone el despotismo, la desigualdad absoluta a favor del poder para reclamar derechos. El trabajador, desprotegido, por temer perder su puesto de trabajo, va a ser sometido a los contratos que imponga el empleador.

Se deja inerme al trabajador, sin el contrato de su labor como base en la protección de los derechos laborales, anulando una garantía de ciudadanía. La autoridad de trabajo no puede ejercer su función de control, ante informaciones indeterminadas.

Anulada la simetría legal que da la Constitución, los trabajadores quedan desprotegidos ante la voluntad del empleador, pisoteándose la igualdad legal que es parte de la ciudadanía. Y no solo en las condiciones laborales. Por ejemplo: el Poder Judicial no podrá identificar a deudores alimentarios morosos, pues el MT no podrá informar al respecto, como ahora manda la Ley 28970, art 7.

Para redondear su ilustrada nota, dice “son fiscalizables por la Sunafil”. Directa falsedad. Saben bien que, además, están matando la Fiscalización del MT y Sunafil. Los ingresos para fiscalizar los contratos laborales, que no son un alto monto, dependen en 90% a 95% de las funciones institucionales de la Autoridad Administrativa de Trabajo. Esta norma las pone en total crisis. Incluso el cumplimiento de las obligaciones se deja a una “fiscalización posterior”, que previamente han debilitado hasta anularla.

De esta forma, desvirtuando una norma sobre “interoperabilidad institucional”, se ha impuesto un régimen laboral anticonstitucional y violatorio de las normas de la OIT. El pueblo movilizado logró se derogue la ley Pulpín, que era un régimen de semiesclavitud laboral. Y no se produjo “porque sí”. Como ahora, en esta batalla contra otro atropello neo liberal semiesclavista, las razones están en la lucha por la Patria Hermosa, en afirmación del trabajo digno, la vida buena y la democracia ciudadana.


http://diariouno.pe/columna/falsedades-del-despotismo-laboral-semiesclavista/


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Peligrosa ultraderecha trumpólatra

Mirko Lauer

Hay una extremísima derecha estadounidense que está de plácemes. Nunca había disfrutado del tipo de presencia en medios que hoy surge por su asociación con una victoria presidencial. En estos días ha salido a saludar a Donald Trump a voz en cuello, dedicada a su principal actividad: asustar al resto de la población.

Alt-right, con alt abreviando la palabra alternative, pero también sugiriendo el significado alemán de alt: viejo, antiguo, es la expresión para nombrar lo que Wikipedia viene definiendo como “un grupo suelto de gente con ideologías de derecha y de extrema derecha que rechazan el conservadurismo convencional”.

Detrás de la expresión hay un viejo paquete de monstruosidades bien conocidas. Entre otros, los grupos del supremacismo blanco, el Ku Klux Klan anti-negro, o los grupos nazis. Todos coinciden en impulsos ideológicos como el etno-nacionalismo, el antisemitismo o la islamofobia, la homofobia o el antifeminismo.

Cada uno de estos grupos, algunos incluso grupúsculos, evoca las bandas entre ultraderechistas y criminales que saltaron al poder en algunos países europeos como consecuencia de la Primera Guerra Mundial y de la crisis económica de 1928-1930. Fascistas de todo pelaje que, junto al militarismo japonés, dominaron la escena hasta 1945.

Ahora sus versiones estadounidenses se han colocado bajo el paraguas antiliberal de Trump. Es poco probable que el nuevo gobierno los acoja, más allá de uno y otro personaje salido de esas canteras. Pero quizás el nuevo ambiente político en Washington les permitirá crecer, como ya está alentando a la extrema derecha europea.

Alt-right es vista por la extrema derecha como la puerta conceptual para acercarse más a Trump. La agenda que los une y los esperanza es sencilla: EEUU necesita lo que Trump propuso en su campaña, pero en dosis mucho más fuertes. El núcleo de esto es la postura contra los inmigrantes, un concepto que se extiende hasta las minorías.

El análisis político de estos días no ha terminado de comprender al Trump presidente, ubicado entre sus promesas y la institucionalidad de su país, y en esa medida el papel de la alt-right tampoco ha podido empezar a definirse realmente. Pero no hay manera de ocultar que el peligro está a las puertas. Quizás incluso a un solo nombramiento de distancia.



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Sí, EsSalud sin CAS

Enrique Fernández-Maldonado Mujica

En una columna publicada en Expreso (17/11/16), el abogado Jesús Carrasco le atribuye “gruesos errores jurídicos y de técnica legislativa” al dictamen aprobado por la Comisión de Trabajo y Seguridad Social del Congreso, que establece el paso de los trabajadores CAS de EsSalud al régimen del D. Leg. Nº 728. Esta es una demanda del gremio en su conjunto, profesionales y “no profesionales” de la Salud, en virtud de las precarias condiciones laborales en que se encuentran. Razón por la cual fue acogida por la presidencia (FA) y la bancada mayoritaria (FP).

Carrasco basa su argumentación en tres supuestos. Los dos primeros cuestionan que el dictamen incluya a trabajadores técnicos y administrativos de la Seguridad Social, cuando les tocaría pasar a la Ley Servir (N° 30057), según sentencia del Tribunal Constitucional. En su interpretación, solo al personal “médico” le correspondería el régimen de la actividad privada. La tercera observación evidencia la ausencia de una protección legal frente a eventuales despidos, y que a su vez prohíba expresamente la contratación de nuevos CAS.

Los primeros supuestos no toman en cuenta la Ley de Creación del Seguro Social (N° 27056), que establece –en su artículo 16°– que: “El personal de EsSalud se mantiene en el régimen laboral al que pertenece al momento de la promulgación de la presente ley. Los trabajadores que pudieran incorporarse a la entidad, se sujetarán al régimen laboral de la actividad privada”. Esto es, al régimen 728.

Entonces, si esta ley está vigente, por qué oponerse a que los administrativos y auxiliares (que forman parte del Sistema de Salud) puedan disfrutar los derechos que reconoce la norma fundacional de EsSalud. ¿O es que el personal técnico o auxiliar no es considerado “trabajador” de la institución? ¿Hay alguna razón para excluirlos?

El argumento de que la aprobación del dictamen “perforaría a la Ley Servir”, permitiendo que otros sectores CAS demanden su traspaso al 728, tampoco se sostiene. La preocupación actual de los servidores públicos va por otro lado: quieren negociar aumentos salariales, para lo cual es necesario modificar la Ley de Presupuesto. Y ese es otro canto.

Sobre la tercera observación, no podemos sino coincidir: el dictamen aprobado en la Comisión de Trabajo no incluye mecanismos que impidan los despidos ni ampliar la planilla CAS. ¿Por qué? Porque la mayoría fujimorista los retiró del dictamen redactado por la Comisión (en base a los proyectos de Ceballos y Tapia), votando a favor del texto sustitutorio presentado por los congresistas Tapia y Salazar (FP), que desaparece las disposiciones complementarias que brindaban estas garantías.

Ahora le toca a la mayoría fujimorista en el Pleno ratificar el dictamen de la Comisión de Trabajo. No hacerlo (o hacerlo retaceando el dictamen), puede mellar más su credibilidad. Las organizaciones sindicales y trabajadores de la Seguridad Social lo tienen claro.

http://diariouno.pe/columna/si-essalud-sin-cas/



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Vieira no tiene la culpa

Augusto Álvarez Rodrich

El congresista Roberto Vieira se volvió una piedra en el zapato del gobierno, pero la responsabilidad del problema no es suya sino del partido que lo incorporó en la lista de candidatos con la que llegó al Parlamento, empezando, por cierto, por el líder de la agrupación PpK, es decir, del entonces candidato presidencial y hoy presidente de la república Pedro Pablo Kuczynski.

Luego de pasarse algunas semanas peleándose –mediante insultos– con sus compañeros de bancada, y una vez que ya había sido expulsado de ella, Vieira le puso la cereza a su pastel con un agravio lamentable contra la vicepresidenta Mercedes Aráoz.

Picón porque no había sido considerado un protagonista de los encuentros con los jefes de Estado que vinieron a Lima para la cumbre de APEC, Vieira se mandó –literalmente– con todo contra Aráoz:

“Los congresistas no tenían pase para la APEC 2016 y sus hijos tampoco pero para la Cortesana Todopoderosa todo es posible, hasta recibir a Obama”, sentenció en su twitter.

Obviamente, en menos de lo que canta un pajarito, la respuesta en las redes contra la pachotada de Vieira no se hizo esperar, y este no tuvo mejor idea que responsabilizar por el agravio a su asesor de prensa José Luis Contreras Jimeno, a quien pasó a despedir de su puesto como una forma de tratar de salirse del problema.

“No hubo ninguna intención de ofensa a la Sra. Mercedes Aráoz [que], más allá de su investidura, es una digna representante de la mujer peruana”, señaló Vieira.

Pero tiene razón la vicepresidenta Aráoz cuando señala que “uno es responsable de su propio twitter”.

Y, también, es responsable del equipo que convoca. Ocurre que Contreras proviene de las canteras naranjas, donde era conocido por el apelativo de Banzai por su actuación entusiasta como integrante de las fuerzas de choque del fujimorismo.

De paso, el fujimorismo debiera preocuparse por el estilo violento que caracteriza a varios de sus integrantes de todo rango. Desde sus parlamentarios, como Cecilia Chacón, quien hizo un papelón con sus agravios al ministro de Educación; o Luis Galarreta, quien al ingresar al fujimorismo se transformó de un congresista inteligente, en un barra brava agresivo. Y, también, sus fujitrolls impresentables en las redes.

Vieira viene de esas canteras. Pero la culpa del problema que le creó al gobierno no es suya sino de quienes lo incorporaron en la lista al Congreso, un problema que sufren casi todos los partidos políticos peruanos por su irresponsabilidad.

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La ley universitaria

Antonio Zapata

En el Congreso ha comenzado el debate sobre la propuesta del Apra para modificar la Ley Universitaria. En esencia, plantea que los integrantes de la Superintendencia de Educación Superior, Sunedu, sean nombrados por los actuales rectores de las universidades. En la práctica, esta postura implica retornar a la situación anterior, que la ley buscaba corregir.

En efecto, anteriormente el sistema universitario era conducido por la Asamblea Nacional de Rectores, ANR, una reunión de rectores que seleccionaba a uno como cabeza. Sin embargo, su dificultad para autorregularse había generado que descienda vertiginosamente la calidad de la enseñanza superior.

Al volverse feudos casi autónomos, algunas universidades públicas cayeron en manos de argollas que lucraban más o menos abiertamente con las ilusiones de la juventud. Por su parte, las universidades privadas, surgidas bajo la ley del fujimorismo, fueron concebidas como empresas orientadas a producir ganancia y no a generar conocimiento ni formar profesionales. Algunas son competentes, mientras que otras no han pasado de estafas masivas y monumentales.

Ante la evidencia de la degradación de la enseñanza superior, el anterior Congreso asumió que la recuperación de la calidad obligaba a montar instituciones que regulen a las universidades e impongan acreditaciones y mecanismos de estandarización. Gracias al empuje del general Mora y el sostén del ministro Saavedra, salió adelante una ley que instituye la Sunedu como un organismo externo con autoridad sobre las universidades. Esta entidad es totalmente necesaria porque la crisis del sistema universitario solo puede encararse desde fuera de sus órganos de poder institucional.

El problema se origina en la composición de la Sunedu, puesto que sus integrantes son seleccionados por concurso público, menos su presidente (a) nombrado por el ministro de Educación. Es decir, el Ejecutivo controla la institución que regula el manejo de las universidades.

Ese punto justifica el proyecto del Apra, porque según su lógica, la ley Mora viola la autonomía universitaria consagrada en la Constitución y las leyes. En alguna medida el PAP tiene razón. Si el Ejecutivo nombra al responsable y lo puede remover cuando lo considera necesario, entonces, la cabeza depende del poder político. En la historia nacional una situación semejante es propia de algunos autoritarismos y no se ha presentado en democracia. Por ejemplo, Leguía y Velasco tuvieron organismos parecidos a Sunedu.

Pero, el Apra quiere volver a una situación que todos los diagnósticos coinciden en señalar como pésima. Algunos analistas han destacado que el viejo partido de Alfonso Ugarte es instrumental al poderoso lobby de las universidades-empresa, fuertemente representado en el Congreso. Pero, más allá de sus intenciones, el proyecto del PAP se apoya en el tema de la autonomía para viajar al pasado.

En la búsqueda de una solución al dilema, aparece una tercera opción: conformar íntegramente la Sunedu por concurso público. ¿Cuál es la razón para que su presidente sea nombrado por el ministerio y todos los demás integrantes por concurso? ¿Qué impide una Sunedu verdaderamente independiente? Puede serlo, si todo su directorio nace de la selección transparente de académicos experimentados. Ninguno le debería nada a la política y podrían asumir libremente el perfil técnico de su labor.

En el Perú existe demasiada desconfianza en el poder político. Nadie lo cree independiente y se teme su vocación totalitaria. Por ello, en la arquitectura del Estado existen varios organismos constitucionalmente autónomos, que hacen contrapeso a los gobiernos de turno. Si el Congreso busca revisar la Ley Universitaria, puede avanzar en esa dirección, en vez de retroceder a un camino comprobadamente estéril.

http://larepublica.pe/impresa/opinion/824214-la-ley-universitaria


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Harta del Poder Judicial

Sigrid Bazán

Estamos hartos. Hartos de que dejen en libertad a bandas de sicarios con muchísimas sentencias acumuladas y en nuestras narices. Hartos de que nos arranchen el celular en la esquina, de tener miedo cuando somos mujeres y tenemos que regresar solas a nuestras casas.

En medio de ese hartazgo, esta semana arrancó la huelga de los trabajadores del Poder Judicial (PJ). En el norte, trabajadores de La Libertad exigen mejores sueldos y mayor presupuesto. En el sur, funcionarios de la Corte Superior de Justicia de Arequipa se crucifican y tiñen de sangre la Plaza de Armas de la ciudad.

Mientras tanto, el aumento de los delitos cometidos y la falta de confianza en esta importantísima institución se juntan ahí donde el 60% de peruanos cree que no hubo ningún avance en la lucha contra la delincuencia y el 63% desaprueba el trabajo del Poder Judicial.

No sorprenden estas cifras cuando se sabe que el actual patrimonio de Ramiro de Valdivia Cano, presidente interino de este poder del Estado, ha venido aumentando en 440% durante los últimos cinco años. Un juez que ahora va a ser indemnizado –y verá crecer aún más sus millones– por haber sido separado de su cargo cuando se descubrió que se había reunido con Vladimiro Montesinos.

Este señor es uno de los jueces más antiguos en la Corte Suprema. Es una pieza más que contribuye a esa desconfianza que se convierte en nuestra peor enemiga y que permite darnos cuenta de que no solo se trata de una persona, sino de todo un Estado que pide una reforma integral a gritos.

Citando a Pease, uno de los más férreos promotores de esta reforma, “cuando el violentismo arraiga en la sensación de abandono y frustración que tienen la mayoría de ciudadanos, no se trata de responsabilidades coyunturales de un gobierno, sino de un Estado inoperante que así pongan a Mandrake a gobernar irá mal”. Es lo que tenemos, cuando el presidente no tiene ni el más mínimo respaldo del Congreso, aquel tomado por el fujimorismo y que repite la lógica del resto de poderes del Estado.

No hay otra manera de explicar cómo, por ejemplo, una vez más, se busca interpelar al ministro de Educación, Jaime Saavedra. Ha sido Lucio Ávila, miembro de Fuerza Popular, el primero en mandarle una carta prácticamente pidiéndole favores para una de las tantas universidades que ahora son el negocio de nuestros políticos. Y claro, “si no me ayudas, te interpelo”. Bajo esa lógica, o cedemos en lo que sería esa “ayudita”, es decir, a negociar con la corrupción y seguir con el virus que carcome nuestras instituciones, o apuntalamos la reforma. Ojalá veamos a más gente que, desde todos los frentes, se anime por lo segundo.


http://larepublica.pe/impresa/opinion/824215-harta-del-poder-judicial



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¡Mi negocio no!

Luis Davelouis

Hace algunas semanas, una investigación de Ojo Público reveló que en los últimos 10 años el Estado les había dejado de cobrar a las empresas del sector educación un monto cercano a los S/70 mil millones. Para ponerlo en perspectiva: este año todos los programas sociales costaron S/5,400 millones. Con lo que dejaron de pagar las empresas del sector educación, alcanzaría para financiar 13 años de programas sociales que benefician a casi 5 millones de personas.

La Ley Universitaria afecta a muchos de esos negocios educativos que gozan de exoneraciones tributarias a cambio de reinvertir en mejorar las condiciones que ofrecen a sus estudiantes. Pero es imposible preguntarse adónde se fue ese dinero que no se le pagó al Estado cuando uno ve que algunas universidades funcionan en corralones, en segundos pisos de chifas, en garajes, en depósitos sin ventanas ni baños. O cuando se entera de que algunas de ellas venden el pase directo a segundo o incluso tercer ciclo si el postulante paga una matrícula un poco más alta y da un examen.

Esas, entre muchísimas otras irregularidades, hacen evidente que el dinero que el Estado dejó de cobrar no ha sido invertido adecuadamente. Eso, sin considerar a quienes consignan como inversión en infraestructura el auto de lujo que se le asigna al rector.

El negocio educativo es tremendamente lucrativo porque tiene beneficios tributarios, porque al estudiante –y a su familia– le toma al menos 5 años enterarse de si es que lo estafaron o no con la educación que le vendieron y porque –hasta la aparición de la Ley Universitaria y la Sunedu– todos ellos se supervisaban a sí mismos, lo que explica en buena medida el desastre que es esa educación en algunos casos




http://peru21.pe/opinion/luis-davelouis-mi-negocio-no-2263074


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Pobres con plata

Enzo Defilippi


“No soy un hombre rico, soy un pobre con plata”, es la frase de Pablo Escobar que utiliza Alberto Vergara para argumentar que crecimiento económico no implica desarrollo, en una columna publicada en El Comercio el domingo pasado.

De acuerdo con él, durante los últimos veinte años nuestros gobernantes han priorizado el crecimiento económico bajo la creencia de que la modernización genera, casi espontáneamente, institucionalidad y desarrollo. Y le sorprende que este gobierno siga el mismo camino a pesar de la abundante evidencia de que las mejoras económicas no han generado desarrollo. No entiende por qué el gobierno sigue priorizando la economía cuando lo que el país reclama priorizar es la construcción de un Estado de derecho.

Concuerdo con Vergara en varias cosas. Especialmente, en que el crecimiento económico es insuficiente para generar desarrollo. También que la institucionalidad y el Estado de derecho no son subproductos del éxito económico, y que deben ser prioritarios por sí mismos.

Él, sin embargo, parece creer que no es posible priorizar simultáneamente la economía y la institucionalidad. Que, parafraseándolo, o buscamos que el PBI crezca un punto más o nos decidimos a tener un Poder Judicial respetable. ¿Por qué? El ancho de banda del Estado es limitado, sí, pero alcanza para más de un objetivo estratégico.

Tampoco estoy de acuerdo con el peso que le otorga a la ideología. Cualquiera que haya tenido responsabilidades de gobierno sabe que la ideología no tiene, ni por asomo, la importancia que él supone, por ejemplo, en la lucha contra la corrupción o la inseguridad. Para eso, lo importante es la gestión. Luego, la gestión. Y, por último, la gestión.

¿Por qué el gobierno no le mete el mismo punche al desarrollo institucional que a la economía, si como dice él, “somos conscientes de que los grilletes que nos atan al subdesarrollo no están principalmente en la esfera económica”? En principio, porque el gobierno no puede construir institucionalidad con la misma facilidad con la que maneja la política económica. Salvo el presupuesto y uno que otro misil que venga del Congreso, la política económica la decide el Ejecutivo. ¿Tiene el gobierno la misma libertad para reformar el Poder Judicial? No. ¿Para transformar el sistema político? Tampoco. ¿Para construir, a punta de decretos supremos, un Estado de derecho, una mejor democracia, una república justa? Menos.

Construir institucionalidad requiere una firme voluntad política, pero no basta la del gobierno. Se necesita, al menos, una masa crítica de políticos que hagan política con P mayúscula. Pero ello no va a ocurrir a menos que los ciudadanos demandemos institucionalidad con la misma firmeza con la que hoy exigimos estabilidad macroeconómica. Y allí, en mi opinión, está el error de Vergara: interpretar la frustración de la gente con la corrupción y la inseguridad como una demanda por priorizar la construcción de un Estado de derecho.

¿Es razonable esperar que demandemos Estado de derecho los mismos peruanos que celebramos la criollada, parqueamos donde nos da la gana y a quienes nos interesan un rábano los derechos de los demás? ¿Que exijan institucionalidad quienes eligen al ‘comeoro’ o a la ‘robacable’? Temo que, aun volviéndonos ricos, seguiremos siendo pobres mientras la respuesta sea que no.



http://elcomercio.pe/opinion/mirada-de-fondo/pobres-plata-enzo-defilippi-noticia-1948361?ref=portada_home

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La victoria de Trump

Gonzalo Portocarrero


“Lo concreto es concreto, porque es la síntesis de muchas determinaciones, porque es, por lo tanto, unidad de lo múltiple”, dice Marx cuando reflexiona sobre el método de la economía política. La realidad es siempre compleja, de manera que reconstruirla en el plano del pensamiento requiere de la integración de muchas líneas de causalidad, de los factores que se encuentran y entremezclan en la producción de un acontecimiento. Además, a la causalidad hay que agregar el impacto del azar y la contingencia. El caso de la elección de Donald Trump representa un evento sorprendente y difícil de explicar pues, para empezar, las encuestas lo daban como seguro perdedor.

Pero como el sentido común rehúye el vacío, y desea comprender de inmediato, ya se han urdido interpretaciones que se postulan como indudables y que parecen, con su evidencia, clausurar cualquier discusión. La más socorrida es aquella que señala que la victoria de Trump obedece al malestar de la clase trabajadora blanca que sufre de un alto nivel de desempleo y de remuneraciones estancadas hace ya decenios. Un grupo que vería en los migrantes competidores desleales, y en la globalización un mecanismo para transferir puestos de trabajo hacia zonas pobres, con salarios bajos y abundantes reservas de mano de obra.

Entonces, la elección de Trump sería un voto de protesta de una colectividad que se siente marginada en su propio país. La expectativa sería subir los aranceles y prohibir –o reducir considerablemente– la inversión en los países donde prima la mano de obra barata. Resulta difícil ponderar en qué medida esta hipótesis explica la victoria de Trump. En todo caso, se trata de una perspectiva economicista que supone que los ciudadanos escogen a sus candidatos solo en función de evaluaciones sobre su futuro remunerativo.

En realidad, la economía estadounidense ha logrado sortear con relativo éxito la crisis que se inició en el 2008. En la actualidad las tasas de desempleo son muy bajas y el crecimiento económico es mucho más significativo que en otros países desarrollados. Todo ello gracias a una política keynesiana de bajas tasas de interés y estímulo de la demanda mediante el aumento del gasto público.

Lo más sorprendente de esta elección es que ha hecho emerger sentimientos que muchos daban por superados. Hablamos, desde luego, del racismo y del patriarcalismo. Lejos de desprestigiar a Trump, el hablar de las mujeres como objetos de goce y de los migrantes como violadores ha liberado una hostilidad contra los débiles antes reprimida por la ideología liberal de los derechos humanos.

La victoria también ha hecho visible el poder de la mentira y la demagogia. A los votantes de Trump no parece importarles la moralidad de su candidato. En todo caso, se identifican con sus alardes maníacos y su promesa de transformar a Estados Unidos en una potencia que, por su riqueza y poder militar, pueda actuar unilateralmente, imponiendo sus conveniencias sin necesidad de rendirle cuentas a nadie.

Y en cuanto a la demagogia, llama la atención lo simple y categórico de su discurso. Más que un programa estructurado, Trump expone medidas aisladas que capturan la imaginación de la gente, como la idea de construir un muro en la frontera con México, o no permitir la entrada de musulmanes a Estados Unidos. O aumentar los aranceles de importación a los productos chinos. O legalizar la tortura. O deportar a los migrantes sin papeles.

Guste o no, es indudable el carisma de Trump. Mucha gente se identifica con su figura de hombre seguro y llano; sin dudas ni temor a decir lo que piensa, capaz de hacer lo que sea para cumplir sus aspiraciones políticas. Alguien a quien no le temblará la mano al momento de ordenar políticas que violen los derechos humanos. En el fondo, la elección de Trump hace evidente la añoranza, de muchos en la sociedad estadounidense, por ser una nación homogénea y excepcional, bendecida por Dios para guiar los destinos del mundo.

Al magnetismo de Trump, debe agregarse la falta de un horizonte prometedor en los discursos de Hillary Clinton. En cualquier forma, aún continúa siendo un misterio cómo uno de los pueblos más ricos y educados del mundo termina votando por un candidato sin un programa real, que pretende un imposible regreso al pasado. Vivimos la amenaza de una regresión civilizatoria.

http://elcomercio.pe/opinion/colaboradores/victoria-trump-gonzalo-portocarrero-noticia-1948355?ref=portada_home

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Izquierda peruana: cinco esquinas

Gustavo Guerra García


Sin contar al movimiento que proviene de los re­manentes de Sendero Luminoso (antes Modavef hoy FUDEPP), la izquierda está dividida en cinco sectores básicos. El mejor posicionado es el Fren­te Amplio, que acaba de dejar de ser un referente políti­co uno y camina a constituirse en un frente electoral so­bre la base de dos inscripciones: la de Tierra y Libertad, y la del Movimiento por un Nuevo Perú, liderado por Ve­rónika Mendoza. A pesar de las intensas contradicciones internas, el Frente Amplio ha logrado mantener la ban­cada parlamentaria unida y están transitando a su nue­va estructura de común acuerdo. El Movimiento Nuevo Perú ha implicado algunos reagrupamientos y ha genera­do rupturas tanto en Tierra y Libertad como en Sembrar. No obstante, todos los cambios se han producido al inte­rior del Frente Amplio.

Otro sector importante de la izquierda es Únete por Otra Democra­cia. Algunos de los componentes de este sector solici­taron participar en el Frente Am­plio, pero sus so­licitudes no han sido respondidas y las negativas no han sido explica­das. Este agrupa­miento no tiene inscripción y ha decidido concentrar sus energías en inscribir o articular movimientos regionales y uno local en Lima hacia las elecciones del 2018. Dos par­tidos de Únete por Otra Democracia son los que más an­claje social tienen en sectores sindicales. Los directivos del Frente Amplio y Únete por Otra Democracia han es­tado en conversaciones para tener acuerdos electorales hacia el 2018 y el 2021, pero los avances aún son muy li­mitados. Por el norte, corre Gregorio Santos que está ar­ticulando a un sector que ha roto con el MAS y con Patria Roja en conjunción de fuerzas con el movimiento fonavis­ta, que ahora se denomina Democracia Directa. Es previ­sible que Democracia Directa logre preservar su inscrip­ción nacional y que el popular Goyo lidere su estrategia electoral si no lo detienen sus problemas judiciales. Y, fi­nalmente, por la sierra central navega el movimiento del expresidente de Junín, Vladimir Cerrón, que tiene inscrip­ción legal y algunos aliados regionales y en Lima. Quizás después de las elecciones del 2018, se pueda prever un panorama más claro para la izquierda peruana.


http://exitosanoticias.pe/opinion-izquierda-peruana-cinco-esquinas-por-gustavo-guerra-garcia/


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